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Grupo #1
Tema:
Integrantes:
Chonillo Valentina
Curso:
7mo “A”
Docente:
Fecha: Periodo:
Martes 24 de abril del 2018 Abril-Septiembre
OBJETIVOS
Objetivo General
niño y adolescente a los compañeros del séptimo nivel paralelo “A” de la materia
Objetivos Específicos:
reforzar vacíos.
INTRODUCCIÓN
En los últimos 150 años se ha constatado en los países industrializados una tendencia a
un crecimiento mayor y a una maduración más rápida con un adelanto en la edad de la
menarquia. Esta tendencia ha sido más evidente en los grupos más desfavorecidos y con
tallas más bajas. Las causas probables son la mejora en la nutrición, en la atención
sanitaria, en el nivel socioeconómico, en la emigración del campo a la ciudad y el aumento
de la exogamia. Este tendencia no es irreversible, sino de doble sentido, por lo que es
preferible denominarla “cambio secular”; de esta manera se ha observado que tanto la
talla como la edad de la menarquia eran similares a las actuales antes del siglo XIX.
Asimismo, algunos de nuestros ancestros habían alcanzado una talla similar a la actual
hace más de un millón de años; como ejemplo, el Homo Erectus tenía una talla de 180
cm en el varón y de 160 cm en la mujer.
Alteraciones del crecimiento
Hipocrecimiento patológico
Retraso del crecimiento intrauterino (RCIU). Este término describe a los niños cuya talla
baja se debe a un problema sufrido durante la gestación. El diagnóstico de RCIU se suele
basar más en el peso al nacer que en la talla, por dos motivos.
En primer lugar, por la dificultad en tallar con precisión a un recién nacido.
En segundo lugar, porque en algunos casos, el RCIU afecta mucho al peso y poco a la
talla.
No existe unanimidad a la hora de establecer los límites de la normalidad. El criterio más
empleado habitualmente es el de fijar un peso al nacer por debajo de 2.500 gr en el recién
nacido a término. En el pretérmino, se corrige el peso de acuerdo con la edad gestacional.
En los países desarrollados, la incidencia habitual de RCIU oscila entre un 4 y 7% de los
recién nacidos. La malnutrición materna es, sin duda la causa más frecuente en todo el
mundo, aunque su incidencia en los países desarrollados es muy escasa.
En éstos, y de manera aproximada, la enfermedad vascular materna supone un 25 – 35%
de los casos, de los que un 10% serian variantes normales. Las cromosomopatías,
anomalías congénitas y síndromes dismórficos suponen el 10 – 15%. De un 2 a un 5%
de los casos se deben a infecciones congénitas y otro porcentaje similar, al consumo de
tabaco y de otras drogas. Las malformaciones uterinas, del cordón y de la placenta,
aunque fácilmente reconocibles, tienen una escasa incidencia.
Es la única situación de talla baja en la que el resultado final se hace normal de forma
espontánea. Se trata en realidad de una situación fisiológica, que transitoriamente simula
una alteración definitiva del crecimiento. Comprende a niños que nacen con peso y talla
normales y que a partir de los 6-12 meses, enlentecen su ritmo de crecimiento y de
maduración ósea, situándose en los percentiles inferiores. A partir de los 4 o 5 años.
Vuelvan a crecer a un ritmo normal.
Cuando la edad ósea es de 12 a 13 años en niños y de 10 a 12 años en los niñas, lo que
suele suceder entre los 16 y 19 años de edad, sobreviven los cambios puberales y al final
se alcanza en la mayoría de los casos, aunque no en todos, una talla adulta normal. La
existencia de antecedentes familiares de retraso constitucional del crecimiento suele
encontrarse en un 60-90% de los casos, aunque no se ha podido precisar si la tendencia
familiar obedece más a un origen materno que paterno. Es posible que algunos niños
catalogados como deficitarios de GH. Durante el periodo puberal, sean en realidad RCCP
y recuperan la liberación normal de GH tras la pubertad. Lo que si es cierto es que los
cambios en la secreción de gonadotropinas y esteroides sexuales en la pubertad se retrasan
y, secuencialmente, los cambios puberales de secreción de GH causantes del estirón
puberal.
