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Antropología Y Fenomenología de La Religión

Antropología y Fenomenología de la Religión (Universidad de Castilla La Mancha)

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ANTROPOLOGÍA Y
FENOMENOLOGÍA DE LA RELIGIÓN
1. Introducción
Antropología de la religión es una rama de la antropología que estudia el origen, desarrollo y
evolución, de los fenómenos religiosos en las distintas sociedades y grupos humanos. La
antropología moderna adopta una completa continuidad entre el pensamiento mágico y la
religión y que cada religión es un producto cultural creado por la comunidad que la práctica.

A partir de la definición de un concepto ha de tenerse en cuenta que se ha llegado a dicha


definición partiendo de innumerables datos y casos particulares. Aun teniendo el defecto de
incluir en la misma la visión o interpretación de quien estudia los datos, la definición como punto
de partida para una explicación constituye la segunda parte de un proceso inductivo-deductivo.

La religión, por su universalidad y evolución a través de los tiempos y culturas, es un concepto


de muy difícil definición. Se puede decir que hay tantas definiciones como estudiosos del
fenómeno religioso. Pero podemos agruparlas en tres categorías: históricas, teológico-
filosóficas y antropológicas.

En el primer grupo tenemos interpretaciones de la religión como explicación racional de los


misterios de la naturaleza, es la religión animista, también se ha visto en lo religioso una forma
de controlar los fenómenos a través de la magia, o como respuesta a los sentimientos de soledad
ante los fenómenos de la naturaleza o el misterio de la muerte. Durkheim concibe la religión
como inseparable de la organización social –totemismo-. Cada época o entorno sociocultural
hace un enfoque conceptual diferente del término religión. Para la cultura occidental hay
religiones primitivas o politeístas y religiones monoteístas o “de libro”, por alusión a que se ha
recogido en escrituras los dogmas de fe y de la moral.

Entre las definiciones teológico-filosóficas tenemos a una larga lista de filósofos, teólogos y
estudiosos que enfocan la religión de forma esencialista. Tratan de definir lo religioso por su
contenido, sus dogmas. La religión como sistema de creencias. Pero este tipo de definición al no
llegar a explicar conceptos como lo sagrado, el misterio o lo absoluto dejan la puerta abierta a
otro tipo de explicaciones.

Las definiciones antropológicas son funcionalistas, se fijan en la acción, la estructura social y los
aspectos pragmáticos. Frente al esencialismo de lo sagrado y lo profano como explicación del
mundo, se oponen la interpretación de las creencias y ritos como elementos activos de control,
o la religión como una estructura social.

En los pueblos primitivos, la religión constituye el principal entramado social que brinda
estabilidad y afán de supervivencia al grupo a través del mito. Estos grupos se sienten
descendientes de un dios, semidiós o héroe y con un cometido místico (ritos). En las sociedades
modernas, la religión ha perdido importancia en estas funciones. Ya no representa la única

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forma de moral, al desarrollarse el Derecho; y las instituciones del Estado desempeñan gran
parte de las funciones que tradicionalmente venía realizando la religión.

Las funciones más elementales de la vida religiosa se pueden resumir en estas:

• Cosmovisión o interpretación del mundo: origen, sentido, destino, salvación…


• Estabilidad social, dirigida al grupo como tal, a través de la sacralización de la familia y
el trabajo, de la moral y la autoridad, instituciones, ritos de paso y de sacrificio, etc.
• Función económica y de control. Aparición del capitalismo.
• Función psicológica, de estabilidad emocional, dirigida al individuo: sentido a la vida,
salvación individual mediante la gracia, integración en la comunidad celeste mediante
la salvación.

En la definición nominal tampoco hay acuerdo entre los estudiosos de este campo. Unos la
hacen derivar de la palabra latina religere en el sentido de preocupación, de prestar atención,
de práctica intimista; del término relegere como actividad social y legal perteneciente a lo
público y a la esfera del Estado; y de religere como atadura y unión con lo divino a través de la
moral (S. Agustín).

El mundo romano concibe la devoción a los dioses como un sistema de prestación-


contraprestación, como un culto público y privado. Por eso, la relación legal con los dioses dará
una gran relevancia al derecho en la teología escolástica medieval. En la evolución de la religión
romana se observan tres etapas claras:

1. Periódico itálico, en el que predominan las divinidades indígenas.


2. Periodo helénico. Tras el contacto con el mundo helenístico, el espíritu de piedad
ingenua da paso a una religiosidad filosófica y formal.
3. Periodo oriental en el que se busca la felicidad y una vida eterna segura a través de ritos
mistéricos: Dioniso, Démeter, Cibeles, Isis, Osiris y Mitra, entre otros.

En el mundo medieval conviven los restos de la religiosidad romana bajo la forma de elementos
mágicos: pócimas, conjuros, encantamientos, etc., con la religiosidad cristiana que va haciendo
calar su pensamiento religiosos en las nuevas sociedades recién cristianizadas. De aquí surge el
fenómeno de la religiosidad popular en contraposición al de religiosidad oficial.

Durante el Renacimiento se inicia la separación entre teología y religión. Al ponerse de moda la


mitología clásica aparece un elemento de referencia frente al absolutismo teológico medieval.
G. Boccaccio escribe una Genealogía de los dioses (1360).

La ilustración someterá a la religión a los “límites de la razón” (Kant). Se traducen textos


religiosos de otras culturas, aparece el deísmo, los diccionarios enciclopédicos, la crítica a los
textos bíblicos, se combate la superstición y se ataca el poder de la Iglesia. La filosofía empirista
(Hume) pondrá en duda los principios de la filosofía tradicional como el de la causalidad.

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La interpretación de la religión toma un rumbo inesperado en el s. XIX con los trabajos de Comte,
Darwin y Freud. Éste último considera el concepto de Dios como la máxima creación cultural por
dotar a la Humanidad de un padre que ha de emparejarse de forma natural con la madre-tierra.

Las interpretaciones clásicas de lo que es religión hacen hincapié en los conceptos esenciales –
visiones esencialistas- del fenómeno religioso: lo divino o sagrado, el misterio, la fuerza vital, el
Tao, el mana, etc. Todas estas definiciones o interpretaciones del hecho religioso descansan en
dos conceptos generales aceptados por los representantes de este enfoque sustantivista: las
creencias y los rituales. Es decir, que los hechos religiosos que adolecen de alguno de estos dos
elementos no deberían incluirse en la categoría de fenómeno religioso. Un sistema de creencias
sin una estructura ritual no es propiamente un fenómeno religioso. Y, así mismo, una acción
ritualizada que no va dirigida a algún tipo de entidad suprahumana no es un rito en el sentido
religioso. Por ejemplo: fumar, las diferentes formas de protocolo, las costumbres sociales,
algunas prácticas y técnicas yóguicas. ¿Es posible hablar de una sacralidad sin Dios como se ha
interpretado el budismo?. ¿Estarían algunas prácticas budistas en el límite del concepto de
religión?

Por todo ello, es necesario acotar el término religión para no acabar incluyendo en esta categoría
los fenómenos psicológicos, mágicos o actuaciones terapéuticas. Sería un error epistemológico
considerar la acupuntura, el tai-chi, el Logos griego o el Ser parmenídeo como conceptos
religiosos aunque coincidan sus atributos con algunos de los asignados al dios cristiano; o al Dalai
Lama como el Hijo de Dios cristiano, o a la Ilíada y la Odisea como libros sagrados a pesar de su
alto contenido religioso, o a algunos filósofos griegos como creadores de sectas religiosas.

El principal escollo con que se encuentra este enfoque esencialista o conceptual del hecho
religioso es que no se puede definir con claridad términos como divinidad, lo sagrado, el misterio
o el más allá. De esta forma nos encontramos de vuelta al comienzo de la investigación: cómo
definimos lo esencial del fenómeno religioso para saber si una acción es religiosa o no.

Las interpretaciones funcionalistas no se preguntan “qué es lo religioso” sino el “para qué”, cuál
es el objetivo del hecho religioso. El principio darvinista de que la función crea el órgano, hace
preguntarse a los sociólogos de la religión si la finalidad no estará en el comienzo del proceso
religioso. Si existe una necesidad de explicación del mundo, del más allá, surgirá la respuesta
cultural idónea a esa inquietud básica.; viene a decir que la integración es la función de la religión
y, al revés, siempre que ocurra algún tipo de integración nos hallamos ante un fenómeno
religioso. En el mismo sentido van las opiniones de Talcott Parsons, C. Geertz, Malinovski, entre
otros funcionalistas. Si hablamos de integración del individuo en una sociedad atemporal o
extramundana tendría pleno sentido aplicarle el término religioso. Pero si lo aplicamos a los
actos de integración social, entonces deberíamos incluir en lo religioso a los ateos y a toda acción
social. El concepto de religión se vuelve inflacionista y llegaría a identificarse con sociedad.
Algunas formas religiosas sitúan muy próximos el Estado / grupo y lo sagrado (totemismo y
religión romana, por ejemplo) ya que consideran al grupo –no a los individuos- heredero del
carisma de sus dioses.

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Sería el caso de los líderes religiosos que, al prometer la salvación o un paraíso celeste, quedarían
incluidos en la categoría de “religiosos”; a pesar de que en la definición conceptualista no lo
serían por carecer de rituales y muchas veces de creencias ya que basan toda su actividad
espiritual en su propio carisma. Los líderes religiosos cuanto más carismáticos son, menos
utilización hacen de los recursos del ritual y de las creencias. Deberían considerarse religiosos
en el sentido funcionalista, por ofrecer una salvación ultraterrena a sus seguidores. Estas
soluciones salvíficas quedarán plasmadas más tarde en forma textual y de rituales evocativos de
las acciones y milagros del líder. Así pues, la religión está en germen en los movimientos
carismáticos, y en pleno desarrollo al fijarse el dogma y creencias en forma de texto normativo.

