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Universidad de concepción

Facultad humanidades y artes


Departamento de historia

Claudio Santibáñez Larenas

La influencia de la herencia intelectual, económica y material rusa del siglo XIX, sobre
los procesos revolucionarios rusos del siglo XX.

El pensamiento ideológico de los revolucionarios rusos, ad portas de la revolución de


Octubre, es una síntesis de un proceso histórico que parte desde la misma concepción social
que regía el imperio, una institución política robusta, que logro mantener el status quo
durante todo el siglo XIX, alejada del fuego liberal que quemo a las capitales europeas a
mediados del ese siglo. La revolución europea de 1848 no encontró eco en los intelectuales
eslavos, que aun tomando concepciones ideológicas del mundo occidental, no tuvo ninguna
fortaleza política en la praxis de la revolución, no pudiendo encausar el proceso
revolucionario en una fuerza social real que pudiera efectuar el deseado cambio en la realidad
rusa. Las revoluciones que estallaron en Italia, Prusia, Francia y el imperio austrohúngaro
fueron obra de partidos políticos organizados, que sostenían una oposición activa a los
regímenes existentes. Estaban conformados por intelectuales que seguían el socialismo,
demócratas con un apoyo reconocido en doctrinas y movimientos políticos, la creciente
burguesía liberal, que se instauraba como la clase de los sectores medios y numerosos obreros
y campesinos. En Rusia ninguno de estos elementos estaba tan desarrollado como en la
contraparte occidental, existiendo un retroceso materialista en los procesos de producción,
en donde la industrialización se dio bajo unas lógicas que rozaban el vasallaje. El amargo
desencanto de los intelectuales rusos durante las revoluciones liberales, hicieron que
desarrollaran una mirada escéptica e incluso agresiva hacia las doctrinas políticas
occidentales, escudándose en el pensamiento propio que responda a las lógicas que
imperaban a la realidad rusa.

Esto se explicita en la literatura rusa, más particularmente en el realismo. Las concepciones


de mundo tendían a ser abarcadoras de todas las lógicas universales, intentando deslumbrar
en sentido que tendría que embargar la historia. El joven Tolstoi, de un espíritu nihilista, deja
ver su concepción histórica en su magna obra “Guerra y Paz”, título sacado de un texto
homónimo de Proudhon. En la descripción de las batallas, en donde se ve el tumulto que
reina en el avance napoleónico, en donde nadie es capaz de deslumbrar los ganadores ni
perdedores, donde solo es un juego de voluntades, la certeza de la victoria contra el empuje
nacionalista, se ve las múltiples y casi infinitas causalidades de la historia, donde explicarla
y abarcarla en el quehacer histórico es una tarea imposible para el genio humano. Los grandes
personajes, sobre los cuales se han explicado los acontecimientos históricos, no son más que
un elemento más de la infinidad de aspectos de la vida.

El segundo Tolstoi, al final de su vida, encamina su visión de mundo a la simpleza del


campesino, al genio revelador del campo, a la doctrina de cristo como modelo moral para
elevar al pueblo al paraíso terrestre y divino. En su última gran obra, “Resurrección” plantea
el conflicto moral que cae sobre el príncipe Nejliúdov, después de ultrajar a la Maslova, la
criada de la hacienda de sus tías, destruyendo su vida luego de quedar embarazada. Aquí
comienza un viaje de reconversión moral, que termina con su exilio a Siberia. El juicio civil
de la Maslova, que impartía el príncipe en conjunto con el jurado, denuncia las prácticas
comunes de la justicia, ya corrompida por el abuso del poder de las autoridades. El aparataje
de justicia perfeccionado por Nicolas I fue reflejo del miedo que tenia de las revoluciones
liberales, algo que a la larga llevo a la perversión del sistema. Dostoievski, por otro lado, ve
el degeneramiento moral de la intelectualidad y nobleza rusa, y el conflicto moral que
conlleva la vida moderna. En los endemoniados, da un retrato de la intelligentsia,
especialmente los populistas del área más extremista de la izquierda, herederos de este
pensamiento singular y que después tendrían su momento en la revolución de 1905, el 1848
ruso, en donde ya existían las condiciones de una revolución, pero al estilo eslavo,
reemplazando a los liberales por grupos más extremistas de marxistas y socialistas. Estos
intelectuales vivieron un verdadero cisma, en donde se tomaron perspectivas irreconciliables,
como deja ver muy bien la novela de Dostoievski, representando esta tensión en Stepán
Trofímovich y su hijo, Piotr Stepánovich.

Se puede decir de que la revolución de octubre es heredera de este pensamiento singular que
se dio en los intelectuales rusos, Tolstoi y Dostoievski por nombrar a los más importantes,
pero no se puede dejar de lado el nihilismo de Turgueniev, en su novela “padres e hijos”, a
Bakunin, con su exaltación al paneslavismo y su germanofobia, reflejo del espíritu intelectual
de su época. La singularidad del proceso revolucionario soviético es hija de la singularidad
del proceso intelectual que se vivió durante el siglo XIX, que parte por las condiciones
materiales y sociales, lo que genero un pensamiento particular que desencadeno en la
revolución, tal vez en el país menos pensado por los teóricos occidentales.

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