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Servando Gotor
Lecturas hispánicas (2014)
Servando Gotor
Abogados
1ª Edición para Kindle
Zaragoza, 29 diciembre 2013
C. ASIN: B00HK9SV3C
No hables de riqueza; tú sabes que, el verdadero
abogado, el que dedica toda su vida al patrocinio,
muere pobre; ricos se hacen solamente aquellos
que, bajo el título de abogados, son en realidad
comerciantes o intermediarios, o hasta, como
ciertos especialistas en materia de divorcio,
descocados alcahuetes.
4. EL CLIENTE
4.1 Nuestra relación contractual con el cliente: poner
los medios adecuados.
7. EL DESPACHO PROFESIONAL Y SU
GESTIÓN. HERRAMIENTAS BÁSICAS
7.1 El material: la legislación vigente
12. CONTRATOS
13. LA TRANSACCIÓN
13.1 No, no somos el centro del universo. Además,
el abogado asesora pero es el cliente quien decide
1º La especialización.
2º La integración en un proyecto profesional
colectivo.
3º La movilidad funcional, geográfica e institucional.
a) funcional,
b) geográfica
c) e institucional.
Añadiendo que
2.1. Independencia.
2.1.1. La multiplicidad de deberes que
incumben al Abogado le imponen una
independencia absoluta exenta de
cualquier presión, en particular de la que
resulte de sus propios intereses o de
influencias externas. Esta independencia
es tan necesaria para mantener la
confianza en la Justicia como la
imparcialidad del juez. El Abogado debe,
por lo tanto, evitar cualquier ataque a su
independencia y estar atento a no
descuidar la ética profesional por
complacer a su cliente, al juez o a
terceros.
2.1.2. Esta independencia es necesaria
tanto para la actividad jurídica como
para los demás asuntos judiciales por
cuanto el consejo del Abogado a su cliente
no tiene ningún valor real si ha sido dado
por complacencia, por interés personal o
como resultado de una presión exterior.
Concluyendo:
1º Se impone aclarar bien si la finalidad de los
colegios profesionales es la defensa del profesional o
la del consumidor, pues ambas son incompatibles
entre sí, por muy forzados y concienzudos análisis
que puedan hacerse al respecto.
2º Si es la del consumidor, se supone o debe
suponerse que ya está ampliamente protegido por el
sistema. Y, en todo caso, no deberíamos ser
nosotros, los propios abogados, quienes hayamos de
ejercerla ni financiarla.
3º Si es la defensa del profesional, esta no puede
articularse sin ignorar las distintas tipologías actuales
en la forma de ejercicio, cada una con sus propios,
peculiares y respetables intereses, imposibles de
conciliar en un solo colegio, por lo que se impone el
planteamiento de diferentes y alternativos sistemas de
asociacionismo profesional.
4º Y, en todo caso, la adscripción, colegiación o
asociación profesional debe ser libre y, bajo ningún
concepto, condición indispensable para el ejercicio
de la profesión, máxime en un futuro próximo en el
que va a existir una titulación profesional específica
para ello.
4. El cliente
4.1 Nuestra relación contractual con el cliente:
poner los medios adecuados.
INSTRUCTA PROPOSICIÓN DE
PRUEBA Y HECHOS
CONTROVERTIDOS
a decir:
(…)
a) El sencillo.
b) El patético o sublime.
c) El templado o mediano.
1º Conocimiento.
2º Convicción.
3ª Precisión
4º Naturalidad.
5º Brevedad.
6º Transmisión.
7º Estructura.
1º CONOCIMIENTO
Esta primera regla es determinante: conocimiento,
saber de qué hablamos, tener algo que decir. Si falla,
olvídate del resto: no las necesitas ni para fracasar.
Alguien que habla sobre algo que desconoce, alguien
que habla sin saber de qué habla está condenado a
decir idioteces. De modo que conviene:
a) Hablar sólo de lo que sepamos o conozcamos. Y
aun conociéndolo, tomémonos previamente la
molestia de estudiarlo de nuevo, repasando
conocimientos y comprobando bien la precisión de
los mismos.
b) Si tenemos que hablar de algo que no
conozcamos, estudiarlo bien previamente.
Ten en cuenta, además, que a quien habla sin
conocimiento de la materia que trata, se le coge
enseguida.
Puede darse la situación (extraña por lo demás) de
que en un momento dado tengas la necesidad de
comentar o hablar sobre algo que desconoces y,
además, ni siquiera hayas podido prepararlo con
antelación. La salida más airosa, como casi siempre
suele ocurrir en esta vida, es la más honrada, y la más
honrada no es otra que ser veraz: reconocerlo así
ante el auditorio. Obrar de otra manera siempre será
un error, por muchas habilidades que tengas o creas
tener. Exactamente lo mismo cuando se trate no de
ignorancia sobre la materia, sino de dudas respecto a
un dato o concepto concreto: reconócelo. Incluso
aunque se trate de cosas muy elementales. O son
pocas o no las hay, porque nada es sencillo Hasta
los conocimientos o saberes aparentemente más
simples, a poco que profundices en ellos descubrirás
en su interior enormes complejidades.
Puedes (y en nuestra profesión, no sólo "puedes" sino
que "debes") ayudarte de un esquema, de unas notas.
Y, por supuesto, de textos completos debidamente
recopilados o subrayados, que ocasionalmente,
deberás leer: no te alargues, nunca te alargues en la
lectura, lee lo justo. Y esas notas que sean eso:
notas, no un discurso. Si lo que llevas escrito es un
discurso, no sirve. La actuación en estrados, la vista
oral, es algo dinámico, está plagada de sorpresas que
te van a obligar a improvisar. Cuanto más preparado
y estudiado lleves el tema mejor será tu capacidad de
respuesta e improvisación, porque siempre hallarás
más salidas. Si vas al juicio para "recitar" un texto
memorizado, estás condenado al fracaso. Un
informe leído suele aburrir al personal, y en nuestro
caso, lo que es peor, al juez. Y el problema no es
que se aburran, lo malo es que dejan de escucharte.
Y sin escucharte imposible les llegue tu mensaje.
Deja, pues, que fluyan las palabras, que con
conocimiento del asunto saldrán solas, y echa mano
de tus notas (por ti preparadas y a tu medida),
sirviéndote de ellas sólo cuando sea preciso. Sé
dueño de tus notas, de tus esquemas, evitando en
todo momento convertirte en su esclavo.
Personalmente intento que mis notas quepan en un
solo folio, con una sucinta referencia (a la manera de
título o síntesis) de los temas que debo de tratar.
Pues bien, intento consultarlas exclusivamente para
comprobar rápido y de un solo vistazo, que no se me
escapa ninguno de esos temas. Y siempre que mis
notas me han dominado en lugar de ser yo quien las
domine a ellas, el resultado de mi exposición ha sido
un rotundo fracaso. Buena lección.
Saber de qué hablamos implica también conocer lo
que es importante y lo que no: Cuando reúno los
argumentos de las causas, no suelo contarlos, sino
pesarlos, advierte Cicerón. Y aún más: qué es lo que
verdaderamente beneficia al asunto y lo que no. Y
para todo esto, al margen de la selección inteligente
de tu material y de tus argumentos, primero tienes
que conocer cuál es tu objetivo fundamental. Y eso
es lo más sencillo: tu objetivo fundamental es la
defensa de tu cliente, ya ves que no me canso de
repetirlo. A veces, la vanidad idiota y pueril lleva a
algunos abogados a creer que su objetivo
fundamental es quedar bien en el foro, impresionando
a su cliente. No, el cliente no está pendiente de que tú
quedes mejor o peor. El cliente lo que quiere es
ganar el pleito. Incluso en la vista oral, su principal
problema no eres tú: es él mismo, y hasta su personal
intervención en el caso de que tenga que declarar.
Cuando sales de una vista en la que tu cliente o los
testigos han declarado, nadie está pensando en lo
bonito que has quedado tú. Su principal
preocupación es si ellos han salido airosos y la del
cliente, por supuesto, si las expectativas de victoria
han mejorado o decaído.
En todo caso, tanto en la forma de preparar un juicio
como en la forma de prepararse las muletillas e
instrumentos de los que nos vamos a valer, sean notas
o discursos, el consejo principal es que cada uno
somos distintos y, por tanto, la propia experiencia se
encargará de descubrirte la mejor forma en que tú, tú
personalmente, hayas de realizar tus intervenciones
orales. Al final, lo dice el refrán, cada maestrillo tiene
su librillo. Y en todo caso, volvemos de nuevo al
"decoro", a lo más conveniente para cada caso y
situación.
2º CONVICCIÓN
No hay mejor fórmula para convencer de algo que
estar convencido de ello. Tenemos que creer en lo
que defendemos. Si nosotros somos los primeros
que no creemos en nuestras propias razones
imposible conseguir que crean en ellas los demás.
El cliente nos ha confiado su problema y lo hemos
aceptado, haciéndolo desde entonces nuestro. Si lo
aceptamos porque nos sentimos obligados a
aceptarlo, mal vamos. No tenemos (o al menos no
tenemos por qué tener) ninguna obligación para
asumir una defensa. Ni tenemos por qué asumirla por
una necesidad. Debemos defender porque creemos
en la defensa. Y toda otra razón espuria incidirá
negativamente en nuestra libertad de criterio, en
nuestra propia libertad (asunto que ya hemos tratado
al referirnos a la independencia, en 3.6). Y lo malo
no es sólo que nuestra libertad se vea perturbada, lo
malo es que con ello se ve mermada, resentida, la
efectividad de nuestra defensa. ¿Por qué? Porque la
mejor defensa es aquella que sólo se sustenta en la
profunda convicción de que lo que defendemos es lo
justo, lo razonable: lo "defendible", en suma. Y raro
(yo aún no lo he encontrado y, mal abogado pienso
que sería si así fuera), raro, digo, es el asunto en el
que no encuentres no una, sino varias, profundas y
serias razones de defensa. Búscalas, salen solas. En
otro caso, hay otras profesiones que se te darán
mejor. Mucho mejor, sin duda. "Convéncete".
3º PRECISIÓN
4ºNATURALIDAD
Volvemos aquí al famoso consejo grabado en piedra
en el frontispicio del oráculo de Delfos: "Sé tú
mismo". Por muchas facultades que tengas o creas
tener para el drama, por muy buen actor que seas o
creas serlo, nunca llegará mejor tu mensaje a su
destinatario como cuando interpretas a tu propio
personaje. No trates de ser alguien o algo que no
eres. No te "enajenes", no te "alienes" (enajenar y
alienar, dos términos muy empleados en Derecho y
ambos hacen referencia a lo "ajeno", a lo "otro", a lo
extraño, en suma). Entre otras muchas ventajas, es
más fácil. Nada más sencillo que ser uno mismo,
como nada más complicado que luchar contra la
propia esencia, contra nuestra propia forma de ser.
Siendo tú, salen "tus" palabras, "tus" expresiones,
"tus" propios giros, "tus" propios gestos. Imposible
equivocarse cuando uno es y actúa como lo que es,
como quien es. Ser tú mismo, además de más fácil, o
precisamente por ser lo más fácil, te otorga también
la mayor seguridad. Y estando ―sintiéndote―
seguro, tienes la batalla ganada: te irás creciendo por
momentos y siempre resultarás más creíble.
