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Dedicatoria:
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Introducción
Enfoque y Contenido
Primera Parte
Un marco conceptual para pensar los problemas del desarrollo
Segunda Parte
La Argentina y el desarrollo: ¿Dónde estamos parados?
Tercera Parte
El hardware: ¿Qué recursos tenemos? ¿Para qué los usamos?
Cuarta Parte
El software en acción: estado y mercado
Capítulo 11. Mercados y disfuncionalidad: Trabajo y Finanzas
Conclusión
Reflexiones finales sobre los desafíos del siglo XXI:
¿Volvió el futuro o más de lo mismo?
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Introducción
Enfoque y contenido
El propósito de este libro es analizar el sistema económico de la Argentina con la
intención de contribuir a la reflexión sobre estrategias para promover el desarrollo.
Consideramos que habrá cumplido con su cometido si resulta útil para alimentar un
debate público orientado a construir consensos amplios sobre marcos institucionales y
políticas públicas que sean funcionales para instalar un proceso de crecimiento
sostenido con inclusión social, democracia y afianzamiento de la calidad institucional.
Nuestra estrategia para facilitar la lectura de los no especialistas fue estructurar un texto
auto-referenciado. Se incluye tanto la información sobre la economía argentina que se
requiere para discutir la cuestión del desarrollo como los conceptos de economía que
son relevantes para interpretar esa información. La primera parte del libro está dedicada
a desarrollar un marco conceptual que presenta de manera concisa y ordenada los
conceptos de economía que se necesitan para discutir las cuestiones de crecimiento y
desarrollo. El concepto central, que actúa como pívot, es el de sistema económico. En
las tres partes restantes del libro, se analiza la economía argentina y se organiza la
exposición aplicando la noción de sistema económico presentada en el marco
conceptual de la primera parte. En esas tres partes se presenta gran cantidad de
información sobre los recursos materiales, la estructura productiva, los mercados y
organizaciones, el sector público, la inserción internacional y las variables sociales del
país.
Los marcos institucionales y las políticas públicas son el resultado, en última instancia,
de la interacción política de los actores sociales involucrados y, difícilmente, esas
políticas se adoptan e implementan a partir de una agenda escrita en un libro o
siguiendo las indicaciones de un gabinete de investigaciones en economía. Pero es
nuestro convencimiento que si los problemas económicos se plantean con rigurosidad
analítica y en base a información sistematizada, la discusión sobre las metas, el diseño y
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la implementación de políticas públicas se facilita enormemente y aumenta la
probabilidad de que la calidad de esas políticas mejore.
1. Sobre el enfoque
Hay cuatro dimensiones del enfoque que se utiliza aquí que es necesario destacar. La
primera se refiere a la concepción del desarrollo. Si bien el centro de atención del libro
son las variables económicas y la identificación de los factores que pueden actuar
restringiendo o promoviendo el crecimiento, nuestra aproximación al tema trata de
evitar el economicismo. En particular, nuestro enfoque tiene muy en cuenta que el
crecimiento es una condición necesaria para el desarrollo pero no es una condición
suficiente. En línea con la literatura teórica y el enfoque aplicado que aportan los
reportes anuales las Naciones Unidas para medir el desarrollo humano, nuestro estudio
distingue claramente entre desarrollo y crecimiento y pone especial cuidado en evaluar
las interacciones entre ambos. Así, si bien al estudiar los factores que determinan el
crecimiento el énfasis estará puesto en la evolución del ingreso per capita, al evaluar las
implicancias para el desarrollo tomaremos en cuenta variables que tienen que ver con la
dimensión social, política e institucional. Este enfoque es consistente con la evidencia
disponible: mientras la trayectoria histórica de los países avanzados indica que no
habrían podido alcanzar el nivel de desarrollo que hoy muestran sin crecimiento
sostenido, se puede también señalar una gran cantidad de casos en los cuales el
crecimiento no se tradujo en desarrollo y finalmente abortó, por estar ausentes avances
en la dimensión de lo social, lo institucional y lo político. América Latina ofrece varios
ejemplos (Fanelli 2008).
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ideas, los valores y las políticas que se necesitan para instaurar un conjunto de reglas de
juego para la economía que sean aceptadas como legítimas por la sociedad en su
conjunto, respetadas en la práctica y funcionales para crear un clima de confianza mutua
en las interacciones de los actores económicos entre sí y con el gobierno. Cuando las
reglas de juego y las políticas públicas se deciden sólo en función de intereses
específicos o la población no tiene información y comprensión adecuadas respecto de
cómo esas reglas y políticas afectan la evolución del bienestar, usualmente resultan
inestables: o bien se terminan revirtiendo o bien al implementarse no logran sus
objetivos por la resistencia de los actores afectados. Hay que considerar, en este sentido,
que si la sociedad es democrática, la transparencia y el bien común siempre tienen un
rol: no es consistente esperar que la ciudadanía cuente con el poder del voto y,
simultáneamente, no cuente con el poder de informarse e influir sobre las políticas que
la afectan1. Cuando los debates se expresan en el parlamento y la prensa y no en
cenáculos de intereses económicos o políticos específicos, se hace necesario plantear las
políticas públicas sectoriales tomando en cuenta las consecuencias para los intereses
generales de la población. Cuando la perspectiva es la del bien común, la obligación de
mirar el bosque y no sólo los árboles es una condición ineludible.
Por supuesto, si estamos llamando la atención sobre las instituciones y las políticas en
las primeras páginas del libro es porque consideramos que las dificultades para procesar
conflictos y transparentar las políticas públicas a través de un debate amplio han sido
obstáculos de peso en el camino de la Argentina hacia el desarrollo. Un obstáculo de
gran relevancia para avanzar en el debate económico ha sido la dificultad para extraer
las implicaciones correctas de la premisa básica que dice que en una sociedad
democrática, la política no debe ser tributaria de los intereses económicos. Aceptar esta
premisa no implica que la política pueda operar sin considerar las restricciones que
impone la economía. Extraer esa implicación es incurrir en el pecado de voluntarismo.
Pero, obviamente, tomar en cuenta esas restricciones tampoco nos lleva a afirmar que
las decisiones políticas deban dar prioridad sistemáticamente a la eficiencia o la
velocidad del crecimiento, sin observar las consecuencias sobre la inclusión o las
oportunidades de movilidad social de cada grupo. Siempre existirán, en definitiva,
conflictos de objetivos, como los que plantea la clásica dicotomía entre eficiencia y
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Por supuesto, existen economías que crecen en un contexto no democrático, como es el caso actual de la China. Y
también existen casos en que la democracia no informa confiablemente, como ocurre con el INDEC en la Argentina.
Hay muchas maneras de no ser democrático pero una sola que es compatible con el voto y las prácticas de la
democracia.
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distribución, y la forma democrática de encarar esos dilemas es recurrir a la deliberación
pública y la búsqueda de consensos. Para esto último es vital contar con información y
conocimientos sobre la disponibilidad de recursos y el funcionamiento del sistema
económico. Este libro se propone realizar un aporte en relación con esto.
La percepción que la Argentina había tenido de sí misma durante buena parte del siglo
XX era la de un país de clase media con oportunidades para la movilidad social
ascendente. Al comenzar el siglo XXI, esta percepción había dejado lugar a la de una
economía de bajo crecimiento, volátil y con alto niveles de exclusión social. En este
contexto, la crisis de la convertibilidad en 2001 fue interpretada como una demostración
definitiva de que la Argentina debería posponer sus aspiraciones de ser un país
desarrollado por un lapso prolongado.
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Argentina desde que comenzara la Segunda Globalización. Hay dos hechos que resultan
reveladores en relación con esto. El primero es que la economía recuperó, a partir de
2003, la capacidad de crecer a tasas elevadas. La tasa de crecimiento promedio del PBI
per cápita entre ese año y 2010 fue de 5,2%; muy por encima del promedio de 1.5%
correspondiente a 1950-2000. El segundo es que, a pesar de la aceleración de la
inflación y las distorsiones de precios relativos, las fluctuaciones económicas se
suavizaron y no ha habido grandes crisis macroeconómicas. Merece destacarse, en
particular, que la turbulencia financiera internacional de 2008 sólo tuvo efectos
recesivos pasajeros.
¿Indica esta favorable trayectoria del crecimiento que la Argentina ha retomado la senda
del desarrollo? Cuando se aborda esta pregunta con una visión sistémica como la de este
libro, surgen varios interrogantes difíciles de contestar debido a que la evolución de la
economía muestra contrastes muy marcados.
El desafío de invertir en los jóvenes y crear trabajo productivo para ellos es un desafío
que, como se verá, es clave en la Argentina de hoy debido a que el país está transitando
por la etapa de oro de la transición demográfica: la etapa del bono demográfico, cuando
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la población empleada es aún joven. El país debe aprovechar la oportunidad que le
brinda el bono para hacerse rico antes de hacerse viejo. Fallar es condenar el bienestar
de las generaciones futuras. Las implicancias del bono demográfico estarán muy
presentes cuando analicemos los recursos humanos con que cuenta la Argentina y los
desafíos en cuanto a inversión en la gente; en capital humano.
El último contraste que merece destacarse está dado por el hecho de que las autoridades
implementaron políticas de redistribución audaces y hubo mejoras en la distribución del
ingreso pero, simultáneamente, las medidas de acción directa se han ido incorporando a
los reclamos sociales y sindicales como pauta permanente de comportamiento. Los
conflictos también se expresaron bajo la forma de derechos de propiedad poco estables.
La inestabilidad de los derechos de propiedad involucró a distintos estamentos de la
sociedad, desde los trabajadores hasta las empresas y el Estado3. Es posible conjeturar
que los problemas en la asignación del gasto público y el funcionamiento deficiente de
los mecanismos de contralor con sus consecuencias sobre la corrupción han sido
relevantes. Pero, además de esto, parece importante reflexionar respecto de por qué en
una economía que recibió un shock de términos del intercambio sustancial el nivel de
conflicto no se redujo. Será natural, entonces, prestar atención tanto a lo ocurrido con
las políticas sociales como al análisis del funcionamiento de las organizaciones y el
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Durante el período de alto crecimiento de 2003-2010 la salida de capitales privados de la Argentina alcanzó a
70.000 millones: casi el 20% de lo que la Argentina produce en todo un año. La contrapartida de la inversión no
financiada con ese ahorro son los puestos de trabajo que no se crearon y las personas que no se incluyeron.
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Los hitos en relación con los cambios en los derechos de propiedad estuvieron dados por el conflicto del campo en
2008, el cambio radical en el sistema de pensiones, la ocupación de tierras públicas y privadas en diferentes
localidades y los cambios en la normativa sobre reservas del Banco Central. Por otra parte, junto con la exacerbación
de la puja distributiva se creó un clima en que el diálogo político sobre cuestiones económicas se deterioró
significativamente. Así, por ejemplo, no fue posible consensuar un presupuesto en el Congreso para el año 2011.
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Estado en un contexto de reglas de juego inestables y amenazadas en su credibilidad por
la falta de pericia de la sociedad para manejar sus conflictos. Un punto que
enfatizaremos es que los conflictos, al afectar el funcionamiento de las instituciones,
también afectan la función de coordinación que cumplen las mismas, con consecuencias
muy negativas para la eficiencia y el crecimiento. La inflación es una de las formas más
visibles en que se manifiestan las fallas de coordinación, pero también señalaremos
otros fenómenos como la falta de crédito y la dolarización del ahorro.
El resultado último de la acción de estas fuerzas contrapuestas ha sido que, durante los
últimos años, la economía ha evolucionado dentro de un contexto inédito que combina
alto crecimiento y cierta mejora distributiva con lastres estructurales e incertidumbre.
Pero este hecho no debería impedirnos apreciar lo que es central: en lo que va de los dos
mil, la economía internacional abrió una ventana de oportunidad para la Argentina
asociada con los recursos naturales y el país tiene medios apropiados para aprovecharla:
a pesar de las crisis y el estancamiento en el último cuarto del siglo pasado, la Argentina
aún cuenta con suficiente acumulación de conocimiento organizacional, capital humano
y físico. El desafío estratégico es, entonces, instaurar un régimen institucional y de
políticas públicas que permita canalizar los recursos adicionales que trajo el nuevo siglo
hacia el desarrollo. Encarar este desafío reviste urgencia pues, como ocurre con toda
ventana de oportunidad, la que se abrió en los dos mil no estará abierta para siempre. La
crisis internacional de 2008 fue un recordatorio en este sentido y, además, la evolución
de la economía global plantea más interrogantes que certidumbres (FMI, 2011).
Además, el bono demográfico está ocurriendo ahora.
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La amenaza de desaprovechar la oportunidad debido a la maldición de los recursos
naturales es uno de los motivos centrales que nos llevó a adoptar un enfoque sistémico.
Para diseñar estrategias de desarrollo bajo las circunstancias actuales se requiere no sólo
evaluar la disponibilidad de recursos materiales y técnicos sino, también, las reglas de
juego –formales e informales o culturales– que coordinan las acciones colectivas tanto
en el nivel de las organizaciones (empresas, burocracia pública, sindicatos) como de las
instituciones de mayor nivel que rigen la vida económica (regulaciones, legislación).
Utilizando una analogía con el mundo de la computación, en este libro argumentaremos
que el estudio del crecimiento económico y el desarrollo en la Argentina requiere que se
tomen en cuenta no sólo los problemas de “hardware” (recursos y técnicas) sino
también de “software” (reglas de juego, organizaciones y pautas culturales relevantes
para la conducta económica)4.
En base a esta analogía podemos resumir la hipótesis central que anima nuestro análisis
de la siguiente forma:
Al poner el rol del software en primer plano, hay dos cuestiones que surgen
naturalmente. La primera es la necesidad de que la elite política y la sociedad en general
tomen conciencia de los efectos que el conflicto y la desconfianza causan sobre la
capacidad para utilizar el hardware existente de forma eficiente y para explotar las
oportunidades que existen y que se están perdiendo. La segunda es la necesidad de
elaborar propuestas estratégicas para mejorar el paquete de software y, a partir de ello,
las organizaciones de la economía, desde los mercados a las empresas y el Estado. Esto
es, adaptar las reglas de juego (instituciones) de forma que el resultado de la acción
colectiva a través de las organizaciones sea el de colocar a la economía en la senda del
desarrollo. La tarea de construcción de software es eminentemente política y un debate
público de calidad puede ser de gran utilidad para tener mejor política. El conocimiento
es un insumo crítico para la búsqueda de consensos políticos y para el diseño de
estrategias de cambio. En este sentido, puede decirse que el libro pretende hacer un
aporte a partir de analizar el hardware, el software y las organizaciones de nuestra
economía de forma de estar en mejores condiciones de diseñar estrategias para
aprovechar las oportunidades que hoy le brinda la economía global a la Argentina y,
eventualmente, contar con mayor flexibilidad para adaptarse a shocks negativos sin que
ello implique pasar por experiencias límite, como lo fue la crisis de 2002 o de las que la
precedieron.
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Las definiciones de la RAE son las siguientes: hardware: conjunto de los componentes que integran la parte
material de una computadora; software: conjunto de programas, instrucciones y reglas informáticas para ejecutar
ciertas tareas en una computadora.
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3. Contenido del libro
En nuestro país existe una producción de estudios de buena calidad sobre sectores,
problemas específicos de crecimiento y temas de alta relevancia para el desarrollo. Es
una producción que, sin ser abundante, tampoco es particularmente escasa y muchos de
los trabajos disponibles serán citados a lo largo del libro a medida que sean utilizados.
Son mucho más escasos, en cambio, los trabajos dedicados a interpretar los resultados
de los estudios especializados desde una perspectiva sistémica. Una perspectiva así es
vital para evaluar los hallazgos de los estudios específicos en términos de tres
dimensiones: oportunidades y restricciones para el crecimiento; efectos distributivos
asociados; y demandas de reglas de juego y de políticas públicas para aprovechar
oportunidades, superar restricciones y manejar conflictos distributivos.
La tarea de escribir este libro es bastante riesgosa desde el punto de vista intelectual ya
que obliga a lidiar con temas sectoriales que a veces están bastante alejados del hábitat
natural en el que el autor está acostumbrado a moverse como especialista. Pero los
beneficios justificarán el riesgo asumido si el libro contribuye a mostrar la importancia
de observar los problemas específicos desde una perspectiva sistémica cuando se debate
sobre crecimiento, inclusión y mejoramiento institucional de la democracia. Por otro
lado, si tenemos éxito en contribuir a reforzar el debate, seguramente contaremos con la
ventaja de que los errores que hemos cometido al intentar una visión sistémica serán
rápidamente identificados y corregidos.
El libro contiene doce capítulos agrupados, a su vez, en cuatro partes. La parte I, como
ya se anticipó, presenta el marco conceptual que fundamenta el análisis y sirve de apoyo
para organizar todo el estudio. Consta de cuatro capítulos. Dada la importancia que le
atribuimos al enfoque sistémico, es natural comenzar explicando qué se entiende por
sistema económico y cómo se articulan, dentro del mismo, el hardware, el software y
las organizaciones, de forma de satisfacer las funciones que la economía cumple en la
sociedad. Se le otorga especial importancia a la definición de indicadores de desarrollo
y a identificar en qué sentido la estructura productiva y las instituciones son importantes
para el mismo.
La parte III se ocupa del hardware. La pregunta clave, aquí, es: ¿qué recursos tenemos y
como los usamos? Los capítulos 7 y 8 describen la estructura productiva, que es el
componente fundamental del hardware. Se le presta particular atención al sector
transable (que exporta o compite con importaciones) ya que, en un mundo global, buena
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parte de la dinámica de la incorporación de tecnología y de la innovación está
determinada por el tipo de inserción internacional de la economía. Esto hace que la
cuestión de la competitividad ocupe naturalmente un lugar destacado. Los capítulos 9
y10, a su vez, se dedican a estudiar los recursos de que dispone la Argentina y que
actúan como los inputs que se utilizan para construir la estructura productiva de la
economía. El capítulo 9 analiza la dotación de recursos naturales, la geografía y la
población, al analizar esta última se otorga particular relevancia al bono demográfico.
En cuanto a recursos naturales, se realiza una evaluación de la dotación de la Argentina
en relación al resto del mundo en lo que hace a tierras, energía y el resto de recursos. El
capítulo 10 se ocupa de tres factores que la economía resalta como determinantes clave
del potencial de crecimiento: el capítal físico y el humano y el progreso técnico. Al
abordar el capital físico se examina la dotación con que cuenta el país en relación a su
fuerza de trabajo y su producto, las fuentes de su acumulación y su composición,
incluyendo la infraestructura. Los aspectos tecnológicos se estudian en base a la noción
de productividad total de los factores (PTF).
El libro se cierra con un capítulo destinado a reflexionar sobre las implicancias de los
hechos analizados en el libro para encauzar el crecimiento en los rieles del desarrollo de
forma de aprovechar las oportunidades que se abrieron en los dos mil.
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Parte I
Aún cuando la intención del libro es estudiar problemas de economía aplicada, hemos
dedicado esta primera parte a presentar el marco analítico porque una de las tesis que
motiva el libro es que, en cierta medida, los fracasos en el plano de la formulación e
implementación de políticas económicas y reformas estructurales en la Argentina se
deben a una pobre comprensión de qué es un sistema económico y las funciones que
cumplen las instituciones en él. Es habitual que se tomen iniciativas orientadas a atacar
problemas particulares –desde la deficiente distribución del ingreso a la excesiva
intervención estatal– sin tomar en cuenta dos aspectos cruciales: las consecuencias de
medidas específicas sobre el funcionamiento del sistema económico como un todo y si
están dadas las condiciones institucionales para que las autoridades puedan hacer
cumplir las normas y regulaciones asociadas con las iniciativas a implementar.
Una visión sistémica e institucional obliga a considerar que es difícil redistribuir sin
afectar el clima de inversión o la eficiencia y que también lo es liberar mercados o
introducir cambios en los derechos de propiedad sin afectar el empleo, la distribución
del ingreso y la estabilidad macroeconómica. Una visión sistémica e institucional no
implica renunciar a incluir en el análisis la equidad distributiva o el papel de la
intervención estatal, pero implica sí tomar en cuenta que la funcionalidad sistémica
importa. Y que importa, antes que nada, para evitar que los “efectos colaterales” no
deseados en el plano institucional impidan que las políticas consigan los resultados
económicos buscados; como ocurre cuando políticas distributivas o de liberalización
agresivas terminan en crisis macroeconómicas y destrucción del crecimiento y la
inversión o cuando se introducen regulaciones sin mecanismos de monitoreo efectivo de
la corrupción.
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todo emergentes. Tercero, hemos utilizado bibliografía muy actualizada para elaborar
este marco y, quienes tengan curiosidad intelectual, van a obtener mucha información
sobre cuáles son los problemas que le interesan a la economía como ciencia en nuestros
días.
El propósito básico del primer capítulo es explicar por qué son importantes las
instituciones y las organizaciones en la economía. Se muestra por qué la actividad
económica, al basarse en la cooperación a través de la división del trabajo y la
especialización, necesita de reglas de juego (organizaciones e instituciones) que
resuelvan problemas de coordinación, motivación y ejecución.
El esquema describe la anatomía del sistema económico y muestra cómo se articulan las
dos partes centrales del mismo –el hardware y el software– para generar las
organizaciones tanto públicas como privadas que se encargan de llevar adelante las
funciones económicas. Asimismo, se analiza la relación entre el desarrollo y los tres
indicadores más utilizados para evaluar el desempeño de una economía: crecimiento
económico, estabilidad y distribución del ingreso. Se presentan argumentos que indican
que el crecimiento es un criterio muy estrecho para evaluar el funcionamiento de la
economía y que es necesario complementarlo con otras consideraciones. En particular,
se introduce la noción de desarrollo humano, que es utilizada por la Naciones Unidas
(2011).
Los dos últimos capítulos de esta parte se dedican a estudiar con mayor detenimiento el
software y el hardware del sistema. El capítulo tres se ocupa del software. La atención
está puesta en elucidar cómo es que las reglas de juego del marco institucional
contribuyen a dar forma a las organizaciones de la economía. El capítulo incluye una
discusión sobre las “fallas de cooperación” que aparecen cuando las organizaciones
funcionan mal. Hasta hace muy poco, era común que la economía se centrara en las
fallas de funcionamiento de un solo tipo de organización: el mercado. Sin embargo, los
avances teóricos de las tres últimas décadas han dejado en claro que la “falla de
mercado” no es la única forma en que se expresan las disfuncionalidades
organizacionales que llevan a fallas de cooperación. En línea con esto, el capítulo
analiza, además de las fallas de mercado, las fallas de gobierno, de la organización de
las empresas e, incluso, las disfuncionalidades que pueden presentar las familias en el
cumplimiento de sus actividades económicas.
En el caso del hardware, el capítulo cuatro pone el énfasis en mostrar cómo los factores
de producción tangibles (geografía, capital, recursos naturales y humanos) se vinculan
con los intangibles (conocimiento) para formar una estructura productiva específica. Se
discuten diferentes formas de clasificar una estructura productiva y se argumenta que es
clave tomar en cuenta que, en el caso de países con el nivel de desarrollo de la
Argentina, las estructuras son heterogéneas o “duales”: los sectores con tecnología de
punta conviven con sectores de “subsistencia” de muy baja productividad. Se dedica
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cierto espacio a estudiar cómo se relaciona el crecimiento con la distribución del ingreso
y con la asignación de recursos a los sectores de la economía con diferentes niveles de
productividad. Se argumenta que cuando existen fallas de cooperación es difícil separar
la distribución del ingreso de la asignación de los recursos –como era la práctica
habitual en economía hasta los avances teóricos más recientes– y que, por ende,
crecimiento y distribución quedan íntimamente vinculados; lo cual, a su vez, crea un
vínculo de inseparabilidad entre instituciones y crecimiento, ya que una función central
de las instituciones es mediar en los conflictos distributivos. Finalmente, se argumenta
que estos hechos generan interacciones muy activas entre el plano de la economía y el
de la política: hay que resolver simultáneamente cómo crecer y qué reglas utilizar para
distribuir y este último es un problema que se dirime, en buena medida, en el ámbito de
las instituciones y la política.
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Capítulo 1
Ya hemos anticipado que nuestro enfoque de los problemas económicos tiene dos
características básicas: es sistémico y es institucional. Es posible justificar la relevancia
de ese enfoque partiendo de la observación de una serie de fenómenos organizacionales
que están presentes en todas las economías contemporáneas. La primera sección del
capítulo describe esos fenómenos. En la segunda sección se caracteriza a la economía
como una actividad que es, antes que nada, cooperativa y que, por ende, no está libre de
conflictos. Se argumenta que las organizaciones económicas surgen, justamente, para
ordenar las interacciones entre agentes que, para poder cooperar, deben encontrar la
forma de manejar los conflictos de manera eficiente. Se utiliza un diagrama para
describir el proceso que lleva a la aparición de las tres formas de organización más
importantes del capitalismo actual: el mercado, las jerarquías y las familias. La última
sección estudia cómo surge el marco institucional de la economía a partir de la
necesidad de establecer reglas de juego para las organizaciones. Se muestra que, además
de aportar modelos para las organizaciones individuales, las instituciones económicas
actúan como una malla que articula las relaciones de las organizaciones entre sí,
contribuyendo a cimentar la funcionalidad del sistema económico como un todo.
La actividad económica tiene por propósito central lidiar con dos limitaciones básicas
que enfrenta las personas a la hora de satisfacer los objetivos que se proponen: la
escasez de recursos y la ignorancia. Esto es así en cualquier sociedad. Las seis
características de las economías contemporáneas que discutimos a continuación tienen
que ver con la forma específica en que nuestras sociedades enfrentan esas dos
limitaciones.
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La cooperación permite resolver una enorme cantidad de problemas de escasez e
ignorancia de forma más eficiente que si se lo intenta en soledad. Hay cuatro razones
básicas que motivan la cooperación5.
5
Ver Heath (2006), que discute las razones para cooperar en detalle. Este autor agrega una quinta: la
necesidad de ayuda para el auto-control, como cuando existen problemas de alcoholismo o ansiedad, que
representan una reversión temporal de la escala de preferencias del individuo. Para evitar dañarse debido
a esa reversión, el individuo necesita de otros que lo ayuden a controlarse.
6
La productividad del trabajo se define como la cantidad de producto o valor agregado generado por cada
hombre ocupado. El valor agregado mide la “producción neta”: a la producción total se le restan los
insumos que se utilizaron y que ya estaban producidos de forma de saber exactamente cuándo valor
generó el trabajo en la actividad de que se trate. Ver capítulo cuatro. Sobre definición de productividad
ver OECD (2001).
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las TICs (tecnologías de la información y la comunicación). Nuestro nivel de
vida sin Internet y sin computadoras sería muy diferente por la imposibilidad de
procesar y transmitir información7.
Los conflictos son inherentes al proceso de cooperación. Es usual que los agentes
tengan preferencias y visiones divergentes respecto de cómo hacer las cosas y, además,
no es fácil decidir cómo repartir los beneficios producidos de forma colectiva,
realizando actividades que son complementarias. Es importante señalar, asimismo, que
en algunos casos estos conflictos aparecen no tanto por razones asociadas con la
realización de tareas comunes sino porque es económicamente beneficioso que los
agentes involucrados se abstengan de realizar ciertas actividades. Por ejemplo,
abstenerse de sobreexplotar recursos naturales compartidos, como es el caso de los ríos
en general y nuestro Riachuelo en particular. Pero el problema de la abstención de una
acción puede también tomar formas más sofisticadas: evitar que los países implementen
medidas proteccionistas o cambiarias para “robarle” exportaciones al vecino, como
ocurre en el MERCOSUR (devaluación brasileña de 1999 y argentina del 2000; trabas
actuales al comercio) y, también, en la economía global: en el G-20 Estados Unidos y
otros países acusan a China de mantener su moneda intencionalmente depreciada para
maximizar sus exportaciones8.
No sorprende, por ende que, asociado a cada uno de los motivos para cooperar antes
mencionado haya un motivo para el conflicto.
7
Sobre economía del conocimiento ver OECD (1996).
8
Sobre el uso de recursos comunes ver Ostrom (2005); sobre estos problemas globales ver Naciones
Unidas (2009).
9
El ejemplo más conocido es el que la teoría de juegos llamado dilema del prisionero. Pero hay otros
juegos que también presentan el mismo problema como el de la caza del ciervo (stag hunt) o la “tragedia
de los comunes”. Ver Dixit (2009).
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• Manejo de riesgos: azar moral y selección adversa. En el caso de los seguros el
conflicto de intereses aparece por dos razones. Primero, las personas pueden
mentir sobre su condición: tomar un seguro de salud cuando ya están enfermos.
Segundo, no tomar las precauciones debidas para evitar el siniestro asegurado:
dejar de recargar el matafuego luego de tomar un seguro contra incendios. Estos
dos problemas se conocen técnicamente como los de azar moral y selección
adversa. En ambos casos se perjudican los intereses colectivos debido a que los
participantes colocarán su dinero en el fondo mutuo pensando que la
probabilidad del evento asegurado es menor a lo que realmente es debido a la
mala condición de algunos participantes o a conductas negligentes10. Si todos
supieran cuál es la realidad, el costo del seguro sería más alto. Cualquiera que
haya contratado un seguro sabe que las empresas invierten mucho dinero en
averiguar la verdadera condición del asegurado y, además, obligan a cumplir con
ciertas normas de seguridad.
• Beneficios mutuos del comercio: fraude y robo. Las fuentes de conflicto aquí se
relacionan con el fraude, la violación de las promesas de pago y el robo. Los
mercados, tal como los conocemos, simplemente no podrían funcionar si no
invirtiéramos en hacer respetar los derechos de propiedad castigando el robo,
combatiendo el fraude a través de la defensa del consumido o manteniendo
regulaciones financieras que protegen al ahorrista y establecen derechos y
obligaciones de deudores y acreedores.
• Compartir conocimientos: mentira. Para que la información pueda transmitirse y
compartirse los agentes económicos deben decir la verdad. Toda una red de
comunicación o de producción puede simplemente colapsar si en uno de sus
nodos la información transmitida es incorrecta o si, para favorecerse, un agente
miente. De aquí que existan normas y procedimientos respecto de cómo debe
transmitirse la información y la sociedad trata de que los individuos internalicen
códigos de ética que ponderan la veracidad. A todos nos contaron el cuento del
pastorcillo y el lobo. Hacer respetar esas normas no es simple, como lo sabe
quien trate de averiguar cuál es exactamente la inflación en la Argentina .
Los conflictos pueden ser muy costosos económicamente: negociar insume tiempo y
esfuerzos y los agentes pueden recurrir a métodos de acción directa costosos para saldar
sus diferencias. Las huelgas, el lockout y las manifestaciones en defensa de intereses
específicos son hechos habituales de nuestra experiencia económica.
Para comprobar este hecho basta con que el lector piense con cuántas organizaciones se
relaciona, sólo para alimentarse y educarse. En el caso de una economía capitalista hay
tres formas organizacionales que se destacan: los mercados, las empresas y el Estado;
pero estas formas específicas de organización están lejos de reflejar la riqueza y
sofisticación organizacional que se observa en la economía actual y que surgen en
respuesta a los requerimientos de ordenar las interacciones de los agentes en el proceso
de cooperación y resolución de conflictos: existen fundaciones, entes de gobierno con
10
Sobre selección adversa y azar moral Dixit (2009)
11
Sobre organizaciones ver Milgrom y Roberts (1993) y Gibbons (2009). Sobre derechos de propiedad y
normas culturales para evitar el fraude ver Widick (2008).
20
niveles variables de autonomía, sindicatos, asociaciones de profesionales, cámaras
empresarias, organismos internacionales y, por supuesto, la familia, una organización
que ha exhibido históricamente continuas mutaciones en cuanto unidad económica.
Asimismo, los mercados pueden mostrar muy distintos grados de organización formal –
desde la bolsa hasta la venta ilegal de drogas– y las empresas pueden ser de estructura y
tamaño muy variable –desde microempresas hasta multinacionales–.
e. Tanto las organizaciones como las vinculaciones entre ellas están regidas por un
conjunto de instituciones económicas o reglas de juego básicas.
No existen economías en el mundo que funcionen sin definir derechos de propiedad (sea
ésta privada, cooperativa o pública), normas sobre relaciones del trabajo, contratos y
21
procedimientos de resolución de controversias (como la ley de quiebras). Asimismo, se
observa que, cuanto mayor el nivel de desarrollo alcanzado por la economía, mayor es
la sofisticación de las instituciones económicas que la rigen. Se definen nuevos
formatos o modelos organizacionales para sociedades anónimas, sociedades sin fines de
lucro y entes del gobierno así como reglas muy especializadas para la organización de
mercados específicos (bolsas, mercados concentradores). Los modelos de organización
básicos, además, se suelen complementar con regulaciones particulares que buscan
adaptar los formatos a los requerimientos de actividades muy especializadas; ejemplo:
ley de entidades financieras y Carta Orgánica del Banco Central. Por otra parte, en la
práctica, las normas formales se complementan con normas informales que también
influyen sobre el funcionamiento de la organización. Son reglas de comportamiento
económico que los agentes se auto-imponen como las convenciones, los usos y
costumbres y las buenas conductas que tienen por propósito cimentar una reputación.
Son ejemplos los códigos de ética, la noción del buen hombre de negocios, etc.
Es importante aclarar que las instituciones son las reglas de juego y no los jugadores.
Esto es una fuente de confusión porque en el lenguaje común utilizamos la palabra
institución u organización para referirnos tanto al régimen de reglas de juego como a los
jugadores que utilizan esas reglas para organizar sus actividades. La convención en
economía es distinguir entre la estructura de reglas del juego y los jugadores que
utilizan esas reglas de juego. Así, por ejemplo, en relación con las organizaciones
distinguimos entre el formato organizacional, que son las reglas de juego que ordenan
la interacción, y la organización que está conformada por un conjunto de individuos que
aportan los recursos y conocimientos técnicos necesarios que se usan en la tarea de
cooperar para conseguir los objetivos buscados. Por ejemplo: la “sociedad anónima”
como forma organizacional es una institución, pero una sociedad anónima como YPF es
una organización: además de reglas esa empresa tiene recursos, conocimientos expertos,
una reputación, etc. 12.
Fuera del caso particular de las normas informales, en las economías actuales las
normas que conforman el marco institucional de la economía requieren de autoridades
externas que las diseñen, promulguen, hagan cumplir y provean medios judiciales para
la solución de controversias específicas. La instituciones, en este sentido, son tributarias
de la política y, por supuesto, es también fácil comprobar que esto es una fuente de
nuevas dificultades y conflictos per se: las instituciones políticas no pueden hacer
cumplir las reglas sin autoridad, pero la delegación de autoridad genera la posibilidad de
12
De cualquier manera, al igual que en el lenguaje común, en la práctica en economía se utilizan como sinónimos
forma organizacional y organización o institución, de forma que hay que estar atento al contexto para comprender el
significado. Sobre instituciones en economía ver Wydick (2008) y Dixit (2009). Aplicaciones muy interesantes a los
problemas del desarrollo económico utilizando un enfoque de juegos pueden encontrarse en Wydick (2008)
22
que el gobierno abuse del poder que se le delegó para sacar ventajas económicas o
políticas, haciendo peligrar las actividades que debe proteger. Así, es frecuente observar
en las economías que conocemos que el Estado utiliza la capacidad de coerción que le
asigna la sociedad para recaudar impuestos con fines no deseados por la sociedad. Esto
típicamente desincentiva el esfuerzo, la inversión y la confianza. La cuestión de los
procedimientos de control de la autoridad pertenece al plano de la política pero no por
eso deja de ser un factor determinante del desempeño de la economía13.
Para que la cooperación tenga sentido económico los costos de organizarla deben ser
menores a los beneficios extra a conseguir a través de ella. Las tareas básicas en este
sentido son: la negociación, la coordinación y la motivación. Por lo tanto, un
componente esencial de la cooperación será la búsqueda de instrumentos para
minimizar los costos de realizar esas tres tareas. Las organizaciones y las instituciones
son instrumentos que pueden cumplir esa función con eficacia. De aquí que no
sorprenda la omnipresencia de las mismas en las economías actuales, que han llevado la
división del trabajo y la especialización a límites nunca antes vistos.
El esquema de la figura 1.1 muestra que todo proceso de cooperación entre las partes
comienza con una negociación. El propósito de esa negociación es elegir un modelo de
organización para las tareas colectivas14. El modelo deberá adaptarse a los objetivos de
la cooperación, especificar cómo se coordinarán las tareas para conseguir esos objetivos
y establecer pautas respecto de cómo se remunerará el esfuerzo de cada uno de forma de
motivar la participación, ya que los intereses de cada una de las partes no
necesariamente estarán alineados. Los esquemas de coordinación deberán garantizar que
quienes participan estén informados de cuál es su tarea y que los sistemas de
comunicación entre las partes y de procesamiento de datos funcionen adecuadamente.
Nótese que diferentes decisiones respecto de cómo remunerar el esfuerzo no sólo
tendrán obvios efectos en la distribución de la torta de beneficios sino que, además,
afectarán la eficiencia del emprendimiento: la remuneración esperada tiene un rol
protagónico entre los incentivos que determinan la intensidad del esfuerzo que los
agentes dedicarán a la acción colectiva. Si las partes llegan a un acuerdo sobre qué
modelo de organización utilizar para coordinarse, pero algunos agentes tienen pocos
incentivos para seguir las reglas de la organización o la información no fluye
correctamente, el resultado será una falla de cooperación: las tareas colectivas no
llegarán a buen puerto debido a que los agentes harán su parte deficientemente.
13
Sobre jerarquía institucional ver Ostrom (2007).
14
La referencia básica sobre las cuestiones de esta sección es Milgrom y Robert (1993) y Williamson
(1985).
23
Figura 1.1 Cooperación, conflicto y reglas de juego
Cooperación Conflicto
Negociación
Marco
Institucional Modelo de
Organización Recursos
• Jerarquías Económicos
• Mercados
• Familias
Coordinación Motivación
Incertidumbre
Ejecución
Resultados
No existe un solo modelo organizacional que sea válido universalmente. Esto es así
porque los problemas organizacionales no son independientes del contexto específico en
24
el que ocurren y muchos cambios evolutivos son irreversibles15. Como consecuencia, el
proceso de conformación de un modelo de organización suele mostrar lo que se conoce
como path-dependence o dependencia de trayectoria: el resultado final del proceso está
en función del sendero recorrido para llegar a él. Así, cuando dentro de una
organización se decide encarar un problema de coordinación o motivación de una forma
y no de otra, esa decisión determina en buena medida, a su vez, qué opciones estarán
disponibles en el futuro y cuáles no. Esto limita los grados de libertad para elegir el
modelo de organización.
15
Ver sobre este punto: Greif (2006) y Greif y Kinston (2001)
16
Técnicamente, estos intercambios se pueden representar, por ejemplo, como interacciones habituales
(juegos repetidos) entre los agentes.Nótese que, para que las reglas cumplan su función, los compromisos,
las promesas y las amenazas asociados a las reglas deben ser creíbles. Sólo si lo son podrán influir en la
conducta de los agentes en el sentido esperado. Las reglas pueden ser creíbles por tres razones diferentes:
a los agentes puede convenirles atenerse a ellas porque están naturalmente en línea con sus intereses;
puede ocurrir que lo hagan por una convicción ética (el deber ser) o siguiendo una costumbre aún cuando
deban actuar en contra de sus preferencias; o puede ser el caso que exista una autoridad con capacidad de
castigar de manera efectiva a quienes se apartan de las normas. Por supuesto, lograr la credibilidad de las
normas tiene costo cero o muy bajo en el caso en que los autores se auto-imponen la norma por
conveniencia o convicción y es muy caro cuando se requieren tribunales y un poder de policía. Estos
temas están planteados de forma muy clara en el excelente libro de Dixit (2009).
25
solamente y toman en cuenta e internalizan los intereses de otros miembros (hijos y
otros dependientes). O por lo menos así lo hacen en la mayor parte de los casos.
Más allá de la clasificación anterior, hay que considerar que hay también grandes
diferencias entre los equilibrios cooperativos que genera cada tipo específico de
mercado, jerarquía y estructura familiar. Cada uno de estos modelos de organización
cambia para adaptarse al contexto y la función que cumple. Pero aún así, ni las
jerarquías, ni los mercados, ni las familias solucionan los problemas de coordinación,
motivación y ejecución de manera ideal, a pesar de que es razonable suponer que los
agentes económicos tratarán de elegir la forma de organizarse que minimice los costos
de resolver esos problemas. Por razones que estudiaremos en el capítulo que sigue,
siempre es posible detectar “fallas de mercado” y “fallas de organización” en las
economías modernas.
En muchos casos, las fallas se pueden enmendar mediante intervención del Estado vía
políticas públicas y regulaciones. Desde este punto de vista, las políticas públicas son
instrumentos para mejorar la acción colectiva en casos especiales en que no pueden
utilizarse esquemas de negociación, coordinación o motivación que proveen los
mercados, las jerarquías privadas y las familias. Sin embargo, el sector público mismo
es una organización jerárquica, que muestra sus propios problemas, como la corrupción
o el oportunismo político. Sólo una visión extremadamente ingenua de la naturaleza
humana o la ignorancia respecto del rol de los problemas de conflicto, coordinación y
motivación pueden llevar a pensar que un solo tipo de organización, sea el mercado o el
Estado, podría ser óptima para solucionar todos esos problemas.
Como muestra la figura 1.1, una vez solucionados los problemas de coordinación y
motivación, las decisiones deben ejecutarse. La ejecución, sin embargo, puede no llevar
a los resultados buscados. La dificultad mayor en relación con esto es la existencia de
incertidumbre. Como ya dijimos, además de la escasez, la acción humana está limitada
por la ignorancia. En un mundo incierto siempre pueden ocurrir eventos que no estaban
en los planes de nadie. Al diseñar mecanismos de coordinación y motivación es muy
difícil prever todas las contingencias que podrían ocurrir. Y aún si ello fuera posible,
podría ser muy caro escribir un contrato que tomara en cuenta qué deberían hacer las
partes ante cada contingencia.
26
Al evaluar el papel de la incertidumbre es importante considerar, sobre todo en el caso
de la jerarquías, que puede mediar un largo camino entre la decisión y la ejecución y en
cada etapa de ese camino pueden aparecer oportunidades no previstas para que el
ejecutor obre de acuerdo con sus intereses y no en función del interés colectivo; este es
el problema que en economía se conoce como el del “agente y el principal” (ver
Milgrom y Roberts, 1993). El agente es a quien se contrata para que haga la tarea y el
principal el interesado en que la tarea se ejecute según lo pactado. La distancia entre
decisión y ejecución, en cambio, suele ser menor en el caso del mercado: una vez que se
llegó a un acuerdo está en el interés de las partes realizar la transacción lo más rápido
posible y normalmente hay muy pocos pasos a cumplir. Aunque, por supuesto, esto no
es así en las transacciones de mercado que se expanden en el tiempo o establecen un
seguro, como en el caso de un crédito, un contrato de provisión a largo plazo o un
seguro de salud. Es justamente por esto que los mercados de ese tipo de productos es
mucho más difícil de desarrollar. Hay mercados de verdura en todos lados, pero hay
mercados de crédito y seguros plenamente desarrollados en muy pocos países. Como la
economía puso mucho énfasis en un principio en estudiar los mercados más que las
jerarquías y en estudiar los mercados de transacciones instantáneas más que los de
transacciones a lo largo del tiempo y los financieros, esto creó la tradición en la
disciplina de identificar decisión con acción. Sólo recientemente se ha puesto el énfasis
en los problemas de ejecución de las decisiones y las relaciones agente-principal. Por
ello aún es fuerte el hábito de identificar decisión y acción, dejando de lado las
complejidades de la ejecución o implementación. Esto se aplica particularmente a las
discusiones sobre política económica.
Los argumentos que estamos presentando sugieren que una buena parte del esfuerzo
creativo del emprendedor y del cuerpo de dirección se concentrará en buscar el mejor
modelo de organización y adaptarlo a las demandas de coordinación, motivación y
ejecución del emprendimiento específico de que se trate y que las decisiones de esos
agentes estarán siempre bajo la amenaza de resultar equivocadas debido a la
incertidumbre, tanto de origen natural como estratégico. Surge naturalmente de esto
que, cuanto más alta sea la calidad del “stock” de reglas de juego que la sociedad ponga
a disposición de sus agentes económicos, mayor será la probabilidad de que sus
organizaciones sean de calidad, de forma que los problemas de cooperación y conflicto
se manejen de forma eficiente, poniendo a los agentes en mejor posición para explotar
cooperativamente los recursos materiales que tengan a su disposición. Como veremos
más adelante, esto es particularmente así cuando se trata de acotar la incertidumbre
estratégica. El stock de reglas al que estamos haciendo referencia es, justamente, lo que
la ciencia económica actual define como el marco institucional de la economía y que
nosotros hemos representado en la figura 1.1 mediante el rectángulo punteado sobre la
izquierda. Está claro que no podríamos realizar ninguna evaluación precisa respecto de
la capacidad para generar riqueza de una sociedad si conociéramos sus recursos
materiales pero no supiéramos qué calidad tiene su marco institucional y organizacional.
En el capítulo que sigue estudiaremos la anatomía del sistema económico con la
intención de aclarar cómo se dan las interacciones entre el software institucional, las
organizaciones y el uso de los recursos materiales del hardware.
27
Capítulo 2
El esquema del sistema económico que aparece en la figura 2.1 retoma los conceptos de
software y hardware presentados en la introducción y muestra cómo se articulan el
software y las organizaciones de la economía de forma que la sociedad esté en
condiciones de poner los recursos contenidos en su hardware al servicio de las metas de
desarrollo humano que se proponga.
17
Los organismos internacionales suelen utilizar la noción de “crecimiento inclusivo”, cuyo objetivo es
complementar las mediciones tradicionales con indicadores de la igualdad de oportunidades en el acceso
a mercados, regulaciones y recursos. Ver Banco Mundial (2009).
28
Figura 2.1
Anatomía del Sistema Económico
Hardware Geografía
Organizaciones Crecimiento
Organizaciones
Organizaciones Privadas Desarrollo
Distribució
istribución
Públicas Cooperació
Cooperación Humano
Conflicto
Mercados Estabilidad
Familias
29
2.1 por la forma geométrica de contorno irregular que se encuentra en el centro de la
misma.
2. Hardware
El capital físico está conformado por bienes que se utilizan en la producción. En las
estadísticas se consideran los rubros maquinaria y equipo y construcciones (civiles e
infraestructura) y acumulación de stocks. Para contar con capital es necesario,
obviamente, no consumir todo lo que se produce: se necesita ahorrar para estar en
condiciones de invertir en bienes de capital. De aquí que Smith afirmara que el ahorro
es la base de la riqueza de las naciones. La intensidad de la inversión se suele medir en
base al coeficiente de inversión (proporción invertida del PBI). ¿Qué ocurre si un país
desea invertir en bienes de capital y no cuenta con ahorro suficiente? En ese caso debe
endeudarse en el exterior y ello se reflejará como un déficit de cuenta corriente. Por
supuesto, esto supone que el resto del mundo está dispuesto a prestar y no
necesariamente ello es así: a veces los extranjeros no tienen confianza y no prestan. Por
otra parte, si un país invierte menos de lo que ahorra, tendrá un superávit de cuenta
corriente y ello implica que le estará prestando al resto del mundo. Esto es de crítica
importancia para comprender los desafíos que enfrenta la Argentina. Nuestro país, como
veremos, pasó de generar déficit de cuenta corriente a generar superávit y ello tiene
efectos macroeconómicos muy importantes.
30
Por no ser reproducibles, el precio de los recursos naturales depende mucho de la
demanda. Cuando ésta sube, el precio tiende a subir generando rentas extraordinarias18.
Hoy, gracias al elevado crecimiento de China e India que son grandes demandantes de
materias primas como soja y cobre, América del Sur se está favoreciendo con este tipo
de rentas (Sinnot et al. 2011). Estas rentas se expresan a través de aumentos en los
términos del intercambio, que es la relación entre los precios de la canasta de
exportaciones (que subieron) y la canasta de importaciones (que no subieron o subieron
menos). Podría parecer que para disponer de recursos naturales no hace falta ahorrar
pues se trata de bienes no producidos y que, por ende, no reclaman ahorro. Sin embargo
esto no es enteramente así: averiguar dónde están los recursos demanda inversión en
exploración. Asimismo, muchos de los recursos naturales que hoy utilizamos tienen
incorporada tecnologías sofisticadas que, por ejemplo, los transforman genéticamente.
El desarrollo o adquisición de esas tecnologías demanda la inversión de parte de los
ahorros de la sociedad. Este punto es básico para comprender lo que está ocurriendo en
la agricultura y en el sector energético en la Argentina. Como veremos en la tercera
parte, ha habido una revolución tecnológica en agricultura y una aguda falta de
inversión en exploración en gas y petróleo.
Las variables esenciales que influyen sobre el capital humano son la educación, la salud
y la experiencia: la mano de obra es más productiva cuanto más educada y saludable y
cuanto más aprende a través de su experiencia en el proceso productivo. En parte la
acumulación de este tipo de capital obedece a motivaciones pecuniarias pero las
políticas públicas (salud, educación) e instituciones sin fines de lucro y la familia
también son muy importantes. Un punto a destacar es que el nivel de capital humano
existente determina la inversión mínima que será necesaria no sólo para mantener el
stock que existe sino, incluso, para que las nuevas generaciones puedan utilizarlos. Un
niño que no lee encontraría muy difícil desenvolverse en la sociedad moderna así como
utilizar las tecnologías heredadas de sus padres. Lo mismo le pasaría a un país que no
mantuviera el paso con el resto del mundo y se atrasara en su educación. Las formas
más habituales de medir el capital humano de una sociedad son la esperanza de vida y
los años de escolarización alcanzados por la población en promedio. También se
utilizan indicadores como la incidencia de enfermedades típicas del subdesarrollo,
analfabetismo y niveles de cobertura del nivel primario, secundario y universitario. Los
indicadores de capital humano en la Argentina serán revisados en la tercera parte del
libro.
18
Estas rentas suelen llamarse ricardianas, por haber sido descubiertas por David Ricardo. En sentido
estricto, en el caso de los recursos naturales hay que distinguir entre estas rentas y las de Hotelling. En
nuestro estudio dejaremos esto de lado ya que no hilaremos tan fino. Sobre recursos naturales Banco
Mundial (2011).
31
La demografía influye sobre la oferta de trabajo porque determina la cantidad de
población, su composición y su tasa de crecimiento. En realidad, todas estas variables
demográficas se determinan de manera conjunta dentro de lo que se conoce como
transición demográfica. La transición demográfica es un proceso de largo plazo que se
asocia con la industrialización y la urbanización. A lo largo de esa transición la sociedad
pasa de una situación de alta natalidad y mortalidad a otra en que ambas variables
muestran valores bajos. En las primeras sociedades que la experimentaron, el proceso
duró cerca de un siglo pero luego se aceleró y hoy se ubica en tres décadas. Las distintas
etapas de la transición se generan debido a que la natalidad y la mortalidad se mueven a
ritmos diferentes. Desde el punto de vista económico la transición demográfica es
relevante porque afecta a dos determinantes del crecimiento: el tamaño de la PEA y la
tasa de dependencia19. En una primera etapa, cuando mejoran las condiciones de vida, la
mortalidad se reduce y ello incrementa la tasa de crecimiento poblacional. Sin embargo,
es difícil acumular recursos: como hay muchos niños por hogar, la tasa de dependencia
es alta y es difícil ahorrar e invertir en educación. Esta etapa, no obstante, es seguida por
otra en que la tasa de natalidad se reduce marcadamente, lo que da lugar a lo que se
llama “dividendo o bonus demográfico”. La caída en la tasa de natalidad se traduce en
aumento en la relación entre la población que está en condiciones de trabajar y la que no
lo hace en un contexto en que aún es baja la proporción de ancianos. Esto favorece el
crecimiento no sólo porque aumenta la oferta laboral sino, también, porque al caer la
tasa de dependencia dentro de los hogares se facilita el aumento del ahorro y de la
inversión en capital humano de los niños. Si el ahorro se invierte correctamente, la
productividad y la riqueza aumentan. A medida que pasa el tiempo, no obstante, al ser la
expectativa de vida más alta, la población envejece y la tasa de dependencia, después de
tocar un mínimo, comienza a crecer debido ahora a la creciente cantidad de ancianos
dependientes. Esto es lo que da lugar al fin del período del dividendo. La ventana de
oportunidad para el crecimiento, caracterizada por la alta participación en la fuerza de
trabajo y el alto ahorro, se cierra para dar paso al período de envejecimiento. Habrá cada
vez más ancianos inactivos pesando sobre la PEA y los mecanismos de seguridad
social.
19
Esta tasa se define como la razón entre la población entre 0 y 14 años y de más de 65, por un lado, y la
población entre 15 y 64 años, por otro. Cuanto más alta esta tasa, mayor el peso de la población no activa
sobre la activa. Sería mejor utilizar la PEA en vez de la población entre 15 y 64 años en este indicador
pues puede haber muchos inactivos voluntarios, pero por simplicidad esta variable se usa menos.
32
asociado con la práctica y la experiencia pero, por supuesto, es usual que el
conocimiento tácito pueda codificarse. Cuando la economía trató de explicar en detalle
a través de qué canales el conocimiento aporta valor se descubrió literalmente un mundo
nuevo. Para nuestros objetivos, hay dos cuestiones básicas a remarcar en relación con
este mundo nuevo: por un lado, que hay muchas formas de ser ignorante y, por otro, que
el conocimiento no es un bien como cualquier otro; no es lo mismo un sándwich que el
teorema de Pitágoras y ello afecta a los incentivos.
