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El Paradigma de la Reparación Orgánica: Un Nuevo Enfoque en

Oncología.
(Palabras clave: embriogenesis, Sindrome de Adaptacion General, linfocitos NK,
macrofagos, oncogenes, somatomedinas, stem-cells pluripotenciales...)

Ernesto Prieto Gratacós. (CeOC Media)

En cualquier libro de texto clásico de oncología la definición de cáncer ronda en


torno a las teorías de los últimos 40 años que sostienen que el cáncer es un tejido
anormal proveniente de mutaciones genéticas (1). Consecuentemente, las
estrategias terapéuticas son: extirpar el tumor quirúrgicamente y/o intentar destruir
tejido tumoral con radiación y quimioterapia. A pesar de las mejorías en la
detección temprana los tratamientos simplemente no han mejorado gran cosa la
supervivencia. Del año 1950 al 2000 los índices de supervivencia quinquenales
(es decir cinco años después del diagnostico inicial) para los tipos más malignos
de cáncer como páncreas, hígado, estomago, pulmón, cerebro y esófago ha
mejorado apenas un 6%. (2)

Con la mentalidad bélica propia del siglo XX la ciencia convencional ha


considerado al tumor como una masa inerte “maligna”, una excrecencia inútil a la
que hay que hacer la guerra a casi cualquier precio. A pesar de que toda la
evidencia indica que el cáncer es una enfermedad pluricausal, es decir que
requiere de toda una constelación patológica y no de un único elemento para
desarrollarse, la búsqueda de la causa y la cura del cáncer continúa, en círculos.

En el frente investigativo la ciencia convencional se ha enfocado en encontrar


puntos débiles del cáncer, ya sea en el aspecto genético o bien en la intrincada
madeja de señales moleculares que controlan el ciclo vital de la célula. El objetivo
es encontrar targets o dianas a las que apuntar con un fármaco específicamente
diseñado para ese fin. La guerra contra el cáncer iniciada a fines de los sesenta
se comenzó con esa intención, hallar el fármaco preciso, o como diría Paul Ellrich
la bala de plata que solucionaría el problema del cáncer para siempre. Cuarenta
años y doscientos cincuenta mil millones de dólares más tarde los resultados son
francamente desalentadores.

Las neoplasias son tejidos funcionales útiles.

Es cierto que las neoplasias tienen ciertos rasgos genéticos distintivos, pero
resulta que los proto-oncogenes y oncogenes se expresan no solo en el cáncer (3)
sino también en el embarazo, el desarrollo embrionario, la sanación o cicatrización
de heridas, y también en la síntesis de factores de crecimiento y reparación en la
respuesta de adaptación al ejercicio intenso. Todo lo cual sugiere que el producto
de estos genes está implicado no solamente en las neoplasias sino en muchos
otros procesos fisiológicos normales que involucran lo que hemos denominado
bio-regeneración.

Fig. 1 Microfotografía del proceso de sanación de una herida en tejido


embrionario de pollo (unas horas después de la lesión). El borde externo del
epitelio (células teñidas de rojo) forma un cable hecho de una proteína llamada
actinomiosina (filamento teñido de verde) que atrae al epitelio hacia el tejido
subyacente para ocluir y sellar la herida. Todos los tejidos están programados
para intentar sanar cada lesión que sufran. Créditos de imagen: Paul Martin.
Hay pues otra manera de ver las neoplasias (término que literalmente significa
“nuevo crecimiento”), y es considerándolas un esfuerzo de la inteligencia biológica
por proteger la integridad del organismo. En otras palabras, un Síndrome de
Adaptación Local. Muchos factores de riesgo del cáncer están vinculados a
lesiones locales crónicas que no sanan, a heridas permanentes. Por ejemplo:
tragar alimentos excesivamente calientes a diario lesiona el esófago y termina por
producir cáncer de ese órgano, fumar causa irritación crónica de los pulmones y
es el mayor factor de riesgo para el cáncer (4), la inflamación del hígado, el colon
o la próstata incrementan el riesgo de contraer cáncer en esos órganos (5), la
erosión continuada en el cuello del útero es un factor de riesgo en el cáncer de
cérvix (6), las úlceras gástricas o el Helicobacter pylori son factores de riesgo en el
cáncer de estómago (7), las lesiones periódicas de los rayos ultravioleta en la piel
predisponen seriamente al melanoma (8), las caídas o traumatismos en hombros y
rodillas anteceden muchas veces a la aparición de osteosarcomas (9), etc.

