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Resumen
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Estudiante egresado en Economía en la Universidad Mayor de San Andrés; estudiante de la carrera de
Sociología en la misma Universidad.
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Introducción
Hasta hace pocos años, la región latinoamericana vivió la notable presencia de gobiernos
progresistas y de izquierda. En contraposición a las políticas aplicadas durante la última década
del siglo XX, estos gobiernos pretendieron dar solución a la cuestión social, estrechamente
relacionadas a las condiciones económicas de cada país. Intentaron dar solución a las
condicionantes históricas que una economía mundial había desarrollado en la región: pobreza,
desigualdad, subdesarrollo, especialización en la extracción de recursos naturales, dependencia,
democracias débiles, homogeneización cultural y otras consecuencias del modelo
implementado.
Las políticas implementadas para solucionar esta condición han sido diversas; así como
también sus resultados. En la mayoría, los resultados obtenidos mostraron avances positivos en
cuanto a sus impactos sociales. En el caso boliviano, la política económica ha sido desarrollada
bajo el nombre de “Modelo económico social comunitario productivo boliviano”. Después de 13
años este modelo económico continúa implementándose con resultados que muestra logros en
cuanto a industrialización, crecimiento y desarrollo económico y, sobre todo, igualdad social y
económica.
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entrevista con Agencia Publica de Noticias del Ecuador (ANDES). Recuperado de:
https://labarraespaciadora.com/editorial/david-harvey-la-izquierda-olvido-ser-anticapitalista/
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Del ciclo neoliberal a los gobiernos progresistas
La década de los 90 resulta ser la más importante para comprender la disputa hegemónica
actual. Alberga lo quiebres, rupturas, victorias y derrotas de diferentes proyectos políticos que
se resignificarían o cobrarían fuerza para los tiempos venideros. Se trata de tiempos de crisis
existencial de algunos proyectos políticos, como consecuencia de la caída del muro de Berlín y
del Estado Soviético, a nivel global, y por la aplicación de las políticas recomendadas en el
Consenso de Washington, en Latinoamérica. Sin duda, eran tiempos donde la globalización se
presentaba como ineludible, definitiva, absoluta y única forma de producción social y
económica.
Las concepciones políticas de esta década no eran completamente novedosas, sino que
provenían de procesos acumulativos anteriores, pero sí se consolidarían con este nuevo
contexto histórico. En este sentido, resultó ser el espacio y el tiempo de las posibilidades
objetivas que enarbolaron el triunfo del capitalismo global. “Es el fin de la historia” llegaría
incluso a afirmar Francis Fukuyama. Se trataba del triunfo de la consigna “no hay alternativas”.
No solamente como victoria económica, sino también política y culturalmente.
En esta década, muchos abrazaron el relato postmoderno del “fin de los grandes relatos”.
Esta nueva “sabiduría del desencanto” en que toda lucha se diluía en un sinsentido y en la
claudicación de toda pretensión de “cambiar el mundo” (Dussel, 2008: 7), lógica que se
consolidaría llegando a mostrar sus efectos hasta la actualidad. El postmodernismo, el
relativismo, el multiculturalismo y otras narrativas contribuyen hoy a la “despolitización de las
nuevas generaciones” al quitarles todo sentido de una verdadera transformación.
Todo esto nos lleva a considerar una nueva fase del capitalismo global, la que se enuncia
desde la victoria y la hegemonía casi consolidada, al menos económicamente. A diferencia del
siglo pasado, el nuevo siglo XXI comenzaría con la experiencia del “fracaso”. Por esto, los
procesos políticos de aquí en adelante, intentan diferenciarse de esta “experiencia fallida” a
través del “socialismo del siglo XXI”. El contenido de este horizonte, sin embargo, aún debe
definirse.
Para comprender mejor esta imprecisión del carácter del socialismo del siglo XXI,
mencionamos, por ejemplo, el postulado del mismo Fukuyama, quien el año pasado afirmaría
que “el socialismo debería volver”. Consciente de que el debate radica en ¿qué se entiende por
socialismo?, él mismo reivindicaría este sistema en tanto “programas redistributivos que
intentan corregir este gran desequilibrio tanto en ingresos como en la riqueza que ha surgido…”
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(Fukuyama, F. 2018, octubre)3. Por lo tanto, de lo que se trata es de corregir las desigualdades
económicas, se reduce el capitalismo a un mero sistema económico que únicamente profundiza
la pobreza. El problema no es que representantes de la hegemonía capitalista mundial
enaltezcan el socialismo – entendido de esta manera - el problema es que desde quienes
intentar establecer procesos revolucionarios, como nuestros gobiernos progresistas de este
siglo, reproduzcan esta misma visión.
