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PASTORALES

LIDERAZGO QUE TRASCIENDE


INTRODUCCIÓN

El reproche por parte de muchos incrédulos acompaña frecuentemente a la


manera cristiana de vivir, especialmente en aquellas culturas que se oponen al
cristianismo. Una conducta no cristiana, un testimonio pobre y una mala
reputación, también se adquieren cuando no respondemos con una palabra o
acción apropiada a algunas necesidades básicas de la comunidad donde
ejercemos nuestra labor.

Jesús nos enseñó que ser un verdadero líder es más que predicar o guiar un
grupo de personas hacia el cielo. Es identificarse con una comunidad sufriente que
espera la guía, la enseñanza, la nutrición; es el incentivo de llevar a mucha gente
a marchar hacia mejores horizontes y a la perspectiva de una mejor vida material,
no sólo espiritual. Vivir en esa tónica es guiar, y no sólo dirigir una congregación
más. De manera que un verdadero hijo de Dios no tiene otra alternativa que ir a la
comunidad y mostrarles que lo nuestro no es religión, sino relación con un Dios
que está interesado en ellos como comunidad.

1. El compromiso del samaritano


En el evangelio de Lucas, el capítulo diez, encontramos a un hombre, intérprete de
la ley (fariseo), intentando probar a Jesús; Básicamente lo que este hombre
estaba preguntando era, ¿Con quién, y hasta qué grado es mi compromiso?

Cuando este fariseo, le preguntaba a Jesús quién era su prójimo, Jesús le


respondió relatándole una parábola de un hombre que viajaba de Jerusalén a
Jericó. En su viaje, fue atacado por ladrones que le despojaron de sus
pertenencias, le golpearon brutalmente, y lo dejaron medio muerto. Pasó un
sacerdote y luego un levita. Ambos pasaron por el otro lado del camino para
evitarlo. Pero, un samaritano que pasaba, se le acercó y se comprometió
totalmente en el cuidado de este hombre.

Qué fácil es para nosotras plantear situaciones y mirar las cosas desde la tribuna;
qué difícil es tomar la decisión de actuar para que haya respuestas. Qué difícil es
ser parte de la solución y no del problema.

2. Los personajes de la historia de Jesús


Para completar la parábola, Jesús le pregunta al Fariseo: "¿Cuál de estos tres
piensas tú que demostró ser prójimo del hombre que cayó en manos de los
salteadores?" Cuando éste le respondió que el que había mostrado misericordia, o
sea, el samaritano, Jesús le dijo: "ve y haz tú lo mismo". Los cuatro personajes
que escogió Jesús para contar su parábola, nos enseñan lo que significa, no sólo
involucrarse, sino ser portadores de soluciones.

2.1 El hombre que cayó entre salteadores.


Este hombre fue despojado de todas sus pertenencias, golpeado, abandonado y
dejado medio muerto. Seguramente era un negociante que viajaba en función de
su trabajo. Probablemente era un hombre que gozaba de una vida aceptable,
buena salud, etc. Pero, en un solo instante, sin tener él la culpa, fue víctima de un
acto criminal, hasta el punto de estar al borde de la muerte. El mundo está lleno de
esta clase de víctimas (de vez en cuando nosotros mismos somos esa víctima).
No sólo los individuos han sido el blanco de los asaltos del enemigo, sino también
la familia, la iglesia y la nación entera.

2.2 El sacerdote.
En los días de Jesús, no había un personaje más importante que un sacerdote. Su
función principal consistía en dirigir la adoración y cualquier otro ministerio en el
templo. En segundo lugar, él era el que ministraba la palabra de Dios al pueblo.
De manera que es obvio deducir que éste sacerdote, que viajaba de Jerusalén a
Jericó, era un hombre que tenía una labor y un ministerio importante. Era un
hombre fiel a su profesión y entregado a Dios. Podríamos compararlo con
cualquier predicador de nuestros días, comprometido con toda clase de reuniones.
Tal vez este sacerdote llevaba semanas enteras de no ir a su casa, e iba a otra
serie de reuniones que tenía programadas con mucha antelación en Jericó, donde
lo esperaban cientos de personas. De repente, se encuentra con un hombre
herido y tendido en el camino. Realmente, la decisión para este hombre era difícil;
tenía que escoger entre su ministerio público y el hombre herido. Seguramente
pensó: "Mejor sigo mi camino, pues tengo algo importante qué hacer y ya voy un
poco tarde; además, nadie podría reemplazarme en lo que tengo que decir en
Jericó. Oraré a Dios para que otro venga y atienda a este pobre hombre." Es así
como el sacerdote tomó su decisión, paso por el otro lado del camino, y se fue.