Existen ciertos genes denominados “oncogenes”, debido a que poseen amplias


propiedades antiapoptóticas. La apoptosis o destrucción celular programada es un
mecanismo básico para el control de la proliferación celular. Pues bien, en toda
herida que está intentando sanar y cicatrizarse la presencia de los oncogenes -y
con ellos, la inhibición de la apoptosis- es un rasgo característico. Las similitudes
entre la expresión de los oncogenes, la actividad anti-apoptótica, etc. tanto en
procesos fisiológicos normales como en las neoplasias revelan la identidad
análoga de los mecanismos de la oncogénesis y los procesos de reparación en los
mamíferos.

Durante las etapas de desarrollo embrionario y luego de crecimiento corporal se


activan genes de crecimiento y reparación (CR) dado que es necesario que se
produzcan nuevas células, nuevas arteriolas y vénulas, y abundante tejido
conectivo para llevar a cabo la creación de tejidos y órganos (10). De igual modo,
siempre que sufrimos una lesión comienza un proceso de sanación: las plaquetas
coagulan la sangre para sellar los capilares rotos, los linfocitos T, los macrófagos y
las células NK (Natural Killers) inmigran al tejido lesionado (atraídos por señales
químicas locales) para proteger la zona de posibles gérmenes invasores y evacuar
los detritus y células muertas (11); las plaquetas, linfocitos, monocitos y
macrófagos que arriban a la zona segregan factores tróficos (12) (por factores
tróficos o de crecimiento (CR) se entiende todas las substancias que promueven el
crecimiento y reparación de los tejidos: somatomedinas, inductores de células
madre, ciertas citokinas, así como hormonas relacionadas con el crecimiento y la
reparación). Esta respuesta local induce reacciones similares en las células
vecinas por mecanismos de comunicación bien definidos. Los factores CR
comienzan entonces a reclutar células-madre pluripotenciales de los tejidos
vecinos e incluso de la médula ósea y los atraen –como las seductoras sirenas de
la Odisea- al sitio de la herida (13).

Siendo pluripotenciales, es decir, capaces de convertirse en cualquier clase de


célula, las células-madre (o células troncales) llevan a cabo un proceso de
diferenciación bajo el influjo de los factores CR, adquiriendo las características del
tejido concreto a que hayan arribado (sea este la piel, la mucosa del estómago, el
hígado, etc.) (14) y reparan finalmente la lesión cooperando con las células
locales. Cuando el proceso de reparación concluye los genes CR se apagan –o
quizá se activen otros genes que son supresores tumorales- y todo vuelve a la
normalidad (15).

La noción del cáncer como tejido funcional útil implica un gran salto conceptual.
Desde esta nueva perspectiva puede cambiarse todo el abordaje terapéutico que
hasta ahora estaba basado únicamente en cruentas “técnicas de guerra”. Esta
revolución conceptual va a producir cambios análogos a los del abandono de la
cauterización con hierro al rojo por la sutura con hilo, o el paso de las sangrías y
sanguijuelas de antaño a los antibióticos y las medidas higiénicas.

Pero sigamos el análisis. Cuando la herida original (sea de origen químico, físico o
biológico) persiste debido a una incapacidad de sanar, estamos frente a una lesión
crónica que puede -a lo largo de años o incluso décadas- terminar por agotar las
células-madre de los tejidos vecinos. Las fases de esta guerra local son
exactamente las mismas que las del Síndrome de Adaptación General (G.A.S.)
descubierto por Hans Selye, a saber: Alarma, Resistencia y Agotamiento. Solo que
en este caso –en el comienzo- se trata de una reacción local.

