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la hipótesis de la que parte el mismo, que titulé: “LA IMPOSIBILIDAD DEL DESEO:
L’aura”. La hipótesis es la siguiente: demostrar como la compulsión de repetición
situada más allá principio de placer, y que habla de la pulsión de muerte, aparece
solidificada en el síntoma mismo, es decir, cómo en el síntoma se presentifica un
goce pulsional que “no cesa de insistir”.
En “Introducción del narcisismo” (1914), el padre del psicoanálisis, nos dice: “que
se ama a lo que posee el mérito que falta al yo para alcanzar el ideal”. (1)
El paciente no dice no soporto lo que me “falta”, dice: “no resisto un hueco”, y cree
religiosamente que este puede ser llenado, que puede ser tapado.
Por este tiempo, el de las entrevistas, habla de algo que lo preocupa y es la relación
que tiene con una chica, que está de novia con otro muchacho que se llama como él
y con quién, no sólo comparte su nombre como otro, doble; sino que además se ha
visto en la situación, obligado por las circunstancias, de mantener una conversación
sobre ella. Además cuenta que desde hacía tiempo que pensaba alejarse de ella,
debido a otro motivo que lo distanciaba de la joven: no le gustaban sus besos, al
besarla sentía asco.
Este es el primer síntoma del que habla, sabemos que en “Tres ensayos para una
teoría sexual” (1905), el psicoanálisis nos dice que, la inhibición en el camino de la
pulsión sexual, da lugar a fuerzas anímicas contrarias (mociones reactivas),
construidas para la sofocación del displacer. Es decir, el asco es una formación
reactiva, es lo que se llama DIQUES ANÍMICOS, desarrollados en el período de
latencia, posterior al sepultamiento del Complejo de Edipo. (2) Pues bien, se puede
situar el primer hueco-boca-pulsión oral.
También refiere al pasar unos síntomas intestinales que el médico le señala como
de etiología nerviosa. (Había realizado consulta médica por lo que él llamaba
parásitos, etc.)
Mientras tanto en sus dichos insiste el: “No puedo resistir el hueco”. Este de todas
formas se presentifica en los síntomas mismos: la boca, el ano evidencian un hueco,
orificios en lo corporal. Entonces, ¿De qué hueco habla?
En esta relación se van a plasmar toda una serie de síntomas que hablan de sus
fantasías inconscientes. Uno de ellos es antiguo, es sentir asco al besarla, racionaliza
diciendo que es porque fuma y le pide que deje de hacerlo, pero luego este síntoma
desaparece-apareciendo otros, como en un sentido dialéctico, es decir, cubriendo al
anterior pero conteniéndolo y superándolo, por ejemplo: dice sentir rechazo por su
piel, pues cuando mantienen relaciones sexuales ésta, la piel de la joven, se pone
“como piel de gallina”.
Asocia este significante “gallina” con el “se achica”- “sea chica”, el paciente dice:
“soy cobarde, como no puedo amar a esta excelente mujer, ella que en lo espiritual
me da tanto, todo por este detalle físico”. Vemos allí, la dicotomía; cuerpo-aura-
alma, nuevamente insistiendo.
Luego los síntomas aparecen bajo la forma de “queja”, dice: “es linda de cara, pero
“no me gusta su cuerpo”, “su cola y su espalda es muy masculina; yo le digo que sea
más femenina, ella no hace nada por calentarme…” En las asociaciones aparece que
estos rasgos físicos, se relacionan con rasgos físicos de su madre por un lado y de su
hermana por otro. (La cola, la forma de las caderas le recuerdan a su madre, y los
hombros y la espalda a su hermana.) Algo de lo incestuoso aparece.
Comenta también, que durante las relaciones sexuales “no siente la sensación de
penetración…”, es que siente que su pene se pierde en un vacío, habla de la Fantasía
de castración.
Tal vez, podría decirse que todo él se pierde en un vacío, en un hueco; pero la
fantasía de castración a la que alude diciendo que su pene se pierde…, recuerda lo
que Melanie Klein denominó “Fantasía de vagina dentada”.
Pues bien, ¿qué se pone en juego en este nuevo orificio, en este hueco que
pertenece a una mujer? Parecería que al no reconocer los bordes de este hueco, más
que hablar de la castración, de la falta en una mujer, por ejemplo la de su madre,
remite a su propia castración, en tanto queda resonando su “equivoco”, “no siento la
sensación de penetración”. Puede leerse “no es penetrado”.
Comenta que en su iniciación sexual su padre, sólo le dijo: “Cuídate, usa forro”.
A partir del trabajo en análisis, nos enteramos que este decir del padre, tiene dos
lecturas posibles:
Concluyendo:
El síntoma tiene una doble vertiente, por un lado: habla, dice en tanto sabemos que
proviene de lo reprimido porque se subroga ante el yo.
Lo reprimido es para el (yo), tierra extranjera interior y el síntoma nos lleva a lo
inconsciente, a la vida pulsional.
También, la modalidad de satisfacción del síntoma, tiene mucho de extraño.
Es “irreconocible” para el paciente que siente la presente satisfacción, más bien,
como un sufrimiento y como tal se queja de “ello”.
Pero hay algo más que hace que los síntomas, aunque nos parezcan asombrosos e
incomprensibles como medio de la satisfacción libidinal, no nos recuerdan nada de lo
que solemos esperar de una satisfacción. Casi siempre prescinden del objeto y
resignan, por lo tanto, el vínculo con la realidad exterior.
Y esto aparece como consecuencia del extrañamiento respecto del principio de
Realidad y del retroceso al principio de placer. (4) El síntoma es un retroceso a una
suerte de autoerotismo ampliado, como el que ofrecían las primeras satisfacciones
de la pulsión sexual. Entonces, se puede decir que en éste retroceso se aloja la
Compulsión que Freud vislumbra como “Misión paradójica del síntoma”, adecuada
para poner de manifiesto la insistencia de la pulsión. (4)
La pulsión no está regida sólo por el principio de placer. Hay en la pulsión un más
allá arcaico (retroceso) que empuja (drang) a buscar sin fin, la satisfacción.
Entonces, el síntoma satisface ahí mismo donde aparece como doloroso. Podríamos
decir “el síntoma satisface a la repetición” y en un nivel distinto a aquel que el síntoma
habla.