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TÍTULO: ¿PROMOCIÓN DE LA EQUIDAD O REPRODUCCIÓN DE LAS

DESIGUALDADES DE GÉNERO? UNA MIRADA A LOS CENTROS DE


INVESTIGACIÓN DE LA UNIVERSIDAD DE HOLGUÍN, CUBA

María de los A. Arias Guevara1


Ania Pupo Vega2
Universidad de Holguín, Cuba

Elevar los niveles educativos de las mujeres es parte de la agenda internacional a todos los
niveles. Cuba cumplió con creses ese objetivo, hasta tal punto que a partir de los noventa se
produjo una feminización de la educación superior, asimismo, es notable su participación
en la generación de conocimientos científicos y tecnologías. Ello implica que la mayoría de
los estudios revelen esta verdad indiscutible y muy pocos hagan énfasis en las
desigualdades de género que marcarán la diferencia luego de obtenido los títulos
universitarios. Sobreviven obstáculos que impiden una más efectiva participación de las
mujeres.
Es propósito de este trabajo el analizar cuáles son los mecanismos generadores de
desigualdades en los centros de investigación de la Universidad de Holguín, las barreras
socio-institucionales y aquellas configuraciones subjetivas. Se realiza un análisis de las
estadísticas existentes, así como entrevistas a los directivos de los centros de investigación
y a mujeres académicas.
Palabras clave: género, cultura patriarcal, producción de conocimientos científicos,
segregación vertical, segregación horizontal,

Abstract

Raising educational level in women is part of the international agenda at all levels. Cuba
completely fulfilled this objective to such a point that, from the 90’s on, a feminization of
higher education took place. Likewise, it is remarkably recognized its participation in
scientific knowledge and technology generation. It implies that most of the performed
studies reveal this unquestionable truth, and very few of them emphasize gender
inequalities that would make a difference after getting a university degree. Some obstacles
remain which hinder women’s effective participation.

This research aims at analyzing the mechanisms that foster inequalities in research centers
at the Universidad de Holguín, the socio-institutional barriers, and those subjective settings.

1
Dra. y profesora titular. Coordina el Núcleo de Estudios de Género de la Universidad de Holguín,
Cuba y la línea de investigación sobre Desarrollo Local. Investigadora del Centro de Estudios sobre Cultura e
Identidad de esa Institución. Ariasguevara2011@gmail.com/ marias@fh.uho.edu.cu
2
Doctorante e investigadora auxiliar del Centro de Estudios sobre Cultura e Identidad de la Universidad de
Holguín e investigadora del Núcleo de Estudios de Género de esa institución. Becaria AECID en el Instituto
HEGOA de la Universitat del País Vasco. aniapupovega@gmail.com
It is carried out an analysis of actual statistics, and it is privileged qualitative interviews to
unveil those subjective settings that affect scientific knowledge production.

Key words: gender, patriarchal culture, scientific knowledge production, vertical


segregation, horizontal segregation.