2.3 El levita.
Este también era un hombre religioso. No era un maestro de las Escrituras, como lo
era el sacerdote; sin embargo, su responsabilidad tenía que ver con el cuidado del
templo y otros asuntos religiosos. Él también se dirigía rumbo a Jericó, tal vez al
mismo evento a donde iba el sacerdote; seguramente tenía alguna responsabilidad
relacionada con el servicio religioso, además de otras actividades relacionadas con
su trabajo. Tal vez, el éxito en algún negocio dependía de su presencia allí en
Jericó. Al igual que el sacerdote, él es confrontado con una difícil situación.
Seguramente pensó: "Si me detengo para ayudar a este pobre viajero, me voy a ver
envuelto en su problema y no voy a llegar a tiempo a mis compromisos. Si no estoy
allí para hacerme cargo de las cosas, todo va a salir mal." Él también tomó su
decisión: pasó por el otro lado del camino y se fue.

2.4 El Samaritano.
Dentro de este contexto histórico y social, los samaritanos eran un grupo
marginado, una secta y una minoría despreciada por los Israelitas. Por lo tanto,
tiene un significado muy grande que Jesús, después de describir la manera como
los líderes religiosos de sus días ignoraban al hombre en su necesidad, hace del
samaritano el héroe de la historia. Este era un hombre compasivo. Cuando encontró
al hombre herido, se comprometió con su problema. Hizo a un lado sus planes, su
horario y sus intereses propios. Ordenó sus prioridades y resolvió hacer algo con
respecto a la miseria de ese hombre. Decidió pagar el precio. Se acercó al hombre
y vendó sus heridas; con seguridad ensució sus manos y manchó sus ropas con la
sangre del herido. Derramó vino y aceite sobre sus heridas. O sea, tomó de sus
propios recursos y lo gastó en el hombre. Después, cuenta la parábola, lo montó en
su propia cabalgadura. Buscó hospedaje y se quedó con él toda la noche,
cuidándolo. Tal vez, el samaritano también iba a la reunión en Jericó. Pero, se
ausentó, por quedarse con el hombre herido, ayudándolo a pasar la crisis.

A la mañana siguiente, el samaritano pagó la cuenta del hospedaje, y dio


instrucciones precisas al hotelero: "Cuídale, y todo lo demás que gastes, cuando yo
regrese, te lo pagaré." Esto indica que el samaritano estaba dispuesto a llevar,
hasta las últimas consecuencias, el compromiso que había hecho con la víctima. Su
esfuerzo iría más allá de su buena acción inicial. El samaritano decidió regresar
para atender personalmente de nuevo al hombre, y cuidarlo hasta que se hubiera
mejorado. Sin lugar a dudas, su compromiso era completo.

En esencia, Jesús dijo al fariseo que, si él quería cumplir con el mandamiento de


Dios y obtener resultados que tuvieran valor eterno, fuera y se comprometiera en
una forma continua con quienes tenían necesidades. De la misma manera, Dios nos
hace el desafío a comprometernos con nuestro prójimo. Este es el mensaje que
hemos de aprender si queremos ir más allá de los carismas y las masas. Dios nos
está llamando la atención para comprometernos con toda la comunidad, no sólo con
nuestro grupo cristiano. Dios espera de nosotros una entrega completa a los
principios que gobiernan nuestro compromiso con Él y con la comunidad.

3. Nuestro compromiso
Dios nos habla a través de las personas a nuestro alrededor. Una persona de fe
aprende que en medio de circunstancias y hechos difíciles, siempre aparece la luz
guiadora de Dios. Cuando miramos a nuestro mundo, usualmente el buen juicio y
el sentido común nos sirven como señales de parte de Dios; señales claras y
firmes de lo que debemos hacer. La verdad práctica del evangelio se evidencia en
la gente alrededor de nuestro entorno. A través de las necesidades de estos
individuos, Dios nos habla con mucha frecuencia y con una voz muy clara.