Es verdad que habrá expresiones o gestos propios
que no te gusten, por supuesto. Pero como no te
gustan, si aún no los has corregido o eliminado de tu
propio repertorio, seguro que estás en ello, porque el
primer paso para enmendar cualquier defecto es
precisamente conocerlo. Y ahora te toca hablar en
público: intenta eludir tus defectos pero olvídate de
corregirlos. No es este el momento de ejercicios sino
de expresarte tal y como eres. Naturalidad, pues.
Espontaneidad, dejar que fluya tu pensamiento, tu
propio ser, en tus gestos y expresiones. Si sabes de
qué hablas, si tienes cabal conocimiento de la materia
que tratas, olvídate de las apariencias, olvídate de tu
entorno y deja que tu expresión aflore
espontáneamente. Comprobarás que siempre que es
así, tu mensaje llega de la mejor forma a su
destinatario.
Y escucha este sabio consejo popular: intenta escribir
como si hablaras y habla como si escribieras. ¿Por
qué? ¿Qué significa esto? Precisamente, el escribir
como hablas exige naturalidad, abandonando giros
extraños y frases pomposas. Y hablar como escribes
te exige mayor cuidado en la expresión, pero
siempre, también, con naturalidad. En resumen:
intenta expresarte de la forma más natural, correcta,
precisa y meditada, en todo momento.
5º BREVEDAD
La verdad es breve (y a esto volveré más adelante,
en 11.10). Por muy voluminosos que sean los autos,
por cientos o miles de folios que contengan, no
asustarse (11.9): la materia de discusión (el objeto de
litigio) siempre se reducirá a unos puntos muy
concretos: un par, tres, diez, doce… pocos más y
muy excepcionalmente. Lo primero que tenemos que
confeccionar es un índice o esquema de los
contenidos, no para aprendérnoslos (mucho menos
para memorizarlos, por favor), sino para tomar cabal
conocimiento de los mismos y poder encontrarlos,
luego, con mayor facilidad. Hoy en día con los
ordenadores esta labor se hace mucho más fácil.
Pero, ojo, precisamente por eso no hemos de
fiarnos. Siempre convendrá que examinemos los
autos, por muy voluminosos que sean, y hagamos
nuestro propio índice o esquema de su contenido. La
capacidad de resumen, de síntesis, resulta muy
importante y eso también se aprende con la práctica.
Conocidos bien los contenidos, extractados en unos
puntos muy concretos, volcados estos en una simple
nota de apoyo para la vista oral, hacer un breve
comentario de cada uno de ellos nos resultará
facilísimo. Y tal facilidad se notará en nuestra
capacidad de comunicación que ganará en frescura,
agilidad y brevedad. La brevedad nunca cansa. Y
siempre es mejor dejar en el tribunal dos ideas claras
que cien obtusos galimatías.
Recuerdo la apelación más breve de mi vida. Era un
asunto insignificante (un juicio de faltas) en el que no
tenía fe alguna ni los clientes ni yo mismo. Pero
decidimos recurrirlo, sin procurador para evitar
gastos. Y esta era la única alegación:
ÚNICA.- ERROR EN LA
APRECIACIÓN DE LA PRUEBA POR
PARTE DEL JUZGADOR, AL NO
EXISTIR PRUEBA DE CARGO
SUFICIENTE CONTRA EL AQUÍ
RECURRENTE PARA RESULTAR
CONDENADO.
En efecto, el fallo recurrido tiene como
soportes probatorios:
a) Que el propio A.G. reconoció haber
agredido y maltratado al recurrente, en el
acto del juicio.
b) Que el recurrente, además, manifestó
haber sido insultado y maltratado
físicamente por A.G.
c) La prueba testifical, por la
declaración de D.V.A., quien reconoció
que mi mandante fue insultado y
maltratado físicamente por A.G., ya que
todo ello lo presenció directa y
personalmente.
Por tanto, de todo ello se deduce con
claridad que la condena que contiene la
sentencia respecto a A.G. se ajusta a la
prueba practicada.
Ahora bien, no existe ni un solo medio
probatorio objetivo del que pueda
deducirse bajo ningún concepto que el
aquí recurrente maltratara a dicho Sr.
A.G., puesto que el recurrente no lo
reconoce y los testigos se contradicen en
sus versiones: el del contrario dice que sí y
el nuestro dice no; por lo que procede
revocar el pronunciamiento condenatorio
contra él, y así lo solicitamos formal y
expresamente.
6º TRANSMISIÓN
Es algo muy elemental, pero que quizá por ello,
algunos lo olvidan. Hablamos para transmitir nuestro
mensaje al juez. Ese es el único objetivo y ese debe
ser nuestro centro de atención. Hablamos porque
queremos ganar el pleito y para ello hemos de
transmitirle perfectamente los argumentos que nos
han llevado allí, bien para oponernos a las
pretensiones del contrario, bien para defender nuestra
reclamación.
Y la principal herramienta para ello no es otra que el
lenguaje. Como ya nos hemos referido a esto
reiteradamente no vamos a insistir más aquí. Pero sí
debo resaltar que la mejor forma de que nuestro
lenguaje crezca en flexibilidad y en riqueza es la
lectura. Los abogados somos "letrados". No
concibo, nunca lo concebiré, un buen abogado que
no sea un buen lector. La lectura, además de
proporcionarnos conocimientos, nos proporciona un
vocabulario más rico, más extenso, y una mayor
precisión a la hora de emplearlo. Si somos buenos
lectores también interpretaremos mejor los textos
jurídicos: desde un concienzudo artículo doctrinal o
una buena monografía a un contrato, pasando por las
más complejas leyes y las más técnicas sentencias.
Esa riqueza se reflejará en nuestros escritos, pero
además en nuestra facilidad y rapidez para
confeccionarlos. Y también se reflejará en nuestro
lenguaje oral que ganará siempre en claridad,
precisión, flexibilidad y rapidez. Pero hay algo
mucho más importante que todo esto, que por
supuesto está muy bien (nada menos que dominar,
que manejar diestramente la mejor herramienta de un
oficio, en este caso el lenguaje): y es que el buen
manejo del lenguaje no es sino un síntoma de que
nuestro intelecto está en forma. Aquí hay un camino
de ida y vuelta, un círculo no vicioso sino "virtuoso":
si leemos, si estudiamos, gana nuestro intelecto; si
nuestro intelecto gana, ello se refleja en nuestro
lenguaje; pero a su vez conforme mejoramos en
nuestro lenguaje, al utilizarlo bien y a menudo,
también ello influye positivamente en nuestro
intelecto. Y esto no sólo es conveniente para ser un
buen abogado, sino también para ser una gran (y, por
tanto, una buena) persona.
7º ESTRUCTURA: En efecto, debemos ordenar
nuestros argumentos de forma que resulten eficaces.
Y por tanto, como ya he comentado antes, valorarlos
no en número o cantidad sino en peso. Vale más un
argumento definitivo e indudable que cien dudosos. Y
desde luego poner en primer lugar los de mayor
fuerza y, si es posible, y con la máxima brevedad,
repetirlos al final. En todo caso respecto al orden o al
lugar en que deben ir nuestros argumentos, me remito
al apartado siguiente: Las partes en que debe
estructurarse el informe oral (6.8).
Al final, si te fijas bien, dicho sea entre paréntesis, en
esta vida casi todos los buenos consejos se resumen
en uno: veracidad. Porque también aquí la salida
correcta (el ser uno mismo) no es sino otra cara más
de esa misma y única verdad. Hablar de lo que se
sabe es decir verdad. Hablar (comunicarnos) siendo
nosotros, es verdad. Y la verdad es única, lo que la
hace clara, y concisa, fácil por tanto de transmitir
(precisa); y, por supuesto, por sí misma convincente;
convicción a la que, al explicarse por sí misma, le
basta un discurso breve y natural y que como tal
surgirá, o más bien fluirá, de forma ordenada y eficaz.
Por último, en cuanto a la armonía, en cuanto a la
belleza de la exposición… Bueno, se dice que sobre
gustos no hay nada escrito, pero eso es falso. Sobre
gustos hay muchos, muchísimos ríos de tinta, y nadie
puede ignorar que existen cánones o normas de
belleza. En todo caso y en lo que tanto a la escritura
como a la exposición oral respecta, es el oído quien
te dará la respuesta sobre la armonía de tu
exposición. Y para esto, aunque existen muchas y
buenas normas, baste aquí recordarte sólo un par de
reglas (y vuelvo a lo mismo): lee mucho y escribe
mucho. Lo recomendaba, ya, Cicerón.
· Diccionario de
Legislación: toda la
legislación española en
vigencia al 31 de
diciembre de 1950.
· Diccionario de
Legislación, Apéndice
1951-1966.
· Nuevo diccionario de
legislación. Toda la
legislación española en
vigencia al 31 de
diciembre 1974.
· Apéndice 1975-1985 al
nuevo diccionario de
legislación.
Pues bien, ocurrió que este Nuevo Diccionario de
Legislación, como puede verse, cerrado el último día
de 1974, es decir casi un año antes de la muerte de
Franco (acaecida en noviembre de 1975) no sólo se
quedaba obsoleto al día siguiente de su publicación,
como era lo normal y previsible; es que envejeció de
manera brutal y repentina en los siguientes años —los
años de la transición democrática—, al coincidir con
un cambio de sistema de Estado y exigir, por tanto,
una fuerte renovación legislativa. De modo que
muchas de las leyes recogidas en el Nuevo
Diccionario, muchas más de las previsibles, fueron
derogadas y sustituidas por otras más ajustadas a un
Estado de Derecho.
Por tal motivo, en el año 1985, Aranzadi, editó un
Apéndice 1975-1985 al nuevo diccionario de
legislación, de unos veinticinco tomos, ya con más
vocación de futuro.
De modo que, con este Apéndice 1975-1985, un
abogado que comenzara a ejercer la profesión
entonces podía tener toda la legislación vigente en
España, si contaba también con el Nuevo
Diccionario (cincuenta tomos) y, además, se
suscribía al repertorio de legislación. O sea, unos
setenta y cinco volúmenes y, además, una
suscripción. Todo esto suena hoy a galimatías y
barbaridad, y hasta cierto punto lo era. Pero ese era
el reto: intentar tenerlo todo. Reto, insisto, porque
raro era el despacho que contara o pudiera contar
con todos los boes y gacetas desde el siglo XIX
hasta la actualidad (o todos los Diccionarios). Y, en
todo caso, siempre estaríamos hablando de
centenares de volúmenes.
¿Cómo se podía trabajar? Mejor, aún: ¿cómo se
podía vivir así? Bueno, vamos a desdramatizar
porque, seguramente, animado por un espíritu
didáctico, he exagerado algo el panorama. Primero
porque serían más bien contadas las disposiciones en
vigor de la antigua Gaceta. Y, segundo, porque
cuando te llegaba algún asunto concreto en el que la
legislación en vigor fuera abundante y dudosa, algo
que suele acontecer con mayor frecuencia en la
jurisdicción contencioso-administrativa, lo que había
que hacer era muy sencillo: o comprarte la última
recopilación legislativa sobre la materia (códigos que
actualizaban las editoriales con cierta regularidad y
que por cierto aún siguen en el mercado); o hacerse
con la monografía más reciente sobre el tema. O
ambas cosas a la vez, para mayor seguridad. Las
monografías uno de los primeros aspectos que suelen
tratar es, precisamente, una referencia a la legislación
en vigor sobre la materia que tratan. Llamabas a tu
proveedor (una figura también desaparecida hoy) y
asunto concluido. Cabe recordar que eran tiempos
en que se recibían en los despachos a los comerciales
de las distribuidoras. Gente siempre de grato
recuerdo porque eran grandes profesionales, atentos
y puntuales, sacándote muchas veces de serios
apuros al conseguirte con eficacia y rapidez el libro
que necesitabas.