Incluso en el territorio boliviano, serían los indígenas de las tierras bajas quienes
conduzcan esta marcha para hacerse visibles. Bolivia estaba reducida a ser andino – céntrica,
donde las naciones originarias reconocidas eran solamente la aymara y la quechua. Dejando de
lado, al menos, otra treintena de naciones diferentes, de cosmovisiones diferentes. Por primera
vez, desde las tierras bajas, surge el mandato del reconocimiento de un territorio en el que
habitan múltiples naciones.
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entrevista con NewstatesmanAmerica. Recuperado de:
https://revistadecentroamerica.org/index.php/mundo/6-entrevista-a-francis-fukuyama-el-socialismo-
deberia-volver)
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las diferencias. Este último, como la superación de todos los males que el capitalismo mundial
había generado en todos los aspectos de la vida cotidiana, subordinándolos al lucro, “todo ha
sido pervertido por la cultura del lucro” (García, 2015, 54).
No se puede negar que ambas posturas han fundamentado sus acciones en la resistencia
al capitalismo mundial. Sin embargo, la experiencia histórica ha marcado notables diferencias y
contradicciones entre estos dos proyectos. Por ejemplo, las posturas respecto al “indio”, donde
el conflicto es entre “nación” o “clase”. Para resolver esto, el discurso del mestizaje había calado
profundamente en la sociedad durante el siglo XX, se trataba de homogeneizar culturalmente a
la sociedad; pero homogeneizando desde la negación del indio. Se redujo lo indio, a ser el
“campesino”, como una categoría económica; pero que además negando su capacidad
autónoma: o seguía al obrero o al feudal burgués imperialista (Rodríguez, 2017: 62). El indio
debía ser incorporado a la civilización. Si bien existen algunas excepciones, esta relación colonial
entre la izquierda y el sujeto indio fue la predominante4.
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Se puede analizar la experiencia del presidente Gualberto Villarroel y el congreso indígena de 1945, a
Elizardo Pérez y la Escuela – Ayllu de Warisata, etc.
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Hacen referencia al termino Pachamama (Madre Tierra) que significa, para la cosmovisión andina, la
comprensión que la vida tiene como fundamento la relación productivo-reciproca, con la tierra.
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Sin embargo, también han existido puntos de encuentro entre los dos horizontes
mencionados en un principio. El Ex Canciller boliviano, David Choquehuanca6, el año 2009 en
Quito, señalo estos puntos de encuentro al afirmar:
El mismo presidente, Evo Morales, había definido el Suma Qamaña como el “vivir en
comunidad, en colectividad, en reciprocidad, en solidaridad y, especialmente, en
complementariedad” (Ministerio de Relaciones Exteriores, 2010: 9). Mientras que el
Vicepresidente, Álvaro García Linera, explica el Socialismo comunitario como un “largo proceso
de transición en el que Estado Revolucionario y Movimientos Sociales se fusionan para que día
a día se democraticen nuevas decisiones” (García, 2015: 56), resaltando que este proceso se
hace desde lo comunitario ancestral y concluyendo que “los revolucionarios no hemos venido
para administrar de mejor forma o más humanitariamente el capitalismo” afirmaría para
concluir esta caracterización (García, 2015: 57).
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Dirigente, político aymara. Uno de los principales fundamentadores del Suma Qamaña como nuevo
horizonte civilizatorio.
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Para esto, las “filosofías ancestrales debían ser erradicadas” afirmarían en un informe de
las Naciones Unidas de 1951. Aun quienes se oponían al capitalismo, lo hacían desde el
paradigma de desarrollo - desarrollo participativo, desarrollo socialista, otro desarrollo,
desarrollo sostenible, desarrollo integral, etc. - lo que nos muestra cuan asimilado se encontraba
este paradigma, y todavía se encuentra.