Ha llegado la hora para definir nuestra posición frente a la crisis que enfrentan
todos los estamentos de la administración pública en nuestra nación, la cual es el
reflejo de la descomposición familiar y el caos personal que reina en cada
individuo.
APLICACIÓN TEOTERÁPICA

Es el momento de comprometernos y enlistarnos en las filas de aquellas personas


que han decidido asumir el reto de ser "Agentes de Cambio" y dejar huellas de
trascendencia eterna en la realidad histórica que vivimos. Las que vamos a
trabajar por la construcción de la Nueva Colombia.

El tiempo es AHORA; mañana puede ser tarde. Lo único que necesitamos para
enfrentarnos a la crisis, es tener la seguridad de que cuando se despierta en
nosotros la entrega y el compromiso, entonces ya "no es vuestra la guerra, sino de
Dios." (2 Crónicas 20:15b).

LIDERAZGO A PRUEBA DE GIGANTES

INTRODUCCIÓN

Vivimos en una sociedad donde el concepto de cada individuo tiende a ser


devaluado por múltiples razones, lo que lleva a que algunos pocos se levanten
como líderes que se distinguen entre los demás y que trabajan arduamente para
no ser del montón, logrando vencer la mediocridad, especializarse y sobresalir,
hasta convertirse en verdaderos gigantes conforme a los parámetros del mundo.
Estos se convierten en prototipos a imitar, son admirados y hasta temidos. Sin
embargo, sus vidas personales familiares, son un terreno estéril donde no se
produce fruto y en el que, a pesar de ser exitosos en medio de su entorno social,
su vida privada puede estar llena de fracaso y frustración. Nuestro llamado no es a
ser gigantes, sino a derribar a los gigantes, con una vida de poder, amor y de fruto
permanente, producto de desarrollar convicciones profundas que nos hagan
hombres y mujeres que ven milagros y una vida sobrenatural, llegando así, a
cumplirle a Dios conquistando hasta lo último de la tierra.

1. CARACTERÍSTICAS DE LOS GIGANTES

Es común escuchar en las conferencias de los grandes motivadores, que el


secreto del éxito está en el desarrollo de una mente positiva, de un estado de
ánimo equilibrado y una voluntad férrea. Se estimula permanentemente al
desarrollo de la fuerza interior, la fuerza del alma, concentrándose en las
capacidades individuales, llevando a que se enaltezca y fortalezca el yo, es decir,
el ego. Así es como comienza a levantarse un gigante: Una imagen
aparentemente sólida y estable, imponente y admirable. Sin embargo, más allá de
lo que se ve, muy adentro de la esfinge, hay un vacío, una fragilidad, un grave
peligro que la hace efímera. Esto sucede, porque el yo es limitado y vulnerable. Se
necesita entonces algo más: el Espíritu que da vida al alma, la sostiene, la sana, la
libera, la equilibra, la fortalece permanentemente.
Miremos algunas características de los gigantes del mundo de hoy:
- Trabajan y se capacitan para convertirse en gigantes: su única meta va dirigida
a “hacer” un buen nombre, y no a “ser” el molde y ejemplo que enseña con su
estilo de vida.
- La gente los ve como gigantes (Números 13:33): llegan a tener éxito en ciertas
áreas de sus vidas, por eso mucha gente quisiera ser como ellos, sin embargo,
aunque hay resultados puntuales, no hay una vida de fruto permanente en
todas sus áreas.
- Los gigantes basan su poder en su fuerza, su tamaño, su sabiduría, es decir,
en ellos mismos (1 Samuel 17:4-7): un gigante se da gloria a su propio ego y a
sus capacidades desconociendo que toda competencia procede del Señor.
- Los gigantes alimentan su valía del respeto y la admiración que los hombres
les profesan (1 Samuel 17:8-11): viven del reconocimiento de los demás,
siempre buscan aprobación y, sobre todo, nunca dan la gloria a Dios.
- Los hombres comunes experimentan temor ante los gigantes y huyen de su
presencia (1 Samuel 17:24): impresionan a quienes llegan a su paso, y en vez
de generar desafío y confianza, generan temor y barreras.