Cuando se recurre a una definición lo que se busca es acotar y limitar el terreno a base de
conceptos claros y distintos como diría Descartes. Una definición funcionalista es maximalista al
considerar la teoría de la religión como una parte de la teoría social. La religión se convierte así
en algo práctico. Si tomamos una definición muy general de lo religioso, caemos en el error de
considerar religioso cualquier fenómeno de carácter espiritual o terapéutico como ocurrió con
la acupuntura o como algunos artistas que atribuyen su genialidad a una influencia divina. Si
adoptamos una definición partiendo del estudio de grupos pequeños o de comunidades que no
representan a la mayoría del grupo social, no conseguiremos una visión completa del fenómeno
religioso. El trabajo de campo debe hacerse sobre todo el grupo social considerando tanto los
grupos mayoritarios como las minorías y la evolución –diacronía- de las ideas religiosas en
paralelo a los cambios sociales.

Pero el problema más grave para una teoría social de la religión no es la amplitud del campo a
observar sino el punto de partida. Se ha elaborado una teoría de la religión partiendo de una
religión dada: el cristianismo, y en una sociedad dada, la occidental. Este punto de partida
defectuoso está condicionando en gran medida una interpretación neutra del fenómeno
religioso como vemos actualmente con la categorización de sectas que se aplica a todo
movimiento religioso que disienta de la ortodoxia cristiana.

El concepto de religión surge como una generalización y exportación de rasgos del cristianismo
occidental a otros fenómenos espirituales y sociales similares en otras sociedades, lo que lleva
consigo el prejuicio etnocentrista típico de los comienzos de la antropología como ciencia social.
De esta forma, no se concibe una definición de religión que no incluya al cristianismo.
Cristianismo y occidente son conceptos inseparables. Al aplicar el concepto occidental de
religiosidad a las estructuras sociales de pueblos primitivos o de oriente entramos en la paradoja
de que la religiosidad oriental, confucionismo, budismo, hinduismo, jainismo y sinto, no
constituyen propiamente religiones sino sistemas morales, sabiduría sobre la vida y técnicas de
interiorización.; Todo concepto de religión debe al menos cumplir el requisito de englobar las
formas religiosas de oriente y de occidente.;

Los principales conceptos para el estudio de la fenomenología de la religión como iglesia, secta,
religiosidad popular frente a religiosidad oficial, líder carismático (mesianismo), práctica
simbólica (ritos), ideología religiosa (dogmas), proceden de una experiencia histórica
determinada, de una tradición cristiana y no son exportables a otras formas de religiosidad o de
espiritualidad. Para hacer una aproximación neutra a la religiosidad primitiva o al pensamiento
oriental deben entenderse estos conceptos dentro del contexto de la cultura social del grupo al

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que pertenecen. La generalización, en un tema tan complejo como este, es el mayor enemigo
de esa veracidad a la que debe aspirar cualquier estudioso del fenómeno religioso. Así por
ejemplo, los conceptos de mana, magia, chi, energía universal o maestro no coinciden con sus
homólogos occidentales de divinidad, oración, Dios o Hijo de Dios. La idea mesiánica que
encierra el concepto de Hijo de Dios, como salvador único o renovador del orden establecido
nos llega a través del judaísmo. No se puede aplicar este concepto a la idea que en oriente se
tiene del maestro espiritual o del mahatma.

Como modo de aternativa al etnocentrismo la vemos en; cuando separa lenguaje religioso del
lenguaje teológico. Téngase en cuenta que el lenguaje religioso es la manifestación simbólica de
una ideología religiosa. Cuando se toma una palabra (=concepto) del lenguaje de la vida
cotidiana y se aplica a un concepto teológico, debe tenerse en cuenta que le hemos dado una
carga semántica extra. La religión, separada así de la teología con la que nada tiene que ver,
permite acercarnos al fenómeno religioso desde un planteamiento neutro. La teología es un
discurso sobre Dios, mientras que la religión es una actitud, una creencia, una oración. Un
teólogo es un gramático del lenguaje religioso. Las metafísicas sirven de mucho pero no dicen
nada.;. El lenguaje de la teología sin la experiencia de lo religioso se vuelve vacío.

Otro intento de los estudiosos empiristas del fenómeno religioso por encontrar un concepto
religioso que incluya Oriente y Occidente es reducir el concepto de religión a un
comportamiento moral en el sentido de estilo de vida o de comportamiento ético. Otros autores
reducen lo religioso a la función psicológica; de los mitos incluyendo la religión en el campo
emocional.

Ya que resulta tan difícil definir lo que se entiende por religión sería mejor prescindir de este
término y referirse a lo religioso como “fenomenología de la religión” o “fenómeno religioso”.

La aportación de la Antropología al conocimiento e intervención


social.
La antropología aplicada se ocupa de las investigaciones que tienen aplicaciones prácticas más
o menos inmediatas. Su núcleo consiste en estudios patrocinados por organismos públicos y
privados con un interés en el logro de fines prácticos.

El papel del antropólogo aplicado puede consistir meramente en investigar los posibles medios
para alcanzar dichos fines, o contempla el diseñar planes y ejecutarlos, así como evaluar los
resultados de su ejecución. Los antropólogos que contribuyen a la ejecución de un programa se
denominan antropólogos de intervención.

A veces es difícil trazar la línea de división entre la investigación aplicada y la no aplicada: la


teorización abstracta a veces tiene aplicaciones prácticas importantes como por ejemplo las
causas de las diferencias y las similitudes socioculturales pueden ser los principios a los que deba
ajustarse un programa sobre por ejemplo causas del subdesarrollo o pobreza urbana. Una mejor
comprensión de los procesos responsables de la evolución de las sociedades industriales puede
incidir en políticas de inversión de grandes organizaciones y gobiernos. Importancia de las
premisas correctas.

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Los antropólogos pueden hacer tres aportaciones básicas:

1. La detección y control del etnocentrismo.

Revelando los rasgos etnocéntricos, ligados a la propia cultura, que suelen caracterizar los
contactos interculturales e impiden que los programas de cambio cumplan sus objetivos. Ej.: el
antropólogo juzga con más cautela las prácticas tradicionales (las ideas americanas sobre que la
leche es el alimento ideal cuando hay países menos desarrollados que carecen de la enzima que
permite digerir la lactosa o razones de la premasticación de la comida para los bebés como
medio para combatir la anemia).

2. Una visión holística: ser consciente del corto y medio plazo, de lo cercano y lo distante,
de las otras partes de lo que se estudia.

La sociedad industrial es cada vez más especializada y tecnocrática y cada vez se utilizan
conjuntos de reducidas variables fácilmente cuantificables para verificar el cumplimiento o no
de determinadas metas de una organización. Estas variables fácilmente verificables son sólo una
parte de un conjunto más amplio de variables que se desprecia aunque con frecuencia tienen la
capacidad de invalidar los efectos observados de las anteriores.

3. Las visiones etic y emic de las organizaciones.

La burocracia de las sociedades industriales lleva a que las organizaciones establezcan planes
teniendo en cuenta sólo los aspectos mentales emic. El antropólogo aporta simultáneamente
una visión emic y etic de las organizaciones de las que carece la burocracia.

Dimensiones de la antropología aplicada: algunos ejemplos.

Desarrollo agrícola. Los antropólogos han estudiado las aspiraciones y condiciones de la vida
campesina. El poco éxito de proyectos agroforestales en Haití y la diferente orientación del
Proyecto Agroforesal haitiano dirigido por Murray (campesinos orientados al mercado y
establecimiento de una reforestación dando el control a los campesinos).

Arqueología y desarrollo agrícola. El conocimiento arqueológico ha permitido conocer formas


de cultivo de las patatas en los altos Andes de Bolivia regados con canales de hace más de 1000
años, conocimientos que aplicados a los cultivos actuales han permitido mejorar los
rendimientos.

Arqueología y protección medioambiental. Se han realizado estudios de la basura y desperdicios


en vertederos que muestran las diferencias etic entre lo que la gente dice y lo que hace: 1) se
consume más grasas, alcohol, y pastelería industrial que lo que se reconoce (valor para sanitarios
y nutricionistas), 2) la descomposición de los perecederos es más lenta de lo que se pensaba 3)
movimientos de los metales pesados, algunos de ellos tóxicos.

Desarrollo económico: recogida de algas en Zanzíbar. Otros antropólogos se dedican a evaluar


los efectos de las innovaciones en la población rural. La recogida de algas introducida por dos

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compañías que compraban algas a los agricultores y las vendían a multinacionales, supuso
cambios ya que las principales productoras fueron mujeres que tenían el control sobre estos
ingresos y los utilizaban para comprar artículos de interés para las mujeres.

Preservar un estilo de vida: seguridad económica para los cree. Se estudió, dentro de un
programa de renta mínima para los indios cree de Québec, que mejoras en su nivel de vida no
afectarían al entramado básico de su cultura.

Antropología médica.

Los antropólogos pueden ayudar a comprender a los investigadores médicos la interrelación


entre los factores culturales y naturales que provocan que la gente enferme.

Sida: Importancia de identificar y modificar las pautas de comportamiento que aumentan o


disminuyen el riesgo. Caso de Uganda y la necesidad de las mujeres de tener más de un
compañero sexual bajo condiciones económicas adversas. O estudio del Bronx en Nueva York
según el cual las mujeres aisladas por la pobreza, la enfermedad y la adicción a las drogas
necesitan tener sus propios hijos para reafirmar su status y si se les separa de los hijos tienden
a tener más.

Enfermedad de Alzheimer: otros antropólogos están contribuyendo a programas para mejorar


la integración de las víctimas de la enfermedad en grupos de apoyo que benefician tanto a los
cuidadores como a los enfermos.

Demografía: errores en el censo norteamericano. Se omitió la inclusión de grupos minoritarios,


latinos y afroamericanos, por el entorno hostil, la subcontabilidad dentro de las familias para no
perder prestaciones sociales y la complejidad de las estructuras familiares.

Antropología física aplicada: ciencia forense. La amplía formación en anatomía y biología


humana de los antropólogos físicos les da una capacidad forense que ha servido para ayudar en
casos a tribunales y policía a identificar cuerpos de nativos.

Antropología física, pobreza y salud. Los antropólogos físicos tienen una situación privilegiada
para intentar comprender las relaciones entre la pobreza y numerosas discapacidades que
afectan, sobre todo, a los niños pobres (rendimiento escolar, crecimiento más lento...).