Sin embargo, este discurso no tendría sentido si no habría indicios de concreción de este
sentido, a través de la industrialización. Para dejar de lado, la condición primario exportadora a
la que habían sido relegadas las economías de Sudamérica. En este punto también existen
encuentros y diferencias entre ambos horizontes.
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La primera porque reproduce, desde el sujeto que pudo acceder a los privilegios, la
condena de las regiones dependientes del capitalismo central a meros, exportadores de
materias primas. En la problemática climática, esto se traduce a la producción de aire limpio y
se relega a ser los “guardabosques” del planeta. En la segunda, porque el prometeismo
tecnológico se lo hace desde una concepción del dominio del ser humano capaz de usar los
recursos naturales sin límite o de manera incontrolada. Hace pocos años esta disyuntiva se
reflejaría en lo que significaría la construcción de una carretera a través de una reserva natural;
no tardaron en protestar quienes abogaban por los indígenas pidiendo que se les deje vivir –
aun cuando sus condiciones de vida podrían considerarse precarias, principalmente en cuanto
acceso a salud – mientras otros abogaron por los beneficios para las grandes industrias al
conectar dos regiones con dificultades de comercio interno y permitir abaratar los costos del
comercio internacional.
Contraria a esta posición dicotómica, pero que resulta aún antropocentrista; surge la
cosmovisión originaria que entiende la complementariedad con la Madre Naturaleza. No se
separa al ser humano de la naturaleza sino se lo comprende en una unidad de convivencia mutua
y que requiere, por lo tanto, una relación de respeto, cuidado y del vivir bien, no del vivir cada
vez mejor. Para esto “las propias comunidades tomaremos el control económico administrativo
de esas empresas [transnacionales] y otras estratégicas, sean públicas o privadas… [teniendo]
como principio la complementariedad en armonía con la naturaleza” (Ministerio de Relaciones
Exteriores, 2009: 165 – 166).
Y es que al continuar considerando como ajeno tanto a lo público como privado, entra en
discusión también la relación con el Estado. Cuando históricamente los procesos de colonización
se basaron no solamente en la exclusión de este sujeto de los espacios de decisión, sino de su
subordinación para la reproducción económica de las elites locales y globales; han surgido
algunos debates por qué se entiende por descolonización. Condición que tampoco terminaría
con los procesos de independencias, de la misma manera que la subordinación nacional
continuaría ante el capitalismo mundial. Pareciera ser entonces, que un proceso de
descolonización radica en la inclusión del sujeto excluido – el indio – a las estructuras estatales.
Sin embargo, se trata de otras lógicas de relaciones sociales y políticas. Así, hay para quienes
modernidad y descolonización pueden ser alcanzadas conjuntamente.
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usurpada y monopolizada por unos pocos” (García, 2015: 29). Se trata del monopolio de los
recursos comunes, presentándose como esta contradicción a la que constituye el Estado.
Nuevamente, se reproduce esta concepción asumiendo una única forma de relación política; la
del Estado moderno, electoral de las mayorías.
Los pueblos originarios han mantenido en sus relaciones cotidianas otras formas de
organización política, bajo otras lógicas incluso, quizás, contrarias a las que se reproducen en los
espacios estatales. El Ayllu con principios como el Chacha - Warmi7, el Ijambae – Confederación
de Hombres libres - chiriguano, quienes, habiendo alcanzado niveles considerables de
tecnologización, productividad y cultura, se niegan a constituirse en Estado (Puente, 2011: 31);
son ejemplos de estas otras lógicas de relaciones políticas.
- Es Estado interviene para corregir las fallas del mercado, como la inexistencia de
redistribución de la riqueza y el monopolio trasnacional de empresas estratégicas.
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La dualidad Hombre – Mujer para asumir el mandato, pero no solamente por el criterio de equidad de
género, sino por la capacidad de ser responsables con el cuidado de la vida, cualidad que se debe extender
al cuidado de la comunidad.
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Las características son identificadas por el mismo ministro de Economía y Finanzas Publicas en su libro:
“El modelo económico social comunitario productivo” (Arce, 2105)
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- Nacionalización y control de los recursos naturales estratégicos por parte del
Estado para beneficiar a los bolivianos.
