Para un fotógrafo es indispensable en muchas ocasiones disponer
de una fuente de luz de gran potencia, manejable, portátil, con gran autonomía, de poco peso y que ocupe un escaso volumen. El flash es una herramienta insustituible en el equipo, por lo que debe ser cuidadosamente elegido e incluso, en determinadas disciplinas, será necesario disponer de varias unidades. Estamos muy acostumbrados a ver flashes en los equipos de trabajo en fotografía, aunque no siempre se utilizan por no saberlo hacer adecuadamente. En algunas especialidades, como el bodegón, el retrato, la alta velocidad o la macrofotografía, su dominio es, en muchos casos, imprescindible para lograr buenos resultados. En la fotografía de paisaje, por ejemplo, el flash suele ser el gran olvidado y muchos fotógrafos apenas lo utilizan o desconocen su potencial. Con frecuencia su uso se asocia a la fotografía creativa o innovadora del paisaje, a pesar de que ha sido una herramienta básica desde sus inicios. Es necesario asimilar perfectamente la sesión 05 “Entender la luz” SESIÓN 06 | 2 antes de familiarizarnos con el uso del flash en la práctica. Y en su manejo tendremos en cuenta que su utilización sobre la zapata de la cámara o sobre regletas próximas a ella limitan mucho las posibilidades de iluminación que nos ofrece. Formas de trabajar Las evoluciones que se han materializado en los flashes modernos permiten emplear varias unidades en modo TTL inalámbrico y controlados por la cámara. Avances y publicidad que fomentan que el fotógrafo compre una de estas caras unidades de la marca que utiliza, la ensamble en la zapata de la cámara y salga a afrontar la fotografía con el uso de su nueva herramienta. Los primeros resultados ya se encargan de informarle de lo que ignora: el flash disparado desde la cámara proporciona imágenes muy realistas, con luz plana y frontal. El flash en modo TTL sigue actuando para una medición de gris neutro del 18% de reflectancia, por lo que las mediciones sobre un tono o escasa gama tonal próxima son fallidas. Hay que conocer bien las cualidades de la luz y cómo actuar sobre ellas. Las correcciones con sobre y subexposición en la unidad de flash de nuevo requieren de la atención del fotógrafo y puede perder oportunidades fotográficas. Con el tiempo y la información acaba descubriendo que la mayor fiabilidad y precisión en los resultados se obtiene en modo manual. En general el modo TTL sólo resulta recomendable en aquellas ocasiones efímeras e irrepetibles en las que podemos vernos obligados a cambiar repentinamente los ajustes manuales en la cámara y no tengamos un acceso rápido al flash o un tiempo suficiente para el ajuste que los cambios en la exposición pudieran requerir. Aunque en muchos casos un ajuste de medición matricial y control TTL del flash nos dará un resultado aceptable, no es conveniente confiar en que vaya a realizar una exposición correcta en cualquier tipo de escena. Con frecuencia obtendremos resultados con subexposición. Hay que saber utilizar ambos modos y decidir cuándo es mejor uno u otro. También descubriremos que cualquier flash de cualquier marca (incluso los que podemos comprar por 20 euros en ebay) pueden hacer bien el trabajo en muchas circunstancias. En modo manual, una vez determinada la cantidad de luz necesaria, si dejamos el flash fijo aparte de la cámara podremos reencuadrar, acercarnos o alejarnos del sujeto y realizar cientos de fotografías bien expuestas, con la precaución de no cambiar los valores de exposición o el ángulo de toma a más de 45 grados. Esta es la comodidad y seguridad de trabajo en modo manual. Para un fotógrafo muy acostumbrado al uso del flash en manual será más rápido su ajuste preciso antes de que suceda la acción, que la corrección de subexposición en TTL. SESIÓN 06 | 3 Para aquellas situaciones en que se requiere trabajar con agilidad es muy útil disponer al menos de una regleta o soporte que nos permita mover y orientar el flash según nuestras necesidades. Sobre ella nos dará un buen resultado disponer de un mástil regulable en altura y que nos deje fijar el flash en una posición elevada, algo lateral, alejada del eje óptico y disponer de ambas manos para manejar el equipo, sobre todo en fotografía de prensa, aproximación, macrofotografía y fotografía submarina. Para aquellas escenas que podamos preparar previamente (una especie que acude o atraemos a un determinado lugar, una planta, un pequeño ambiente, la textura de un tronco), los mejores resultados se obtienen aplicando un esquema de luz, es decir, distribuyendo varias unidades de flash según nuestras necesidades. Estos flashes se colocan sobre pinzas, minitrípodes o brazos articulados, incluso en el suelo o sobre elementos del entorno. En las formas de trabajar influyen mucho los gustos de cada autor. Mis preferencias se declinan hacia flashes con células esclavas incorporadas y de buena calidad, que permitan su disparo accionando una única unidad, la que está más cerca de la cámara, o incluso desde la zapata orientándola hacia otra unidad y no hacia el sujeto, en este caso por comodidad y si tenemos suficientes flashes. Cuando cambiamos de encuadre desplazamos sólo la cámara, los flashes permanecen en los lugares previstos salvo ajustes posteriores. Esta forma de trabajar es ventajosa cuando uno actúa solo; si hay más fotógrafos alrededor cada disparo de cualquier otra unidad disparará y descargará nuestros flashes. En los cursos de formación puede ser una ventaja, ya que un fotógrafo que esté a nuestro lado trabajando con un flash muy rebajado y sin que alcance al sujeto de forma directa se beneficiará del esquema de luz. Es posible realizar un buen trabajo con cualquier flash que disponga de unas mínimas prestaciones, sea de la marca que sea. Encontraremos precios muy interesantes en el mercado de ocasión. En mi caso, tengo unos 8 flashes muy fiables y económicos, adquiridos de segunda mano, de marca diferente a mi cámara, de hecho de su directo competidor. El flash simplemente aporta luz y es el fotógrafo quien debe determinar desde dónde, cuánta, cómo y con qué color. Requisitos y características - Potencia: Se mide por su número guía. A mayor número guía, mayor potencia. Es óptimo un valor entre 45 y 52 para trabajar en exteriores con pequeño volumen y rapidez. En estudio debemos buscar un mínimo de 500 W. - Manejabilidad y robustez. Mejor cuanto más reducido sea su tamaño y mejor su construcción. - Versatilidad. Al menos 4 modos de disparo. Auto, TTL, Manual con potencias parciales, Estroboscópico. Preferiblemente con célula sincronizadora o simpática incorporada. - Cabezal zoom. Suele ajustarse entre 24 y 105 mm. Debe disponer de un difusor para uso de gran angular, entre 14 y 20 mm. Y tarjeta blanca de aclarado de sombras en luz rebotada. Los flashes de estudio son sustancialmente diferentes y no disponen de cabezal zoom ni de tarjetas incorporadas, en su lugar la luz de modelado es una gran opción para iniciarse. - Cabezal basculante. La cabeza debe poder ser orientada en cualquier dirección. Muy útil para encarar la célula esclava al flash principal mientras el cabezal se orienta hacia el fondo, en sentido contrario. En los flashes de estudio la movilidad se basa en la rótula que lo sustenta.