Fig. 2 Representación esquemática del Síndrome de Adaptación General.

Todo agente patógeno (sea una substancia carcinógena, un virus, la


radioactividad ambiental, una carencia nutricional, frío intenso, o sufrimiento
emocional) genera en primera instancia una lesión al organismo, la cual suscita
una Reacción de Alarma (fase 1) que trae consigo una serie de reacciones
nerviosas, hormonales e inmunológicas características. Si la agresión patógena
(stress) continúa, se genera una Reacción de Resistencia (fase 2), la cual –de
prolongarse en el tiempo o aumentar en intensidad- conduce tarde o temprano a
un colapso fisiológico o Reacción de Agotamiento (fase 3).

La inmigración y diferenciación de las células-madre pluripotenciales provenientes


de la médula ósea también puede ser insuficiente para sanar la lesión local si el
estrés se prolonga indefinidamente, particularmente en individuos de edad
avanzada cuyas células-madre han perdido capacidad reparadora. Lo mismo
sucede con las personas (o los modelos experimentales) previamente agotados
por carencias nutricionales o largas convalecencias. Sabemos, por ejemplo, que el
potencial de producción de las células hematopoyéticas de la médula ósea es
menor en las personas con cáncer que en sujetos sanos. Hay otras evidencias de
este agotamiento de las células pluripotenciales (16). Mientras la lesión persista,
más y más genes CR activarán procesos proliferativos que podrían conducir a un
cáncer clínicamente activo.

Resulta en verdad sorprendente a primera vista, pero el hecho es que la


proliferación o neoplasia producida por las células autóctonas en el sitio de la
herida cumple la útil función de incrementar la secreción de una gama más amplia
de factores CR (17) en un desesperado intento por sanar la lesión a través del
reclutamiento y la estimulación de células-madre de los tejidos vecinos. Por tanto,
las neoplasias no son masas inertes de células mutantes. Antes bien, son tejidos
funcionales producidos por los factores CR en un esfuerzo por sanar las heridas
persistentes.

Fig. 3 Tomando como modelo la reparación de una herida aguda (en este caso en
la piel) se puede establecer con claridad la semejanza entre las fases de sanación
de una lesión y los procesos pre-patológicos que conducen eventualmente al
cáncer clínicamente activo. En el primer cuadro se describe la intensa activación
primaria que tiene lugar como respuesta aguda a una herida: se forma un coágulo
de fibrina, las plaquetas arman un tapón (trombo) para sellar los capilares rotos y
parar la hemorragia, los leucocitos neutrófilos y los macrófagos (células
defensivas) inmigran de inmediato al sitio y comienzan a segregar señales
químicas que inducen el crecimiento de los vasos sanguíneos hacia la zona que
necesita ser reparada (angiogénesis), así como a los fibroblastos –las células
responsables de fabricar la matriz de colágeno- para garantizar el armado del
tejido conectivo o de sostén. El tercer cuadro describe el fracaso del intento de
sanación frecuente en los ancianos o las personas con diabetes avanzada.

La noción de que las células “malignas” son un último recurso desesperado del
organismo para sanar una lesión crónica resulta cada vez más congruente, y se
evidencia en el hecho de que las células tumorales segregan muchos de los
factores funcionales de reparación que se producen en los procesos comunes de
sanación (18).