Hoy, todo esto, se ha quedado desfasado. Todo lo
tienes en tu ordenador, sin moverte. Y, además, con
unos potentes y eficaces motores de búsqueda.
Ahora bien… hoy tenemos un problema bastante
serio: una actividad legislativa absolutamente
demencial. Y esto es lo que vamos a abordar
seguidamente.
7.2 Un problema de hoy: la confusión
normativa. De la hemorragia a la diarrea
legislativa
Artículo 72
Las cuestiones de competencia
podrán promoverse por inhibitoria
o por declinatoria.
La inhibitoria se intentará ante el
Juez o Tribunal a quien se
considere competente, pidiéndole
que dirija oficio al que se estime
no serlo, para que se inhiba y
remita los autos.
La declinatoria se propondrá ante
el Juez o Tribunal a quien se
considera incompetente,
pidiéndole que se separe del
conocimiento del negocio y remita
los autos al tenido por
competente.
La jurisdiccional, que
recae en jueces y
magistrados.
La actividad
procedimental, que
corresponde a los
secretarios judiciales y a los
servicios de apoyo y
procesales.
La administrativa, que
recae en el Ministerio de
Justicia o en las
Comunidades Autónomas
con competencias
asumidas.
De esta forma se consigue:
Liberar a jueces y
magistrados de tareas no
jurisdiccionales, para que
puedan centrar todo su
esfuerzo en la función que
les atribuye la Constitución:
juzgar y hacer ejecutar lo
juzgado.
Potenciar las atribuciones
de los secretarios judiciales,
que como directores de los
Servicios Comunes,
asumen nuevas
competencias procesales.
La especialización en las
tareas que se realizan en los
órganos judiciales. Una
reestructuración más
eficiente del trabajo y de los
medios, así como un
reparto más preciso y
racional de funciones.
A) LIBROS:
Para empezar, los libros que debemos llevar
los profesionales son los siguientes:
1. Libro registro de ingresos (facturas
emitidas numeradas correlativamente.
Ejemplo 1/2014; 2/2014; 3/2014, etc). En
definitiva, cada factura que emites debe llevar
una numeración correlativa y coherente con
la anterior y la siguiente, además de la fecha
completa. Dicha factura la anotarás en el
libro registro de ingresos. De esta forma, el
fisco nos tiene bien controlados porque
dificulta al máximo la posibilidad de
"inventarte" minutas. Tu cliente tiene tu
factura, numerada y fechada en su libro
registro de gastos y tú en el tuyo de ingresos,
¿cómo inventarte otra distinta? ¿dónde la
metes? ¿con qué número? ¿en qué fecha?
Romperías el orden cronológico y la
correlación numérica. Evidentemente
siempre puede haber prácticas colusorias,
pero resulta bastante complicado, ya que a
esto habría que añadir el férreo control que
suponen las declaraciones de retenciones, las
de operaciones superiores a determinadas
cuantías y el propio IVA. Así que si tienes
alguna extraña tentación… ya sabes.
2. Libro registro de gastos en que
asentaremos, también ordenadamente por
criterio cronológico conforme nos vayan
llegando y numeradas correlativamente, las
facturas recibidas, las de nuestros
proveedores.
3. Libro registro de bienes de inversión. Se
anotan aquí, detallada e individualmente,
cada uno de los elementos del inmovilizado
material e inmaterial que se amortizan,
afectos a la actividad (es decir, ordenadores
y máquinas en general, y el inmueble, siempre
que sean de nuestra propiedad). En cada
anotación, que deberá ir numerada, se
expresará el valor de adquisición, la fecha de
puesta en funcionamiento y las cuotas de
amortización cuando las haya, así como la
baja y la fecha de la misma. No asustarse.
En nuestra profesión, ejercida como
autónomos, el inmovilizado material se limita
a la adquisición de ordenadores y,
especialmente, al inmueble donde ejercemos
la profesión si es de nuestra propiedad.
4. Libro registro de provisiones y suplidos.
Se trata de los adelantos que pedimos a los
clientes, para gastos que podamos tener
(suplidos) o a cuenta de los honorarios que
vayamos devengado (provisiones).
B) DECLARACIONES Y PAGOS:
Además de llevar estos libros, también
estamos obligados a hacer determinados
pagos y declaraciones.
De entrada y por una sola vez para la
incorporación al ejercicio profesional
debemos darnos de alta en la denominada
declaración censal de inicio de actividad
(modelo 037).
Luego ya, en pleno ejercicio, deberemos
realizar cuatro declaraciones de pagos
fraccionados a lo largo del año, entre los días
1 y 20 de los meses posteriores a cada
trimestre vencido, salvo el último que ser
hará entre el 1 y el 30 de enero del ejercicio
siguiente (y este junto con la declaración
resumen anual del IVA). Así, en abril,
declararemos los ingresos y gastos del primer
trimestre (enero a marzo); en julio, los del
segundo; en octubre los del tercero y en
enero del siguiente año los del cuarto, insisto:
junto con el resumen anual del IVA.
Y, también, con carácter anual, pero una sola
vez:
―La declaración anual de IVA (resumen de
las declaraciones trimestrales, ya referida). A
presentar antes del 30 de enero.
―Declaración de IRPF, a presentar en el
período habitual (mayo y junio).
En ella se tendrán en cuenta los ingresos por
actividad profesional —de los que se han ido
realizando declaraciones trimestrales— así
como cualquier otro tipo de ingreso —
trabajo por cuenta ajena, venta de valores,
ingresos por alquiler de inmuebles, etc.—).
C) CONTABILIDAD:
Sí, también tenemos la obligación de llevar la
contabilidad de un "ordenado comerciante".
Y a tal efecto convendrá recabar facturas de
cuantos gastos relacionados con la actividad
profesional tengamos. De hecho las vamos a
necesitar para ponerlas en el libro registro de
facturas recibidas. Pero que quede bien
claro: deberán ser facturas, no meros recibos
ni albaranes: facturas en sentido técnico. O
sea, con todos y cada uno de los requisitos
que tienen nuestras minutas y a los que ya me
he referido (4.8).
De todos modos, no asustarse. Enseguida te
familiarizas con las cosas que se hacen
habitualmente. Pronto acabarás haciéndolas
mecánicamente y te dolerá más lo que tienes
que pagar que hacerlas. Además, hoy día,
especialmente desde el 1 de enero de 2014,
prácticamente todas las declaraciones deben
realizarse online, por medio de modelos y
programas que te facilita la propia web de la
Agencia Tributaria (www.aeat.es).
No obstante, existen abogados que, como muchos
otros trabajadores autónomos, no se ocupan de la
gestión personal de sus obligaciones fiscales y las
encomiendan a asesores fiscales que las hacen por
ellos. Yo soy de la opinión de que es mejor que nos
las hagamos nosotros mismos, puesto que entiendo
que debemos estar familiarizados con la materia
fiscal, en general, ya que, aunque no nos dediquemos
directamente a ella, se cruzará con nosotros, siquiera
sea tangencialmente, en muchos pleitos. Y,
evidentemente, si nos hacemos nosotros las
declaraciones, conoceremos mejor la mecánica de
los impuestos y hasta su razón de ser y ubicación en
el sistema impositivo (estemos o no de acuerdo con
él, evidentemente).
b) EL SISTEMA DE CAPITALIZACIÓN. El
sistema de capitalización es, en cambio, más seguro,
pero también con resultados más pobres. Aquí no
pagas una cuota que te da derecho a una pensión
determinada. En absoluto. Aquí lo que "aportas"
cada mes, va a una cuenta tuya propia y personal, un
"capital" que se va acumulando de acuerdo a tus
aportaciones. Tu "dinero" o tus "ahorros" se
"capitalizan". Es decir: se convierten en "capital". Y la
diferencia entre dinero y capital consiste en que el
capital es un dinero que se invierte o se mueve con
objeto de que produzca un rendimiento. Y para que
los rendimientos sean buenos se supone que la
Mutualidad los gestiona bien. Al final, cuando se
produzca la jubilación, invalidez o muerte, recibirás
tú, o tus beneficiarios en el segundo caso, ese capital
acumulado (la suma de tus cuotas mensuales) más los
rendimientos que haya producido. Y lo podrás
recibir de diversas formas: bien cobrándolo todo de
una vez, o bien convirtiéndolo de alguna manera en
una renta temporal o vitalicia.
Esto es prácticamente como tenerlo en una hucha
pero, eso sí, que sólo puede abrirse a tu jubilación,
invalidez o muerte, y en la que además, el dinero
crece, porque te da cierta rentabilidad. Se trata en
realidad de un plan de pensiones.
Evidentemente, esto es muy poco. ¿Y cómo se
mejora? Con algunas coberturas adicionales. De
cada cuota mensual que pagas se detraerán pequeñas
porciones (porcentajes) que irán destinados al pago
de esas coberturas que funcionarán, ahora sí, como
verdaderos seguros: de incapacidad permanente, de
fallecimiento, dependencia, etc. Y entonces, sí, el
sistema mejora considerablemente.
De modo que, con esta información, teniendo claros
los conceptos y cómo funciona, puedes simular todo
tipo de posibilidades:
¿Y…?
a) Largos.
b) Caros.
c) Y de resultado incierto.
-Inmediación y oralidad.
-Concentración.
-Contradicción.
-Publicidad.
a) Civil.
b) Penal.
c) Mercantil.
d) Laboral.
e) Contencioso-administrativa.
f) Militar.
Indiscutible.
La premisa mayor sería la regla general (la ley, la
norma): "Todos los hombres son mortales". La
menor, el caso particular (el hecho): "Sócrates es
hombre". Y la conclusión la proposición nueva que
se infiere o concluye necesariamente de las dos
anteriores.
LOS HECHOS
LOS FUNDAMENTOS JURÍDICOS
EL FALLO (O LA PETICIÓN).
1º Precisión.
2º Brevedad.
3º Persuasión.
-Inmediación y oralidad.
-Concentración.
-Contradicción.
-Publicidad.
O sea:
Prólogo
Septenario es cuento muy noble a que loaron
mucho los sabios antiguos: porque se hallan en el
muchas cosas e muy señaladas que se departen
por cuento de siete, assi como todas las criaturas
que son departidas en siete maneras ca segund
dixo Aristoteles, e los otros sabios. O es esta
criatura que no a cuerpo ninguno, mas espiritual,
como angel o alma o es cuerpo simple, que ni se
engendra ni se corrope por natura, y es celestial,
assi como los cielos e las estrellas, o es cuerpo
simple que se engendra e se corrompe por natura,
como los elementos; o es cuerpo compuesto de
alma de crescer e de sentir, e de razonar, como el
home; o a cuerpo compuesto, e alma de crescer, y
de sentir, e no de razon; así como las animalias,
que no son hobres; o es cuerpo compuesto de
alma de crescer, mas no de sentimiento ni de
razon, assi como los arboles, e todas las otras
plantas; o a cuerpo compuesto, mas no a alma
ninguna, ni sentimiento, como las piedras, e las
cosas minerales que se crian en la tierra. E otrosi
todas las cosas naturales an movimiento de siete
maneras: ca o es a suso, o a yuso, o adelante, o a
tras, o a diestro, o a siniestro, o en derredor. E
eneste mismo cuento fallaron los sabios antiguos
las siete estrellas, mas nombradas que se llaman
Planetas: que son Saturno, Juppiter, Mars, Sol,
Venus, Mercurio, Luna: de que tomaró cuéto de
los siete cielos, en que estava, e pusieróles nóbres,
e ordenaron por ellas los siete días de la semana.