En cuanto a las formas de ignorancia que son relevantes en economía, las mismas se
pueden clasificar en tres categorías generales. Primero, se pueden ignorar cosas: ¿dónde
están los recursos? ¿Ocurrió este hecho efectivamente? ¿y cómo ocurrió? Llamaremos a
éste el problema de la información. Si se dispone de mayor información, la
productividad de los factores aumenta. Segundo, se puede ignorar cómo funcionan las
cosas, cómo se usan o para qué sirven; es la dimensión del conocimiento técnico. Si las
tecnologías disponibles mejoran, la capacidad del trabajador para crear valor agregado
aumenta. Tercero, los seres humanos no tienen certeza sobre qué eventos ocurrirán en el
futuro; es el problema de la incertidumbre. ¿Cuál es la probabilidad de que llueva y
salga bien la cosecha? ¿Cuál es la probabilidad de que un nuevo empleado sea eficiente
y responsable? Está claro que tener en cuenta estas diferencias tiene relevancia para la
evolución de la productividad porque las actividades que hay que llevar a cabo para
informarse no son las mismas que las que hay que realizar para reducir la incertidumbre
y, por ende, ello debe tomarse en cuenta a la hora de realizar un diagnóstico sobre qué
traba el crecimiento. Por ejemplo, una economía puede ser rica en recursos naturales
pero pobre en reglas de juego creíbles. Bajo esas circunstancias, tener información
cierta sobre dónde se encuentran los recursos naturales tendrá poco valor económico si
existe incertidumbre respecto de si se respetarán los derechos de propiedad sobre la
explotación del recurso. Tampoco serviría de mucho saber dónde está el recurso si no se
cuenta con la tecnología para extraerlo.
¿Por qué son importantes estas dos características para la economía? Lo son porque es
muy difícil diseñar esquemas de motivación apropiados para su producción y, como
vimos, la motivación es vital para cualquier formato organizacional. La razón de esto es
simple: cuando es difícil excluir a otros del uso y lo producido puede ser consumido por
muchos sin que se “gaste”, se resienten los incentivos para producir el bien: es
conveniente esperar a que otro invierta esfuerzo en producir el bien y luego utilizarlo,
por ejemplo, mediante una copia. Si todos piensan así, nadie tendrá incentivos para
33
producir el bien. Esto se conoce en economía como el problema del “free rider”20, que
mencionamos más arriba. Para manejar este problema se suelen imponer reglas ad hoc
como el copyright y las patentes que le dan al productor el poder de excluir del uso del
conocimiento a otros. Debido a esto, la producción de conocimiento es muy
demandante de software: si no se imponen reglas específicas la información no se
produce porque no hay incentivos para hacerlo, en vista de los problemas de no
exclusión y no rivalidad en el consumo. Esto explica por qué las actividades que son
intensivas en la producción de conocimiento tienden a estar bastante reguladas: los
bancos, que producen información sobre la capacidad de pago de los clientes; la
producción de tecnología, que está protegida por patentes, etc. De cualquier manera,
diseñar el software apropiado no es fácil. Definir derechos de propiedad sobre el
conocimiento y hacerlos cumplir es muy caro y, a veces, imposible como ocurre con los
contenidos en internet. Otra forma de producir conocimiento es subsidiarlo a través del
Estado o fundaciones. Buena parte del conocimiento económico que estamos utilizando
en este libro es de acceso prácticamente gratuito a través de revistas y libros que fueron
producidos con subsidios de diverso tipo.
20
Un ejemplo clásico de este problema son los llamados “bienes públicos”, como la defensa nacional.
Cuando el Estado financia al ejército para defender el territorio sería difícil excluir del beneficio a un
ciudadano que se negara a poner su parte y, además, si ese ciudadano “consume” el servicio de ser
protegido no impide que otros también estén protegidos por el ejército. Conclusión: todos esperarían que
el otro pague por el servicio de defensa. Es por esto, obviamente, que el pago de impuestos no es optativo
sino obligatorio. Nótese, de paso, cómo aparece naturalmente el rol del software para solucionar un
problema de incentivos: el régimen de política tributaria impone reglas que todos deben cumplir.
21
Thomas Malthus sostenía que el crecimiento estaba limitado por una tendencia de la humanidad a
generar escasez debido a que la población crecía más rápido que los recursos para alimentarla. Afirmó
que la población crecía según una progresión geométrica y los recursos según una geométrica.
34
obstante, sólo involucró a una parte del planeta, dando lugar a lo que se llamó la “gran
divergencia”. El ratio del PBI per capita entre la región más rica y la más pobre era de
sólo 1.1:1 en el año 1000 y de 2:1 en el año 1500. En el año 1820 había pasado a 3:1.
De ahí en más, en el curso de la gran divergencia, el ratio entre las ramificaciones más
ricos de occidente (Western offshoots: Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva
Zelanda) y la región más pobre del África creció de 3:1 en 1820 a 5:1 en 1870, 9:1 en
1913 y 15:1 en 1950 y 18:1 ratio in 2001. La Argentina, como veremos en el capítulo 5,
se benefició enormemente con la gran divergencia, a partir de la segunda mitad del siglo
XIX, pero perdió impulso luego de la Segunda Guerra. Entre los países más grandes, un
gran perdedor en el proceso de la gran divergencia fue China. Claro que en las últimas
décadas este país parece empeñado en descontar posiciones de manera dramática.
Nuestro país se benefició con este despertar chino por las mismas razones que se había
beneficiado en el siglo XIX: el incremento en la demanda por productos de origen
primario respecto de los cuales nuestro país cuenta con ventajas comparativas. En este
sentido, la Argentina parece tener una segunda oportunidad para subirse al tren del
desarrollo, pero por supuesto para no tener que descender en una estación intermedia
deberá superar el obstáculo que le impidió llegar al desarrollo en el pasado: invertir las
rentas de los recursos naturales de forma de integrar una estructura productiva capaz de
hacer crecer la productividad en base a actividades de alto rendimiento. Discutiremos
extensamente este punto en las partes aplicadas del libro.
Estas son preguntas centrales de la teoría del crecimiento y es muy difícil contestarlas
sólo tomando en cuenta los recursos. Se necesita una visión integral que evalúe como se
combinan los recursos del hardware para formar una estructura productiva específica
dentro de un espacio geográfico determinado. Como la estructura productiva tiene
múltiples dimensiones no existe una sola forma de definirla o caracterizarla y, en gran
medida, la descripción que se haga de la estructura dependerá del objetivo del análisis.
En particular, se utilizan en nuestro estudio los siguientes criterios para clasificar la
estructura.
35
manufacturados. Se utiliza como criterio básico para distinguir la participación de
los productos primarios e industrializados en las exportaciones totales.
– Según el grado de exposición a la competencia internacional: se divide la economía
en ramas transables y no transables. Las primeras están expuestas a la competencia
internacional –como ocurre con los sectores que exportan o que sustituyen
importaciones– mientras que las segundas no lo están –como ocurre con servicios
como el estacionamiento o las peluquerías.
– Según la propiedad del capital de la organización. Distinguiremos entre sector
público y sector privado y, en ocasiones, dentro del campo privado distinguiremos
entre capital nacional y multinacional.
– Según la región. En este caso la clasificación se hace en función de la localización y
los fenómenos que se enfatizan son los subrayados por la geografía económica,
como la aglomeración, las economías de escala y los acuerdos regionales.
3. Software y organizaciones
22
Olivier Williamson (1985) llama la atención sobre el rol del conflicto basándose en la tradición
institucionalista norteamericana. La tradición marxista también le dio protagonismo al conflicto en la
economía capitalista, aunque lo situó en el nivel de la acción colectiva de clase, que puede traducirse en
un cambio revolucionario de las instituciones. Hoy se entiende al conflicto como un hecho a resolver
36
El mercado es un formato organizacional que descentraliza las decisiones –y también
las negociaciones– al dejar que cada cual decida qué transacción realizar en función de
lo que considera apropiado según lo dictan sus intereses y en base a la información
parcial a la que tiene acceso. La tarea de coordinar y motivar queda así a cargo de los
precios, que son fijados por la “mano invisible” de la oferta y la demanda. Los precios
coordinan y motivan al mismo tiempo porque si alguien especializado en un bien o
servicio produce más de lo que se necesario, el exceso de oferta hace caer los precios
generando incentivos para que caiga la oferta o suba la demanda y lo contrario ocurre si
hay un exceso de demanda. De esta forma, los precios ajustan hasta igualar oferta y
demanda. En ese punto de “equilibrio” las decisiones terminan estando coordinadas a
pesar de ser tomadas de forma descentralizada: cuando oferta y demanda son iguales no
se produce ni más ni menos que lo necesario. Hay un equilibrio cooperativo al que se
llega sin que nadie lo busque explícitamente; de ahí la metáfora smithiana de la mano
invisible.
Las organizaciones privadas y públicas mitigan los costos de coordinar las decisiones
colectivas y ejecutarlas porque reducen la cantidad de personas que toman decisiones
por la vía de asignar el poder de decisión en función de una jerarquía de autoridades.
Para motivar el esfuerzo de las personas que ocupan los puestos más elevados en la
jerarquía, la remuneración se fija de manera acorde con la responsabilidad en la toma de
decisiones. Este método lo utilizan organizaciones de todo tipo. Por ello, desde el punto
de vista jurídico, las formas organizacionales jerárquicas son variadas e incluyen tanto
entidades privadas (empresas, ONGs) como públicas, dando en este último caso lugar a
la formación de burocracias.
Cabe remarcar, en este contexto, que poner la motivación y los incentivos dentro de la
organización en un primer plano no implica que los intereses materiales y egoístas sean
los únicos que importan para elegir el modelo de organización. En el caso del
capitalismo, la empresa con fines de lucro y el mercado juegan un rol protagónico. Pero
están muy lejos de ser las únicas organizaciones relevantes: muchas transacciones y
actividades que son vitales requieren formas de organización “a medida”; requieren de
la creatividad del emprendedor organizacional para encontrar qué formato de
organización conviene utilizar. Está claro que las transacciones de órganos para
transplantes o las acciones de beneficencia o la defensa nacional y del medio ambiente
se adaptan poco a los esquemas de coordinación e incentivos de las organizaciones con
fines de lucro. La actividad del emprendedor en una sociedad compleja, en
consecuencia, está lejos de limitarse a la figura tradicional del empresario. Los
emprendedores en los campos social, de la educación y cultural suelen elegir,
típicamente, formatos organizacionales como las sociedades sin fines de lucro y las
fundaciones.
Dicho esto, también está claro que sería difícil diseñar y gerenciar una organización –
cualquiera sea su objetivo– sin tomar en cuenta que la intensidad del esfuerzo colocado
en la tarea por cada miembro estará muy influido por el premio esperado. La necesidad
de motivar genera una relación directa entre eficiencia y distribución: cuanto mayor el
todos los días y que involucra tanto a individuos como organizaciones y grupos con diferente capacidad
para la acción colectiva. Los cambios de reglas de juego pueden ser radicales, como en la visión marxista
o fruto de la evolución o las reformas y, además, pueden afectar a reglas de juego de diferente nivel:
desde las regulaciones en los mercados a los derechos de propiedad.
37
premio, mayor el esfuerzo pero también mayor la porción de la torta que se le asigna al
más eficiente. Esta relación entre eficiencia y distribución es una fuente de dificultades
y dilemas de política que aparecerán bajo distintas formas y ropajes en nuestro análisis
de la economía Argentina.
23
Según Akerlof y Kranton (2009), la identidad es relevante para la economía pues es un determinante de
las decisiones económicas: modela los gustos individuales y las expectativas respecto de cómo serán las
conductas de los otros y, por ende, reducen la incertidumbre estratégica. En las organizaciones que
funcionan bien los empleados se identifican con su trabajo y su organización; sentir que se pertenece
influye sobre el desempeño. La identificación de padres, alumnos y profesores con la escuela, por
ejemplo, es central para el desempeño, ya que motiva para trabajar con un propósito.
24
A esto se lo llama interacción estratégica, siguiendo la terminología utilizada en teoría de juegos. Se
supone que los individuos persiguen metas en función de sus visiones e intereses y toman en cuenta la
conducta esperada de los otros individuos al decidir qué hacer. Ver Dixit et al. (2009).
38
expectativas que sostienen un “mal” equilibrio; es un problema de las personas y no de
los recursos de que disponen (ver Wydick, 2008). 25
Para el individuo que toma decisiones en un marco económico dado, sin embargo, el
hecho de que las instituciones resulten de las acciones de la sociedad es poco relevante.
Esto es así porque para el agente microeconómico que se desenvuelve en el ámbito de
las organizaciones, las reglas del marco institucional existente actúan como
restricciones que están dadas de antemano y a las cuales debe atenerse al decidir. Así,
por ejemplo, una persona en busca de empleo debe llevar adelante una negociación muy
25
Estas trampas son muchas veces superadas por la acción de líderes que cuestionan con suficiente fuerza
las expectativas que sostienen el status quo y logran demostrar que otro equilibrio es posible
promoviendo al mismo tiempo la capacitación e ideas anti-discriminatorias. Este tipo de liderazgo puede
surgir tanto de la rebeldía de los discriminados como de la vergüenza del que discrimina.
Lamentablemente, también es cierto que este tipo de trampa es utilizado por oportunistas que lucran con
la desgracia ajena por la vía de sacar ventaja del status quo: le arrancan al discriminador algunas
concesiones que favorecen al discriminado y utilizan a estos últimos con objetivos políticos, con el
argumento de que son ellos (los oportunistas) los únicos capaces de mejorar en algo la situación de los
discriminados. El clientelismo político y el populismo encuentran campo fértil en las trampas de este tipo.
Sobre todo cuando los discriminados no generan buenos liderazgos y los que están en una mejor posición
por su educación y posición social sufren de un cierto adormecimiento político y espiritual que los lleva a
aceptar el clientelismo y el populismo como males necesarios. Es el paraíso de los oportunistas.
39
acotada con una organización que ya existe y básicamente todo lo que podrá elegir
voluntariamente es si acepta o no los esquemas de coordinación y motivación que ya
están en funcionamiento. Lo mismo ocurre con un ahorrista que compra acciones de una
firma: si no tiene una participación mayoritaria su capacidad para influir sobre los
objetivos y la forma de hacer las cosas de la empresa serán prácticamente nulas; su
voluntad sólo podrá expresarse en la decisión de si compra o vende esas acciones. Así,
la enorme ventaja de no tener que negociar desde cero gracias a que ya existen
organizaciones en funcionamiento tiene un costo: acotar los márgenes de acción de cada
individuo.
Cuando los shocks son de dimensión macroeconómica y afectan a varios segmentos del
sistema de forma simultánea, es fácil imaginar que los cambios adaptativos tomarán el
carácter de sistémicos y que, por ende, además de los gerentes y emprendedores los
actores políticos quedarán involucrados en la gestión de los cambios organizacionales
adaptativos. La capacidad de los actores para manejar eficientemente las tensiones entre
la necesidad de mantener el equilibrio funcional del sistema y la de adaptarse a los
cambios tiene un papel que sería difícil de exagerar en el proceso de desarrollo
económico. En el nivel microeconómico, muchas veces ocurre que una organización
que hizo aportes fundamentales en un momento para utilizar de mejor manera el
hardware deviene en un obstáculo debido a su falta de adaptación a los cambios en el
entorno. Por ejemplo, en la Argentina, muchas organizaciones productivas que se
habían adaptado con éxito a las reglas de juego del modelo de sustitución de
importaciones fracasaron una vez que se abrió la economía de la mano de la
globalización y el MERCOSUR. En el nivel macroeconómico, las autoridades suelen
enfrentar serios problemas para adaptar las reglas de juego a circunstancias nuevas. Por
ejemplo, la Argentina fue muy exitosa en lograr una rápida cobertura en educación
primaria, pero no tuvo el mismo éxito con el siguiente paso: la educación secundaria.
Como veremos, las organizaciones y el marco institucional de la enseñanza pública no
se adaptaron bien al desafío de satisfacer las demandas laborales del mundo de las TICs
y ello se tradujo en deficiencias en un componente clave del hardware: el capital
humano.
40
cada uno de los tres componentes principales: hardware, software y organizaciones. De
aquí que en un enfoque sistémico, es central comprender, por un lado, cómo operan los
canales de interacción entre el hardware, el software y las organizaciones y, por otra,
cómo esas interacciones terminan influyendo sobre el desempeño, medido en base a
indicadores como el crecimiento o la distribución del ingreso. Los canales de
transmisión de efectos entre las partes del sistema se simbolizan en la figura 2.1 con las
flechas de ida y vuelta que unen a los rectángulos correspondientes al software y el
hardware con las organizaciones. Las flechas son dobles para llamar la atención de que
pueden existir efectos de retroalimentación.
El canal que va desde el hardware hacia las organizacione opera, usualmente, cuando se
realizan descubrimientos de nuevos recursos naturales o se incorporan nuevas
tecnologías que demandan modificaciones adaptativas en las organizaciones públicas y
privadas, los mercados o las familias. Por ejemplo, Arthur (1996) remarca que el
modelo de organización basado en jerarquías rígidas se adapta bien a los procesos de la
primera fase de la industrialización, pero no se adapta a la moderna empresa productora
de conocimientos donde tienden a primar relaciones jerárquicas más horizontales y
donde lo que es crítico es la calidad del aporte de cada uno al todo debido a que, cuando
la tecnología es muy compleja, una mínima falla puede tener consecuencias enormes
sobre la eficiencia. Kremer (1993) enfatiza este punto y lo llama la economía del “O
ring” en alusión a la falla mínima en la calidad de un componente que hizo fracasar toda
la misión del transbordador. Pero la causalidad puede operar también en sentido
inverso: cambios organizacionales pueden inducir modificaciones en componentes del
hardware: por ejemplo, si hay avances en la eficiencia de la firma (mejor selección de
recursos humanos, optimización en el manejo de la liquidez) o regresión organizacional
(por un aumento de los conflictos entre accionistas; de la firma con los trabajadores) u
organizaciones nuevas con poder de presión creciente (ONGs defensoras del medio
ambiente) ello influirá sobre la velocidad de acumulación de recursos materiales y sobre
la capacidad para incorporar tecnología.
Este análisis de las dobles flechas busca remarcar un punto: el hardware y el software
no interactúan directamente entre sí sino a través de la mediación de las organizaciones
y la conducta de los individuos: una ley no puede acelerar o retardar la acumulación de
41
capital o la explotación de un recurso natural si no logra influir sobre la conducta de los
individuos y las organizaciones. Un recurso natural no se explotará si no se toman
decisiones para organizar su explotación26. De aquí que, el arte de introducir reformas
pro-desarrollo, consiste en gran medida en inducir interacciones virtuosas entre estas
tres dimensiones del sistema económico. Por ejemplo, cuando se afirma que Corea del
Sur tiene un sistema económico más exitoso que el de Corea del Norte, en gran medida
se está diciendo que partiendo de situaciones similares, los sistemas económicos de cada
país resolvieron los problemas de cooperar en las actividades económicas estableciendo
vinculaciones entre el hardware y el software que, en el primer caso, generaron círculos
virtuosos de interacción entre las partes del sistema que se tradujeron en crecimiento y
mayores oportunidades de movilidad social, mientras que en el segundo caso llevaron al
estancamiento (ver Banco Mundial 1993). Las interacciones de doble vía que involucran
al software, el hardware y las organizaciones aparecerán de manera sistemática en los
argumentos que sostendremos respecto de la economía argentina.
Los tres indicadores que se utilizan universalmente para evaluar ese desempeño son,
como ya se mencionara, el crecimiento, la distribución del ingreso y la estabilidad
macroeconómica. Para subrayar este hecho hemos dibujado las tres flechas que
desembocan en el rectángulo de desarrollo humano, sobre la derecha de la figura 2.1.
La función de este rectángulo, por otro lado, es la indicar que el criterio último para
evaluar el desempeño es lo que ocurre con el desarrollo humano y no con el
crecimiento, la distribución o la estabilidad por separado. Esta visión está en línea con el
objetivo de evitar una aproximación economicista. Por supuesto, si hemos colocado las
tres flechas mencionadas en el centro de la figura es porque estamos lejos minimizar el
papel que el crecimiento, la estabilidad y la distribución del ingreso tienen sobre las
condiciones del desarrollo humano.
26
Probablemente sea este un punto importante para comprender tres cosas: por qué la economía es una
ciencia social; por qué el voluntarismo político no funciona en economía y por qué la economía es distinta
de la ingeniería: los recursos económicos no significan nada, su significación económica es tributaria del
sentido que le asigna quienes los usan en un contexto social dado.
42
Según las Naciones Unidas (2011), el desarrollo humano es el proceso que lleva a
ampliar la capacidad de las personas para ejercer libertades sustantivas y, de esa forma,
estar en condiciones de optar entre diferentes alternativas de vida. El PBI, que es el
indicador de bienestar más utilizado, es excesivamente estrecho para reflejar qué ocurre
con la capacidad de ejercer libertades sustantivas. La medición de la expansión de las
capacidades, no obstante, enfrenta una dificultad importante: las libertades sustantivas
pueden ser muy numerosas y no es posible elaborar un índice que las refleje
plenamente. La solución de las Naciones Unidas fue elaborar un Índice de Desarrollo
Humano (IDH) que, sin ser complejo, toma en cuenta un conjunto de dimensiones que
son clave para la expansión de las capacidades. El IDH tiene tres dimensiones: salud,
que trata de reflejar la capacidad para gozar de una vida larga y saludable; educación,
que mide la capacidad de acceder al conocimiento necesario para un buen desempeño
laboral e ingreso per cápita, que mide la capacidad para sostener un nivel de vida
decente. Al tomar en cuenta estas tres variables las Naciones Unidas buscaron reflejar la
influencia de los determinantes de largo plazo del desarrollo, más allá de factores
coyunturales. Para reflejar mejor la influencia de la distribución, las Naciones Unidas
han implementado recientemente un IDH corregido por desigualdad. En el caso de la
Argentina, en función de la regresión distributiva ocurrida en los últimos cuarenta años,
realizar esta última corrección es ciertamente necesario. El capítulo cinco está dedicado
a evaluar el nivel de desarrollo humano que ha alcanzado nuestro país en base a estos
indicadores.
El IDH está inspirado en el enfoque de Amartya Sen, quien dedicó buena parte de sus
esfuerzos a criticar las valuaciones del bienestar exclusivamente basadas en criterios de
eficiencia27. Como los resultados que arroja el sistema económico no necesariamente
están en línea con las metas de educación, salud e ingresos que requiere el desarrollo
humano, las organizaciones del Estado encargadas de esas áreas tienen asignado un
papel protagónico en la consecución del desarrollo humano. Según Sen (1999, 2000) la
intervención del gobierno para ayudar a quienes tienen menos capacidades no está
reñida con el espíritu capitalista. El ethos capitalista, lejos de basarse exclusivamente en
el egoísmo y el espíritu de lucro, depende críticamente de la cooperación, la confianza
en el otro y el sentido de responsabilidad en las tareas colectivas. Este punto debería
estar claro luego de nuestra discusión en el capítulo anterior, sobre conflicto y
cooperación.
Según Sen (2000), los regímenes para las intervenciones del Estado deberían regirse por
tres principios. El primero es proteger la vida en libertad y en paz. El desarrollo humano
busca, justamente, reforzar la capacidad de elegir libremente qué vida vivir. El segundo
es que las políticas públicas deben afianzar la confianza y la responsabilidad individual
27
Para evaluar la eficiencia de un sistema económico en su conjunto la economía se basa en el llamado
“criterio de Pareto” que dice que una reasignación de recursos es eficiente sólo si es posible mejorar la
situación de algún agente sin empeorar la de ningún otro. Se trata de un criterio muy problemático desde
el punto de vista de la equidad ya que si una persona posee casi todos los recursos y otras no poseen casi
nada, una medida que hiciera una mínima redistribución progresiva no sería eficiente ya que perjudicaría
a los que más tienen para favorecer a los excluidos. Bajo ciertas condiciones muy abstractas que nunca se
dan en la práctica se puede demostrar en la teoría que una economía de mercado es Pareto-eficiente. Si
bien se lo utiliza muchas veces como un arma ideológica, este resultado no pasa de ser un ejercicio
intelectual brillante pero poco útil para las economías actuales en las que la cooperación y el conflicto son
la esencia y no el accidente. La economía política ha hecho aportes importantes recientemente. Ver por
ejemplo:
43
y social en una sociedad que es interdependiente. Nótese que esta visión de Sen está en
línea con la proposición de Akerlof y Kranton (2010) respecto de que es importante
tomar en cuenta la interacción entre economía e identidad. Así, si bien la búsqueda del
desarrollo humano incluye la implementación de mecanismos de asistencia y seguro
como el seguro de desempleo, Sen insiste en que las políticas deben promover y no
debilitar la capacidad de autoayudarse y, por lo tanto, hay que considerar que todo
mecanismo de ayuda tiene efectos colaterales sobre la voluntad de esforzarse. Esta
visión obliga a mejorar el diseño de las políticas. Por ejemplo, en relación con el
empleo, este autor señala que el seguro de desempleo está plenamente justificado, pero
no es menos cierto que el desempleo genera desaliento y quita motivación para la
búsqueda futura de empleo. Por ello propone destinar recursos a subsidiar el empleo, la
capacitación y la creación de oportunidades para quienes deseen seguir trabajando aún
pudiendo retirarse. El tercer principio afirma que la sociedad debe llegar a decisiones
colectivas basándose en el debate previo. El debate es central para que las políticas se
orienten al desarrollo humano sin que el gobierno sea cooptado por intereses de grupo o
por el oportunismo político. En este sentido, Sen argumenta que jamás un país con
libertad política y libertad de prensa, ha sufrido hambruna; ningún gobierno se atrevería
a llegar a tal situación por temor a no ser votado.
Estos argumentos sobre desarrollo humano no tienen por intención sugerir que las
sociedades pueden fijar de manera más o menos sencilla y directa qué metas seguir. Las
metas de desarrollo humano sólo pueden lograrse si se traducen en el establecimiento de
políticas y reglas de juego capaces de inducir comportamientos de los agentes que sean
compatibles con esas metas. Hay dos dificultades críticas en relación con esto. Por un
lado, como acabamos de ver los canales de interacción entre el hardware, el software y
las organizaciones son complejos y la teoría económica no ha llegado aún a
comprenderlos cabalmente. Por otro, el proceso de formación de políticas públicas y
fijación de reglas es un proceso esencialmente político que depende no sólo de la
voluntad de los actores sino también de las características de las reglas de juego
contenidas en el software.
44
Capítulo 3
Este capítulo analiza la función económica del software, que es esencial para
comprender el papel de las instituciones en una economía moderna. En primer lugar
discutimos las relaciones de jerarquía que existen entre los diferentes conjuntos de
reglas que conforman el marco institucional de la economía y la forma en que ellas
influyen sobre las organizaciones. Tomando como base ese análisis, en la segunda parte
analizamos qué ocurre cuando existen fallas en el funcionamiento de las organizaciones
que se traducen en lo que llamaremos “fallas de cooperación”, entre las que sobresalen
las fallas de mercado y de gobierno. Por último, se discuten las restricciones que
condicionan los procesos de reforma de las instituciones económicas.
Ya hemos visto que la función esencial del software es proveer un marco institucional
para la economía. Nos interesa ahora estudiar los distintos tipos de regla de juego que
conforman ese marco institucional y mostrar cómo son las relaciones de jerarquía entre
ellas. Para reflejar el orden jerárquico dividiremos las reglas de juego en dos clases: las
que actúan como un input del marco institucional de la economía y las que constituyen
el output de ese marco. Para facilitar la lectura reproducimos aquí el segmento
correspondiente al software del esquema que muestra la anatomía del sistema
económico.
Figura 3.1
El orden jerárquico entre los elementos del software se simboliza en la figura 3.1 con el
sentido de las distintas flechas que unen el marco institucional con los rectángulos más
pequeños. Si la punta de la flecha apunta al marco institucional se trata de un input y si
va desde este último marco a un rectángulo menor es un output. Vale aclarar, no
obstante, que las flechas son un recurso de exposición y no debe interpretarse que, en la
práctica, existe una jerarquía entre las instituciones que induce un orden completo:
pueden existir contradicciones potenciales entre diferentes cuerpos de reglas que pueden
o no materializarse en los hechos. Cuando las inconsistencias se materializan pueden
dar lugar a conflictos que deben ser resueltos por el poder político con jurisdicción
sobre el caso. Naturalmente, cuanto mayor la jerarquía de las normas en conflicto,
mayor la potencial inestabilidad del marco institucional.
45
El marco institucional tiene como inputs la base jurídica y las pautas culturales, que
representan respectivamente los componentes formal e informal en que se asienta el
marco institucional de la economía. La base jurídica es aportada por las instituciones
políticas y tiene como componentes fundamentales la constitución y las leyes que
estructuran el funcionamiento del Estado: el Congreso y los Poderes Judicial y
Ejecutivo. Con el concepto de Estado nos referimos aquí al conjunto de reglas jurídicas
que le dan forma al mismo y que son el resultado de los equilibrios políticos dentro de
la sociedad. No nos referimos al gobierno como ente (o “jugador”) que participa de la
economía siguiendo sus propias estrategias, que pueden o no reflejar los objetivos de la
comunidad.
El output del marco institucional está constituido por distintos tipos de normas. Como
ya fuera mencionado en el capítulo anterior, este output tiene reglas de diferente nivel y
alcance. En primer lugar, se encuentran las normas de aplicación general: los derechos
de propiedad y las que rigen para la celebración de contratos formales. Estas normas
tienen influencia directa sobre la economía porque afectan los incentivos. La
acumulación de capital necesita derechos de propiedad bien especificados y protegidos.
Difícilmente los agentes sacrificarán su consumo en el presente para acumular bienes de
capital o pondrán en riesgo ese capital con fines de lucro si existe una alta probabilidad
de que sean estafados por otro agente o si el Estado puede expropiar o imponer tributos
exagerados de manera discrecional. Los contratos, por su parte, influyen en los
incentivos porque cada una de las partes en una transacción debe tener confianza en que
la otra cumpla con lo especificado en el contrato. Esto no es sencillo, por ejemplo,
cuando las partes están geográficamente alejadas, cuando una parte está más informada
que la otra o cuando se realiza una transacción de crédito en que una de las partes
promete devolver algo a la otra en el futuro. Muchas veces, si los compromisos no son
creíbles, las transacciones no se realizan porque una de las partes renuncia a participar.
O porque demanda un precio exagerado para hacerlo, como en el caso en que se pide
una tasa de interés excesivamente alta para cubrirse del riesgo de no pago. Cuando una
transacción que es potencialmente beneficiosa no se realiza debido a este tipo de
obstáculos –que tiene que ver con la incertidumbre estratégica– se frustra la
cooperación. Recuérdese del capítulo 1 que una de los motivos para cooperar era el
propósito de explotar las ventajas mutuas del comercio.
Un segundo tipo de output está dado por las normas informales. En la figura estas
normas están representadas por los contratos relacionales. Estos contratos se basan en
instituciones informales, en pautas culturales y costumbres que surgen frecuentemente
en el marco de organizaciones formales. Cuando las partes siguen pautas informales,
actúan auto-imponiéndose reglas que encuentran conveniente seguir cuando mantienen
vínculos a largo plazo. Ejemplos son normas tácitas de corrección de precios entre las
firmas y sus proveedores o ciertas pautas para el avance en las carreras dentro de la
empresa. Muchas veces, las fallas de mercado pueden atenuarse significativamente
utilizando este tipo de contratos, que tratan de explotar las relaciones de confianza o
reputación que aparecen de la mano de las interacciones repetidas entre las partes.
46
complementan esos formatos organizacionales. Los formatos y regulaciones están
usualmente contenidos en códigos, como el de comercio, el naval o el aeronáutico y en
leyes con objetivos específicos (Carta Orgánica del Banco Central, ley de entidades
financieras, de sociedades anónimas, etc.).
Los gobiernos cuentan con armas muy poderosas para cambiar las reglas y cuando las
usan, ello tiene un costo en términos de credibilidad. Recuérdese que en el capítulo 1
subrayamos que las normas deben ser creíbles para ser efectivas en resolver los
problemas de coordinación y motivación. Por ejemplo, la confianza se deteriora si las
políticas macroeconómicas aceleran la inflación y de esa manera violan los derechos de
propiedad al hacer perder valor al dinero y cambiar el valor real de los contratos que
fijan el salario o los alquileres; un hecho que suele afectar sobre todo a los segmentos de
menores recursos que tienen menos acceso a instrumentos financieros para cubrirse del
flagelo inflacionario. En las sociedades inflacionarias las personas dejan de usar el
dinero del país y mantienen una buena parte de sus ahorros en otras divisas. La
dolarización de los portafolios que se observa en la Argentina no es independiente de la
falta de credibilidad en el peso. También promueven la dolarización medidas
discrecionales como el “corralito”, que cambió los contratos existentes entre los
particulares y los bancos, quitándole credibilidad a estos últimos. A veces la falta de
credibilidad toma la forma de falta de inversión. La manipulación de precios de la
energía en los últimos años, por ejemplo, se tradujo en una caída en las reservas de gas
y petróleo en relación a la producción, lo que representa una descapitalización de las
firmas, como estudiaremos en la parte tercera. Por supuesto, esto no quiere decir que las
reglas sean sacrosantas y que la sociedad deba renunciar a ciertos objetivos para
mantener las instituciones en un freezer. La implicancia central, desde el punto de vista
económico, es que todo cambio de reglas tiene un costo por afectar la credibilidad y, por
ende, es vital minimizar ese costo. Para esto último, el camino que siguen las sociedades
democráticas es atenerse a las pautas establecidas por las instituciones políticas para el
cambio de políticas públicas. Es justamente la necesidad de manejar la tensión entre
confianza y cambio lo que llevó a las sociedades a establecer jerarquías entre las
normas, de forma que unas sean más difíciles que otras de cambiar.
28
Estos conflictos y contradicciones en el marco de un régimen de políticas dado se traduce en un
fenómeno que se conoce técnicamente con el nombre de “dominancia de política”. La dominancia se
puede estudiar en base al concepto de “espacio de política”: cuanto mayor este espacio, menor la
posibilidad de que se produzca la dominancia de una política sobre otra. En la Argentina, por ejemplo, es
frecuente que la política fiscal domine a la monetaria o que la política financiera domine a la fiscal, como
ocurre cuando los bancos entran en crisis.
47
Cuando se observa el conjunto de reglas que constituye el output de reglas de juego
generado por el marco institucional queda claro que habrá formas de organización o
contratos que estarán permitidos y otros que no y que esto constituye una restricción
sobre las acciones y decisiones posibles que los agentes deberán en cuenta al organizar
sus actividades. Son restricciones de software que se agregan a las restricciones que
provienen de los recursos y las técnicas disponibles dentro del hardware. De aquí que
Douglas North (1995) definiera a las instituciones como las reglas de juego generadas
por la sociedad para influir sobre el comportamiento de los agentes económicos.
Para hacer operativas las reglas de juego del software y evitar las fallas de cooperación
es necesario utilizar recursos del hardware y, por lo tanto, ello tiene un costo para la
sociedad. Se puede considerar que estos son los costos de hacer funcionar al sistema.
Los economistas suelen llamarlos costos de transacción por analogía con los costos de
realizar transacciones en los mercados y un problema económico fundamental es cómo
minimizarlos29. Desde el punto de vista de la eficiencia, el problema en principio es
minimizar los costos de transacción, lo que implica diseñar las mejores reglas posibles
para hacer funcionar el sistema, lograr que esas reglas se apliquen y confiar en que la
actividad de los emprendedores en las diferentes arenas organizacionales –con y sin
fines de lucro; públicas o privadas– se traduzca en la elección del mejor modelo
organizacional para solucionar los problemas de coordinación, motivación y ejecución.
Dada la complejidad de la tarea, no sorprende que las fallas de cooperación en la
economía moderna sean extremadamente comunes.
29
Probablemente sería mejor llamar a éstos “costos de cooperación” pues la palabra transacción parece
sugerir que la única forma de cooperar es por la vía del comercio. Además, algunos costos de transacción
se originan en la necesidad de prohibir hacer algunas acciones, como cuando se desea que los agentes
eviten sobre-explotar los recursos compartidos.
48
autor que ha enfatizado el contenido de conocimiento que tienen las instituciones30.
Cuando se observan las instituciones con esta perspectiva es fácil entender por qué son
tan traumáticas las experiencias de crisis, algo muy frecuente en la Argentina: las crisis
destruyen reglas de juego, desde contratos financieros hasta sistemas jubilatorios y, en
ese sentido, actúan como verdaderas usinas de generación de incertidumbre estratégica.
Un “corralito” no sólo representa una expropiación, al quebrar las reglas de juego tiene
el costo adicional de dejar a la sociedad sin una organización que es esencial en la
economía moderna para coordinar las actividades: los bancos. Cuando se destruyen
instituciones se destruye conocimiento; es literalmente similar a quemar los libros de
química. Por ello no sorprende que las crisis sean extremadamente costosas y
disfuncionales económica, social y políticamente: son eventos extremos de falla de
cooperación que, al destruir reglas de juego, erosionan el stock de conocimiento social
que actúa como soporte de las organizaciones.
Las crisis, no obstante, son circunstancias límite. Hay situaciones bastante habituales en
las que las reglas no funcionan del todo bien y, en consecuencia, se frustra la
cooperación o se deteriora su eficiencia. Cuando se produce este tipo de fenómeno
aparecen fallas de cooperación. Terminamos nuestro estudio del software con un
análisis de este punto que, como veremos en las partes tres y cuatro, tiene una
importancia clave en explicar los problemas económicos de la Argentina.
2. Fallas de cooperación
Definimos como falla de cooperación a una situación en la que las soluciones de los
problemas de negociación, coordinación, motivación y ejecución que se observan bajo
un marco institucional dado no son las adecuadas. Las razones por las cuales el
equilibrio cooperativo al cual se llega bajo un régimen de reglas dado puede ser
inadecuado pueden agruparse en tres categorías básicas.
30
Ver Aoki (2001).
49
molestaría en pedir una coima Widick, 2008). Hay dos equilibrios posibles, uno con
corrupción y otro sin ella.
En segundo lugar, la solución observada puede ser inadecuada debido al problema del
free rider, que ya hemos visto. En este caso, el marco institucional existente da lugar a
un sólo equilibrio, en el cual los agentes no cooperan debido a que las reglas existentes
no brindan incentivos para mejorar la situación. Los problemas de medio ambiente
sufren típicamente de este problema: si se invirtiera para mejorar el medio ambiente (el
Riachuelo), todo el mundo saldría favorecido, pero el inversor no podría recuperar la
inversión a menos que pueda excluir a quien no pague una tarifa del disfrute del
beneficio (pescar en el Riachuelo). Ya hemos comentado que situaciones similares se
observan en el caso de la producción de conocimientos e información. En este caso,
para mejorar la solución es necesario cambiar las reglas de juego, muy probablemente
por la vía de la intervención pública: limpiar el Riachuelo, prohibir que se arrojen
desechos y financiar todo con impuestos. El equilibrio sería mejor, pero hay que
cambiar el marco institucional.
En tercer lugar, puede ser simplemente muy difícil arribar a cualquier solución, sea
buena o mala. Los agentes no se ponen de acuerdo respecto de ninguna rutina que los
lleve a algún equilibrio cooperativo; no encuentran cómo coordinarse y motivarse para
cooperar. Este tipo de situación es típico que se observe cuando un evento o shock
destruye los equilibrios cooperativos que se habían logrado en el pasado, sea porque
cambian sustancialmente los recursos contenidos en el hardware, sea porque las reglas
de juego que existían dejan de respetarse (como en el ejemplo de las crisis ya
comentado). Como no se llega a ningún equilibrio, se trata de una situación de
desequilibrio. En este caso es imperativo reformar las reglas de juego de forma que la
sociedad pueda alcanzar algún equilibrio. Decimos que será imperativo porque las
situaciones de falla de cooperación pueden ser excesivamente costosas. Por ejemplo, las
grandes recesiones que acompañan las crisis llevan consigo altos niveles de desempleo
de recursos, tanto de capital como de trabajo, lo cual puede tener consecuencias sociales
insoportables. Aparecen consignas como: “que se vayan todos” o grandes segmentos de
la población (sobre todo los jóvenes golpeados por el desempleo) se declaran
“indignados” y cuestionan la legitimidad del “sistema”. En términos de nuestra
discusión esto simplemente quiere decir que aparecen demandas para que la política se
encargue de cambiar aquéllas partes del marco institucional de la economía que no están
cumpliendo con la tarea básica de llevar a la sociedad a situaciones de equilibrio
cooperativo de buena calidad. Por ejemplo, hoy en Europa se discute cómo cambiar las
regulaciones de los bancos, cómo debe ser la política fiscal (¿cuánto debe ajustar Grecia
o España?), si el euro es viable, si la unión monetaria debe ser también una unión fiscal,
etc. Si el lector repasa el cuadro del software verá que el desafío político en Europa es
enorme simplemente porque es necesario realizar trabajos de re-ingeniería institucional
a una escala pocas veces vista.
¿Es la reforma del marco institucional sólo un problema de diseño? Claramente no por
una razón muy sólida: la mayor parte de las veces, las reformas en las reglas de juego
suelen tener efectos distributivos de relevancia y, por lo tanto, generan ganadores y
perdedores. A nadie lo deja tranquilo que le expliquen que está perdiendo posiciones a
favor del logro de un mejor equilibrio cooperativo. Podría pensarse que “la gente es
buena” y comprenderá. Pero aún si se acepta este punto, es evidente que aún
concordando con el objetivo, las personas se harán dos preguntas fundamentales.
50
Primero, ¿cómo saber si la reforma que se propone es la correcta para lograr el objetivo?
Segundo ¿cómo confiar en quienes implementen las nuevas reglas? Estas preguntas se
refieren tanto a la calidad técnica como a la credibilidad de las instituciones y las
políticas. Es justamente porque estas preguntas no tienen respuesta simple que queda
involucrada la política: su rol es ayudar a seleccionar el mejor diseño institucional y
construir credibilidad por la vía de la construcción de consensos y el establecimiento de
mecanismos de control. En una sociedad democrática, el Congreso es el ámbito del
debate, la búsqueda de consensos y el diseño institucional, mientras al Poder judicial le
cabe el rol de velar por la correcta aplicación de las reglas de juego y fiscalizar la
implementación a cargo del Ejecutivo.
De lo anterior se sigue que las reformas serán en principio más fáciles de implementar
cuanto menores sean los efectos distributivos adversos que provoquen, menor poder
político tengan los grupos afectados y mejor funcionen las instituciones republicanas.
Las tres razones por las cuales una solución puede ser inadecuada son útiles para
ilustrar este punto. El caso de las trampas debería ser el más sencillo: todos ganan si la
sociedad se coordina para salir del equilibrio “malo” e ir al “bueno”. Además, en
principio puede hacerse sin cambios significativos de reglas. Esto explica que sea muy
difícil encontrar un país en que el Estado no invierta en educación primaria: si la gente
no sabe sumar y restar la productividad sería realmente muy baja. Son situaciones en
que todos ganan. Probablemente, una sociedad que no soluciona este tipo de problemas
es porque cuenta con una “elite de poder” extremadamente mala. Los casos del free
rider y de los desequilibrios son más difíciles porque generan perdedores y ganadores y,
por ende, más resistencia política al cambio de reglas de juego. Basta comprobar el rol
del “Tea Party” en los Estados Unidos: se trata de un movimiento que tiene como una
de sus banderas la resistencia a que la presión tributaria sobre los ricos aumente, para
“pagar” los programas anti-crisis de ayuda a los bancos y los desempleados.
Probablemente los desempleados pobres piensan diferente y los bancos son indiferentes,
siempre que alguien financie el salvataje financiero…. Por supuesto, los Estados Unidos
podrían hacerle pagar una parte de la crisis al resto del mundo por la vía de incrementar
la inflación y licuar el valor de los dólares que están por todo el mundo y,
particularmente, en las reservas de China y otros emergentes. De aquí que las reuniones
del G20 están lejos de ser tea parties. Pero el punto a señalar es que, cuando los cambios
en las reglas de juego tienen impacto fuerte sobre la distribución, rápidamente el
problema deja de ser sólo económico para devenir político. La fuente principal de
legitimación de las reglas de juego está en el ámbito de la política, no en el de la
economía.
51
No sorprende, por lo tanto, que los economistas hayan invertido gran cantidad de
esfuerzo en analizar las fallas de cooperación específicas que son más comunes. En lo
que sigue estudiamos, primero, las fallas de cooperación que pueden aparecer en las
organizaciones individuales (utilizamos la categorización de la figura 2.1, que distingue
entre mercados, organizaciones públicas y privadas y familias) y luego identificamos las
fallas que pueden aparecer en el nivel sistémico.
Fallas de mercado
Competencia imperfecta. Cuando una empresa tiene poder de mercado, lo utiliza para
colocar un precio superior al que sería socialmente óptimo. Al ser el precio muy alto, se
realizan menos transacciones que las que serían convenientes para la sociedad. Una
empresa puede hacer esto, obviamente, cuando está protegida de la competencia y sus
31
Para organizar las transacciones que involucran este tipo de bienes, servicios y factores los
demandantes suelen tener problemas importantes para informarse y cubrirse de los riesgos correctamente:
¿cómo entender a qué me compromete la letra chica del contrato?; ¿cómo confiar en que el personal que
contraté en la firma no revelará secretos comerciales o tecnológicos? ¿Cómo saber si este trabajador es
conflictivo? Los oferentes, por su lado, enfrentan dificultades para proteger los derechos de propiedad
sobre lo que producen: ¿cómo evitar que me copien el programa que desarrollé?; ¿cómo asegurar, siendo
una PyME proveedora de una firma con poder de mercado, que se me respete el contrato?
52
competidores están impedidos de mejorar la oferta32. Las barreras a la competencia se
pueden originar por concesiones del gobierno, acceso privilegiado a conocimientos
tecnológicos y patentes, colusión entre los oferentes o monopolios naturales. Estos
últimos se forman cuando una empresa tiene costos decrecientes a medida que produce
más, como ocurre con muchos de los servicios públicos.
Bienes públicos. Estos bienes tienen dos características especiales con las cuales ya nos
hemos topado al discutir las características especiales del conocimiento y las repetimos
brevemente aquí. La primera es que el consumo por una persona no impide que ese
mismo bien sea consumido también por otra. Técnicamente se dice que estos bienes son
no rivales en el consumo. La defensa nacional es un ejemplo: que un ciudadano esté
protegido no impide que otro también lo esté. La segunda es que es difícil excluir al otro
del consumo. Cuando las fuerzas armadas de un país defienden a un ciudadano sería
muy difícil excluir a otro porque, por ejemplo, no pagó sus impuestos. Se dice en este
caso que el consumo del bien tiene la característica de no exclusión33. El mercado como
organización también falla aquí en solucionar la cuestión de la motivación por el
problema del parásito: los particulares tratarán de evitar pagar por los bienes públicos si
pueden disfrutar de ellos sin hacerlo. Esta falla de mercado se soluciona mediante una
institución: los impuestos. Los ciudadanos no deciden si pagar impuestos, están
obligados a hacerlo.
53
depositantes y bancos. Esas reglas de “governanza” o formatos organizacionales que
hacen operativos a los mercados son vitales para el funcionamiento de la economía
como sistema. Las reglas de gobernanza pueden surgir tanto espontáneamente de la
interacción de los agentes en los mercados como ser impuestas por el Estado. En
realidad, tanto en su origen como en su forma, las reglas de governanza tienden a
adaptarse al tipo de transacción, que como vimos puede ser muy compleja.
Cuando los costos de realizar las transacciones por la vía del mercado son excesivos, los
agentes recurren a otros mecanismos para reducir esos costos. Una forma de hacerlo es
internalizar la transacción dentro de la empresa. Esto ocurre, por ejemplo, cuando una
firma se integra verticalmente a los efectos de asegurarse la provisión de insumos. Pero
esto trae nuevos problemas al recargar las tareas de la jerarquía. Las causas de fallas en
las jerarquías se relacionan, en primer lugar, con los costos de comunicación entre las
partes: tanto para transmitir las órdenes como para informar a la cúpula de los
problemas en las jerarquías menores. La información está siempre descentralizada y
localizada en diferentes segmentos de la organización y ello genera asimetrías de
información y costos de transmisión. En segundo lugar aparece el problema de las
influencias. Una parte del esfuerzo de los participantes se perderá en tareas orientadas a
influir sobre sus jefes para conseguir ciertas ventajas, que no tienen que ver con
maximizar los logros del conjunto. Asimismo, como vimos, los agentes pueden
manipular la información (ocultarla, destruirla) a los efectos de mejorar su posición.
Las jerarquías nunca funcionan de manera perfecta: no alcanza con diseñar bien el
organigrama de la organización y asegurar que funcionen los canales de transmisión de
información. En las organizaciones reales se invierte gran cantidad de esfuerzos en
diseñar incentivos para que las personas sigan las reglas. Si esas reglas no están en línea
con las estrategias de los individuos, las acciones y decisiones de la organización no
ocurrirán según el diseño plasmado en su organigrama; las reglas deben ser efectivas en
motivar los comportamientos deseados. Tomar en cuenta la visión, intereses y
preferencias de los individuos es crucial a la hora de evaluar si el esquema de reglas de
juego diseñado para coordinar y motivar un cierto comportamiento funcionará o no en
un contexto específico: formatos organizacionales que son eficientes para coordinar y
motivar en un contexto podrían producir resultados opuestos en otro.
54
Disfuncionalidad familiar
La familia también puede mostrar fallas en las funciones económicas que cumple. La
familia, como organización, toma decisiones cruciales en relación al ahorro, el gasto de
inversión física (vivienda, bienes durables) y en capital humano, cobertura de riesgos,
participación en el mercado de trabajo y tasa de natalidad. Para llegar a decisiones
correctas en relación con estas variables, las familias deben resolver problemas de
coordinación, motivación y ejecución, como ocurre en cualquier estructura jerárquica.
En la economía de las familias se utilizan modelos de toma decisiones que permiten
diferentes grados de negociación pero en todos los casos un problema central tiene que
ver con la motivación que los jefes de hogar tienen para tomar en cuenta los intereses de
quienes dependen de ellos: los niños y, también, los ancianos. Entre las fallas que son
relevantes para nuestro estudio cabe mencionar las siguientes.
Fallas de gobierno
El gobierno está compuesto por organizaciones que, como tales, actúan como agentes
económicos. El formato organizacional que utilizan los entes públicos se basa en
jerarquías. La burocracia pública es la organización jerárquica por excelencia. Algunas
de estos entes actúan como si fueran organizaciones privadas (bancos públicos,
empresas del Estado) y otros están especializados en la regulación de las actividades y
la implementación de políticas públicas, como es el caso por ejemplo del Banco Central,
los entes de regulación o la Secretaría de Hacienda. Las fallas de gobierno, por ende, se
asocian en gran medida con los problemas de las jerarquías ya marcados con
anterioridad.
Desarrollar entes públicos que estén libres de fallas es un desafío complicado. Por un
lado, debe contar con tecnología, recursos y una burocracia pública idónea en un
contexto en que el sector privado y el resto del mundo compiten por captar esos mismos
recursos. Por ejemplo, es difícil reclutar personal calificado para el gobierno en un país
que sufre de “fuga de cerebros” atraídos por mejores oportunidades en el exterior. Por
otro, aún en los casos en que el Estado logra estructurar entes de regulación y
organizaciones con poder de policía, muchas veces es difícil delegar autoridad y hacer
55
cumplir las normas debido a la corrupción y las actividades de búsqueda de renta fácil
por la vía de conseguir privilegios del Estado. Una falla de gobierno muy grave se
produce cuando las agencias de regulación son capturadas por los intereses específicos
de aquéllos que debe controlar. Cuando estos problemas son generalizados pueden dar
lugar a un sistema llamado “capitalismo de amigos”.
Las organizaciones del gobierno tienen un papel protagónico pues, para que el marco
institucional esté en condiciones de inducir orden en las interacciones entre los agentes,
se requiere un gobierno capaz de hacer cumplir las reglas de juego –jueces, poder de
policía, una burocracia pública–. Estos servicios sólo pueden ser provistos por
organizaciones del Estado. Ello sería así porque las reglas no serían creíbles y, por ende,
serían inefectivas para ordenar las negociaciones, coordinar y motivar. Todos los
agentes deben creer que se cumplirá con los compromisos, con las amenazas de castigo
si la conducta se desvía y con los premios por actuar en línea con lo esperado. La
autoridad del Estado es central en este punto pues en ella descansa, en última instancia,
la tarea de hacer cumplir las leyes, incluyendo la tarea del Poder Judicial para proveer
justicia ante conflictos entre agentes económicos.
Cuando las autoridades no pueden comprometerse, esto puede inducir serias fallas de
cooperación. Por ejemplo, cuando un gobierno con mucho poder y pocos controles
republicanos se compromete a no imponer tributos adicionales sobre la inversión y su
promesa no es creíble, los inversores anticiparán que, una vez realizada la inversión,
serán expropiados. Por lo tanto no invertirán y la contrapartida será, por ejemplo, la
salida de capitales. También ocurre esto cuando el gobierno le reclama a los asalariados
que moderen sus reclamos para reducir la inflación y éstos anticipan que una vez
negociados los salarios el gobierno no cumplirá con la promesa de reducir la inflación
debido a sus necesidades fiscales, con la consecuencia de que la inflación deviene
inercial.
Disfuncionalidad sistémica
La disfuncionalidad en el nivel del sistema puede tomar las tres formas básicas
siguientes.
56
transitoria, mientras que una recesión permanente implicaría no utilizar nunca la
capacidad disponible en el hardware. La teoría económica y los gobiernos han
desarrollado instrumentos de política de cierta eficiencia para evitar las consecuencias
de los desequilibrios de este tipo, que toman usualmente la forma de desempleo en la
parte recesiva del ciclo y de presiones inflacionarias en la parte expansiva del mismo.
Entre esos instrumentos sobresalen, en primer lugar, las políticas monetarias anti-
cíclicas. Los bancos centrales con frecuencia bajan las tasas de interés para que suban el
consumo y la inversión si la actividad económica se debilita y hacen lo contrario cuando
se acelera la inflación. En segundo lugar, las autoridades pueden manipular el gasto
público y los impuestos para compensar fluctuaciones cíclicas. Incluso hay mecanismos
fiscales que actúan como estabilizadores automáticos, como es el caso de los seguros de
desempleo: en la parte baja del ciclo, cuando la gente es renuente a gastar y hay
desempleo, el gasto público sube automáticamente al elevarse los pagos por seguro de
desempleo y ocurre lo contrario en las expansiones. Uno de los problemas que tienen
países como la Argentina, en relación con esto, es que cuentan con pocos
estabilizadores automáticos y ello obliga al gobierno a actuar de forma más discrecional
para estabilizar los ciclos En nuestro país el seguro de desempleo es insignifcante. Un
tercer instrumento anti-cíclico muy utilizado es la depreciación de la moneda. Esto se
hace para abaratar los productos domésticos, incentivar las exportaciones y crear
demanda por esa vía en la recesión. Un problema que enfrenta hoy el mundo es,
justamente, que todos los países afectados por la crisis están tentados de devaluar, pero
si todos lo hacen al mismo tiempo, a ninguno le serviría para nada ya que hay que
devaluar en relación con alguna moneda. Sólo habría una “guerra de monedas” que
actuaría como un obstáculo para la coordinación internacional. La guerra de monedas es
un ejemplo de falla de cooperación, pero a nivel global. En este sentido, el G20 jugaría
el rol del “gobierno” que debe imponer reglas para llevar a la economía global a un
equilibrio cooperativo mejor que el representado por la guerra de monedas.