Tanto los factores de crecimiento y reparación (factores CR) como las células-
madre se expresan abundantemente en todo tejido canceroso. Pero, ¿puede el
organismo hacer frente a las demandas biológicas resultantes de la lesión? A
menudo, no. Esta es la clave del asunto. Según esta hipótesis, si la lesión original
se cura por completo las células cancerosas simplemente se disuelven por medio
de la apoptosis o se rediferencian –dejando así de ser un problema- porque ya no
es necesaria su presencia. Esto implica que, si una persona cuenta con la vitalidad
y los substratos biológicos necesarios para una rápida sanación de cualquier
lesión, nunca llegará a surgir un cáncer clínico. El hecho de que las autopsias
rutinarias a personas fallecidas por otras causas revelen muchas más neoplasias
asintomáticas y en estadios primarios que neoplasias clínicas evidentes sugiere
que muchas veces las lesiones crónicas son sanadas por medio de “cánceres”
subclínicos, y la persona nunca llega a darse cuenta del proceso tumoral en sí
(19). El ganador del Premio Nobel P.D. Medawar ha dicho que “todas las personas
desarrollamos cáncer cientos o quizá miles de veces a lo largo de nuestra vida,
pero rara vez surge un tumor, y eso es cuando el organismo falla en su función de
protección”. (20)

En el contexto de esta hipótesis, las neoplasias deberían aparecer más a menudo


en aquellos tejidos que más frecuentemente activan genes CR, como aquellos en
los que tiene lugar un rápido recambio de células o la necesidad frecuente de
reconstrucción, tales como la médula ósea o los huesos durante la fase de
crecimiento; los tejidos asociados a la reproducción durante el embarazo, las
mucosas digestiva, respiratoria y el endotelio urinario, y por supuesto la piel. La
frecuente activación de los genes de crecimiento y reparación asociada a una tasa
metabólica y un ritmo de proliferación celular de por sí normalmente elevados
constituye un riesgo mayor de transformación maligna. Esto puede explicar la
mayor incidencia de cáncer de hueso y leucemia en niños y jóvenes (21), o la
mayor incidencia de trastornos cancerosos durante el embarazo (22) y en general
la tasa mayor de incidencia de cáncer en los tejidos de intensa actividad de
recambio como el digestivo, respiratorio, y urogenital (23).
Los tratamientos convencionales, basados en “armas” como la cirugía, la radiación
y la quimioterapia tienen como objetivo único eliminar las masas tumorales, lo cual
a primera vista tiene sentido. No obstante, debe considerarse que toda neoplasia
produce factores vitales para la reparación de lesiones no curadas en la zona en
que se encuentran, ya que esta es su razón misma de ser. Claramente, los
tratamientos exclusivamente alopáticos no proveen los factores de reparación ni
los substratos biológicos para que la curación de la lesión original pueda ocurrir.
Por el contrario, extirpan “la fuente primaria” de factores de reparación. En el caso
del tratamiento quirúrgico es probable que la zona de la lesión crónica sea también
extirpada –y muchas veces con ella alguno de nuestros queridos órganos-. En tal
caso, ya no hay necesidad de los factores de crecimiento y reparación. El asunto
es que, en la práctica, la resección quirúrgica total muchas veces no es posible
debido a que el tumor compromete órganos muy delicados. Por otra parte, hay
evidencias de que durante las cirugías oncológicas se liberan células cancerosas
a la corriente sanguínea (24), cuyo destino final es incierto, pero pueden ser una
las causas de la frecuente aparición postquirúrgica de metástasis (24-a). El mismo
trauma físico de la operación hunde al organismo aun más en las múltiples
carencias nutricionales que son la regla en los casos de cáncer.

El medio interno intratumoral se ve de hecho favorecido muchas veces por la


reducción de la masa neoplásica con radiación y quimioterapia debido a que estas
terapias fuerzan una selección darwiniana entre las células tumorales (25). De
manera que tras una primera ofensiva tóxica, las células tumorales más aptas son
las sobrevivientes que han sido seleccionadas para resistir impunemente a los
fármacos utilizados previamente. Lo que las compañías farmacéuticas reportan
como éxitos, o buena respuesta, en el uso de tal o cual droga oncológica no es
más que una reducción temporal en el tamaño del tumor (26). Además, el daño
causado a los tejidos normales por la radiación y la quimioterapia induce otras
neoplasias nuevas que intentan reparar dichas lesiones.