Introducción.
En Cuba al igual que en muchos países del mundo la irrupción de las mujeres en los
espacios universitarios es un hecho de fácil constatación. La matrícula refleja un
determinado equilibrio porcentual e incluso períodos de feminización, como el que se
produjo en los noventa del siglo pasado. También hay una irrupción cada vez mayor de
mujeres en carreras tradicionalmente masculinas como las ingenierías, la agronomía, la
matemática o la física y de varones a guetos femeninos como enfermería, letras, pedagogía,
entre otras. Ello en la misma medida que posibilitó una amplia participación de las mujeres
en la fuerza técnica del país contribuyó a la formación del mito sobre la igualdad de género
a escala social.
La pregunta habitual es qué pasa después, por qué los niveles alcanzados por las mujeres
son condición necesaria pero no suficiente como para irrumpir con igualdad de condiciones
y posiciones en los espacios de poder a escala social o en los espacios de producción del
conocimiento científico, por qué no avanzan en proporción más equilibradas con sus
colegas masculinos en la obtención de éxitos profesionales.
La búsqueda de esta respuesta a nivel internacional se ha venido produciendo desde los
estudios de género y muy especialmente desde los estudios sobre género, ciencia y
tecnología. Es un campo de conocimiento relativamente joven, si se considera que la
lectura tradicional sobre ciencia, tecnología y sociedad, marcada por el positivismo no
permitió penetrar en la “caja negra” de los laboratorios y centros de pesquisa y por tanto
develar que como parte de las relaciones sociales este campo lejos de ser “neutral” es un
ámbito de reproducción de las desigualdades y de concreción de los valores del
patriarcado3.
Los aportes del feminismo, en este sentido, han estado en brindar desde los estudios sobre
género, ciencia y tecnología el aparato conceptual imprescindible para hacer visible lo
aparentemente invisible, para elaborar a contracorriente un discurso emergente,
problematizando sobre factores socioculturales, institucionales o subjetivos que
condicionan la segregación de género en la producción del conocimiento científico. En este
sentido desde los años 80 comienzan a aparecen categorías claves4 o metáforas que ayudan

3
Estamos entendiendo por patriarcado el sistema de valores que legitima la dominación masculina y coloca a
las mujeres en posturas subordinadas por designación cultural.
4
Se trata de metáforas como “techo de cristal”, “piso pegajoso”, conceptos como “segregación
vertical” “segregación horizontal”, ampliamente utilizadas en los estudios sobre género, ciencia y
tecnología para explicar las barreras que deben enfrentar las mujeres en las instituciones o
comunidades científicas. Barreras que como currículo oculto son implícitas al modelo cultural
impuesto por el patriarcado, pues no existen normas jurídicamente establecidas que las sancionen.,
pero que afectan a las mujeres por ser mujeres. El techo de cristal es parte de las normas informales, la
cultura, las prácticas y las actitudes e ideologías de los agentes en las organizaciones.» Ver. Evangelina
a comprender más el fenómeno y que en su socialización han contribuido los congresos
sobre Ciencia, Tecnología y Género en Iberoamérica.
Han sido relevantes para los propósitos del estudio las tesis de autoras como Maffía
(2008), Dio Bleichmar (2008), Alcalá Cortijo (2006), Guil (2006), Fernández (2006), entre
otras, que en el marco de estos conclaves han abordado los factores que impiden a las
mujeres avanzar o mantenerse a ras del suelo de las instituciones científicas, usando
palabras de Paloma Alcalá.
El género, como construcción simbólica sobre la sexualidad humana conforma las
subjetividades, los valores y diseña o rediseña las prácticas sociales diferenciadas según el
sexo. De ahí que sea muy común en mujeres académicas atrapadas en la madeja de la
cultura patriarcal no poseer siquiera la sospecha de que hay mandatos sociales que deben y
pueden ser cambiados. Sólo aquellas que tienen conciencia de género problematizan la
realidad y tratan de desmontar el discurso que las desautoriza como mujeres, teniendo una
clara percepción de aquellos factores subjetivos relacionados a la condición de género de
las mujeres que impiden su despegue en la producción científica.
Aunque los factores contextuales y personales que en la cotidianidad de los diferentes
escenarios influyen negativamente en la vida de las mujeres académica han sido
ampliamente abordado en las investigaciones sobre ciencia, tecnología y género, pero nos
parece importante hacerlo en un espacio institucional, donde esta lectura no tiene
antecedentes.
Objetivos
Nos hemos propuesto un acercamiento al espacio académico universitario para analizar
los mecanismos generadores de desigualdades en la Universidad de Holguín y en especial
los centros de investigación, visualizando las barreras socio-institucionales y aquellas
configuraciones subjetivas.
Metodología
Partimos del supuesto de que las relaciones de género históricamente construidas en las
universidades como contextos educativos reproducen los roles y estereotipos tradicionales
expresados en comportamientos, actitudes y configuraciones subjetivas de la mayoría de los
hombres y mujeres de su claustro, asimismo, de la visible ausencia de políticas u acciones
sensibles al género. Estamos conscientes de que para quebrar el falso “espejismo de la
igualdad”5, hay que desmontar un discurso que ignora que las desigualdades de género y
que estas son también expresiones de las desigualdades sociales, tan profundas como las de
clase, razas o territorios y que están contenidas en ellas.
El estudio se apoya en el análisis de las estadísticas existentes, haciendo valoraciones
también sobre las no existentes y en entrevistas cualitativas realizadas a directivos de los
centros de investigación, a hombres y a mujeres académicas/os de dichos centros. Nos