La toma de postura: antropología comprometida.

Papel a desarrollar por el antropólogo cuando sus análisis o sugerencias a un proyecto


controlado por administradores o políticos no es aceptado: ofrecer testimonio a favor de grupos
cuyos derechos son violados (asistencia a pobres, asistencia a aquellos cuyas prestaciones del
Estado han prescrito por ineptitud burocrática o desbarajuste administrativo…). No son
“abogados de los pobres” sino que proporcionan a administradores, políticos y legisladores un
análisis objetivo de una situación u organización y su acción se limita a sugerir un plan y no a
ejecutarlo. Otros antropólogos consideran que la objetividad es ilusoria y hay discrepancias
sobre cómo resolver la relación más adecuada entre conocimiento y logro de fines prácticos
comprometidos.

Por Antropología aplicada se entiende a la aplicación de prácticas y teoría de la antropología


para el análisis y solución de problemas. La antropología aplicada puede ocupar elementos

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desde cualquiera de sus sub-disciplinas (a saber: Arqueología, Antropología física o biológica,


Antropología sociocultural, Antropología lingüística), así como también una variedad amplia de
herramientas metodológicas, donde resalta el uso de la Etnografía. Otras herramientas puede
incluir: Análisis de redes, estudios de encuestas, datos estadísticos, análisis textual (contenido y
discurso), entrevistas semi-estructuradas, grupos focales, etc.

Una preocupación de la Antropología Aplicada es la transformación de un estado A a otro B, es


decir, es la realización de un cambio social dirigido por un investigador con mayor o menor
participación de la comunidad, dependiendo de los niveles de métodos participativos que se
utilicen en él.

Para la antropología aplicada se vuelve fundamental la realización de un diagnóstico social, el


cual funcionará como bisagra entre la investigación primaria (información de primera mano
recogida durante el trabajo de campo: etnografía y observación participante) y la información
secundaria (recolección de información bibliográfica y datos previos). Dicha herramienta
metodológica es fundamental, en tanto va de cara a la acción.

Campos de acción de la Antropología Aplicada en su entorno


Estos campos representan algunos ejemplos del trabajo de antropólogos aplicados.

• Antropología médica: También llamada antropología de la salud, se preocupa


tradicionalmente de problemas como la relación proveedor de salud-paciente;
epidemiología en contextos multiculturales; el estudio de los sistemas de salud; el
desarrollo de políticas públicas de salud.
• Antropología del Desarrollo:Se encarga de generar y aplicar modelos de desarrollo social,
económico y cultural, respetando la diversidad cultural. Trabaja en escenarios complejos
en temas como la superación de la pobreza, desintegración social, comunicación
intercultural, etnodesarrollo.
• Antropología económica: Se ocupa de las relaciones sociales-económicas que se dan en la
producción, distribución y consumo. Estudios que analizan el capital social, cultural y
económico y su interdependencia. Aplica programas de micro-créditos, distriubión del
trabajo o sistemas monetarios.
• Antropología y políticas públicas: aporta Estudios para la focalización, desarrollo y
aplicación de políticas públicas en diversos ámbitos.
• Antropología Industrial: Se encarga del estudio de las organizaciones industriales como las
empresas. En áreas como Desarrollo organizacional, cultura organizacional, desarrollo e
innovación, estudios de mercado, definición de estrategias industriales. En general con lo
que se conoce como "gestión del conocimiento" de una organización.
• Antropología y Criminología: Se ocupa del estudio y prevención del crimen. Estudia el
comportamiento criminal, sus origenes, también las víctimas, las instituciones encargadas
de detener, prevenir y castigar el crimen, así como también las penas y la efectividad de
otros mecanismos de prevención del crimen.
• Antropología y medioambiente: Un ámbito de trabajo es la realización de estudios que
midan el Impacto ambiental que generan proyectos sobre determinadas áreas, en el medio
ambiente, tanto biológico, humano y también patrimonial.
• Antropología forense: Presta peritajes desde el conocimiento biológico (identificación e
individuación de restos humanos), como también peritajes sociales. Para la declaración y
esclarecimiento de los hechos ante un juicio.

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• Antropología y educación: Varios antropólogos lingüistas se dedican al diseño, promoción


e implementación de EIP (educación intercultural plurilingüe) en contexto
interculturales(culturas con distintos idioma conviviendo bajo un mismo Estado), así como
también a la educación de adultos (antropogogía por ejemplo).
• Trabajo interdisciplinario: El antropólogo aplicado es un excelente miembro en grupos de
trabajo interdiciplinarios en diversos ámbitos, aportando elementos para la integración del
grupo de profesionistas y su comunicación. Actúa como un generalista (en oposición a
especialista) motivando el dialogo, traduciendo y comunicando distintas disciplinas,
aportando con su conocimiento holístico (integral) a distintos proyectos.

Esto es un contraste con muchos antropólogos socioculturales académicos, que pueden estar
ocupados en crear modelos teóricos que se corresponde con estas unidades de análisis, p.ej.
desigualdad social, performance, intercambio, sentido y así sucesivamente. Algunas veces la
investigación que cae en el campo aplicado se dice "aplicada" en contraste con la investigación
académica, que es conocida como "básica".

Antropología, estudio de los seres humanos desde una perspectiva biológica, social y humanista.
La antropología se divide en dos grandes campos: la antropología física, que trata de la evolución
biológica y la adaptación fisiológica de los seres humanos, y la antropología social o cultural, que
se ocupa de las formas en que las personas viven en sociedad, es decir, las formas de evolución
de su lengua, cultura y costumbres.

La antropología es fundamentalmente multicultural. Los primeros estudios antropológicos


analizaban pueblos y culturas no occidentales, pero su labor actual se centra, en gran medida,
en las modernas culturas occidentales (las aglomeraciones urbanas y la sociedad industrial). Los
antropólogos consideran primordial realizar trabajos de campo y dan especial importancia a las
experiencias de primera mano, participando en las actividades, costumbres y tradiciones de la
sociedad a estudiar.

La antropología (del griego ἄνθρωπος anthropos, «hombre (humano)», y λόγος, logos,


«conocimiento») es la ciencia que estudia al ser humano de una forma integral. Para abarcar la
materia de su estudio, la antropología recurre a herramientas y conocimientos producidos por
las ciencias sociales y las ciencias naturales. La aspiración de la disciplina antropológica es
producir conocimiento sobre el ser humano en diversas esferas, intentando abarcar tanto las
estructuras sociales de la actualidad, la evolución biológica de nuestra especie, el desarrollo y
los modos de vida de pueblos que han desaparecido y la diversidad de expresiones culturales y
lingüísticas que caracterizan a la humanidad.

Las facetas diversas del ser humano implicaron una especialización de los campos de la
Antropología. Cada uno de los campos de estudio del ser humano implicó el desarrollo de
disciplinas que actualmente son consideradas como ciencias independientes, aunque
mantienen constante diálogo entre ellas. Se trata de la Antropología física, la Arqueología, la
Lingüística y la Antropología social. Con mucha frecuencia, el término Antropología solo se aplica
a esta última, que a su vez se ha diversificado en numerosas ramas, dependiendo de la
orientación teórica, la materia de su estudio o bien, como resultado de la interacción entre la
Antropología social y otras disciplinas.

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La antropología se constituyó como disciplina independiente durante la segunda mitad del siglo
XIX. Uno de los factores que favoreció su aparición fue la difusión de la teoría de la evolución,
que en el campo de los estudios sobre la sociedad dio origen al evolucionismo social, entre cuyos
principales autores se encuentra Herbert Spencer. Los primeros antropólogos pensaban que así
como las especies evolucionaban de organismos sencillos a otros más complejos, las sociedades
y las culturas de los humanos debían seguir el mismo proceso de evolución hasta producir
estructuras complejas como su propia sociedad. Varios de los antropólogos pioneros eran
abogados de profesión, de modo que las cuestiones jurídicas aparecieron frecuentemente como
tema central de sus obras. A esta época corresponde el descubrimiento de los sistemas de
parentesco por parte de Lewis Henry Morgan.

Desde el final del siglo XIX el enfoque adoptado por los primeros antropólogos fue puesto en
tela de juicio por las siguientes generaciones. Después de la crítica de Franz Boas a la
antropología evolucionista del siglo XIX, la mayor parte de las teorías producidas por los
antropólogos de la primera generación se considera obsoleta. A partir de entonces, la
Antropología vio la aparición de varias corrientes durante el siglo XIX y el XX, entre ellas la
escuela culturalista de Estados Unidos, el Estructural-funcionalismo, el Estructuralismo
antropológico, la Antropología marxista, el Procesualismo, el Indigenismo, etc.

La antropología es, sobre todo, una ciencia integradora que estudia al hombre en el marco de la
sociedad y cultura a las que pertenece, y, al mismo tiempo, como producto de éstas. Se la puede
definir como la ciencia que se ocupa de estudiar el origen y desarrollo de toda la gama de la
variabilidad humana y los modos de comportamientos sociales a través del tiempo y el espacio;
es decir, del proceso biosocial de la existencia de la especie humana.

2. Historia
Desde tiempos remotos, viajeros, historiadores y eruditos han estudiado y escrito sobre culturas
de pueblos lejanos. El historiador griego Herodoto describió las culturas de varios pueblos del
espacio geográfico conocido en su tiempo; interrogó a los informantes clave, observó y analizó
sus formas de vida —al igual que los antropólogos modernos—, e informó sobre las diferencias
existentes entre ellas, en aspectos tan importantes como la organización familiar y las prácticas
religiosas. Mucho más tarde, el historiador romano Tácito, en su libro Germania (hacia el 98
d.C.), reseñó el carácter, las costumbres y la distribución geográfica de los pueblos germánicos.

En el siglo XIII, el aventurero italiano Marco Polo viajó a través de China y otras zonas de Asia,
aportando con sus escritos una información muy amplia sobre los pueblos y costumbres del
Lejano Oriente.