Vis medicatrix naturae.

El cuerpo está programado para sanarse y trata constantemente de hacerlo. Ya


sea una fractura, un resfrío o una quemadura en un dedo, la inteligencia orgánica
se pone en marcha de inmediato. Una vez que la herida original persistente es
sanada, las células proliferantes, que bien podríamos llamar “cancerosas”,
eventualmente desaparecen a través de la apoptosis y la rediferenciación. Las
remisiones espontáneas del cáncer, más frecuentes de lo que se supone, son la
expresión de un intento finalmente exitoso del organismo para sanar su lesión
crónica. Debe mantenerse bien presente que todo intento de destruir a las células
cancerosas sin reparar las lesiones orgánicas subyacentes permitirá una eventual
recurrencia, sin mencionar el hecho de que frecuentemente las terapias mismas
matan al paciente (27), ya sea por efectos tóxicos directos como por cánceres
secundarios inducidos por la radiación y los fármacos oncológicos.
El problema es que muchas veces las lesiones o heridas persistentes en diversos
órganos pasan desapercibidos. La persona no es consciente de que lleva meses –
y frecuentemente, años- padeciendo un daño orgánico constante que su cuerpo
no ha podido resolver. En realidad, esta no es una excepción sino la regla. La
mayoría de las personas en el mundo civilizado evidencian una gran desconexión
con su cuerpo, el que por supuesto, da señales continuamente.

Una solución a este problema son las revisiones médicas periódicas. Las
transformaciones precancerosas de los tejidos anuncian la posible progresión de
muchas clases de tumores sólidos, algunas de los cuales son relativamente fáciles
de localizar y extirpar. Algunas otras son sencillamente reversibles con técnicas
terapéuticas no invasivas.

Seguramente conoce usted a alguien que se halla extirpado algún pólipo del
colon. Si bien no todos los pólipos adenomatosos del epitelio intestinal terminan
por transformarse en un tumor invasivo, lo cierto es que todos los cánceres del
colon tienen que pasar por esta fase primero. Otro ejemplo es la prueba citológica
(ideada por G. Papanicolau en 1928) que detecta cambios pre-malignos en las
células del cuello uterino. Esta sencilla prueba, por cierto, seguida del tratamiento
quirúrgico de cualquier lesión seria encontrada, ha bajado la incidencia de cáncer
de cuello uterino un 79% (28) desde que comenzó a realizarse sistemáticamente
en los años cincuenta. Desde la hiperplasia benigna de la próstata (aumento de
tamaño e inflamación crónica), y el reflujo esofágico causado por el Helicobacter
pylori hasta las displasias mamarias, la bronquitis crónica del fumador, o la
hiperqueratosis (precursora frecuente de los cánceres de cabeza y cuello) todas
las situaciones donde existe una displasia sospechosa deben ser tomadas muy en
serio de inmediato para garantizar la reparación orgánica antes de llegar a la fase
de agotamiento en la respuesta reparadora o Síndrome de Adaptación Local.

Para completar la lista mencionaremos también a la hepatitis B, el gastrinoma,


toda clase de tumores benignos, ulceraciones, infecciones persistentes, la
tiroiditis, la mononucleosis, los pólipos rectales, la colitis ulcerosa, la pancreatitis
crónica, el citomegalovirus y el feocromocitoma. Para propósitos preventivos debe
hacerse una revisión anual exhaustiva para detectar todo signo de displasia en
cualquier parte del cuerpo, o la presencia en sangre de algún biomarcador que
revele actividad pre-cancerosa y también para descartar cualquier carencia
nutricional.
*(Este artículo ha sido tomado del libro Oncología Ortomolecular: El arte de sanar
el cáncer a través de la reparación orgánica. Reproducido con permiso del autor.)