García Prince. Seminario Internacional Poder y empoderamiento de las mujeres. Valencia, 2004. Proyecto
Equal I.O. Metal Acción 3. P.47-49.
5
Expresión utilizada por Marcela Lagarde y de los Ríos, relacionada a la igualdad formal pero no real, cuando
la política sigue siendo territorio masculino. Ver. “Para mis socias de la vida. Cuadernos inacabados nº 48.
Ed. Horas y horas, Madrid 2005. P.218
ubicamos en lo cotidiano de sus contextos para develar a través sus configuraciones
subjetivas lo culturalmente sedimentado o transgredido.

Desarrollo.
Contexto Institucional.
La Universidad de Holguín es una institución pública, del Estado, de carácter provincial fue
creada en 1973 con un perfil técnico, primero como filial adjunta a la Universidad de
Oriente y luego transformada en universidad manteniendo este perfil hasta fecha
relativamente reciente (inicio de los 2000) en que se constituyen las facultades de corte
sociohumanístico. Por lo que de las 14 carreras con que hoy cuenta, las de mayor tradición
son las de Ciencias Técnicas y Económicas. Entre sus procesos sustantivos está el pre y el
postgrado, la extensión y la pesquisa.
La renovación de su estructura, no deja de sentir el peso silencioso de su viejo orden,
expresado en la distribución de las cuotas de poder, las relaciones sociolaborales, la
distribución y madurez cuerpo de docentes, lo que tiene impactos desiguales en la
producción científica.
El claustro está formado por 720 profesores/as a tiempo completo. De ellos 409 son
hombres y 311 mujeres, lo que se corresponde con una tradición de especialidades técnicas
de una relativa mayor presencia masculina. Si tenemos en cuenta esto y vemos la presencia
de las mujeres en puestos decisorios de la universidad podemos afirmar que se ha
avanzado, se flexibiliza una estructura ocupacional en cargos directivos a favor de las
mujeres incluyendo que por primera vez (desde 2008) el rectorado es ocupado por una
mujer. En los departamentos docentes, las mujeres sólo ocupan mayoría en las facultades
de Derecho, Ciencias Sociales, y Humanas. No obstante, son mayoría en puestos de
subordinación como los vicedecanatos y otras direcciones, la vice-rectoría docente es
ocupada por una mujer. Estas ubicaciones por una parte, son puestos que requieren de
mucha dedicación, algunos tradicionalmente femeninos (como son los relacionados con la
docencia) y por otra parte, la sobrecarga de responsabilidades deja poco tiempo a la
investigación y producción científica (Ver gráfico I). De las 10 mujeres en función de
vicedecanas sólo cuatro han alcanzado el doctorado.
Gráfico I: Distribución de los puestos de mayor jerarquía en la toma de decisiones de la Universidad de Holguín.
El claustro universitario gira su balanza a favor de los hombres, ello se justifica a partir de
que su formación histórica se desarrolla de sus propias graduaciones, y el carácter
tradicionalmente masculino de las matrículas en las carreras de ingenierías. Los hombres
representan el 57 % de los docentes y las mujeres el 43% como lo refleja el gráfico II.
Grafico II.

Una distribución por áreas permite observar cierta segregación horizontal en el claustro, en
tanto, las mujeres están más concentradas en áreas que le son tradicionales como
humanidades, ciencias sociales y los hombres en las ingenierías y agropecuaria, con
desproporciones relevantes. Sin embargo, son interesantes los procesos que se dan en las

Gráfico III.