57
credibilidad institucional. Los ajustes son intensivos en acción política porque un
ingrediente vital de todo ajuste exitoso es la percepción de legitimidad.
Bajo crecimiento. Un último tipo de desajuste sistémico tiene que ver con las trampas
de bajo crecimiento. En este caso el problema es que existe una inconsistencia entre la
dotación de recursos contenida en el hardware y el nivel de desempeño de la economía
en términos de crecimiento. Si dos economías con dotaciones similares de recursos
muestran tasas de crecimiento muy diferentes es razonable hacer la hipótesis de que las
disfuncionalidades que explican ese hecho se ubican en el plano de las organizaciones y
el software. Hay una gran variedad de fallas de cooperación que pueden llevar a este
resultado. La literatura actual enfatiza las siguientes. Primero, cuando el marco
institucional es débil, la incertidumbre de origen estratégico es más alta y, por lo tanto
es más difícil conocer las condiciones futuras de la economía. Es difícil saber si se
respetarán los derechos de propiedad, las políticas pueden ser erráticas, etc. Esto
desincentiva la inversión y el progreso técnico porque los resultados de esas inversiones
sólo se recogen a largo plazo. Segundo, las fallas en los mercados financieros son
particularmente dañinas porque buena parte de la inversión se financia con crédito. Los
países con sistemas financieros más pequeños crecen menos. Tercero, las fallas de
gobierno afectan al crecimiento por un sinnúmero de vías. Las más citadas: falta de
inversión pública en infraestructura y en capital humano (salud y educación); falta de
desarrollo del sistema nacional de innovación que es vital para el progreso técnico;
corrupción y discrecionalidad excesiva.
5. Reformas
Las reformas, en suma, se deben adaptar a cada contexto específico y deben tomar en
cuenta que las fallas de cooperación pueden obedecer a distintas causas:
58
persiga los objetivos primarios que llevaron a su creación. Esto ocurre, por
ejemplo, cuando se elige una solución de mercado para un problema que debe
solucionar el Estado o una ONG o se usa el Estado para dar solución a un
problema de mercado. También ocurre si la familia se ocupa de problemas que
puede manejar mejor la sociedad. El uso de las comillas en la palabra elección
llama la atención sobre un hecho: el carácter evolutivo de las organizaciones;
los problemas de acción colectiva y las restricciones sistémicas hacen que los
grados de libertad para elegir sean muy reducidos o, incluso, nulos.
De esta clasificación se sigue que los intentos de reforma pueden involucrar diferentes
niveles en la jerarquía institucional representada en la figura 3.1. Pueden ir desde
cambios “micro” en el nivel de las organizaciones en un segmento específico del
sistema hasta cambios “macro” que tomen el carácter de reformas estructurales, como
ocurrió en la Argentina de los noventa y está ocurriendo en los dos mil (más allá de que,
obviamente, la orientación de las reformas es muy diferente). El software siempre juega
un papel protagónico. En el caso de las reformas micro, la flexibilidad para realizar
cambios en la organización está acotada por el marco institucional; como ocurre, por
ejemplo, cuando las firmas deben respetar las normas laborales o medioambientales al
realizar reestructuraciones que buscan incrementar la eficiencia. En el caso de las
reformas macro, como ellas implican mudanzas en las leyes, regulaciones, etc, el
software es vital porque por un lado la reforma debe ser compatible con el marco
jurídico existente y, por otra, las leyes se pueden cambiar sólo si se respetan las reglas
de las instituciones políticas.
59
las reformas funcionen, es que el marco institucional sea percibido como legítimo y
creíble. Ya hemos analizado por qué la credibilidad, que se gana a partir de la confianza
en las reglas de juego, es el factor que inmuniza a la sociedad contra el virus de la
incertidumbre estratégica. Aquí sólo deseamos subrayar que la credibilidad se nutre de
la vida institucional y de las organizaciones y éstas sólo se desarrollan cuando el
sistema político es capaz de generar un Estado legítimo, con capacidad de compromiso.
Este hecho crea un vínculo indisoluble entre economía y política. Por ello, en última
instancia, las reglas del juego de la economía son el reflejo del equilibrio de poder entre
quienes participan en el sistema político. Los economistas tienden a modelar este
problema como un juego de orden superior –de orden político– cuya función es generar
las reglas que se usarán, a su vez, para ordenar la cooperación y el conflicto en la
actividad económica. Si el juego político es de mala calidad, las instituciones
económicas y el desempeño de la economía reflejarán ese hecho. Cuando la sociedad
encuentra los caminos para negociar sobre sus diferencias, deliberar sobre sí misma con
criterio y crear estructuras de poder con capacidad de comprometerse, ello puede
considerarse una bendición para la economía.
60
Capítulo 4
61
1. Estructura económica y crecimiento sostenido
La figura 4.1 será útil para organizar los temas que trataremos en el capítulo. La figura
repite el segmento correspondiente al hardware de la figura 2.1, pero agregándole
algunas dimensiones que necesitamos incorporar al análisis.
Figura 4.1
Hardware, estructura económica y crecimiento sostenido
Hardware
Cambio estructural
Crecimiento Sostenido
La idea central que pretende transmitir la figura es que los recursos representados por
los cinco rectángulos superiores son los insumos que contribuyen tanto a edificar la
estructura productiva como a generar la oferta global de productos. A esa oferta global
se la identifica con el PBI. En una economía capitalista, los agentes que participan de la
generación de la oferta reciben un ingreso por la tarea de agregar valor a los recursos.
Por ello el PBI, el valor agregado y la suma de todas las remuneraciones pagadas
coinciden y, en general, se utilizan los conceptos de valor agregado, ingreso y PBI como
sinónimos34. Los productos que conforman el PBI, por otra parte, se destinan a
satisfacer la demanda global de bienes y servicios que la sociedad utiliza para llenar
tanto sus necesidades de consumo como de invertir para ampliar el tamaño de la
estructura productiva. Nótese que se produce, de esta forma, una suerte de flujo circular:
quienes participan en generar la oferta contenida en el PBI reciben un ingreso por ello,
que luego gastan en los mismos bienes que contribuyeron a crear. Obviamente, sólo en
economías muy primitivas los productores consumen e invierten lo que ellos mismos
crean. En las economías modernas, los mercados y las organizaciones que examinamos
en el capítulo 2 son las encargadas de re-asignar la oferta según los deseos y
necesidades particulares de los demandantes. Actúan como canales que redistribuyen la
34
Para una definición más precisa y técnica de estos conceptos ver Naciones Unidas (2006).
62
oferta hacia distintos usos. De aquí que los servicios de distribución creen valor: ayudan
a mejorar la asignación de los recursos y, por ende, a usarlos mejor.
a. Productividad
63
economistas utilizan el concepto de productividad para captar este hecho. La
productividad busca medir qué volumen de producto es capaz de generar una economía
(output) con un volumen dado de recursos (inputs). Cuanto menos inputs se utilizan por
unidad de output producido, más eficiente es la economía: a la sociedad le cuesta menos
esfuerzo conseguir un nivel dado de bienestar. Por lo tanto, para medir la productividad
necesitamos medir la relación entre el valor agregado o PBI que el país genera, por un
lado, y el conjunto de recursos que tiene en el hardware, por otro.
Realizar esta medición es muy difícil35. Por ello, para simplificar se procede en dos
pasos. El primer paso es tomar uno de los inputs como representativo del resto y medir
la productividad en relación con ese input. En el caso del crecimiento, el input
privilegiado es el trabajo. Por lo tanto se toma la productividad del trabajo como
representativa de la productividad de la economía en su conjunto. La productividad
laboral tiene la virtud de ser fácilmente calculable ya que surge de dividir el valor
agregado o producto generado por la economía por la cantidad de personas ocupadas36.
Cuanto más valor agregado genere cada trabajador, más eficiente será la economía. Una
ventaja adicional de este indicador es que, además de brindar una idea de lo que ocurre
con la eficiencia también nos da indicaciones sobre el bienestar: si el trabajador
promedio produce más, tiene más bienes a su disposición. De aquí en adelante,
entonces, cuando decimos productividad nos referimos a la productividad por hombre
ocupado si no aclaramos lo contrario. El segundo paso es tomar en consideración la
influencia del resto de los inputs. Para ello se desarrollaron teorías acerca de cómo
afectan los otros inputs a la productividad laboral. Los argumentos esgrimidos por esas
teorías irán quedando en claro a medida que avancemos.
Necesitamos ahora hacer algunas aclaraciones sobre la productividad laboral que son
necesarias para comprender el análisis de la experiencia argentina que realizamos en los
capítulos 5, 9 y 10.
64
trabajador debe hacer un aporte al PBI total que sea, al menos, igual al que estaban
haciendo quienes ya estaban trabajando. Bajo estas condiciones, la tasa de crecimiento
del PBI total será igual que la tasa de crecimiento en la cantidad de trabajadores y, en
consecuencia, la productividad por hombre ocupado quedará constante. La economía
será más grande (PBI total más grande) porque habrá más gente trabajando, pero el
aporte promedio de cada uno quedará igual (PBI per cápita constante). China es una
economía grande porque tiene muchos trabajadores pero no es rica como Estados
Unidos porque la productividad promedio del trabajo es más baja allí que en este último
país. Conclusión: para que una economía haga cada vez más rica a su gente es necesario
que aumente la productividad del trabajo, de forma que el PBI suba a una tasa superior a
la tasa de crecimiento de la cantidad de trabajadores.
65
a jugar su papel las teorías que explican cuáles son los factores que elevan la
productividad laboral, dando lugar a los criterios de desempeño representados en la
figura 4.1. Analizamos esto a continuación.
b. Acumulación de recursos
Una estrategia que parece razonable para hacer crecer el valor agregado más rápido que
la oferta de trabajo es la de aumentar la cantidad de recursos que cada trabajador tiene a
su disposición. Además, como hay varios recursos para elegir lo lógico sería concentrar
el esfuerzo en acumular aquél o aquéllos que hagan aumentar el valor agregado más
rápidamente. Esta estrategia podría tomar dos formas básicas. Una es aumentar un input
por vez dejando la cantidad de recursos restantes constante; la otra es aumentar todos
los inputs de manera simultánea.
Empecemos con un input por vez. Si en una organización productiva se aumenta el uso
de un recurso que no sea el trabajo (capital, recursos naturales, etc.) dejando los demás
recursos constantes y, como consecuencia, el valor agregado aumenta aún estando fija la
cantidad de trabajadores, se sigue que la productividad de esos trabajadores en
promedio habrá aumentado. Esto se observa en la práctica: la productividad media del
trabajo es más alta en las ramas que tienen más capital por hombre ocupado. Ejemplos
típicos de ramas intensivas en capital son la refinación de petróleo o los
emprendimientos mineros. Un hecho que complica el panorama, no obstante, es que la
adición de recursos no tiene siempre igual impacto sobre el valor agregado: en una gran
cantidad de actividades, cuando se incrementa la intensidad en el uso de, digamos, el
capital, lo que aporta cada unidad adicional de ese recurso al valor agregado y, por ende,
a la productividad del trabajo, va decreciendo. Debido a esto, se llega normalmente a un
punto en que deja de ser conveniente seguir concentrando el esfuerzo de acumulación
en el recurso en cuestión. De esto se sigue que sería difícil lograr el crecimiento
sostenido de la productividad laboral sólo sobre la base de la acumulación de factores
cuyo aporte a la productividad decrece en el tiempo37.
En vez de ir aumentando la intensidad de un recurso por vez, cuando una planta ya está
trabajando a pleno, los productores podrían tomar la decisión de construir una nueva
planta. Esto requiere aumentar el uso de todos los recursos al mismo tiempo: una nueva
planta requiere un lote de tierra, maquinaria y nuevos trabajadores. Si, como
consecuencia de incrementar el uso de todos los recursos en igual proporción, el valor
agregado sube en idéntica proporción, se dice que la unidad productiva muestra
“rendimientos constantes a escala”: cada nueva planta construida produce lo mismo que
las anteriores. Si el valor agregado crece más que proporcionalmente los rendimientos
son crecientes y, por supuesto, son decrecientes si ocurre lo contrario38.
37
Obsérvese, por otra parte, que si el recurso que se incrementa es la cantidad de trabajo, permaneciendo
el resto de los recursos sin cambios, la prueba es más exigente en lo que hace a productividad laboral:
para que ésta aumente en promedio al adicionar un trabajador más, ese trabajador adicional debería
realizar un aporte mayor que el que venían realizando en promedio los trabajadores que ya estaban
ocupados. Esto puede ocurrir, por ejemplo, cuando los trabajadores aprenden a trabajar mejor a medida
que pasa el tiempo y le enseñan cómo ser más productivo al recién llegado.
38
Nótese, sin embargo, que no haría falta volver a “inventar” la tecnología utilizada en la planta debido a
que el conocimiento es especial: se puede “consumir” sin que desaparezca. Por supuesto, si hubiese
inversión en desarrollar nuevas tecnologías, seguramente la planta nueva no sería un clon de la antigua,
como estamos suponiendo en el texto. Justamente por esto los cambios tecnológicos son una fuente de
66
Es importante resaltar un hecho: si es la estructura productiva como un todo la que
exhibe rendimientos constantes a escala, la productividad del trabajo de esa economía
será siempre la misma y su producto por habitante se estancará. En efecto, en esa
economía, a medida que crezca naturalmente la población, se necesitará que suban en
igual proporción el resto de los recursos del hardware para que los nuevos trabajadores
encuentren plantas productivas adicionales en las cuales trabajar y, si ello ocurre, el PBI
subirá en proporción a los recursos adicionados para construir las plantas, dado que hay
rendimientos constantes a escala. Así, la productividad quedará constante porque la
cantidad de trabajadores y el valor agregado estarán subiendo a la misma tasa. Todos los
habitantes serán igual de ricos que antes, pero no más. Obviamente, la situación sería
mucho peor si la economía mostrara rendimientos decrecientes a escala: entraría en
decadencia porque el nuevo valor agregado generado al adicionar recursos a medida que
la población crece no sería suficiente para satisfacer los requerimientos del aumento
poblacional. Esto quiere decir que para ser cada vez más rico se necesitaría encontrar la
forma de obtener rendimientos crecientes al aumentar la escala con que se usan los
recursos.
Hay que tener en cuenta, por otra parte, que no todos los recursos se pueden incrementar
de manera conjunta, de forma de ganar escala. Los recursos naturales no se reproducen
y algunos se agotan. El factor trabajo, a su vez, se reproduce en función de decisiones
que pertenecen más al campo de la demografía que al de la economía. Asimismo, la
acumulación de conocimiento depende en cierta medida de la creatividad y de la
disponibilidad de capital humano y estos factores pueden no estar presentes.
La conclusión general que se sigue de estos argumentos es que sería muy difícil basar la
estrategia de crecimiento sólo en acumular factores a medida que la población crece, sea
de a uno por vez o aumentando la escala en el uso de todos al mismo tiempo. Para que
cada habitante sea cada vez más rico hay que encontrar la forma de que los
rendimientos no decaigan. La respuesta a esto está en gran medida asociada con un
componente del hardware que hemos dejado de lado: el factor conocimiento, que
influye tanto en la tecnología de productos y procesos como en la organización.
c. Rendimientos crecientes
rendimientos crecientes: se puede sacar más producto que antes aún aumentando los insumos en igual
proporción.
67
usuarios. Obviamente, si los costos caen ello implica que está aumentando la
productividad39.
Un segundo caso de rendimientos crecientes ocurre cuando los costos caen con la escala
de producción debido a que los trabajadores y empresarios aprenden a hacer mejor las
cosas a partir de la experiencia (learning by doing). Esta alternativa tiene la ventaja de
que los rendimientos crecientes no tienen por qué desaparecer en el tiempo: la
posibilidad de aprender no tiene un límite. En este caso se dice que las economías de
escala son dinámicas: los trabajadores están en condiciones de extraer cada vez más
producto de un hardware dado gracias a que aprenden a utilizar los recursos cada vez
con mayor eficiencia. Nótese que los argumentos sobre escala y ganancias en el
comercio internacional se aplican también en este caso. Aunque el riesgo aquí es que el
competidor imite y también gane escala. Recuérdese que el conocimiento es especial en
este sentido.
39
Pero este beneficio no viene sin dificultades por el lado del software: los costos decrecientes dañan a la
competencia por dos vías. Por un lado, puede ocurrir que la firma de alta escala desplace a sus
competidores fácilmente si estos tienen una escala menor y, por ende, sus costos son mayores. Por otro
lado, si la inversión inicial en la planta es muy grande, sólo quienes tienen recursos suficientes podrán
participar y ello actuaría como una barrera a la entrada que deterioraría la competencia. Se pueden
formar, así, los llamados “monopolios naturales” o, menos dramáticamente, situaciones en que el
mercado es dominado por unas pocas empresas como suele pasar en el mercado de automóviles. Cuando
las empresas pueden ejercer poder de mercado se necesitan normalmente regulaciones para proteger el
bienestar del consumidor. También ocurre que el Estado se hace cargo de las grandes obras de
infraestructura. Esto genera demandas para el software (regulaciones, formatos organizacionales) que
pueden no ser fáciles de satisfacer cuando el marco institucional es débil o la corrupción es elevada.
Un buen manual para analizar el rol de la escala en el comercio internacional es Krugman y Obstfeld
(2006).
68
La posibilidad de ganar competitividad por la vía de la escala –sea estática o dinámica–
da lugar al fenómeno de la “industria naciente”, que suele ser utilizado para justificar el
proteccionismo como instrumento para la industrialización. La idea es proteger el
mercado local, hacer que las empresas ganen escala por la vía estática o de aprendizaje
y, una vez que los costos bajaron lo suficiente, dejar que vayan a competir con el resto
del mundo. El argumento es perfecto, pero llevarlo a la práctica es muy difícil: es muy
demandante de reglas de juego. Esto es así porque la industria protegida podría no
aprender ni ganar escala, pero cooptar la agencia de aplicación del gobierno de forma de
prolongar indefinidamente la protección sin hacerse competitiva. Esto obliga a los
consumidores y las firmas a pagar eternamente más por lo que podrían comprar más
barato afuera. No sorprende que los países que lograron sacar provecho de la industria
naciente sean aquéllos que se las arreglaron para instalar un software adecuado.41 La
Argentina, como veremos en la parte cuatro, tiene una larga historia de intentos por
diseñar un software adecuado para explotar las industrias nacientes, donde hay
probablemente más para aprender de los errores que de los aciertos (que por supuesto
también los hubo).
En cuarto lugar, los rendimientos crecientes pueden crearse a partir de las interacciones
entre unidades productivas que realizan actividades que resultan complementarias. Esto
puede ocurrir de diferentes formas. Tres que serán relevantes para nuestra discusión son
los fenómenos de aglomeración, las redes y las cadenass de valor.43 En la
aglomeración, los beneficios surgen del hecho de que las firmas se localizan en un
mismo lugar y se benefician de ello. Por ejemplo, porque aprenden unas de otras o
porque se benefician del hecho de que acudan trabajadores con calificaciones que se
adaptan a sus necesidades. La urbanización es uno de los fenómenos de aglomeración
más importantes. A escala menor, Sillicon Valley es otro ejemplo. El problema de la
aglomeración es que enfrenta un problema de coordinación: si bien todos se
41
Sobre las políticas industriales seguidas por los países asiáticos exitosos ver Banco Mundial (1993).
42
Sobre tecnología y productividad ver Aghion y Howit (1998) y OECD (2001) sobre sistema nacional
de innovación Lundvall (1992)
43
Sobre estos fenómenos ver Strange (2008), Lariviere (2008) y Bloch (2008), respectivamente.
69
beneficiarían si se establecen en la misma localidad, se necesita una masa crítica para
que el efecto se produzca y hasta que la masa crítica no esté, a nadie le resulta rentable
ser el primero en establecerse en una localidad dada. Típicamente estos fenómenos
ocurren de forma más o menos accidental. Pero los gobiernos que tienen políticas
públicas de calidad muchas veces se encargan de la coordinación, por ejemplo,
mediante la formación de parques industriales o tecnológicos. Las cadenas de valor son
más fáciles de formar porque suelen formarse a partir de una firma líder que establece
relaciones cuasi-jerárquicas con el resto de las firmas de la cadena y coordina las
actividades de éstas como proveedores o unidades tercerizadas. Son más fáciles porque
la firma líder, que típicamente tiene el activo estratégico de la cadena (como el dominio
de una tecnología o un mercado de distribución del producto) es capaz de internalizar
buena parte de los beneficios generados. A diferencia de una cadena de valor, las redes
suelen ser más horizontales, con menos relaciones cuasi-jerárquicas en su interior. Pero
por la misma razón enfrentan más problemas de coordinación e incentivos.
Un último factor que puede devenir en una fuente de rendimientos a escala son las
instituciones44. Las reglas de juego contenidas en el software actúan como bienes
públicos que entran como insumos en la producción de todas las organizaciones
productivas y contribuyen a moldear las relaciones que establecen entre ellas. En este
sentido, el software económico tiene una función muy parecida a la que cumple el
software en el mundo de la computación: una vez desarrollado el programa puede ser
utilizado por una enorme cantidad de usuarios que sólo necesitan realizar una inversión
mínima para utilizarlo y, cuanto mayor el número de usuarios, más fácil amortizar el
costo fijo de desarrollar el programa.
Es fácil ver, a esta altura, por qué la literatura sobre crecimiento actual le asigna una
función tan importante a las instituciones. En primer lugar, en el capítulo sobre software
mostramos que todas las unidades productivas necesitan protección de sus derechos de
propiedad, utilizar contratos, etc. En segundo lugar, si los costos decrecientes se
registran en una actividad que genera monopolios naturales o empresas con poder de
mercado, la calidad de las regulaciones será crítica en determinar los beneficios para el
crecimiento. En tercer lugar, cuando los rendimientos crecientes aparecen en las
relaciones entre empresas por la vía de las complementariedades, es necesario coordinar
las inversiones y las decisiones. Por ejemplo, los autopartistas invierten si hay una
44
Sobre este punto y las instituciones ver Aoki (2001)
70
terminal y la terminal puede no localizarse en el lugar porque no hay autopartistas. Esto
demanda insumos del software bajo la forma de políticas públicas que ayuden a la
coordinación de decisiones productivas. Por ejemplo, los gobiernos deben invertir en
parques industriales para generar clusters dentro de los cuales se aprovechen las
complementariedades entre firmas. En cuarto lugar, las políticas industriales orientadas
a explotar los beneficiosos de la industria naciente deben estar contenidas dentro de un
régimen de políticas públicas que evite la mala asignación y la corrupción. En quinto
lugar, cuando se descubre una nueva actividad con rendimientos crecientes los recursos
deben fluir hacia ella. Pero puede ocurrir que los canales estén obstruidos debido a
debilidades en el software: por ejemplo, si un emprendedor tiene una idea debe contar
con capital para ponerla en práctica y si no lo tiene, debe pedirlo prestado. Si por ser un
emprendedor no tiene mucha historia crediticia el banco no le dará el crédito, el
proyecto no se hará y la sociedad perderá una oportunidad. Una razón esencial por la
que las finanzas no se desarrollan son los problemas de regulación y de defensa de los
derechos de propiedad de los acreedores. En el capítulo 11 veremos que el subdesarrollo
financiero es uno de los obstáculos más importantes que enfrenta la Argentina para
crecer sostenidamente.
d. Competitividad
71
reducciones de costos en relación a la competencia internacional. Las firmas
probablemente preferirían aumentar sus beneficios aumentando los precios en vez de
esforzarse para reducir los costos; pero para fijar los precios en el mercado internacional
deberían tener poder de mercado, algo muy difícil de lograr en la arena global donde
existen tantos competidores, sobre todo para firmas de países emergentes.
¿No hay excepciones a esta regla general? Hay dos que son de gran importancia para el
caso argentino y las dos tienen que ver con los precios. Una excepción se produce
cuando las autoridades nacionales manipulan los precios internos de forma de hacer
subir los beneficios de las firmas que compiten con el exterior; otra excepción se
produce cuando los países tienen suerte y los precios internacionales de lo que venden
aumentan.
En lo que hace a la manipulación de los precios internos, hay dos estrategias para
hacerse competitivo, aún teniendo una productividad menor que los competidores
externos. La primera es vender más barato reduciendo los costos internos y,
particularmente, los costos laborales. Esto es lo que hacen los países que deprecian el
valor de su moneda a los efectos de ser competitivos. Si se logra que el tipo de cambio
(pesos por dólar) aumente más que los salarios en pesos, los salarios medidos en dólares
caerán y, como los precios internacionales en dólares están dados, aumenta el beneficio
de las firmas nacionales que compiten con el exterior: reciben la misma cantidad de
dólares, pero los salarios que pagan representan menos dólares. Por ejemplo, los
Estados Unidos acusan a China de ganar competitividad de esta forma. Un país que
hace esto es literalmente como si estuviera siempre a sus trabajadores en oferta de fin de
temporada. Por supuesto, esto no viene gratis: se sacrifica bienestar nacional para ganar
competitividad. Los trabajadores argentinos sufrieron muchas veces caídas fuertes de
sus salarios en dólares por efecto de devaluaciones (ejemplos: 1981; 1989; 2002).
Nótese, no obstante, que todo gobierno con sesgo más o menos oportunista siempre
tendrá la tentación opuesta: revaluar la moneda para aumentar los salarios en dólares y
generar una sensación ficticia de mayor bienestar a corto plazo (ejemplos: la “plata
dulce” de 1978-80; la convertibilidad). Estas políticas se autodestruyen debido a que la
economía deviene muy poco competitiva y experimenta problemas en su sector externo:
comienzan a faltar dólares por la caída de las exportaciones y el aumento de las
importaciones. El final es siempre la depreciación de la moneda. Conclusión: es
fundamental aumentar la productividad del trabajo para no tener que estar con los
trabajadores en oferta como único medio de ganar competitividad.
72
estrategia proteccionista es que impide que haya desempleo y pérdidas empresarias en la
rama afectada por la competencia externa. Pero también tiene un costo: todos los
consumidores del país pagarán más caro un producto que podrían conseguir más barato
afuera; de hecho se le pide a la población que subsidie el empleo y las ganancias en
sectores que no están en condiciones de aprobar el examen competitivo. De más está
aclarar que las empresas protegidas seguirán sin poder competir en cualquier otro
mercado que no sea el nacional.
Siendo esto así, ¿por qué podría justificarse el uso de la devaluación o la protección? Ya
hemos dado una respuesta: suele ocurrir que quienes participan de una actividad pueden
reducir los costos a medida que incrementan el volumen de producción y ventas.
Cuando esto ocurre, suele decirse que la actividad está desarrollando ventajas
competitivas “dinámicas”. La devaluación o una protección temporal, al ayudar a
aumentar las ventas y reducir los costos podrían poner en movimiento un círculo
virtuoso si, incentivadas por los mayores beneficios, las firmas invierten más,
dinamizando la productividad. Las empresas nacionales tendrían, así, una oportunidad
para incrementar la productividad más rápido que el vecino. Si la aprovecharan, la
devaluación o la protección devendrían en instrumentos para el “descubrimiento” de
ventajas comparativas. Parece un buen negocio: sin generar desempleo ni pérdidas, se
logra ganarle mercados a la competencia. La estrategia, sin embargo, tiene un riesgo
asociado: podría ocurrir que quien recibe el subsidio temporal vía devaluación o
protección no haga los deberes, no invierta ni se preocupe por incorporar tecnología y
desapruebe el examen competitivo. Incluso esto podría ocurrir no por desidia de los
emprendedores sino porque la política industrial no se complementa con otras medidas
básicas para crear un buen clima de inversión. Cuando pasa esto, las firmas suelen pedir
fecha para un recuperatorio; esto es, piden posponer el examen y seguir siendo
financiadas por el resto de la sociedad. Si los funcionarios públicos son muy
condescendientes o son corruptos, colocar nuevas fechas de recuperatorio será la regla y
no la excepción. Esto sugiere que, para que el esquema pro-competitivo funcione, las
reglas de juego deben ser transparentes y estrictas. O, para ponerlo en términos de
nuestro análisis del sistema económico: si el software es de buena calidad estas políticas
pueden funcionar, de lo contrario serán simplemente un canal para repartir subsidios.
Los aumentos de precios internacionales mejoran los beneficios de las firmas locales
competitivas al igual que en el caso anterior, pero ahora el incremento no surge de
ninguna manipulación artificial. Si los recursos adicionales son invertidos, es probable
que se ponga en marcha un círculo virtuoso. Este mecanismo es central para países
como Chile o el nuestro, cuyas exportaciones tienen un gran componente de recursos
como el cobre o la soja. Cuando este es el caso, sin embargo, también hay riesgos y, en
función de nuestro estudio, hay que resaltar dos.
73
El primer riesgo es contraer la enfermedad holandesa45. Esta enfermedad se da cuando
un país descubre un recurso natural, la actividad se hace más rentable y, por lo tanto, se
produce una reasignación de factores –en particular, trabajo y financiamiento– a favor
de la explotación de recursos naturales. Esto detrae recursos de otras actividades
transables, pudiendo llevar a la desaparición de muchas de ellas. En el ejemplo típico, se
trata del descubrimiento de recursos minerales, con una localización específica y de
carácter no renovable. El rol del sector transable perjudicado lo juega la industria; como
fue el caso en Holanda en la experiencia que inspiró estos modelos. Pero ese rol también
lo cumple con frecuencia la agricultura. Esto es así cuando se realizan descubrimientos,
digamos, de minería o petróleo en un país que cuenta con ventajas en la exportación de
café como Colombia. El sector no transable entra también en el cuadro. Al
incrementarse la base de recursos se genera un efecto tanto de riqueza como de liquidez
que incrementa la demanda agregada. Como el sector no transable sólo puede aumentar
su oferta a costos crecientes, se elevan los costos internos (salarios y otros) también para
el sector transable. Si el precio de los no transables sube en relación a los transables,
ello implica que la economía pierde competitividad. Nótese, asimismo, que si las
actividades transables como la industria o la agricultura pierden peso a favor de la
minería, la economía quedará, probablemente, más expuesta a shocks externos. Por una
parte, al reducirse la diversificación de la canasta exportadora la oferta de divisas será
más dependiente de pocos productos; por otra, habrá una penetración mayor de las
importaciones si las actividades que compiten con las importaciones se debilitan por el
empuje de los costos. Asimismo, si el recurso natural es una commodity de precio
volátil, la economía será más volátil macroeconómicamente.
45
Las bases para analizar la enfermedad holandesa fueron establecidas por Corden y Neary (1982) y
Corden (1984). En la literatura a que dio origen este trabajo, los autores enfatizaron sobre todo el aspecto
de la competitividad. Sobre el ejemplo de Brasil que se desarrolla más abajo ver Fanelli y Albrieu (2011).
46
La relación entre recursos naturales y crecimiento ganó espacio a partir del trabajo de Warner y Sachs
(1995).
74
dos dolencias que acabamos de comentar, como veremos en el capítulo sobre recursos
naturales (capítulo 8).
Hasta aquí supusimos que todos los que quieren trabajar pueden hacerlo. Sin embargo, a
corto plazo es obvio que esto no ocurre ya que en las recesiones la tasa de desempleo
aumenta. Pero también es cierto que la demanda de trabajo suele superar a la oferta en
las expansiones. Esto llevó a los economistas a pensar que, a largo plazo, cuando las
fluctuaciones cíclicas transitorias se disipan, puede considerarse que la economía está en
promedio siempre en pleno empleo. Más allá de que esto no es necesariamente cierto en
ningún lugar, en los países emergentes es normalmente falso. En estos países existe lo
que se conoce como problemas estructurales de empleo. En efecto, es típico observar
que, por un lado, existe un núcleo duro de desempleo que no desaparece aún cuando la
economía está en expansión y, por otro, muchas personas están empleadas en trabajos
precarios o están subempleadas47.
47
Una persona se encuentra subempleada si tiene empleo pero trabaja involuntariamente menos de la
duración normal de trabajo para la actividad correspondiente, y buscaba un trabajo adicional.
75
Dos características del empleo de baja calidad son la informalidad y la muy baja
productividad; dos hechos que no son independientes ya que ocurre frecuentemente que
si pagaran impuestos, muchas de las actividades que generan empleos informales no
serían rentables. Esto último hace que a este segmento se lo llame, con un toque de
dramatismo, de “subsistencia”. En este trabajo adoptaremos esa convención para
enfatizar que el problema es que la productividad es tan baja que no permite que se
genere un excedente que resulte suficiente como para acumular los recursos –
particularmente capital físico y humano– que se necesitan para aumentar la
productividad. Estas condiciones iniciales tan malas generan círculos viciosos o
“trampas” de pobreza: como las personas son pobres, no pueden alcanzar un umbral
mínimo de acumulación de recursos y como no tienen suficientes recursos, son pobres.
(Widick, 2008)
48
Los números son impactantes: en 1978 sólo un 18% de la población vivía en zonas urbanas, mientras
que en 2009 ese porcentaje asciende a 47%.
76
Los problemas que tiene que resolver la Argentina no tienen la magnitud de los chinos o
los de la India, pero no por ello es menos cierto que no podrá instalar un proceso de
crecimiento inclusivo si no logra generar empleo de calidad para el tercio de
trabajadores que, como veremos más adelante, o están en el sector de subsistencia o
están muy cerca de él. Más allá de esto, a esta altura debería estar claro por qué la
creación de empleo se considera un objetivo valioso en sí mismo. Cabe acotar, en
relación con esto, que podría darse el caso de que fuera muy rentable desde el punto de
vista del crecimiento a largo plazo generar empleo para el sector de subsistencia aún si
ese empleo fuera de productividad aparentemente menor que un empleo adicional en el
sector más moderno. Esto podría ser así si un nuevo empleo en el sector de subsistencia
libera fuerzas de acumulación reprimidas y da lugar a efectos de retroalimentación
positiva, algo que probablemente no ocurriría con tanta intensidad en el sector formal.
Es un error común de las políticas industriales focalizar el esfuerzo en crear empleos de
“alta productividad” en el sector moderno porque, en teoría, se trata de actividades con
tecnología de punta y que generan complementariedades. Pero en la práctica estas
actividades podrían tener que enfrentar una competencia externa muy difícil y podrían
fracasar, si no se las subsidia permanentemente. A veces es más sencillo apostar a
seguro, crear empleos más “simples” pero que son muy efectivos para romper el umbral
de la pobreza y crear círculos virtuosos de aumentos de la productividad. En estos casos
se aplica la recomendación de mirar el bosque (la estructura productiva en su conjunto)
y no tanto los árboles (actividades específicas).
Con este punto sobre la creación de empleo hemos completado el análisis de los cinco
criterios que sirven para evaluar la calidad del crecimiento y, particularmente, para
identificar los factores que lo hacen sostenible. Dos conclusiones surgen nítidamente.
La primera es que el incremento sostenido de la productividad laboral es el motor del
crecimiento. La segunda es que los factores que influyen en la productividad son muy
diversos y pueden operar dentro de la unidad productiva, entre unidades (en el nivel
estructural) y a través de elementos del software. Esto último es una razón adicional que
aconseja adoptar un enfoque sistémico del problema del crecimiento. Más
específicamente, en función de lo que hemos aprendido sobre la anatomía del sistema
económico es posible afirmar que la productividad puede reforzarse vía:
77
(d) Progreso institucional que eleva la calidad software; esto potencia los
rendimientos al facilitar la cooperación y reducir el conflicto; es
particularmente importante la función en dos aspectos: facilitar la
coordinación entre organizaciones cuando la motivación individual falla por
presencia de fallas de mercado y suplir los mecanismos de mercado en la
asignación de los recursos sobre todo en el plano de la generación de empleo
de calidad y el financiamiento de proyectos productivos.
Si bien ha habido enormes avances en el plano conceptual, la economía está aún muy
lejos de poder medir cuantitativamente el impacto de cada uno de estos factores sobre la
productividad. En el plano cuantitativo, el enfoque más popular es la denominada
“contabilidad del crecimiento” que mide los aportes al incremento de la productividad
por hombre ocupado separando los factores en dos grandes grupos. Por un lado, el
incremento en la productividad generado por acumulación de recursos –causas tipo (a)–
e incremento originado en otros factores –causas tipo (b), (c) y (d)–. La influencia de
este segundo conjunto de factores se agrupa en lo que se denomina algo pomposamente,
productividad total de los factores (PTF49). Con esta descomposición del aumento de la
productividad entre lo que se debe a la acumulación de recursos y lo que se debe a la
PTF, a veces es posible echar luz sobre estrategias alternativas para crecer dando
prioridad a diferentes factores. Utilizaremos esta descomposición cuando evaluemos la
evolución de la argentina, aunque con la advertencia de que se trata sólo de una forma
aproximada de medir el rol de los factores que operan más allá de la mera acumulación
de recursos.
Afortunadamente, la evidencia sobre el crecimiento de muy largo plazo que aportan las
economías que han alcanzado altos niveles de desarrollo indica que esto no ha estado
ocurriendo: ha habido una espectacular acumulación de recursos y, aún así, el ingreso
per cápita aumentó de manera continua. Esto no hubiese sido posible si la
49
A veces se afirma, de manera irónica, que PTF es el nombre que los economistas le pusieron a la
ignorancia respecto de los factores que generan crecimiento, más allá de la acumulación de recursos como
el capital y el trabajo.
78
productividad del trabajo no hubiese también estado aumentando; aunque esto no
implica, obviamente, que no se hayan observado períodos de estancamiento e incluso
caída del producto per cápita. Hay consenso en que los factores que hemos analizado,
relacionados con los rendimientos crecientes, son clave para explicar estos hechos. De
aquí el creciente interés de la teoría del crecimiento por entender cuáles son los factores
de coordinación y motivación que operan retrasando o acelerando el progreso técnico,
organizacional e institucional; esto es, que impulsan o atrasan la marcha de la PTF.
79
es la disparidad en el nivel de productividad media del trabajo en cada uno de ellos y su
capacidad para generar un crecimiento sostenido de la misma. La figura 4.2 resume las
características salientes de cada uno de los tres sectores. Se presentan en forma sintética,
para cada sector, el tipo de rendimiento que muestran las actividades económicas que se
llevan a cabo dentro de ellos así como el tipo de organización (mercados, empresas,
etc.) que típicamente utilizan. Las razones por las cuales hemos asignado a cada sector
las características que aparecen en la figura deberían resultar evidentes a partir del
análisis del hardware, las organizaciones y el software que hemos realizado en este
capítulo y en los dos anteriores. Nótese que el rectángulo superior de la figura se refiere
a la estructura económica en su conjunto. Esto es así porque la figura incluye no
solamente a los tres segmentos que conforman la estructura productiva (moderno,
tradicional y de subsistencia) sino también las organizaciones que proveen los
mecanismos de coordinación y motivación que son necesarios para limitar las fallas de
cooperación.
Figura 4.2
Heterogeneidad estructural y crecimiento
Estructura Econó
Económica
80
Los tres rectángulos de la parte inferior de la figura listan los factores que podrían
actuar como aceleradores del crecimiento en cada sector. El sector moderno tiene gran
capacidad para generar rendimientos crecientes, tanto dentro de las empresas como a
partir de vínculos entre las organizaciones productivas y, por ende, cuenta con gran
potencial para acelerar el crecimiento. Sin embargo, es importante remarcar que los
otros sectores presentan también factores que podrían actuar como aceleradores del
crecimiento. Durante mucho tiempo, el sector moderno se identificó con la industria
manufacturera. De ahí que las políticas orientadas a impulsar al sector moderno se las
conoce como políticas industriales. Las investigaciones más recientes han puesto de
manifiesto, no obstante, que las actividades con rendimientos crecientes pueden
aparecer también en el sector primario o en el de servicios. La Argentina, como
veremos, está lejos de ser una excepción en relación con esto, sobre todo por la
incorporación de tecnología en la agricultura.
Cuando existe una heterogeneidad estructural marcada, una pregunta que surge
naturalmente es si existen mecanismos en la economía que operen de forma que los
recursos fluyan hacia aquellas actividades que tienen mayor potencial para acelerar el
crecimiento. Es una pregunta muy pertinente ya que, aún una mirada rápida a la figura
4.2 indica que son muchos los elementos de la estructura organizacional que podrían
operar de forma incorrecta, generando fallas de cooperación. En relación con esto es
atinente subrayar que un propósito importante del enfoque sistémico que adoptamos en
nuestro marco conceptual es llamar la atención sobre dos hechos. El primero es que no
alcanza con estudiar lo que ocurre dentro de cada organización productiva individual:
hay fenómenos que sólo se captan en el nivel de la estructura productiva. Entre éstos ya
hemos subrayado los efectos de derrame de conocimiento y complementariedad entre
empresas y sectores. El segundo es que deben operar los canales que operan en el nivel
del sistema y están encargados de llevar los recursos de un “lugar” de actividades de
bajo rendimientos dentro de la estructura a otro de alto rendimiento permitiendo, así,
que los recursos fluyan de los sectores no competitivos a los competitivos o del sector
de subsistencia al tradicional y al moderno. Las fallas en este sentido, pueden
clasificarse en tres categorías:
(i) Los canales de asignación de los recursos entre diferentes actividades están
obstruidos o simplemente no existen.
(ii) Los instrumentos para la coordinación entre actividades complementarias
son deficientes o no se desarrollan.
(iii) En ausencia de buenos canales de re-asignación, las actividades dependen en
gran medida de financiamiento propio y, por esa vía, la distribución del
ingreso se constituye en una restricción para el crecimiento.
Terminamos nuestro análisis en este capítulo con una discusión que será útil para
aclarar estos puntos.
En la teoría económica hay una tradición muy influyente que considera que, si el Estado
garantiza los derechos de propiedad privada y la provisión de algunos bienes públicos
81
esenciales (justicia, defensa), la asignación de los recursos entre sectores no es nunca un
problema (Coase, 1960). Si hubiera libertad absoluta para moverse y competir, como los
agentes pondrían sus recursos donde el beneficio fuera mayor, los recursos fluirían
naturalmente hacia aquellas actividades donde la productividad es más alta. Los
trabajadores dejarían de cambiar de ocupación sólo cuando no fuera posible mejorar el
salario por ese medio y lo mismo se aplicaría a los beneficios capitalistas. Si
consideramos que la suma de los salarios y los beneficios conforman el valor agregado,
de lo anterior se sigue que el valor alcanzado por el PBI de la sociedad sería el máximo
posible. Las decisiones descentralizadas de los agentes producirían, así, un orden
espontáneo que generaría el crecimiento máximo y sostenible, guiado por la mano
invisible del mercado. Cabe mencionar, por otra parte, que se trata de un mundo sin
conflictos distributivos. Como los derechos de propiedad están bien definidos ello
implica que todos los recursos y sus frutos tienen dueño: luego de pagar los salarios y
las rentas de la propiedad (alquileres, intereses sobre el crédito), los empresarios tienen
derecho a quedarse con el excedente. No hay nada que discutir50.
Como las estructuras productivas, sobre todo en el mundo emergente, son heterogéneas;
hay básicamente tres opciones posibles para dar cuenta de las rugosidades que hacen
que el mundo económico no sea liso.
Primera opción, los agentes no tratan de explotar las actividades que muestran mayor
productividad y les darían el máximo de remuneración. Esto podría ocurrir si se tratara
de una sociedad sin emprendedores, acostumbrados a modos de producción
precapitalistas. Esta hipótesis fue sostenida por algunos economistas, sobre todo para
América Latina.. Pero la experiencia asiática de explosión de crecimiento en sociedades
“milenarias” le quitó fuerza al argumento. Lo más razonable es pensar que si las
oportunidades no se aprovechan es porque el software no funciona bien. Hay dos
motivos básicos. Por un lado, puede no haber seguridad jurídica. Ya vimos que si los
contratos o los derechos de propiedad no se respetan, no se arriesgará el capital porque
el riesgo será excesivo. En este caso, sería el exceso de riesgo de tipo estratégico el que
impediría aprovechar las oportunidades y no la miopía de los agentes. Por otro, hemos
visto que hay proyectos de inversión que involucran a un conjunto de entidades
productivas, que demandan coordinación entre las partes; por ejemplo, para formar una
red o un cluster para aprovechar economías de aglomeración. En estos casos, las
50
¿Qué ocurre si la distribución del ingreso que resulta de esta regla no es aceptada por alguna de las
partes y se produce un conflicto político a partir de los intentos de quienes están descontentos por cambiar
las reglas de juego? Esta visión tiene dificultades para contestar esta pregunta pues cuestionar la
distribución del ingreso equivale a cuestionar los derechos de propiedad definidos y el Estado no debería
permitirlo. Los economistas que se sienten fascinados por lo bien que funciona este mundo ideal
quedaron tan complacidos intelectualmente que olvidaron introducir en el modelo los costos de hacer
funcionar al Estado y sus leyes. Es un mundo de software libre. Pero no vivimos en un mundo así. En la
vida real, de vez en cuando la gente se “indigna” y hay que gastar recursos en llegar a consensos políticos
para reformar el software y evitar que los conflictos desalienten la cooperación.
82
políticas públicas suelen tener a su cargo la tarea de coordinación y, si el régimen de
políticas públicas es malo, la tarea de coordinación será deficiente. Asimismo, puede
haber fallas de gobierno que atenten contra la implementación de las políticas
industriales contenidas en el régimen de políticas.
Segunda opción: no existen o están obstruidos los canales para reasignar recursos entre
actividades. Las fallas en los mercados de crédito y de capitales son claves en este
sentido debido a que la intermediación financiera tiene como rol principal tomar los
recursos de quienes tienen exceso de ahorro y no tienen buenos proyectos de inversión y
asignarlo a quienes están en la posición contraria (ver Levine, 2004). Cuando los
mercados de crédito funcionan perfectamente, la distribución de la riqueza es irrelevante
para la productividad de la economía y, por ende, para el crecimiento sostenido. En
efecto, si un agente no cuenta con recursos propios pero tiene un buen proyecto de
inversión, ni él ni la sociedad perderán esa oportunidad: el agente recibirá un préstamo
para llevar adelante el proyecto. Esto es así porque aquellos agentes que tengan recursos
propios pero no posean buenos proyectos de inversión prestarán su dinero: depositarán
sus ahorros en bancos o fondos de inversión y éstos, a su vez, los prestarán a los agentes
que tienen los mejores proyectos de inversión, que estarán deseosos de pagar un interés
más alto. Cuando los mercados funcionan bien, la distribución de los recursos no
importa para la eficiencia: los buenos proyectos siempre encuentran quien los financie.
Esto no implica que la distribución del bienestar que resulte será igualitaria o equitativa;
el punto es que no hay pérdida de eficiencia. Cuando los mercados de crédito tienen
fallas, por el contrario, ya no es posible separar entre eficiencia y distribución: los
canales de asignación de crédito no funcionarán y quienes tienen exceso de ahorro no
podrán prestarle a los que tienen buenos proyectos de inversión y, probablemente, el
ahorro se destinará a usos menos eficientes, como invertir en propiedades suntuosas en
vez de financiar a los emprendedores. Los emprendedores estarán limitados por su
propia disponibilidad de ahorro, que es una función de su riqueza. En contextos así,
cobran importancia las políticas públicas orientadas a paliar las fallas de mercado, como
el desarrollo de bancos de fomento, el otorgamiento de avales públicos o la asignación
directa de subsidios a determinados proyectos. La limitación, aquí, es la posible
existencia de fallas de gobierno: si éstas son importantes, los recursos terminarán
también mal usados, pero en este caso porque fueron apropiados por algún político o
burócrata. En cualquier caso, la eficiencia se resiente. Una alternativa que los países
emergentes están ensayando de manera sistemática en las últimas décadas es impulsar el
desarrollo de los mercados financieros privados. Se trata de una tarea intensiva en
diseño de regulaciones que puede insumir décadas. La experiencia chilena es muy
instructiva en relación con esto (v. Magendzo y Titelman, 2008).
Tercera opción: los agentes no están en condiciones de identificar qué opciones son las
mejores. Esto es fácil que ocurra cuando se trata de actividades con rendimientos
crecientes; asociadas con la incorporación de progreso técnico y organizacional o con la
coordinación de actividades de varias organizaciones. Típicamente esta falla es más
probable que esté presente en los casos en que la inversión en investigación y desarrollo
de las firmas es muy débil o no están dadas condiciones de contexto como en el caso de
un deficiente sistema nacional de innovación. También es frecuente que el capital
humano sea muy escaso e impida el desarrollo de actividades intensivas en
incorporación de conocimientos y en learning by doing. Otro factor que hace difícil la
identificación de oportunidades es la incertidumbre macroeconómica. La inestabilidad
de precios y el exceso de volatilidad pueden desincentivar el crédito a largo plazo y, en
83
general, la toma de riesgos por parte de los emprendedores y las firmas establecidas con
buenos proyectos de inversión y liquidez para realizarlos.
Una buena parte de nuestro esfuerzo al escribir la cuarta parte del libro fue, justamente,
tratar de identificar cuáles son las trabas más importantes que obstruyen los canales de
asignación de recursos en la Argentina. Apoyándonos en los elementos que aparecen en
la figura 4.2, es posible dar cuenta de cuatro hechos estilizados empíricamente muy
relevantes en los países emergentes que justifican la preocupación que estamos
expresando sobre la eficiencia de los canales de asignación de recursos, la distribución
del ingreso y la incertidumbre y que serán de utilidad para el análisis de la parte cuatro.
El primer hecho es que es frecuente que existan actividades con rendimientos crecientes
a escala muy fuertes a nivel de firmas individuales, pero que no generan efectos de
retroalimentación positiva importantes a nivel de la estructura. El caso de economías de
escala con débil complementariedad tiene como paradigma el síndrome del enclave
exportador. La debilidad de las estrategias basadas en enclaves es que, si bien las firmas
involucradas tienen gran capacidad para crear economías de escala en tramos muy
amplios de la producción, reducir los costos y exportar exitosamente, suelen generar
pocos efectos de retroalimentación o complementariedad para otras actividades de la
estructura productiva, más allá de incentivar, digamos, la construcción de un puerto para
la exportación. Así, la debilidad del enclave no se expresa en el nivel de la firma sino en
el de la estructura y, por ende, si existe la posibilidad de explotar un enclave, el objetivo
no debería ser el de renunciar a tal explotación sino el de crear los canales para que el
excedente fluya hacia otros sectores con mayores posibilidades de generar
complementariedad o empleo en el sector de subsistencia o el tradicional.
El segundo hecho típico es que hay actividades que pueden tener rendimientos
constantes o decrecientes en el nivel de la firma pero generan relaciones de
complementariedad significativas en la estructura. La fortaleza en este caso no se
expresa tanto a nivel de la firma como en los efectos de retroalimentación sobre la
estructura. Este es el caso de actividades de investigación y desarrollo o de innovación
que pueden mostrar rendimientos decrecientes pero generar oportunidades de negocios
para una miríada de otras empresas. Carlaw y Lipsey (2001) brinda el ejemplo de los
ferrocarriles que pueden no dar beneficios excesivos a los inversores pero habilitan la
explotación de grandes extensiones de tierras. La educación, por su parte, podría tener
rendimientos no crecientes y, sin embargo, habilitar nuevas oportunidades para absorber
tecnología.
El tercer hecho estilizado es que el crecimiento está íntimamente ligado con fenómenos
de cambio estructural. Como ya argumentamos, crecimiento no es sinónimo,
simplemente, de acumulación de capital físico o humano. El crecimiento se potencia
con el avance de las actividades productivas con mayor capacidad para generar
rendimientos crecientes a escala a nivel de la firma, complementariedades a nivel del
sistema y empleos de calidad para absorber trabajadores del sector de subsistencia. Esto
no puede ocurrir sin que haya transformaciones significativas en la estructura
productiva.
84
muchas veces generan poco empleo. Esto es un problema en cualquier economía, pero
lo es mucho más en una que tiene un sector de subsistencia importante donde las
trampas de pobreza impiden la acumulación de capital humano: si la oferta de capital
humano es escasa, tarde o temprano la expansión del sector moderno se estancará, ya
que las actividades que se realizan en él son típicamente intensivas en el uso de mano de
obra calificada. Asimismo, si un sector importante de la economía se encuentra en una
trampa de pobreza, será difícil potenciar la demanda agregada si no es por la vía de las
exportaciones, lo que puede generar un enclave. Si el sector tradicional puede generar
empleo, su valor como activo para el crecimiento se potencia en contextos en que el
sector de subsistencia es grande. Otra fuente de generación de desbalances estructurales
es el hecho de que la construcción de infraestructura física en energía, transporte y
comunicaciones a veces no sigue el ritmo del proceso global de crecimiento y deviene
en un cuello de botella. De más está decir que la transformación en la estructura también
demanda cambios en la organización y el software, como contratos que se respeten a
largo plazo en las concesiones. Nótese, en este sentido, que una sociedad con alta
creatividad en el sector moderno y pocas habilidades para manejar cambios de
estructura podría estar en el peor de los mundos: generaría permanentemente cambios
que no puede manejar.
En suma, cuando nos alejamos del mundo ideal y liso de los mercados perfectos y nos
acercamos a las rugosidades del mundo real, aparecen tres preguntas clave:
85
• ¿Cómo resolver el dilema de que, por un lado, necesitamos de la acción del
Estado para implementar políticas públicas capaces de lidiar con las dos
cuestiones anteriores y, por otro, existen fallas de gobierno y del software que
pueden llevar a que el poder asignado a las autoridades sea utilizado con fines
espurios?
No hay respuestas simples y a veces ni siquiera hay respuestas. La única guía con que
contaremos en este libro para enfrentarnos con estos problemas en el caso de la
Argentina es lo que acabamos de discutir en estos capítulos conceptuales. Bienvenidos
al fascinante mundo adulto de la economía.
86
Segunda Parte
Nos proponemos brindar una visión de lo ocurrido con el desarrollo humano y las tres
dimensiones del desempeño que ejercen una influencia decisiva sobre el mismo: el
crecimiento, la distribución y la estabilidad. Para enfatizar el carácter sistémico de
nuestro enfoque del desempeño, hemos reproducido más abajo la figura que representa
al sistema económico y hemos marcado en gris los temas a estudiar en esta parte.