Otrosi, los sabios departieron por este cuento las
siete partes de toda la tierra, que llaman Climas.
Otrosi por este mismo cuento departieron los
metales e alguno, youo que por este cuento lo
saberes, a que llaman las siete artes; e esto mismo
ficieron de la edad del hombre. E aun por este
mismo cuento nostro Dios a los que eran sus
amigos muchas de sus poridades, por fecho e por
semejança, assi como Noe que mando facer el
arca en que se salvase del diluvio: en que mado
que todas las cosas que fuesse limpias e buenas
metiese en ella siete. E otrosi Jacob que fue
patriarca Sirvio a su suegro siete años; porque le
diese por muger su hija Rachel; e porque le dio a
Lya, sirviole o tros siete años por ella misma; y
esto fue por gran significança, y Joseph su hijo
que fue poderoso sobre toda la tierra de Egypto,
por el sueño que solto al rey Faraon de los siete
años de mengua, e de los siete de abondo, según
el sueño que el rey soñara de las siete espigas, e
de las siete vacas. E esto fue otrosi fecho por muy
gran significaça. E otrosi, Moysen quedo la
mando facer el tabernaculo, en que ficiessen
oracion los fijos de Isrrael, entre todas las otras
cosas mandole señaladamente, que pusiessen en el
detro un candelero de oro, fecho en manera de
arbol en que oviesse siete ramos, que fue fecho
por gran significança. E david otrosi, que fue rey,
de cuyo linage vino Nuestro Señor Jesu Christo,
hizo por espiritu Santo el Salterio, que es una de
las mayores escrituras que ay en la Santa Eglesia.
E otrosi mostro en el siete cosas, assi como
prophecia, e oracion, e loor, e bendicion, e
arrepentimiento, e consejo, e penitencia. E
despues de todo esto, quando nuestro Señor quiso
facer tan gran merced al mundo, que vino a
tomar carne de la virgen Santa Maria, por nos
aducir a Salvacion. E porque lo pudiessemos ver
visiblemente, e conoscer que era Dios y hombre,
por este cuento mismo (segund dixo el Profeta)
ovo el en si siete dones de Espiritu Santo. E otrosi
, porque aqueste cuento (segund dixeron los
santos) ovo Santa Maria siete gozos muy gandes
con su hijo Jesu Christo, segund canta la santa
eglesia. E por este mismo cuento nos dio nuestro
señor Jesu Christo siete Sacramentos, porque nos
pudiessemos salvar. E otrosi, por este cueto nos
mostro la oración del Pater noster, en que ay siete
peticiones, con que le devemos pedir merced. E
otrosi, Sant Juan Evangelista que fue pariente e
amigo de nuestro Señor Jesu Christo fizo un libro
que llaman Apocalipsis, de muy grandes
poridades que el le mostro, y las mayores cosas
que en el escrivio, son todas partidas por este
cuento de siete. Onde por todas estas razones que
muestran muchos bienes que por este cuento son
partidos, partimos este libro en siete partes.”
(Prólogo de Las Siete Partidas
de Alfonso X el Sabio)
DE LOS PERSONEROS
De las mayores personas sin las que no puede
hacerse ningún juicio, según dijeron los sabios, así
como del demandante y del demandado y del juez
que lo libro, hemos hablado asaz y cumplidamente
en los títulos anteriores; y ahora queremos
mostrar de las otras que son como ayudadores; y
porque las más vegadas el demandante o el
demandado no pueden o no quieren por sí mismos
venir a seguir sus pleitos ante los jueces por algún
embargo o enojo que temen recibir, es menester
poner otros en sus lugares por personeros que les
ayuden y los sigan; y por ello queremos hablar en
este título de ellos; y primeramente mostrar qué
es un personero; y por qué tiene ese nombre; y
quién lo puede hacer; y quién puede serlo; y en
qué pleitos; y en qué manera debe hacerse; y qué
es lo que puede hacer el personero; y cómo y
cuándo se acaba su labor.
LEY I
DE LOS VOCEROS
Ayúdanse los señores de los pleitos no tan
solamente de los personeros de quien hablamos en
el título anterior, más aún de los voceros: y porque
el oficio de los abogados es muy provechoso para
ser mejor librados los pleitos y más en cierto
cuando ellos son buenos y andan en ello
lealmente, porque ellos aperciben a los juzgadores
y les dan carrera para librar más rápido los
pleitos; por eso tuvieron por bien los sabios
antiguos que hicieron las leyes, que ellos pudiesen
razonar por otro, y mostrar también demandando
o defendiendo los pleytos en juicio de forma que
los dueños de ellos por mengua de saber razonar,
o por miedo, o por vergüenza o por no ser usados
en los pleitos no perdiesen su derecho. Y pues que
de tale necesidad vienen haciéndolo ellos
derechamente como así deben, queremos hablar
en este título de los abogados, y mostrar
primeramente qué cosa es vocero: y por qué se les
llama así; y quién puede ser y quién no; y en qué
manera deben razonar y poner las alegaciones
tanto el vocero del demandador como el del
demandado; y cuándo el abogado dijera alguna
palabra por error en juicio que tenga daño a su
parte cómo la puede revocar; y cómo el abogado
no debe descubrir la ventaja del pleito de su parte
a la otra; y por qué razones puede el juez
defender al abogado que no razone por otro en
juicio; y qué galardón debe haber si bien hiciere
su oficio; y qué pena cuando mal lo hiciese.
LEY I
Ley IX
***
PLATÓN: Elogio de Sócrates
***
LUDWIG MIES VAN DER ROHE: Sí a las
formas no al formalismo: todo cómo debe
apoyarse en un qué
[9]
Ya, a finales de los 80, Antonio Hernández Gil, el
Presidente de las Cortes Constituyentes que
elaboraron nuestra Constitución, abogado y eminente
jurista, en la obra reseñada en la anterior nota 6,
decía esto:
No son pocos los abogados que contratan
sus servicios con sociedades o empresas
determinadas, lo que no siempre supone
asumir todo el servicio jurídico, aunque sí
desplegar una función de asesoramiento
en exclusiva, con la merma del carácter
libre o liberal tradicionalmente asignado a
nuestra profesión. (HERNANDEZ GIL,
Antonio. Ob. cit., ver nota 6).
[10]
NIETO GARCÍA, Alejandro y FERNÁNDEZ,
Tomás-Ramón. "Del derecho y del revés". Ariel.
Barcelona, 1998. Estos interesantes y amenos
"diálogos" epistolares, me recuerdan en algunos
aspectos a los "Diálogos del Orador", de Cicerón
(ver nota 1).
[11]
OSSORIO Y GALLARDO, Ángel. Ob. cit.
[12]
DE LA CUEVA, Javier: La función social de la
Abogacía en la era digital, Abogados. Revista del
Consejo General de la Abogacía Española,
número 69, octubre de 2011, p. 25. Documento
accesible en línea: <http://www.abogacia.es/wp-
content/abogados/ficheros/1320238838414.pdf>.
(Ver también nota 44)
[13]
HERNANDEZ GIL, ob.cit.
[14]
Barómetro Interno de la Abogacía 2013.
Informe General elaborado por Metroscopia para el
Consejo General de la Abogacía Española.
[15]
De acuerdo con la Encuesta Anual de
Servicios 2005 realizada por el INE existen en
España 91.409 “empresas”, - en terminología de
la profesión: despachos -, dedicadas a la
“consultoría y práctica legal del derecho”.
El término “empresa” se refiere estrictamente a la
unidad organizativa con independencia de cual
sea su forma: empresario individual, comunidad
de bienes, sociedad mercantil, etc.
Llama la atención el alto número de despachos
que registra el INE, que supone casi el 80% de los
colegiados ejercientes en dicho año, 114.135, y
supera ampliamente los casi 62.000 ejercientes
por cuenta propia estimados a partir de la
encuesta de población activa del INE.
Estas diferencias se pueden explicar por el hecho
de que, con independencia de que la actividad
principal de un abogado sea por cuenta ajena o
por cuenta propia, independiente o asociada, este
suele desarrollar alguna forma de ejercicio
profesional autónomo.
Por otro lado, y en ese mismo sentido, muchos
abogados se vinculan como profesionales
independientes al despacho donde ejercen
mediante un contrato de arrendamiento de
servicios.
En este sentido, nos puede ayudar el Estudio
realizado por Metroscopia para el CGAE en 2008,
donde se señalaba que el ejercicio independiente,
en despacho propio, compartido, o como
colaborador constituye la forma claramente
dominante de desempeño de la profesión. Así dice
estar ejerciendo el 71% de todos los abogados.
Además, otro 16% ejerce como socio o asociado
en despachos colectivos, lo que puede estar
articulado tanto como contrato laboral o
profesional dependiendo de las características de
la relación con el despacho. Finalmente, un 13%
estarían encuadrados como abogados de empresa
y formas similares, y por lo tanto, con la
condición de asalariados. (Fuente: La abogacía
española en datos y cifras, 2008, Consejo General
de la Abogacía Española:
http://www.abogaciadatosycifras.com/).
[16]
Esta es la información difundida por EUROPA
PRESS con fecha 26/09/2013 [10:38] , sobre las
alegaciones presentadas por El Consejo General de
la Abogacía Española al antreproyecto de Ley de
Servicios y Colegios Profesionales:
La Abogacía censura en su informe que la
colegiación se limite sólo a los abogados
que actúen ante tribunales y para los que
presten asistencia jurídica y no
mantengan relación laboral con el
asesorado.
"La norma propuesta en el borrador de
anteproyecto es una división y ruptura de
la profesión contraria a lo previsto en la
Ley Orgánica del Poder Judicial y a la
jurisprudencia del Tribunal Supremo",
mantienen, por lo que el Anteproyecto
"resulta incoherente y absurdo en la
aplicación de la doctrina constitucional
para justificar esta división".
Considera la Abogacía que el
asesoramiento jurídico que prestan los
abogados ligados al cliente por una
relación laboral "no es en sí una actividad
diferente de la Abogacía, sino la
descripción de una peculiaridad
contractual entre abogado y cliente en
base a la relación laboral que les une".
Insisten en que el asesoramiento jurídico
resulta esencial para permitir el correcto
ejercicio de los derechos y el cumplimiento
de sus deberes por los ciudadanos, así
como para la conciliación de conflictos
que de otra forma colapsarían los
tribunales.
Por ello, el CGAE concluye que la
colegiación debe ser obligatoria y
defiende en sus alegaciones la Abogacía,
para prestar cualquier servicio propio de
la profesión y con independencia de la
naturaleza jurídica de la relación del
abogado con su cliente.