Durante el siglo XV se exploraron nuevos campos de conocimiento debido al descubrimiento


por los exploradores europeos de los diferentes pueblos y culturas del Nuevo Mundo, África, el
sur de Asia y los Mares del Sur, que dio como resultado la introducción de ideas revolucionarias
acerca de la historia cultural y biológica de la humanidad.

A lo largo del siglo XVIII, los estudiosos de la Ilustración francesa, como Anne Robert Jacques
Turgot y Jean Antoine Condorcet, comenzaron a elaborar teorías sobre la evolución y el

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desarrollo de la civilización humana desde sus albores. Estos planteamientos antropológicos y


filosóficos chocaban con el relato bíblico de la creación y con los dogmas teológicos que
afirmaban que determinadas culturas y pueblos no occidentales habían caído en desgracia
divina y, por ello, habían degenerado hacia una situación denominada peyorativamente
‘primitiva’.

El hallazgo de un fósil en Neandertal (Alemania) en 1856 y los restos del hombre de Java (Homo
erectus) en la década de 1890, proporcionaron pruebas irrefutables del larguísimo proceso de
evolución del hombre. En la abadía Boucher de Perthes (véase Jacques Boucher), en las
proximidades de París, se descubrieron también diversos utensilios de piedra que corroboraron
que el proceso evolutivo de la prehistoria humana tal vez se remontara a cientos de miles de
años atrás. Desde un principio, la arqueología se convirtió en una compañera inseparable de la
emergente disciplina antropológica.

La antropología surgió como campo diferenciado de estudio a mediados del siglo pasado. En
Estados Unidos, el fundador de dicha disciplina fue Lewis Henry Morgan, quien investigó en
profundidad la organización social de la confederación iroquesa (véase Confederación iroquesa).
Morgan elaboró en su estudio La sociedad primitiva (1877) una teoría general de la evolución
cultural como progresión gradual desde el estado salvaje hasta la barbarie (caracterizada por la
simple domesticación de animales y plantas) y la civilización (iniciada con la invención del
abecedario). En Europa, su fundador fue el erudito británico Edward Burnett Tylor, quien
construyó una teoría sobre la evolución del hombre que prestaba especial atención a los
orígenes de la religión. Tylor, Morgan y sus contemporáneos resaltaron la racionalidad de las
culturas humanas y argumentaron que en todas las civilizaciones la cultura humana evoluciona
hacia formas más complejas y desarrolladas.

A mediados del siglo XIX se crearon, además, importantes fundaciones de arqueología científica,
sobre todo a cargo de arqueólogos daneses del Museo Nacional de Antigüedades,
Septentrionales en Copenhague. A partir de unas excavaciones sistemáticas llegaron a descubrir
la evolución de los utensilios y herramientas durante la edad de piedra, la edad del bronce y la
edad del hierro. El fundador de la escuela funcionalista de antropología, Bronislaw Malinowski,
afirmaba que las organizaciones humanas debían ser examinadas en el contexto de su cultura y
fue uno de los primeros antropólogos en convivir con los pueblos objeto de su estudio, los
habitantes de las islas Trobriand, cuya lengua y costumbres aprendió para comprender la
totalidad de su cultura.

La antropología aplicada nació en el siglo XIX con organizaciones como la Sociedad Protectora
de los Aborígenes (1837) y la Sociedad Etnológica de París (1838). Estas instituciones se
preocuparon por despertar en Europa una conciencia contraria al tráfico de esclavos y a la
matanza de pueblos indígenas americanos y australianos.

Durante el siglo XIX, la llamada entonces Antropología general incluía un amplísimo espectro de
intereses, desde la paleontología del cuaternario al folclore europeo, pasando por el estudio
comparado de los pueblos aborígenes. Fue por ello una rama de la Historia Natural y del
historicismo cultural alemán que se propuso el estudio científico de la historia de la diversidad
humana. Tras la aparición de los modelos evolucionistas y el desarrollo del método científico en
las ciencias naturales, muchos autores pensaron que los fenómenos históricos también seguirían
pautas deducibles por observación. El desarrollo inicial de la antropología como disciplina más
o menos autónoma del conjunto de las Ciencias Naturales coincide con el auge del pensamiento
ilustrado y posteriormente del positivismo que elevaba la razón como una capacidad distintiva

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de los seres humanos. Su desarrollo se pudo vincular muy pronto a los intereses del colonialismo
europeo derivado de la Revolución industrial.

Por razones que tienen que ver con el proyecto de la New Republic norteamericana, y sobre
todo con el problema de la gestión de los asuntos indios, la antropología de campo empezó a
tener bases profesionales en Estados Unidos en el último tercio del s. XIX, a partir del Bureau of
American Ethnology y de la Smithsonian Institution. El antropólogo alemán Franz Boas,
inicialmente vinculado a este tipo de tarea, institucionalizó académica y profesionalmente la
Antropología en Estados Unidos. En la Gran Bretaña victoriana, Edward Burnett Tylor y
posteriormente autores como William Rivers y más tarde Bronisław Malinowski y Alfred
Reginald Radcliffe-Brown desarrollaron un modelo profesionalizado de Antropología académica.
Lo mismo sucedió en Alemania antes de 1918.

En todas las potencias coloniales de principios de siglo hay esbozos de profesionalización de la


Antropología que no acabaron de cuajar hasta después de la II Guerra Mundial. En el caso de
España puede citarse a Caro Baroja y a diversos africanistas y arabistas que estudiaron las
culturas del Norte de África. En todos los países occidentales se incorporó el modelo profesional
de la Antropología anglosajona. Por este motivo, la mayor parte de la producción de la
Antropología social o cultural antes de 1960 —lo que se conoce como modelo antropológico
clásico— se basa en etnografías producidas en América, Asia, Oceanía y África, pero con un peso
muy inferior de Europa. La razón es que en el continente europeo prevaleció una etnografía
positivista, destinada a apuntalar un discurso sobre la identidad nacional, tanto en los países
germánicos como en los escandinavos y los eslavos.

Históricamente hablando, el proyecto de Antropología general se componía de cuatro ramas: la


lingüística, la arqueología, la antropología biológica y la antropología social, referida esta última
como antropología cultural o etnología en algunos países. Estas últimas ponen especial énfasis
en el análisis comparado de la cultura —término sobre el que no existe consenso entre las
corrientes antropológicas—, que se realiza básicamente por un proceso trifásico, que
comprende, en primera instancia, una investigación de gabinete; en segundo lugar, una
inmersión cultural que se conoce como etnografía o trabajo de campo y, por último, el análisis
de los datos obtenidos mediante el trabajo de campo.

El modelo antropológico clásico de la antropología social fue abandonado en la segunda mitad


del siglo XX. Actualmente los antropólogos trabajan prácticamente todos los ámbitos de la
cultura y la sociedad.

Nacimiento institucional de la antropología


Se considera que el nacimiento de la antropología como disciplina tuvo lugar durante el Siglo de
las Luces, cuando en Europa se realizaron los primeros intentos sistemáticos de estudiar el
comportamiento humano. Las ciencias sociales —que incluyen, entre otras a la jurisprudencia,
la historia, la filología, la sociología y, desde luego, a la antropología— comenzaron a
desarrollarse en esta época.

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Por otro lado, la reacción romántica contra el movimiento ilustrado —que tuvo su corazón en
Alemania— fue el contexto en el que filósofos como Herder y, posteriormente, Wilhelm Dilthey,
escribieron sus obras. En ellas se puede rastrear el origen de varios conceptos centrales en el
desarrollo posterior de la antropología.

Estos movimientos intelectuales en parte lidiaron con una de las mayores paradojas de la
modernidad: aunque el mundo se empequeñecía y se integraba cada vez más, la experiencia de
la gente del mundo resultaba más atomizada y dispersa. Como Karl Marx y Friedrich Engels
observaron en la década de 1840:

Todas las viejas industrias nacionales, han sido o están siendo destruidas a diario. Son
desplazadas por nuevas industrias, cuya introducción, se convierte en un tema de vida o muerte
para las naciones civilizadas, por industrias que no trabajan sólo con materias primas locales,
sino también, con materias primas traídas de los lugares más remotos; industrias cuyos
productos, no son consumidos solo por la población local, sino también por gente de todo el
globo. En lugar de las antiguas demandas de consumo, satisfechas por la producción del país,
encontramos nuevas necesidades, requiriendo para su satisfacción, productos de lugares y
climas distantes. En lugar del antiguo aislamiento nacional y la auto-suficiencia, tenemos
relaciones en todas las direcciones, interdependencia universal de naciones.

Irónicamente, esta interdependencia universal, en vez de llevar a una mayor solidaridad en la


humanidad, coincidió con el aumento de divisiones raciales, étnicas, religiosas y de clase, y
algunas expresiones culturales confusas y perturbantes. Éstas son las condiciones de vida que la
gente en la actualidad enfrenta cotidianamente, pero no son nuevas: tienen su origen en
procesos que empezaron en el siglo XVI y se aceleraron en el siglo XIX.

Institucionalmente, la antropología emergió de la historia natural (expuesta por autores como


Buffon) definida como un estudio de los seres humanos, —generalmente europeos—, viviendo
en sociedades poco conocidas en el contexto del colonialismo. Este análisis del lenguaje, cultura,
fisiología, y artefactos de los pueblos primitivos —como se los llamaba en esa época— era
equivalente al estudio de la flora y la fauna de esos lugares. Es por esto que podemos
comprender que Lewis Henry Morgan escribiera tanto una monografía sobre La liga de los
iroqueses, como un texto sobre El castor americano y sus construcciones.

Un hecho importante en el nacimiento de la antropología como una disciplina institucionalizada


es que la mayor parte de sus primeros autores fueron biólogos (como Herbert Spencer), o bien
juristas de formación (como Bachoffen, Morgan, McLennan). Estas vocaciones académicas
influyeron en la construcción del objeto antropológico de la época y en la definición de dos
temas cruciales para la antropología a lo largo de su historia, a saber: la naturaleza del cambio
social en el tiempo y del derecho (analizado bajo la forma del parentesco) y los mecanismos de
herencia.