Hardware Geografía
Organizaciones Crecimiento
Organizaciones
Organizaciones Privadas Desarrollo
Distribució
istribución
Públicas Cooperació
Cooperación Humano
Conflicto
Mercados Estabilidad
Familias
87
Conference Board. Son bases de acceso fácil a través de Internet y el lector se
beneficiará prestando atención a las referencias ya que podrá en el futuro ir actualizando
la información que se presenta aquí en temas específicos que sean de su interés.
El papel protagónico del PBI per cápita es bastante lógico. En el marco teórico ya vimos
que esta variable da una visión sintética de dos dimensiones fundamentales. Por un lado,
refleja la productividad promedio de la economía y, por otro, se puede interpretar como
una medida de la cantidad de bienes y servicios disponibles para cada habitante y, por lo
tanto, es un indicador del bienestar alcanzado por el ciudadano promedio. Además,
como representa el ingreso medio es útil para dar una idea de cuál es la capacidad de
pago de un país, que es fundamental para evaluar su capacidad de endeudamiento.
Por último, cabe recordar que el nivel del PBI por habitante nos indica cuán rico es el
país en promedio en un momento dado; cuál es el nivel de bienestar alcanzado. Para
evaluar cuán lejos o cerca está un país de graduarse como desarrollado hay que tener
una idea de cuán rápido puede avanzar. Para identificar si la situación empeora o mejora
y a qué velocidad se utiliza la tasa de crecimiento del ingreso por habitante. Estas dos
dimensiones, sin embargo, no son independientes: según los estudios sobre crecimiento
–manteniendo todo lo demás igual– existe una relación inversa entre el nivel de ingreso
alcanzado en un momento y la velocidad de avance: los países más pobres crecen más
rápido (Barro y sala-i Martin, 2009). Hay dos razones que se suelen citar. La primera es
que las economías menos desarrolladas tienen menor cantidad de capital acumulado que
las desarrolladas y, por lo tanto, una unidad de inversión adicionada al stock de capital
tiene más efecto (mayor rentabilidad) en las primeras, haciendo crecer más rápido a la
economía: una nueva planta en un país como Bolivia aporta marginalmente más a la
economía que en Suiza, donde ya existe una gran acumulación de capital. Recuérdese
que la acumulación de recursos tiende a mostrar rendimientos decrecientes. La segunda
es que un país atrasado tiene muchas posibilidades para incorporar tecnologías ya
conocidas. Como hemos visto, el conocimiento tecnológico tiene la característica de que
51
Este índice corrige las diferencias de precios relativos entre países de forma que después de la
corrección, un dólar compraría la misma cantidad de bienes en cualquier lugar del mundo. Ver
http://www.conference-board.org/data/economydatabase/ .
88
puede copiarse. A medida que se acercan a la frontera tecnológica, no obstante, a los
países se les va haciendo necesario inventar más que copiar, lo que es más difícil y
acota las oportunidades de crecimiento. El caso de Corea o el de Japón suelen plantearse
como ejemplos en relación con esto (ver Banco Mundial 1993). De cualquier forma,
está claro que siempre es mejor ser rico, aún si ello implica crecer más despacio.
“Todo lo demás” nunca está igual, sin embargo y, por ello, el nivel inicial de ingreso en
un momento es sólo una entre las variables que influyen sobre el crecimiento. Una
variable que juega en contra del crecimiento en los países menos desarrollados es que
existe una relación entre desarrollo económico y calidad del software. Por lo tanto, no
se trata de que los países menos ricos estén condenados al éxito: el capital puede tener
alta rentabilidad por ser escaso pero cuando tomamos en cuenta el riesgo institucional
de llevar adelante proyectos en países con institucionalidad débil, que tienen mal “clima
de inversión” o “inseguridad jurídica”, esa ventaja desaparece. Al analizar la
inestabilidad macroeconómica en la Argentina veremos que la misma ha tenido una
influencia negativa en relación con esto. Por un lado, el país sufrió crisis frecuentes y
las crisis destruyen reglas de juego; por otro, las crisis agudizan los problemas de
pobreza y distributivos y los conflictos sociales, lo que genera un clima poco propicio
para la solución de pujas dentro de los marcos institucionales existentes. Nótese, no
obstante, que si un país con institucionalidad débil se organiza políticamente de forma
de mejorar significativamente el marco institucional y la estabilidad sistémica, tendrá un
bonus: un mejor software dejará “al descubierto” la alta rentabilidad que tenían los
proyectos de inversión que no se llevaban a cabo debido a la inestabilidad y los
conflictos. En esos casos, cuando la bruma institucional se disipa, no es poco frecuente
presenciar fuertes aceleraciones del crecimiento (ver Fanelli y McMahon, 2005).
Esperamos que el diagnóstico que se realiza en esta parte nos permita identificar un
conjunto de problemas que sirvan de guía para “interrogar” e interpretar los datos que
iremos aportando en las partes tres y cuatro. Hacemos, además, un esfuerzo por
diagnosticar los problemas en términos del marco analítico ya presentado. En particular,
nos interesa identificar si las dificultades tienen origen en el hardware o el software y
cómo ello afecta el funcionamiento de las organizaciones y el crecimiento de la
economía.
89
Capítulo 5
Grafico 5.1
La economía argentina en el mundo
16.000.000
14.000.000
12.000.000
10.000.000
8.000.000
6.000.000
4.000.000
Argentina: 642,255 (#21)
2.000.000
0
Indonesia
Argentina
Oman
Marruecos
Niger
Rusia
HK
Singapur
Israel
Sri Lanka
Grenada
Líbano
Nepal
Botswana
Guinea
Senegal
Gambia,
Cabo verde
Tonga
Mozambique
Togo
Bhutan
US
Uruguay
Mexico
Rep. Checa
Ecuador
El Salvador
Macao
Namibia
Pakistan
Filipinas
Antigua y barbuda
Brunei
Mali
Azerbaijan
90
¿Cómo se ubica la Argentina en función de su ingreso per cápita actual? En 2010, a
cada habitante de la Argentina le correspondieron 10.400 dólares corrientes. Esto
significa que una familia de cuatro miembros tiene en promedio disponibles bienes y
servicios por unos 40.000 dólares por año, o 3.333 dólares mensuales por todo
concepto. Para tener referencia de qué significan estas cifras, téngase en cuenta que el
valor de la línea de pobreza para una familia tipo Argentina se ubicaba en alrededor de
498 dólares mensuales hacia fines de 2010. Estas cifras sugieren que el país no debería
encontrar dificultades insalvables para eliminar la pobreza: con el 16% del producto por
habitante alcanza para garantizar un bienestar mínimo a cada habitante. Los trabajadores
formales de la industria están bastante lejos de esta línea. El salario promedio industrial
de los trabajadores formales era de 1334 dólares mensuales en ese mismo año52.
Para comparar este nivel de bienestar con el de otros países se puede recurrir a los datos
aportados por la base del Banco Mundial, que presenta los valores en términos de
paridad del poder adquisitivo. En la clasificación del Banco Mundial, la economía
argentina está en el grupo de países de ingreso medio alto y más cerca del límite
superior que del inferior: nuestro PBI per cápita de PPP es de 14.090 dólares53 y el
promedio de la categoría de ingresos medios altos es de 12.440 dólares. Para tener una
idea de qué significa estar entre los países de clase media alta es muy informativo
preguntarse cuál es la proporción de la población mundial que vive en países que tienen
un ingreso mayor al de la Argentina. La respuesta es que en los dos mil el 21% de todos
los habitantes del planeta tiene un bienestar promedio superior al argentino; sólo uno de
cada cinco habitantes vive mejor que el argentino promedio. El gráfico siguiente
muestra la evolución de esta variable desde mediados de los ochenta.
Como puede observarse, en los períodos más difíciles (hiperinflación de 1989-90; crisis
de la convertibilidad 1998-2002) la posición argentina se deteriora; pero incluso en las
peores etapas, el país no deja de pertenecer al cuarto más rico del planeta y, cuando las
crisis pasan, la posición tiende a mejorar. Nótese que en los dos mil hay una mejora
sustancial. La última observación disponible nos indica que nuestro país se ubica ya en
el 17% más rico. Este es un dato muy alentador si se tiene en cuenta que la proporción
de la población mundial que vive en países de ingresos altos llega al 16%.
52
Nótese que a los ingresos netos de bolsillo hay que agregarles una imputación por el gasto público que brinda una
buena cantidad de servicios gratuitos, como la educación y la seguridad y que son servicios que tienen valor
económico. Por otra parte, la línea de pobreza es la estimada por el Observatorio de la Deuda Social de la UCA. Ver
UCA(2010).
53
Como se observa, al realizar la corrección y pasar de dólares corrientes a dólares PPP, el ingreso de la
Argentina aumenta. Esto quiere decir que un dólar corriente compra más en la Argentina que en muchos
otros países. Este hecho es normal: cuanto menos desarrollado es el país, mayor es la corrección hacia
arriba en la medición. Este hecho fue descubierto por los economistas Balassa (1964) y Samuelson
(1964).
91
Grafico 5.2
Porcentaje de población mundial más rica que la Argentina (%)
30
28
26
24
22
20
18
16
14
12
10
1985
1987
1989
1991
1993
1995
1997
1999
2001
2003
2005
2007
2009
Fuente: Elaborado con datos del Banco Mundial
Al juzgar la posición ya alcanzada por la Argentina hay que considerar que ascender al
tope de la escala de ingresos mundiales es extremadamente difícil. En los últimos veinte
años la proporción de la población mundial que vive en países con ingreso alto
prácticamente no varió y, de hecho, en los noventa había descendido. Afortunadamente,
pasar de ingresos bajos a medios no ha sido tan arduo. La participación de países con
ingresos medios se ha ensanchado espectacularmente en los últimos veinte años, al
tiempo que se reducía la proporción de población en países pobres, como puede
observarse en el gráfico 5.3.
Grafico 5.3
Evolución de la estratificación mundial por ingreso (%)
100%
90%
80%
70%
60% Ingresos bajos
50% Ingresos medios bajos
40% Ingresos medios altos
30% Altos ingresos
20%
10%
0%
1990 2000 2010
92
Por supuesto, estos movimientos están explicados en gran medida por la evolución de
China e India. Durante la década que va de 1990 a 2000 la franja de ingresos medios se
ensancha debido a la entrada de China. En los dos mil China sigue creciendo
aceleradamente y se gradúa rápidamente como país de ingresos medios altos en 2010.
Sin embargo, la franja de ingresos medios bajos correspondiente a 2010 no se achica
con la salida de China debido a que India pasa de país de ingreso bajo a medio bajo en
la década de los dos mil. Como resultado, hoy la cantidad de población viviendo en
países de ingreso bajo es muy inferior a lo que era en 1990. En 1990 seis de cada diez
personas eran pobres y sólo veinte años después menos de dos cada diez son pobres en
el mundo. Si hay razones para elogiar a la globalización, una es sin dudas su capacidad
para reducir la pobreza de forma veloz.
Vale llamar la atención, no obstante, sobre el hecho de que parece más fácil acceder al
estrato medio partiendo de un estrato bajo que “saltar” desde la clase media planetaria a
la clase de altos ingresos. Esto ha llevado a algunos investigadores a postular la
posibilidad de que exista una “trampa de ingresos medios” (Banco Mundial, 2007).
Esta breve digresión sobre la evolución global es relevante para nuestro estudio por dos
razones. En primer lugar, la mención de la trampa de ingresos medios se justifica
porque América latina en general, y la Argentina en particular, son citados como
ejemplos de economías que sucumbieron ante tal trampa, a diferencia de lo ocurrido en
casos exitosos como el de Corea y otros asiáticos que atravesaron el tramos de los
ingresos medios sin caer en ninguna atasco. En segundo lugar, el lector debería tener en
mente el gráfico 5.3 de forma permanente al leer el libro: la Argentina es un país
productor de alimentos, rico en recursos naturales y ya vimos que el aumento de la
demanda por estos recursos genera rentas extraordinarias. La positiva evolución de la
Argentina en los dos mil, de la mano de términos del intercambio crecientes, sería difícil
de entender sin tomar en cuenta este hecho. Es cierto, también, que el avance de China e
India hace que sea cada vez más difícil penetrar en mercados de productos industriales
en los cuales nuestro país podría aspirar a competir. Pero más allá de las
particularidades de cada sector que iremos analizando, lo cierto es que estamos ante un
cambio estructural de dimensiones históricas y planetarias y nuestro país está
fuertemente involucrado. Es razonable conjeturar que este cambio seguirá influyendo
sobre nuestras posibilidades de desarrollo durante un buen tiempo.
En suma, de las cifras anteriores surge que la Argentina es un país de clase media alta,
que sólo hay veinte países que tienen una economía más grande, que el argentino
promedio vive mejor que ocho de cada diez de las personas que habitan en la actual
economía global y que se está produciendo un cambio estructural en la economía
mundial que favorece al país vía términos del intercambio. La conclusión natural es que
la ubicación argentina en el concierto de las naciones es bastante más que aceptable.
¿Por qué, entonces, existe la percepción de que el nuestro es un país poco exitoso desde
el punto de vista económico? Hay tres razones que parece razonable investigar. La
primera tiene que ver con la historia. Si bien el nivel de ingreso que hoy muestra la
Argentina es el resultado de una evolución muy dispar en el siglo XX, lo cierto es que
esa evolución se hace cada vez más decepcionante a medida que avanza ese siglo, hasta
desembocar en una enorme crisis en 2001-2. De hecho, la crisis fue tan profunda que
terminó por desterrar de la identidad nacional la percepción de “país de oportunidades”
93
de principios del siglo para reemplazarla por la de “país de dificultades”. La segunda es
que, cuando incorporamos indicadores de distribución del ingreso, el panorama se
ensombrece: el ingreso per capita está lejos de representar el bienestar del argentino
medio debido a la mala distribución. La tercera es que la estabilidad macroeconómica
tampoco ayuda: en las últimas décadas el ingreso ha sido muy volátil, lo que aumentó la
incertidumbre e hizo difícil tomar decisiones de largo plazo (ahorro para el retiro,
inversión productiva). Además, las crisis generaron aumentos abruptos en los niveles de
pobreza. Un ambiente de alto riesgo reduce la satisfacción que puede obtenerse de un
nivel dado de ingresos.
En los dos mil, no obstante, algunos de estos factores han debilitado su influencia y han
aparecido, como señalamos, nuevas oportunidades. Pasamos ahora a considerar con más
detenimiento el desempeño de la Argentina en busca de evidencia empírica que nos
permita tener un diagnóstico más certero de los desafíos del nuevo siglo.
Para evaluar el crecimiento adoptaremos un enfoque de largo plazo que toma en cuenta
lo ocurrido desde 1900 y lo complementaremos con comparaciones internacionales; la
visión internacional es de alta relevancia para evaluar si la Argentina está aprovechando
las oportunidades que se le han abierto en el siglo XXI, de la mano de los profundos
cambios estructurales globales antes señalados. Asimismo, la perspectiva histórica es
necesaria para resaltar los cambios en el desempeño de la economía ocurridos en los dos
mil: en cuanto a crecimiento hay un contraste marcado entre el mal desempeño desde
mediados de los setenta y lo ocurrido luego de la crisis de la convertibilidad.
Por ser un país pequeño en términos económicos relativos, la Argentina debe adaptarse
en cada momento a las condiciones internacionales54. Por ello, al analizar los datos que
aportaremos es conveniente tener presente que, desde 1900, la economía internacional
funcionó bajo la égida de cuatro regímenes básicos: la Primera Globalización hasta la
crisis de 1930, la Autarquía entre esta crisis y el fin de la Segunda Guerra Mundial, el
régimen de Bretón Woods en la posguerra y, desde fines de los setenta/principios de los
ochenta, la Segunda Globalización55.
54
“País pequeño” tiene un significado técnico preciso en economía. Se define como un país que no tiene
poder de mercado para fijar los precios internacionales y, por ende, es un “tomador de precios”. Así, aún
cuando la Argentina es un gran productor de soja, no puede fijar su precio, que depende del juego de la
oferta y la demanda en el mercado de Chicago. Lo mismo pasa con la tasa de interés internacional.
55
Como en toda periodización histórica los límites nunca son precisos. Esta periodización es la aceptada
convencionalmente. Ver Basu y Taylor (1999).
94
del comercio internacional de bienes. Los flujos de capital, no obstante, siguieron
estando muy restringidos y sólo se reanimarían con el reciclaje de los petrodólares y la
formación del euromercado en los años setenta. Uno de los pilares de Bretton Woods
fue el sistema de tipos de cambio fijo entre el dólar y el resto de las monedas
importantes. Este régimen fue muy exitoso para viabilizar la reconstrucción de la
economía global y, de hecho, lo fue tanto que cayó víctima de su propio éxito: como el
crecimiento y las transformaciones en la competitividad no fueron parejos a través de la
economía mundial, se hicieron necesarios cambios en el software; en las reglas de juego
del sistema económico internacional. La Segunda Globalización nace, justamente, a
partir de la necesidad de adaptar el régimen económico y financiero internacional a los
cambios en la estructura económica inducidos por el fuerte crecimiento del PBI, del
comercio y de los flujos de capital, bajo la forma tanto de inversión extranjera directa
como de inversión de cartera y préstamos bancarios.
Es así que las reglas de juego de Bretton Woods se desmoronan en los setenta. Los hitos
del colapso fueron la crisis del dólar, los shocks petroleros y el abandono de los tipos de
cambio fijo, lo que daría lugar, finalmente, al sistema actual de flotación entre las
principales monedas de reserva. El nuevo software se consolida cada vez más a partir de
los ochenta. La Segunda Globalización no ha sido menos exitosa en promover el
crecimiento y, al igual que en la posguerra, ese crecimiento tampoco se ha distribuido
de forma homogénea a través del globo. Los tigres asiáticos primero y China e India
más recientemente son claros ganadores en el proceso (Goldman Sachs 2003, Banco
Mundial, 2005). No resulta sorprendente, en consecuencia, que el software de la
Segunda Globalización esté también reclamando cambios para adaptarse a los cambios
en el hardware. El proceso de adaptación está lejos de ser sencillo y, al igual que en el
caso de Bretton Woods, se están observando inestabilidades importantes debido a la
irrupción de China (y en menor medida, otros emergentes como India o Brasil) en los
dos mil como jugadores global. Dos ejemplos obvios de esta inestabilidad son los
persistentes desbalances globales y la crisis financiera de fines de 2008 cuyas secuelas,
años después, están aún en pleno desarrollo (v. FMI 2011). Volveremos a este último
punto en el capítulo donde discutimos la inserción internacional de la Argentina.
56
Sólo se toman en cuenta los países para los cuales existen datos de largo plazo, que son 38. De
cualquier forma están representados todos los que son relevantes para la Argentina.
95
Grafico 5.4
La argentina bajo diferentes regímenes internacionales
(Posición en el ranking según PBI per cápita de PPP)
30 Segunda
Primera Autarquía Bretton Woods Globalización
Globalización
25
20
15
10
0
1900
1906
1912
1918
1924
1930
1936
1942
1948
1954
1960
1966
1972
1978
1984
1990
1996
2002
2008
Fuente: Elaboración propia en base a Conference Board
96
de la recomposición de la economía internacional en la segunda posguerra. Como se
observa en el gráfico, su desempeño relativo durante la etapa de Bretton Woods es muy
malo. Al finalizar la guerra en 1946-47, el país todavía se ubicaba en el puesto 11, pero
se instala una tendencia persistente a perder posiciones. Al finalizar el período de
Bretton Woods, hacia 1980, la Argentina ocupa el puesto 23. La Argentina no supo
adaptarse a las reglas de juego del nuevo régimen. Esto resulta evidente cuando se
observa lo ocurrido en el plano macroeconómico, a lo que volveremos más adelante57.
Una pregunta importante es si este desempeño tan desalentador es una propiedad sólo
de la Argentina o, por el contrario, es una experiencia común a países similares al
nuestro. Por supuesto, el problema aquí es definir “similar”. Para nuestro propósito, que
es brindar elementos para la reflexión y la formación de hipótesis, será suficiente con
evaluar a la Argentina en base a dos versiones de “país similar”.
97
llegado a tener un ingreso medio elevado ya hace tiempo, esa es una aspiración
razonable. En función de esta hipótesis, parece razonable comparar la evolución de la
Argentina con cuatro países que avanzaron en la industrialización partiendo de niveles
muy inferiores a los de países ricos: Brasil y México –que representan bien a América
Latina en este aspecto– y España y Corea, dos países de industrialización tardía exitosa.
El gráfico que sigue muestra la evolución del PBI per cápita de estas economías en
relación con el de la Argentina. Cuando la variable del gráfico crece, la economía bajo
consideración está creciendo en relación con la Argentina. Cuando el valor es 100%,
ello implica que los ingresos per cápita de ambos países son similares, mientras que si
ese valor es superado ello indica que la Argentina es más pobre que el país en cuestión.
Grafico 5.5
Evolución en relación con la Argentina (Brasil, Corea, España y México)
(PBI per cápita de PPP en relación con la Argentina, %)
1 2 3
200
150
100
50
0
1900
1905
1910
1915
1920
1925
1930
1935
1940
1945
1950
1955
1960
1965
1970
1975
1980
1985
1990
1995
2000
2005
2010
Las tres regiones en que hemos divido el gráfico nos ayudarán a dar una visión sintética.
Durante la etapa 1, hasta 1960, “no pasa nada”: la Argentina está más desarrollada que
estos países y ninguno alcanza su PBI per cápita. En la etapa 2, a partir de 1960 se hace
cada vez más evidente que la Argentina pierde el tren de la industrialización. España y
Corea, por el contrario, aprovechan todo el período de cuarenta años que va hasta el año
2000 para crecer espectacularmente y terminan por ubicarse entre los países de mayor
desarrollo. Mientras en 1960 no alcanzaban el ingreso de la Argentina, en el año 2000 lo
más que duplican.
98
perdida. En términos generales, desde los ochenta hasta el año 2000 le va tan
mediocremente a Brasil y México como a la Argentina. De hecho, estos dos países no
logran alcanzar la línea de 100, que significaría que lograron un ingreso similar al
argentino. Este gráfico sugiere que la “trampa de ingresos medios” podría ser un
problema generalizado en los países grandes de América Latina.
La zona 3 del gráfico revela una dinámica muy diferente a lo que fue la norma desde
1960: la Argentina comienza a descontar distancia de manera sistemática a medida que
avanza la primera década del siglo. Y esto es así tanto en relación con todos los países
que estamos considerando. Esta tercera etapa, obviamente, deja más margen para el
optimismo, aunque también abre más incógnitas que certezas. Por una parte, es verdad
que la Argentina está descontando distancia de manera veloz, pero por otra también es
cierto que ello ocurre después de la crisis de 2001-2, cuando el producto había caído
significativamente. Nótese, asimismo, que ya en los noventa, antes de las crisis, había
habido un incipiente proceso de mejora relativa de la Argentina. Un amago que no pasó
de eso.
Grafico 5.6
Evolución en relación con la Argentina (Australia, Canadá, Chile y Noruega)
(PBI per cápita de PPP en relación con la Argentina, %)
350 1 2 3
300
250
200
150
100
50
0
1900
1905
1910
1915
1920
1925
1930
1935
1940
1945
1950
1955
1960
1965
1970
1975
1980
1985
1990
1995
2000
2005
2010
99
Como se observa en el gráfico, la evolución de estos países en comparación con la
Argentina no es demasiado diferente de los casos anteriores. En la etapa 1, hasta los
sesenta, no hay cambios excesivamente marcados en relación con el pasado. Sólo
Noruega avanza claramente más que el resto entre el fin de la guerra y 1960. En la etapa
2 la Argentina pasa a perder posiciones de manera sistemática. Cabe señalar, no
obstante, dos puntos. Primero, el proceso más pronunciado de diferenciación de estos
países en relación con la Argentina comienza más tarde que en el caso de la
comparación anterior; a partir de mediados de los sesenta. Con alta probabilidad esto se
vincula con el incremento en el precio de las commodities luego de la crisis del petróleo.
Así, la Argentina no sólo habría perdido la oportunidad de subirse al tren de la
industrialización en los sesenta sino, también, al de los recursos naturales en los setenta.
El segundo punto es que Chile sólo muestra una tendencia firme a superar el ritmo de la
Argentina más tarde, en plena década de los ochenta. Si bien su desempeño es menos
exitoso que el de Canadá, Australia y Noruega, lo cierto es que Chile supera el ingreso
per cápita de la Argentina hacia fines de los noventa. Esto habla muy bien de la
experiencia chilena ya que pudo superar rápidamente las consecuencias de la crisis de la
deuda y no sufrió la década pérdida, como sí fue el caso de México, Brasil y Argentina.
A pesar de que la Argentina ha estado acortando distancias en los dos mil, es aún
bastante lo que falta por recorrer para ponerse a la par de los ingresos de los países
desarrollados. Para alcanzar el nivel promedio de esos países habría que multiplicar el
PBI por habitante en términos de PPP por 2.6. Un objetivo ligeramente más modesto,
como el de alcanzar el ingreso que España tiene hoy –que en 1960 estaba algo por
debajo del nuestro– significaría, aproximadamente, duplicar el ingreso actual. Si el
producto por habitante creciera al 3%, se necesitarían unos veinticinco años para
duplicarlo. Una tasa de crecimiento del 3%, a su vez, implica que el PBI total debe
crecer un 4% anual, ya que hay que tomar en cuenta que la cantidad de habitantes
también crece y lo hace en alrededor de 1% por año. Con el sólo propósito de contar con
una pauta de referencia, tomaremos la hipótesis de crecimiento del 3% en el ingreso por
habitante como base para ordenar los argumentos.
¿Cuán exigente es una hipótesis de crecimiento del 3% en el PBI per cápita? Una forma
bastante directa de evaluar esta pregunta es utilizar como parámetro la evolución
anterior de la Argentina. Si tomamos la tasa de crecimiento promedio desde 1900, las
perspectivas no serían muy halagüeñas: 1.2% anual. Pero probablemente tomar esa tasa
no es lo más recomendable ya que la evolución del PBI per cápita fue muy cambiante,
como puede verse en el gráfico 5.7 que muestra la trayectoria del PBI per cápita desde
1900.
100
Grafico 5.7
Evolución del PBI per cápita argentino
(Precios de 1993)
12000
10000 Tendencia
Serie
8000
6000
4000
2000
0
1900
1905
1910
1915
1920
1925
1930
1935
1940
1945
1950
1955
1960
1965
1970
1975
1980
1985
1990
1995
2000
2005
2010
Fuente: Ferreres (2006) e INDEC.
A simple vista surge que existen muchas argentinas en el pasado. Se alternan períodos
de crecimiento sostenido con otros francamente desalentadores. Una forma de mostrar
de manera sintética este punto es graficar la tasa de crecimiento promedio por décadas,
como se hace en el gráfico de más abajo.
Grafico 5.8
Evolución del PBI per cápita argentino por décadas en promedio
(Precios de 1993, %)
4%
3%
prom. 1900‐2010
2%
1%
0%
‐1%
‐2%
‐3%
1900s
1910s
1920s
1930s
1940s
1950s
1960s
1970s
1980s
1990s
2000s
101
Hay una gran variabilidad entre décadas. Se observan, incluso, períodos en los que la
economía no sólo no crece sino que retrocede. Esto último ocurrió dos veces: en la
década de 1910 y la de 1980. En ambos casos, el mal desempeño está muy
correlacionado con situaciones externas desfavorables: la Primera Guerra Mundial y el
shock internacional que comienza con la moratoria mexicana de 1982 y da lugar a la
década pérdida latinoamericana. Son los únicos períodos de retroceso, aunque también
hay décadas bastante malas, que se ubican por debajo del promedio histórico: los
treinta, los cincuenta y los setenta. El resto de las décadas se colocan por encima del
promedio.
Cabe señalar aquí un punto: hemos visto que la Argentina pierde posiciones
significativamente en el ranking internacional en las décadas posteriores a 1960. Pero a
la luz de este gráfico surge que los motivos son diferentes. En los sesenta y los noventa
la economía crece por encima de su promedio histórico y esto significa que pierde
posiciones básicamente porque su velocidad es menor a la del resto. Este, en cambio no
es el caso de las década de los setenta y los ochenta en que la pérdida de posiciones se
explica en primer lugar por un mal desempeño de la economía local y no porque el resto
del mundo creciera excesivamente rápido.
Está claro que para la Argentina los comienzos de siglo son prometedores. El ranking de
crecimiento está liderado por las décadas de 1900 y 2000. En estos períodos la tasa de
crecimiento per cápita superó el 3% cómodamente, pero se trata de los dos únicos en los
cuales logró mantenerse por encima de ese nivel durante una década. Esto indica que
existen muchas Argentinas en el pasado pero que, si el objetivo es alcanzar a España en
veinticinco años, son las Argentinas que muestran la dinámica de crecimiento de los dos
principios de siglo las únicas en condiciones de materializar ese logro.
De hecho, hay ciertas similitudes entre ambos períodos. Una central es que en ambos
casos regía en la economía internacional un régimen de globalización. Asimismo, en los
dos casos la inserción de la Argentina en el mundo estuvo liderada en buena medida por
los recursos naturales y el aumento de la productividad y de la extensión de tierra
cultivada en el campo. A principios del siglo pasado nuestra producción agrícola era
complementaria con el crecimiento de la industria en Inglaterra, hoy lo es con la
industrialización de China y, en el futuro, probablemente con la de la India.
¿Puede la Argentina aprovechar la ventana de oportunidad que se abrió en los dos mil
para alcanzar el PBI de España en 2035? Hemos visto en el marco conceptual que para
102
incrementar el PBI per cápita, la productividad del trabajo debe ser muy dinámica y que
para lograr esa dinámica no alcanza sólo con acumular recursos: es necesario impulsar
las actividades que muestran rendimientos crecientes y lograr transformaciones
estructurales que permitan absorber dentro del sector tradicional y el moderno al sector
de subsistencia, de baja productividad. Por lo tanto, el desafío para la Argentina es
utilizar los excedentes que rindan las mayores oportunidades de los dos mil para poner
en marcha un proceso de crecimiento sostenido que tenga las características anteriores.
Analizar el pasado puede ser útil no sólo para identificar oportunidades sino, también,
para no volver a tropezar dos veces con la misma piedra. La mirada de largo plazo
sugiere que, a pesar de la favorable trayectoria durante la Primera Globalización y la
acumulación de capital humano e infraestructura, la Argentina no pudo superar el
examen de la productividad y la transformación estructural y menos, aún, el examen de
la competitividad. En buena medida, este libro está motivado por el deseo de aportar
elementos para un diagnóstico que ayude a esquivar la piedra. Y en este sentido, parece
ahora natural que nos ocupemos de dos obstáculos fundamentales: la inestabilidad
macroeconómica (sección siguiente) y los problemas distributivos (capítulo siguiente).
El gráfico 5.7 de más arriba muestra la relación entre la tendencia de largo plazo o “PBI
potencial” y el PBI observado. La diferencia entre ambas variables son las fluctuaciones
cíclicas. A simple vista se constata que el PBI observado muestra desvíos importantes
en relación al potencial, lo que indica que las fluctuaciones de corto plazo son muy
importantes. Los desvíos cíclicos son normales en cualquier economía capitalista, pero
en la Argentina tienden a ser muy pronunciados. En primer lugar, hay períodos en que
el nivel de actividad literalmente se desploma y se ubica en niveles muy inferiores al
potencial. Estos períodos usualmente se catalogan como “crisis”. El evento de esta
naturaleza más cercano en el tiempo ocurrió entre 1998 y 2002, al caer el régimen de
convertibilidad. En segundo lugar, hay lapsos en que el crecimiento se acelera, haciendo
subir el nivel del PBI de manera sensible. Afortunadamente, esto es lo que ocurre entre
2003 y 2010: el PBI per cápita de la Argentina subió a una tasa promedio anual del
6.5%, muy por encima del promedio histórico de 1.5%. Como dijimos antes, los
períodos de este tipo se denominan de “aceleración” del crecimiento.
103
En otros trabajos hemos mostrado que las fluctuaciones en la Argentina son
pronunciadas porque no obedecen solamente a variaciones cíclicas normales sino que
reflejan fenómenos de inestabilidad macroeconómica más profundos (v. Albrieu y
Fanelli, 2008; Albrieu y Fanelii, 2010). Una forma de ilustrar este punto es verificar si
la Argentina es efectivamente más volátil que otras economías.
Czech Republic
Korea
10
China
Togo
Morocco 9
Kenya
Cote D'Ivory 8
Benin
Spain 7
Promedio OCDE: 0,23
Italy
France 6
Uruguay
Mexico 5
Dominican Rep.
A rgentina 4
0 0,02 0,04 0,06 0,08 0,1 0,12 0 0,02 0,04 0,06 0,08 0,1
El gráfico (b) subraya un rasgo negativo adicional: existe una relación inversa entre
volatilidad y PBI per cápita: cuanto mayor la inestabilidad, menor el nivel de ingreso.
Si, en línea con nuestro marco conceptual, asumimos que la inestabilidad es una
manifestación de disfuncionalidades sistémicas que se producen por debilidades en el
software, este hecho estaría indicando que el marco institucional es de menor calidad en
los países emergentes.
58
Lo que sigue se basa en Albrieu y Fanelli (2010). El período abarcado es 1960-2009. Se utiliza como
indicador de volatilidad el desvío estándar de la tasa de crecimiento de cada economía. El desvío cíclico
arroja resultados similares.
59
La aceleración se detecta recurriendo al indicador de Hausman, et al. (2004).
104
Cuadro 5.1
Los episodios de aceleración del crecimiento
Crecimiento (2)
Aceleraciones Año de inicio (1) Aceleración
promedio
1883 8 4.40 2.10
1892 8 5.40 3.10
1898 8 4.30 3.70
1901 8 4.10 2.40
1903 8 4.30 2.00
(3)
1917 9 3.8 2 (3)
1964 8 4.00 2.00
1990 9 3.50 3.00
2002 8 4.00 4.00
El cuadro 5.2 identifica los episodios de crisis60. Las caídas abruptas del producto de
mayor magnitud fueron las de la primera guerra mundial, la del treinta, la crisis de la
hiperinflación y las crisis de la convertibilidad. Adicionalmente, nótese que esta última
fue una gran crisis en la comparación histórica, aún más profunda y duradera que la
crisis del treinta.
60
Crisis se define como una situación de caída del PBI por al menos dos años consecutivos y que
acumulan reducciones no inferiores a 4 % (Cf. Wolf, 2004 y Fanelli, 2008).
105
Cuadro 5.2.
Las crisis en la Argentina 1875-2009
En base a estos hechos es posible identificar tres etapas con dinámicas de crecimiento
disímiles. La primera corresponde a la primera globalización y se caracteriza por
presentar crisis y aceleraciones, en un contexto en que las últimas ocurren con mayor
frecuencia que las primeras. Si nos concentramos en los primeros treinta años de la
primera etapa vemos que es un período de alta volatilidad agregada pero también de alto
crecimiento; es el “desorden y progreso” que señalan Gerchunoff et al. (2008).
La segunda etapa va desde la década de 1930 hasta mediados de los setenta, donde los
eventos de crisis y las aceleraciones escasean, lo cual es particularmente cierto en el
período de autarquía. Es entonces una etapa de relativa ausencia de grandes
discontinuidades. Coincide en gran medida con el período en que la economía argentina
estuvo más aislada de la economía global, en el sentido de que siguió una estrategia de
crecimiento basada en la sustitución de importaciones y en un protagonismo creciente
del Estado. No está claro, no obstante, hasta dónde la menor apertura fue una opción o
una necesidad, dado que los flujos de comercio y financiamiento tardaron en
recomponerse luego del colapso de los treinta y, además, el sector agrícola quedó
relegado por el proteccionismo una vez que el comerció se reanimó en la posguerra.
106
¿Afecta la volatilidad excesiva al crecimiento? Los estudios recientes muestran
evidencia de que la volatilidad macroeconómica tiene efectos negativos sobre el
crecimiento del producto potencial61. Para el caso de la Argentina, Fanelli (2008)
encuentra que si la volatilidad (desvío estándar de la tasa de crecimiento) aumenta en un
punto porcentual, el crecimiento de largo plazo cae 2.7%.
107
ocasiones el gobierno expande el gasto cuando la economía está ya expandiéndose, algo
que ocurrió en 2010 y 2011 y se tradujo en aceleración de la inflación y apreciación
cambiaria.
La flexibilidad para adaptarse, por otra parte, es también vital para aprovechar
oportunidades nuevas. La gran cantidad de aceleraciones colapsadas en la historia
argentina habla de una incapacidad para pasar de la aceleración al crecimiento
sostenido. Seguramente, un hecho que hace difícil manejar correctamente las
aceleraciones en la Argentina es que éstas se producen luego de crisis que típicamente
tienen efectos muy negativos sobre el bienestar: en la etapa de recuperación se
exacerban los conflictos por las presiones de los distintos grupos para recuperar el
terreno perdido. Esto sugiere que en la Argentina, una condición para asegurar el
crecimiento sostenido y evitar la sucesión crisis-aceleración-crisis, es desarrollar reglas
de juego estables y creíbles para manejar los conflictos distributivos ante distintos
escenarios macroeconómicos. Este punto parece de alta relevancia actual si se tiene en
cuenta que, según lo visto, la Argentina se encuentra cursando un proceso de
aceleración, pero en un contexto internacional de crisis financiera que es una amenaza
permanente para la estabilidad.
108
Capítulo 6
Desarrollo humano y distribución del ingreso
En realidad, la asociación entre distribución del ingreso y desarrollo humano suele ser
tan estrecha que, además de la falacia de confundir crecimiento con desarrollo es
frecuente que se identifique a este último con la evolución en la distribución del ingreso.
Hay que tener presente, sin embargo, que una mejor distribución no es una condición
suficiente para un mayor disfrute de libertades sustantivas. Un gobierno políticamente
oportunista podría al mismo tiempo mejorar la distribución y deteriorar los mecanismos
de movilidad social ascendente si la redistribución favorece el consumo pero no la
formación de capital humano o de capital social. Además, las políticas distributivas
pueden afectar el crecimiento sostenible cuando están mal diseñadas. Esto es así, en
particular, porque es difícil cambiar la distribución en cualquier sentido sin afectar los
incentivos económicos y la funcionalidad del sistema. En efecto, cuando el cambio
distributivo sesga la distribución en contra de los sectores más rezagados con el
argumento de favorecer la inversión en capital físico, la competitividad o a los
asalariados sindicalizados del sector formal, ello puede distorsionar la formación de
capital humano y generar trampas de exclusión social: los sectores rezagados no
experimentan movilidad ascendente porque no cuentan con capital físico y humano
suficiente y no pueden acumular estos activos porque no perciben los ingresos mínimos
requeridos. Una sociedad con capital físico y sin capital humano no puede crecer
sostenidamente. Por otra parte, cuando se inducen cambios progresivos pero
traumáticos en la distribución, ello puede afectar los incentivos de los inversores para
acumular capital e innovar. La situación macroeconómica podría, incluso, desembocar
en una crisis si los inversores y ahorristas decidieran colocar su capital a resguardo en el
63
Ver sobre este punto Galiani (2010).
109
exterior. Como las crisis macroeconómicas tienen efectos muy negativos sobre la
distribución y la pobreza –desafortunadamente, como se mostrará, la Argentina ofrece
numerosos ejemplos de esto–, políticas de redistribución mal diseñadas pueden afectar
el desarrollo de manera profunda y duradera.
Una visión sistémica como la que utilizamos en este libro es útil para discutir problemas
de desarrollo humano precisamente porque permite colocar dentro del cuadro, de forma
simultánea, tanto los objetivos de desarrollo sustantivos como los requerimientos
instrumentales que se deben considerar para alcanzarlos. Esto es central para un país
como la Argentina que sufre de dos enfermedades muy difíciles de tratar de forma
simultánea: una estructura regresiva de distribución del ingreso con amplios sectores
excluidos y desconfianza en la estabilidad de las reglas de juego que se traduce en una
inversión productiva por debajo de lo que permitiría el ahorro de la sociedad. Enfrentar
estos dos desafíos antagónicos de manera simultánea reclama políticas públicas de un
nivel de calidad que no es el habitualmente observado en la Argentina.
La primera parte del capítulo estudia el nivel de desarrollo humano alcanzado por la
Argentina en función de los indicadores aportados por las Naciones Unidas, incluyendo
factores distributivos. En segundo lugar, estudiamos la distribución del ingreso y la
pobreza. Los indicadores de desarrollo humano, así como los de pobreza y distribución,
se evalúan tanto en función de la evolución histórica como de parámetros
internacionales.
1. Desarrollo humano
Durante la primera mitad del siglo XX la Argentina alcanzó, como vimos, una posición
muy ventajosa en el concierto de las naciones. La buena trayectoria del ingreso por
habitante que se registró en esa época tuvo su correlato en el desarrollo humano. De la
mano de sistemas educativos y de salud que lograron avances muy significativos se
observó una reducción temprana de las tasas de analfabetismo, amplia cobertura en
110
educación primaria y reducción de la incidencia de enfermedades transmisibles. La
rápida expansión de la infraestructura urbana y la acumulación de capital humano se
tradujeron, a su vez, en grados apreciables de movilidad social y de reducción de la
pobreza. En esto influyeron no sólo la socialización e integración social a través de la
escuela pública sino también el desarrollo gradual de herramientas de seguridad social.
Una mirada a la evolución de la Argentina en relación con los dos grupos de países que
analizamos en el capítulo anterior (los de industrialización más reciente y los que son
ricos en recursos naturales) servirá para ilustrar estas dinámicas (ver gráficos 6.1.a y b).
El valor 100 en el gráfico representa el punto en el que el país bajo consideración iguala
el IDH de la Argentina. De aquí que, cuando la curva de un país determinado es
ascendente, ello implica que está ganando posiciones en relación con nuestro país.
111
Gráfico 6.1
IDH de la Argentina vs. países seleccionados (%)
Evolución del IDH (h) en relación con Argentina Evolución del IDH (h) en relación con Argentina
Noruega
Brasil Australia
México 130,0 Canadá
130,0 España Chile
Corea Línea de paridad con Argentina
Línea de paridad con Argentina
120,0 120,0
110,0 110,0
IDH (h)
IDH (h)
100,0 (a) 100,0 (b)
90,0 90,0
80,0 80,0
70,0 70,0
1970
1975
1980
1985
1990
1995
2000
2005
2010
1970
1975
1980
1985
1990
1995
2000
2005
2010
Fuente: Naciones Unidas (2010a)
Como se observa, en general todos los países mejoran en relación con la Argentina a lo
largo de los cuarenta años bajo análisis, independientemente de si son o no ricos en
recursos naturales o están industrializados. La situación, no obstante, se estabiliza hacia
los dos mil e incluso Argentina mejora en algo su posición relativa en la década actual,
de la mano del fuerte crecimiento que hemos ya señalado en el capítulo precedente.
Más allá de este cuadro general, las trayectorias individuales de los países difieren. En
consonancia con lo ya apuntado, la brecha con los más ricos –Noruega, Canadá y
Australia– se mantiene. Corea y Chile, por su parte, ejemplifican bien el caso de países
que lograron que sus éxitos en el plano del crecimiento se reflejaran en un más veloz
desarrollo humano. Chile y Corea comienzan con índices por debajo de la Argentina
(debajo de la línea de 100%) y luego la superan. México y Brasil, que estaban también
por debajo de la Argentina en los setenta inician un sendero similar en esos años pero la
trayectoria ascendente se interrumpe en la década perdida de los ochenta. Treinta años
después, aún no han podido ponerse a la par de la Argentina. Si bien tanto México como
Brasil han crecido durante períodos breves en esas tres décadas, lo cierto es que no
lograron recomponer su proceso de crecimiento sostenido. Esta evolución pone a las
claras cómo la falta de crecimiento y la inestabilidad pueden retrasar el proceso de
desarrollo humano de países que en un momento mostraban gran dinamismo. Por
supuesto, como la relación entre México, Brasil y la Argentina se mantuvo estable
desde los ochenta, este hecho indica que nuestro país sufrió las mismas dificultades que
sus pares menos exitosos de la región.
112
la coloca en el lugar 46 del ranking en la actualidad y cerca de graduarse como de muy
alto desarrollo humano. El primero del ranking es Noruega, con un valor de 937. Estas
cifras indican, en definitiva, que el problema de la Argentina no es tanto no haber
avanzado en el desarrollo humano como el haber perdido la capacidad de descontar
distancias con los países más avanzados de forma de alcanzar la categoría máxima en el
nivel de desarrollo humano.
¿Cuáles son las razones del lento avance de la Argentina? Es posible tener una mejor
visión del punto analizando la evolución por separado de los componentes del IDH. El
gráfico 6.2 muestra cómo evolucionó la posición argentina en el ranking en función de
los indicadores de salud, educación e ingreso per cápita (una elevación de la curva
implica un deterioro en la posición).
Gráfico 6.2
Posición de la Argentina en el ranking según el IDH(h)
60
50
40
30
20
Salud
Educación
10
Nivel de vida
IDH
0
1970
1973
1976
1979
1982
1985
1988
1991
1994
1997
2000
2003
2006
2009
113
asignación de fondos que sustentara la expansión. La disonancia en la dinámica de
educación vis-a-vis la de crecimiento del ingreso se debe entonces a que, mientras las
mejoras de los ochenta en educación son empujadas por los logros anteriores y la
democracia, el crecimiento del ingreso colapsa por la crisis de la deuda.
Los ochenta son años clave en la historia del desarrollo humano de la Argentina. Lo
ocurrido en esa década marcará buena parte de los problemas posteriores de calidad que
enfrentará la educación: al dejar de crecer el país no puede seguir sustentando
financieramente la exitosa trayectoria del pasado (ver García de Fanelli, 2005). Se
enfrentó el dilema de tener que elegir entre una regresión en la cobertura o una caída en
la calidad. Como veremos al estudiar el capital humano en más detalle, ocurrió sobre
todo lo segundo.
114
Gráfico 6.3
Argentina en el ranking de IDH con y sin ingreso por habitante
(a) (b)
1.00
Argentina : #46 1.00
Argentina : #40
0.80 0.80
0.60 0.60
0.40 0.40
0.20 0.20
0.00 0.00
rep checa
Argentina
brasil
Brunei
Dinamarca
Sri Lanka
Sudan
Chad
Noruega
Albania
Alemania
Kyrgyzstan
Jordan
Mongolia
cabo verde
Haiti
Mauritania
arabia saudita
santo tome
Sierra Leone
Kuwait
Comoros
rumania
Ecuador
Malta
Ucrania
Rwanda
brasil
Australia
Canada
Malawi
Dinamarca
tailandia
Namibia
santo tome
Libia Jamahiriya
(b) Fuente: Naciones Unidas (2010a).
Que los indicadores de salud y educación hayan mejorado a pesar del estancamiento
económico, de cualquier forma, debe subrayarse como un rasgo muy positivo. Pero ello
también plantea interrogantes sobre la sostenibilidad del proceso. El avance cuantitativo
en los indicadores de salud y educación esconden problemas de relevancia en la calidad
en la provisión de los servicios.
Estos hechos son fuentes de tensión en el plano de las políticas. Por una parte, logros
como el aumento en la cobertura de educación y seguros de vejez son remarcables pero,
por otro, no está claro cuáles son los mecanismos de financiamiento a largo plazo.
Retroceder en la cobertura sería una regresión en el desarrollo humano, pero deteriorar
la calidad como forma de financiar una mayor cobertura también lo es. De aquí que es
fundamental para la Argentina utilizar de manera correcta los recursos que sí está
recibiendo en los dos mil para adicionarle calidad a la expansión de la cobertura.
115
Santa Cruz, Córdoba, La Pampa, Neuquén, Chubut y Santa Fe. Santiago del Estero y
Formosa son las provincias que muestran un IDH menor.
Gráfico 6.4.
IDH Nacional y provincial (a) y corrección por desigualdad (b)
(a) (b)
IDH - IDHD
0.8 2.5
0.78 2
0.76 1.5
1
0.74
0.5
0.72
0
Misiones
Mendoza
Formosa
Córdoba
La Rioja
Catamarca
Jujuy
Tucuman
Chubut
CABA
La Pampa
Santa Cruz
Chaco
San Luis
San Juan
Neuquén
Santa Fe
Tierra del…
Sgo. del…
Rio Negro
Salta
Misiones
Mendoza
Formosa
Corrientes
Buenos Aires
Córdoba
Entre Rios
La Rioja
Jujuy
Catamarca
Tucuman
Santa Cruz
Chubut
CABA
La Pampa
San Luis
Chaco
San Juan
Neuquén
Santa Fe
Rio Negro
Salta
Fuente: Naciones Unidas (2010b)
Otro punto que amerita atención es que, como lo remarca el Informe de Desarrollo
Humano de 2010, las provincias con mayor desarrollo humano son también las que
muestran niveles más bajos de desigualdad. Las provincias del noreste tienden a mostrar
menos desarrollo humano y, también, menos igualdad, como puede observarse en el
gráfico 4.4.b. Hemos marcado en el mismo el promedio nacional para que sea más fácil
verificar qué provincias están por encima y cuáles por debajo.
Parece evidente, en suma, que sería muy difícil comprender la evolución del desarrollo
humano en la Argentina sin tomar en cuenta el papel de los objetivos de mantener un
proceso sostenido de crecimiento y mejorar los aspectos distributivos. Dedicamos lo
que resta del capítulo a ahondar en las cuestiones distributivas.
Durante el período de alta inestabilidad y bajo crecimiento que reinó en la Argentina del
último cuarto del siglo XX la distribución del ingreso y la pobreza se deterioran tan
significativamente que podría decirse sin mucho temor a equivocarse que la Argentina
sufrió en ese período un desastre distributivo64. El proceso de deterioro alcanza su
máximo con el estallido de la crisis de la convertibilidad en 2002, cuando alrededor de
la mitad de la población cae por debajo de la línea de pobreza. Con la vuelta del
64
Sobre los cambios distributivos ver, por ejemplo, Sosa Escudero y Petralia (2010); Heymann y Ramos
(2007); Gasparini (2007 y Gasparini y Cruces (2008).
116
crecimiento de los dos mil la situación mejora, pero hoy todavía se observan secuelas
negativas de peso.
Uno de los resultados de largo plazo de este proceso fue que la Argentina perdió la
posición de privilegio que había tenido en el concierto latinoamericano en cuanto a la
distribución y se convirtió en un país similar al resto. Para evaluar la real significación
de este hecho hay que considerar que América Latina es una de las regiones con peor
distribución del ingreso en el planeta.
Gráfico 6.5
Distribución del ingreso: posición argentina en el mundo
60 60
50 50
Primer decil/Décimo decil
Coeficiente de Gini
40 40
30 30
20 20
10 10
0
0
republica checa
Venezuela, RB
Nueva Zelanda
Indonesia
marruecos
belgica
Argentina
Hong Kong, China
Iran, Islamic Rep.
Nigeria
suecia
holanda
italia
hungria
Colombia
Filipinas
Ireland
sudafrica
India
tailandia
corea, Rep.
Vietnam
dinamarca
alemania
francia
finlandia
turquia
singapur
grecia
Eslovaquia
Portugal
ucrania
Belarus
rumania
Canada
Norway
Australia
China
Mexico
Egypt, Arab Rep.
Austria
Bangladesh
Poland
españa
Israel
malasia
Peru
Chile
brasil
Pakistan
Rusia
japon
suiza
EEUU
Hong Kong, China
Colombia
Filipinas
tailandia
alemania
dinamarca
turquia
finlandia
corea, Rep.
republica checa
ucrania
Belarus
rumania
grecia
Indonesia
marruecos
Eslovaquia
Venezuela, RB
Australia
Nueva Zelanda
belgica
Mexico
Argentina
China
Egypt, Arab Rep.
Austria
Bangladesh
Iran, Islamic Rep.
malasia
Nigeria
españa
Poland
hungria
Rusia
Chile
suecia
Peru
holanda
italia
Pakistan
India
japon
Ireland
Vietnam
suiza
sudafrica
francia
Portugal
singapur
Canada
Norway
EEUU
Israel
uk
brasil
117
Cuadro 6.1
Distribución del ingreso en países seleccionados
Participación en los
Ratio de ingresos 10º Coeficiente de
ingresos totales del
decil / Primer decil Gini
10º decil
Argentina
1989-1992 15,06 32,69 0,44
1999-2001 31,40 37,14 0,48
2007-2009 26,80 40,44 0,42
Brasil
1989-1992 46,08 44,62 0,59
1999-2001 45,49 44,99 0,57
2007-2009 36,77 42,01 0,52
Chile
1989-1992 32,92 45,45 0,54
1999-2001 39,77 46,79 0,54
2007-2009 30,79 43,16 0,51
Fuente: CEDLAS
Analizar la evolución de estos indicadores a más largo plazo nos permitirá echar algo
más de luz sobre los factores que pueden haber incidido en el proceso de deterioro
sufrido por el país y en la mejoría reciente. El gráfico 6.6.a muestra la evolución del
coeficiente de Gini y el 6.6b la relación entre los ingresos más altos y más bajos en la
Argentina desde mediados de los setenta.
118
Gráfico 6.6
Evolución de la desigualdad en Argentina
0,5
25
Hiperin
0,45
s /d
Tequila
20
0,4 s/d
15 Crisis de la tablita
0,35 Crisis de la deuda
10
0,3 EPH
Rodriga
EPH EPH-C 5 EPH-C
0,25
0,2 0
2 0 0 4 -II
2 0 0 5 -II
2 0 0 6 -II
2 0 0 7 -II
2 0 0 8 -II
2 0 0 9 -II
2 0 0 4 -II
2 0 0 5 -II
2 0 0 6 -II
2 0 0 7 -II
2 0 0 8 -II
2 0 0 9 -II
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2 0 0 3 -II *
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2 0 0 3 -II
s/d
Los dos indicadores siguen una trayectoria similar: entre los años setenta y la actualidad
ha habido un deterioro importante en la distribución del ingreso. El coeficiente de Gini
pasó de 0,35 a un máximo por arriba de 0,5, para descender en la década actual y
ubicarse en un promedio de 0,45 (gráfico 6.6.a). La relación entre el 10% de la
población que más gana y el 10% que menos gana aumentó desde 1 a 10 en los setenta
hasta un máximo de 1 a 35 en los dos mil. En la etapa de crecimiento posterior, no
obstante, este indicador mejora de manera significativa (ver gráfico b).
