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UNIVERSIDAD CATÓLICA SANTA ROSA

ESPECIALIDAD:

CONVENCIÓN DE GINEBRA Y PROTOCOS


ADICIONALES

PROFESOR: PARTICIPANTE: SANDELI PIRELA

CARACAS, Mayo, DE 2019

INTRODUCCIÓN

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Protocolos Adicionales a los Convenios de Ginebra de 1949

Como se ha expresado en los párrafos precedentes los Convenios de


Ginebra de 1949, es uno de los instrumentos del Derecho Internacional
Humanitario. Al respecto, el Comité de la Cruz Roja Internacional (2003),
señala que estos tratados, universalmente aceptados, protegen a los
combatientes heridos y enfermos, los náufragos, los prisioneros de guerra y
las personas civiles en poder del enemigo. De igual manera, resguardan a la
misión médica, los hospitales, el personal, el material y los transportes
sanitarios.
No obstante, en estos tratados hay vacíos en importantes ámbitos,
como el del comportamiento de los combatientes y el de la protección de la
población civil contra los efectos de las hostilidades. Como medio de
subsanar estos vacíos, en 1977, una conferencia diplomática internacional,
aprueba dos protocolos que complementan los Convenios de Ginebra de
1949: el primero se relaciona con la protección de las víctimas de los
conflictos armados internacionales y, el segundo es relativo a la protección
de las víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional.
Posteriormente, en el año 2005, se estableció un tercer protocolo referente a
la aprobación de un signo distintivo adicional.

Protocolo I relativo a la protección de las víctimas de los conflictos


armados internacionales.
El protocolo I se aplica en situaciones de conflicto armado
internacional, estableciendo límites a la forma de conducir las operaciones
militares y está conformado por 102 artículos, en los que se señalan
medidas para proteger de los efectos de la guerra tanto a la población civil,
como a los médicos militares y civiles.

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Es necesario destacar que, en el artículo 1 del Protocolo I se amplía la
conceptualización de conflicto armado internacional abarcando las guerras
de liberación nacional y definiendo los objetivos legítimos en caso de
acometida militar. Adicional a esto, las disposiciones establecidas desde el
artículo 48 al 56 prohíben los ataques indiscriminados y las represalias
contra: la población civil y las personas civiles (arts. 48 y 51), los bienes de
carácter civil (arts. 48 y 52), los bienes indispensables para la supervivencia
de la población civil (art. 54), los bienes culturales y los lugares de culto (art.
53), las obras y las instalaciones que contienen fuerzas peligrosas (art. 56),
el medio ambiente natural(art. 55). Las violaciones de estas prohibiciones se
consideran infracciones graves del Derecho Internacional Humanitario y, por
tanto, son calificadas como crímenes de guerra.
Por otra parte, en los artículos 8-31 se extiende la protección
estipulada en los Convenios de Ginebra para todo el personal, las unidades y
los medios de transporte sanitarios, tanto civiles como militares; mientras
que, en el artículo 33 se implanta la obligatoriedad de buscar a las personas
dadas por desaparecidas.
Otra de las novedades que contiene el Protocolo I, se relaciona con el
refuerzo a las disposiciones relativas a la distribución de socorros a la
población (arts.68-71); la protección otorgada para las actividades de
organismos de protección civil (arts. 61-67) y las medidas que los Estados
han de tomar para facilitar la aplicación del derecho internacional humanitario
(arts.80-91).
Cabe destacar que, para dar respuesta a cualquier infracción grave o
violación de los Convenios y el Protocolo I, en el artículo 90 se constituye
una Comisión Internacional de Encuesta que podrá investigar todo hecho
denunciado, estableciendo además que todos los Estados partes pueden
aceptar la competencia de la Comisión.