"La no incorporación al Colegio
implicaría una absoluta falta de control
deontológico y disciplinario, cercenando
derechos del cliente -añaden-. La garantía
de responsabilidad, eficacia y calidad en el
servicio del interés público sólo puede
obtenerse mediante la colegiación
obligatoria, que ofrece sujeción a códigos
profesionales de actuación de reconocida
efectividad e imposible sustitución".
[17]
Baste la tímida "protesta" suscitada en el debate
tras la sesión del X Congreso de la Abogacía a los
representantes allí presentes, directivos y exdirectivos
de la Confederación Española de Abogados Jóvenes,
tras sus ponencias bajo el título común Abogados
Jóvenes: El fenómeno asociativo y la Relación
Laboral Especial.
[18]
Entresaco algunos párrafos de un artículo del
artículo "La condena a Garzón por las escuchas
ilegales" de Isaac Ibáñez García, en "Administración
de Justicia", de fecha 13 de febrero de 2012,
reproducido en el blog "¿Hay derecho?"
(hayderecho.com):
Además, los abogados deberíamos
reflexionar sobre el papel de los colegios
profesionales en estos temas, que en
nuestro caso se han lavado las manos. En
cualquier país europeo, la querella la
habría presentado un colegio profesional,
dada la trascendencia jurídica del asunto.
Tanto el Consejo General de la Abogacía,
como el Colegio de Abogados de Madrid
fueron requeridos para actuar. Y, en estos
casos, no son suficientes los comunicados
de prensa, se requiere la actuación ante
los tribunales.
En Europa, ante situaciones parecidas a
las que nos encontramos en nuestro país, y
menos importantes, las corporaciones y
asociaciones de la abogacía responden
prontamente y al máximo nivel a la
defensa de los derechos fundamentales.
(…)
En España, la protección colectiva del
derecho a la inviolabilidad de las
comunicaciones del abogado con su
cliente, que es una protección del derecho
fundamental del imputado a su derecho de
defensa, está recogido en el artículo 68. s)
del Real Decreto 658/2001, de 22 de junio,
por el que se aprueba el Estatuto General
de la Abogacía Española, según el cual,
corresponde al Consejo General de la
Abogacía Española: “Defender los
derechos de los Colegios de Abogados, así
como los de sus colegiados cuando sea
requerido por el Colegio respectivo o
venga determinado por las Leyes, y
proteger la lícita libertad de actuación de
los abogados, pudiendo para ello
promover las acciones y recursos que
procedan ante las autoridades y
jurisdicciones competentes, incluso ante el
Tribunal Supremo, el Tribunal
Constitucional, los Tribunales Europeos e
internacionales, sin perjuicio de la
legitimación que corresponda a cada uno
de los distintos Colegios de Abogados y a
los abogados personalmente”.
El Consejo, mediante la acción adecuada
de personación, incluida la de amicus
curiae (es decir, la protección institucional
del Derecho de defensa), debe comparecer
en los procedimientos en los que se viole
dicho derecho fundamental, troncal en las
relaciones entre el abogado y su cliente.
[19]
"Ya te lo decía yo".
[20]
En el apartado "La responsabilidad jurídica del
abogado en cuanto tal y su aseguramiento".
[21]
CICERÓN, Marco Tulio, ob. cit.
[22]
Por terminar de aclarar conceptos creo
conveniente también una referencia a los "daños" a las
personas o daños personales, que propiamente son
"lesiones" y que, eventualmente, también pueden dar
lugar a una indemnización por el perjuicio que tales
lesiones comportan a la víctima.
[23]
Sentencia del Tribunal Supremo 64/2010 de 23
de Febrero.
[24]
CICERÓN, Marco Tulio: "Verrinas".
Traducción de José María REQUEJO PRIETO, en
"Discursos, I". Editorial Gredos. Madrid, 1990.
[25]
OSSORIO Y GALLARDO, Ángel. Ob. cit.
[26]
CICERÓN, Marco Tulio: "Los diálogos del
Orador".
[27]
Artículo 120 de la Constitución:
1. Las actuaciones judiciales serán
públicas, con las excepciones que prevean
las leyes de procedimiento.
2. El procedimiento será
predominantemente oral, sobre todo en
materia criminal.
3. Las sentencias serán siempre motivadas
y se pronunciarán en audiencia pública.
[28]
Así se quejaba Arturo Majada de aquellas
corruptelas y así reivindicaba la oralidad antes de la
vigente Ley de Enjuiciamiento Civil:
Esta tendencia a la supresión del informe
oral y a su sustitución por el papel escrito,
esta verdadera conspiración del silencio,
se ha visto facilitada por el hecho
indisputable de que en las modalidades
procesales de las más recientes
disposiciones legislativas se evite
cuidadosamente el informe oral de los
defensores de las partes. Por si fuera
poco, en la jurisdicción española se
advierte la corruptela de sustituir el
informe in voce de los Letrados de las
partes ante el Juez de Primera Instancia,
así preceptuado en la Ley de
Enjuiciamiento en la apelación y otras
actuaciones, por la entrega en Secretaría
de un alegato escrito; con escasas
garantías procesales y sin perjuicio de
suscribir acta como si se hubiera
celebrado en realidad la vista. En cuanto
a informes sobre pleitos civiles, ante los
Tribunales de las Audiencias Provinciales,
se respetan las tradiciones orales del
informe en esta jurisdicción. pero el
abandono de la oralidad y su sustitución
por escrito o "instructas" con vierte en
inútil la existencia de Tribunales
colegiados, ya que esta fórmula, unida al
gran número de asuntos pendientes,
provoca la decidida tendencia a convertir
al ponente en Juez único, desvirtuándose
así la garantía fundamental del sistema de
Tribunales colegiales.
Tan grave es este mal, tan fatales son las
consecuencias que para el procedimiento
tiene la pérdida de la palabra, la nueva
técnica de la mudez, que sume al proceso
en una semiclandestinidad, como un día
fueron graves los abusos de la
grandilocuencia teatral y la
fantasmagoría, motivada, en opinión de
CALAMANDREI, por las dimensiones de
las Salas de justicia, en las que faltaba el
sentimiento de la recogida intimidad.
La oralidad puede ser, por otra parte, una
forma de garantía de la seguridad jurídica
en el proceso. La palabra del Abogado
casi nunca cae en el vacío; después de
pronunciada es fácil, a través de la
solemnidad de la Sala, aquilatar su
auténtico valor, saber lo que tiene de
auténtico el concepto, de genuino el tono,
de sincero el ademán. nada de esto ocurre
en la fría técnica del papel
mecanografiado. Defendamos, pues el
procedimiento oral, que es uno de los más
gloriosos fueros de la Abogacía, porque
todavía hoy, el Abogado, tiene la palabra
(MAJADA, Arturo: "Técnica del informe
ante los Juzgados y Tribunales. Oratoria
forense". 5ª edición. Bosch, Barcelona,
1991).
[29]
PIETRO DE PEDRO, Jesús: Lenguaje
jurídico y Estado de Derecho. Revista de
Administración Pública, núm. 140, mayo-agosto,
1996 (Centro de Estudios Constitucionales). Madrid,
1996.
[30]
Esta recomendación concreta, y sobre todo al
hilo de lo ya expresado por PIETRO DE PEDRO
(ver nota anterior) me sugiere una seria reflexión. Y
es que en algunos aspectos (y este es uno de ellos) se
pretende simplificar y vulgarizar todo hasta tal punto,
que llegamos a extremos intolerables. Los términos
"ciudadano" o "ciudadanía", en el contexto de este
informe, son a mi parecer meros eufemismos de lo
"vulgar", que por lo demás, en la segunda acepción
del DRAE, "vulgar" significa "común o general, por
contraposición a especial o técnico". Se trata, pues,
de un significado preciso y eficaz, y en absoluto
peyorativo, pero que por imperativos de lo
políticamente correcto siempre se intenta evitar. En
definitiva, esto no es sino una manifestación más de lo
que Amando de Miguel denomina "perversión del
lenguaje".
Y en lo referente al empleo de oraciones cortas en
evitación de largas concatenaciones, decir
simplemente que tampoco estoy del todo de
acuerdo. Como tampoco lo estoy cuando en otro
apartado del Informe se dice que "los científicos
explican en términos sencillos fenómenos tan
complejos como la física cuántica o la regeneración
celular". Esto no es del todo cierto porque rara vez
son los propios científicos quienes nos explican tales
fenómenos, sino meros "divulgadores", que no es lo
mismo. Y me remito al ensayo "Imposturas
intelectuales", de Alan Sokal y Jean Bricmont
(científicos ambos), cuyo título original en inglés es
"Fashionable Nonsense: Postmodern Intellectuals
Abuse of Science" con lo que la traducción literal
sería esta: "Sinsentidos de moda: El abuso de la
Ciencia por los Intelectuales Posmodernos". En
este ensayo lo que se hace es, precisamente,
alertarnos respecto a la escasa fiabilidad de tales
"vulgarizaciones" y del empleo superficial y espurio
por parte de ciertos intelectuales que, justamente,
ocultan su desconocimiento de la materia que
abordan, bajo un lenguaje oscuro.
La realidad es que conviene distinguir entre
pensamientos o ideas oscuros y claros. Estos, los
pensamientos claros, pueden generar explicaciones
claras, pero los oscuros, jamás: porque la oscuridad
sólo engendra y sólo puede engendrar oscuridad: si
uno no entiende algo, si su idea sobre aquello que
transmite es oscura, sólo podrá transmitir oscuridad.
Por lo demás, cada idea, cada pensamiento,
dependiendo de su complejidad, requerirá su propio
estilo, con lo que no cabe una regla general, y menos
tan taxativa como la propuesta por el Informe. El
estilo más válido será siempre el más conveniente al
caso, es decir, a ese "decorum" clásico al que me
referiré más adelante, en 6.6.
En última instancia, identifica el Informe lo claro con
lo simple y lo complejo con lo oscuro. Y no tiene por
qué ser así. Lo claro (olvidándonos ya de las ideas
oscuras o de la falta de ideas) puede ser simple o
complejo. Y con independencia de que sea simple o
complejo, su expresión también puede, a su vez, ser
simple o compleja. El reto del escritor o del orador
consiste en encontrar la expresión más efectiva, la
que consiga transmitir la idea (sea esta simple o
compleja) al receptor de la forma más fiel.
Evidentemente, lo ideal es conseguirlo de una forma
sencilla y llana. Pero si ello no es posible, si se hace
necesario recurrir a compleja prosa, bienvenida sea
con tal que el objetivo de la transmisión fidedigna se
consiga. Lo que ocurre es que esto exige también la
cooperación del lector, su esfuerzo: un esfuerzo de
concentración, de análisis, de lectura y relectura, y de
tiempo. Y es este esfuerzo el que la sociedad actual
tiende a eliminar.
Lo preocupante, en todo caso, es si el Informe no
estará apostando en realidad por un estilo simple con
ideas simples para un pueblo simple, sacrificando de
este modo el lenguaje técnico. De ser así se estaría
fomentando un auténtico empobrecimiento científico,
y, por tanto, un auténtico retroceso social.