La inestabilidad no fue, sin embargo, el único hecho de origen sistémico que influyó
sobre la distribución del ingreso. Cruces y Gasparini (2010) resaltan otro fenómeno
sistémico que tuvo incidencia en la distribución: las reformas estructurales que
modificaron sensiblemente el régimen de políticas y regulatorio de la posguerra. Estos
autores identifican dos hechos clave ocurridos en los noventa. El primero es que se
119
observa una ampliación en la brecha entre los ingresos de los trabajadores calificados y
los no calificados. Estos últimos perdieron tanto en términos de horas trabajadas como
de salario por hora. El segundo hecho es que esto ocurre a pesar de que aumenta la
oferta de trabajadores semi-calificados (con estudios secundarios) y calificados
(graduados universitarios)65. Cruces y Gasparini consideran que el salario relativo de los
calificados sube a pesar de que aumenta la oferta de ese tipo de trabajo porque la
demanda subió aún más en el período.
¿Por qué sube la demanda de trabajos calificados? Esto se puede atribuir en parte a las
reformas estructurales. En primer lugar, hubo una renovación en los equipos
productivos de la mano de las privatizaciones y la apertura. Los nuevos bienes de
capital –sobre todo las tecnologías TICs como veremos en el capítulo 8– son más
intensivos en el uso de mano de obra educada. Hay evidencia de que los salarios de
calificados subieron más donde hubo mayor inversión. En segundo lugar, la
liberalización comercial de los noventa también habría influido. En los países con
recursos naturales abundantes, la apertura mejora la rentabilidad de esos recursos y, por
ende, aumenta la demanda de otros factores que se necesitan para explotarlos. Los
salarios de los trabajadores educados aumentan porque el trabajo calificado tiende a ser
complementario de los recursos naturales, cosa que no ocurre con los no calificados. La
apertura también habría perjudicado a los salarios no calificados al generar desempleo
en ramas de sustitución de importaciones. Hay cierta evidencia de que se deterioran las
condiciones laborales donde se observa mayor penetración de las importaciones66..
65
La proporción de no calificados cae de 78.6% a 47.1% del total entre 1974 y 2006 (tomando personas
entre 20 y 65 años); un hecho que no sorprende si tomamos en cuenta el incremento en la cobertura en los
ochenta.
66
El desempleo parece haber tenido un rol menor como factor explicativo. El desempleo sube en los
noventa pero en buena parte es consecuencia del aumento en la tasa de participación en la fuerza de
trabajo de jóvenes y mujeres. Si un inactivo pasa a ser clasificado como desocupado, la distribución no
cambia por ello.
120
Gráfico 6.7
Evolución de los niveles de pobreza
60
Crisis de la convertibilidad
50 Crisis de la hiper
40
Alternativa
30 Crisis del tequila
20
Oficial
10
0
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
Fuente INDEC. Alternativa: UCA (2010)67
67
El segmento “alternativo” utiliza un indice de precios diferente al del INDEC
121
Más allá de los dramáticos máximos que se producen en el entorno de los períodos de
crisis, también es preocupante que alrededor de un cuarto de la población reciba de
manera sistemática un nivel de ingresos que no le permite adquirir una canasta mínima
de bienes y servicios. Cuando el nivel de ingresos no supera o sólo supera de manera
escasa la línea de pobreza se hace muy difícil acumular capital, tanto físico como
humano. Bajo estas condiciones, la movilidad social se torna una quimera y la exclusión
social se refuerza, aumentando la probabilidad de que una proporción apreciable de la
población quede atrapada en una trampa de pobreza. Por supuesto, para evaluar este
punto hace falta estudiar con más detenimiento los componentes del hardware de la
economía, así como las condiciones en el mercado de trabajo, algo que haremos en los
capítulos siguientes.
La pregunta central que abordamos en esta segunda parte del libro fue ¿dónde estamos
parados en relación con el desarrollo? y ello nos llevó a estudiar el desempeño de la
economía en función de los tres indicadores identificados como clave en el marco
conceptual: crecimiento, estabilidad y distribución. Los resultados, a su vez, fueron
interpretados en términos del enfoque de desarrollo humano. El ejercicio nos sirvió para
realizar un diagnóstico e identificar preguntas que sirvan como guía, en las partes tres y
cuatro, para estudiar los recursos del hardware y las organizaciones con que cuenta la
Argentina, dada la configuración de su software. Subrayamos aquí las conclusiones de
esta parte que consideramos más relevantes.
Una conclusión que surge nítidamente es que la Argentina tiene un nivel de PBI per
cápita que es difícil de lograr. Sólo un quinto de la población mundial vive en países
con un ingreso por habitante mayor al argentino.
Una segunda conclusión muy clara respecto del crecimiento es que, por un lado, la
Argentina encontró enormes dificultades para crecer bajo el régimen de Bretton Woods
y en la primera fase de la Segunda Globalización hasta la crisis de 2002 pero que, por
otro lado, la dinámica de crecimiento cambió en los dos mil.
Los datos de posguerra tomados en conjunto sugieren que el país estuvo preso en la
trampa de los ingresos medios junto con otros países grandes de la región como Brasil y
México. En realidad, a principios de este siglo, la crisis de 2002 se interpretó como la
confirmación definitiva de que la Argentina estaba condenada a estancarse. Cuando se
toma en cuenta este punto, es más fácil comprender por qué, mientras China festeja
haber sobrepasado el límite inferior de 4.000 dólares PPP que la coloca en la clase
media alta en 2010, la Argentina siente su ya larga pertenencia a esa clase con un PBI
PPP que supera largamente los 10.000 dólares como una derrota. El hecho de haber
122
permanecido tanto tiempo en la misma categoría se interpreta como un indicio cierto de
que el país se encuentra atascado en una trampa de bajo crecimiento. En este sentido,
habría “algo” que hizo que Corea pasara rápidamente a través de la clase media sin
detenerse hasta la graduación, mientras que los países más industrializados de América
Latina no estuvieron en condiciones de hacer lo mismo.
Una tercera conclusión que sugieren los datos es que la alta inestabilidad
macroeconómica que experimentó la Argentina en la posguerra se constituyó por sí
misma en un obstáculo para el desarrollo: dañó tanto el crecimiento como las
condiciones sociales. Parece claro que para aprovechar las oportunidades que se
plantean en la actualidad, las medidas para asegurar la estabilidad macroeconómica
deberían ser parte de las políticas de desarrollo por derecho propio.
¿Cómo utilizar esta base para potenciar el crecimiento sostenido y la inclusión? Hay dos
desafíos centrales, uno relacionado con el crecimiento y el otro con la inclusión.
123
éxito en generar el crecimiento del ingreso necesario para sustentar ese nivel de
cobertura. La Argentina necesita urgentemente mejorar la calidad de su capital humano
para estar en condiciones de competir en una economía global donde, como vimos, los
países emergentes –sobre todo asiáticos– han avanzado enormemente en su desarrollo
humano, descontando las ventajas competitivas que nuestro país había acumulado en
salud y educación. Estudiaremos en más detalle el capital humano en el capítulo 8, pero
con lo visto hasta aquí es suficiente para dejar la importancia de este punto en claro.
En la Argentina de hoy parece ser tan importante atesorar la idea de que con
crecimiento y sin inclusión no hay desarrollo como entender que extender la cobertura a
costa de la calidad daña el crecimiento y es justamente la falta de crecimiento en el
ingreso lo que más dañó el desarrollo humano desde los setenta en adelante. El dilema
de la Argentina hasta los dos mil era que tenía pocas opciones de financiamiento para
enfrentar la dicotomía entre cobertura y calidad. Pero este dilema se debilitó en los dos
mil de la mano del shock externo positivo y la aceleración del crecimiento, lo que se
reflejó en un fuerte aumento en los ingresos fiscales. El sector público cuenta hoy con
recursos para financiar cobertura y mejoras de calidad. La restricción operativa no está
hoy, probablemente, tanto en el hardware como en el software: en el diseño del
régimen de políticas públicas que inciden sobre el desarrollo humano, una cuestión a la
que volveremos en el capítulo 12 al estudiar el rol del Estado y las políticas.
124
Tercera Parte
Organizaciones Crecimiento
Organizaciones
Organizaciones Privadas Desarrollo
Distribució
istribución
Públicas Cooperació
Cooperación Humano
Conflicto
Mercados Estabilidad
Familias
125
influencia sobre el tipo de actividades que es rentable llevar a cabo y ello, a su vez,
determina los rasgos de la estructura productiva y de las organizaciones.
68
Cabe subrayar que en el plano de las políticas esta visión tiene una implicancia fuerte: acota el
voluntarismo porque las condiciones iniciales importan y acota la visión de que la economía produce un
orden espontáneo porque pone el software en el centro de la escena.
126
camino de convergencia hacia el club del desarrollo pero, luego de los sesenta, se instala
una clara tendencia divergente que sugiere que, probablemente, la economía estuvo
atrapada en la trampa del ingreso medio, junto con los otros países grandes de la región.
También encontramos que a partir de 2003 el país está cursando un proceso de
aceleración y, por ende, es altamente relevante identificar qué elementos del hardware
podrían devenir en obstáculos para convertir la aceleración en crecimiento sostenido.
Como existen estructuras productivas que tienen una mayor capacidad para incrementar
el PBI per cápita que otras, es necesario evaluar la significación de los cambios que
vinieron de la mano de la aceleración del crecimiento y de los positivos shocks externos
que recibió la economía en lo que va del siglo. En el análisis que sigue, la atención
estará puesta en identificar con qué recursos cuenta hoy la Argentina y en evaluar cómo
están influyendo las transformaciones en curso sobre la productividad, la competitividad
y la capacidad de generar empleo de la estructura productiva.
127
Capítulo 7
En este capítulo estudiaremos un conjunto de recursos que está muy influido por
variables exógenas. Los recursos naturales y la población se destacan en este sentido.
En el capítulo dos vimos que los recursos naturales no sólo presentan una oferta muy
poco elástica, como la tierra, sino que pueden agotarse, como los minerales. La
evolución de la población, a su vez, es determinada en gran medida por variables socio-
demográficas. Por otra parte, la localización geográfica del hardware no puede
modificarse y ello define aspectos económicamente muy relevantes como la distancia a
los grandes centros de consumo y producción y las características espaciales del
territorio nacional. Cuando las variables exógenas tienen influencia importante sobre la
disponibilidad de un recurso, la capacidad del sistema económico para adaptarse a las
condiciones que le vienen dadas pasa al primer plano y, en esa adaptación, el software
tiene una función irreemplazable: debe proveer reglas de juego que definan formatos
organizacionales apropiados a las circunstancias. La tarea no es fácil porque los
recursos de esta clase tienen gran potencial para inducir fallas de cooperación y,
particularmente, fallas de mercado.
Los desafíos de adaptación que plantean los recursos naturales no son menos
importantes, tanto si son escasos como si abundan. Como veremos más abajo, el país se
ubica más cerca del polo de la abundancia que de la escasez y, por ello, nuestra
economía no está libre de los desafíos asociados con la abundancia, como la
primarización de la estructura productiva y o los conflictos sobre apropiación de rentas
que pueden convertir la abundancia en una maldición. Asimismo, el cuidado del medio
ambiente plantea demandas muy fuertes de software. Por ejemplo, es muy difícil definir
128
derechos de propiedad sobre algunos recursos naturales como el agua o el aire puro y
ello da lugar a conflictos. Un ejemplo en nuestro país es la reciente ley de glaciares que
tuvo un trámite complejo en el Congreso y plantea dificultades de aplicación y control
difíciles.
1. Geografía
129
específicamente diseñadas. No sorprende, en consecuencia, que en la geografía
económica moderna el espacio, los rendimientos crecientes y las instituciones estén
indisolublemente ligados. Así, por ejemplo, al explicar las formaciones urbanas, si bien
se toman en cuenta factores como la proximidad a vías navegables y centros de
consumo, también se incluye como factor explicativo las ganancias que aporta la
aglomeración (contar con mano de obra calificada, derrames de conocimiento técnico
entre firmas) y los factores históricos y políticos que pueden jugar a favor o en contra de
la habilidad de las instituciones para resolver tareas de coordinación público/privadas
asociadas con la inversión en infraestructura de transporte y servicios y la formación de
capital humano.
Gráfico 7.1
Territorio y densidad poblacional
(a) Territorio (b) Densidad
18,000,000 600
16,000,000
500
14,000,000
12,000,000 400
10,000,000 Argentina:
300
2,736,690 (#8)
8,000,000
200
6,000,000 Argentina
4,000,000
100
2,000,000
0 0
rep. checa
Colombia
Filipinas
Nueva zelanda
alemania
Indonesia
rumania
grecia
irlanda
Venezuela, RB
Algeria
egipto
belgica
Corea, Rep.
Peru
hungria
suiza
Kazakhstan
Portugal
singapur
Indonesia
marruecos
Nigeria
Filipinas
holanda
India
sudafrica
turquia
alemania
francia
noruega
Belarus
Portugal
Canada
Algeria
Eslovaquia
Austria
rusia
UK
Qatar
Fuente: CIA World FactBook
130
con la ubicada en el segundo lugar es enorme. Si bien el censo 2010 detecta ciertos
cambios en proceso, los mismos están muy lejos de tener entidad como para cambiar el
cuadro. Según el censo de 2010, la región con mayor crecimiento demográfico es la
patagonia, con Santa Cruz a la cabeza y la que menos crece es la Ciudad de Buenos
Aires, con un ritmo de avance igual a la mitad del promedio nacional.
Cuadro 7.1
Distribución de la población de grandes urbes (2010)
131
Gráfico 7.2
Producto Bruto Geográfico por Provincia
(Participación en el total, %)
40%
35%
30%
25%
20%
15%
10%
5%
0%
Río Negro
Sgo del Estero
Tierra del Fuego
Entre Ríos
CABA
Jujuy
Neuquén
Chubut
San Luis
Santa Cruz
Buenos Aires
Corrientes
Córdoba
Mendoza
La Rioja
Chaco
Tucumán
San Juan
Santa Fe
Misiones
La Pampa
Formosa
salta
Catamarca
Fuente: Mecon
El gráfico 7.2 es muy ilustrativo respecto de las grandes diferencias de tamaño que
existen entre las diferentes provincias de la Argentina. Según este registro basado en la
información disponible, Buenos Aires, CABA, Santa Fe y Córdoba explican el 68.5%
del producto de la economía y si sólo tomamos los dos primeros distritos, la proporción
no baja mucho: 52.5%.
Las diferencias en el ingreso por habitante son incluso más impactantes que las
disparidades en el tamaño de las economías. El rango va de niveles similares a los
países desarrollados (Santa Cruz, Neuquén, CABA, Tierra del Fuego) a valores propios
de países muy pobres, como el caso de Jujuy, Santiago del Estero, Formosa y Chaco.
Esto indica que detrás del status de país de ingreso medio alto en el que clasificamos a
la Argentina en el capítulo 5 se esconden varios países.
Si recordamos que el ingreso per capita de una región es, antes que nada, el reflejo del
nivel de productividad alcanzado, estas cifras están indicando que las diferencias de la
productividad laboral entre, digamos, el Chaco y CABA son abismales. Sería muy
difícil argumentar que los trabajadores en ambos espacios geográficos producen
utilizando tecnologías similares y es mucho más natural argumentar que la Argentina
presenta heterogeneidades estructurales muy marcadas. Por supuesto, podría
preguntarse por qué los chaqueños no van a trabajar a la CABA y acceden a las mismas
tecnologías y niveles de productividad que los argentinos que viven allí. En la
Argentina no hay ningún tipo de traba a la movilidad y, sin embargo, estos incentivos de
alguna manera no operan. Al discutir las cuestiones estructurales en el capítulo 4 vimos
que hay dos fenómenos a considerar. Por una parte, los canales que comunican al sector
moderno y el de subsistencia pueden no operar (sistema financiero, políticas públicas) y
por ende los recursos no pueden asignarse bien. Por otra, los habitantes del sector de
subsistencia suelen no estar en condiciones aprovechar las oportunidades porque están
atrapados en trampas de pobreza debido a la falta de capital físico y humano. Un
132
argumento en favor de la importancia de las trampas es el hecho de que cuando los
trabajadores de las zonas deprimidas efectivamente migran hacia los centros de mayor
productividad, no se integran a las actividades modernas: quedan segregados en barrios
sin infraestructura ni establecimientos educativos y de salud adecuados y pasan de estar
entrampados en sus provincias a estarlo en el Gran Buenos Aires o el Gran Rosario.
Gráfico 7.3
Ingreso por habitante provincial
(Precios corrientes en miles de dólares; 2008)
35
30
25
20
15
10
0
Córdoba
salta
Formosa
La Pampa
Mendoza
La Rioja
CABA
Santa Fe
Misiones
Santa Cruz
Chubut
San Juan
Entre Ríos
Jujuy
Chaco
Buenos Aires
Corrientes
Catamarca
Tucumán
Tierra del Fuego
Río Negro
San Luis
Estos hechos sugieren que las economías de aglomeración y escala han estado actuando
de manera muy significativa y han creado polos de atracción en los grandes centros
urbanos contra los cuales al resto de las regiones le cuesta mucho competir: una vez
que los grandes centros sacaron una ventaja suficiente –probablemente inducida por la
distribución del recurso tierra–, los rendimientos crecientes creados por las economías
de aglomeración y escala hicieron el resto. Como se explicó en el marco conceptual,
rendimientos crecientes quiere decir costos decrecientes y, por lo tanto, siempre los
espacios “ganadores” cuentan con las ventajas de costos para seguir ganando y los
perdedores quedan encerrados en una trampa de subdesarrollo: las organizaciones no se
localizan en espacios alejados de las grandes urbes porque los costos son mayores y los
costos son mayores porque los espacios están alejados. Este tipo de mecanismos de
retroalimentación positiva han sido bien conceptualizados por la geografía económica
(Venables 2008b). Para nuestro estudio hay una implicancia a remarcar: la geografía
juega en este caso como un factor de generación de heterogeneidad estructural; de
dicotomización del espacio geográfico entre regiones modernas y regiones de
subsistencia. Por supuesto, de esto no se sigue que no haya fuerzas que juegan a favor
de disminuir la heterogeneidad estructural. Una fundamental es la congestión: los costos
de una infraestructura recargada típicamente generan fuerzas a favor de la
133
desconcentración debido a que en algún punto, las ganancias de aglomerarse empiezan a
ser compensadas por los costos de la congestión bajo la forma de exceso de tráfico, altos
costos de la vivienda, etc. Hay que tener en cuenta, no obstante, que generar
desconcentración por la vía de la congestión es un método socialmente caro: es mucho
mejor si las autoridades ayudan a coordinar la localización por medio de la generación
de incentivos que guíen las inversiones y las decisiones de las organizaciones privadas.
69
Sobre historia económica Argentina ver, por ejemplo, Hora (2010).
134
La segunda consecuencia es que, para un país con la localización de la Argentina, es
especialmente importante que las economías de la región crezcan. Por ser la economía
más grande entre las más cercanas, Brasil (y el MERCOSUR) tiene una importancia
difícil de exagerar. En este sentido, que Brasil y otros países latinoamericanos cayeran
en la trampa del ingreso medio y dejaran de crecer a partir de la década perdida ha sido
muy perjudicial para la Argentina.
Es posible dar una idea de la oportunidad que podría representar el MERCOSUR para la
Argentina haciendo referencia a dos hechos. El primero es que al empezar a crecer
Brasil en los dos mil, las exportaciones de la Argentina hacia ese país aumentaron
fuertemente. El segundo es que las exportaciones más sofisticadas de la Argentina desde
el punto de vista industrial van hacia Brasil. En realidad, el comercio de nuestro país
con Brasil ha venido ganando en importancia desde que se inició el proceso de
integración en los ochenta, que desembocó en la creación del MERCOSUR en los años
noventa. Sin embargo, el proceso de integración ha sufrido de una gran falta de
liderazgo político que lo dejó a la deriva de los shocks externos. Cuando las situaciones
macroeconómicas nacionales se deterioran, la reacción de las autoridades de cada país
privilegia los objetivos domésticos en detrimento de los grupales, como sucedió con las
devaluaciones competitivas entre los socios entre 1999 y 2002 y como está ocurriendo
en la actualidad con el incremento de las presiones proteccionistas impulsadas por un
contexto internacional poco propicio (ver Evenett, 2011).
2. Recursos naturales
135
Gráfico 7.4
7,000
120,000
Argentina:
6,000 4,996 (#3)
100,000
5,000
80,000
4,000
60,000
3,000
Argentina:
40,000
10,266 (#20) 2,000
20,000
1,000
0 0
rep. checa
Colombia
Nueva zelanda
finlandia
turquia
emiratos arabes
irlanda
ucrania
Algeria
Indonesia
Austria
Nigeria
rusia
Peru
Vietnam
India
francia
Japan
EEUU
dinamarca
grecia
rumania
Eslovaquia
irlanda
marruecos
egipto
Mexico
Bangladesh
Nigeria
hungria
Chile
Peru
francia
Malaysia
EEUU
Israel
brasil
UK
Fuente: Banco Mundial (2011b)
La riqueza natural per cápita estimada es de 10.266 dólares de 2005. Esta cifra
posiciona al país entre aquéllos que cuentan con una riqueza natural considerable: se
ubica en el puesto 20. Tiene un nivel similar al de los países desarrollados de la OECD,
aunque más bajo que el promedio de los países de ingreso medio alto. Los datos
recogidos en el gráfico 7.2.b revelan, no obstante, que el país tiene una dotación per
cápita de tierras cultivables y de pastoreo realmente excepcional: es la tercera del
mundo. El stock de esa riqueza es el 1.53% del total mundial. Nótese que la tierra
cultivable explica prácticamente la mitad del valor de toda la riqueza natural del país.
136
Cuadro 7.2
Riqueza Natural en países y regiones seleccionados
Miles de dólares constantes de 2005
Total
Gráfico 7.5
Recursos Naturales per cápita (dólares de 2005)
6,000 ingresos medios‐altos
5,000 Mundo
4,000
Argentina
3,000
2,000
1,000
‐
Minerales
Petróleo
Cultivos
Carbón
áreas protegidas
Gas
Tierras y pasturas
Forestación y
137
Como lo subrayamos en el marco conceptual, si bien los recursos naturales están dados,
ello no implica que no requieran inversión y ahorro para poder ser explotados. Es un
punto central para la Argentina de hoy porque el esfuerzo de inversión en relación con
cada uno de estos rubros presenta características muy disímiles en los dos mil. Mientras
hubo inversiones importantes en la agricultura y ciertos proyectos mineros, ese no ha
sido el caso del sector energético, lo cual se reflejó en una mala evolución no sólo de la
producción sino, también, de la relación entre ésta y las reservas. Analizamos más
detenidamente este punto en el capítulo 10 al estudiar el sector energético. Sin embargo,
cabe adelantar un punto: como la Argentina aprovechó las oportunidades de exportación
sobre todo en relación con la soja y perdió su superávit en productos energéticos, de
hecho el país corre el riesgo de terminar cambiando soja por gas, lo que equivaldría a
cambiar un recurso natural por otro, desaprovechando la oportunidad de invertir los
beneficios de la renta de los recursos en potenciar actividades con rendimientos
crecientes.
En síntesis, estas estimaciones nos presentan un país rico en recursos, con una cierta
diversificación pero donde predomina claramente la dotación de tierras cultivables y de
pasturas. Esta composición de la dotación de recursos naturales tiene consecuencias
muy importantes en lo que hace a la conformación de la estructura productiva.
Dos estrategias alternativas para aumentar ese techo son, o bien aumentar las
exportaciones o bien disminuir la cantidad de insumos importados por unidad de PBI
producido. A partir de la crisis del treinta y hasta mediados de los setenta el país siguió
una estrategia que privilegió sobre todo esta segunda alternativa, conocida como
“sustitución de importaciones”. Desde el punto de vista del hardware, era una estrategia
ganadora ya que generaba trabajo para las industrias nacionales ahorrando a la vez en el
uso de divisas. Pero el diseño del software (particularmente las regulaciones y el
régimen de políticas) resultó mucho más complicado de lo previsto. Volveremos a este
punto en el capítulo 12. Aquí sólo queremos marcar un punto que es pertinente: buena
parte de los estímulos que se utilizaron para incentivar la industria deterioraban, a la
vez, los incentivos para invertir en el sector agropecuario. No sorprende, entonces, que
la Argentina entrara tarde a la revolución verde y que las exportaciones de origen
agropecuario mostraran un lento avance en el período sustitutivo (Reca y Parellada,
2001). Esto dio lugar a una dinámica macroeconómica conocida como “stop-and-go”:
cuando la economía crecía rápidamente, aumentaban las importaciones, se acababan las
divisas porque las exportaciones no seguían el mismo ritmo, las autoridades se veían
obligadas a depreciar la moneda, la devaluación generaba recesión y la economía se
paraba. Luego de un tiempo de bajo nivel de actividad y de importaciones (período de
138
“stop”), la economía estaba en condiciones de intentar nuevamente el “go”. Ya hemos
analizado en el capítulo 5 que el resultado final de largo plazo de este tipo de dinámica
es la alta volatilidad macroeconómica. Una de las características más positivas de los
dos mil fue que, de la mano de los buenos términos del intercambio y el aumento en la
productividad agrícola, hubo un largo período de go sin stop.
139
2. Población
Según el último censo, la Argentina cuenta con una población de 40.117.096 habitantes,
de los cuales 51.3 % son mujeres. En el período intercensal la población creció un
10,6%, valor sólo algo inferior al observado en el período intercensal anterior. La tasa
de crecimiento anual fue del 1% (ver cuadro 7.3). Esta tasa es inferior a las registradas
en períodos pasados, sobre todo cuando el país se favorecía con flujos migratorios de
importancia. Entre 1890 y 1930 llegaron a observarse tasas del orden del 3% y luego
fueron decreciendo.
Cuadro 7.3
Evolución de la población
140
1980-85, cuando el INDEC la estimaba en alrededor de 3. Por otra parte, hay
variaciones significativas a través del país. La tasa global de fecundidad es de 1.9 hijos
por mujer (similar a Europa) en la CABA, que es la urbe de mayor edad en el país,
como resultado de una reducida fecundidad y una alta mortalidad. La tasa global es
mucho más alta en la región del noroeste y noreste. Provincias como Chaco, Corrientes,
Formosa, Jujuy, Misiones, Salta, San Juan, Santiago del Estero y Tucumán mantienen
tasas de natalidad bien por encima de la media. Como se trata de regiones de menores
ingresos, también experimentan emigración hacia los centros urbanos más grandes,
como el Gran Buenos Aires. Esto reduce la tasa de crecimiento poblacional de esas
regiones, a pesar de su fecundidad.
El Censo 2010 indica que la población de 65 años o más representa el 10,2% del total.
Simultáneamente hay una gradual disminución en la participación de la población entre
0 y 14 años. En la actualidad es un cuarto de la población pero en 2001 era 28%. Estas
tendencias indican que el país está atravesando hoy la etapa de la transición
demográfica del bono o dividendo demográfico durante la cual se reduce la tasa de
dependencia: sube la proporción de habitantes entre 15 y 64 años en relación al resto
como paso previo a un futuro envejecimiento. El cuadro siguiente muestra cómo se
estima que evolucionará la tasa de dependencia.
Cuadro 7.4
Evolución del índice de dependencia
Cuadro 11
Indicadores de dependencia entre grupos
funcionales de edad. Total del país, 1990-2029
141
presente y el año 2050 y esas personas se espera que consumirán más que lo que
contribuirán a producir.
Gráfico 7.6
Ratio de la población de edad activa / población dependiente
2.5
1.5
1
Asia del Este Europa
América Latina Estados Unidos
Africa sub-sahariana
0.5
1950
1960
1970
1980
1990
2000
2010
2020
2030
2040
2050
Como se ve, el mundo desarrollado es el que más avanza en el proceso junto con Asia
del Este: están en la vecindad del máximo de participación de la fuerza de trabajo en
edad activa y de ahora en más aumentará fuertemente el peso de los dependientes por el
proceso de envejecimiento.
142
Cuadro 7.5
Ventana de Oportunidad del bono demográfico (países del G20)
Inicio Fin
Una simple mirada al cuadro permite anticipar que uno de los temas centrales de
negociación del G20 será, justamente, cómo explotar las ventajas potenciales de la
diversidad demográfica. En el G20 hay tres grupos bien diferenciados, que hemos
separado en el cuadro 7.5 por un espacio: los países “viejos” en los que ya se cerró la
ventana demográfica; los países en los que la ventana se cierra en esta década y los que
aún tienen un largo período de dividendos. Todo lo demás igual, este último grupo de
países es el que tiene mayor potencial de crecimiento y, por ende, cuenta con los
proyectos de inversión de mayor rentabilidad.
Nótese, por otro lado, que la Argentina tiene un punto a favor adicional: los países
demográficamente más jóvenes, como la India, a medida que se desarrollen demandarán
productos como alimentos y granos en los que nuestro país tiene ventajas comparativas,
dando lugar al doble bono demográfico y agrícola al que ya se hizo referencia.
Una de las conclusiones más importantes a extraer de este cuadro es que, por haber
entrado más tarde dentro de la etapa de bono demográfico, la Argentina tiene una
ventaja: poder observar con antelación los problemas que aparecen en países más
avanzados en la transición demográfica. En este sentido, son particularmente relevantes
los siguientes puntos.
143
importantes deficiencias: el sistema financiero que cumple la función de asignar el
ahorro a la inversión es muy pequeño y no hay crédito de largo plazo para la
producción. La contracara del subdesarrollo financiero es la salida de capitales que,
como estudiaremos en el capítulo 11, se explica en gran medida por la inseguridad
jurídica y la historia de crisis.
Tercero, un hecho a tener en cuenta a la hora de aprovechar el bono es que, cuando cae
la tasa de natalidad, se abre la oportunidad de aumentar la inversión en capital humano
por hijo. Al tener menos niños en el hogar es posible educarlos y alimentarlos mejor.
Lograr que esta mayor inversión en capital humano efectivamente se materialice es vital
porque las inversiones en capital físico y humano son complementarias y, por ende, no
alcanza sólo con la inversión en capital físico para garantizar el crecimiento sostenido.
Nótese, no obstante, que una buena porción de la inversión en capital humano la realiza
el Estado y, por ende, es necesario que el gobierno tenga acceso a financiamiento. Se
requiere que parte del ahorro privado en la etapa del dividendo sea canalizado hacia el
gasto público en educación, salud y construcción de la infraestructura social que soporta
esas actividades.
De las cifras del censo y el IDH surge que la Argentina tiene una inconsistencia en este
plano: las regiones más ricas y con mejor IDH, como la CABA, son las que tienen
menor tasa de fecundidad y, por ende, menor proporción de niños y mayor de ancianos.
Esto indica que probablemente la Argentina está subinvirtiendo en el capital humano de
los niños y los jóvenes de zonas más pobres. Esto es un pasivo para el futuro ya que
esos niños tendrán menor productividad en el futuro, cuando les toque hacerse cargo de
una mayor proporción de retirados. Una baja productividad laboral es sinónimo de una
baja capacidad para pagar impuestos.
70
De hecho, hay una tendencia a pasar de regímenes para el retiro de beneficios ciertos a regímenes
donde la contribución es cierta, pero el beneficio a cobrar en la etapa de retiro depende del rendimiento
del fondo de pensión en el que se colocó el ahorro. La viabilidad de este segundo tipo de régimen de
retiro depende mucho más de los aportes voluntariamente decididos por el trabajador y de la eficiencia en
el manejo de los fondos de pensión por parte de actores institucionales y fondos comunes de inversión
(ver Fanelli 2010a).
144
Capítulo 8
Capital físico, capital humano y progreso técnico
Nos ocuparemos ahora de inventariar los recursos del hardware que restan: capital
físico y humano y grado de progreso técnico (conocimiento). Se trata de recursos que, a
diferencia de los revisados en el capítulo anterior, son reproducibles y, por lo tanto, son
sensibles a los incentivos económicos. Su acumulación responde a variables que son
endógenas a la economía como los precios relativos y las condiciones de
financiamiento. De esto se sigue, en función de nuestro marco conceptual, que la
acumulación de estos recursos estará muy influida por el marco institucional: las reglas
de juego del sistema modelan los incentivos y el funcionamiento de los mercados, que
es donde se forman los precios.
Traducido al esquema de este libro, esto implica que hay factores del software que
afectan a la acumulación. Hay cuatro componentes del software que es particularmente
importante tener en cuenta en el caso argentino. El primero son los derechos de
propiedad. La inversión supone inmovilizar recursos en el presente para recoger los
frutos en el futuro y, por lo tanto, el agente que toma la decisión de inmovilizar su
capital debe estar seguro de que éste no será expropiado y de que estará en condiciones
de apropiarse de los beneficios. Los cambios no esperados en los derechos de propiedad
no son infrecuentes en el país. El segundo elemento del software es el régimen de
políticas públicas, que influye en dos aspectos: la acumulación de capital humano y el
sistema nacional de innovación. La mala distribución del ingreso de nuestro país hace
que amplios sectores de la población no estén en condiciones de financiar la
acumulación de capital humano y, por lo tanto, el Estado debe destinar recursos para
paliar esta debilidad y evitar la exclusión asociada con las trampas de pobreza debidas a
la escasez de capital humano. La innovación, a su turno, requiere de la acción del
gobierno para solucionar las fallas de mercado, coordinar la oferta y demanda de
calificación de la mano de obra y articular las partes del sistema nacional de innovación.
El tercer componente son las políticas macroeconómicas. La volatilidad
macroeconómica es un fenómeno sistémico. Por lo tanto, cuando esa volatilidad
aumenta, aumentan los riesgos para todas las actividades que se llevan a cabo dentro del
sistema. Cuando el riesgo es mayor, los inversores demandan más beneficios para
arriesgarse, se encarece el costo de los fondos para invertir y la inversión disminuye.
Así, dos sistemas económicos podrían contar con dos proyectos de inversión que fueran
idénticamente rentables desde el punto de vista del hardware pero si la volatilidad
macroeconómica es excesiva en uno de ellos, probablemente el proyecto sólo se llevará
a cabo en el sistema con volatilidad menor. Ya vimos que la Argentina tiene un
desempeño malo en cuanto a estabilidad macroeconómica. El último componente del
software que deseamos destacar es el marco regulatorio. Cuando las regulaciones
cambian, la rentabilidad del negocio regulado también cambia y, dependiendo del caso,
subirá o bajará. Se sigue de esto que si las regulaciones son inestables, la rentabilidad
esperada también lo será, aumentando el riesgo de operar en la actividad regulada. Los
ciclos de estatización/privatización en nuestro país generaron inestabilidad de los
marcos regulatorios. El marco regulatorio es también clave por su influencia sobre el
progreso técnico. Como ya se subrayara, el conocimiento tiene características
particulares que hacen que la tarea de incentivar y coordinar no puedan ser realizadas de
manera eficiente por los mercados en la mayoría de los casos y, por lo tanto,
frecuentemente se requieren regulaciones.
145
Este capítulo analiza la acumulación de recursos desde el punto de vista del hardware y
no del software, pero hemos enfatizado la influencia de este último sobre la inversión
justamente porque deseamos que el lector lo tenga presente al leer lo que sigue. Evaluar
la acumulación de activos y conocimiento sin tener en cuenta la estructura de incentivos
que la motiva sería un ejercicio más afín a la ingeniería que a la economía. Esto es
particularmente cierto en el caso de la Argentina, donde la volatilidad regulatoria y
macroeconómica, así como la mediocre calidad de las políticas públicas, han sido
obstáculos de peso para la acumulación.
1. Capital físico
146
Cuadro 8.1
Indicadores de infraestructura básica (países seleccionados)
Del cuadro 8.1 surge que nuestro país cuenta con un buen parque automotor pero que la
infraestructura de transporte no está en consonancia con tal hecho. Por ejemplo, los
datos revelan que en rutas pavimentadas los niveles son similares al promedio
latinoamericano pero menores a los países de ingreso medio, al tiempo que la calidad de
la infraestructura portuaria no llega al promedio ni regional ni de un país típico de
ingreso medio. Esto sugiere que el país no cuenta con una infraestructura de transporte
acorde con su ingreso. Este hecho se asocia, sin dudas, a años de baja inversión desde la
crisis de la deuda de los ochenta en adelante. La infraestructura de energía también
adolece de debilidades, pero esta dimensión es analizada en el capítulo 10 como parte
del análisis de la estructura productiva.
Cuadro 8.2
Indicadores de infraestructura TICs (países seleccionados)
147
integración en cadenas globales de valor, sobre todo en el área de terciarización de
servicios ver (Kosacoff y Lopez, 2008).
En general el país tiende a ubicarse por encima de los parámetros de América Latina, lo
cual es lógico dado su mayor nivel de ingreso. Sin embargo, se observa un cierto rezago
relativo en relación a los países de ingresos medios. Por ejemplo, contar con ingresos
medios altos no le está asignando ninguna ventaja significativa en lo que hace a
usuarios de internet. Al hacer un diagnóstico de la situación de la infraestructura en la
Argentina Sánchez y Butler (2009) concluye que la Argentina tiene debilidades en
infraestructura que podrían devenir en una restricción y lo mismo encuentran Chisari et
al., (2007) que muestran simulaciones de equilibrio general relacionadas con los cuellos
de botella en energía.
Partiendo de este panorama general, es posible dar una visión más detallada de la
situación recurriendo a los trabajos de Coremberg, que ha hecho un gran esfuerzo en la
medición del stock de capital de la Argentina. El cuadro 8.3, basado en Coremberg
(2009b) muestra que el stock de capital está compuesto en su mayor parte por capital
reproductivo –casi dos tercios del total–, correspondiendo el resto a capital residencial.
Cuadro 8.3
Stock de capital: tasa de crecimiento y composición
Tasa de Participación en el
crecimiento total
(1990-2004; %) (2004; %)
148
infraestructura. La construcción de infraestructura puede actuar como catalizador de la
explotación de complementariedades productivas si ayuda a coordinar las decisiones de
inversión privadas, como en los casos en que la disponibilidad de nuevas facilidades
incentiva la localización de empresas en determinadas localizaciones, dando lugar a la
explotación de economías de aglomeración.
En primer lugar, la relación entre el capital disponible y el PBI generado con ese capital
puede variar a corto plazo debido a que en la recesión parte del capital queda ocioso y
en la parte alta del ciclo puede ser sobre-utilizado. Así, Coremberg (2009) muestra que
mientras en 1997 la relación entre capital y PBI era de 2.3 en 2001 había subido a
alrededor de 2.8 al estar ociosa una mayor proporción del capital instalado. Esto hace
que la productividad media del capital resulte pro-cíclica: la economía parece más
149
productiva en la expansión y menos productiva en la recesión. Este punto es importante
para las decisiones de inversión por lo siguiente. Si el capital está siendo sobre
utilizado, ello es en principio una señal de que el agente privado o el Estado deben
invertir ya que sobre utilizar el capital durante un período largo es ineficiente. Sin
embargo, si el aumento de la demanda es sólo pasajero el Estado o el empresario se
equivocarán al invertir: cuando la demanda vuelva a su nivel quedarán sobre-invertidos.
Se sigue de esto que es fundamental para la eficiencia y la inversión tener seguridad
respecto de si el aumento de la demanda es pasajero o permanente. Justamente, cuando
la macroeconomía es volátil, discernir con claridad sobre esto es extremadamente difícil
y, por ende, el Estado y los agentes privados se equivocan más en contextos volátiles,
dando lugar a desequilibrios tanto de sub- como de sobre-inversión. Una consecuencia
muy negativa de este segundo caso es que quien quede sobre-invertido, si financió la
inversión con crédito, quedará sobre-endeudado y la equivocación al evaluar la
demanda futura y la inversión se reflejará en dificultades financieras. Heymann (2007)
ha enfatizado la importancia de los errores de expectativa de este tipo en la Argentina.
Un buen ejemplo de este punto es la actual crisis en Estados Unidos y los países de
Europa donde se produjo una sobre-inversión en el sector inmobiliario. Otro ejemplo es
la crisis Argentina de 1981, donde hubo sobre-inversión sobre todo en el sector público,
pero también privada. Una macroeconomía previsible ayuda a evitar errores y reducir el
riesgo y, por ende, a mejorar la eficiencia en el uso de los recursos de inversión.
Además de evaluar el stock existente, es central también evaluar cómo está variando ese
stock y si esa variación es sostenible en el tiempo. En este sentido hay que considerar
que el cuadro puede ser muy distinto si se mira la “foto” o la “película”. En particular, si
un país tiene un stock de capital muy bajo, ello puede considerarse un rasgo negativo
pues un stock bajo se asocia con riqueza baja e ingreso por habitante bajo. Sin embargo,
también es cierto que al ser el capital bajo la productividad del capital será alta, según
surge de la ley de los rendimientos decrecientes que discutimos en el capítulo 4. Por lo
tanto, un país con poco capital presentará proyectos de inversión con alta rentabilidad.
Por ejemplo, todo lo demás igual, está claro que una ruta adicional tiene mayor
beneficio social en Bolivia que en Suiza, donde la infraestructura caminera ya está
básicamente construida. Claro que, por supuesto, no alcanza con que la rentabilidad de
un proyecto de inversión sea alta, hay que contar también con el ahorro necesario para
llevarlo adelante. Justamente por eso los países pobres no “aprovechan” el alto
71
Esto también genera un problema estadístico: si se mide a precios corrientes la relación
capital/producto en una fase de “atraso cambiario”, se encontrará que cae la relación capital producto
debido al mayor componente importado del capital en relación al PBI. Obviamente, si se mide en
términos constantes esa relación, el sesgo desaparece.
150
rendimiento potencial de sus proyectos: no cuentan con ahorro suficiente. Su nivel de
ingreso por habitante es muy bajo y no generan excedente suficiente72. Nótese, en este
sentido, la importancia de los shocks externos positivos: si un país es favorecido por una
buena noticia en sus términos del intercambio es como si le cayera del cielo un mayor
ingreso per cápita. Es lo que le ocurre a Bolivia si aumenta el precio del gas. Si ahorra
esos ingresos, el país no tendrá mayores problemas para encontrar proyectos con alta
rentabilidad. Sólo que, por supuesto, esto supone que los canales de asignación de los
recursos están funcionando bien y ya vimos en el capítulo 4 que hay una alta
probabilidad de que esto no sea así en un país emergente. De hecho, Bolivia enfrenta
importantes dificultades para explotar sus riquezas gasíferas y ello tiene que ver con
fallas de mercado y de organización, no con una baja rentabilidad de los proyectos
energéticos o falta de demanda.
2. Capital humano
La estimación ya citada del PNUD (2010) le asigna un valor de 2.04 billones al capital
humano y a la dotación de trabajo sin calificación un valor de 1.59 billones73. De esto se
deduce que cada integrante de la población económicamente activa tenía a su
disposición capital humano por unos 120.000 pesos en 2009.
El capital humano admite diferentes interpretaciones, pero hay dos fundamentales. Por
un lado, es un input de la producción de la misma manera que lo es el capital físico
(Lucas, 1988; Mankiw et al., 1992) pero, por otro, también es un catalizador del
progreso técnico en la medida que una mano de obra más calificada facilita la adopción
de tecnologías y la innovación. En este carácter influye también sobre la PTF (Nelson
and Phelps, 1965; Benhabib and Spiegel, 1994) al acelerar el proceso de difusión de
tecnología y de acercamiento (catching-up) a la frontera tecnológica definida por los
países líderes.
Estos dos hechos implican que el capital humano es en gran medida complementario del
capital físico y del conocimiento, por lo que su acumulación debe seguir el paso de esos
otros factores. Ya hemos hecho notar, por otra parte, que en el momento histórico actual
de la Argentina la inversión en capital humano es de alta relevancia por razones
demográficas: el bono demográfico demanda que se invierta parte del acrecido ahorro
del bono en el capital humano de los jóvenes de forma que la generación actual esté en
condiciones sustentar a los mayores en el futuro.
72
Por supuesto, Bolivia podría pedir prestado para realizar el proyecto a Suiza y a éstos debería
convenirles prestar ya que la rentabilidad sería mayor. Esta idea es aún más atractiva si pensamos en la
demografía: los suizos son más viejos en promedio que los bolivianos y les convendría poder explotar
proyectos en Bolivia que les permitirían en el futuro cobrar rentas más jugosas cuando estén retirados de
la actividad ¿Por qué, entonces, no observamos una explosión de inversiones en Bolivia? La respuesta
está en gran medida en la calidad del software: nadie invertirá en caminos o prestará su dinero a los
constructores de caminos si no está claro que recuperará los rendimientos de las inversiones o el capital
prestado con sus respectivos intereses. Nótese la importancia del punto: a los suizos les convendría
invertir en Bolivia pero no lo harán en la medida que no haya seguridad jurídica. En este caso el software
juega claramente en contra de lo que es óptimo hacer desde el punto de vista de las oportunidades que
brinda el hardware para explotar las diferencias en los niveles de acumulación del capital y de la
estructura demográfica de la población.
73
El valor del trabajo no calificado equivale al salario de primaria incompleta en valor actual
multiplicado por la cantidad de trabajadores. Ver Naciones Unidas, 2010b.
151
En parte ya hemos pasado revista de la situación argentina actual en salud y educación
al evaluar el indicador de desarrollo humano relativo a esos rubros. Complementamos
ahora ese análisis pero adoptando una visión que se focaliza más en la función que la
educación cumple en la producción y el progreso técnico y no tanto como indicador de
bienestar o de capacidades para el desarrollo humano74. Hay tres dimensiones que
deseamos remarcar: el “stock” de capital humano acumulado, su composición y la tasa
de retorno del mismo.
En base al estudio realizado por el PNUD (Naciones Unidas, 2010b) es posible brindar
un panorama sintético en lo que hace a la dimensión salud del capital humano. La tasa
de mortalidad general está en menos de 8 por 1000 y registra un descenso constante
desde 1982. En cuando a enfermedades, la mayor incidencia la tienen las no
transmisibles (cardiovasculares; tumores, diabetes, causas externas). Pero también
subsisten enfermedades transmisibles asociadas al medio ambiente, hábitos alimentarios
y calidad de vida. Este panorama corresponde a la transición epidemiológica: mejora el
nivel de vida y las enfermedades crónicas pesan más que las transmisibles, lo cual es un
indicador de que el capital humano acumulado en salud es considerable.
Estas cifras revelan puntos fuertes y débiles. Por un lado, la Argentina tiene una
participación de enfermedades no transmisibles como causa de muerte superior a
América Latina pero más enfermedades transmisibles que en Europa. Asimismo, el
gasto por habitante en dólares es más bajo que Europa pero es superior al promedio
internacional. El gasto en salud en la Argentina es muy alto. Como porcentaje del PBI
se ubica en el 10.2%, considerablemente por encima de América latina y cerca de los
valores europeos. La composición del gasto, sin embargo, es muy diferente. En Europa
el componente estatal es superior que en la Argentina. Lo elevado del gasto en relación
al producto puede devenir en un problema difícil de manejar en el futuro cuando pase la
etapa del bono demográfico y la población envejezca. Además, el hecho de que los
avances hayan llevado al predominio de las enfermedades no transmisible hace que la
carga sea cada vez mayor para la atención pública de la salud. En este contexto ganan
protagonismo las políticas para la prevención y combate de hábitos insalubres para bajar
costos. Por otra parte, a pesar del abultado gasto, existen problemas de calidad, con
enfermedades emergentes o reemergentes como hantavirus, hepatitis, diarrea y
tuberculosis. La importancia de estas enfermedades se asocia con políticas débiles en
cuanto a inversión en infraestructura y viviendas. Otro problema de calidad es la
mortalidad materna e infantil. Los avances son inferiores a los de Chile y la situación es
parecida a la de Uruguay, siendo que ambos gastan menos.
74
El capital humano incluye los conocimientos y técnicas especializadas contenidas en la gente, su salud
y la calidad de los hábitos de trabajo (Gary Becker 1993). Cuatro textos fundamentales sobre la teoría del
capital humano son:Theodore Schultz: Investment in human capital (1961); Gary Becker: Human Capital
(1993), Gary Becker y B. Chiswick: Education and the distribution of earnings (1966) y Jacob Mincer
(1974): Schooling, Experience and Earnings. Para una visión aplicada ver Psacharopoulos y Patrinos
(2004).
152
Cuadro 8.4
Indicadores educativos (países seleccionados)
Argentina
1989-1992 9,33 99,00 98,85 50,43 33,39 16,18
1999-2001 10,01 99,25 98,62 43,04 35,56 21,40
2007-2009 11,08 99,82 99,36 32,12 39,36 28,51
Brasil
1989-1992 6,00 90,56 81,42 77,82 15,00 7,18
1999-2001 6,95 95,84 87,49 68,51 22,73 8,76
2007-2009 8,34 98,06 90,86 54,49 31,66 13,85
Chile
1989-1992 9,58 98,44 95,06 51,01 40,25 8,75
1999-2001 10,53 99,15 96,75 37,33 44,69 17,98
2007-2009 11,33 99,37 97,40 28,80 48,91 22,28
Colombia
1989-1992 8,23 n.d. n.d. 37,71 44,08 18,21
1999-2001 8,56 97,66 93,04 30,27 46,34 23,40
2007-2009 9,06 97,94 93,93 40,97 39,08 19,95
México
1989-1992 7,41 96,63 87,56 69,02 21,02 9,96
1999-2001 8,74 97,34 90,35 59,46 28,61 11,93
2007-2009 9,17 98,33 93,22 47,39 37,23 15,38
Peru
1989-1992 n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d.
1999-2001 8,54 97,63 88,12 55,51 33,42 11,07
2007-2009 10,38 98,14 90,77 42,63 34,72 22,65
Venezuela
1989-1992 9,28 97,16 90,19 65,25 23,85 10,90
1999-2001 9,86 96,99 91,88 55,17 29,86 14,97
2007-2009 8,98 98,09 94,66 53,09 30,85 16,06
Notas: (1) corresponde a adultos de zonas urbanas; (2) población entre 15 y 24 años; (3) población entre 25 y 65 años
Fuente: CEDLAS
Entre las economías más grandes de la región, sólo Chile registra una población con una
cantidad de años de educación similar a la de la Argentina. Otro punto positivo a favor
de la Argentina es que cuenta con la mayor proporción de población con alto nivel
educativo, superando también a Chile. Nótese el importante progreso realizado en las
dos décadas transcurridas entre 1989 y 2009, cuando la proporción con educación de
nivel alto pasa de 16% a 28.5% de la población. También muestra niveles muy buenos
en lo que hace a población con nivel educativo medio. En gran medida, estos guarismos
reflejan los rápidos avances que había realizado el país en cuanto a alfabetización y
escolarización primaria.
153
Una forma de medir los aportes de una mayor educación a la productividad es constatar
si quienes tienen mayor nivel educativo reciben una mayor retribución75. Gasparini
(2007) realizó estimaciones econométricas en base a la encuesta de hogares y sus
resultados arrojan que, efectivamente, una mayor educación se asocia con un mayor
nivel de ingresos. Por ejemplo, para el año 2006, un trabajador con primaria completa
recibía ingresos que eran un 26% superiores a los de uno con primaria incompleta
mientras que, a su turno, un trabajador con título secundario estaba en condiciones de
agregar otro 36%. Por último, acceder a un grado universitario significaba ganar un
62% adicional. Un dato interesante es que para el mismo nivel de educación las mujeres
ganaban menos que los hombres, aunque es difícil desentrañar las razones de esto.
Podría deberse a discriminación pero también hay otras variables que se omiten en los
estudios como el grado de compromiso con la carrera laboral, dada las tareas que las
mujeres cumplen en el hogar. El estudio de Paz (2009) muestra ciertas diferencias entre
regiones del país pero las mismas no son muy significativas.
Por supuesto, estas cifras deben tomarse sólo como aproximaciones. El problema más
serio para la medición tiene que ver con la presencia de fallas de mercado, que hacen
que los salarios no reflejen correctamente la contribución de la educación a la riqueza
social. La educación genera muchas externalidades positivas, como por ejemplo, las
mejoras que induce en el capital social y la formación de la identidad o en la mayor
capacidad para absorber tecnologías e innovar, beneficios que normalmente no son
captados de forma completa por los precios. Por supuesto, el problema para el hacedor
de políticas es que al no contar con mediciones precisas sobre la contribución de la
educación es difícil calcular cuántos fondos públicos deben precisamente dedicarse a
ella. Pero más allá de esto, las distancias en las remuneraciones son lo suficientemente
amplias como para dar por cierto que la acumulación de capital humano efectivamente
mejora la productividad del trabajo, contribuyendo a incrementar el ingreso por
habitante.
75
El método clásicamente utilizado para calcular los rendimientos de la educación es la ecuación de
Mincer (ver Psacharapoulos y Patrinos, 2004). Estos autores muestran que los retornos estimados son más
altos: para el nivel primario que para el resto; cuando los años de escuela son menos en promedio; para
los hombres más que para las mujeres; en países pobres que ricos; en el sector privado más que en el
público; para la educación general que para la vocacional; que lo que solían ser para la educación
superior.
154
6,3%, lo que indica que los pobres tienen menor capacidad, además, para protegerse de
las crisis.
Gráfico 8.1
Porcentaje de alumnos de 5º/6º año del nivel medio según desempeño en los ONE
2007
100
90
80
70
60
50
40
30
56
20 45 42
10 21
0
Matemática Lengua Cs.Naturales Cs.Sociales
Medio y Alto Bajo
155
Esto indica que en la actualidad un desafío fundamental es mejorar la calidad. Esta
evidencia sugiere que, a diferencia de los ochenta y noventa, la restricción operativa
más que en el plano presupuestario se ubica en el de la organización. Es probable que
buena parte de los esquemas de motivación y coordinación que se utilizan en el sistema
público y la universidad estén poco adaptados a las circunstancias actuales, desde el
diseño de la carrera docente hasta la articulación entre los diferentes niveles de
gobierno, provinciales y nacionales. Asimismo, existe una cierta falta de coordinación
entre los esfuerzos privados y públicos (ver García de Fanelli, en prensa).
De nuestra discusión del capitulo cuatro surge que los progresos tecnológicos en
productos y procesos así como en la organización por la vía de incorporación de
conocimiento se pueden dar dentro de la firma, dentro de una actividad o entre
156
actividades. Coremberg (2009) hace un detallado análisis de la evolución de la PTF
desde 1990 y de allí surge que:
(a) las ganancias más importantes se observan en actividades específicas y no por
efectos entre actividades sectoriales;
(b) esas ganancias se deben a diferentes razones, dependiendo del contexto, pero en
general son inducidas por variaciones en los precios relativos.