Sin duda, este modelo tiene valorables éxitos en comparación de la historia económica de
nuestro país. La reducción de la pobreza y la desigualdad son la prueba de esto. Los indicadores
de éxito han pasado a ser, hoy en día, el acceso al crédito bancario, las tasas de mora bancaria,
el destino de los ingresos al turismo, las ganancias del sector financiero – las cuales,
conjuntamente con el sector empresarial privado han obtenido grandes ganancias en la última
década. Entonces no se trata de un modelo que cuestione los hábitos de consumo, de relaciones
de producción o con la naturaleza; sino de la superación de la condición de subdesarrollo que el
capitalismo había generado: un nuevo patrón de desarrollo.
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las mercancías se encontraba en los países exteriores. La apertura de micro y medianas
empresas de la última década resultar considerable y es, conjuntamente con la economía
informal, los principales pilares de la expansión y solidez económica.
La base del actual modelo es la economía plural, en la que se reconocen cuatro formas de
propiedad: la estatal, la privada – usualmente reconocidas -, la cooperativa y la comunitaria. De
estas cuatro formas, se han fortalecido principalmente la privada, la estatal; en menor medida
la cooperativa siendo la más relegada las relaciones comunitarias de producción.
En este sentido, cobra sentido el encuentro entre las categorías marxistas de análisis; pero
que, al momento de construir horizontes emancipatorios, lo haga desde una propia identidad
indo-americana. Esto es posible cuando estos encuentros se hagan desde relaciones no
coloniales del conocimiento, superando la pretensión de hacer “una buena gestión del
capitalismo”.
Esto nos invita a profundizar en otras formas de organización económica, que parten
desde otra racionalidad. Por ejemplo, el ayni andino como sistema de organización del trabajo
pero que se basa en la reciprocidad. De la organización del trabajo colectivo para satisfacer las
necesidades personales, dentro de la comunidad. Así mismo, el ayllu como forma de
organización política, basada en la rotatividad donde el mandato resulta ser más un servicio que
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Proceso que se consolida el año 2010 con la Ley Marco de Autonomías 031 otorgando competencias y
capacidad de ejecución presupuestaria a los municipios, unidad de ordenamiento territorial básico del
Estado Plurinacional; sin embargo, las delimitaciones de estos territorios municipales han mantenido la
delimitación colonial que, en muchos casos, traspasaba el ordenamiento territorial originario.
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un privilegio10. Son formas que no solamente han sido negadas, sino que, en nuestros mismos
procesos revolucionarios, se las ha relegado a la subsistencia mientras el país se moderniza.
Bibliografía
- Arce, Luis. (2015). “El modelo económico social comunitario productivo boliviano”. SOIPA Ltda.
La Paz, Bolivia.
- Bautista, Rafael. (2017). “Del mito del desarrollo al horizonte del Vivir Bien”. Yo soy si tú eres
ediciones. La Paz, Bolivia.
- Dussel, Enrique. (2008). “Marx y la modernidad; Conferencias de La Paz”. Ediciones Rincón. La
Paz, Bolivia.
- García, Álvaro. (2015). “Socialismo Comunitario, un horizonte de época”. Vicepresidencia del
Estado Plurinacional de Bolivia. La Paz, Bolivia.
- Ministerio de Relaciones Exteriores. (2009). “El Vivir Bien como respuesta a la Crisis Global”.
Diplomacia por la Vida. Bolivia.
- Ministerio de Relaciones Exteriores. (2010). “Vivir Bien”. Diplomacia por la Vida. Bolivia.
- Puente, Rafael. (2011). “Recuperando la memoria, una historia critica de Bolivia Tomo 1”. UPS
Editorial. La Paz, Bolivia.
- Rodríguez, Reyes, Galvarro y Rodríguez. (2017). “Los partidos de izquierda ante la cuestión
indígena 1920 – 1977”. Centro de Investigaciones Sociales. La Paz, Bolivia.
- Viaña, Jorge. (2017). “Luchas para la transición; Del “Vivir Bien” hacia el horizonte estratégico
del Socialismo Comunitario”. Instituto Internacional de Integración. La Paz, Bolivia.
- Wallerstein, Immanuel. (2006). “Abrir las ciencias sociales”. Siglo XXI Editores. Madrid. España.
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Por lo tanto, asumir el mandato significa costes y no privilegios. Por lo que resulta inconcebible que se
pretenda mantener el cargo.
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