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Dado que los primeros acercamientos de la antropología institucional tendían a extender los
conceptos europeos para comprender a la enorme diversidad cultural de otras latitudes no
europeas, se incurrió en el exceso de clasificar a los pueblos por un supuesto grado de mayor o
menor progreso. Por eso, en esos primeros tiempos de indagación etnográfica, productos de la
cultura material de naciones «civilizadas» como China, fueron exhibidos en los museos
dedicados al arte, junto a obras europeas; mientras, que sus similares de África o de las culturas
nativas de América se mostraban en los museos de historia natural, al lado de los huesos de
dinosaurio o los dioramas de paisajes (costumbre que permanece en algunos sitios hasta
nuestros días). Dicho esto, la práctica curatorial ha cambiado dramáticamente en años recientes,
y sería incorrecto ver la antropología como fenómeno del régimen colonial y del chovinismo
europeo, pues su relación con el imperialismo era y es compleja.

La antropología continuó refinándose de la historia natural y, a finales del siglo XIX, la disciplina
comenzaba a cristalizarse —en 1935, por ejemplo, T.K. Penniman escribió la historia de la
disciplina titulada 100 años de la Antropología—. En esta época dominaba el «método
comparativo», que asumía un proceso evolutivo universal desde el primitivismo hasta la
modernidad; ello calificaba a sociedades no europeas como «vestigios» de la evolución que
reflejaban el pasado europeo. Los eruditos escribieron historias de migraciones prehistóricas,
algunas de las cuales fueron valiosas y otras muy fantásticas. Fue durante este periodo cuando
los europeos pudieron, por primera vez, rastrear las migraciones polinésicas a través del océano
Pacífico. Finalmente, discutieron la validez de la raza como criterio de clasificación pues
decantaba a los seres humanos atendiendo caracteres genéticos; pese a coincidir el auge del
racismo.

En el siglo XX, las disciplinas académicas comenzaron a organizarse alrededor de tres principales
dominios: ciencia, humanismo y las ciencias sociales. Las ciencias, según el falsacionismo
dogmático e ingenuo, explican fenómenos naturales con leyes falsables a través del método
experimental. Las humanidades proyectaba el estudio de diversas tradiciones nacionales, a
partir de la historia y las artes. Las ciencias sociales intentan explicar el fenómeno social usando
métodos científicos, buscando bases universales para el conocimiento social. La antropología no
se restringe a ninguna de estas categorías.

Foto de una mujer del pueblo Suri en donde las mujeres expanden su labio inferior, los
antropólogos son especialistas en el análisis de las modificaciones corporales.

Tanto basándose en los métodos de las ciencias naturales, como también creando nuevas
técnicas que involucraban no solo entrevistas estructuradas sino la consabida «observación
participante» desestructurada, y basada en la nueva teoría de la evolución a través de la
selección natural, propusieron el estudio científico de la humanidad concebida como un todo.
Es crucial para este estudio el concepto de cultura. La cultura ha sido definida en la antropología
de las formas más variadas, aunque es posible que exista acuerdo en su conceptualización como
una capacidad social para aprender, pensar y actuar. La cultura es producto de la evolución
humana y elemento distintivo del Homo sapiens y, quizás, a todas las especies del género Homo,
de otras especies, y como una adaptación particular a las condiciones locales que toman la forma

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de credos y prácticas altamente variables. Por esto, la «cultura» no solo trasciende la oposición
entre la naturaleza y la consolidación; trasciende y absorbe peculiarmente las distinciones entre
política, religión, parentesco, y economía europeas como dominios autónomos. La antropología
por esto supera las divisiones entre las ciencias naturales, sociales y humanas al explorar las
dimensiones biológicas, lingüísticas, materiales y simbólicas de la humanidad en todas sus
formas.

3. Antropología Física
La antropología física se ocupa principalmente de la evolución del hombre, la biología humana
y el estudio de otros primates, aplicando métodos de trabajo utilizados en las ciencias naturales.
De la Antropología Física (también como antropología biológica), se desprenden:

Antropología forense: Se encarga de la identificación de restos humanos esqueletizados dado


su amplia relación con la biología y variabilidad del esqueleto humano. También puede
determinar, en el caso de que hayan dejado marcas sobre los huesos, las causas de la muerte,
para tratar de reconstruir la mecánica de hechos y la mecánica de lesiones, conjuntamente con
el arqueólogo forense, el criminalista de campo y médico forense, así como aportar, de ser
posible, elementos sobre la conducta del victimario por medio de indicios dejados en el lugar de
los hechos y el tratamiento perimortem y posmortem dado a la víctima.

Paleoantropología: Se ocupa del estudio de la evolución humana y sus antepasados fósiles u


homínidos antiguos. A veces, también puede ser conocida como paleontología humana.

Antropología genética: Se la define como la aplicación de técnicas moleculares para poder


entender la evolución homínida, en particular la humana, relacionándolas con otras criaturas no
humanas.

Autores como Lorena Campo (2008: 38), consideran a la arqueología como rama que se
desprende de la antropología cultural. En todo caso, de la Arqueología se pueden citar las
siguientes subramas:

Arqueoastronomía: Es el estudio de yacimientos arqueológicos relacionados con el estudio de


la astronomía por culturas antiguas. También estudia el grado de conocimientos astronómicos
poseído por los diferentes pueblos antiguos. Uno de los aspectos de esta disciplina es el estudio
del registro histórico de conocimientos astronómicos anterior al desarrollo de la moderna
astronomía.

Arqueología subacuática: Sigue los preceptos de la arqueología terrestre pero se dedica, a través
de la técnicas de buceo, a desentrañar antiguas culturas cuyos restos materiales que, por una u
otra razón, se encuentran actualmente bajo el agua.

Cada una de las ramas ha tenido un desarrollo propio en mayor o menor medida. La
diversificación de las disciplinas no impide, por otro lado, que se hallen en interacción
permanente unas con otras. Los edificios teóricos de las disciplinas antropológicas comparten
como base su interés por el estudio de la humanidad. Sin embargo, metonímicamente en la
actualidad, cuando se habla de antropología, por antonomasia se hace referencia a la
antropología social.

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Evolución del hombre


Una de las ramas de la antropología física tiene como objetivo reconstruir la línea evolutiva del
hombre. En la década de 1960 los paleoantropólogos Louis Seymour Bazett Leakey, su esposa
Mary Douglas Leakey y su hijo Richard Erskine Leakey encontraron una serie de fósiles en la
garganta de Olduvai, África oriental, que desencadenó una revisión profunda de la evolución
biológica de los seres humanos. Los restos fósiles desenterrados a finales de 1970 y 1980
proporcionaron después pruebas adicionales, en el sentido de que el género Homo coexistió en
África oriental con otras formas evolucionadas de hombre-simio conocidas como
australopitecinos hace más de 4 millones de años. Estos dos homínidos son al parecer
descendientes de un fósil etíope, el Australopithecus afarensis, que tiene una antigüedad datada
entre 3 y 3,7 millones de años —la famosa Lucy, descubierta en 1974, es uno de los fósiles
encontrados. Estos antiguos antecesores del hombre tenían las piernas y el cuerpo adaptados
para caminar erguidos (véase Bipedación), lo cual dejaba sus manos libres para manipular
diversos utensilios. Más tarde, investigadores de la Universidad de California descubrieron
numerosos fósiles en la garganta de Olduvai, lo que reforzó aún más la tesis de la irregularidad
del proceso de evolución humana. Este nuevo fósil tenía aproximadamente 1,8 millones de años
de antigüedad, presentaba huesos de los brazos y las piernas que confirmaban una locomoción
vertical relativamente evolucionada, pero su capacidad craneana reducida y marcadas
diferencias de estatura entre hombres y mujeres no diferían demasiado de Lucy.

Algunos utensilios de piedra sin tallar, hallados con ciertos fósiles de Homo en yacimientos del
este de África, demuestran que hace casi 3 millones de años ya eran capaces de fabricar
herramientas. Esta habilidad técnica contribuyó al aparente éxito evolutivo del Homo habilis. En
comparación con los australopitecinos vegetarianos, los antecesores modernos de los seres
humanos, tipo Homo habilis, parecen haber evolucionado al incorporar la carne como parte
esencial de su dieta alimenticia, a juzgar por la disposición de los dientes y la utilización de ciertas
herramientas.

A medida que han ido aumentando los descubrimientos de fósiles homínidos, al parecer fue en
África, y no en Asia, donde se produjo la primera hominización. Los fósiles de Homo habilis
apuntan hacia una criatura de unos 91 cm de estatura, con una capacidad craneana de unos 600
cm3. Sin embargo, se han hallado en África oriental restos de una especie mayor de Homo con
capacidad craneana superior a los 800 cm3, de unos 1,5 millones de años de antigüedad. Este
protohumano mayor, denominado generalmente Homo erectus, se extendió desde África hacia
Europa y Asia hace aproximadamente un millón de años, y desarrolló una gama más completa
de herramientas.

Los restos más conocidos del Homo erectus son el célebre hombre de Java, que antes se conocía
técnicamente como Pithecanthropus, así como el igualmente famoso hombre de Pekín, una
colección de componentes de esqueletos hallados en Zhoukoudian, cerca de Pekín (China), y
que en principio recibió el nombre de Sinanthropus pekinensis. Ambos son mucho más recientes
que los yacimientos que conforman el Homo habilis de África oriental, y se remontan a 750.000
y 300.000 años. Los fósiles del hombre de Pekín son especialmente interesantes, ya que el
tamaño del cerebro es incluso mayor que el de Java, con un promedio superior a los 1.050 cm3,
y cuyo cráneo y otros elementos óseos son ligeramente más modernos. También se han hallado
fósiles de Homo erectus en Europa y en África junto a numerosos utensilios de piedra y otras
herramientas, que prueban la existencia de una sociedad de cazadores-recolectores muy básica.
En Zhoukoudian, los arqueólogos se encontraron con el testimonio más antiguo del uso del
fuego por el hombre, así como algunos indicios de canibalismo.