Facultades de Ingeniería Industrial (FACII) y Economía (FACCE), facultades también


dirigidas por mujeres. Lo que se aprecia en el gráfico III.
La segregación vertical en el claustro universitario se puede apreciar en las categorías
docentes, en que las mujeres se encuentran ubicadas en la base de la pirámide. En la
medida que aumenta la jerarquía disminuye el número de mujeres, siendo inversamente

Distribución por Categorías Docentes


Gráfico IV.

Titulares 16
57
71
Auxiliares 84
106
Asistentes 131
Instructores 118 137

Hombres Mujeres
proporcional a lo que ocurre con sus colegas masculinos. Igualmente el efecto tijera, está
presente en los títulos académicos y científicos en que las mujeres aparecen
subrepresentadas, pues en la medida que estos son más elevados menor es el número de
mujeres en su composición. Graficados en el V y VI. Gráfico VI.

Gráfico V.

La diáfana segregación vertical se produce en los espacios de producción del conocimiento


científico, nótese en las ilustraciones que ninguna mujer dirige un centro de estudio,
(Gráfico I) sólo dos líneas de investigación son coordinadas por mujeres, (Gráfico VII).
La participación de las mujeres Gráfico VII.
como investigadoras en los
Liderazgo en líneas de Investigación
centros de estudios es reducida
(GráficoVIII) pero corresponde también 14%
a su menor proporción en el claustro
universitario con las categorías
científicas exigidas en los reglamentos
de dichos centros para su ingreso. Uno
de los puntos de análisis, son las
características de las carreras que los Hombres Mujeres 86%
nutren, por ejemplo CADCAM lo
hace de la carrera de Ingeniería
Mecánica con tradición masculina en su matrícula, el Centro de Gestión empresarial se
nutre de las Facultades de Economía e Ingeniería Industrial con un crecimiento favorable
de mujeres dentro del estudiantado, en la conformación de sus claustros, en la estructura de
dirección y en la formación académica de postgrado. Ello también se refleja en la
participación de mujeres en publicaciones, premios y congresos. El Centro de Estudios
sobre Ecosistemas Áridos (CEEAR) lo hace fundamentalmente desde carreras
agropecuarias de tradición masculina. Sin embargo, el centro de Estudios de la Educación
Superior que lo hace desde los doctorados en esta rama, no expresa la tradición de las
especialidades pedagógicas. Ello incluye de hecho los factores culturales y la conformación
subjetiva sobre lo femenino y lo masculino en la composición de las comunidades
científicas, presente en las
entrevistas realizadas.