Evaluación Diagnóstica
Aunque comparte algunos rasgos clínicos con la talla baja familiar, a la que con
frecuencia se asocia, la evolución y el pronóstico son diferentes. En la edad prepuberal,
el cuadro está marcado por una talla baja, e es frecuente el retraso en el recambio dentario.
En la edad puberal, la talla baja se acompaña de un retraso en la aparición de los caracteres
sexuales secundarios y, en general, el fenotipo es armónico, aunque algunos son delgados.
Puede darse una relativa cortedad del segmento superior sobre el inferior, tanto durante
su evolución como alcanzar la talla adulta. Es frecuente la afectación de la autoestima.
La prueba diagnóstica de más valor es la maduración ósea, que suele retrasarse 2 o 3 años.
Durante la pubertad el diagnóstico plantea dudas con los hipogonadismos, sobre todo en
el varón. En cuanto al tratamiento, en la mayoría de los casos no es necesario, ya que el
déficit de secreción de GH es parcial, transitorio y se corrige cuando se inicia la pubertad.
Terapia
En cuanto al tratamiento con GH, no hay acuerdo. Parece razonable aceptar el de tipo
temporal (12 años) en los años prepuberales o iniciales de la pubertad, basándose en la
hiposecreción de GH confirmada y en el hecho de que algunos de estos niños no
conseguirán la talla pronosticada.
El dato que mejor evidencia el déficit de GH es una baja velocidad del crecimiento. Si el
déficit no es severo, la talla puede evolucionar dentro de percentiles normales a lo largo
de varios años, mientras que en los casos clásicos de déficit de GH, a velocidad del
crecimiento es inferior a 4cm/año, a partir de los años. Si el déficit de GH es adquirido,
la reducción de la velocidad del crecimiento se produce de forma brusca a partir del
acontecimiento que motiva el déficit.
El estado nutricional son suaves: la frente ligeramente abombada, nariz chata y raíz nasal
hundida. La voz es fina, a veces chillona. El nivel intelectual es normal. El pene es
pequeño, con un escroto hipoplástico.
La talla se sitúa entre -3 y-5 DE y el peso suele estar por encima del correspondiente a la
talla.
Evaluación diagnóstica
Los test fisiológicos estudian la secreción de GH tras los estímulos que se producen en la
vida normal, como el ejercicio físico. El sueño, así como la secreción continuada durante
24 horas.
Cuando la hormona era escasa se limitaba al periodo de crecimiento, ahora se lleva a cabo
protocolos de estudio para analizar las ventajas del tratamiento de por vida con dosis bajas
de GH. Si el déficit de GH se relaciona con el de otras hormonas, se asociarán las
hormonas deficitarias, tiroideas, hidrocortisona, esteroides sexuales u hormonas
antidiurética.
Efectos indeseados
Metodología diagnóstica
El objetivo fundamental será distinguir aquellos niños que realmente tienen un retraso
patológico de la talla de aquellos considerados variante de la normalidad. La historia
clínica, la exploración física y los datos antropométricos nos orientarán hacia un tipo de
patología u otra. Después de esta evaluación clínica inicial, sólo un grupo reducido de
enfermos necesitarán un estudio más completo para aclarar la etiología del proceso.
Diagnóstico sistemático.
Los aspectos más importantes de la valoración inicial de un niño que consulta por talla
baja son:
1. Historia clínica.
2. Exploración física.
Mediciones de la altura:
- Longitud (L): Hasta los dos años se coloca al niño en posición de supino y se mide en
escala horizontal rígida con una pieza móvil para los pies y una pieza fija para la cabeza,
que debe ser mantenida en el plano de Frankfurt (una línea imaginaria trazada desde el
plano del ojo hasta el conducto auditivo externo ha de ser perpendicular al eje del
tronco).Los pies han de colocarse sobre una pieza móvil, manteniendo las rodillas
extendidas.
- Talla (T): Después de los años se coloca al niño en posición vertical y se mide con un
estadiómetro (Holtain-Harpender). El niño debe colocarse descalzo con los talones,
nalgas y hombros en contacto con el estadiómetro, los tobillos juntos, tocándose los
maleolos internos y las plantas de los pies asentadas sobre el suelo o plano duro
horizontal, mientras el observador ejerce una presión suave hacia arriba sobre las apófisis
mastoides o los ángulos mandibulares.
3. Evaluación radiológica.
4. Pruebas de laboratorio.