2. CARÁCTERÍSTICAS DEL VERDADERO LIDERAZGO


Miremos algunas características importantes de los líderes de convicción:
- Deposita la fe en Dios y en sus promesas (2 Samuel 22:3).
- Vive confiado y seguro: no hay lugar para temores e inseguridades, su
confianza está puesta en Dios. (Salmo 4:8).
- Experimenta paz interior: la paz no viene de lo que vemos, sino de lo que
oímos. No importa lo que veamos, nos sostendremos como Moisés: viendo al
invisible (Isaías 26:3).
- Tienen una clara visión de sí mismos, la cual no depende de su apariencia, ni
siquiera de su fuerza o sabiduría humana (Números 13:30; 14:8-9) no se guían
por su propio concepto o el de los demás, sino por lo que Dios piensa de ellos.
- Reconocen su debilidad, pero también son conscientes de la grandeza de Dios
en sus vidas (1 Samuel 17:45): vive una vida equilibrada, pues fortalece sus
debilidades en la presencia de Dios, y sustenta sus talentos para ponerlos al
servicio de Dios y su obra.
- Tienen claro que Dios engrandece al pequeño y da fuerzas al que no tiene
ninguna (Isaías 40: 29): saben estar de rodillas delante de Dios para estar de
pie ante las circunstancias.
- El concepto de sí mismos no cambia, a pesar del paso de los años (Josué
14:6-12): no se vuelven viejos, sino maduros, permanecen fieles a Dios y esta
familia.
- No se desaniman frente a la crítica (1 Samuel 17:41-47): saben que el mayor
precio a pagar es ser evaluados y hasta criticados, pero no por esto cambian
su auto concepto.
- La Palabra de Dios ocupa el lugar prioritario en su corazón (Juan 15: 7, 10).
- Experimenta todo el bien de Dios Padre (Jeremías 17:7-8).
- Alcanza la misericordia de Dios (Hebreos 4:16).
- Vive lleno del Espíritu Santo: es un acto de fe de un verdadero hombre de
convicción vaciar nuestra vida de nuestro ego y rendirla a Él. (Romanos 8: 5-6;
Gálatas 3:2).
- Da buen testimonio mediante la fe (Hebreos 11:39).
- Finalmente derriban los gigantes (1 Samuel 17:49-50; Josué 15:14): los líderes
de convicción saben que existirán gigantes ante su vida, pero se preparan para
vencerlos y derribarlos, pues tienen claro quién va con ellos.

3. EL VERDADERO LÍDER DERRIBA GIGANTES


Los hombres y mujeres de convicción saben que su grandeza no radica en sí
mismos. No son valientes ni importantes por la imponencia de su figura, o por la
imponencia de su figura, o por su fuerza, o por sus atributos que despiertan la
admiración o el temor de los demás. Sus estrategias no son humanas, su
verdadero poder es el que Dios les ha dado a través de su Espíritu. Su fuerza y su
equilibrio radican en su espíritu, sostenido permanentemente por el Espíritu de
Dios, y no en su alma, alimentada por las experiencias, las concepciones propias,
las circunstancias que suceden, o por los demás. Por ello están por encima de
cualquier gigante, no se amilanan ante ellos, ni se desaniman, no les temen, por el
contrario, los hombres de convicción ¡enfrentan a los gigantes y los derriban!

APLICACIÓN TEOTERÁPICA

Al igual que en la época en la que el pueblo de Israel era intimidado por gigantes
que los sumían en la pobreza, el miedo y la impotencia, así hoy nuestra sociedad
está llena de gigantes que la han conducido a la crisis, haciendo confiar al pueblo
en conceptos e ideas cambiantes, que producen gran inestabilidad al corazón
humano, como la fuerza, la belleza física, el dinero, la fama, el poder. Esto ha
deteriorado a las familias, ha hecho que nuestros hijos se vuelvan esclavos y ha
generado todo tipo de escasez e injusticia social. Es por ello que Dios hace un
llamado a sus hijos, para que se levanten como Hombres y Mujeres de convicción
y fe, llenos de su Espíritu, que no se conformen y se acobarden como lo hizo el
rey Saúl, paralizado frente al gigante Goliat que amenazaba con destruir a su
pueblo, sino más bien, como David, asuman el desafío de enfrentar dichos
gigantes para derribarlos. Son éstos los que traerán libertad y vida a nuestros
pueblos, sembrando valores trascendentales y eternos que salvaguardan la
familia, los hijos y la sociedad, sacándolos avante de cualquier flagelo o amenaza
que puedan enfrentar.

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