Gráfico VIII.
Una mirada a los documentos que refieren la ciencia y técnica en el ámbito universitario,
permiten afirmar que el debate sobre las desigualdades de género no ha entrado aún en la
agenda política universitaria, (Los balances anuales de ciencia y técnica, reflejan los
objetivos ministeriales en esta esfera: premios, publicaciones, registros, proyectos,
generalizaciones de resultados, doctorados y maestrías defendidos, participación en eventos
nacionales e internacionales, análisis descriptivo de los impactos), utilizando como
unidades de análisis las facultades.
Uno de los elementos que evidencia la falta de sensibilidad de género, es la inexistencia de
datos desagregados por sexo para el análisis de las variables y consecuentemente, ausencia
de objetivos concretos dirigidos a mejorar la posición de las mujeres investigadoras, que
favorezcan la elevación de su presencia en los resultados. Las estrategias científicas en la
institución, parten del supuesto de la existencia de igualdad de oportunidades para mujeres
y hombres en la ciencia, lo que perpetúa las desigualdades de género existentes.
Sólo escudriñado en anexos de informes pueden obtenerse otros datos referidos a premios,
publicaciones o generalizaciones de resultados, que aunque siguen tomando las facultades
como unidades de análisis permite hacer determinadas inferencia a partir de las
descripciones de los resultados; como por ejemplo que sólo el 3% de los premios
nacionales obtenidos en 2011 correspondieron a mujeres (aunque este año obtuvieron el
75% de los premios internacionales) y que más del 95% de las publicaciones realizadas por
mujeres están clasificadas en el Grupo III y IV y que el 97% de las realizadas en los Grupo
I y II son de sus colegas masculinos. Lo que muestra que el liderazgo en la producción en
materia de ciencia y tecnología reproduce el sistema de relaciones que sustenta todo el
andamiaje universitario y tiene en las mayores oportunidades masculinas su garante. Por
tanto, las maneras en que se gestan, estructuran y funcionan las universidades como
instituciones pueden constituir barreras para avanzar a procesos más equitativos.
Barreras socioculturales y subjetivas resultantes de las entrevistas realizadas.
Para indagar sobre las barreras subjetivas y socioculturales se realizaron entrevistas
cualitativas, se exploró la subjetividad de decisores de centros de estudios, de académicas y
académicos, lo que permitió relacionar los factores culturales del patriarcado presentes en
los estereotipos de género y en la conformación de los proyectos de vida de uno y otro
sexo.
Ninguno de los directivos entrevistados refirió aspectos subjetivos o socioculturales que
pudieran interferir en la menor presencia de mujeres en su membresía, ni en los resultados.
Se apuntó sólo a los requisitos contenidos en los reglamentos de dichos centros. Estas
entrevistas fueron trianguladas con otras a investigadoras e investigadores. Como
investigadoras de uno de los centros estudiados, conocemos que no sólo se impone lo
masculino como liderazgo, sino que también y muy sutilmente se imponen discursos,
necesidades y puntos de vistas y en ocasiones en el lenguaje aparecen rasgos misóginos
expresados en la subvaloración o puesta en duda de los resultados de las académicas,
mucho más evidente cuando se trata de resultados que las vinculan a los estudios de
género6 tratados como carente de significación, una especie de descendencia bastarda. El

6
En general en la universidad existe poca o ninguna sensibilidad con los temas de género, mucho más si no
son temas o programas curriculares exigidos por el MES. Sólo se imparte en la carrera de Sociología y lo otro
queda en cursos de postgrado, investigaciones para la graduación, tesis de maestrías y doctorados, cursos
