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Pero esto no es nuevo. Sepa el lector que, 15 años atrás, el SII aclaraba ya
que la “la remuneración obtenida por un jugador de fútbol por su participación en
un spot publicitario y sesión de fotos, efectivamente corresponde a un ingreso que
se clasifica en el número 2° del artículo 42° de la ley sobre Impuesto a la Renta,
pues proviene del ejercicio de una ocupación lucrativa, debiendo emitir dicha
persona la correspondiente boleta de honorarios de acuerdo a las formalidades
que deben cumplir estos documentos”. De paso, agregaba el SII “el uso en avisos
publicitarios del nombre, imagen y figura personal de un deportista (…) puede
configurar el hecho gravado con el Impuesto al Valor Agregado establecido en el
artículo 8°, letra h), del Decreto Ley N° 825, de 1974, que se refiere a cualquier
forma de cesión del uso o goce temporal de marcas, patentes de invención,
procedimientos o fórmulas industriales y otras prestaciones similares” (oficio N°
4.842, del 28 de octubre de 2004). Claro, hace 15 años no existian “youtubers”,
“instagramers”, etc., pero el negocio era el mismo: cesión de derechos sobre la
propia imagen para vincularla a la publicidad de productos o servicios.
Tradicionalmente dicha actividad era realizada por celebridades, mas hoy
cualquier hijo de vecino puede devenir -de un día a otro- en un influencer. Por eso
se explica que Messi, Ronaldo o Alexis Sánchez hayan enfrentado mediáticos
juicios por el no pago de impuestos -a propósito de la cesión de sus derechos de
imagen-, pero que hoy también el SII pretenda que cualquier persona considerada
influencer tribute, en Chile, por sus rentas.
En la era de la imagen, basta un celular y una conexión a internet para que
un perfecto desconocido, de un instante a otro, viralice su imagen y devenga en
famoso, celebridad, “youtuber”, “instragramer”, “e-sporter”. Después de ello solo
necesitará de un buen asesor para negociar sus apariciones y contratos
publicitarios. Bueno, también de un buen abogado en caso que olvide tributar y el
Fisco venga a cobrar lo que es suyo: el impuesto a la renta por la cesión de
derechos de imagen.