En fin, insisto: el lenguaje es un instrumento y como
tal sus bondades sólo deben medirse por su eficacia
comunicativa. A este respecto, en la más alta
literatura tenemos los ejemplos más opuestos con
resultados igual de buenos. Desde el estilo practicado
y propugnado por Azorín, autor de un artículo
titulado "Estilo oscuro, pensamiento oscuro" y
enaltecedor —en palabras de Ortega— de "los
primores de lo vulgar", al más complejo con
complejas ideas, de la prosa de Marcel Proust, sin
duda una de las mejores de la historia de la literatura
y del pensamiento, con intrincadas reflexiones
expresadas a menudo, y precisamente por tal
complejidad, en párrafos largos con interminables
frases coordinadas y subordinadas. Lo que en
absoluto resta un ápice de claridad al texto, insisto,
obra cumbre de la literatura y el pensamiento; antes al
contrario: consigue dotar de la necesaria inteligibilidad
a un pensamiento complejo o de compleja
transmisión. Eso sí, el lector necesita muchas veces
esforzarse para una acertada comprensión del mismo.
¿Son peores o menos profundas las ideas que laten
en la aparente prosa de Azorín que las de Proust?
No necesariamente. Quizá sean más sencillas las
Azorín y así, sencillamente, puede o sabe
expresarlas, y más complejas las de Proust, y por eso
recurre a métodos más complejos. Pero tan
interesantes y profundas pueden ser las unas como
las otras. Y, el resultado es en ambos casos igual de
eficaz, por muy diferentes que sean sus estilos y su
contenido. Y, de hecho, Azorín sólo abomina del
estilo oscuro cuando en realidad encierra un
pensamiento oscuro; o lo que es lo mismo: un falso o
nulo pensamiento. Incluso admira al hermético Paul
Valery porque no es oscuro, sino difícil. Con lo que
volvemos a lo mismo: es la dificultad lo que en la
sociedad actual queremos ignorar. Pero a veces lo
difícil es no sólo necesario sino imprescindible. Y la
ciencia lo es o puede serlo: tan difícil como
imprescindible.
Dejémonos, pues, de historias: los mensajes políticos
son simples en busca del voto simple. Los mensajes
científicos, en cambio, son siempre más profundos y
complejos. Tanto, que la mayor parte de las veces se
hace imposible simplificarlos: "vulgarizarlos" (en el
sentido de la segunda acepción del DRAE).
En todo caso, insisto: ningún estilo es mejor que
otro. Son distintos, y el mejor de ellos será el más
adecuado para cada caso, el más "conveniente"
("decorum"). Al final —como decía el propio Azorín
en su referido artículo— todo debe ser sacrificado a
la claridad (...)
La Comisión de Expertos redactora del Informe que
nos ocupa, sin embargo, se permite recomendar para
todo un sólo estilo: el más simple, el más fácil, se
piense lo que se piense, optando así por la ignorancia
del "ciudadano", de manera que siga siendo "vulgo"
(en acepción más peyorativa). Todo muy acorde con
los tiempos que corren. De ahí mi total desacuerdo.
[31]
Sobre José Martínez de Sousa, transcribo
seguidamente parte de la referencia que a él se hace
en Wikipedia:
Martínez de Sousa ha publicado una obra
ingente en los 33 años que separan su
primera obra de la última. A finales de
2006 el número de obras, sin contar
artículos, cursos, cursillos, conferencias,
etc., alcanzaba la cifra de veintidós, de las
cuales trece tienen la forma de
diccionario. En los últimos años está
refundiendo su obra con la idea de tratar
cada tema en una sola obra extensa. Por
ejemplo, los temas relacionados con el
estilo los ha agrupado en MELE (Manual
de estilo de la lengua española), los de
tipografía, bibliología y periodismo
quedan agrupados en la tercera edición
del Diccionario de bibliología y ciencias
afines, los de ortografía y ortotipografía
en Ortografía y ortotipografía del español
actual y los de dudas del lenguaje en el
Diccionario de usos y dudas del español
actual.
A lo largo de su vida profesional Martínez
de Sousa ha colaborado, como autor, con
diversas editoriales, como Bruguera,
Labor, Pirámide, Paraninfo, la Fundación
Germán Sánchez Ruipérez, Ediciones
Generales Anaya, Visor y Biblograf. Sin
embargo, desde 1999 hasta la actualidad
Ediciones Trea, de Gijón, ha publicado
todas sus obras en venta, sean primeras
ediciones o reediciones, menos dos que
edita Pirámide: el Diccionario de
redacción y estilo y el Manual de edición y
autoedición.
Su primera obra, el Diccionario de
tipografía y del libro, apareció en 1974.
La primera idea para su escritura se la
sugirió la ausencia de bibliografía útil
sobre tipografía y bibliología a partir de
los años cincuenta del siglo pasado. La
bibliografía especializada era escasísima,
los temas no estaban cubiertos con los
libros disponibles y en las bibliotecas no
existían demasiadas fuentes para el
estudio de la tipografía y las ciencias
afines.3 6 Solo en 1961 el Diccionario de
dudas y dificultades de la lengua española
de Manuel Seco vino a paliar la situación,
pero solo en lo relacionado con el
lenguaje. Faltaban obras que atendieran
a las necesidades en tipografía, en
ortotipografía y en los varios aspectos
cubiertos por la bibliología.
En esas condiciones, Martínez de Sousa se
puso a investigar, a buscar textos, libros,
apuntes... Con todos esos apuntes de las
más variadas materias comenzó a darle
forma a su primer libro. Un libro, como se
dijo entonces, nacido de las necesidades
de su autor. A comienzos de 1974 apareció
en las librerías la primera edición de una
obra que llegaría hasta la cuarta, y aún
hoy, ya muy superada por otras obras del
autor, es muy apreciada por sus
destinatarios.
Posteriormente aparecieron las siguientes
obras:
Dudas y errores de lenguaje, cinco
ediciones entre 1974 y 1992 (agotada).
Diccionario internacional de siglas, 1978;
segunda edición, con el título de
Diccionario internacional de siglas y
acrónimos, 1991 (agotada).
Diccionario general del periodismo, 1981;
segunda edición, con el título de
Diccionario de información, comunicación
y periodismo, 1992 (agotada).
Diccionario de ortografía, 1985
(agotada).
Diccionario de ortografía técnica, 1987
(agotada; su contenido se reintegró
parcialmente en Ortografía y
ortotipografía del español actual).
Pequeña historia del libro, tres ediciones
entre 1987 y 1999, y una en 2010.
Diccionario de bibliología y ciencias
afines, 1989; segunda edición, 1993
(agotada; reeditada, muy aumentada y
puesta al día, en el 2004).
Reforma de la ortografía española:
estudio y pautas, 1991 (agotada).
Diccionario de redacción y estilo, tres
ediciones entre 1993 y 2003.
Manual de edición y autoedición, 1994
(cuatro reimpresiones); segunda edición,
2005.
Diccionario de lexicografía práctica, dos
ediciones en 1995 (agotada).
Diccionario de ortografía de la lengua
española, 1995; segunda edición, 2000
(agotada).
Diccionario de usos y dudas del español
actual (conocido por DUDEA), tres
ediciones en Biblograf entre 1996 y 2001;
tres ediciones en Círculo de Lectores entre
1998 y 1999; una tirada especial de 50
000 ejemplares para México en el 2003;
actualmente en proceso de revisión de sus
contenidos para su futura edición en
Ediciones Trea).
Manual de estilo de la lengua española
(conocido por MELE), 2000; segunda
edición, 2003; tercera edición, 2007
(MELE 3).
Diccionario de edición, tipografía y artes
gráficas, 2001 (agotada; su contenido se
reintegró en el Diccionario de bibliología y
ciencias afines).
Libro de estilo Vocento, 2003.
Ortografía y ortotipografía del español
actual, 2004.
Diccionario de bibliología y ciencias
afines, 2004 (de hecho es la tercera
edición de la obra del mismo título
editada por primera vez en 1989; acumula
el contenido del Diccionario de edición,
tipografía y artes gráficas).
Antes de que se me olvide, 2005.
La palabra y su escritura, 2006.
Diccionario de uso de las mayúsculas y
minúsculas, 2007.
[32]
MAJADA, Arturo: "Técnica del informe ante los
Juzgados y Tribunales. Oratoria forense". 5ª edición.
Bosch, Barcelona, 1991 (obra ya citada).
[33]
"Deleznable". El María Moliner decía en su
acepción 5ª: Se usa en ocasiones, erróneamente,
con el significado de "reprobable".
[34]
PLATÓN: Elogio de Sócrates. Ver el apéndice
antológico.
[35]
MARTÍN DEL BURGO Y MARCHÁN, A.: El
lenguaje del derecho. Barcelona: Bosch (2000).
[36]
CICERÓN, Marco Tulio: "Los diálogos del
Orador".
[37]
MAJADA, Arturo. Ob. cit.
[38]
GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. "Cómo se
cuenta un cuento: taller de guión". Debolsillo,
Madrid, 2003.
[39]
CICERÓN, Marco Tulio. "Los diálogos del
Orador".
[40]
CICERÓN, Marco Tulio. "Los diálogos del
Orador".
[41]
CICERÓN, Marco Tulio. "Los diálogos del
Orador".
[42]
MAJADA, Arturo. Ob. cit.
[43]
Me refiero a la ponencia de Javier NART
PEÑALVER, , En la sesión celebrada el Viernes 28
de 2011, bajo el título: Códigos deontológicos en
los medios de comunicación: ¿papel mojado?
[44]
Este asunto fue tratado por Javier de la Cueva
en el X Congreso Nacional de la Abogacía
Española. En concreto, en su intervención en El
futuro de la abogacía. Abogados 2020. De las
nuevas formas de ejercicio profesional a la
gestión de calidad en los despachos. (Ver también
nota 12).
[45]
Así lo establece la abigarrada Disposición
Adicional Decimoquinta de la Ley 30/1995 de
ordenación y supervisión de los seguros privados.
Para quien desee profundizar en el mar de
modificaciones e interpretaciones de que ha sido
objeto hasta el 2008, María del Carmen López
Aniorte tiene un detallado y minucioso artículo al
respecto: El encuadramiento de los Profesionales
Colegiados en la Seguridad Social: un proceso
inacabado (revista Foro de Seguridad Social, Junio
de 2008, núm. 20, disponible en internet:
www.foross.org).
Por lo demás, evidentemente, ni la Mutualidad ni
ninguna otra entidad puede tener privilegios
monopolísticos o de exclusividad. De modo que no
es la única que pueda ofrecer legalmente una
alternativa al RETA. Ahora bien, conviene matizar
que una cosa es que una mutualidad de previsión
social sea entidad aseguradora y pueda trabajar en
los ramos de seguro en el ámbito territorial en que
esté autorizada y otra muy distinta que aspire a
constituirse en alternativa al RETA. Para ello es
imprescindible haber sido obligatoria en la profesión y
estar establecida por el correspondiente Colegio
Profesional antes del 10 de noviembre de 1995
(Disposición Adicional 15ª de la Ley de Seguros),
debiendo ofrecer además, y esto es fundamental, un
sistema de coberturas similar a las que ofrece el
sistema público.
Pues bien, a este respecto parece ser que tales
requisitos sólo está en condiciones de cumplirlos la
Mutualidad de la Abogacía, al incluir en el sistema
profesional del Plan Universal, alternativo al régimen
de Autónomos, todas las coberturas que otorga el
sistema público, en cuantías superiores a las que se
establecen como mínimas en aquel. Por ejemplo,
la oferta que ALTER MUTUA propone como
alternativa al RETA, en cambio, consiste básicamente
―al parecer― en un seguro privado de salud y de
enterramiento, prestaciones que no se incluyen en el
régimen prestacional de autónomos, y en cambio las
coberturas de invalidez y sobre todo de jubilación
son prácticamente simbólicas, un pequeño capital.