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Protocolo II relativo a la protección de las víctimas de los conflictos
armados sin carácter internacional.
Posterior a la II Guerra Mundial surgieron numerosos conflictos
armados que en su mayoría son de carácter interno, al respecto sólo el
artículo tres de los Convenios de Ginebra es aplicable a este tipo de
situaciones, siendo insuficiente para resolver los graves problemas que éstos
plantean en el ámbito humanitario. De allí que, en 1977 se adopta el
Protocolo II, el cual de acuerdo a lo señalado por el Comité Internacional de
la Cruz Rojas (2003), tiene como principal objetivo:

Hacer aplicar las normas principales del derecho de los conflictos


armados a los conflictos internos, sin, por ello, restringir el derecho
que tienen los Estados de mantener o restablecer el orden público
ni los medios de que disponen, ni permitir la justificación de una
intervención extranjera en el territorio nacional.

Es de hacer notar que, en ninguno de los 28 artículos que constituyen


este Protocolo, se contempla alguna normativa aplicable a disturbios internos
que acontecen en un determinado país tales como motines, manifestaciones,
y actos aislados de violencia. Sin embargo, amplían el núcleo del
humanitarismo, establecido en los Convenios antes citados, tal cual como se
describe a continuación:
En el artículo 4 se refuerzan las garantías fundamentales de las que
se benefician todas las personas que no participan o que han dejado de
participar en las hostilidades y, en los artículos 5 y 6 se establecen los
derechos de las personas privadas de libertad y las garantías judiciales de
quienes son objeto de acciones penales en relación con un conflicto armado.
De igual manera, los artículos 13, 14, 15 y 16, prohíben los ataques
dirigidos contra: la población civil, las personas civiles, los bienes
indispensables para la supervivencia de la población, las obras e
instalaciones que contienen fuerzas peligrosas, los bienes culturales y los
lugares de culto.

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Por otra parte, en el artículo 17 se reglamenta el desplazamiento
forzado de la población civil, mientras que en el 7 se reconoce la protección
de los heridos, enfermos y náufragos y, en los artículos 9-11 se establecen
medidas que garantizan la protección del personal sanitario y religioso, de la
misión médica, de las unidades y transportes sanitarios.
En este contexto, el Protocolo II establece en su artículo 18 que las
organizaciones imparciales de socorro humanitario, como el Comité
Internacional de Cruz Roja, podrán continuar ofreciendo sus servicios, sin
embargo limita el empleo de la cruz roja y de la media luna roja únicamente a
las personas y bienes autorizados a ostentarlos (art.12).

Protocolo III relativo a la aprobación de un signo distintivo adicional.


Es de hacer notar que, desde el Convenio de Ginebra de 1864 se
consideró la necesidad de utilizar un símbolo de protección que pudiera ser
reconocido fácilmente en el campo de batalla, es así como surge la iniciativa
de crear el emblema de la cruz roja sobre un fondo blanco, que invierte los
colores de la bandera nacional suiza.
Posteriormente, en 1929, los países reunidos en una conferencia
diplomática reconocieron no solo la cruz roja, sino también el león y el sol
rojos, como símbolos que identifican al personal médico, los centros médicos
civiles y militares, las unidades móviles y los barcos hospitales. Otro
emblema que ha sido utilizado por Israel es el Escudo Rojo de David, aunque
este no se encuentra establecido en los Convenios de Ginebra.
Los símbolos antes mencionados, en ocasiones han sido visualizados
como vínculos religiosos, políticos o culturales que podrían generar malestar
entre las naciones, de allí que en diciembre de 2005, se adoptó un Tercer
Protocolo Adicional donde se establece otro emblema distintivo: el cristal
rojo, siendo éste un signo distintivo opcional que goza de la misma
consideración que la cruz roja y la media luna roja pudiendo ser utilizado en

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contextos donde éstos no puedan usarse, con la finalidad de salvar vidas y
aliviar el sufrimiento en situaciones bélicas.
Para finalizar, debe destacarse que, a pesar de su relevancia los
protocolos adicionales aún no gozan de la universalidad de los Convenios de
Ginebra, por lo que el cumplimiento de las obligaciones que se establecen en
ellos es inherente solo a algunos Estados, lo cual impide que todas las
víctimas de los conflictos armados se beneficien de una protección idéntica.

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