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Filosofía
en español
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número 34.655
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Gabriel Albiac
El almuédano y el filósofo
Cinco veces al día, conmina el grito del almuédano a alzar constancia de que
hay un Dios que es el más grande, de que nadie más que Dios es Dios, de que
Mahoma es su mensajero, de que ir a la oración e ir a la felicidad es lo mismo, de
que orar es mejor que dormir, de que Dios –replay– es el más grande, de que no hay
más Dios –replay– que Dios. Cinco veces al día, impone la verdad que el Dios dicta.
Sin interrogaciones. Toda pregunta es blasfemia contra la palabra divina contenida
en el Libro.
Hay religiones que funcionan de ese modo: repitiendo en voz alta lo que un
texto dicta. Las hay que no. Son las primeras, necesariamente, religiones de la
certidumbre, cuyo imperio simbólico no se comparte. Otras –pero no han sido
tantas– dejan líneas de resquebrajadura a las dudas humanas. En torno al siglo V
antes de nuestra era, una de ellas se abrió a un procedimiento sorprendente: primar
la interrogación sobre cualquier discurso aseverativo, sospechar que todas las
respuestas son máscaras que ocultan preguntas no formuladas. A ese proceder
teórico, que no busca dar soluciones, sino mostrar hasta qué punto tras de las
soluciones perviven preguntas que abren sólo a la laberíntica bifurcación de
preguntas nuevas, llamó Platón filosofía –aunque ya Heráclito había usado primero
el adjetivo filósofo–: asombro ante esas «maravillas acerca de lo uno y lo múltiple»,
que son inagotables porque están ínsitas en las estructura misma del lenguaje.
Ninguna otra sociedad coetánea pudo siquiera imaginar algo que se pareciese a esa
disciplina de la interrogación pura. Porque todas, en diversas medidas, poseían
respuestas ya antes de abrir los labios. La religión de los griegos es única, porque
no hay dios –ni siquiera Zeus– que pueda imponer sentido unívoco al lenguaje.
El link del New York Times{1} que me envía un amigo lleva una sola anotación:
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«¡asómbrate!». Pero, más que asombrar, enoja. Hace ocho años, la UNESCO
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De algo servirá, si, al fin, ese encuentro se realiza. Bastará una contabilidad de
los cómplices con la República Islámica para saber quiénes no son, quiénes no
serán jamás, filósofos. Y, ya que no su conciencia, espero que la cantilena, al
menos, del almuédano les arruine el sueño.
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{1} http://www.nytimes.com/2010/10/25/world/middleeast/25iht-educLede25.html
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Dado que la Secretaría no fue plenamente consultada sobre todos los aspectos
relacionados con este evento internacional, la Directora General considera que no se
reúnen las condiciones necesarias para garantizar el buen desarrollo de una
conferencia internacional de las Naciones Unidas.