Teniendo en cuenta esto, no obstante, en las páginas
siguientes, cada vez que me refiera a la Mutualidad,
quede claro y conste que tal referencia abarca no
sólo a la Mutualidad de la Abogacía sino a cualquier
otra entidad que garantice tales requisitos objetivos.
[46]
En efecto, el TS ya se ha pronunciado respecto
a la compatibilidad entre el cobro de las prestaciones
de la Mutualidad y las de la Seguridad Social. Así lo
ha hecho en las sentencias de la Sala Cuarta, de lo
Social, de 25 de Enero de 2000; y de la Sala de lo
Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo de
22 de junio de 2004. Extraigo de la primera lo
siguiente:
(…) En definitiva, la normativa de 1995 y
la posterior de 1998 (que modifica a la
anterior) está encaminada a conseguir que
los trabajadores autónomos con
colegiación obligatoria puedan afiliarse o
darse de alta por su cuenta, y sin la
necesaria intervención de los órganos
directivos de sus Colegios, en el Régimen
de Trabajadores Autónomos
imponiéndoles la obligación de hacerlo en
dicho Régimen salvo que lo hicieran a una
Mutualidad sustitutoria, y para ello les da,
a los colegiados antes de la entrada en
vigor de la Ley 30/1995, entre los que se
hallan los dos demandantes que
obtuvieron las sentencias aquí
contrastadas, la posibilidad de
permanecer en la Mutualidad o darse de
alta en el Régimen Especial; pero es una
opción vinculada a la obligatoriedad de
figurar necesariamente incorporados en
uno u otro Régimen, sin que en ningún
momento se haya dispuesto prohibición
alguna de permanecer en ambos como la
Tesorería sostiene. En ningún punto de
tales disposiciones se aprecia que se
considere incompatible la afiliación al
RETA con la permanencia en la
Mutualidad, sino que lo único que se prevé
es la necesidad de figurar incorporado al
uno o a la otra, sin que de ello pueda
deducirse que impida que esa
permanencia en los dos se dé.
La Ley 30/1995, dispuso en conclusión la
necesidad de cubrir un mínimo, y se
conforma con la incorporación a una
Mutualidad de Previsión cuando el
interesado ha optado por ello en lugar de
por el RETA, pero no dispone prohibición
ni incompatibilidad entre ambas como de
la mera literalidad del precepto pudiera
desprenderse, como se ha dicho. Tanto
más cuanto que en el art. 64 de la misma
Ley atribuye a las Mutualidades una
«modalidad aseguradora de carácter
voluntario complementaría al sistema de
Seguridad Social obligatoria» que, salvo
disposición expresa que no existe, debe de
mantenerse, lo que no se respetaría si
aceptáramos que la incorporación a la
Mutualidad sustituye a todos los efectos,
haciéndola imposible, la afiliación al
Régimen de Autónomos al que la propia
Ley define como obligatorio para estos
profesionales, pues no es lo mismo que
sirva aquella incorporación como
sustitutivo de la afiliación al RETA, que es
lo que la Ley 30795 ha dicho, que impedir
por esa razón la afiliación de aquellos
profesionales al Régimen público si lo
desean, que es lo que dicha Ley no ha
dicho.
[47]
Ha habido un par de generaciones de abogados,
aquellas a las que nos sorprendió el cambio del
sistema de reparto al de capitalización, que
contribuimos solidariamente al pago de las pensiones
de nuestros mayores mientras que las nuestras no nos
las van a pagar ya las jóvenes generaciones que nos
siguen. Al pasar del sistema de reparto al de
capitalización, nuestras previsiones, nuestras
expectativas, lo que habíamos "contratado
obligatoriamente" (por imperativo legal), se vieron
salvajemente mermadas. Y esto es peor, mucho peor
que otros famosos fraudes (por ejemplo, el de las
famosas "preferentes"), porque nosotros no
"elegimos" ni a la Mutualidad, ni al sistema solidario.
A nosotros se nos impuso una y otro por imperativo
legal, de igual forma que se nos cerró (también por
imperativo legal) la Seguridad Social. Y cuando al fin
nos abrieron las puertas de la seguridad social,
incluso hubo una época en que RETA y Mutualidad
eran incompatibles, y nos dieron a elegir entre seguir
en la Mutualidad o irnos al RETA. Eso sí, en tal caso,
recuperando sólo el capital acumulado. ¿Y cómo
renunciar en aquel momento a un sistema en el que
llevábamos cotizando quince años o más, para
empezar entonces en la Seguridad Social, partiendo
de cero y ya cuarentones? Alguien se preguntará por
qué no la armamos: muy sencillo: 1º porque nos
afectó a muy pocos: a una o dos generaciones de
abogados; y, 2º, porque tras nosotros no hay ningún
sindicato: simplemente un Colegio Profesional que,
precisamente, es corresponsable de dicha
catástrofe. Y, ojo, algo así podría pasar si llega el
cambio del sistema de reparto al de capitalización en
la Seguridad Social: podría haber generaciones
víctimas como la nuestra de haber sido solidaras con
las anteriores sin que las que les precedan lo sean con
ellas. Pero esto es más difícil que ocurra: porque
aquí no afectaría a una generación de un colectivo
(como el nuestro) sino a toda una generación de
ciudadanos. ¿Y cómo solventarlo? Es muy sencillo, y
es lo que se debería de haber hecho con nosotros: si
llega el momento del cambio, que ese cambio no le
afecte a las generaciones que ya llevan cotizando por
el sistema de reparto, sino que afecte sólo a las que
incorporen a partir del cambio. Es una solución
humana, lógica y jurídica. En definitiva se trata de una
verdadera confiscación de derechos, porque los años
que mis compañeros de generación y yo cotizamos a
nuestra Mutualidad con arreglo a unas condiciones,
no sólo deben ser respetados ("pacta sunt
servanda"), es que se trata de verdaderos derechos
adquiridos. Pero, además, contratados
forzosamente: por imperativo legal. Por ello ha
habido en lo nuestro una responsabilidad del Estado.
Nosotros sí que estábamos legitimados, jurídica, legal
y moralmente para reclamar al Estado. A nosotros
no se nos puede argüir que es un problema personal,
privado entre la Mutualidad y nosotros. No, porque a
nosotros nos obligó el Estado a tener esa Mutualidad
y adscribirnos y cotizar forzosamente en ella. Y si la
Mutualidad no ha sabido o no ha podido mantener
nuestro sistema, no es sólo una responsabilidad de la
Mutualidad y sus dirigentes. Es también, y sobre
todo, una responsabilidad del Estado que nos la ha
impuesto y no puso los medios necesarios para
controlar que ese sistema preceptivo no nos
defraudara. El Estado no tiene por qué responder de
lo que un ciudadano contrata libremente, pero sí de
aquello a lo que le obliga contratar, además, con
carácter exclusivo, como fue el caso.
[48]
Atento para cuando llegue ese momento.
Entonces, sí, convendrá que te leas la nota anterior
detenidamente.
[49]
Ya Rudolf von IHERING, en su conocido
opúsculo "La lucha por el Derecho" (1872) comienza
advirtiendo que el fin del derecho es la paz, si bien el
medio para alcanzarlo es la lucha.
[50]
CALAMANDREI, Piero. Ob. cit.
[51]
CALAMANDREI, Piero. Ob. cit.
[52]
CALAMANDREI, Piero. Ob. cit.
[53]
CALAMANDREI, Piero. Ob. cit.
[54]
Sobre los términos "minuta" y "factura": ver
apartado 4.8.
[55]
CALAMANDREI, Piero. Ob. cit.
[56]
Sobre las formas y el formalismo, ver texto del
célebre arquitecto VAN DER ROHE en el apéndice
antológico.
[57]
CALAMANDREI, Piero. Ob. cit.
[58]
ALENZA GARCÍA, José-Francisco: “A civil
action”. Responsabilidad por daños derivados de
contaminación,
http://proyectodecine.files.wordpress.com/2010/07/a
civil.pdf
[59]
Título: A civil action (acción civil), de Steven
Zaillian. EEUU, 1998.
[60]
CICERÓN, Marco Tulio. "Los diálogos del
Orador".
[61]
CICERÓN, Marco Tulio. "Los diálogos del
Orador".
[62]
MONTALVO ALBIOL, Juan Carlos: Límites en
la publicidad procesal e interés general. (Internet:
monografias.com).
[63]
En el ámbito civil también hay normas de
derecho necesario o "ius cogens" (normas
"imperativas"). Son de obligado cumplimiento, sobre
las que las partes no tienen poder de disposición y,
por tanto, tienen la condición de "irrenunciables". En
definitiva, estamos ante normas de derecho público
en el ámbito del código civil; normas que contienen
un interés público. Las encontramos en materia de
capacidad, matrimonio, familia, filiación, etc. Pero
también en materia contractual (que aparentemente es
la más "privada"): así en los contratos para los que la
ley exige una forma específica, "ad solemnitatem", si
no se respeta esa forma no existirá jamás ese
contrato por mucho que las partes se muestren de
acuerdo en mantener lo contrario. Es el caso de las
hipotecas, para las que la ley no sólo exige que han
de plasmarse siempre por escrito, sino que además,
han de instrumentarse en escritura pública (o sea: ante
Notario); y no sólo eso, sino que hasta que no se
inscribe en el Registro de la Propiedad, la hipoteca
no existe, ya que a la inscripción se le confiere
carácter constitutivo. Pues bien, si no se han
respetado estas formas, si la pretendida hipoteca no
ha llegado a registrarse, esa hipoteca jamás habrá
existido para el Derecho, jamás habrá tenido
existencia jurídica. Y ello —reitero— por mucho que
las propias partes se muestren de acuerdo en que sí
la tuvo. Esto, por lo demás, no es sino una
manifestación más del famoso aforismo, según el cual,
"las cosas son lo que son con independencia del
nombre que le den las partes". La naturaleza de las
cosas, la verdadera esencia (jurídica en este concreto
caso), resulta inconmovible, y por mucho que las
personas intentemos negarla, allí seguirá impertérrita,
inmune a nuestras pretensiones o a nuestros deseos.
[64]
Sobre normas imperativas, ver nota anterior.
[65]
Obvio aquí una grave polémica doctrinal
suscitada con la naturaleza de los procedimientos
extrajudiciales de ejecución hipotecaria.
[66]
Sin embargo, es de señalar, que en
determinados juicios menores (por ej. juicios verbales
civiles y juicios de faltas -penales-) hay juzgados que
niegan a las partes la fase de conclusiones. Nunca
estaré de acuerdo. Podré estar de acuerdo en que el
juez exija brevedad y concreción, sí, pero mientras
haya un pleito, entiendo que no se puede sustraer a
las partes esa última fase fundamental en la que
destacará datos y detalles que la práctica de la
"prueba" (en definitiva el "juicio" en sentido no sólo
vulgar sino incluso en sentido estricto) haya puesto de
manifiesto, y que quizá el juez no alcance a constatar.
Esta práctica se está convirtiendo en algunas
jurisdicciones en una costumbre ("usus fori"), a mi
entender ilegal, en el sentido de que contraviene la
legalidad procesal, pero sobre todo la esencia misma
de todo procedimiento y afecta por tanto a la tutela
judicial efectiva y a la prohibición de causar
indefensión a las partes. Pero esto es otra cuestión.