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Hay antropólogos que consideran como antepasados directos del hombre a los ejemplares de
Neandertal y a las docenas de fósiles emparentados; otros opinan que sólo son una ramificación
del Homo sapiens que se extinguió hace decenas de miles de años. Se calcula que hace entre
100.000 y 35.000 años, los hombres de Neandertal ya eran una población de cazadores-
recolectores extendida por gran parte de Europa y de Oriente Próximo; de constitución robusta
y cejas espesas, con capacidad craneana de unos 1.500 cm3, mayor que la de gran parte de los
Homo sapiens sapiens, especie a la que pertenecemos los seres humanos modernos. Se han
encontrado fósiles que algunos consideran intermedios entre los de Neandertal y el Homo
sapiens sapiens. Estos restos podrían ser la prueba del cruce de los Neandertal con los
antepasados directos del hombre, o simplemente reflejan una multitud de variantes dentro de
la misma población de Homo sapiens (las tesis más modernas se inclinan hacia el primer
supuesto). Desde las últimas fases de los periodos glaciales, en Europa, África y otros muchos
lugares se han sucedido los hallazgos de un sinfín de restos fósiles que se asemejan al hombre
moderno.

En el continente americano, sin embargo, ningún rastro humano tiene más de 15.000 años, y los
únicos ejemplares óseos que cuentan algunos miles de años pertenecen todos al Homo sapiens
sapiens.

Biología humana
Otra de las ramas importantes de la antropología física la constituye el estudio de los pueblos
contemporáneos y de sus diferentes rasgos biológicos. Gran parte de los estudios y discusiones
de antaño se centraron en la identificación, número y características de las razas principales. A
medida que se fueron desarrollando técnicas más perfectas para medir el color de la piel y los
ojos, la textura del cabello, el tipo sanguíneo, la capacidad craneana y demás variables, la
clasificación de las razas se hizo más compleja. Los teóricos modernos mantienen que cualquier
idea sobre las denominadas ‘razas puras’ o arquetipos ancestrales es engañosa y errónea. Todos
los seres humanos actuales son Homo sapiens sapiens y descienden de los mismos orígenes
universales y complejos. Los rasgos genéticos siempre han variado con la geografía según la
respuesta biológica de su adaptación al entorno, pero en cada región la herencia genética
produce una gama de variedades tipo y combinaciones intermedias. Por tanto, la asimilación de
las personas a categorías según posibles razas es más un planteamiento social y político que
biológico. Los calificativos ‘asiático’, ‘negro’, ‘hispano’ o ‘blanco’ obedecen a definiciones
sociales que conllevan una gran mezcla de características genéticas y culturales.

Después de que los antropólogos biológicos centraran su atención en los complejos patrones de
la genética humana, estudiaron la interacción de las adaptaciones genéticas y las adaptaciones
(no genéticas) fisiológicas y culturales, en relación con la enfermedad, la desnutrición y la
presión del entorno, así como las grandes altitudes y los climas calurosos. Los médicos y
antropólogos especialistas en nutrición combinan los enfoques biológicos y genéticos con datos
culturales y sociales, ya sea para estudiar enfermedades como la hipertensión y la diabetes o
para investigar el crecimiento y el desarrollo en diferentes condiciones de alimentación y salud.

El médico estadounidense, galardonado con el Premio Nobel, Daniel Carleton Gajdusek, adquirió
especial renombre por su descubrimiento de que el kuru (‘temblores’), enfermedad debilitante
que sólo existe entre pueblos aislados de las montañas de Nueva Guinea, estaba causada por un
agente infeccioso lento denominado prión (que consiguió aislar e identificar) transmitido a
través de la antropofagia (véase Canibalismo). Algunos antropólogos biológicos han detectado

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los esquemas genéticos de otras enfermedades, como la anemia de células falciformes,


talasemia y diabetes.

Estudio de los primates


Debido a que los seres humanos son primates emparentados genéticamente con otros simios y
monos el estudio de la conducta, la dinámica de la población, los hábitos alimenticios y otras
cualidades de los mandriles, chimpancés, gorilas y primates análogos, constituye una dimensión
comparativa esencial de la antropología. La etóloga británica Jane Goodall y sus colegas
dedicaron años a la observación de los chimpancés en una reserva del lago Tanganica (Tanzania)
y descubrieron que estos animales son capaces de usar útiles simples —sobre todo, pequeños
palos para conseguir termitas y hormigas— y lanzar de forma eficaz piedras; en uno de los
experimentos se observó a los chimpancés usando palos gruesos para apalear a un leopardo
disecado. Además se comunican entre sí tanto vocal como físicamente. Estudios realizados
acerca de los esquemas de comunicación y de la vida en grupo de los simios y los monos, facilitan
la comprensión del pasado remoto del hombre.

4. Antropología social y cultural


Gran parte de la investigación antropológica se basa en trabajos de campo llevados a cabo con
diferentes culturas. Entre 1900 y 1950, aproximadamente, estos estudios estaban orientados a
registrar cada uno de los diferentes estilos de vida antes de que determinadas culturas no
occidentales experimentaran la influencia de los procesos de modernización y occidentalización.
Los trabajos de campo que describen la producción de alimentos, la organización social, la
religión, la vestimenta, la cultura material, el lenguaje y demás aspectos de las diversas culturas,
engloban lo que hoy se conoce por etnografía. El análisis comparativo de estas descripciones
etnográficas, que persigue generalizaciones más amplias de los esquemas culturales, las
dinámicas y los principios universales, es el objeto de estudio de la etnología.

Durante la segunda mitad del siglo XX, la etnología (que hoy se suele conocer como antropología
cultural) comenzó a relacionar su campo de estudio con el de la antropología social, desarrollada
por los científicos británicos y franceses. En un breve periodo se debatió intensamente si la
antropología debía ocuparse del estudio de los sistemas sociales o del análisis comparativo de
las culturas. Sin embargo, pronto se llegó a la conclusión de que la investigación de las formas
de vida y de las culturas casi siempre están relacionadas, de donde procede el nombre actual de
antropología sociocultural.

Parentesco y organización social Uno de los descubrimientos importantes de la antropología


del siglo XIX ha sido que las relaciones de parentesco constituyen el núcleo principal de la
organización social en todas las sociedades. En muchas de ellas, los grupos sociales más
importantes comprenden clanes y linajes. Cuando la pertenencia a dichas corporaciones de
parentesco se asigna a las personas sólo por la línea masculina, el sistema se denomina de
descendencia patrilineal (véase Patrilinaje). Antes del desarrollo del comercio y de la
urbanización a gran escala, muchos pueblos europeos estaban organizados desde el punto de
vista económico y político como grupos de filiación patrilineal.

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Las sociedades matrilineales, en las que el parentesco se transmite por línea femenina (véase
Matrilinaje), son menos comunes hoy día. Herodoto fue el primer erudito en describir este tipo
de sistema social, que detectó entre los habitantes de Licia, en Asia Menor.

La organización de parentesco bilateral, en la que se tiene en cuenta la parte materna y la


paterna, es la que predomina en las sociedades más sencillas de cazadores-recolectores (tales
como los pueblos san en el sur de África o los inuit de las regiones ártica y subártica). El
antropólogo británico Robert Stephen Briffault defendió un concepto relacionado, el
matriarcado, y afirmó que este tipo de organización social se encontraba latente en gran parte
de las sociedades más primarias.

En las sociedades basadas en el parentesco, los miembros de un linaje, clan o demás grupos
afines suelen ser descendientes de un antepasado común. Este concepto es un factor unificador,
pues dota a grandes masas de individuos de cierta cohesión para afrontar actividades guerreras
o rituales, lo que les hace sentirse diferentes de sus vecinos y enemigos. Por ejemplo, entre las
hordas centroasiáticas que durante siglos atacaron a las sociedades europeas, o entre los
aztecas o mexicas del continente americano, la compleja organización militar se sustentaba en
el parentesco patrilineal.

La evolución de los sistemas político-sociales Las sociedades humanas que, en principio, se


consideraron más simples son los grupos de cazadores-recolectores, como los inuit, san,
pigmeos y aborígenes australianos. En estos pueblos se agrupa un pequeño número de familias
para formar bandas o grupos nómadas de 30 a 100 individuos, relacionados por parentesco y
asociados a un territorio concreto.

Los grupos supervivientes de cazadores-recolectores (en zonas de África, India y Filipinas) nos
permiten conocer el estado de la organización social y cultural de casi toda la experiencia
histórica de la humanidad. Sus relaciones de parentesco, ideas religiosas, métodos sanitarios y
características culturales no sólo ilustran las raíces culturales de la humanidad moderna, sino
que se nos presentan a escala reducida y resultan más fáciles de analizar. Las culturas de
cazadores-recolectores que aún perduran ponen de manifiesto las adaptaciones que son
necesarias para sobrevivir en entornos hostiles e inhóspitos.

Los sistemas sociales y económicos de mayor complejidad no surgieron hasta que no se


presentaron las condiciones favorables que permitieron a las primeras sociedades asentarse en
comunidades estables y permanentes durante todo el año. Se produjo entonces el avance
crucial hacia la agricultura y la cría de animales.

La transición neolítica —es decir, los inicios de la aclimatación de los recursos alimenticios— se
produjo de forma independiente en el Oriente Próximo y en Asia oriental hace unos 12.000 años,
según las pruebas arqueológicas más recientes. Con las grandes concentraciones de población
y los asentamientos permanentes, surgieron las organizaciones sociopolíticas que entrelazaban
a diferentes grupos locales. Los nuevos sistemas locales, que a menudo comprendían grupos de
individuos procedentes de comunidades aisladas, estaban unidos en la celebración de
ceremonias religiosas, en el intercambio de alimentos y en los rasgos culturales.

Aunque los grupos más pequeños carecían, en muchos casos, de un gobierno central, el
aumento de la población y de las fuentes de alimentos crearon la necesidad, y la viabilidad, de
la centralización política. Las jefaturas representan los sistemas sociales a pequeña escala, en
los que los alimentos y el acatamiento político confluyen en un dirigente central, o jefe, que a
su vez redistribuye los alimentos y es respetado por los miembros de la comunidad.