(c) en los noventa, las ganancias de productividad se deben sobre todo a la mejora de la
calidad de los inputs (asociado con la apertura a las importaciones), la adquisición de
maquinarias y equipos con tecnología incorporada, sobre todo en el área de las TICs y la
incorporación de capital humano.
(d) en los dos mil, en cambio, las ganancias de productividad provienen del sector
transable y, particularmente, de actividades intensivas en recursos naturales76.
Este cuadro sugiere que la evolución de la PTF a nivel agregado esconde una gran
heterogeneidad y, por lo tanto, es difícil realizar un diagnóstico sin ahondar en el
análisis de los cambios estructurales. Es lo que haremos en los capítulos 9 y 10. Sin
embargo, aquí deseamos enfatizar el aspecto que tiene que ver específicamente con el
conocimiento. En particular es importante subrayar la ausencia de ganancias de
productividad originadas en interacciones entre actividades. Se trata de una gran
desventaja ya que este tipo de interacción es crítica para incentivar las actividades con
rendimientos crecientes que sostienen el crecimiento a largo plazo y compensan los
rendimientos decrecientes de la acumulación. En realidad, Coremberg (2009) muestra
que, cuando se “limpia” la evolución de la PTF de los movimientos cíclicos, el
resultado es desalentador: las ganancias de productividad por esta vía se hacen nulas o
negativas. Esto sugiere que si bien la Argentina ha estado realizando ganancias dentro
de actividades específicas, esas ganancias implicaron también destrucción o no creación
de suficientes relaciones de complementariedad con otros sectores del tipo señalado por
Lipsey (2001). En otras palabras, como las ganancias de PTF se verificaron a nivel de
actividades específicas pero no como un fenómeno agregado o sistémico, se puede
hacer la conjetura de que, lo creado en los sectores ganadores (inversión de privatizadas
y en servicios en los noventa; recursos naturales en los dos mil) no alcanzó a compensar
lo que se perdió por la desaparición de los sectores perdedores. Hubo destrucción
creativa schumpeteriana pero muy localizada. Asimismo, como los sectores ganadores y
perdedores cambiaron entre los noventa y los dos mil, en parte debido a la inestabilidad
macroeconómica y en parte a la regulatoria, es posible que buena parte de las ganancias
que se hicieron en los noventa hayan desaparecido en los dos mil, como probablemente
ha sido el caso del sector energía, como se verá en el capítulo siguiente.
Por supuesto, la lección de política no es proteger a los sectores que no son viables sino
potenciar y generar más efectos de derrame y complementariedades de conocimientos
tecnológicos y organizacionales a partir de los sectores ganadores. El problema aquí,
obviamente, es que buena parte de los canales de generación de complementariedades e
innovación no operan bien a través de las señales de mercado. Ya hemos explicado que
operan en gran medida a través de externalidades y que, además, muchas inversiones en
innovación no son realizadas debido a que las características especiales del
conocimiento hacen que los beneficios no sean apropiables. En vista de estas fallas,
parece natural pensar que el Estado tiene un rol crucial. Son las autoridades las que
pueden operar en el nivel del sistema y de la estructura productiva, corrigiendo las fallas
76
La PTF es, asimismo, muy procíclica: sube en las expansiones y luego cae. Esto es un reflejo de la
volatilidad macroeconómica y dice poco acerca de la evolución del progreso técnico a largo plazo.
157
en los esquemas de coordinación y motivación que llevan a fallas en la cooperación que
se expresa, en este caso, como lenta evolución de la PTF. Nótese bien: cuando se trata
del conocimiento, los incentivos de precios relativos no funcionan bien sin un sistema
nacional de innovación y regulaciones que apoyen el progreso técnico. Por lo tanto, es
difícil que funcionen los subsidios, el tipo de cambio competitivo o la protección de la
competencia externa por sí solos. Este tipo de incentivo se debe complementar con otras
herramientas que actúen en el nivel del sistema y no en el de la firma con el objetivo de
inducir derrames de conocimiento positivos entre las firmas. Una vez planteado así el
problema, surge en toda su dimensión el hecho de que las fallas de gobierno son un
obstáculo crítico en la tarea del desarrollo.
En principio, la evolución del país desde la crisis de 2002 está en línea con la hipótesis
del doble bono: la tasa de crecimiento en el período 2003-2010 es la más alta para un
período de ocho años en la posguerra y por su magnitud hemos visto que sólo es
comparable con la registrada en la primera década del siglo XX. Más cerca en el
tiempo, la última vez que se registró un período relativamente extendido de crecimiento
fue en 1964-74, pero la tasa de crecimiento fue menor.
Gráfico 8.2
Inversión Ahorro externo
35
Ahorro interno
30
25
20
% PBI
15
10
5
0
-5
-10
-15
1961
1964
1967
1970
1973
1976
1979
1982
1985
1988
1991
1994
1997
2000
2003
2006
2009
158
En los dos mil se registraron coeficientes de ahorro e inversión más altos El gráfico 3
muestra la evolución del ahorro, la inversión y el ahorro externo. Según las
proyecciones de las Naciones Unidas, la Argentina ya entró en el período de bono hacia
fines de los noventa y, por ende, es coherente que tanto la inversión como el ahorro
hayan aumentado. Asimismo, ha ayudado a este resultado el aumento de los términos
del intercambio, que al elevar el ingreso nacional promovió la capacidad de ahorro. El
gráfico 8.3 muestra que el ahorro privado, en particular, ha crecido de manera
significativa y, a diferencia de otros períodos, también lo hizo el ahorro del gobierno,
confirmando la nueva tendencia a generar más ahorro que se instaló en el país en la
última década. En el pasado, el ahorro privado y el público tendían a comportarse de
manera inversa, y ello no ocurre en los dos mil.
Gráfico 8.3
(a) Ahorro público privado (b) correlación entre ahorro público y privado
30 Ahorro privado 1
25 0.8
Ahorro público
0.6
20
0.4
15
0.2
10 0
5 -0.2
-0.4
0
-0.6
-5
-0.8
-10 -1
1961
1964
1967
1970
1973
1976
1979
1982
1985
1988
1991
1994
1997
2000
2003
2006
2009
1970
1973
1976
1979
1982
1985
1988
1991
1994
1997
2000
2003
2006
2009
Fuente: Elaboración propia en base a INDEC
¿Se sigue de esto que la Argentina está aprovechando la oportunidad para cimentar el
crecimiento sostenido? Hay hechos de significación que no permiten dar una respuesta
positiva. Para discutir este punto podemos utilizar como referencia la tasa de
crecimiento del PBI per cápita del 3% que permitiría, como se recordará, alcanzar el
nivel que España tiene hoy en 25 años. Según las simulaciones realizadas por el PNUD
(2010), para hacer crecer el PBI per cápita de la Argentina a una tasa del 2.7 % se
requiere una tasa de inversión de alrededor del 22% y un crecimiento en la PTF de
0.8% por año, superior al 0.3 observado históricamente. Para impulsar la dinámica de la
PTF serían indispensables mejoras en la eficiencia del gasto en salud y educación. Sin
estas mejoras la tasa de inversión requerida se ubica entre 26% y 27%. La tasa de
inversión que se observa en promedio en los últimos cinco años (22%) es muy baja para
cumplir con este último requerimiento. Esto implica que la Argentina debe o bien
mejorar la calidad de la inversión y con ello la PTF o bien aumentar la tasa de inversión.
159
Gráfico 8.4
Desagregación Inversión Bruta Interna
60.000 Tipo de Inversión
40.000
30.000
20.000
10.000
0
1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009
Año
La alta inversión en construcción está asociada con un hecho que veremos en el capítulo
11: el subdesarrollo financiero. Ante la ausencia de opciones de inversión, los ahorristas
tienen buena parte de su portafolio de inversión colocado en bienes inmuebles. Pero,
lamentablemente, esta no es la única forma en que se expresa la falta de un sistema
financiero profundo: la inversión productiva también se ve deteriorada por la colocación
de activos en el exterior, lo que resta fondos a la inversión doméstica.
160
Gráfico 8.5
Utilización del superávit comercial
(Miles de millones de dólares; 2003-2011)
600,000 70,000
59,614
500,000 478,137 60,000
50,000
400,000
345,315
38,857
40,000
300,000
30,000
23,246
200,000
132,822 20,000
100,000 11,105
10,000
0
0
Expo Impo Saldo
Desendeudamiento con
Variación de reservas
Rentas IED netas
Fuga de capitales
Comercial
org.
Fuente: Elaboración propia en base a Indec
161
Capítulo 9
Hay tres dimensiones de la estructura productiva que son fundamentales para contestar
esta pregunta: su nivel de productividad, su composición sectorial y su competitividad.
La productividad nos dice cuál es la capacidad de la estructura como un todo para
generar valor agregado y permite evaluar esa capacidad comparándola con la
experiencia de otros países relevantes. La primera sección está dedicada a este punto. El
análisis de la composición sectorial ayuda a identificar el peso relativo de los distintos
sectores, su capacidad para generar progreso técnico, complementariedades y empleos
para absorber el sector de subsistencia. Abordamos este punto en la segunda sección. La
literatura más reciente sobre crecimiento ha demostrado que las exportaciones y las
ramas del sector transable en general tienen gran capacidad para acelerar el crecimiento
en tanto impulsan sectores con economías de escala y capacidad para engendrar
complementariedades más ricas (Hausmann et al., 2007). Los sectores que están
expuestos a la competencia internacional deben vérselas para sobrevivir con firmas que
tienden a utilizar la mejor tecnología disponible y tienen ventajas de costos importantes.
Asimismo, muchos de ellos logran insertarse en cadenas globales de valor que les abren
nuevas posibilidades. De esto no se sigue que la exposición a la competencia
internacional por sí sola genera capacidad competitiva: la apertura económica sin
políticas complementarias de aliento a la productividad y la innovación normalmente
fracasa. Discutimos las cuestiones de competitividad en la sección tercera y cerramos el
capítulo con una caracterización de la estructura productiva existente y su capacidad
para convertirse en base del crecimiento sostenido e inclusivo.
1. Productividad
162
Empecemos, entonces, por evaluar la evolución de la productividad laboral. El gráfico
9.1 muestra el producto generado por cada hombre ocupado desde 1950. Se puede
observar que hacia mediados de los setenta se produce una ruptura en la trayectoria de
la productividad: luego de la crisis de 1975 la evolución deviene volátil y comienzan a
observarse períodos no sólo de estancamiento sino de retroceso prolongado. En el
gráfico hemos marcado dos eventos particularmente reveladores: por un lado, el nivel
de productividad alcanzado por el trabajo en 1980 sólo se vuelve a alcanzar en 1996-7,
pero incluso ese logro se pierde con la caída de la convertibilidad; por otro, el máximo
registrado en 1998 sólo se sobrepasa en 2005-6. El resultado final de todo este proceso
de alta volatilidad y estancamiento posterior a 1975 es muy desalentador: entre ese año
y 2010 la productividad del trabajo aumentó sólo 0.95% por año. Cabe acotar que la
débil evolución de la productividad fue un rasgo común en la región (Ferreira et al.,
2011)
Gráfico 9.1
Evolución de la productividad laboral
(precios de 1993)
30.000
25.000 Máximo
1998
Máximo
1980
20.000
15.000
10.000
5.000
-
1950
1955
1960
1965
1970
1975
1980
1985
1990
1995
2000
2005
2010
163
más gente en edad de trabajar que decidió efectivamente hacerlo. Probablemente, al
aumentar las oportunidades en una economía en crecimiento, se debilitó el efecto del
trabajador desalentado que deja la PEA porque considera que no puede conseguir
trabajo aún cuando lo busque activamente.
En línea con el método que venimos utilizando, para evaluar mejor este desempeño y
saber dónde estamos parados recurriremos a la experiencia internacional. El gráfico
9.2.a muestra la posición de la Argentina en el ranking mundial de la productividad
laboral (sólo se toman los países sobre los que hay datos desde 1960, pero que incluyen
a todos los de mayor relevancia) y el 9.2.b. brinda información sobre Argentina y otros
países medida en dólares constantes de PPP.
Gráfico 9.2
Posición de la Argentina según productividad laboral
(104 países)
(a) Argentina en el ranking mundial (b) valores en dólares de PPP
45 80,000
40 70,000
60,000
35
50,000
30
40,000
25
30,000
20
20,000
15 10,000
10 0
Corea
México
Noruega
Argentina
Australia
Brasil
Canadá
Chile
España
Estados Unidos
5
0
1960
1964
1968
1972
1976
1980
1984
1988
1992
1996
2000
2004
2008
164
el tamaño de la brecha entre lo que produce un trabajador argentino y uno empleado en
Estados Unidos o España, expresada en dólares. Es importante tomar en cuenta, no
obstante, que la productividad por hombre ocupado en la Argentina es alta para la
región y, en particular, es bastante superior a la observada en los otros dos países que
cuentan con una estructura productiva diversificada: Brasil y México.
Para completar la visión del desempeño relativo de la productividad, los gráficos 9.3a y
b muestran la evolución de la Argentina comparada con la de los países que hemos
utilizado como patrón de referencia en el capítulo cinco. El gráfico mide la evolución de
cada país en relación con la Argentina, de forma que un valor de 100 implica paridad
entre la productividad del país en cuestión y el nuestro y, cuando las curvas
correspondientes a un país ascienden, ello implica que nuestra posición se está
deteriorando.
Gráfico 9.3
Evolución comparada de la productividad laboral
(a) (b)
250 250
España
200 Brasil 200
México
150 150
Corea
100 100
50 50 Australia Canadá
Noruega Chile
0 0
1960
1964
1968
1972
1976
1980
1984
1988
1992
1996
2000
2004
2008
1960
1964
1968
1972
1976
1980
1984
1988
1992
1996
2000
2004
2008
Fuente: Conference Board, Total Economy Data Base (2011)
165
En el caso de la Argentina, ¿es la debilidad en la acumulación de recursos o en la
evolución de la PTF lo que explica la decepcionante evolución de la productividad del
trabajo? En el capítulo sobre acumulación de capital ya adelantamos que hubo
dificultades asociadas sobre todo con los derrames de conocimiento técnico entre
sectores ganadores y perdedores que jugaron en contra del PTF. Aquí nos centramos en
el nivel agregado. Coremberg et al. (2007) es útil para evaluar esta cuestión, que es
crítica para formarse una idea respecto de la habilidad de la economía para promover
actividades con rendimientos crecientes. El gráfico 9.4, elaborado en base a la evidencia
aportada por estos autores permite dibujar la trayectoria de la acumulación de capital
por hombre ocupado y de la productividad total de los factores desde mediados del siglo
pasado.
Gráfico 9.4
Evolución de la PTF y del capital por trabajador
300
Relación capital
250 trabajo
PTF
200
150
100
50
0
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
Del gráfico surge que la PTF tuvo un comportamiento muy poco dinámico. Está claro
que la estructura productiva argentina no se distinguió por su capacidad para promover
el progreso técnico y organizacional, de forma de generar rendimientos crecientes. La
trayectoria del capital por trabajador es ascendente hasta los ochenta y luego se estanca,
pero en un nivel muy superior al que mostraba hacia principios del período. Este hecho
sugiere que las ganancias en productividad laboral estuvieron impulsadas, básicamente,
por la acumulación de recursos.
Un rasgo adicional que cabe remarcar es que este proceso fue acompañado de una caída
en la contribución de los trabajadores al valor agregado: se registra una reducción en la
participación de los trabajadores en el ingreso desde el 45% entre 1950 y 1974 hasta el
36% a mediados de los dos mil. El hecho de que la generación de valor se sesgara hacia
166
actividades más basadas en la acumulación de capital en detrimento del progreso
técnico y del aprendizaje por la experiencia, parece haber perjudicado la participación
de la masa de salarios en el valor agregado77.
Esta evidencia indica que la trayectoria de la economía anterior a los setenta puede
considerarse más favorable en relación con los factores que inciden en la productividad
laboral. En efecto, mientras en los setenta la PTF hacía un aporte al producto que era
similar en la Argentina y en Estados Unidos, hoy ese aporte en la Argentina es sólo un
60% del observado en Estados Unidos (Ferreira et al., 2011). En realidad, las cifras
anteriores dan probablemente un panorama optimista sobre lo ocurrido en el período
con la acumulación de capital y la PTF. En particular, cuando se incluye al capital
humano y los recursos naturales en forma separada del capital físico, el aporte de la
acumulación del capital productivo y la PTF al producto se reducen (Ferreira et al.,
2011). Lo mismo encuentra Coremberg (2009), lo que lo lleva a concluir, luego de
realizar las correcciones, que la PTF sostenible a largo plazo tiene en realidad una
evolución negativa.
Al intentar dar cuenta de por qué la productividad no tuvo una evolución mejor,
necesariamente hay que tomar en cuenta que la estructura económica argentina muestra
una gran heterogeneidad, como ya se adelantó en el capítulo anterior. O, puesto en
términos de nuestro marco conceptual, hay que tomar en cuenta que tiene actividades
que difieren en su productividad porque pertenecen a tres categorías diferentes: el sector
moderno, el tradicional y el de subsistencia. Pasemos, entonces, a analizar la morfología
de la estructura económica argentina.
77
Probablemente tuvo que ver en este resultado el hecho de que los grandes proyectos de inversión de
promoción de las industrias básicas de sustitución de importaciones aportaron, sobre todo, economías de
escala de tipo estático y, en un contexto de regulaciones deficientes, esto puede haber creado cierto poder
de mercado en los sectores promovidos. Una hipótesis adicional, también plausible, es que en un contexto
de incertidumbre las empresas sólo tienen incentivo suficiente para invertir si la tasa de ganancia
compensa los riesgos asumidos, introduciendo un sesgo a favor del capital en la distribución.
167
Gráfico 9.5
Evolución de la estructura productiva por sectores
(a) (b)
25 25 Infraestructura y construcción 75
Agropecuario (izq.)
20 Industrial 20 Servicios (der.) 70
15 15 65
10 10 60
5 5 55
0 0 50
1900
1907
1914
1921
1928
1935
1942
1949
1956
1963
1970
1977
1984
1991
1998
2005
1900
1908
1916
1924
1932
1940
1948
1956
1964
1972
1980
1988
1996
2004
Fuente: Ferreres (2006) e INDEC.
Hemos volcado en los gráficos datos que abarcan desde 1900 hasta el presente con la
intención de dar una visión de largo plazo de la evolución de la estructura productiva.
Como puede observarse, la composición sectorial sigue la trayectoria clásica de cambio
marcada por Kuznets y otros autores y que también muestran otros países de la región
(Ferreira y Silva, 2011): en un primer momento, la agricultura expulsa trabajadores que
son absorbidos por la industria y, en un segundo momento, la industria reduce su
tamaño relativo en favor de la expansión del sector servicios. El sector primario exhibe
una tendencia sistemática a reducir su participación, que es más acentuada a partir de la
década del treinta, cuando toma impulso el proceso de sustitución de importaciones. El
sector industrial llega al máximo de participación en el valor agregado hacia mediados
de los setenta y luego pierde peso de forma continua. Esta trayectoria de pérdida de peso
relativo de la industria a partir de los setenta coincide con una desaceleración en el
ritmo de acumulación de capital y, sobre todo, con la débil evolución de la PTTF que
marcamos más arriba. Esto sugiere dos hipótesis: primero, la industria pudo haber
tenido, efectivamente, una cierta capacidad para promover actividades con rendimientos
crecientes; segundo, parte del progreso técnico viene incorporado en los bienes de
capital de forma que, al resentirse la acumulación durante la década perdida de los
ochenta, la PTF perdió dinamismo.
168
Gráfico 9.6
Composición sectorial del empleo
5%
5% 19%
16%
Sector públ i co 55%
Servi ci os
Sector i ndus tri al Sector pri mari o
Sector cons trucci ón
Fuente: INDEC
Dado que existe heterogeneidad estructural, la calidad y la productividad de los empleos
en cada uno de estos sectores distan mucho de ser similares. Por ejemplo, la calidad del
empleo en el sector construcción es inferior al de la industria en la medida que es muy
diferente la cantidad de capital y tecnología que tiene disponible el trabajador promedio
en uno y otro caso. La heterogeneidad estructural dentro de los sectores moderno y
tradicional en la Argentina se puede constatar comparando la productividad de la mano
de obra en distintos sectores y empresas que registra la encuesta de grandes empresas
(ENGE) del INDEC. Así, para dar un ejemplo basado en esa base estadística, mientras
en el sector minero, intensivo en el uso de capital y recursos anuales, la productividad es
de 1.4 millones por trabajador, en la industria manufacturera llega a 0.4 millones.
Asimismo, dentro de la industria hay grandes diferencias entre, digamos, el sector de
combustibles y el textil.
Es posible dar una idea del tamaño de los sectores moderno, tradicional y de
subsistencia sobre la base de los datos aportados por Coatz et al. (2010) sobre las
diferentes categorías ocupacionales (ver cuadro 9.1).
169
Cuadro 9.1
Distribución del empleo según tipo de ocupación (2006)78
Del cuadro surge que sólo el 10% de la población trabaja en las actividades más
dinámicas y que prácticamente la mitad de los trabajadores no tienen ocupaciones de
calidad. Como las productividades del sector moderno y del tradicional son muy
superiores, sus participaciones en el valor agregado son, por supuesto, más altas que su
participación en el empleo. Más allá de esto, estos datos sobre el mercado de trabajo
indican que la tarea que enfrenta la Argentina es enorme: sin empleo de calidad no hay
crecimiento inclusivo. Es importante señalar que hemos incluido en el segmento de
subsistencia lo que Coatz et al. (2010) llaman el núcleo duro del desempleo, que son 1.7
millones (11.5% del total) y que cuentan con baja o nula calificación.
Otros puntos que merecen destacarse por su valor para caracterizar la heterogeneidad
estructural son los siguientes.
78
El estrato moderno incluye a los asalariados que se desempeñan en firmas de más de doscientos
empleados; los profesionales independientes y los desocupados con alto nivel educativo. En el estrato
tradicional están contabilizados todos los trabajadores registrados de empresas de hasta 200 personas; los
cuenta propia calificados (universitario incompleto y secundario completo); los no registrados ocupados
en empresas de entre 41 y 200 empleados; todos los que trabajan en empresas pequeñas de entre 6 y 40
empleados y los desocupados con calificación (universitaria incompleta y secundaria completa). El sector
de subsistencia abarca a todo el resto.
79
Coatz et al. (2010) clasifican como informal a las unidades que tienen empleados no registrados y a los
que desempeñan actividades informales (servicio doméstico, trabajo familiar y planes sociales).
170
de seguridad social. El cuadro 9.2 indica que la Coatz et al. (2010) construcción lidera el
ranking de no registro, pero que el rasgo es generalizado.
Cuadro 9.2
Problemas de empleo por sector (2006)
Cuadro 9.3
Empleo industrial según categoría
La industria Emplea Participación en el
total (%)
Sector Moderno 340. 884 12.5
Sector Tradicional 1.397.658 51.3
Sector de Subsistencia 985.080 36.2
Total 2. 723.622 100
Fuente: Coatz et al. (2010)
171
proveedoras y clientes. Por lo tanto, una economía que tiene una trama rica de empresas
encadenadas a través de relaciones insumo-producto es probable que cree condiciones
más favorables para la explotación de complementariedades. Coatz et al. (2011)
analizan la estructura productiva de la Argentina en base a la matriz de insumo producto
y sus hallazgos pueden usarse para evaluar la estructura respecto de esta dimensión.
Existen, asimismo, ramas que tienen fuertes encadenamientos hacia delante. En este
aspecto se destacan en el sector primario los cereales y oleaginosas y la cría de ganado;
en el secundario, varias ramas proveedoras de insumos industriales (como química,
petroquímica, siderurgia, y en menor escala materias primas plásticas) y la
metalmecánica. Transporte de carga terrestre y extracción de petróleo y gas también son
actividades con encadenamientos hacia delante de peso. Existe gran potencial para
desarrollar más actividades con encadenamientos hacia delante pero hay una tendencia a
exportar insumos con poca elaboración. Por ejemplo, se exporta mucha molienda y
alimentos elaborados representa sólo el 25% del complejo agroindustrial. Por último,
también hay un grupo de actividades que demandan gran cantidad de insumos,
generando así encadenamientos hacia atrás. Los autores mencionan aquí la
construcción; el transporte de pasajeros, varias actividades industriales (alimentos y
bebidas, calzado cuero confecciones y segmentos de metalmecánica) y servicios de
cine, radio y televisión.
4. Competitividad
172
Durante todo el período de retracción de la productividad que comienza en los setenta,
la Argentina enfrentó períodos de fuerte restricción de liquidez externa que, sin lugar a
dudas, constituyeron uno de los obstáculos más serios para la sostenibilidad del
crecimiento: toda vez que el crecimiento tomaba vuelo, la economía se encontraba con
que sus exportaciones no generaban divisas suficientes como para satisfacer la demanda
de importaciones. El último episodio de esta saga fue la crisis de 2001-2. Esta sucesión
de episodios indica que la estructura productiva sufría de una debilidad para enfrentar la
competencia externa.
La situación cambió radicalmente en los dos mil, en el período post-crisis: ya vimos que
la tasa de crecimiento fue muy alta y, sin embargo, la restricción externa no operó en
ningún momento. De hecho, el país generó tanto superávit de cuenta comercial como de
cuenta corriente de manera sistemática entre 2002 y 2010 (ver capítulo anterior). El
ejemplo más impactante de la magnitud del cambio estuvo dado por el hecho de que el
país no enfrentó problemas de liquidez externa durante los dramáticos eventos
internacionales de 2008-9, disparados por la crisis sub-prime en los Estados Unidos. En
la actualidad, no obstante, la situación está nuevamente cambiando. En 2011 el
superávit de cuenta corriente desapareció, de la mano de una caída en el monto del
superávit comercial impulsada por el aumento de las importaciones en general y de las
necesidades energéticas en particular.
Más allá del debilitamiento actual, estos hechos sugieren que probablemente la
competitividad de la economía se robusteció. Siendo esto así y tomando en cuenta
nuestro marco conceptual es natural preguntar si fueron factores precio o no precio los
que motorizaron la mejora. Más específicamente: ¿se fortaleció la competitividad
porque nuestra productividad creció a mayor ritmo que la de nuestros competidores en
los mercados internacionales? ¿O, por el contrario, la mejora se debió a que aumentó la
rentabilidad del sector transable por efecto de mejores precios? Y, si es esta última la
causa, ¿la rentabilidad aumentó porque bajaron los costos internos en dólares por efecto
de una depreciación o, por el contrario, se debió a un aumento de los precios
internacionales?
La hipótesis de que fue el empuje de la productividad creciendo más que en el resto del
mundo lo que reforzó la competitividad, si bien tiene algo de plausibilidad, está muy
lejos de ser suficiente para explicar una mejora en la restricción externa de la magnitud
observada. En el gráfico 9.2.a de más arriba mostramos que la posición argentina en el
ranking de competitividad mejoró algunos puestos, pero el efecto es muy suave.
Además, hay que tomar en cuenta que países como China e India han estado
incrementando su productividad de manera espectacular en la última década, con lo cual
resultar un ganador en competitividad en el mundo emergente no era una tarea fácil. Un
hecho adicional que habla en contra de la hipótesis de la productividad como motor
principal es que la evolución de la PTF fue muy débil.
173
salariales en dólares en 2011, la desaparición del saldo positivo de la cuenta corriente en
ese año dista de ser un hecho sorprendente.
Gráfico 9.7
Evolución del salario en dólares y el tipo de cambio real
3.5 130
Costo del capital en USD
120 (1997=100)
3 Salarios en USD (1997=100)
110
2.5
100
2 90
80
1.5
70
1 60
0.5 50
40
0
May‐…
May‐…
30
Nov‐01
Nov‐08
Sep‐00
Sep‐07
Ene‐96
Ene‐03
Ene‐10
Mar‐97
Jul‐99
Mar‐04
Jul‐06
Mar‐11
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
Fuente: elaborado con datos del INDEC y siete provincias.
El gráfico 9.7.b registra la trayectoria del tipo de cambio real multilateral, que es una
medida de cómo evoluciona la competitividad del sector transable del país en relación
con los países con los que comercia. Es fácil ver que el tipo de cambio real sigue una
trayectoria inversa a la del costo salarial: aumenta dramáticamente en la crisis y luego
cae de manera sistemática. Esto sugiere que la Argentina se hizo competitiva “de golpe”
en 2002 por la vía de deprimir los salarios expresados en dólares mediante una
devaluación. Cabe llamar la atención sobre el hecho de que la reducción de la
competitividad según la mide el tipo de cambio real es menos abrupta que lo que se
esperaría a la luz del incremento constante del costo salarial en dólares. La explicación
de este hecho se relaciona con lo hecho por nuestro socio comercial principal: Brasil. En
este país también aumentó sustancialmente el costo salarial en dólares debido a la
apreciación del real que se registró desde mediados de los dos mil en adelante. Esto
amortiguó el efecto de los incrementos en la Argentina. Por supuesto, tanto Brasil como
la Argentina perdieron competitividad en relación con otras economías, en particular
China. Por ello no sorprende que ninguno de los socios del MERCOSUR haya estado en
condiciones de sacar ventajas de la positiva situación internacional para ganar
competitividad en mercados industriales, evitando la dependencia del sector primario.
Los precios internacionales también hicieron un aporte sustancial (gráfico 9.8.a). Los
precios de las exportaciones aumentaron significativamente de la mano del incremento
del precio de la soja, cuya demanda fue impulsada, sobre todo, por el espectacular
crecimiento chino. Las exportaciones con destino a China pasaron en este período de
representar el 4% del total a representar el 9%. No debe pasarse por alto, sin embargo,
174
que la Argentina no hubiese estado en condiciones de aprovechar estas favorables
condiciones si su sector agrícola no hubiese aumentado sensiblemente la productividad.
En el sector agrícola se generó, de hecho, un círculo virtuoso del tipo comentado en el
capítulo 4 entre aumento de rentabilidad vía subas de precios internacionales, inversión,
incorporación de tecnología y elevación de la productividad. La figura 9.8b muestra la
evolución de toneladas por hectárea. Lamentablemente, este proceso de
retroalimentación positiva sufrió un duro golpe a partir del conflicto entre el gobierno y
el sector agrícola, desde 2008 en adelante. La inversión en el sector se resintió y la
contrapartida de ello fue la salida al exterior de parte de los fondos.
Gráfico 9.8
Evolución de precios internacionales y producción agrícola
1992 /93
1994 /95
1996 /97
1998 /99
2000 /01
2002 /03
2004 /05
2006 /07
2008 /09
I‐09
I‐03
I‐06
III‐07
III‐10
II‐08
III‐04
II‐05
IV‐03
IV‐06
IV‐09
Visto desde la perspectiva de nuestro marco conceptual los desafíos asociados a esta
evolución distan de ser simples. El extremadamente rápido aumento de los costos
salariales en dólares en 2010-11 es una clara señal de que el riesgo de enfermedad
holandesa no está para nada ausente. Asimismo, la virulencia del conflicto en relación
con las retenciones a la exportación sugiere que tampoco se pueden descartar síntomas
de la maldición de los recursos. En este contexto, el aumento de la disponibilidad de
divisas en los dos mil no llevó a una “explosión” de la inversión productiva en el sector
transable o en infraestructura, que se tradujera en un reforzamiento de la competitividad
sistémica. Bajo estas condiciones, aumenta la amenaza de que la Argentina desarrolle
un modelo de crecimiento con características de enclave, donde la soja tendría el
liderazgo (por supuesto, siempre que la presión tributaria sobre este sector no aborte el
crecimiento de su productividad). Un hecho que agrava esta amenaza es que los sectores
industriales que lograron aumentar sus exportaciones, como en el caso de la industria
automotriz que exporta a Brasil, lo hicieron al amparo de una fuerte apreciación del
real. Un cambio en la política de Brasil en relación con esto podría tener efectos
sustanciales en términos de hacer la competitividad argentina aún más dependiente del
sector primario.
175
¿Son estos riesgos reales? ¿Es posible aportar evidencia respecto de cambios en la
estructura productiva que están operando en este sentido? La evidencia más sólida de
que pueden estar operando fuerzas sustanciales a favor de una primarización de la
economía y el desarrollo de síntomas de enclave está dada por la evolución de los
balances sectoriales de comercio, que se muestran en el gráfico 9.9.
Gráfico 9.9
Balance comercial por sector
20
40.000
15
30.000
20.000 10
10.000 5
0
0
‐10.000
‐5
‐20.000
‐10
‐30.000 2000 2003 2007 2010
2000 2003 2007 2010
Combustibles Productos primarios
Combustibles Productos primarios
MOA MOI
MOA MOI
Total
Total
Fuente: Coatz et al. (2011)
La falta de dinamismo competitivo del sector moderno, con la excepción del complejo
sojero, se puede apreciar cuando se calculan índices que permiten verificar en qué
actividades cuenta la Argentina con ventajas comparativas. Este punto se ilustra en el
gráfico 9.10.
176
Gráfico 9.10
Índice de ventajas comparativas
0,30 0,30
Región
0,20 0,20
0,10 0,10
0,00 0,00
‐0,10 ‐0,10
‐0,20
‐0,20
‐0,30
‐0,30
‐0,40
1995 2000 2004 2008 ‐0,40
1995 2000 2004 2008
Agrícola s Mineros Energéticos
Tra di ci ona l es Otros tra di ci ona l es Con eleva da s economía s de es ca la
Dura deros Difus ores de progres o técnico
Fuente: Elaboración propia en base a CEPAL.
En síntesis: no cabe duda que la ganancia de competitividad en los dos mil, reflejada en
la cuenta corriente, se explica sobre todo por los efectos precio sobre la rentabilidad: por
la caída de los salarios luego de la crisis y por la buena evolución de los precios de las
exportaciones. En cuanto a la productividad como motor de la competitividad, el
impulso más relevante provino del sector agrícola. La productividad en el resto de la
economía no gravitó lo suficiente. Esta evolución de la competitividad implica que la
restricción externa podría devenir operativa si hubiese una reversión en la evolución de
los precios internacionales o si los costos en dólares siguen subiendo al ritmo que lo
hicieron a partir de 2010.
Esta dependencia de los precios de un bien primario revela que la Argentina perdió la
posibilidad de aprovechar los dos mil para cimentar su competitividad sobre las sólidas
bases de un crecimiento de las actividades con rendimientos crecientes basadas en la
generación de complementariedades y escala. En este sentido, China jugó un papel
bastante paradójico: por un lado le cerró muchos caminos a la Argentina para competir
en mercados de productos industriales (un desafío que, obviamente, no enfrentó sólo la
177
Argentina) pero, por otro, contribuyó a relajar la restricción externa, haciendo más fácil
el crecimiento sostenido. Para sacar ventaja de una situación así de compleja, el país
debería haber puesto el acento en evitar que la enfermedad holandesa y la maldición de
los recursos devinieran en factores independientes de deterioro de la competitividad, por
la vía de aumentar los costos salariales y alimentar conflictos distributivos que
desanimaron la inversión productiva y alentaron la colocación del ahorro nacional en el
exterior.
Hemos visto que la productividad se estanca a mediados de los setenta cuando hace
crisis el modelo de sustitución de importaciones y comienza un período de fracasos
sistemáticos para encontrar otro modelo, siempre bajo la amenaza de la restricción
externa. En los dos mil se desarrolla un modelo que se parece al de principios de siglo
en el sentido de que se financia la compra de bienes industriales y energía con
exportaciones primarias y hacia Brasil.
Distintos sectores tienen aportes distintos a realizar. El sector primario, por ejemplo, es
un generador fundamental de divisas, mientras el industrial y otras actividades
modernas y tradicionales en servicios son importantes para crear empleo de calidad para
el sector de subsistencia. Cuando no se genera empleo suficiente el sector público actúa
en parte como empleador de última instancia, por lo que no sorprende que absorba una
parte relevante del empleo y que no se distinga por su eficiencia en la provisión de
bienes públicos. Sería óptimo poder separar la función de subsidiar el empleo de otras
funciones fundamentales del Estado, pero ello es difícil sin políticas públicas de calidad.
¿Cuáles son las dificultades mirando el cambio estructural? A largo plazo el cambio
estructural en la economía argentina ha favorecido al sector servicios y el crecimiento
178
del sector no transable sobre el transable. Asimismo, los encadenamientos hacia atrás y
hacia delante siguen mostrando muchos huecos y ello no ha cambiado durante el
proceso de crecimiento actual. En buena medida, ese proceso ha absorbido mano de
obra y ello es positivo pero lo hizo en parte a costa de la productividad. Esto sugiere que
se han generado puestos de trabajo en sectores tradicionales de poca productividad.
Como el sector de subsistencia sigue siendo muy significativo, a pesar del fuerte
crecimiento de los dos mil, está claro que la estructura productiva tiene poca capacidad
para crear empleo de calidad. El proceso, por otra parte, se ha caracterizado por ir
acompañado de fuerte y generalizado aumento de las importaciones en todos los
sectores. Según Herrera y Tavosnanska (2011), nueve de cada diez sectores de las MOI
tienen déficit comercial.
Las condiciones actuales de la Argentina, que constituyen las condiciones iniciales para
intentar el crecimiento sostenido son, en suma, el resultado combinado de los intentos
fallidos por superar la trampa del ingreso medio y de ciertos éxitos sectoriales
específicos. Para aprovechar esta herencia y superar la trampa del ingreso medio se
necesita “pensar” la estructura económica con la idea de generar cambio estructural
armonioso con las fuentes de aceleración del crecimiento.
179
Capítulo 10
Transformación estructural y sectores productivos
1. Sector industrial
Una forma de evaluar el grado de desarrollo industrial del país es recurrir como lo
venimos haciendo a la comparación internacional. Si se elabora un ranking basado en la
producción industrial per cápita la Argentina aparece como el país más industrializado
de América Latina. Este hecho se sostiene en base a una productividad por hombre
ocupado en la industria relativamente elevada para la región. La productividad es mayor
tanto en relación a México como a Brasil, los países más industrializados. La
productividad laboral se compara bien, asimismo, con el mundo en su conjunto (ver
gráfico 10.1.a). La participación de la industria en el PBI es algo más alta que la media
regional, aunque es más baja que en los países en desarrollo. Este último hecho no
180
sorprende ya que, por un lado, nuestro país tiene ventajas comparativas en el sector
agrícola y, por otro, es un país de clase media alta y la participación de la industria en el
PBI cae a medida que un país se desarrolla (gráfico 10.1.b).
Gráfico 10.1
La industria Argentina en perspectiva comparada
(a) Participación en el PBI (b) Valor agregado per capita
(miles de USD de 2000)
24 2
21.65
1.6
15.17 17.83
16.44 1.5
16 14.78
13.71
1.0
1 0.9
8 0.7
0.6
0.5 0.4
0
0
Argentina
Brasil
en desarrollo
México
América Latina
mundo
América
Argentina
Brasil
en desarrollo
México
mundo
Latina
Fuente: Unido (2010)
181
Gráfico 10.2
Participación en la industria de América Latina
45
Participación en el
40 producto industrial
regional
35
30 Participación en las
exportaciones
25 industriales
20 regionales
15
10
Peru
Venezuela
México
Argentina
Colombia
Resto
Brasil
Chile
Una mirada a la evolución de la industria a largo plazo, no deja mucho lugar para el
optimismo en cuanto a la capacidad de la industria para superar sus problemas de
escala. El cuadro que surge del gráfico 10.3 es, en realidad, bastante decepcionante: el
valor agregado industrial per cápita de 2010 es similar al de 1974. En este último año la
serie registra un máximo y luego hay una caída permanente asociada primero con la mal
diseñada apertura comercial de fines de los setenta y, luego, con la década perdida de
los ochenta. El mínimo valor agregado industrial por habitante se observó en 2002 y,
afortunadamente, a partir de allí se instala un período de recuperación sostenida, sólo
momentáneamente interrumpida por la crisis internacional en 2009.
Gráfico 10.3
Evolución del PBI industrial per cápita en la Argentina
1800 Aun no alcanza el máximo de 1974
1600
1400
1200
1000
800
600
400
200
0
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
2010
182
A la luz de estas cifras, el diagnóstico ampliamente compartido de que la Argentina
viene experimentando un proceso de desindustrialización desde los años setenta parece
justificado. Asimismo, es razonable conjeturar que esta evolución de la industria es uno
de los factores que explican la débil trayectoria de la productividad de la economía en
su conjunto y, particularmente, de la PTF, cuya dinámica depende del progreso técnico
y los rendimientos crecientes.
Gráfico 10.4
Evolución estructural de la industria
(a) Composición del nivel de actividad por sector (b) Empleo por sector (%, 2010)
30
30%
25%
25
1993 2007 20%
15%
20
10%
15 5%
0%
Metálicas básicas, prod. met.
Madera, papel, imprenta y
Derivados del petróleo y
Maquinarias y equipos
Textiles y cuero
Otras industrias
Material de transporte
Alimentos, bebidas y tabaco
10
excepto maq. y equipos
Químicos
editoriales
0
Alimentos, bebidas y Intensivos en Intensivos en trabajo
tabaco ingeniería
183
La ausencia de grandes cambios entre 1993 y la actualidad muestra la fuerza de la
inercia estructural ya que la Argentina pasó por períodos muy turbulentos: políticas muy
agresivas de reforma en los noventa, seguidas por la crisis de la convertibilidad y por la
recuperación del crecimiento desde 2002 en adelante. Este cuadro general no debe
llevarnos a pasar por alto que existen ciertas diferencias entre los noventa y los dos mil.
Herrera y Tavosnanska (2011) indican que en los noventa el crecimiento más
importante se dio en alimentos y bebidas y en los sectores intensivos en recursos
naturales, industria química y metálicas básicas; sectores intensivos en capital y con alta
concentración, por lo que la industria no creó empleo y, además, los sectores de
ingeniería e intensivos en trabajo redujeron su peso. Con posterioridad, estos dos
últimos sectores se recuperan nuevamente. Un desarrollo a subrayar en los dos mil es la
recuperación de las ramas intensivas en ingeniería como la fabricación de maquinaria y
equipo, instrumentos médicos y productos de metal (Herrera y Tavosnanska, 2011).
184
macroeconómica pueden constituirse en obstáculos insuperables a la hora de generar un
incremento sostenido en la demanda de trabajo para la industria.
Gráfico 10.5
Acumulación de capital en la industria
(a) Formación de capital en la industria (b) Desagregación del stock por industria
(% crec. 2003-2010) (2010; 2003=100)
8.0% 160
7.0% 140
6.0% 120
5.0% 100
80
4.0%
60
3.0%
40
2.0%
20
1.0%
0
0.0%
Químicos
Automotriz
Nivel General
Textiles
Tabaco
Alimentos y Bebidas
Resto metalmecánica
Metálicas básicas
Refinados de petróleo
Caucho y plástico
Edición e impresión
Min. no metálicos
Papel y Cartón
Fuente: INDEC
185
2011). De este hecho se sigue que en la Argentina sería difícil mantener un proceso de
inversión sostenido sin generación fluida de divisas. Por supuesto, una política
industrial que busque promover actividades con rendimientos crecientes y riqueza de
complementariedades, debería contar entre sus objetivos el de reactivar la industria de
bienes de capital, ya que la misma genera efectos de derrame que son vitales para el
progreso técnico del conjunto de la estructura industrial. En períodos anteriores este
sector llegó a ser significativo, pero no estuvo en condiciones de sobrevivir a la
creciente apertura posterior a los setenta.
Gráfico 10.6
Participación de las exportaciones industriales (%)
0.8
0.7
0.6
0.5 Manufacturas de
Origen Agropecuario
0.4
Manufacturas de
0.3 Origen Industrial
0.2 Manufacturas
0.1
0
1980
1983
1986
1989
1992
1995
1998
2001
2004
2007
2010
186
En cuanto a la escala, hubo cierta ganancia en la medida que uno de los motores del
aumento de la exportación fue el incremento en el comercio intra-industrial en el marco
del MERCOSUR. Esto es, aumentaron al mismo tiempo las exportaciones y las
importaciones en la medida que hubo cierta integración entre industrias argentinas y
brasileñas. La restricción a este respecto es que, al aumentar el comercio intra-
industrial, se eleva el riesgo de que ciertos eslabonamientos de la estructura industrial
local se desarticulen, generándose así menos relaciones de complementariedad. Herrera
y Tavosnanska (2011) señalan, por ejemplo, que la industria automotriz aumenta el
coeficiente de exportaciones del 29 al 43, pero el de importaciones de 40 a 50%. En
realidad, un rasgo muy marcado en los dos mil fue la fuerte penetración de las
importaciones industriales, que terminaron por superar largamente los máximos que se
habían alcanzado en la convertibilidad. Hoy, un cuarto de lo que se consume es de
origen importado y en la convertibilidad nunca se llegó a superar el 20%80. Estos hechos
sugieren que el crecimiento industrial de los dos mil no se basó en la sustitución de
importaciones sino en la complementación con exportaciones. Hay segmentos
industriales en que el contenido local ha decaído significativamente, como bienes de
consumo durable. Como ya vimos en el capítulo anterior, el resultado final del proceso
es un marcado deterioro en la balanza comercial de la industria.
80
El largo proceso de apertura no se ha interrumpido en los dos mil. Es un dato a tener en cuenta ya que
el tipo de cambio real post-crisis fue muy alto, lo cual en principio debería haber desincentivado las
importaciones. Herrera y Tavosnanska (2011) subrayan, adicionalmente, que la penetración es
generalizada: de 22 sectores sólo cinco importan en proporción menos que en 1997: alimentos y bebidas,
madera, papel, edición e impresión y productos metálicos. Se destacan por el incremento: textiles,
indumentaria, refinación de petróleo, productos químicos, equipos de radio y TV y comunicaciones y
muebles.
187
2. Sector Agropecuario
En el capítulo 7 vimos que la Argentina está bien dotada de tierras aptas para el cultivo
y, por lo tanto, es natural que el sector agrícola tenga una presencia significativa en la
estructura productiva. Tradicionalmente, se percibía a la tierra como un recurso limitado
y estático al tiempo que las actividades ligadas a ella se consideraba que generaban
escasos eslabonamientos e incorporaban tecnología de manera poco dinámica, en parte
debido al tipo de organización productiva predominante. Los especialistas tienen en la
actualidad una visión muy diferente de la tradicional. Bisang (2011) señala que la tierra
no debe concebirse como un recurso fijo sino como una plataforma de transformación
de energía a cielo abierto, con potencial para inducir progresos tecnológicos y en la
organización. En cierto sentido, esto obliga a considerar lo primario como una industria.
Según este autor se necesita una visión de ese tipo para dar cuenta de los cambios
estructurales ocurridos en el sector en las últimas décadas. Dejaremos para el capítulo
11 el análisis de las consecuencias que este enfoque tiene para las organizaciones y el
software y nos concentraremos aquí en las transformaciones del hardware y sus
implicancias para la productividad, el cambio tecnológico y la competitividad. Al igual
que en el caso de la industria, presentamos a continuación los hechos estilizados de
mayor relevancia.
El gráfico 10.7 (a) es útil para dar una idea de la “revolución” de productividad que se
registró en el sector agrícola: puede observarse allí que la producción de cereales y
oleaginosas muestra una trayectoria ascendente muy marcada en las dos últimas
décadas, hasta el punto que la producción total ronda hoy los 90 millones de toneladas,
cuando veinte años atrás era de algo más de 33 millones. Siguiendo a Bisang (2011),
hemos marcado los momentos en que el productor nacional internaliza los progresos
técnicos relacionados con la “revolución verde” y la “bio-tecnológica”. Mientras en el
primer caso las nuevas tecnologías se absorben con un rezago de años, en el segundo
nuestro país se anota en el grupo de vanguardia. En particular, está entre los primeros en
adoptar el nuevo paquete tecnológico constituido por las semillas genéticamente
modificadas, nuevos herbicidas y el método de siembra directa y la agricultura de
precisión. En el gráfico 10.7.b puede observarse la forma vertiginosa en que crece la
superficie sembrada con siembra directa.
188
Gráfico 10.7
Producción de cereales y oleaginosas y siembra directa
(a) (b)
24.000.000 80
73,00
100 22.000.000
68,83
67,02 70
64,82
20.000.000
59,66
80 18.000.000 60
55,34
Revolución bio-tecnológica
16.000.000
50
14.000.000 44,34
60
12.000.000 40
Entrada tardía en la revolución verde 35,38
10.000.000
40 Revolución verde en el mundo 28,37
30
8.000.000 22,63
6.000.000 20
15,42
20 13,55
11,49
4.000.000 9,21
10
5,05
2.000.000
1,50 2,51
0,03 0,12 0,32 0,45
0 0 0
1900/01
1905/06
1910/11
1915/16
1920/21
1925/26
1930/31
1935/36
1940/41
1945/46
1950/51
1955/56
1960/61
1965/66
1970/71
1975/76
1980/81
1985/86
1990/91
1995/96
2000/01
2005/06
1986-87 1988-89 1990-91 1992-93 1994-95 1996-97 1998-99 2000-01 2002-03 2004-05 2006-07
Fuente: Bisang, Campi (2007) Siembra Directa Siembra Directa / Siembra Total
0.4 0.3
0.3
0.2
0.2
0.1
0.1
0 0
1979 /80 1989 /90 1999 /00 2009 /10 1979 /80 1989 /90 1999 /00 2009 /10
189
En lo que hace a la asignación de la tierra a cada cultivo, los cambios no son menores.
En el gráfico 10.8.a puede verse el espectacular incremento de la proporción destinada a
soja. En el período 2009/10 ese cultivo absorbe casi el 70% del total. Este avance de la
soja no estuvo libre de controversias: existe preocupación de que se genere un proceso
de “sojización” excesiva que lleve a una estructura productiva agraria con rasgos de
monocultivo. Este avance en el área sembrada, obviamente, tiene su contrapartida en la
producción. En la campaña 2010/11, la soja representa el 54% del total, seguida por
maíz (25%), trigo (16%) y girasol (4%).
81
La ONCCA, un organismo creado en 1996, a partir de 2006 y hasta su reemplazo reciente por otra
entidad con objetivos similares, intervino activamente en los mercados de carnes, granos y lácteos; a los
efectos de influir en los precios, se impusieron cupos de exportación, “compensaciones” y declaraciones
juradas de ventas al exterior (ver Reca et al., 2011)
190
1990, a 22 millones en 2000 y 27 millones en 2010, un incremento muy marcado; aún
cuando esta expansión en ciertos casos se hizo a costa de un desplazamiento de la
actividad ganadera. El sector agrícola también generó demanda por maquinarias y
equipos y esto generó nuevas oportunidades para el sector productor de maquinaria
agrícola, que utilizó la capacidad instalada previa para desarrollar y adaptar
sembradoras a las prácticas de las nuevas tecnologías. Por esta vía operaron importantes
efectos de complementariedad. Asimismo, en consonancia con la mayor oferta de
granos y oleaginosas se han registrado inversiones importantes en molienda de soja
(Bisang, 2011).
En línea con lo visto en el marco conceptual, no obstante, hay que tomar en cuenta que
junto con la acumulación de recursos opera, típicamente, la ley de los rendimientos
decrecientes. El proceso que estamos comentando no fue una excepción en relación con
esto: la calidad de las tierras que se fueron incorporando era menor y ello jugó en contra
de la productividad. Ya se señaló que los rendimientos medios de la soja no aumentaron
a la velocidad que lo hubieran hecho si el nuevo paquete tecnológico se hubiese
aplicado a tierras de calidad constante. Así, dentro del proceso de transformación
estructural que se instala desde los noventa, aparecen disparidades sustanciales en la
evolución de los rendimientos de tierras ubicadas en diferentes localidades82.
82
Para tener una idea de la disparidad existente: en soja, hacia fines de la década pasada, la tasa de
aumento del rendimiento promedio en Pergamino, era de 54,50 kg/ha/año, mientras que la tasa promedio
nacional se ubicaba en apenas 13,50 kg/ha/año (Cap, 2000).
191
• El potencial para la creación de empleo no se realiza porque la cadena de
valor y las complementariedades con otras actividades están subdesarrolladas.
La limitación central para generar valor agregado en la cadena es que aún existe una
gran preeminencia de las actividades vegetales por sobre las animales. En la situación
actual, el tramo más desarrollado de la cadena es el de la soja, seguido por la carne
bovina y la leche. El resto tiene una presencia muy inferior, como se observa en la
figura de más abajo.
Gráfico 10.9
Cadena Agroalimentaria Argentina (2007)
Tomate
Forestal
Maíz
Caprinos
Cebada
Tabaco
Pollo (carne y huevo)
Caña de Azúcar
Maní
Leche
Yerba Mate
Girasol
Cítricos
Miel
Soja
Carne Bovina
Papa
Porcinos
Berries
Limón
Ovinos
Te
Sorgo
Ajo
Uva para mesa y vinificación
Arroz
Colza
Algodón
Oliva
Trigo
Vale destacar aquí que en el caso de la cadena del Maíz se ha optado por excluir de la
misma la porción correspondiente a las ventas de este cereal hacia las cadenas
cárnicas quedando por tanto contempladas en cada una de estas últimas cadenas2 en la
cuantía que corresponda a cada caso.
192
Al estar poco explotada la cadena de valor, los granos y semi-elaborados tienen mucho
más peso en las exportaciones que los alimentos o los productos agroindustriales.
Existen, no obstante, desarrollos interesantes. Entre éstos cabe citar como ejemplo lo
ocurrido en el sector vitivinícola, un rubro en el que la Argentina cuenta con larga
tradición, se encontraba en retroceso hacia principios de los noventa y ha mostrado
desde entonces una evolución muy positive con incorporación de tecnología e
implantado de variedades de alta calidad. Hoy, la superficie cultivada con vid representa
el 2,81 % de la superficie mundial. Nuestro país es el séptimo consumidor y el quinto
productor mundial, luego de Italia, Francia, España y Estados Unidos. En
exportaciones, ocupa un lugar menos destacado pero relevante (puesto once). Dos
características muy interesantes del sector son la fuerte orientación exportadora y su
capacidad de generar incentivos para actividades complementarias que pueden generar
empleo de calidad para el sector de subsistencia en las economías regionales como el
turismo, la gastronomía y la hotelería. En cuanto a exportaciones ha generado un
sostenido incremento de las ventas externas, acompañada con una mejora en la
tecnología utilizada. Esto ha hecho que en los últimos 10 años la Argentina se haya
incorporado a los países exportadores de vinos de alta calidad. Las exportaciones
pasaron de 117 millones de dólares a 666 millones entre 2000 y 2009. El 55 % de las
ventas de vinos al exterior es fraccionado y el resto a granel. Los principales mercados
para los vinos argentinos son Rusia, Estados Unidos, Paraguay, Reino Unido, Canadá y
Brasil (Ver Instituto Nacional de Vitivinicultura, 2011).