[67]
Sobre el lenguaje técnico, ver 6.3 y 6.4 y,
especialmente, la nota 30.
[68]
…y lo que más miro yo, no es tanto el ser útil
a la causa que se defiende, como el no ser
perjudicial, no porque deba desatenderse ninguna
de las dos cosas, sino porque es mucho más
vergonzoso en un orador el perjudicar a su cliente
que el no sacarle victorioso.
Y César alaba a Antonio: no en decir lo necesario,
sino en callar todo lo que no hace falta … sólo un
hombre malvado y pérfido podía decir cosas
ajenas al asunto y perjudicar al que le había
confiado su defensa; por lo cual no le parecía a
Craso grande orador quien esto dejaba de hacer,
sino malvado, el que no lo hacía. Ahora, Antonio,
quisiera que nos dijeses por qué das tanta
importancia a esto de no perjudicar al cliente y lo
consideras como la primera cualidad del orador.
CICERÓN, Marco Tulio. "Los diálogos del Orador".
[69]
Interesante Tesis Doctoral de José Manuel
Alcaide González "LA EXCLUSIONARY RULE DE
EE.UU. Y LA PRUEBA ILÍCITA PENAL DE
ESPAÑA. Perfiles jurisprudenciales comparativos".
Universidad Autónoma de Barcelona, 2012.
Disponible en formato pdf en internet.
[70]
La dificultad de prueba tiene, claro está, un
sentido muy relativo. Al menos teóricamente,
cabría entender que cada vez que el juzgador
diese por demostrado determinado hecho
contrario a lo afirmado por los testigos, éstos
habrían cometido perjurio. Pero esta ilusión se
desvanece un tanto a poco que se piense en la
mecánica de la percepción, la memoria y la
deposición que como sabemos constituyen tres
momentos en la formación del testimonio. La
percepción comporta unas condiciones objetivas
(tiempo, lugar, luminosidad, etc.), y subjetivas
(atención, emociones, integridad cerebral)
capaces de deformar el testimonio del más
honesto. Nada digamos ya de la memoria, dentro
de la cual los recuerdos se hallan en continua
transformación, de modo que, como decía
LACAME, "la imagen no es, deviene". No menos
influencia tienen, por último, las condiciones en
que la deposición se desarrolla; así, por ejemplo,
el caso de los testimonios "ciegos", las preguntas
sugestivas, la timidez, etc. (MUÑOZ SABATÉ,
Luis: Técnica probatoria. Estudios sobre las
dificultades de la prueba en el proceso. Editorial
Praxis. Barcelona, 1993).
[71]
Sobre los peritos, ver también 10.2, al final.
[72]
Los términos "potestas" y "autoritas" (o
"auctoritas") vienen referidos ya desde Roma a la
legitimación de todo poder. En la "autoritas"
estaríamos ante una legitimación que emana de la
propia calidad personal de quien la ostenta; mientras
que la "potestas" exige un reconocimiento oficial,
incluso "jurídicamente" ratificado si se ve reflejado en
las leyes. Así por ejemplo, un dictador tendría
"potestas" porque la ley ("su" ley) le reconoce el
poder, pero carecería de "autoritas", al menos para
quienes no le reconocen legitimidad política ni moral.
[73]
Aunque en la práctica está claro que el "efecto
devolutivo" consiste en elevar el recurso al tribunal
superior, lo que pocos tienen claro es el porqué de
esta denominación: "devolutivo". La mejor
explicación que conozco (sin que ello signifique que
sea la correcta) es que se basa en el sentido histórico
de la jurisdicción del rey, el cual delegaba su potestad
en órganos inferiores. De modo que cuando el asunto
por las razones que fueran "volvía" al monarca, como
órgano judicial superior que era, se consideraba que
el inferior "devolvía" el asunto a la fuente original de la
que emanaba el poder.
[74]
Y a este respecto, tengo dicho casi todo lo que
tenía que decir, en mi libro "¿Crisis? Nunca pasa
nada" Lecturas hispánicas, Zaragoza, 2013.
[75]
BERCOFF, Maurice A.: "El arte de la
negociación. El método Harvard en 10 preguntas".
Ed. Deusto. Barcelona, 2005.
[76]
Sunzi, "El arte de la guerra". Trotta. Madrid,
2010.
Índice
1. Introducción
1.1. La razón de este libro
1.2. En busca de un
manual
1.3. Ya no sabemos latín,
Nicómaco
2. Estado actual de las
profesiones
2.1 Profesiones de ayer y
hoy: el saber enciclopédico
y la estabilidad laboral
versus la especialización y
la movilidad.
2.2 El caso concreto de la
abogacía.
3. ¿Qué es o qué debe ser un
abogado? Aproximación a
un concepto
3.1 Un breve paseo por el
tiempo: lo que fue la
abogacía y lo que es y
puede ser
3.2 La abogacía: una gran
profesión… ¿al alcance de
cualquier titulado? El
contexto social y las
aptitudes.
3.3 La clave, el gran
secreto para llegar a ser un
buen abogado
3.4 De las "Filípicas" de
Demóstenes a los "tónicos
de la voluntad" de Ramón
y Cajal.
3.5 En todo caso, el
abogado debe ser culto,
profesionalmente
competente y honrado.
3.6 ... Y también debería
ser "libre" e
"independiente": a
propósito de las
compañías de abogados y
los abogados de empresa
3.7 Pero sobre todo:
persona. Conócete a ti
mismo
3.8 En guardia con la
deformación profesional:
sé tú mismo
3.9 ¿Y por qué tenemos
tan mala fama?
3.10 Los aspectos éticos y
su importancia. La lealtad
3.11 Las nuevas
tecnologías: el "abogado
2.0" y el abogado TIC
3.12 Aproximación a un
concepto
3.13 Un "pequeño"
problema: las verdaderas
dificultades actuales para el
ejercicio de la profesión
3.14 Los colegios de
abogados, hoy
4. El cliente
4.1 Nuestra relación
contractual con el cliente:
poner los medios
adecuados.
4.2 Nuestra relación
personal con el cliente
4.3 Turno de oficio y
asistencia al detenido.
4.4 El secreto profesional.
Especial referencia a
internet y las redes sociales
4.5 Los honorarios:
concepto y etimología
4.6 Criterios de orientación
en materia de honorarios.
La condena en costas
4.7 El cálculo de
honorarios o cómo
entender la regresividad en
diez… minutos.
4.8 La minuta o factura.
4.9 El pacto de cuota litis,
¿por qué su prohibición
tradicionalmente?
4.10 La responsabilidad
jurídica del abogado en
cuanto tal y su
aseguramiento.
5. La defensa: nuestra función,
por antonomasia
6. El lenguaje
6.1 El lenguaje es nuestro
principal instrumento de
comunicación
6.2 El lenguaje oral:
tiemblo, luego existo.
6.3 El uso del lenguaje
técnico y algunas
perversiones lingüísticas
6.4 El Informe de
recomendaciones de la
Comisión para la
modernización del
Lenguaje Jurídico.
6.5 Algunos consejos
sobre el uso del lenguaje
6.6 ¿Y el estilo? ¿Cuál es el
mejor estilo? Los tres
géneros de la oratoria.
6.7 Las siete reglas de oro
para una buena
exposición, con especial
referencia a la vista oral
6.8 Las partes en que debe
estructurarse el informe
oral
7. El despacho profesional y su
gestión. Herramientas básicas
7.1 El material: la
legislación vigente
7.2 Un problema de hoy: la
confusión normativa. De
la hemorragia a la diarrea
legislativa
7.3 Las herramientas (I):
bases de datos de pago y
gratuitas (las "wikis").
7.4 Las herramientas (II):
formularios
7.5 Las herramientas (III):
monografías y mementos
7.6 Las herramientas (IV):
internet
7.7 Las herramientas (V):
el despacho profesional,
ubicación, organización y
archivo
7.8 Las herramientas (VI):
la Oficina judicial. Quién
es quién en los juzgados
7.9 Las herramientas (VII):
obligaciones fiscales
7.10 Las herramientas
(VIII): la prevención
laboral del abogado
autónomo: La Mutualidad
y el RETA. ¿Capitalización
o reparto?
8. La relación con los jueces
8.1 La función del juez:
¿Impartir justicia? Lo que
cabe esperar del juez más
honrado
8.2 La legitimidad personal
e institucional
8.3 La legitimidad
democrática del juez
8.4 La legitimidad
profesional
8.5 Nuestra actitud frente
al juez. Piero Calamandrei
9. La relación entre abogados
9.1 Buenos pero no tanto.
Generosos pero no tontos.
9.2 La amistad entre
compañeros y el respeto al
adversario
9.3 ¿Y para qué sirve la
toga?
10. La relación con otros
profesionales y otras
disciplinas
10.1 Qué es un Procurador
y para qué sirve
10.2 Puntual intervención
en el pleito de
profesionales ajenos al
Derecho: los peritos
10.3 El abogado y los
medios de comunicación:
una actitud de serena
pasión
11. El proceso
11.1 Pleitos tengas y los
ganes y otros lugares
comunes ciertos como la
vida misma
11.2 Qué es el proceso.
11.3 Los principios
procesales
11.4 Las dos partes
(principio de dualidad).
11.5 Procesos y
jurisdicciones.
Peculiaridades
11.6 Procedimientos
extrajudiciales: el arbitraje
11.7 El esquema común de
todo proceso.
11.8 Aclaración sobre qué
sean los autos, las
actuaciones, las diligencias,
el sumario y la causa.
11.9 Cómo acometer el
estudio de los autos. En
especial, de los autos más
voluminosos.
11.10 Demanda, denuncia,
querella y otros escritos
forenses
11.11 La prueba.
11.12 La prueba ilícita, la
"Advertencia Miranda" y la
autoinculpación.
11.13 Los interrogatorios.
Su valor probatorio y
algunos consejos
prácticos. Las generales de
la Ley
11.14 Sentencias, autos y
otras resoluciones
judiciales
11.15 Algunas ideas sobre
los recursos.
12. Contratos
13. La transacción
13.1 No, no somos el
centro del universo.
Además, el abogado
asesora pero es el cliente
quien decide
13.2 … Y decide lo
contrario
13.3 Cuando, finalmente,
se impone la transacción
13.4 Llevarla rápidamente
al papel
13.5 En todo caso, ni el
Derecho ni los abogados
somos el centro del
Universo… en algunos
casos
14 BREVE APÉNDICE
ANTOLÓGICO
STEVEN ZAILLIAN,
Acción civil (A Civil
Action, 1998)
CHARLES DICKENS,
Casa Desolada (1853)
CHARLES DICKENS,
Grandes Esperanzas (1860
- 1861)
KAFKA, Franz, El
Proceso
WILLIAM
SHAKESPEARE, Hamlet
DARÍO FO, Muerte
accidental de un anarquista
(1970)
AZORÍN, ¿Por qué la
política está acaparada por
los abogados?
MONTESQUIEU, Cartas
Persas
FERNANDO DE ROJAS,
La Celestina
ALFONSO X, EL SABIO,
Las Siete Partidas
PLATÓN: Elogio de
Sócrates
LUDWIG MIES VAN
DER ROHE: Sí a las
formas no al formalismo:
todo cómo debe apoyarse
en un qué
ROBERTO PLURAL: Ya
te lo decía yo