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El auge de las naciones-estado


Los orígenes de las naciones-estado han sido objeto de grandes controversias. En el antiguo
Oriente Próximo, por ejemplo, las primeras ciudades-estado aparecieron cuando el aumento de
la población provocó una mayor demanda de alimentos, facilitada por el desarrollo de cultivos
de regadío para atenderla. Esto motivó la expansión de sistemas militares que protegieran
dichos recursos. En otros casos, la ubicación en rutas comerciales estratégicas —por ejemplo,
Tombuctú en la ruta sahariana del comercio de la sal— favoreció la centralización militar y
administrativa.

Los estudios etnológicos y arqueológicos apoyan la tesis de que los estados o reinos nacieron de
forma ligeramente distinta en situaciones históricas y ecológicas diferentes; sin embargo,
presentan en casi todas partes los mismos esquemas de desarrollo. En sus primeros momentos
de existencia, los estados manifiestan una tendencia universal a anexionar las regiones vecinas,
para explotarlas económicamente y someter a sus enemigos potenciales. En las primeras
civilizaciones urbanas —en el Oriente Próximo, Egipto, el norte de India, el sureste de Asia,
China, México y Perú— aparecieron pronto las fortificaciones militares, por lo general
acompañadas de templos y rituales religiosos que manifestaban el auge y mayor poder del
sacerdocio. Sin embargo, la estratificación social, con una reducida minoría militar-religiosa y
una gran población subordinada de campesinos, fue consecuencia inevitable.

Desarrollo de los sistemas religiosos


Los sistemas religiosos de las sociedades cazadoras-recolectoras pueden ser muy complejos en
relación con el mundo sobrenatural, las fuerzas de la naturaleza y el comportamiento de los
espíritus y los dioses. Estas sociedades pequeñas, relativamente igualitarias, suelen carecer de
los recursos necesarios para mantener una clase sacerdotal. Sin embargo, todos los grupos
humanos, ya sean grandes o pequeños, poseen en un momento determinado de su evolución
algún tipo de especialización similar a los chamanes o curanderos, hombres o mujeres de
quienes se cree mantienen contacto directo con los seres y fuerzas sobrenaturales, y que reciben
poderes especiales para solucionar problemas como las enfermedades. El chamán es muchas
veces la única persona con un papel religioso especializado en este tipo de sociedades.

Por ejemplo, en las sociedades pequeñas que practican la agricultura, los sistemas religiosos
comunales implican al pueblo en prácticas rituales complejas, y con frecuencia se produce una
rotación de las responsabilidades sacerdotales. Cuando los grupos de parentesco constituyen
los elementos principales de la solidaridad social, las ceremonias religiosas tienen como centro
la familia y el parentesco.

El auge de los sistemas sociales centralizados, con un sistema de clases estratificado, casi
siempre ha ido acompañado del desarrollo de los sistemas religiosos que implicaban la
existencia de sacerdotes dedicados únicamente a las funciones religiosas, rituales para toda la
población y una mayor tendencia a legislar tanto en el plano moral como político. Estos sistemas
religiosos casi nunca eliminaban las prácticas del chamanismo individualizado (sobre todo para
curar las enfermedades).

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Las pruebas arqueológicas de las primeras ciudades-estado corroboran los estrechos vínculos
que existían entre los dirigentes religiosos y los dirigentes comerciales y políticos, poniendo de
relieve el aspecto conservador de la religión. Por otro lado, los movimientos de reforma social
radical han sido religiosos y en las sociedades con niveles cambiantes de desarrollo tecnológico
aparecen con regularidad nuevas formas religiosas. Por tanto, la religión unas veces está al
servicio de la situación establecida y otras actúa como fuerza de un cambio radical.

Evolución de la cultura
Los esquemas más bien simples de evolucionismo cultural propuestos durante el siglo XIX han
sido objeto de discusiones elaboradas y modificadas a la luz de los nuevos datos arqueológicos
y etnológicos. Destacados antropólogos de principios del siglo XX, como el germano-
estadounidense Franz Boas y el estadounidense Alfred Louis Kroeber, adoptaron puntos de vista
bastante antievolucionistas, ya que mantenían que los procesos culturales y sociales han sido
tan dispares en todo el mundo que es difícil discernir algún proceso o tendencia general.

Existen dos posturas radicalmente diferentes para explicar la evolución cultural. Los
evolucionistas del siglo pasado defendían que en las distintas sociedades se producen procesos
muy similares de desarrollo cultural debido a la unidad psíquica fundamental de toda la
humanidad. Así, los procesos paralelos hacia la estratificación social y las minorías gobernantes
se explican como efectos de las cualidades psíquicas y mentales de los individuos. Claude Lévi-
Strauss fue un defensor tardío de este enfoque, sin hacer hincapié en el carácter evolucionista.

La postura contraria encuentra la clave en las condiciones materiales de vida: en las fuentes de
energía, las tecnologías y los sistemas de producción de los grupos humanos; además, resalta
las influencias ambientales en el desarrollo de los complejos sistemas culturales, ya que se han
visto favorecidos por determinadas características geográficas y climáticas. Por ejemplo, el
Oriente Próximo prehistórico era rico en animales de caza y plantas silvestres que resultaron
especialmente aptos para su domesticación y aclimatación.

5. Métodos Y Aplicaciones
Los métodos de investigación en antropología son tan variados como los distintos temas de
estudio.

Investigación arqueológica Para los arqueólogos resulta fundamental establecer esquemas


cronológicos a partir de los restos y fósiles que descubren en sus excavaciones. Entre los
modernos métodos de datación arqueológicos, la técnica del carbono radiactivo tal vez sea la
más utilizada. Este método se basa en que las plantas y los animales vivos contienen unas
proporciones fijas de una variedad radiactiva del carbono, denominada carbono 14, que se va
degradando a ritmo constante hasta convertirse en carbono no radiactivo. La medición de los
restos del radiocarbono en madera carbonizada, restos de plantas, fibras de algodón, madera y
otras sustancias, permite determinar con bastante precisión edades de hasta 60.000 y 70.000
años de antigüedad.

La edad de los antiguos yacimientos fósiles en África oriental, que datan de hace varios millones
de años, se ha podido fijar con ayuda de otra potente herramienta radiológica: el método del
potasio-argón —el potasio radiactivo, potasio 40, se degrada con enorme lentitud para
convertirse en argón 40.

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Las secuencias temporales de los restos arqueológicos se determinan todavía de forma bastante
primaria mediante la observación meticulosa de la estratigrafía, depósito secuencial de
sustancias terrestres orgánicas y de restos de la actividad humana. Estos depósitos van
creciendo poco a poco y cubren cada una de las fases previas de cualquier asentamiento
humano. Las técnicas utilizadas para determinar las secuencias estratigráficas incluyen el análisis
del suelo, los estudios geológicos y el estudio de restos animales y vegetales, así como la
laboriosa tarea de unir restos de suelos, fosas de almacenamiento y demás construcciones.

Investigación social y cultural En la antropología social y cultural, la investigación se ampara en


la idea fundamental de la observación participante dentro del seno de una comunidad o sistema
social. El antropólogo se introduce primero en la vida de la comunidad y, a través de los
contactos y las observaciones cotidianas, es aceptado por ella. Esta primera fase de la
investigación de campo requiere semanas, incluso meses, sobre todo si hay que aprender la
lengua local. Los primeros etnógrafos obtenían los datos a partir de entrevistas en profundidad
con algunos informantes clave, personas expertas en la cultura y en el sistema social local. Estos
datos se verificaban y cruzaban con los de otros informantes y con las observaciones directas
del propio trabajador de campo.

Sin embargo, la investigación de las distintas sociedades y pueblos exige hoy otras herramientas
metodológicas. Las entrevistas estructuradas (con muestreo) se utilizan de forma rutinaria para
la obtención de una información; por ejemplo, el consumo de alimentos, el comportamiento
sanitario, los recursos económicos, los movimientos migratorios laborales, el tiempo libre y
otros aspectos. Para analizar la conducta económica hay que registrar con minuciosidad las
transacciones en el mercado, las horas de trabajo, las capturas de peces y animales de caza, así
como los rendimientos de las cosechas. Cuando se tratan de estudiar los aspectos de la
personalidad se utilizan pruebas psicológicas. También se someten a análisis los posibles datos
de los registros parroquiales, los textos locales, los informes gubernamentales y otras fuentes
escritas.

A medida que los datos son más complejos e intrincados, y se hace necesario el tratamiento
rutinario de miles o incluso cientos de miles de fragmentos de información, los arqueólogos han
recurrido a las computadoras y equipos informáticos para dibujar las secuencias temporales, las
relaciones espaciales y demás esquemas. Las tendencias del cambio cultural, la interacción entre
las actividades económicas y sociales, las interrelaciones étnicas y otros patrones complejos se
comprueban hoy mediante avanzados métodos estadísticos.

Estos métodos técnicos y cuantitativos en la investigación no han sustituido a los estilos


tradicionales de investigación de campo. Al contrario, las entrevistas en profundidad a los
informantes clave, así como el complejo análisis cualitativo de los sistemas simbólicos, las
ceremonias y otras prácticas culturales, constituyen todavía una parte esencial de la
metodología holística (doctrina epistemológica que hace hincapié en el estudio de los elementos
desde su totalidad).

La pregunta antropológica es ante todo una pregunta por el otro. Y en términos estrictos, está
presente en todo individuo y en todo grupo humano, en la medida en que ninguna de las dos
entidades puede existir como aislada, sino en relación con Otro. Ese otro es el referente para la
construcción de la identidad, puesto que ésta se construye por «oposición a» y no «a favor de».
La preocupación por aquello que genera las variaciones de sociedad en sociedad es el interés
fundador de la antropología moderna. Fue de esa manera que, para Krotz, el asombro es el pilar
del interés por lo «otro» (alter), y son las «alteridades» las que marcan tal contraste binario
entre los hombres.

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A pesar de que todos los pueblos comparten esta inquietud, es en Occidente donde, por
condiciones históricas y sociales particulares se ha documentado de manera más notable. Es
innegable que ya Hesíodo, Heródoto, y otros clásicos indagaban en estas diferencias. Sin
embargo, cuando Europa se halló frente a pueblos desconocidos y que resultaban tan
extraordinarios, interpretó estas exóticas formas de vida ora fascinada, ora sobrecogida.