El sector es un gran proveedor neto de divisas para la economía. Por ello la importancia
de mantener su competitividad va más allá de lo sectorial y se proyecta en el plano
sistémico y macroeconómico. La dinámica stop-and-go que mostró la economía
argentina en la posguerra no es independiente del rezago de la agricultura en adoptar las
tecnologías de la revolución verde (ver gráfico 10.7.a). Asimismo, el relajamiento de la
restricción externa, que permitió el crecimiento de la economía en los dos mil, tampoco
es independiente del espectacular dinamismo de la oferta que ya se analizó. Esto es así,
específicamente, porque la mayor oferta exportable, en un contexto de términos del
intercambio favorables, se tradujo en un fuerte aumento en el ingreso de divisas.
193
Gráfico 10.10
Evolución de exportaciones primarias
(a) Exportaciones en millones de dólares (b) Participación en las exportaciones primarias
6,000,000,000 50%
45%
5,000,000,000 40%
2000 35% 2000
4,000,000,000
2010 30% 2010
25%
3,000,000,000
20%
2,000,000,000 15%
10%
1,000,000,000 5%
0%
0
Semillas y oleaginosas
Cereales
Mineral de cobre
Frutas frescas
Resto
Hortalizas y legumbres
Pescados y mariscos
Semillas y oleaginosas
Cereales
Mineral de cobre
Frutas frescas
Hortalizas y legumbres
Resto
Pescados y mariscos
Fuente: INDEC
En los diez años que van de 2000 a 2010, el aporte total de divisas de las exportaciones
primarias se triplicó, llegando a los 15.000 millones. Como surge del gráfico 10.10.a, el
aporte más relevante, por lejos, lo hizo la soja, seguida de los cereales. Un hecho
positivo es que todos los demás sectores contribuyen positivamente. Es de destacar el
incremento en minería a través del cobre. El gráfico b registra las participaciones en el
total de exportaciones. Los sectores que crecieron más rápido y ganaron participación
son la soja, minería y hortalizas y legumbres.
194
sorpresas de diferente magnitud y sentido: lo ocurrido en energía es mucho más
importante en sus implicancias para el crecimiento sostenido.
El sector energético es uno de los que muestran el cambio estructural más profundo en
los dos mil y ese cambio era muy difícil de pronosticar al principio de la década sobre la
base de la evolución que venía mostrando el sector. Uno de los factores que explica este
hecho es que, en buena medida, las transformaciones ocurrieron como consecuencia de
decisiones de política; fueron determinados por factores asociados con las reglas de
juego contenidas en el software y no tanto por lo ocurrido con el hardware. Dejaremos,
no obstante, los problemas de software para el capítulo 11 y nos concentraremos aquí en
las transformaciones del hardware del sector.
La sorpresa en servicios estuvo dada por la positiva evolución de las exportaciones que
se producen de manera bastante espontánea y se correlacionan con las ventajas de
competitividad creadas por la depreciación de la moneda para un sector cuya
producción es intensiva en el uso de mano de obra. Obviamente, como la ventaja
competitiva se relaciona con los costos, la apreciación de la moneda resulta una
amenaza para este desarrollo y, en cualquier caso, se requerirían estrategias que
permitan ir escalando hacia las actividades más sofisticadas de la escala global de valor
en la que estas exportaciones se insertan (ver Lopez y Ramos, 2011).
Los siguientes hechos estilizados describen los rasgos de mayor relevancia para nuestro
estudio relacionados con estos dos sectores.
El predominio del gas y el petróleo se explica tanto por la dotación de recursos como
por las políticas. En los setenta hubo grandes descubrimientos de gas natural y ello se
tradujo en el aumento de su participación en la matriz energética hasta superar el 50%
de la oferta primaria, ayudado por políticas de incentivo a favor de su utilización.
Guadagni (2010) marca que hay 1.9 millones de vehículos que utilizan GNC, lo que
constituye un récord mundial. Además, la generación eléctrica térmica depende
mayormente del gas, la petroquímica lo utiliza como insumo y los hogares lo utilizan
como fuente principal de combustible. También se hicieron acuerdos para realizar
exportaciones a Chile. En los noventa, las reformas de mercado incentivaron, sobre
todo, la eficiencia estática en el uso de los recursos existentes sin mucha preocupación
por reforzar las reservas. En los 2000, la situación se agrava por las distorsiones en las
señales de precios y la inseguridad jurídica, lo que lleva a que se genere un “energo-
195
crunch” por la caída en la relación de reservas a consumo, como lo denominó Navajas
(2006). En suma, la percepción de que habría precios bajos para todo tipo de consumo
(residencial industrial, eléctrico y transporte) se tradujo en una enorme falla de
cooperación: ni los mercados ni las políticas coordinaron las acciones de los individuos
y el resultado fue una mala asignación de los recursos.
Cuadro 10.1
Producción y demanda de energía eléctrica y combustibles
Combustibles
Petroleo procesado en refinerias nacionales (Mm3/año) 32.958 30.519 -7,4
Demanda de Naftas + Gas oil (Mm3/año) 13.782 19.691 43
Gas natural 30.764 37.898 23
196
La falta de inversiones en el sector eléctrico, por otra parte, incidió en una reducción en
la eficiencia en la generación termoeléctrica, ya que hubo un aumento sustancial en el
consumo promedio de combustible del parque térmico. Esto último tiene consecuencias
ambientales negativas, que se agregan al hecho de que la generación eléctrica pasó a
depender más de fuentes térmicas en detrimento de las renovables. La generación
térmica pasó de 47% a 57% del total, mientras que la hidroeléctrica disminuyó en igual
proporción. Tampoco ayudó en este sentido el hecho de que el gas oil, el fuel oil y el
carbón ganaran preeminencia. El documento de los ex secretarios de energía de
principios de 2011 estima que existe un déficit del orden de los 5300Mw, lo que
demandaría inversiones por un valor de 8.000 millones de dólares. Para corregir el
sesgo a favor de combustibles fósiles, la inversión futura debería privilegiar los métodos
renovables y no contaminantes. Es necesario corregir lo que estos autores llaman
“regresión cualitativa”: mayor costo de los combustibles unida a mayor impacto
ambiental negativo.
Cuadro 10. 2
Producción y reservas de hidrocarburos
Gas Natural
Reservas comprobadas (MMMm3) 664,0 379,0 -43
Producción (MMMm3/año) 51,0 46,9 -8
Relación reservas/producción (años) 13,0 8,0 -38
Fuente: Grupo ex secretarios de energía (2011)
En el año 2002, la mitad del superávit comercial de la Argentina se explicaba por las
exportaciones netas de energía. Hoy está por convertirse en un país importador neto de
recursos energéticos. Esta evolución es sorprendente: el país generaba superávit en un
momento en que los precios de los hidrocarburos eran muy bajos y pierde
competitividad cuando esos precios son mucho más altos. El gráfico 10.11.a muestra
que el deterioro es sistemático y el 10.11.b, que ese deterioro se aceleró, siendo posible
anticipar que la Argentina pasará a ser un país importador neto, de mantenerse el status
quo.
197
Gráfico 10.11
Evolución del superávit comercial energético
(a) Data anual (b) Data mensual
1,600
20,000 Balanza comercial Balanza comercial total
total 1,400
15,000 Balanza comercial
1,200 energética
Balanza comercial
10,000 energética 1,000
5,000 800
600
‐
400
‐5,000
200
‐10,000 ‐
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
2010
Abr‐07
Sep‐07
Feb‐08
Ene‐06
Ene‐11
Jun‐06
Jul‐08
Mar‐10
Jun‐11
Dic‐08
Oct‐09
Ago‐10
Nov‐06
May‐09
Fuente: INDEC
Dado que la demanda de gas aumentó el 23% y su producción cayó en 5% entre 2003 y
2010, se importó gas de Bolivia y GNL, que tiene un alto costo. Este incremento en las
importaciones es una consecuencia natural de la composición de nuestra matriz.
También aumentaron sensiblemente las importaciones de gas oil al tiempo que caían
las exportaciones de petróleo y naftas. Fue inesperada, por otro lado, la elevación en las
importaciones de fuel oil ya que ello ocurrió en el momento en que el país exportaba
también el mismo producto. Según los cálculos de Navajas (2011) la pérdida de
competitividad en el rubro energético tiene un costo de aproximadamente un 3.3 por
ciento del PBI.
198
intensivas en la utilización de mano de obra, que pueden tener grados muy diferentes de
calificación. Dentro del rubro servicios, otra actividad que también se benefició del tipo
de cambio competitivo fue turismo.
Gráfico 10.12
Evolución del superávit en servicios
(a) (b) (c)
15,000 6,000 Balanza de viajes 4,500
Balanza de servicios Balanza de serv.
Crédito Crédito 4,000 empresariales, profesionales
5,000
Débito Débito y técnicos
10,000 3,500
4,000 Crédito
3,000
5,000 3,000 2,500
2,000 2,000
1,500
‐ 1,000
1,000
‐ 500
‐5,000
‐
‐1,000
‐500
‐10,000 ‐2,000 ‐1,000
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
2010
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
2010
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
2010
Fuente: Elaborado en base a INDEC.
199
Cuarta Parte
El software en acción: Estado y mercado
A la luz de estos hechos, parece natural pensar que nuestro análisis de la economía
argentina no estaría completo sin una evaluación del rol del marco institucional. Hay
que recordar aquí, sin embargo, que al estudiar el papel del software en el capítulo 3,
establecimos que las reglas del marco institucional no operan en general de manera
directa: lo hacen a través de su influencia sobre las organizaciones económicas que
utilizan esas reglas para estructurar los mecanismos de coordinación, motivación y
ejecución que moldean las decisiones económicas de los agentes. De esto se sigue que
no alcanza con señalar, simplemente, que las deficiencias en el desempeño de la
economía Argentina se deben a “debilidades institucionales” que influyen sobre “el
clima de inversión” o que “las políticas de ajuste generan exclusión social”. Es
necesario, además, mostrar cómo es que las reglas contenidas en el marco institucional
influyen sobre las organizaciones y generan las conductas económicas de los agentes
que son, en última instancia, las que llevan al mal uso de los recursos del hardware.
200
Hardware Geografía
Organizaciones Crecimiento
Organizaciones
Organizaciones Privadas Desarrollo
Distribució
istribución
Públicas Cooperació
Cooperación Humano
Conflicto
Mercados Estabilidad
Familias
Por supuesto, como hay una gran cantidad y diversidad de organizaciones, sería poco
sensato proponerse analizar el mal funcionamiento organizacional en abstracto. Un
primer paso obligado es especificar qué tipo de disfuncionalidad es relevante. En
nuestro caso, hemos utilizado los siguientes dos criterios para fijar prioridades en la
selección de la disfuncionalidad organizacional a estudiar.
83
Es importante notar, en relación con esto, que la base jurídica y las pautas culturales que son las
instituciones de máxima jerarquía quedan fuera del análisis (no están marcadas con gris en la figura). La
razón es que el análisis de esas instituciones cae fuera del marco de la economía, aunque esto obviamente
no implica que se puedan ignorar las restricciones que imponen esas instituciones sobre la conducta
económica. En este sentido, al estar esas instituciones dadas, el sistema económico resulta, en buena
medida, tributario del sistema político y de las pautas culturales de la sociedad.
201
El segundo criterio es tomar como guía las conclusiones de nuestro análisis del
desempeño de la economía argentina y de las deficiencias en su estructura productiva.
En lo relativo al indicador de crecimiento, lo discutido en los capítulos 4, 9 y 10, sugiere
que es fundamental identificar las fallas de organización que impiden que los recursos
se asignen a las actividades con mayor potencial para incrementar la productividad e
impulsar un cambio estructural con sesgo hacia la integración del sector de subsistencia
en los otros sectores. En cuanto a la distribución, en base a los capítulos 2 y 6 es posible
argumentar que interesan sobre todo las fallas de organización que afectan los
mecanismos de inclusión (como la formación de capital humano y las políticas de
protección social) que son vitales para impulsar el desarrollo humano. En lo relativo a
estabilidad del sistema, por último, del capítulo 5 surge que es necesario identificar las
fallas en los regímenes de política que, al influir sobre la calidad de las acciones de
entes públicos como el Banco Central o la Secretaría de hacienda, acotan el espacio de
maniobra para reducir la volatilidad macroeconómica y la probabilidad de crisis en una
economía con las características de la Argentina. Esto es, en una economía volátil, bien
dotada de recursos naturales, semiindustrializada y expuesta a shocks externos.
202
Capítulo 11
En el capítulo 1 vimos que los mercados pueden presentar grados muy diversos de
complejidad. Hay mercados de productos “simples” que requieren mecanismos
sencillos para los intercambios y mercados para bienes y servicios “complejos” que
utilizan procedimientos sofisticados para organizar las transacciones. Los mercados
complejos tienen costos de transacción más altos, que se asocian con la presencia de
incertidumbre, altos costos de búsqueda para encontrar la contraparte en la transacción e
información asimétrica, con los fenómenos concomitantes de azar moral y selección
adversa (ver capítulo 1). Bajo ciertas circunstancias, los costos de transacción son tan
altos que no es conveniente realizar el intercambio: si bien las partes obtendrían
ventajas mutuas, esas ventajas serían inferiores a los costos de organizar la transacción.
Cuando este es el caso, aparecen las fallas de mercado. Los mercados o bien
directamente desaparecen porque no hay transacciones o son muy reducidos porque sólo
algunos agentes están en condiciones de hacer los intercambios con costos de
transacción suficientemente bajos. En cualquier caso, las fallas de mercado generan
fallas de cooperación que se traducen en mal uso de los recursos ya que, al no realizarse
transacciones que serían ventajosas, los recursos quedan mal asignados (ver capítulo 3).
Por ejemplo, típicamente, sólo los agentes que tienen patrimonio suficiente pueden
realizar transacciones de crédito a costo bajo porque pueden colocar parte de su
patrimonio como garantía. Pero frecuentemente ocurre que quienes tienen patrimonio
suficiente no tienen buenos proyectos y los emprendedores con buenos proyectos no
tienen ni patrimonio ni reputación suficientes como para acceder al crédito.
Dependiendo de cuál sea el mercado que presenta fallas, las consecuencias pueden
afectar sólo a actividades muy específicas o, por el contrario, derramarse sobre buena
parte del sistema. Como ya lo anticipamos, las fallas de mercado que nos interesan aquí
son las que tienen consecuencias del segundo tipo.
84
La macroeconomía se centró en un primer momento en el corto plazo. Nació a partir de la preocupación
de Keynes y otros por los fenómenos de inestabilidad que se manifestaron en los treinta, luego del crack
de 1929. Posteriormente, se avanzó también en el análisis del crecimiento a largo plazo. Una de las tareas
básicas que se propuso la macroeconomía para explicar la inestabilidad fue, justamente, identificar en qué
mercados focalizar el análisis para explicar las disfuncionalidades del capitalismo. Los mercados elegidos
fundamentalmente fueron los de trabajo, financieros y monetarios (ver Leijonhufvud 1975; Heymann,
2007, Fanelli (2010b). El análisis de la relación entre disfuncionalidad y crecimiento recibió un gran
impulso sólo recientemente, al incorporarse al análisis el rol del sistema financiero, la distribución, el
Estado y los determinantes del progreso técnico. Ver Acemoglu (2009).
203
Una forma práctica de ilustrar la importancia de estos mercados es constatar que en el
debate público las discusiones sobre estabilidad macroeconómica y crecimiento suelen
estar muy vinculadas con discusiones acerca de si las instituciones que regulan los
mercados de trabajo, por un lado, y el sistema financiero y el Banco Central, por otra,
son las apropiadas. Esto es lógico: las fallas de mercado suelen estar vinculadas con
disfunciones en la organización de esos mercados que se originan en reglas de juego
deficientes. Piénsese en la Argentina de 1998-2001: mientras algunos economistas
atribuían la inestabilidad al régimen de convertibilidad y la dolarización financiera,
otros argüían que había que “profundizar las reformas” y atacar las regulaciones que le
daban rigidez al mercado de trabajo. Si en este contexto recordamos lo dicho en el
capítulo 3 sobre las reformas, la complejidad del problema queda expresada en toda su
dimensión: las consecuencias distributivas de una reforma en las reglas del juego para
los mercados financieros son muy diferentes a las de una reforma laboral. Por lo tanto,
las políticas orientadas según uno u otro diagnóstico no podrían obviar la consideración
de esta dimensión a la hora de evaluar la factibilidad en la implementación: una reforma
que se oriente a solucionar fallas de mercado sin tener en cuenta los efectos distributivos
estará pasando por alto que existe un vínculo indisoluble entre conflicto y cooperación
(ver capítulo 1) y correrá el riesgo de ser inaplicable si suscita conflictos políticos de
envergadura.
Tomando como base los argumentos anteriores, en este capítulo pasaremos revista del
funcionamiento del mercado de trabajo y del sistema financiero y monetario de la
Argentina con el propósito de identificar las fuentes de disfuncionalidad que deterioran
el desempeño de la economía. La estrategia que seguiremos en cada caso consta de tres
pasos. Primero, presentar los argumentos teóricos que fundamentan porqué el mercado
de trabajo y los financieros son complejos y sistémicamente relevantes (explicar el caso
de los mercados financieros nos insumirá más espacio por ser el tema algo más
complejo); segundo, discutir la evidencia sobre cómo funcionan esos mercados en la
Argentina y, por último, evaluar las consecuencias para el crecimiento, la distribución y
la estabilidad.
1. Mercados financieros
En base a los avances recientes en finanzas (ver Fanelli, 2010b) es posible identificar
cinco funciones a partir de las cuales las finanzas generan valor. Revisarlas brevemente
nos dejará en mejores condiciones para discutir, luego, las disfuncionalidades
argentinas.
204
inversores institucionales y extranjeros. Del lado de quienes poseen proyectos de
inversión se encuentran las firmas ya establecidas con proyectos rentables, los nuevos
emprendedores e innovadores, las familias, el Estado y tomadores del exterior. Lo que
gana la sociedad al vincular a estos agentes por la vía de la intermediación es la
diferencia entre lo que obtendría el ahorrista en el mejor uso que podría darle a sus
recursos por sí mismo y el mayor rendimiento que logra al prestarlo a alguien con un
proyecto mejor, neto de los costos de la intermediación financiera.
Con gran frecuencia ocurre que los agentes pueden quedar en mejor posición si
intercambian riesgos entre ellos o si se ponen de acuerdo para compartir ciertos riesgos
de forma de dividir entre muchos el impacto de un siniestro específico. Una estrategia
típica es la de diversificar los riesgos: no poner todos los huevos en la misma canasta.
Los mercados de capital son útiles para cumplir con este objetivo. Las bolsas, por
ejemplo, al ofrecer acciones de muchas empresas diferentes permiten que el inversor
coloque su riqueza en papeles de diferente tipo. Una segunda estrategia es formar un
fondo común que asegura de forma solidaria a cada uno de los que contribuyen contra
riesgos individuales que no están correlacionados. Por ejemplo, un seguro contra
incendios es en esencia un fondo al que todos aportan y al cual puede recurrir el
aportante en caso de sufrir el siniestro. Esto funciona porque no es probable que todas
las casas se incendien al mismo tiempo. Una tercera estrategia es que un agente le pague
a otro para que éste se haga cargo de un riesgo que él no desea soportar. Los mercados
sirven en este caso para saber cuál es el precio a pagar por ese riesgo. Por ejemplo, en
mercados sofisticados es posible comprar un seguro contra el default de un deudor: en
este caso, el acreedor desea prestar el dinero pero no asumir el riesgo de no pago y, para
“sacarse de encima” este riesgo, busca a un tercero que se haga cargo del mismo
pagándole por el servicio. Históricamente, las instituciones de intermediación –como
bancos y financieras–, las compañías de seguros, los mercados de capital y los fondos
comunes de inversión han desarrollado una gran cantidad de instrumentos que sirven
para llevar adelante las estrategias antes explicadas para mitigar los riesgos y
reasignarlos.
205
Los costos de información para hacer posibles las transacciones pueden ser muy altos.
Para detectar oportunidades de negocios de intermediación hay que informarse, por un
lado, sobre quiénes desean prestar fondos o desprenderse de un riesgo y, por otro,
averiguar cuáles son los mejores candidatos para tomar esos fondos o para hacerse
cargo del riesgo que se quiere trasladar. Asimismo, una vez realizado el contrato es
necesario monitorear que, ya realizada la transacción, quienes participan de ella
cumplan lo pactado. Como hay riesgo estratégico –riesgo de que la otra parte decida no
cumplir lo pactado–, un servicio que los acreedores esperan de los intermediarios
financieros es que manejen de manera eficiente el riesgo de que el deudor no pague.
Está claro que si un ahorrista desea un mayor retorno deberá asumir un mayor riesgo,
pero el punto es que el intermediario debe garantizarle que la remuneración que está
recibiendo por asumir ese riesgo es la que corresponde. En consecuencia, los
intermediarios deberán especializarse, por una parte, en recoger información para
identificar quiénes tienen los mejores proyectos –desde instalar una planta y realizar
inversión pública hasta brindar un seguro– y, por otra, en desarrollar técnicas para
monitorear el desempeño del tomador de forma que éste cumpla con la promesa de
devolver los fondos bajo las condiciones pactadas. Nótese que esta función es vital para
el crecimiento económico: se seleccionan los mejores proyectos y aumenta la
probabilidad de que los mismos sean efectivamente realizados.
Para cumplir con estas funciones se deben realizar transacciones que tienen un rasgo
esencial común: implican pagos diferidos; implican promesas de honrar un compromiso
a futuro. La operación de prestar, por ejemplo, consiste en entregar un recurso hoy a
206
cambio de una promesa de realizar un flujo de pagos en el futuro (amortización e
intereses). Nótese que esta operación deja a una de las partes (el acreedor) en desventaja
para negociar en la medida que, en el acto de prestar, el prestamista le pasa el control de
los recursos que son de su propiedad al que toma el préstamo y, en consecuencia,
aparece el riesgo de que el deudor no cumpla la promesa de devolver el recurso una vez
que obtiene el control del mismo85.
Como una promesa no creíble no tiene valor, se sigue naturalmente que la credibilidad
es un input esencial de las finanzas. Un préstamo puede tomar muchas formas: crédito
bancario, crédito entre empresas, bonos del gobierno, pero ninguno de esos papeles
tendría valor en el mercado si el compromiso de repago no fuera para nada creíble.
Justamente, como la credibilidad tiene matices, una tarea de los mercados financieros es
ayudar a ponerle precio a la credibilidad: cuanto menos creíble la promesa, menos valor
tendrá el papel en el mercado. De aquí que los bonos griegos, digamos, hayan perdido
valor en los mercados en los últimos años y que la paridad de los bonos argentinos se
desplomara al darse el evento del default.
El crédito es sólo una de las operaciones que están involucradas en las cinco funciones
antes mencionadas, pero el resto de las transacciones no depende menos de la
credibilidad. Las acciones suponen separar propiedad y control porque el accionista le
cede sus recursos a quienes gerencian la firma y acepta a cambio la promesa de que se
le abonará un dividendo. En los seguros hay pago diferido porque una parte adelanta un
pago (“prima”) y acepta a cambio la promesa de que tendrá derecho a una
indemnización si se produce la contingencia asegurada (robo, incendio, etc.). El dinero,
por último, es un instrumento que representa un tipo especial de promesa: el Banco
Central emite un papel que el público acepta porque cree en la promesa de que ese papel
podrá ser cambiado por otras cosas en el futuro. Si, luego de emitir el papel, el gobierno
acelera sensiblemente la inflación, el dinero pierde valor. De aquí que el dinero de los
países con alta inflación presente o pasada tiene menos aceptación como medio de
pago86. Lo mismo ocurre con los instrumentos de liquidez que emite un banco: las
corridas sobre los depósitos ocurren precisamente cuando el banco pierde credibilidad.
85
Cuando se produce esta situación, técnicamente se dice que la separación entre propiedad y control del
recurso da lugar a un problema de no alineación de incentivos entre el agente (el deudor) y el principal (el
acreedor). Ver Anderlini y Felli (2008).
86
Los gobiernos tienen un incentivo para acelerar la inflación porque de esa manera cobran un nuevo
impuesto: el impuesto inflacionario. La inflación actúa como un impuesto porque al subir los precios el
poder adquisitivo del dinero se reduce: un mismo billete compra menos cosas. Como los billetes son un
pasivo del gobierno, si su valor cae, el gobierno se favorece porque se reduce su deuda.
207
claramente asentadas en un papel pueden utilizarse en los tribunales para exigir el
cumplimiento. Obviamente, sólo si la ley se aplica el contrato y la promesa que
representa serán creíbles.
Estará claro, a esta altura, que las finanzas son complejas. Pero ¿por qué las
disfuncionalidades en esos mercados tienen consecuencias sistémicas? Las disfunciones
sistémicas de mayor relevancia para la Argentina son las siguientes. Primero, cuando
los mercados no existen o no funcionan, todas las actividades tienden a sufrir las
consecuencias: para todos se hace difícil financiar proyectos, colocar los ahorros y
manejar los riesgos. Esto afecta al crecimiento porque se asignan mal los recursos y
afecta a la estabilidad macroeconómica porque los riesgos se gerencian de forma
ineficiente: habrá agentes excesivamente expuestos a ciertos riesgos que no pudieron
diversificar o compartir. Segundo, si los mercados son chicos, la escala es baja y los
intermediarios no pueden reducir costos expandiendo sus actividades: el crédito será
más caro para todo el sistema. Tercero, cuando el gobierno abusa en la emisión o los
208
bancos son frágiles, tienden a resentirse las transacciones en todos los mercados y se
hace muy difícil para todos encontrar un instrumento para mantener liquidez. En un
cierto sentido, cuando el dinero no es creíble se elimina el modo “pausa”: hay que
apurarse a gastar y se gasta mal como ocurre cuando se acelera la inflación o se retiran
los depósitos de un banco a las apuradas. Nótese que bajo estas circunstancias, será muy
difícil que alguien acepte un papel escrito: no se sabe cuánto valdrá ese papel en el
futuro. Y cuando más lejano ese futuro menor será la credibilidad del compromiso, con
lo que no habrá crédito a largo plazo para nadie. Las consecuencias sobre el desempeño
son fáciles de ver: se resiente la inversión productiva por falta de crédito y se producen
desequilibrio financieros que frecuentemente devienen en corridas cambiarias al
perderse la confianza en la moneda nacional. En cuarto lugar, estas disfuncionalidades
afectan la distribución y la igualdad de oportunidades porque, si bien el exceso de riesgo
y la escasez de crédito tienden a afectar a todos, ciertamente afectan con más intensidad
a quienes tienen menos patrimonio y menor reputación crediticia (ver Levine, 2004;
Fanelli, 2010b). También el impuesto inflacionario incide en mayor medida sobre los
que tienen menos recursos financieros para cubrirse de la inflación.
209
Gráfico 11.1
Desarrollo financiero comparado
200% 300%
180%
250%
160%
C red it to p riv. s ec to r / G D P
140%
Utilizando las bases de datos que han sido recientemente desarrolladas, es posible dar
una visión más específica de cómo se ubica la Argentina en el concierto internacional.
En el cuadro 11.1, además del crédito y los mercados de acciones mostramos los
indicadores correspondientes a bonos públicos y privados y la volatilidad del crédito.
Cuadro 11.1
Tamaño de los mercados financieros en Argentina: comparación internacional
210
Estos indicadores confirman que el crédito al sector privado como porcentaje del PBI es
muy bajo en comparación con lo que muestra la experiencia internacional. Mientras en
los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)
este ratio supera el 60%, en Argentina no llega al 15%. En realidad, el nivel de
intermediación bancaria es bajo incluso para los estándares regionales. Aunque cerca de
Venezuela y México, estamos muy lejos de lo que ocurre en Brasil o en Chile. En lo
relativo a la escala de los mercados de capital (bonos, acciones) la situación no es más
prometedora. El nivel de capitalización de mercado en la Argentina está por debajo de
la media internacional y regional. Si bien el tamaño de los papeles soberanos
negociados se encuentra en valores cercanos a otros países de la región, el
financiamiento al sector privado –vía deuda o vía mercados accionarios- es más bien
escaso. Por otra parte, la Argentina tiene hoy muy poco acceso al financiamiento
externo debido en parte a las secuelas del default y en parte a las políticas financieras
seguidas internamente en los dos mil. Dos hechos que no ayudaron a expandir la escala
es que los mercados de deuda pública se deterioraron por falta de confianza en el
indexador y la estatización del sistema de AFJPs que redujo la presencia de inversores
institucionales. Un hecho adicional que no ayuda es que se observan expansiones y
contracciones pro-cíclicas y volatilidad marcada del crédito (ver última columna), lo
que habla de falta de instrumentos para el manejo de la liquidez y los riesgos. Los
mercados de derivados son escasos y de poca relevancia.
Aquí debemos recordar una de las conclusiones del marco conceptual: las crisis
destruyen instituciones. Por lo tanto, es más difícil desarrollar un sistema financiero en
economías volátiles porque las crisis destruyen las reglas de juego que se necesitan para
acotar la incertidumbre estratégica y cimentar la credibilidad. Como la Argentina sufrió
repetidas crisis que llevaron a la violación de las reglas de juego es natural que las
transacciones financieras encuentren serias dificultades para su desarrollo. El gráfico
siguiente muestra evidencia sobre el efecto de las crisis sobre el desarrollo financiero.
Gráfico 11.2
Crisis y desarrollo financiero
(crédito / PBI, prom. 1995-2008)
120 Promedio países sin crisis
Promedio países con crisis
100
80
60
40
20
0
Crisis bancarias Crisis cambiarias Crisis de endeudamiento
Fuente: Elaboración propia en base a Beck et al. (2009) y Laeven y Valencia (2010)
211
Los países que sufrieron crisis financieras, cambiarias o de excesivo endeudamiento
público (entre los que está contabilizada la Argentina) ostentan un menor desarrollo
financiero.
Gráfico 11.3
Precios relativos e impuesto inflacionario 1960-2010
10 500
Rodrigazo
Hiperinflación
% PBI
450
1993=100
8
Crisis 400
de la Crisis de la
Deuda convertibilidad
350
6 Crisis
Institucional
300
4 250
200
2
150
100
0
87
Definimos el impuesto inflacionario en una nota al pie anterior. El tipo de cambio real, a su vez, es la
relación entre los precios de los bienes en el exterior y los precios de los bienes en la Argentina. Como los
precios del exterior se expresan en dólares, cuando el dólar sube el valor de los bienes del exterior sube
también. Por ejemplo, luego de una devaluación, todos los bienes importados suben con el dólar y lo
mismo ocurre con el precio interno de los alimentos que el país exporta. Sin embargo, suele ocurrir que
los precios en general no suben exactamente lo mismo que subió el dólar: hay productos no transables que
no fijan su precio en el exterior y, típicamente, los que venden esos productos no pueden “seguir al dólar”
porque se les caería mucho la demanda. Los que venden bienes transables no tienen este problema
justamente porque pueden vender sus productos en el exterior y cobrar directamente en dólares.
212
Como el impuesto inflacionario es una forma de transferir riqueza de los tenedores de
dinero al gobierno88, se deduce que las crisis inducen redistribución de riqueza. Ya
vimos, por otro lado, que las crisis generan pobreza y empeoran la distribución del
ingreso (ver capítulo 6). Es fácil conjeturar, por lo tanto, que las aceleraciones
inflacionarias y las devaluaciones son muy perniciosas para la inclusión.
El grafico 11.4 presenta evidencia sobre la evolución del crédito al sector privado antes,
durante y después de las últimas cuatro crisis macroeconómicas: el “Rodrigazo” en
1975, la crisis de la “tablita” en 1982, la hiperinflación de 1989 y la crisis de la
convertibilidad de 2001. Dos de estas fueron crisis específicamente financieras (la de
1982 y la de 2001) y estuvieron relacionadas con errores de diseño en los marcos
regulatorios: la reforma financiera de 1977 en el primer caso y la convertibilidad con
dolarización en los noventa. Las otras dos (el Rodrigazo y la hiperinflación) estuvieron
más asociadas con crisis de orden fiscal y monetario.
Gráfico 11.4
Efectos de las crisis sobre el crédito
Crédito Bancario al S.Privado
180
160
140
120
100
80
60
40
-4 -3 -2 -1 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16
Rodrigazo 1975:3 Crisis de la Tablita 1982:2
Hiperinflación 1989:3 Crisis de la Convertibilidad 2002:1
La línea punteada del gráfico marca el punto “t” de la crisis e iguala la cantidad de
crédito a 100. A partir de allí se grafica la dinámica del crédito real en los cuatro años
posteriores a la misma. Es fácil ver que el crédito cae abruptamente en las crisis
(excepto en la hiperinflación) y tarda mucho en recuperarse. La recuperación del crédito
es especialmente problemática luego de las dos crisis financieras que, como se dijo, se
relacionaron con errores regulatorios. En particular, nótese la muy débil recuperación
del crédito en los dos mil aún comparada con otras crisis.
88
Y a los bancos también: como los bancos tienen como pasivo depósitos en cuenta corriente y caja de
ahorro que no pagan interés o pagan uno ínfimo, el valor real de esos depósitos cae con la inflación,
favoreciendo al banco. Por eso cuando los agentes esperan una aceleración de la inflación retiran sus
depósitos y compran dólares.
213
Hemos argumentado que el bajo desarrollo financiero afecta el desempeño. Sin
embargo, en lo que hace a crecimiento, podría pensarse que los efectos del
subdesarrollo financiero no son importantes porque, de cualquier forma, la economía ha
crecido sin crédito en los dos mil. Sin embargo este argumento sería inexacto. La
Argentina recibió un shock muy positivo de términos del intercambio y no sorprende
que haya acelerado el crecimiento. Lo que importa para el desarrollo económico es si el
crecimiento es sostenible. En este sentido, hay que considerar que la Argentina se
caracteriza por la sucesión de procesos de aceleración que en vez de desembocar en el
crecimiento sostenido terminaron en crisis. Por ello es fundamental constatar si el
subdesarrollo de los mercados financieros está afectando variables que tienen incidencia
en la estabilidad y el crecimiento. Para esto es vital que los canales que deben asignar
los excedentes del sector primario hacia actividades con rendimientos crecientes estén
funcionando y, también, resguardar la estabilidad monetaria.
Cuadro 11.2
Crédito al sector privado por actividad productiva
Precios constantes de 1993
1998 2007
Tipo de bien Sector
Ratio Cred. / Ratio Cred. /
Cred. Prod. Cred. Prod.
Prod. Prod.
P. Corr. P. Corr. (%) P. Corr. P. Corr. (%)
214
inmuebles ya hemos visto en el capítulo 8 que esto se refleja en una inversión que tiene
un componente demasiado alto en construcción en detrimento de la inversión en
equipos productivos. La colocación de ahorros en el exterior, por su parte, ha sido tan
intensa que el sector privado argentino ha pasado a ser un país acreedor del resto del
mundo (ver gráfico 11.5). Para un país que necesita invertir en su gente por estar
gozando del bono demográfico, que buena parte de los recursos de ahorro se coloquen
en el exterior es, ciertamente, una disfuncionalidad preocupante.
Gráfico 11.5
Activos, pasivos y posición externa neta privada
(Millones de dólares)
200.000
Posición Neta
180.000 Activos Externos
160.000 Pasivos Externos
140.000
120.000
100.000
80.000
60.000
40.000
20.000
‐20.000
991
993
995
997
999
001
003
005
007
009
Fuente: INDEC
Cuando los fenómenos de salida son tan intensos, tarde o temprano afectan la
estabilidad monetaria y el nivel de actividad. Por ejemplo, en el caso argentino, como el
superávit de cuenta corriente se redujo fuertemente de la mano del creciente gasto
energético, a los mercados les resulta cada vez más difícil encontrar la oferta para
satisfacer la demanda de dólares y ello se traduce en presiones hacia la depreciación del
peso. Un contexto de esta naturaleza juega en contra del desarrollo de operaciones
financieras denominadas en la moneda local.
215
2. Mercado de trabajo
¿Por qué son complejas las transacciones en el mercado de trabajo? En primer lugar, lo
son por razones similares a las que encontramos en los mercados financieros: problemas
de incertidumbre, información asimétrica y de delegación (agente vs. principal). Un
problema básico para el empleador es conocer las características del potencial empleado
y el grado de esfuerzo que éste está dispuesto a colocar en la tarea. Obviamente, el
postulante tiene mayor información sobre estos puntos que el empleador lo que genera
un problema de información asimétrica. Asimismo, la cuestión del agente y el principal
aparece porque el trabajador tendrá bajo su control activos productivos que son
propiedad de la firma y podría no cuidarlos correctamente. Además, como el trabajador
se integra en una organización, si toma decisiones incorrectas las mismas podrían
afectar a varios segmentos de la jerarquía, sobre todo si el trabajador está en el tramo
superior de esta última. El empleado, por su parte, también enfrenta riesgos. Una fuente
muy importante de incertidumbre se refiere a las posibilidades de desarrollo de una
carrera y de auto-realización en la organización que lo emplea: no todos los trabajos
brindan iguales oportunidades para desplegar la creatividad, acumular capital humano
por la vía de la experiencia y la capacitación y vínculos relacionales útiles para el
crecimiento profesional.
Un segundo factor que agrega complejidad a las transacciones es que, por una parte, los
contratos de trabajo suelen incorporar cláusulas destinadas a proteger al trabajador y,
por otra, las instituciones del sistema de seguridad social están muy relacionadas con el
mercado de trabajo, debido a razones históricas y organizacionales. Esto genera
inflexibilidad en la negociación ya que hay pocos grados de libertad para decidir
respecto del precio (salario), las cantidades (horario) y las condiciones de trabajo. Esta
inflexibilidad, por supuesto, tiene razones de peso que la explican: es necesario proteger
la integridad física y el bienestar del trabajador. Otra razón que agrega inflexibilidad es
que los trabajadores suelen tener menos capacidad para asumir riesgos, por lo que se
espera que buena parte de las fluctuaciones en los ingresos de la firma sean absorbidas
por los beneficios y no por los salarios.
Hay que tener en cuenta, no obstante, que si bien es necesario proteger los intereses de
los trabajadores empleados, un exceso de rigidez en las regulaciones laborables puede
perjudicar a los desempleados: si es muy difícil adaptar los contratos a las fluctuaciones
en las condiciones de los negocios, los empleadores pueden decidir emplear menos
personal o eludir las regulaciones. En el primer caso aumenta el desempleo y en el
segundo se segmenta el mercado de trabajo incrementándose la informalidad. Una
estrategia muy utilizada para segmentar es subcontratar ciertas actividades que son
realizadas por empresas con trabajadores no registrados.
216
Un último factor de complejidad es que, para bajar los costos de transacción, las
negociaciones se realizan de forma delegada y periódica, lo cual agrega inflexibilidad a
los salarios y da lugar problemas de representación de intereses89. A diferencia del caso
financiero, no existen instituciones privadas como los bancos que actúen como
“intermediarios del trabajo”. Los sindicatos y las asociaciones patronales no son
entidades con fines de lucro sino entidades de acción colectiva que representan los
intereses de las partes y, además, las negociaciones suelen ser monitoreadas de cerca
por el gobierno90. Esto es una fuente de distorsiones porque como en toda instancia de
acción colectiva, no necesariamente los representantes hacen lo que es óptimo para sus
representados. Los sindicalistas, por ejemplo, muchas veces persiguen objetivos
políticos o de lucro propios. Cuando esto ocurre en el mercado de trabajo, la protección
de los trabajadores puede deteriorarse, pueden surgir conflictos de representación
política o las empresas pueden enfrentar dificultades excesivas para manejar el personal.
Obviamente, de esto no se sigue que haya necesariamente soluciones alternativas para
reducir los costos de negociación. Hay que recordar que siempre la contracara de la
cooperación es el conflicto y es posible que sea óptimo sacrificar algo de eficiencia si
ello sirve para reducir el conflicto que en el caso de los mercados de trabajo está
siempre latente.
¿Por qué lo que ocurre en el mercado de trabajo puede tener consecuencias sistémicas?
Hay dos razones bastante directas. La primera es que el trabajo –de diferentes niveles de
calificación– es un input importante de la producción en todas las actividades
económicas y también lo es de todas las organizaciones en la medida que las jerarquías
se estructuran con personas. La consecuencia de este hecho es que las disfunciones en
los mercados de trabajo generan problemas de coordinación e incentivos a través de
toda la economía que inciden tanto sobre la distribución como sobre la estabilidad y el
crecimiento. En el caso argentino, probablemente la distorsión más significativa es la
segmentación entre un sector formal y otro informal, así como la existencia de
89
Las paritarias no se convocan ante la ocurrencia de un hecho específico. En Argentina los convenios de
trabajo suelen ser de frecuencia anual, aunque recientemente se han agregado cláusulas que implican
actualizaciones o cambios intra-período, como la adición escalonada de sumas no remunerativas (ver
MTEySS, 2011).
90
En la Argentina, hacia mayo de 2011 se encuentran operativos aproximadamente 130 cámaras
empresariales y 140 sindicatos. Dentro de los segundos coexisten tres tipos: los de oficio (reúne a los
trabajadores que tienen en común una especialidad laboral, como "artes", "oficio" o "técnica"), de
industria (reúnen a los trabajadores de una industria o actividad general sin discriminar en las funciones
que se desempeñen o de sí se trata de obreros, empleados o son asalariados calificados y de empresa
(reúne a los trabajadores de una entidad productora de dimensiones que exceden el de una simple
industria o actividad limitada). En el caso argentino las negociaciones en la esfera formal incluyen a las
tres partes: las cámaras empresariales (las entidades gremiales del sector empleador que reúnen a
empresas de una misma actividad), los sindicatos (las organizaciones representante de los trabajadores de
una misma actividad, sector o profesión) y el ministerio de trabajo, empleo y seguridad social (MTEySS),
que tiene entre sus funciones la promoción, regulación y fiscalización del cumplimiento de los derechos
fundamentales de los trabajadores, en especial la libertad sindical, la negociación colectiva, la igualdad en
las oportunidades y de trato y la eliminación del trabajo forzoso y del infantil. Así, el MTEySS participa
en la negociación y luego homologa los convenios, lo cual implica darle status de legalidad. Cuando el
gobierno no participa de la negociación suele tratarse de trabajo asalariado no registrado, o en negro. De
todas maneras el trabajador puede hacer valer la ley de contrato de trabajo y reclamar el registro en la
Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP).
217
subempleo y desempleo que alimentan las heterogeneidades estructurales y trampas de
pobreza asociadas con baja acumulación de capital humano por falta de experiencia y
capacitación laboral. Esto último puede ser muy dañino para la distribución.
La segunda razón por la cual es sistémicamente importante lo que ocurre con el empleo
es que los trabajadores son, a la vez, consumidores. Por lo tanto, el aumento del
desempleo se traduce en reducción de la demanda agregada y recesión. Nótese que en
este caso interactúan los desequilibrios en el mercado de trabajo con las fallas en los
mercados financieros: si los trabajadores tuvieran acceso fluido al crédito podrían
financiar su consumo con crédito en los períodos en que estuvieran desocupados. Una
demanda de trabajo excesivamente tonificada, por otra parte, puede elevar las presiones
inflacionarias.
La PEA o población económicamente activa es la variable que sirve de base para medir
el tamaño de la fuerza de trabajo y ya nos hemos encontrado con ella al analizar las
cuestiones demográficas (ver capítulo 7). Como se recordará, la PEA está determinada
por la cantidad de población y el porcentaje de la población que decide participar en el
mercado de trabajo. Para caracterizar a este mercado, no obstante, es necesario
introducir otras variables en el análisis. La figura siguiente muestra sintéticamente como
se relacionan esas variables con la PEA y entre sí. En cada rectángulo aparece la
cantidad de personas correspondiente. Los datos son de fines de 2010 y abarcan sólo a
la población urbana (ya vimos que la población no urbana es muy reducida).
218
Figura 11.1
Situación ocupacional de la población urbana total
Población Urbana
36.863 = 100%
Ocupados Desocupados
15.378 = 93% 1.159 = 7%
Registrados
Fuente: MTE y SS No Registrados Servicio Doméstico
5.195 = 57.4% 2.794 = 30.9% 1.064 = 11.8%
El desempleo, no obstante, está lejos de representar a todas las personas con problemas
de empleo. Dentro del grupo de los desempleados hay que distinguir entre aquéllos que
tienen trabajos “plenos” –es decir, de más de 35 horas semanales– de aquellos que
realizan trabajos de medio tiempo o de extensión menor pero que desearían trabajar más
horas y que se clasifican como “subempleados”. En el caso de la Argentina, los
primeros alcanzan a un 84,1% de la PEA, mientras que los segundos llegan a 8,5%. Así,
si sumamos desempleados y subempleados, resulta que la proporción de personas con
problemas de empleo se ubica en alrededor del 16% de la PEA. No es un problema
pequeño: son 2,5 millones de personas e indica que el mercado está segmentado. Esto es
un reflejo, por supuesto, de la importancia que tienen en la estructura productiva las
actividades de subsistencia (ver capítulo 9).
El sector privado es el principal empleador, con el 82% de los puestos de trabajo. Por
supuesto, dada la heterogeneidad estructural existente, no todos los puestos de trabajo
son de igual calidad: existen trabajadores asalariados, otros que son empleadores, otros
219
que perciben salarios pero no tienen empleados ni patrones, denominados
“cuentapropistas” y aquellos que no perciben salario. En la Argentina los últimos datos
disponibles muestran que casi un cuarto de los empleos generados por el sector privado
son de cuenta propia, un 5% corresponde a empleadores, un 72% a asalariados y un 1%
a trabajadores que no son remunerados91.
La evolución de los costos laborales se presenta en el gráfico 11.6. Dado que existen
medidas alternativas, se presentan dos estimaciones para un período extendido: el costo
laboral unitario –que incluye cargas sociales- de Coremberg y Molina (2008) y el costo
91
Kritz (2011) muestra la falta de dinámica en la creación de empleo luego de la caída en la actividad en
2009.
220
salarial unitario de Graña y Kennedy (2008). La figura que emerge en ambos casos es
similar: en los primeros noventa los costos salariales se reducen marcadamente, de la
mano de fuertes aumentos en la productividad y los cambios regulatorios en el mercado
de trabajo. Luego le siguió una etapa, de fines de la década, caracterizada por la
deflación y costos crecientes. El salto en los precios de la devaluación de 2001
recompuso los márgenes empresariales, pero luego el costo laboral retomó la senda de
crecimiento. Nótese que, desde una perspectiva histórica, los costos salariales
disminuyen rápidamente con las crisis y luego se recuperan, también rápidamente. Sin
embargo, en la salida de la crisis de la convertibilidad el costo salarial se recuperó más
lentamente.
Gráfico 11.6
Estimaciones del costo laboral
1.1
0.9
0.8
0.7
Costo salarial
0.6 unitario
0.5 Costo laboral
unitario
0.4
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
Una mirada a lo que ocurre con el empleo en la región puede ser útil para contextualizar
y evaluar la significación de estas cifras del mercado argentino (ver cuadro 11.3). Al
igual que en nuestro país, en la región la demanda de trabajo está liderada por el sector
privado. El sector público en la Argentina, sin embargo, tiene una participación que es
superior a la observada en los 7 países más grandes de la región, con la excepción de
Venezuela (ver cuadro 11.3). Este rasgo diferencial es relativamente estable en el
tiempo: ya estaba presente una década atrás.
221
Cuadro 11.3
Características del empleo en América Latina I
Público Privado
Argentina
1989-1992 n.d. n.d. n.d. n.d.
1999-2001 15,5 57,1 23,0 4,4
2007-2009 15,9 60,0 19,6 4,5
Brasil
1989-1992 12,0 47,3 37,2 3,5
1999-2001 11,1 47,7 37,1 4,1
2007-2009 11,6 54,8 29,3 4,3
Chile
1989-1992 9,9 64,8 21,6 3,7
1999-2001 11,8 62,8 21,1 4,3
2007-2009 11,6 64,7 20,6 3,1
Colombia
1989-1992 6,6 52,0 36,3 5,1
1999-2001 6,8 46,7 42,4 4,1
2007-2009 4,6
, 38,3
, 47,7
, 9,4,
México
1989-1992 11,8 52,1 32,3 3,8
1999-2001 11,0 54,5 29,4 5,1
2007-2009 11,3 60,8 23,0 4,9
Peru
1989-1992 n.d. n.d. n.d. n.d.
1999-2001 8,6 31,4 54,1 5,9
2007-2009 9,4 32,9 52,2 5,5
Venezuela
1989-1992 19,3 47,2 25,9 7,6
1999-2001 14,9 43,0 36,9 5,2
2007-2009 17,9 40,2 37,9 4,0
Fuente: Elaboración propia en base a CEPAL
Dentro del empleo generado por el sector privado también es posible detectar rasgos
que diferencian a la Argentina: al igual que Chile, México y en menor medida Brasil,
tiene una alta proporción de asalariados, cercana al 60%. En Colombia, Perú y
Venezuela, en cambio, el cuentapropismo tiene una mayor presencia; la proporción de
asalariados apenas llega al 40% (ver cuadro 11.3). La dinámica de la última década
muestra tres tipos de movimiento: países donde aumentó la salarización y se redujo el
cuentapropismo, países donde este movimiento fue leve y otros donde la informalidad
directamente se incrementó. Argentina pertenece al primer grupo, al igual que Brasil y
México. Se trata de dos rasgos positivos en la medida que el cuentapropismo suele
asociarse con las actividades de subsistencia. Pero para tener una idea acabada, no
obstante, es bueno echar una mirada a la calidad del empleo generado. El cuadro
siguiente brinda información en relación con esto.
222
Cuadro 11.4
Productividad del empleo en América Latina
Baja productividad Resto
Argentina
1989-1992 44,1 15,5 23,0 5,6 55,9
1999-2001 40,7 18,2 17,3 5,2 59,3
2007-2009 39,0 17,5 14,8 6,7 61,0
Brasil
1989-1992 48,0 20,9 21,3 5,8 52,0
1999-2001 46,7 12,4 25,8 8,5 53,3
2007-2009 41,1 12,7 19,9 8,5 58,9
Chile
1989-1992 38,9 11,1 20,9 6,9 61,1
1999-2001 31,8 10,7 14,7 6,4 68,2
2007-2009 30,0 8,2 16,8 5,0 70,0
Colombia
1989-1992 n.d. n.d. n.d. n.d. n.d.
1999-2001 n.d. n.d. n.d. n.d. n.d.
2007-2009 60,5
, 15,3
, 40,9 4,3, 39,5
,
México
1989-1992 n.d. n.d. n.d. n.d. n.d.
1999-2001 40,5 19,8 17,7 3,0 59,5
2007-2009 43,3 23,7 15,0 4,6 56,7
Peru
1989-1992 n.d. n.d. n.d. n.d. n.d.
1999-2001 63,8 19,4 40,9 3,5 36,2
2007-2009 57,6 17,1 37,4 3,1 42,4
Venezuela
1989-1992 39,1 11,5 21,4 6,2 60,9
1999-2001 53,8 16,4 35,3 2,1 46,2
2007-2009 49,8 12,4 35,8 1,6 50,2
Fuente: Elaboración propia en base a CEPAL
Los registros correspondientes a los países grandes de América Latina indican que los
empleos de baja productividad acaparan entre el 30% y el 60% del total del empleo, lo
cual habla a las claras de la importancia de tomar en cuenta la heterogeneidad
estructural y, particularmente, el peso del sector de subsistencia. Nuestro país, de
cualquier forma, se encuentra junto con Chile dentro del grupo con menor incidencia
relativa del trabajo de baja productividad. Los empleos de baja productividad
representan el 39% del total. Esta estimación aportada por CEPAL está en línea con lo
que encontramos al analizar el peso del sector de subsistencia en el capítulo 9. Si
tomamos la evolución de la última década, no obstante, a pesar del alto crecimiento de
la economía la proporción de empleos de baja productividad se mantuvo relativamente
estable lo que no habla de una gran capacidad del proceso de crecimiento para absorber
al sector de subsistencia dentro de un proceso de transformación estructural compatible
con el crecimiento inclusivo.
223
Un rasgo positivo que muestra la región en los dos mil es que la tasa de desempleo
tendió a declinar, aunque hay por supuesto excepciones. El cuadro 11.5, que registra la
evolución del desempleo, indica que la Argentina se cuenta entre los países que más
redujeron el desempleo; un hecho que no sorprende si se tiene en cuenta la aceleración
del crecimiento ya analizada en capítulos anteriores. De cualquier forma, cuando el
objetivo es el crecimiento inclusivo, es importante analizar también la anatomía del
desempleo.
Cuadro 11.5
Características del desempleo en América Latina
Total Por edad Por sexo Años de educación
Argentina
1989-1992 5,9 13,0 4,9 4,1 3,8 5,7 6,4 7,6 6,8 5,9 3,0
1999-2001 14,7 24,3 12,0 11,6 12,9 13,4 16,5 17,0 17,4 14,5 10,2
2007-2009 9,1 21,8 8,3 5,7 6,0 8,1 10,4 14,2 10,5 9,7 6,6
Brasil
1989-1992 3,8 6,9 3,8 2,1 1,2 3,9 3,5 3,2 5,9 4,4 1,8
1999-2001 9,6 18,3 9,2 6,1 4,3 7,8 12,1 7,0 14,6 12,0 5,1
2007-2009 8,3 17,8 8,6 5,3 3,5 6,1 11,0 5,5 11,0 10,5 5,0
Chile
1989-1992 8,3 16,5 7,9 5,1 5,2 7,7 9,6 7,9 9,2 9,1 6,3
1999-2001 9,9 21,3 9,6 7,1 6,1 9,0 11,3 11,0 11,6 10,1 7,0
2007-2009 10,2 24,9 11,3 7,2 5,6 8,9 12,2 7,8 10,3 11,6 8,6
Colombia
1989-1992 7,2 14,9 6,9 3,3 2,4 7,2 7,2 4,4 9,8 12,6 7,3
1999-2001 16,3 30,6 16,0 11,4 7,9 16,3 16,3 11,1 21,2 23,0 13,7
2007-2009 12,1
, 23,4
, 12,2 8,7 7,1, 12,1
, 12,1
, 8,4, 13,4 16,2 11,5
,
México
1989-1992 2,6 6,5 1,9 0,7 0,5 2,6 2,6 1,0 3,9 3,4 2,3
1999-2001 2,5 5,6 2,1 1,2 0,8 2,5 2,7 1,5 2,7 3,0 3,7
2007-2009 4,5 9,8 4,2 2,3 2,5 4,5 5,3 3,3 4,9 5,1 4,0
Peru
1989-1992 n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d.