Referencias:
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2-American Cancer Society http://www.cancer.org/docroot/STT/STT_0.asp

3-Role of proto-oncogen activation in carcinogenesis. (Anderson, MW) Environ


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4-Induction of pre-neoplastic lung lesions in guinea pigs by cigarette somoke
inhalation. (Emerich, S.) Carcinogenesis.

5-Epidemiology of inflammation and prostate cancer. (Platz, EA.) J Urol 2004

6-Risk factors for precancerous lesions of the cervix. (Murthy, NS) Eur J Cancer
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7-Relation between gastric cancer and previous peptic ulcer disease. (Molloy, RM)
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8-Patterns of persistent DNA damage associated with sun exposure and the
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9- Osteosarcoma following a fractured shaft of femur.


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10-Elevated serum levels of a c-erbB-2 oncogen product in ovarian cancer and in


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11-Immuno-inflammatory cell dynamics during cutaneous wound healing. (Agaiby,


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12-T lymphocytes synthesize and export heparin–binding epidermal growth factor


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(Blotnick, S et al.)

13-Identification of substance-p as an early cytokine of corneal wound and its role


mobilization of mesenchymal cells in corneal wound healing. (Son, Y et al.) Invest
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14-Differentiation and isolation of hepatic-like cells from human embryonic stem


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15-p53 expression during normal cutaneous wound healing in humans. (Noszczyk,


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16-Gastric cancer originating from bone marrow-derived cells. (Houghton, JM)


Science.
17-Proliferation of human colon cancer cells: role of epidermal growth factor and
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17-a Stem cell factor and macrophage colony stimulating factor in patients with
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18-In vivo. The Case for Supramolecular Biology. (Selye, Hans.) Liveright
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19-Unsuspected cancer in elderly Hawaiian Japanese: an autopsy study.


(Stemmermann et al.) Hum Pathol

20-The Art of the Soluble. (Medawar, PB) 1967

21- Bone cancers. (Dorfman, HD) Cancer 1995.

21-a Incidence Survey of Leukemia in China. (Yang, C et al.) Chin Med Sci 1991

22-Pregnancy in association with a newly diagnosed cancer: a population-based


epidemiological assessment. (Haas, JF) Int J Can

23-United States Cancer Statistics: 2000 incidence and mortality web-based


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surgical resection of apparently benign pheochromocytoma. Timmers HJ,
Brouwers FM, Hermus AR, Sweep FC, Verhofstad AA, Verbeek AL Endocr Relat
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24-a The post-surgical inflammatory response provokes enhanced tumour


recurrence: a crucial role for neutrophils. van den Tol MP, ten Raa S, van
Grevenstein WM, van Rossen ME, Jeekel J, van Dig Surg. 2007;24(5):388-94.

25-Selective evolutionary pressure from the tissue microenvironment drives tumor


progression. Keiran S.M. Smalley, Patricia A. Brafford and Meenhard Herlyn The
Wistar Institute, 3601 Spruce Street, Philadelphia, PA 19104, USA

26-Analysis of survival by tumor response. JR Anderson, KC Cain and RD Gelber


Journal of Clinical Oncology, Vol 1, 710-719, Copyright © 1983 by American
Society of Clinical Oncology

ABSTRACT: La práctica común de comparar la supervivencia de quienes


“responden” y “no-responden” a la hora de reportar los resultados de los
tratamientos de quimioterapia fue investigada. El método usual de comparación
favorece a los que responden, y los resultados se interpretan erróneamente como
evidencia de que la “respuesta tumoral” incrementa la supervivencia, o que el
tratamiento que se emplea es efectivo. Este estudio provee dos métodos válidos
de comparación entre los que responden y los que no, aportando
recomendaciones para el análisis de la supervivencia objetiva y real. Una
comparación de la supervivencia de acuerdo a categorías de respuesta (grado de
regresión tumoral) puede ser útil para propósitos descriptivos, pero tales
comparaciones no deben usarse para inferir la efectividad real de ningún
tratamiento.

27-The Cancer Industry. (Ralph. W Moss)

28-The VietAmerican Cervical Cancer Prevention Project.

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