optativos, proyectos de investigación, todos vinculados al trabajo desempeñado por el Núcleo de Género.
discurso tiene otros tonos cuando los proyectos relacionados a estos temas mueven recursos
que luego pueden ser controlados desde el poder masculino.
Se trata también del poder simbólico que impone como “duros” determinados saberes
frente a otros (mucho más si estos constituyen temas emergentes como los referidos a
género, ciencia y tecnología). En el rejuego de las prácticas y de las relaciones que se
establecen en los espacios de producción de conocimientos científicos el poder se
convierte en un saber que se instala como verdad y a través de la cual se legitima la
exclusión y el castigo en el cuerpo social (Foucault, 1994)
Para el análisis de las configuraciones subjetivas, las académicas entrevistadas pueden
dividirse en dos grupos: las que no tienen conciencia de su condición de género y las que
miran la realidad institucional a través del lente de los estudios de género.
Una de las preguntas sugerentes fue encontrar los factores que hacen que las mujeres estén
situadas a escala universitaria en los niveles de inferior categoría.7
En las primeras al valoran factores que inciden en su tardía formación académica de
postgrado colocan como elementos la maternidad, cuidado de hijos/as u otras
responsabilidades familiares que impiden ser profesionales exitosas o serlo
permanentemente. Siendo estos factores familiares, que en lo individual las ha marcado,
llama la atención la no problematización de sus realidades como parte de un modelo
cultural opresivo y por tanto se expresa resistencia hacia el cambio de roles y estereotipos.
Sus proyectos de vida están supeditados a las necesidades o problemas de los otros/as
rasante al “piso pegajoso” del ámbito privado, e incluso afirman sentir sentimiento de culpa
cuando deben ausentarse para participar en un congreso, realizar trabajo de campo u otra
actividad académica. En ellas no hay un referente femenino transgresor del modelo e mujer
tradicional, pues sencillamente no ha sido planteado.
Siguiendo (Mafia, 2008) quien insiste en la “necesidad de realizar estudios cualitativos que
adviertan la percepción que tienen las mujeres sobre sus propios obstáculos” es que nos
adentramos en las conformaciones subjetivas de nuestras entrevistadas.
Uno de los elementos que se obtiene es que las mujeres para estar a la altura de sus
colegas masculinos se constituyen en “superwoman”. Son mujeres que quieren y de hecho
han avanzado en el espacio académico, pero el costo de sus éxitos ha requerido una cuota
de sacrificio y entrega superior a sus colegas hombres. Pueden ser consideradas mujeres en
tránsito, necesitan y elaboran proyectos para su realización profesional, pero siguen
apegadas a las designaciones tradicionales de su sexo, sin una clara conciencia de lo que la
cultura le impone, expresadas en la autorepresentación de sus roles, vistos como
obligaciones femeninas y no como factores externos que actúan como barreras, sean estas
institucionales, sociales o familiares. Cuatro de las mujeres entrevistadas alcanzaron su
doctorado luego de haber cumplido otros proyectos como la maternidad y la satisfacción de
las necesidades afectivas y de cuidado de sus hijas e hijos, lo que le exigió una
multiplicidad de roles que creó dificultades a la autosuperación continua.
Otras (las más transgresoras) y que ubicamos en un segundo grupo o postergó la
maternidad hasta terminar el doctorado o simplemente no colocan la maternidad como su
proyecto, por el simple hecho de ser mujer. Con determinada conciencia sobre el eje que
mueve la entrevista al reflexionar sobre su situación redefinen conceptos patriarcales que