1999-2001 5,0 11,3 4,3 2,9 2,8 5,0 5,6 1,9 7,0 6,6 7,8
2007-2009 3,9 9,5 4,2 2,2 2,0 3,8 4,1 1,0 4,0 5,8 6,2
Venezuela
1989-1992 10,2 19,3 11,3 5,9 4,5 11,2 8,4 9,7 12,1 9,3 6,1
1999-2001 14,5 25,7 14,7 10,2 7,8 13,6 16,1 11,6 15,2 16,3 12,5
2007-2009 6,9 13,6 7,4 4,6 3,9 6,5 7,4 5,4 6,5 7,2 7,5
Fuente: Elaboración propia en base a CEPAL
224
La no integración a las tareas productivas afecta un componente importante del capital
humano, que es la experiencia y la posibilidad de beneficiarse del learning by doing. En
segundo lugar, cuando se clasifica a los desempleados en términos de los años de
educación, surge que en la Argentina el grupo de trabajadores con mayor nivel
educativo tiene una tasa de desocupación que es la mitad de la que experimenta un
trabajador no calificado. Se observa, asimismo, que existe una correlación inversa entre
tasa de desempleo y nivel educativo. Nótese que este rasgo no se repite
sistemáticamente en los otros países. Por supuesto, la correlación inversa entre ecuación
y desempleo es muy negativa desde el punto de vista de la inclusión, al favorecer las
trampas de pobreza. Además, menor desocupación implica mejores salarios y por lo
tanto los salarios de los educados tenderán a ser más altos. Al evaluar este hecho hay
que tomar en cuenta, adicionalmente, que en la Argentina el sector público explica una
mayor proporción del empleo y los empleos en el Estado suelen tener un componente
importante de mano de obra educada. Desde este punto de vista, la política de empleo
del Estado probablemente no sea neutral para la distribución.
La Argentina comparte sus rasgos de debilidad en el mercado de trabajo con los países
de la región, aunque la comparación la muestra en una posición ventajosa en algunas
dimensiones. Un hecho positivo es que de la mano del crecimiento de los noventa
mejoraron las condiciones, sobre todo en lo relativo a desempleo y en evitar que se
profundizara el proceso de informalización. Pero más allá de esto, dado que la tasa de
crecimiento fue muy alta puede argumentarse que el avance en cuanto a corregir los
desajustes estructurales fue sólo mediocre.
225
restricciones laborales. En este segundo caso el problema no es controlar el trabajo
informal sino generar cambio estructural pro-crecimiento de forma de aumentar la
productividad del trabajo.
226
Capítulo 12
El Estado y las políticas económicas
Del hecho de que el Estado haya aumentado su volumen en el pasado siglo no se sigue
que el proceso no pueda revertirse o, por el contrario, profundizarse. En la actualidad
hay ciertas dimensiones en las que están actuando fuerzas a favor de la disminución de
la presencia del Estado. Por ejemplo, es cada vez mayor la presencia y la voz de ciertas
92
La identidad es el software de reglas (pautas culturales) que los agentes individuales llevan incorporado
y utilizan como guía de conducta; ver capítulo 2.
227
organizaciones no gubernamentales y sin fines de lucro en la defensa del medio
ambiente y de la no discriminación. Asimismo, una presencia exagerada del gobierno
actúa en ciertas actividades en detrimento del espíritu de innovación y de
emprendimiento. Es lógico, en definitiva, que si aumenta la carga de trabajo y la
sofisticación de las tareas que el Estado debe realizar, también aparezcan organizaciones
que gocen de ventajas comparativas en relación con el Estado y lo reemplacen en ciertas
actividades. Por otro lado, las innovaciones en el campo de las transacciones financieras
o de la aplicación de la biología a la producción demandan la intervención del Estado a
través del monitoreo y la regulación y ello supone un nivel de preparación muy alto de
la burocracia pública y de calidad en el diseño de las reglas de juego.
En base a los datos del FMI es posible ubicar a la Argentina en el plano internacional en
lo que hace al tamaño de su sector público. Los gráficos 12.1.a y b brindan información
sobre el gasto público y la presión tributaria en relación al PBI.
Los datos indican que el tamaño relativo del sector público tiende a ser mayor en los
países más avanzados que en los emergentes, tanto en lo que hace al gasto público como
a la tributación. Si bien la Argentina exhibe una participación del gobierno en la
economía que es menor al promedio de los desarrollados, esa participación está bien por
encima del promedio correspondiente a los emergentes.
228
Gráfico 12.1
Gasto e impuestos: comparación internacional (% del PBI)
(a) Gasto total del sector público 2007-2010 (b) Presión impositiva del gobierno general 2007-2010
60
Avanzadas 70
Emergentes Avanzadas Emergentes
50 60
40 36,1 50
40
30 34.1
30
20
20
10
10
0
0
Letonia
Noruega
China
Rep Checa
Indonesia
Eslovenia
Marruecos
Argentina
Francia
Uk
Islandia
Ucrania
Australia
Filipinas
Japón
Arabia saudita
Letonia
Rep Checa
Noruega
China
Indonesia
Eslovenia
Marruecos
Francia
Uk
Argentina
Islandia
Ucrania
Australia
Filipinas
Japón
Arabia saudita
Fuente: Elaboración propia en base a FMI
En primer lugar, se sabe que la forma en que se asigna el gasto y la carga tributaria tiene
consecuencias muy importantes sobre la economía porque incide sobre el diseño y el
funcionamiento de los esquemas de coordinación, motivación y ejecución de todas las
organizaciones y, por ende, sobre los determinantes del crecimiento. Por ejemplo,
podría pensarse que un impuesto a las exportaciones sólo afecta a los exportadores, pero
piénsese que ese impuesto también crea un incentivo para dedicarse a una actividad que
no implique exportar. Lo mismo ocurre con el gasto: si se subsidia la educación ello es
un desincentivo a incorporarse al mercado de trabajo, etc. El punto, obviamente, no es
eliminar todos los impuestos o no gastar sino evaluar bien los puntos a favor y en contra
de cada opción. En segundo lugar, es necesario examinar cómo financia el sector
público sus desequilibrios presupuestarios. A la luz de lo que ya hemos estudiado sobre
los mercados financieros, está claro que malas decisiones financieras del sector público
pueden tener consecuencias de gran alcance sobre la estabilidad financiera y
macroeconómica. Por ejemplo, vimos que la financiación en base al impuesto
inflacionario puede llevar a la destrucción del dinero; de hecho, la hiperinflación en la
Argentina fue exactamente eso: los precios se dispararon porque la gente huía de una
229
moneda que perdía valor a cada momento. En instancias menos dramáticas, si el
gobierno tiene un déficit o una deuda a refinanciar muy elevados, la presión que sus
demandas ejercerán en los mercados de crédito harán subir las tasas de interés y ello
terminará afectando a la inversión productiva privada. Un hecho muy asociado con esto
es que los gobiernos muy endeudados suelen verse obligados a ajustar el gasto de
manera sensible y ello suele traducirse en una poda excesiva del gasto en inversión.
Asimismo, los ajustes pueden afectar a políticas sociales que son vitales para la
acumulación de capital humano y para luchar contra la pobreza. En tercer lugar, los
cambios en las políticas de gasto e ingreso del Estado suelen tener efectos directos y
significativos sobre la distribución del ingreso y, por ende, influyen de manera decisiva
en el desarrollo humano. Esto no se refiere solamente a las políticas sociales o de
protección, también se incluyen factores como la inversión en infraestructura urbana y
los subsidios orientados a mejorar las oportunidades para realizar emprendimientos
productivos a pequeña escala.
Para conciliar el hecho de que, por un lado, el tamaño óptimo del gobierno es difícil de
precisar pero, por otro, se pueden identificar con precisión una serie de distorsiones y
fuentes de disfuncionalidad, los economistas desarrollaron el concepto de espacio fiscal.
El objetivo de este concepto es mostrar que, independientemente de cómo se determine
el tamaño del Estado, lo cierto es que el gobierno debe contar con instrumentos
tributarios, de gasto y financiamiento que le permitan sostener la estructura del Estado
acotando las distorsiones y evitando generar disfuncionalidad sistémica. Cuando las
autoridades no crean un espacio fiscal que sea consistente con el tamaño del sector
público deseado se ven obligadas a realizar ajustes que no están en línea con sus
objetivos de largo plazo. Los tres determinantes básicos del tamaño del espacio fiscal
son la recaudación tributaria, el acceso fluido al financiamiento en los mercados de
capital y la eficiencia en la asignación del gasto público (ver Fanelli y Jiménez, 2010;
Fanelli 2010; Heller 2005). Pasamos, entonces, a analizar la evolución de estas variables
en el caso de la Argentina93.
93
El espacio fiscal también depende del régimen de políticas y la organización del sector público. Estos
aspectos son importantes pues son determinantes esenciales del tamaño del Estado y para evaluar el
espacio fiscal disponible es necesario tomar en cuenta cuál es la demanda de fondos implícita en las
políticas que el Estado se propone seguir. Para un análisis más detallado y técnico del espacio fiscal en la
Argentina ver Albrieu y Cetrángolo (2011). Asimismo, la volatilidad macroeconómica tiene efectos sobre
el nivel de sustentabilidad de la deuda pública. Para un análisis de Argentina y otros países grandes de la
región ver Fanelli (2011).
230
Gráfico 12.2
Gasto e ingreso consolidado del sector público (% del PBI)
40
35
30
25
20
15 Ingresos
10 Gastos
5
0
1961
1965
1969
1973
1977
1981
1985
1989
1993
1997
2001
2005
2009
Fuente: Mecon
231
resultado natural del hecho de que la recaudación depende del nivel de actividad y éste
es muy volátil pero, por otro lado, la estructura tributaria en sí experimentó cambios
importantes, con creación y eliminación de impuestos y cambios en las alícuotas que se
reflejaron en variaciones de la presión tributaria. En lo que hace a los dos mil, en el
gráfico 12.2 puede observarse que la tributación sigue una trayectoria similar a la del
gasto, de forma que al igual que éste se ubica en niveles récord en la actualidad. Para
lograr estos niveles de recaudación se implementaron reformas significativas en las
reglas de juego. En efecto, en el marco de la crisis de la convertibilidad se crearon
impuestos nuevos de emergencia, como el impuesto a las transacciones bancarias y las
retenciones a las exportaciones que luego se mantuvieron aún cuando la crisis ya había
pasado. Estos impuestos de emergencia tienen características muy distorsivas y en la
actualidad su recaudación representa alrededor del 5% del PBI. Posteriormente, la
eliminación del segmento de capitalización del sistema previsional hizo que la
recaudación que los agentes depositaban en sus cuentas individuales pasara a ser
percibida por el sector público, lo que elevó la participación de los impuestos al trabajo
en la recaudación total. El gráfico de más abajo muestra la composición actual de la
recaudación tributaria.
Gráfico 12.3
Composición de la recaudación tributaria
16% 19%
Ga na nci a s
IVA
Comerci o exteri or
23%
Aportes y contri buci ones
a l a s eg. Soc.
28%
Res to
14%
Fuente: AFIP
232
Gráfico 12.4
Evolución del superávit fiscal (% del PBI)
10
Superávit financiero
5
Superávit primario
0
‐5
‐10
‐15
1961
1965
1969
1973
1977
1981
1985
1989
1993
1997
2001
2005
2009
Fuente: elaborado con datos del Mecon.
Como puede verse, luego de varios años en que se registran tanto superávit fiscal
primario como superávit total94, en los tramos finales de la década de los dos mil vuelve
a registrarse déficit fiscal, aunque el superávit primario se mantiene en terreno positivo.
La reaparición del déficit significó que el gobierno se viera en la necesidad de demandar
crédito en un contexto en que no contaba con acceso fluido a los mercados de capital.
La forma en que se “solucionó” este problema fue la de recurrir a fuentes distorsivas de
financiamiento como la emisión monetaria (con lo que se incrementó el impuesto
inflacionario) y el uso de los fondos de la ANSES. De cualquier forma, vale subrayar
que los desequilibrios fiscales de la actualidad son mucho menos significativos que los
que se registraban en décadas anteriores. Nótese en particular el contraste con los déficit
en todo el período que va de 1961 a 1990.
En suma, las cifras anteriores indican que el gobierno contó desde la crisis de 2003 en
adelante con mayor espacio fiscal gracias al incremento de la recaudación. Es cierto que
parte de ese espacio se ha ido perdiendo por el fuerte incremento del gasto, al punto que
reaparece el déficit fiscal; pero también lo es que ello no ocurre por efecto del stress
macroeconómico o una caída en la recaudación sino por la presión creciente del gasto.
Se impone, entonces, evaluar qué ocurrió con el gasto y, más en general, cómo se utilizó
el mayor espacio fiscal disponible en los dos mil. El ejercicio servirá para poner al
descubierto facetas tanto positivas como francamente desalentadoras.
Sin dudas, una faceta muy favorable es la evolución de la deuda pública. En el contexto
de fuerte incremento de la recaudación fiscal de los dos mil, desaparece la propensión
del gobierno a sobre endeudarse. Una propensión que se había instalado con fuerza
desde fines de los setenta, cuando se abre la posibilidad de acceder al crédito
internacional a gran escala gracias al proceso de globalización financiera. La propensión
94
La diferencia entre el superávit primario y el total está explicada por los pagos de interés sobre la deuda
pública. Para que el superávit total sea cero, el superávit primario debe ser igual a los pagos de deuda.
233
a acumular stocks excesivos de deudas es ciertamente uno de los hechos que explica la
repetición de eventos de crisis financieras y macroeconómicas que ya analizáramos en
el capítulo 5. El capítulo final del proceso fue la gran crisis de 2001-2, cuando el país
declara el default y obliga a sus acreedores a aceptar una reestructuración forzada de los
compromisos con una fuerte quita en el valor real de la deuda (ver Damill et al. 2005).
Durante varios años, en la década de los dos mil, con buen criterio las autoridades
utilizaron los fondos tributarios adicionales para generar superávit fiscal y pusieron en
marcha un proceso de “desendeudamiento”. Como consecuencia, se redujo la relación
deuda pública/PBI, que es el indicador más importante para evaluar el peso de la deuda.
La deuda bruta en relación al PBI se ubicaba hacia fines de 2010 en 45,8%. Se trata de
un nivel de endeudamiento aceptable. Los trabajos de investigación sobre deuda en
América Latina calculan que un coeficiente de deuda pública/PBI menor al 50% es
sostenible (ver Mendoza y Oviedo 2004).
Gráfico 12.5
Composición de la deuda pública (% del PBI)
36,1
Intra sector público
Organismos multilaterales
49,9
Club de Paris
Sector privado
3,7
10,2
234
Cabe aclarar, no obstante, que hay otras medidas que contribuyeron a reducir la deuda y
a la mejora en su composición que, a diferencia del superávit fiscal, tuvieron efectos
colaterales negativos. En efecto, por una parte, la alta proporción de deuda intra-sector
público se explica por la sorpresiva estatización de los fondos jubilatorios. Como
consecuencia de este hecho, los stocks de bonos públicos que estaban en manos de las
AFJP y pertenecían a los aportantes privados, pasaron a ser propiedad del gobierno que
conformó con ellos el Fondo de Garantía de Sustentabilidad, administrado por la
ANSES. Actualmente hay 193.000 millones de pesos en ese fondo y el gobierno lo ha
usado como una fuente de financiamiento barata y para estabilizar el mercado de
cambios, dos objetivos que tienen poco que ver con la misión de ese Fondo. Por otra
parte, las autoridades realizaron en los hechos como una quita encubierta de la deuda:
indexaron los bonos públicos por la inflación en base al IPC oficial, que arroja
guarismos muy diferentes a la inflación medida por las provincias. Las mediciones
provinciales reflejan mejor la evolución de los precios; son más consistentes con la
marcha de otras variables como la inflación salarial. Tanto la estatización como la no
confiabilidad del indexador se tradujeron en pérdida de credibilidad financiera,
alimentando la fuga de capitales y la prolongación de las dificultades para acceder a los
mercados voluntarios de crédito.
Un factor adicional a tener en cuenta en este contexto es que el gobierno tiene deudas
contingentes que no están registradas, como las cargas que deberá enfrentar para abonar
las jubilaciones en el futuro y que seguramente estrecharán el espacio fiscal en la etapa
demográfica del envejecimiento. Cuanto menor sea el Fondo de Garantía de
Sustentabilidad, mayor será la presión sobre el espacio fiscal futuro. Que la deuda no
esté documentada no exime al gobierno de la responsabilidad económica de ahorrar en
el presente de forma que estén disponibles los fondos en el futuro. Nuevamente, aquí,
hay que tener en cuenta lo que vimos en el capítulo 7 sobre demografía: como hoy la
PEA es de mayor dimensión, se recauda más y esto crea la sensación de que existe una
gran cantidad de espacio fiscal. Pero hay que tener en cuenta que en el futuro los
trabajadores que hoy están en la PEA se retirarán y sus jubilaciones deberán ser
financiadas por quienes estén trabajando en ese momento. El problema que plantea la
etapa de “envejecimiento” es, justamente, que la PEA futura será en términos relativos a
la cantidad de retirados menor que la actual95. Dicho esto, también es cierto que contar
en el presente con un stock de obligaciones documentadas muy bajo le quita presión
financiera al sector público: las autoridades no se ven obligadas a salir a refinanciar
vencimientos de deuda y ello reduce la probabilidad de que se produzcan crisis de
liquidez.
En lo que hace a los aspectos negativos en el uso del espacio fiscal ampliado, sin dudas,
sobresale la falta de eficiencia y de criterios de largo plazo para la asignación del gasto.
En particular, son poco justificables desde el punto de vista del desarrollo humano la
enorme cantidad de recursos que se destinaron a subsidiar la energía y el transporte,
pero hay también otras deficiencias.
Para tener una visión más contextualizada de este punto vale la pena echar una mirada a
los cambios en la asignación que se observan a través del tiempo. Los siguientes
gráficos serán de utilidad para este propósito. El gráfico 12.6 (a) compara la década del
setenta con la del ochenta y el (b) los dos mil con los noventa.
95
Sobre la cuestión provisional Cetrángolo y Grushka, 2004 y 2008, Melinsky y Solari (2010) y Cohan
y Levy Yeyati (2010).
235
Gráfico 12.6
Composición del gasto y su evolución (% del total)
Personal
31%
1970s 28%
35%
Gastos de capital Bienes y servicios
23%
9% 9%
7% 1980s
9% 6%
16%
17%
Otras transferencias Intereses
18%
Seguridad social
Personal
36%
32%
Gastos de capital Bienes y servicios
11%
10% 10% 9%
8%
21% 14% 9%
18%
2000s 1990s
Otras transferencias Intereses
23%
Seguridad social
236
décadas anteriores. Los promedios, no obstante, no reflejan los cambios en los últimos
años en el frente previsional, ocurridos de la mano de una moratoria que se analiza en la
sección siguiente. Los cambios de mayor significación, no obstante, se producen en los
rubros de gastos de capital y de “otras transferencias” y reflejan las decisiones de
asignación más criticables en lo que hace a uso del espacio fiscal.
El resultado final de las idas y vueltas respecto de qué debe hacer el Estado en la
economía es, en definitiva, que se resiente sensiblemente la creación de infraestructura,
desde transporte hasta energía e infraestructura urbana: en los noventa se desarticula la
capacidad del Estado para planificar y ejecutar y se pasa buena parte de la
responsabilidad al sector privado; en los dos mil, se desarticula el esquema de reglas de
juego (contratos, entes de regulación, etc.) de los noventa sin reemplazarlo por un
esquema nuevo y recurriendo a la discrecionalidad. Una de las facetas más negativas de
las políticas discrecionales de los dos mil fue la generalización de los subsidios al
transporte y la energía. El cuadro 12.1 siguiente da una buena imagen del cuadro de
situación hacia fines de 2010.
Cuadro 12.1
Subsidios ecónomicos en 2010
237
significativas en el área de infraestructura. Los subsidios incrementan el peso del sector
público y de la carga tributaria sin que se acelere el ritmo de acumulación de capital. Un
agravante es que buena parte de la inversión pública que deja de hacerse es en
infraestructura, que tiene capacidad de generar externalidades y economías de escala.
Una última faceta negativa es que el sector público perdió la oportunidad de utilizar el
mayor espacio fiscal para reformar la estructura tributaria de manera de aproximarse a
una más sostenible y menos distorsiva. Las reformas tributarias que buscan mejorar la
eficiencia típicamente afectan el nivel de recaudación a corto plazo y, por ende, el mejor
momento para llevarlas a cabo son aquellos en que el espacio fiscal es holgado.
Estabilizar y racionalizar la estructura tributaria es una asignatura pendiente del
desarrollo. A modo de ilustración de la relevancia del problema, el gráfico 12.7 muestra
los cambios de la estructura tributaria a través del tiempo.
La composición de los ingresos es al menos tan volátil como la del gasto público.
Prácticamente todos los ítems muestran cambios sustanciales a través del tiempo.
Nótese que, en la actualidad, tiene gran peso la recaudación de seguridad social –lo que
no ayuda para la creación de empleo en el sector informal– y el IVA –lo que le quita
progresividad al sistema.
238
Gráfico 12.7
Composición de los ingresos y su evolución (% del total)
A las ventas
21%
Aduanas A las ganancias
1970s
16%
14%
11%
12% 7%
9%
19% 12%
26%
Otros impuestos
A las ventas
36%
28%
1990s
Aduanas A las ganancias
2000s
19%
12% 13%
5%
3%
5%
11%
25%
30% 14%
Seg. Social Internos
Otros impuestos
Hemos dicho que una de las organizaciones fundamentales del sistema económico es la
familia por las funciones que cumple en la formación de la identidad, la generación de
capital humano, la asignación de recursos dentro del hogar y la determinación del
239
tamaño de la oferta de trabajo. A pesar de la importancia de estas funciones, la familia
es una de las organizaciones económicas que tiene mayores dificultades para acceder a
los servicios del sistema financiero. Esto es particularmente cierto en el caso de la
Argentina donde ese sistema está muy subdesarrollado: una ínfima cantidad de hogares
de nuestro país pueden contar con el crédito para construir una vivienda o para financiar
los estudios de sus hijos. Asimismo, son también pocos los hogares que pueden acceder
a los mercados de seguros para manejar los riesgos de enfermedad, muerte, robo o
desempleo. Esto implica que las familias sólo cuentan con sus ingresos corrientes para
financiar sus necesidades de consumo, manejo de riesgos y acumulación de capital
humano y físico. Tienen vedado el acceso al ahorro de otros agentes a través del sistema
financiero o a mecanismos de reducción del riesgo a través del mercado de seguros.
Como una gran proporción de los hogares tiene ingresos muy bajos y, por lo tanto, poca
capacidad de generar ahorro para autofinanciarse, el resultado es que cuentan con pocos
medios para llevar adelante sus proyectos.
Ante la relevancia de las fallas en los mercados de créditos y seguros, resulta evidente
que la intervención del sector público podría tener enormes beneficios para el
crecimiento y la inclusión. El objetivo que deberían fijarse las políticas son obvios:
proveer mecanismos para que el excedente social pueda ser canalizado hacia la
provisión de financiamiento y seguros a las familias que no tienen acceso a los
mercados relevantes. Esto es, justamente, lo que explica que no haya país en el mundo
que renuncie a financiar la educación pública o a proveer mecanismos de protección
social. El desafío, por supuesto, es diseñar políticas eficientes para llevar adelante esas
tareas.
96
Nótese, por otro lado, que una situación de este tipo podría también ser fuente de inestabilidad
macroeconómica en la medida que podrían darse interacciones negativas entre el mercado de trabajo y el
de crédito: como las familias no pueden financiar su gasto si se quedan sin empleo, durante la recesión la
caída temporal del gasto agregado se agudizará.
240
Del análisis que realiza Torrado (2007) sobre la familia surge que esa organización se
encuentra en un proceso de transformación significativo y que es posible identificar tres
factores básicos que impulsan esa transformación. El primero es la etapa de la transición
demográfica que está cursando la Argentina que determina que exista una caída en la
tasa global de fecundidad y un aumento de la expectativa de vida de la población. Estos
hechos traen aparejados cambios en la composición de los hogares (ver cap. 7). El
segundo factor tiene que ver con cambios en el software: hubo reformas en el marco
institucional con la sanción de la ley de divorcio vincular en 1987. El último factor tiene
que ver también con el software y se relaciona con las reglas de juego que provee la
cultura: está cambiando el rol de la mujer en el mercado de trabajo, en la educación y en
la sociedad en general.
En este contexto, Torrado (2007) muestra que en las últimas décadas ha crecido la
proporción de hogares unipersonales producto especialmente de la mayor expectativa de
vida de la población. Hacia principios de los dos mil, los hogares conyugales
representaban el 80% del total de los hogares y se observaba una disminución en las
familias completas, que se caracterizan por la presencia de ambos cónyuges. Este
cambio se explica principalmente por el aumento de los divorcios y las rupturas de
uniones consensuales. Dentro de los hogares monoparentales, predomina la jefatura
femenina, creciendo dicha proporción de 75% en 1980 a 80% en 2001. Otra
transformación relevante en la organización familiar es la fuerte disminución de la
familia extensa, integrada por una familia nuclear y otros parientes no nucleares, como
los abuelos (30% a 21%). Finalmente, se contrae el tamaño medio de los hogares debido
al menor número de hijos por pareja, ascendiendo el número de hogares de dos personas
y reduciéndose significativamente el de cinco o más personas97.
Estos datos referidos a la familia junto con los analizados en relación con el mercado de
trabajo y la distribución del ingreso (ver caps. 5 y 11) indican que la Argentina presenta
una realidad social cambiante y de fuertes contrastes en lo que hace a equidad y que
esos contrastes se agravan en situaciones de crisis. Las políticas sociales y de protección
social deben adaptarse a esa realidad y, en consecuencia, es natural que en los dos mil se
hayan observado transformaciones significativas en las políticas sociales; sobre todo si
se tiene en cuenta que hubo una ampliación del espacio fiscal que permitió cierta
97
Producto centralmente del divorcio, emerge también un nuevo tipo de organización familiar: la familia
ensamblada, en la que los hijos de la pareja, sea ésta legal o consensual, que residen en el hogar son o
bien hijos biológicos de uno solo de los cónyuges o bien hijos biológicos de ambos. Sólo hay algunos
datos del AMBA no representativos sobre este proceso.
241
autonomía para decidir políticas. En este sentido, algunas de las políticas
implementadas fueron positivas y atacaron problemas importantes, pero es posible
marcar también deficiencias de peso en el uso del espacio fiscal disponible y en el
marco institucional de las políticas. Nos abocamos ahora a estas cuestiones.
Al estudiar la protección social, Rofman y Oliveri (2011) distinguen entre las políticas
de protección social que se basan en el criterio de contributividad y en el de ciudadanía.
El primer criterio está muy vinculado al mercado de trabajo y se lo piensa para sustituir
ingresos por trabajo en caso de pérdida. Opera a través de contribuciones de los
trabajadores que serán los beneficiarios y por ende su alcance es limitado cuando
existen niveles de informalidad importantes, como en nuestro país. El criterio de
ciudadanía, en cambio, se basa en políticas de alcance universal. Según explican estos
autores, en la Argentina, hasta 1990 rigió el modelo tradicional: vinculado al empleo y
basado en programas previsionales (jubilación, pensión e invalidez), asignación familiar
y seguro de desempleo contributivo. En los dos mil comienza un viraje hacia políticas
más universales y de combate a la pobreza. El primer paso fue el programa Jefes y Jefas
que fue muy efectivo en paliar los efectos más severos de la crisis de la convertibilidad
pero las dos iniciativas de mayor alcance fueron, sin lugar a dudas, la extensión de la
cobertura del sistema jubilatorio y de asignaciones familiares.
Otra política muy relevante de corte universal que se implementó en los dos mil es la
generalización de las asignaciones, que previamente eran sólo recibidas por los
trabajadores formales. En 2009 se introduce por decreto la Asignación Universal por
242
Hijo (AUH) que favorece a los trabajadores de bajos ingresos informales o
desocupados. Es un programa permanente no vinculado a una emergencia y que, según
lo indican Rofman y Oliveri (2011) incorpora cerca de 1.8 millones de hogares y 3.5
millones de niños. Se calcula, no obstante, que podría incorporarse un millón de niños
más que son elegibles. Este programa está en línea con otros similares que fueron
implementados en la región en México, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Uruguay. El
costo del programa en 2010 era de alrededor de medio punto del PBI. Si se agrega el
costo del programa tradicional de asignaciones a trabajadores formales se llega a cerca
de un punto y medio del producto.
En definitiva, la implementación de estas medidas indica que una parte del mayor
espacio fiscal disponible fue destinada a financiar políticas de protección social que
están en línea con los cambios demográficos y en el mercado de trabajo. Al aumentar la
expectativa de vida y la informalidad, la expansión de la cobertura y la AUH son
respuestas adaptadas. El monto total que gasta el gobierno en políticas de protección
social se acercaba a 9% del PBI en 2009, lo que constituye un máximo histórico. El
83%, no obstante, se destina al sistema provisional y sólo el 11% al programa de
asignaciones familiares destinado a niños y jóvenes (Rofman y Oliveri, 2011).
98
Estos programas también reducen la incidencia de la pobreza moderada y extrema entre 15 y 13 puntos
respectivamente.
243
Cuadro 12.2
Subsidios sociales en 2010
Las políticas de protección, por supuesto, no deben sustituir a las políticas sociales más
tradiciones en el campo de la salud y la educación. Las deben complementar para
asegurar que los sectores menos pudientes puedan adquirir calificación suficiente como
para integrarse en mercados de trabajo fuera del segmento de subsistencia.
En lo que hace a salud ya hemos adelantado los indicadores que muestran la situación
de la Argentina en el capítulo 6, donde vimos que el gasto es alto y se ubica en 10% del
PBI. Buena parte de esta cifra es explicada por el sistema de obras sociales, que fue
creado en 1970 con la ley 18610 y complementado en 1978 con la ley 19032 para
jubilados y pensionados, que creó el PAMI. Las obras sociales se relacionan a su vez
con prestadores privados, empresas químico-farmacéuticas y productores de
equipamiento médico. El segmento público explica una proporción mucho menor del
gasto, que está descentralizado y a cargo de las provincias que han concentrado
progresivamente sus erogaciones en la atención pública de la salud (desde 1978 los
hospitales se descentralizan). Probablemente las iniciativas más salientes en este rubro
fueron la creación del plan remediar y la política sobre genéricos, en el marco de la
crisis. El frente donde puede avanzarse más en lo que hace a la acción pública en salud
tiene que ver con la coordinación de cada uno de los segmentos mencionados dentro de
una visión global de la cuestión de la salud. En PNUD (2010) se discuten los problemas
de eficiencia relacionados con esto.
El gasto en educación fue uno de los ítems beneficiados en los dos mil gracias a la
sanción de la Ley de Financiamiento Educativo, que rigió entre el 2005 y el 2010 y fijó
como meta alcanzar el 6% del PBI para los gastos en educación, ciencia y tecnología.
En 2009 el gasto en educación se ubicaba en 6.5% del PBI, siendo el porcentaje
financiado por el sector público del 5.6% y el resto privado. Debido al proceso de
descentralización, la mayor proporción de este gasto es ejecutado por las provincias
(4.4%). Según cifras del CIPPEC (2010) las provincias destinan en promedio el 32% de
sus gastos totales a educación.
244
La distribución de este gasto tiene dos debilidades. Primero, una alta proporción del
mismo se destina a financiar salarios (92%), lo que deja muy poco margen para mejorar
la infraestructura. Segundo, el gasto por alumno está desigualmente distribuido. Así,
mientras el gasto por alumno en la CABA está en alrededor de 9.000 pesos (de 2009), el
promedio del país es de 5.462 pesos. Una política orientada a eliminar las disparidades
de ingreso debería generar una relación inversa entre nivel de desarrollo provincial y
gasto por alumno.
Los indicadores de equidad en educación muestran que el sistema educativo estatal está
lejos de asegurar la equidad en los niveles de acumulación de capital humano. Los datos
aportados por CEDLAS son reveladores. Mientras el 20% más rico muestra un
promedio de casi 14 años de educación formal, el 20% más pobre sólo alcanzó a
completar 8.7 años. El sistema educativo estatal tiene un papel crítico para lograr la
igualación de oportunidades en el acceso a la educación porque los sectores de menos
recursos dependen más de la educación pública. Por ejemplo, mientras sólo el 43% de
los alumnos pertenecientes al 20% más rico concurre a escuelas públicas en el nivel
secundario, ese porcentaje llega al 93% en el caso de los más pobres.
Según García de Fanelli (2011) un rasgo positivo es que ha aumentado la proporción del
PBI destinado a educación superior, que luego de fluctuar durante mucho tiempo
alrededor del 0.5% del PBI, hoy se ubica en el 0.9%. Sin embargo, la asignación de este
esfuerzo tiene también un sesgo hacia salarios que debilita la inversión en
infraestructura y bienes de capital. Asimismo, el gasto por alumno de la Argentina es
bajo en relación a la región. Por ejemplo, el gasto por alumno en Brasil duplica al de la
Argentina, aunque los indicadores de equidad son mucho mejores en nuestro país
(García de Fanelli, 2011). Esta autora marca, además, ciertas debilidades en la
organización del sector. En particular, primero; persiste una estructura de baja
dedicación horaria: sólo el 13% de los profesores tiene dedicación exclusiva y, segundo,
el sistema de educación superior en su conjunto muestra inconsistencias en su
articulación regional. La creación de instituciones universitarias estatales ha sido
impulsada por gobiernos locales y provinciales sin que exista una política nacional de
planificación de la distribución regional de la oferta educativa según criterios de
pertinencia, calidad y equidad. Típicamente no se evalúa si, de existir una demanda por
educación superior en las zonas donde se asientan las nuevas universidades, esta no
hubiera podido ser satisfecha por otras instituciones, tanto universitarias como
superiores no universitarias ya existentes, o a través de las nuevas tecnologías a
distancia. Tampoco suele evaluarse el impacto que a futuro tendrá sobre las finanzas del
gobierno nacional y, especialmente, sobre los recursos financieros de las instituciones
ya existentes.
245
transferencia de recursos desde la Nación hacia las provincias y de éstas a los
municipios. La recaudación provincial representa el equivalente a un 40% de los gastos
de las provincias, que financian la diferencia mediante transferencias del gobierno
central y endeudamiento. Este desbalance financiero interjurisdiccional es una fuente
permanente de inestabilidad en la relación entre la Nación y las provincias.
Hemos encontrado, no obstante, que el uso que se dio al mayor espacio fiscal presenta
muchos claroscuros. Dos logros evidentes del período fueron la reducción del
endeudamiento público y la ampliación en la cobertura de las políticas sociales. Pero,
junto a esto también aparecen falencias evidentes. Hay dos que se destacan. La primera
es la mala asignación. Los subsidios al transporte y la energía están absorbiendo una
enorme cantidad de recursos que se retraen de la inversión y la protección social.
Asimismo, hemos visto en el capítulo 7 que los indicadores de educación no han
mejorado a pesar del incremento del gasto en educación. La segunda falencia es que no
hubo avances en mejorar la estructura tributaria, que sigue teniendo un sesgo anti-
crecimiento y poco progresivo. Además, se volvió a recurrir al impuesto inflacionario
para financiar al Estado en los últimos años.
De esta visión sintética de las transformaciones del Estado en los dos mil se sigue que
las mismas tienen que haber incidido sobre los tres indicadores que venimos utilizando
para evaluar el desempeño: estabilidad, distribución y crecimiento y, en realidad, ello
fue efectivamente así.
246
consecuencias de la crisis global. Esto contrastó con lo ocurrido en períodos anteriores
en que las autoridades se veían obligadas a introducir ajustes pro-cíclicos por la falta de
espacio fiscal. Lamentablemente, la conducta fiscal no tuvo la misma consistencia
luego de la crisis. De 2010 en adelante, cuando la economía se reactivó gracias a la
política anti-cíclica y una cierta estabilidad internacional, el gobierno optó por no
reducir la expansión del gasto y ello aumentó la fragilidad macroeconómica al pasar la
política de anti-cíclica a pro-cíclica. Un subproducto de estos eventos fue la importancia
creciente de la inflación y la emisión monetaria como forma de financiamiento fiscal, lo
que se tradujo en una mayor fragilidad macroeconómica.
En lo que hace a la faceta distributiva del desempeño, las políticas sociales, sobre todo
la AUH, tuvieron un impacto positivo sobre el desarrollo humano. Hemos visto que las
medidas implementadas en el campo social mejoraron el Gini y los indicadores de
pobreza. El flanco más débil de estos avances es, sin dudas, la sostenibilidad: la
implementación de las políticas no fue acompañada de un marco institucional sólido
que garantizara las fuentes de financiamiento a largo plazo. El diseño del software que
respaldó las políticas fue débil. La moratoria fue una medida casi “administrativa” que
terminó cambiando el carácter del sistema seguridad social, al tiempo que el gobierno
enfrentaba una gran cantidad de juicios que generan pasivos contingentes y dificultan el
cálculo de la sostenibilidad. La AUH, por su lado, se implementó a través de un decreto,
cuando había un amplio consenso social sobre la necesidad de la medida. Si se hubiera
implementado luego de un debate y aprobación parlamentaria, la iniciativa tendría un
carácter de mayor solidez.
Dadas estas debilidades en el software, resulta más difícil para la ciudadanía inferir si
las políticas sociales de mayor inspiración universalista que se implementaron obedecen
a un cambio de paradigma o, simplemente, son el resultado de medidas poco articuladas
y de reacción ante demandas sociales. Las formalidades institucionales son clave en la
Argentina porque no hay que olvidar que un país especializado en recursos naturales
está siempre amenazado por la maldición de los recursos naturales. Cuando iniciativas
como la AUH o el aumento en la cobertura previsional quedan plasmadas en un marco
institucional consensuado y con atribución clara de formas de financiamiento, resulta
mucho más claro que se trata de una decisión del sistema político orientada a invertir en
protección social y no de medidas coyunturales destinadas simplemente a redistribuir
los frutos de un shock positivo de términos del intercambio.
247
productiva. Las fallas en el software generaron, así, una disfuncionalidad de dimensión
sistémica.
Los problemas que hemos detectado cuando analizamos el software en acción en el caso
del Estado sugieren que la Argentina tendría mucho para ganar en cuanto a acotar
disfunciones sistémicas si lograra inducir una mayor estabilidad en los marcos
institucionales y lograra reducir la discrecionalidad. Podría pensarse que poner el acento
en adecuar el software no es necesario y que podría, incluso, ser contraproducente
preocuparse excesivamente por las reglas de juego en una economía que está en
continua mutación. El Estado podría decidir en cada momento qué es mejor tomando en
cuenta las circunstancias, sin tener que atarse a reglas de juego que podrían tornarse
obsoletas si aparecen nuevos problemas que no se contemplaron al diseñar la norma.
Esta mayor flexibilidad parece deseable, sobre todo en una economía como la argentina
que, por depender de términos del intercambio volátiles, necesita agilidad para
adaptarse.
De hecho aquí aparece bajo otra forma una tensión que ya encontramos en el capítulo
anterior: la tensión entre, por un lado, las ganancias de productividad que la sociedad
puede obtener a partir de dar mayor preeminencia a ciertas organizaciones (en este caso
el Estado) y, por otro, el incremento en la incertidumbre estratégica que ello supone, al
abrir nuevas oportunidades de abuso para gobernantes oportunistas y deshonestos. Las
atribuciones asimétricas de que goza el Estado, sin embargo, hacen que el riesgo
asociado al aumento de la incertidumbre estratégica sea mucho más alto. En una
transacción privada, una parte no puede obligar a la otra a trabajar o a prestar dinero si
esa parte no lo hace voluntariamente (aunque, por supuesto, se puede actuar
voluntariamente y estar equivocado, como ocurre cuando hay estafa o mala
información). El Estado, en cambio, puede obligar a los ciudadanos a pagar impuestos y
a realizar otras transacciones y acciones de carácter no voluntario. Esta tensión es
inherente a la vida social en un mundo incierto y las sociedades que logran manejarla
248
sin incurrir en costos excesivos para hacer funcionar al Estado tienen una ventaja
competitiva.
En suma, no se trata de definir si el Estado debe ser grande o chico a priori, ya que ello
depende de las funciones que debe cumplir. Asimismo, tampoco se trata de evaluar si el
Estado debe o no tener el monopolio del uso de la fuerza y ejercer poder de policía, ya
que se trata de funciones constitutivas de su rol social. El desafío para el sistema
político sí es, en cambio, generar un marco institucional adecuado para el desarrollo de
organizaciones públicas que sean capaces de cumplir con las funciones de coordinación
y redistribución respetando, por un lado, los límites no negociables que establecen los
derechos de los ciudadanos y la vida en democracia y, por otro, las restricciones que
impone la eficiencia en el uso de los recursos de la sociedad.
249
Reflexiones finales sobre los desafíos del siglo XXI:
¿Volvió el futuro o más de lo mismo?
La economía argentina creció a tasas muy altas en los años que siguieron a la crisis de la
convertibilidad. Para encontrar un crecimiento de magnitud similar hay que remontarse
a la primera década del siglo XX, cuando la expectativa era que la Argentina pasaría
rápidamente a formar parte del club del desarrollo. Los hechos posteriores a 1910, sin
embargo, no confirmaron esta última expectativa: a medida que avanzó el siglo la
economía argentina fue perdiendo dinamismo de forma marcada. A la luz de este hecho,
la pregunta que surge naturalmente es si el fuerte crecimiento de la primera década de
los dos mil significa que volvió el futuro y tendremos una segunda oportunidad o, por el
contrario, es más de lo mismo que hemos venido experimentando por décadas: períodos
de aceleración del crecimiento seguidos de crisis y retroceso.
¿Cómo evitar que la historia se repita? Creemos que en este libro hemos aportado
elementos útiles para evaluar esta pregunta e identificar los desafíos en los que habría
que concentrar el esfuerzo de acción colectiva para convertir la aceleración de los dos
mil en un proceso de crecimiento sostenido. Nuestro esfuerzo, específicamente, se
concentró en tres preguntas: ¿dónde estamos parados?; ¿con qué recursos contamos para
desarrollarnos? y ¿cómo pensar los problemas del desarrollo? A modo de epílogo del
libro presentamos a continuación algunas conclusiones que nos gustaría subrayar.
250
un mundo globalizado, la dinámica de la productividad no es independiente de la
evolución de la competitividad. Por una parte, la competencia internacional es un agente
clave de dinamización del cambio estructural a través de su influencia sobre el sector
transable Por otra, una economía no competitiva típicamente enfrenta restricciones de
liquidez externa que son fuente de inestabilidad macroeconómica y la volatilidad y el
crecimiento están inversamente relacionados.
Considerar que la economía global es una fuente de oportunidades no implica pasar por
alto las amenazas. La mera apertura de la economía no lleva al desarrollo si no se
complementa con un régimen apropiado de políticas que promuevan la innovación y
resuelvan los problemas de coordinación que hay que superar para beneficiarse de las
externalidades y las economías de escala dinámicas. Los países que, como la Argentina,
poseen recursos naturales abundantes tienen mayores posibilidades de desarrollarse
porque cuentan con mayores medios para financiar esas políticas. El verdadero peligro
para un país con recursos primarios no es contar con una proporción mayor de
exportaciones primarias en su canasta. El peligro es dilapidar los recursos en conflictos
del tipo de la maldición de los recursos naturales o impedir el crecimiento del sector
transable por manejar mal la macroeconomía y caer presa de la enfermedad holandesa.
De la evidencia revisada surge que la Argentina es un país de clase media alta y que el
argentino promedio vive mejor que cuatro de cada cinco habitantes del planeta. Esta
posición se sustenta en una productividad por hombre ocupado que se encuentra entre
las más altas de la región. Esa productividad se logró gracias a una dotación bastante
generosa de recursos humanos –con sesgo hacia tierras cultivables y de pastura– y a un
cierto desarrollo industrial. Asimismo, los logros en cuanto a desarrollo humano ubican
al país sólo un escalón por debajo del grupo de países de muy alto desarrollo.
Nuestro trabajo sugiere que esta percepción se relaciona con dos hechos. El primero es
que la Argentina ha ido de mayor a menor: pasó de ocupar el noveno lugar en ingreso
por habitante en la década del 20 a un puesto muy inferior, con el agravante de que el
proceso de pérdida de posiciones se acentúa en la segunda mitad del siglo XX. El
segundo es que ha habido un fuerte deterioro en la distribución del ingreso y,
particularmente, en las condiciones de vida del tercio más pobre de la población. En el
trabajo mostramos evidencia de que el deterioro estuvo muy relacionado con la
recurrencia de crisis macroeconómicas.
¿Qué tenemos?
La Argentina tiene hoy una gran oportunidad por dos razones. La primera es el
acelerado crecimiento de Asia, en particular China e India, que han inducido un cambio
estructural en la economía del planeta. Una de las consecuencias es que aumentó la
demanda de productos respecto de los cuales la Argentina goza de ventajas
comparativas debido a su rica dotación de tierras cultivables y de pastura. Como
251
consecuencia, la Argentina disfrutó en la primera década del siglo de términos del
intercambio muy favorables. Este hecho tiene, además, beneficios indirectos: como toda
América del Sur es rica en recursos naturales, todos nuestros vecinos están siendo
favorecidos y ello mejora nuestras oportunidades comerciales. Este hecho se reflejó, por
ejemplo, en una mayor demanda por nuestras exportaciones desde Brasil.
La segunda razón es que la Argentina está pasando por la etapa del bono demográfico.
En esa etapa, la capacidad de la economía para ahorrar, invertir y crecer se hace máxima
al reducirse la tasa de dependencia en los hogares. La demografía también ayuda
indirectamente porque todos los vecinos importantes están pasando por la etapa del
bono y ello aumenta el potencial de crecimiento de esos países y de nuestro comercio
con ellos. Asimismo, India recién está cursando las primeras etapas de la transición
demográfica y su bono sólo terminará hacia mediados del siglo, con lo que es esperable
que siga presionando sobre la demanda de recursos naturales.
¿Son los recursos naturales todo lo que la Argentina tiene para desarrollarse? La
respuesta que surge del libro es no. La forma más simple de mostrar nuestro potencial
es constatar que contamos con una productividad alta por hombre ocupado en América
Latina, pero no somos el país más rico en recursos naturales. Como vimos, Venezuela,
Chile y Brasil tienen más recursos que nosotros. Esto implica que la Argentina también
“vive” de la industria y los servicios y que puede hacerlo porque cuenta con un
razonable nivel de acumulación de capital físico y humano. Aún tiene, por ejemplo, los
indicadores más altos de años promedio de estudio aprobados de la población adulta de
la región.
Lo anterior implica que el país puede aspirar a crecer sobre la base de actividades con
rendimientos crecientes y ricas en la generación de complementariedades. Pero nuestro
estudio también aporta evidencia de que esas aspiraciones se encontrarán con
restricciones de magnitud. Una básica es el carácter heterogéneo de la estructura
productiva, que combina actividades modernas, tradicionales y de subsistencia y no
muestra ninguna tendencia a generar un proceso de cambio estructural con capacidad de
crear empleo de calidad de forma masiva para el sector de subsistencia que involucra,
como mínimo, un tercio de la población.
¿Por qué se perpetúan las disparidades estructurales? Hemos encontrado varias razones
en nuestro análisis. En primer lugar, las disparidades son difíciles de eliminar porque se
nutren de situaciones de trampa de diferente tipo y calibre. Hay trampas de pobreza: las
personas son pobres porque poseen poco capital físico y humano; y no tienen acceso a
los mercados de seguros y financieros para mejorar su situación porque son pobres. Hay
trampas productivas: las empresas no invierten en actividades intensivas en innovación
y capital humano porque no existe una masa crítica de empresas innovadoras que
generen suficientes externalidades y complementariedades; y no existe una masa crítica
porque no se invierte lo suficiente en tales actividades. En segundo lugar, el país sufre
de sub-inversión en infraestructura y energía y ello retrasa el cambio estructural pro-
crecimiento en sectores que tienen gran potencial para generar economías de escala y
actividades modernas. Asimismo, la mala calidad del hábitat de una buena proporción
de los hogares perpetúa la exclusión social. Una tercera razón es la falta de articulación
de la estructura productiva: la matriz de insumo-producto muestra muchos huecos y
ello limita la generación de eslabonamientos productivos. Por supuesto, en la economía
global no hay que producir de todo: es posible integrarse en cadenas globales de valor.
252
Pero el problema es que los sectores están poco integrados. La industria argentina, con
excepción hasta cierto punto de la automotriz, está muy poco integrada a cadenas
globales. En servicios, los promisorios avances que se observaron en lo relativo a
exportaciones todavía se relacionan con tramos poco sofisticados de las cadenas. El
gran potencial de generación de eslabonamientos en el sector agropecuario está
desaprovechado, como en los casos de los alimentos, del sector de maquinaria agrícola
o de los desarrollos en red que combinan tecnología sofisticada con innovación en la
organización.
253
oportunidad de solventar la compra de los bienes de capital importados que el
país no produce y necesita para potenciar la productividad y crear empleo.
• Las deficiencias en las reglas del juego federal generan inconsistencias entre
gastos e ingresos y ello se refleja en la eficiencia del gasto en salud y educación.
El gasto en educación aumentó significativamente pero ello no se reflejó en
mejores resultados; el gasto en salud es históricamente alto pero su eficiencia se
ve perjudicada por la deficiente articulación entre los diferentes segmentos
públicos y privados.
254
que los distintos intentos terminaran en situaciones de crisis: el remedio terminó siendo
peor que la enfermedad.
No es casual, por lo tanto, que el problema de diseñar el software para la acción del
Estado haya sido y siga siendo objeto de acaloradas controversias y que se observen
cambios de rumbo sustanciales. En este sentido, la Argentina mostró poca propensión a
quedarse en las palabras y gran voluntad por pasar a los hechos. Cuando se observa la
trayectoria del software que definió la acción del Estado en la economía argentina en los
últimos cien años, es posible ver que hubo intentos de reforma que se inspiraron en
todos los modelos posibles, desde el laissez faire hasta el más crudo intervencionismo.
Un hecho que aporta evidencia empírica respecto de que el problema supera lo
ideológico y tiene aristas muy pragmáticas es que un mismo partido (el justicialista),
por haber ejercido el gobierno en nuestro país en varias ocasiones tuvo oportunidad de
aplicar en distintos períodos políticas que fácilmente pueden clasificarse de estatistas,
industrialistas, distribucionistas y neoliberales y lo hizo en el marco de sistemas
políticos donde estaban funcionando los mecanismos de representación democrática, de
forma que no se puede argumentar que tales cambios de dirección en el diseño del
software fueron impuestos por una elite de poder, como ocurrió con las reformas
implementadas por gobiernos militares.
En definitiva, a pesar del activismo, hay dos preguntas básicas que quedaron sin
respuesta pero que de alguna manera deberán ser abordadas por la sociedad argentina:
¿cómo debe ser la división de tareas entre el Estado, el mercado y el resto de las
organizaciones en una argentina que crece? ¿Cómo manejar el proceso de reforma y
adaptación del software? No pretendemos dar una respuesta aquí, pero sí subrayar
algunas conclusiones.
La cuestión del rol del Estado y el sector privado no debería ser planteada en abstracto,
sin tomar en cuenta el contexto tecnológico y organizacional. El Estado decimonónico
circunscribía sus funciones básicamente al campo de la política: monopolizar el uso de
la fuerza para asegurar los derechos de propiedad y la disciplina social, de forma que el
sector privado pudiera cumplir con la función de acumular capital para incrementar la
productividad y los mercados pudieran funcionar libremente, guiados por la mano
invisible. En la economía del conocimiento y las transacciones que involucran
incertidumbre estratégica, sin embargo, un Estado prescindente en exceso resulta
disfuncional porque ciertas tareas que realiza hoy el gobierno en el campo de la
acumulación de capital humano, la regulación, la innovación y la coordinación
macroeconómica son, como ya se mencionara, complementarias y no sustitutas de la
iniciativa privada: para sostener la dinámica de la productividad el Estado, los mercados
y las firmas privadas deben garantizar un mínimo de consistencia entre sus decisiones.
Una vez dicho esto, hay que tener también en cuenta que el gobierno como organización
está estructurado como una jerarquía y, por ende, está tan expuesto a mostrar defectos
en el funcionamiento de los esquemas de motivación, coordinación y ejecución como
cualquier organización privada. Con el agravante de que tiene a su cargo una gran
cantidad de tareas y que las decisiones que toma suelen tener mayor alcance que las de
entidades privadas. Esto implica que, aún si se concluyera que el Estado debe cumplir
una función dada, aún quedaría la cuestión “técnica” de cómo organizar la jerarquía
para que cumpla esa función eficientemente y en línea con los objetivos de la sociedad.
Es justamente debido a la importancia de las fallas de gobierno que las reformas
255
típicamente incluyen transformaciones en la estructura organizativa del Estado que
pueden tener diferente envergadura, desde privatizaciones o estatizaciones hasta
cambios en el régimen de la administración pública.
En suma, nuestro análisis sugiere que el desafío central en los comienzos del siglo XXI
es aprovechar los excedentes que está generando el doble bono asociado a los términos
del intercambio y la demografía para asegurar el crecimiento sostenido e inclusivo.
Mejorar los marcos institucionales es una tarea que supera los límites de la economía y
le incumbe sobre todo al sistema político. Por ello, al llegar a este punto, todo lo que un
economista puede hacer es acercarse a la orilla del mar de la política y arrojar la botella
con el mensaje de lo que la economía necesita. La esperanza es que, de ser leído, el
mensaje sea de alguna utilidad para el debate sobre cómo construir consensos para la
buena política.
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