7
Esta es una de las interrogantes que mueve el importante artículo de Alcalá cortijo (2006) “A ras del suelo.
Situación de las mujeres en las instituciones científicas” refiriéndose a instituciones españolas y que fue una
de las motivaciones para mirar a la Universidad de Holguín desde similar perspectiva.
marginan los intereses de las mujeres. Sus propias vivencias en los centros de estudios, las
relaciones de poder que inciden en el menor número de oportunidades para ellas.
Dentro de los factores socioculturales argumentados está la adjudicación que a las mujeres
se les hace como cuidadoras de las personas dependientes, elemento fuertemente
vivenciado en las trayectorias personales de mis entrevistadas a cuyo cargo han estado
familiares en condiciones de enfermedades en su fase terminal, que junto a las limitaciones
de los servicios sociales son obstáculos para conciliar satisfactoriamente la vida familiar
con la de docente-investigadora.
Estas mujeres para alcanzar la defensa del doctorado y mantener los indicadores por los que
se evalúa en los centros de investigación han requerido de esfuerzos extra, lo que deteriora
su propia calidad de vida, generándole estrés y ansiedad. Ellas mismas son consideradas
como mujeres sobreexigidas, que siempre están postergando sus metas y proyectos
personales y la mayoría de las veces se sienten inseguras de poder alcanzar lo que sus
colegas varones.
Con claridad una de las profesoras (Elsie, 45 años, Dra. Especialista en Educación para la
diversidad) señaló “…las mujeres se autolimitan -falta un modelo- es la cultura. Se dedica
mucho tiempo a atender a tros/as y ello en algunas, es tarea primordial. Nadie que pase por
esa etapa, sin redes de apoyo puede avanzar”
Mucho más relevante es el abordaje cuando se entrevista a colegas masculinos. Uno de
ellos nunca refirió entre los obstáculos para alcanzar el doctorado u otros éxitos académicos
barreras familiares, ni alguna dificultad sobre la conciliación entre las responsabilidades
familiares y su trabajo profesional, más bien quedó clara su posibilidad de permanecer por
períodos largos de tiempo en la capital o fuera del país. Lo que me hizo recordar a una de
mis tesiantes (Iliana cuyo segundo parto fue trillizo). Ella sólo pudo defender su maestría
con mucho esfuerzo, cuatriplicando jornadas, pidiendo licencias, imposibilitada de seguir
avanzando, su esposo a cambio pudo realizar su doctorado en una universidad extranjera
dejando a su cuidado la madre y abuela ancianas.
Al analizar la posición de las mujeres en los centros de estudios, se capta las tensiones en
que la mayoría de las veces son colocadas las mujeres. Una de mis entrevistadas (Eliani,
42, Dra en ciencias pedagógicas) refirió que se mira con malos ojos cuando se es madre
soltera e incluso una de las interrogantes realizadas a ella al entrar al centro de estudio fue
que “si tenía pensado parir de nuevo”…… Esta misma entrevistada trajo a colación el
sistema masculino de cooptación relacionada al ejercicio del poder, pacto secreto, luego
reflejado en la membrecía de algunos centros.
Ello evidencia que las relaciones de poder construidas en las estructuras sociales de
producción del conocimiento científico implican una desigual participación de las mujeres
e inciden en sus éxitos profesionales y representatividad en los puestos de decisión
(como refiere varios de los gráficos del texto).
Mis entrevistadas refirieron que en los centros de investigación actúan mecanismos velados
que terminan marginando a las mujeres, una especie de currículo oculto que impide a las
mujeres avanzar más rápidamente. Entre los hombres se establecen determinadas
relaciones, “tal vez por empatía masculina que desgraciadamente no tienen
correspondencia aún con pactos femeninos” . Aunque no existen requerimientos legales, el
ser mujer es más condicionado desde la cultura para la pertenencia a un centro de
investigación. “Si tienes un matrimonio estable eres menos cuestionada. “Si un hombre se
casa varias veces, incluso con una estudiante, no es mal visto. A una mujer le subordinan su
competencia profesional a su status como casada, divorciada o de madre soltera”
En el centro en el que realizamos nuestro trabajo como académicas hemos sido testigos de
risitas burlonas sobre decisiones personales de algunas de nuestras colegas: sea el divorcio,
el haber tenido varias relaciones, o sobre la decisión de no tener hijos, escondiendo detrás
del chiste el modelo patriarcal de mujer que predomina en el imaginario masculino de
espacios en que se producen conocimientos científicos, lo que no los diferencia del modelo
de mujer que tienen otros hombres fuera de la academia.
A manera de conclusiones.
Los datos trabajados evidencian que existen barreras institucionales, relacionadas a la
manera en que se gestó históricamente, se ha estructurado y funciona la Universidad de
Holguín como institución y a la carencia de políticas que promocionen la participación más
equitativa de las mujeres. Asoman las llamadas “islas”, desigualdades existentes, pues las
académicas siguen estando sub-representadas en los puestos claves de decisión científica,
en las categorías docentes, científicas u obtención de grado, en puestos de dirección y en la
membrecía de los centros científicos.
El imaginario individual y colectivo de quienes dirigen los centros de investigación está
plegado al sistema de valores, conductas y apreciaciones patriarcales, que favorece la
discriminación de las mujeres y perpetúa las desigualdades. En estos espacios el patriarcado
cuenta con suficientes herramientas para mantener la discriminación, barreras invisibles
que impiden o dificultan a las mujeres avanzar al mismo ritmo que sus colegas masculinos.
Persiste también en las mujeres barreras personales, la mayoría de las veces expresadas en
la conformación subjetiva sobre su condición de género que no les permite transgredir el
modelo impuesto por el patriarcado.

Bibliografía referenciada.
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instituciones científicas” En. PÉREZ, Sedeño, Eulalia…et…al… Ciencia, Tecnología y
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Universidad” En. PÉREZ, Sedeño, Eulalia…et…al… Ciencia, Tecnología y Género en
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MAFFÍA, Diana (2008), Carreras de obstáculos: las mujeres en Ciencia y Tecnología.
Presentación en el VII Congreso Iberoamericano sobre Ciencia, Tecnología y Género. La
Habana, febrero, 2008.

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