Colón toma posesión del "Nuevo Mundo".

La Conquista de América constituye un gran hito de la pregunta antropológica moderna. Los


escritos de Cristóbal Colón y otros navegantes revelan el choque cultural en que se vio inmersa
la vieja Europa. Especial importancia tienen los trabajos de los misioneros indianos en México,
Perú, Colombia y Argentina en los primeros acercamientos a las culturas aborígenes. De entre
ellos destaca Bernardino de Sahagún, quien emplea en sus investigaciones un método
sumamente riguroso, y lega una obra donde hay una separación bien clara entre su opinión
eclesiástica y los datos de sus «informantes» sobre su propia cultura. Esta obra es la Historia de
las cosas de la Nueva España.

Con los nuevos descubrimientos geográficos se desarrolló el interés hacia las sociedades que
encontraban los exploradores. En el siglo XVI el ensayista francés Montaigne se preocupó por
los contrastes entre las costumbres en diferentes pueblos.

En 1724 el misionero jesuita Lafitau publicó un libro en el que comparaba las costumbres de los
indios americanos con las del mundo antiguo. En 1760 Charles de Brosses describe el paralelismo
entre la religión africana y la del Antiguo Egipto. En 1748 Montesquieu publica El espíritu de las
leyes basándose en lecturas sobre costumbres de diferentes pueblos. En el siglo XVIII, fue común
la presencia de relatores históricos, los cuales, a modo de crónica, describían sus experiencias a
través de viajes de gran duración a través del mundo. En este caso se puede citar a Estanislao
de la Hoz. El siglo XIX vio el comienzo de viajes emprendidos con el fin de observar otras
sociedades humanas. Viajeros famosos de este siglo fueron Bastian (1826-1905) y Ratzel (1844-
1904). Ratzel fue el padre de la teoría del difusionismo que consideraba que todos los inventos
se habían extendido por el mundo por medio de migraciones, esta teoría fue llevada al absurdo
por su discípulo Frobenius (1873-1938) que pensaba que todos los inventos básicos se hicieron
en un solo sitio: Egipto.

En la era moderna, Charles Darwin y sucesos históricos como la Revolución industrial


contribuirían al desarrollo de la antropología como una disciplina científica.

6. Tendencias Actuales
La antropología moderna se está convirtiendo poco a poco en una ciencia aplicada, ya que los
investigadores se están concentrando en aspectos sociales como la sanidad, la educación,

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protección del entorno y el desarrollo urbano. Hoy son muchos los antropólogos contratados
por organismos públicos, empresas de investigación, grupos independientes de presión,
organizaciones indigenistas y agencias sanitarias para realizar trabajos de campo en entornos
culturales, ya sean proyectos educativos, sanitarios o programas de desarrollo agrícola a gran
escala en regiones rurales.

El desplazamiento hacia el estudio de sistemas heterogéneos y diversificados, así como el auge


de los métodos cuantitativos de investigación han promovido la necesidad de la investigación
en equipo. Anteriormente, una investigación, por lo general, sólo implicaba a un trabajador de
campo que se aislaba durante meses en algún poblado remoto; hoy, por el contrario, la mayor
parte de los proyectos de campo necesitan el apoyo de diferentes profesionales, incluidos los
asesores estadísticos, biólogos, sociólogos y estudiantes colaboradores.

Por cuestiones de metodología, los antropólogos han desarrollado vínculos sociales con las
comunidades objeto de estudio. Estas relaciones muchas veces han pasado a ser verdaderas
asociaciones que, en la mayoría de los casos, han beneficiado a estas comunidades. A cambio,
la aplicación pragmática de estos métodos ha abierto nuevos caminos en la teoría social y
bioculturaL

El antropólogo inglés Edward Evans-Pritchard murió sin terminar de escribir esta obra, basada
en una serie de conferencias, a menudo polémicas, impartidas a los alumnos del Instituto de
Antropología Social de Oxford. En el siguiente fragmento, Evans-Pritchard comenta algunos de
los escritos del antropólogo de origen polaco Bronislaw Malinowski, a quien considera figura
clave e innovadora del trabajo de campo en antropología, pero del que presenta interrogantes
y críticas sobre sus interpretaciones sociológicas y su pensamiento científico.

Para el establecimiento de una ciencia que incorporase las teorías filosóficas y los programas
generales ya elaborados, serían necesarios ciertos avances metodológicos que no tuvieron lugar
hasta finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. En esta época se producen las primeras
clasificaciones raciales sistemáticas, como las de Linneo (1707-1778) y J. Blumenbach (1752-
1840). Durante este mismo período surgió la lingüística moderna, dominada durante el s. XIX
por la idea de que los idiomas podían clasificarse en familias y que los pertenecientes a una
misma familia eran ramas de un tronco común más antiguo. Ello dio lugar al desarrollo de
métodos comparativos sistemáticos con el fin de poder reconstruir el idioma ancestral.

Aquí se aprecia a Boas posando como la “danza canibal” de los indígenas Kwaklutl, durante una
exhibición en el National Museum of Natural History, en 1895

La regularidad de las correspondencias fonéticas en idiomas emparentados fue presentada


primero por R. Rask (1787-1832) y divulgada por J. Grimm (1785-1863) a comienzos del s. XIX,
con lo que contribuyeron a consolidar la idea general de la existencia de regularidades en el
cambio cultural humano.

Otro tipo de descubrimientos realizados en este período ampliaron de manera importante el


horizonte temporal del desarrollo humano y otorgaron legitimidad a la idea de un progreso
cultural gradual. Por una parte, el desciframiento de la escritura egipcia por Jean-François
Champollion (1790-1832), en 1821, alteró de forma radical las ideas tradicionales acerca de la
edad del hombre. Posteriormente, a mediados del s. XIX, el reconocimiento de la validez del
descubrimiento de Boucher de Perthes (1788- 1868) de utensilios humanos del Paleolítico,
contemporáneos de mamíferos ya extinguidos. De este modo, la arqueología y las teorías de

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Darwin concurrían en ofrecer una imagen del hombre como la de un ser sólidamente anclado
entre las demás especies animales del pasado, que pasa de ser un antropoide carente de
atributos culturales a transformarse en hombre a lo largo de un prolongado período de cientos
de miles de años.

Es durante la primera mitad del s. XIX cuando la antropología comienza a adquirir el rango de
disciplina científica independiente y se crean las primeras sociedades etnológicas o
antropológicas en Inglaterra, Francia y Alemania. En este último país, la palabra "Kultur"
adquiere el sentido técnico que reviste en la actualidad, término que será posteriormente
introducido en el mundo de habla inglesa por E.B. Tylor en su obra clásica "La cultura primitiva"
(Primitive Culture), publicada en 1871. En una tan detallada como amplia panorámica de la
evolución cultural humana y con una clara exposición de las perspectivas teóricas de una ciencia
de la cultura, el libro de Tylor representa una obra fundacional en el desarrollo de la antropología
moderna.

Fragmento de Historia del pensamiento antropológico.


De Edward Evans-Pritchard.

Su obra más conocida es Argonauts of the Western Pacific, publicada en 1922. Empieza por un
análisis general del método y el alcance de su trabajo de campo y después expone los
antecedentes etnológicos que lo respaldan: una descripción general del país y de los habitantes
del distrito kula y su modo de vida; después una descripción similar de los nativos de las Islas
Trobiand. Después de haber descrito con muchos pormenores los intercambios kula y un gran
volumen de información periférica, finalmente Malinowski hace el intento de explicarnos el
significado del kula. El intento es un fracaso, porque no nos ofrece interpretación sociológica de
ningún tipo. ¿Por qué? Malinowski no tenía ni idea de lo que era un análisis abstracto y, por
tanto, de la estructura. En la medida en que tenía alguna idea de «sistema social» era puramente
en un nivel descriptivo. Un suceso sigue a otro y son descritos sucesivamente con digresiones
explicativas. Para hacer kula se han de tener canoas, así que se describe la construcción y el uso
que se hace de éstas; implica visitar a pueblos forasteros, así que se describen sus costumbres,
artesanías y demás; para propósitos diversos relacionados con el kula se utilizan hechizos
mágicos, así que se ha de entrar detalladamente en cada uno de los aspectos de la magia; hay
historias de expediciones kula en el pasado, así que tiene que haber una digresión sobre el mito;
y así sucesivamente. Al no tener ni idea de la estructura, no hay una pauta que sea pertinente
sociológicamente. La pauta no consiste más que en los vínculos entre los acontecimientos reales
y el supuesto análisis no es más que un comentario. El libro está mucho más orientado a la magia
que al kula. Todo lo que nos dice pudiera haber ocupado 50 páginas en vez de las 500 que ocupa.
En cierto sentido, es un ejemplar de libro que responde al modelo de novela sociológica escrita,
por ejemplo, por Zola. El intento fallido de eludir un mero registro de las observaciones y de llevar
a cabo un análisis mediante una serie de abstracciones significa no sólo que no se nos transmite
nada sobre las interrelaciones políticas de las comunidades implicadas en el kula y nada sobre el
sistema de parentesco, sino incluso que se omiten los hechos esenciales respecto al kula.
Malinowski no nos dice quién comerciaba con quién; no nos dice nada de las interrelaciones de
las personas que componen las aldeas que toman parte en el kula; y así sucesivamente.

Las interdependencias que sí cita no son las de las abstracciones dentro de un marco de
referencia teórico como el que encontramos en cualquier ciencia natural (Malinowski defendía
que la antropología social era una de ellas), si no entre las diferentes formas de

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comportamiento, acontecimientos. Los habitantes de las Islas Trobiand hacen magia para
proteger sus jardines y canoas o para que los primeros florezcan y las segundas naveguen. Es
una interdependencia de actividades económicas y rituales en el sentido de conexión temporal
y espacial, de yuxtaposición. Pero si fuera una interdependencia funcional, por ejemplo,
¿cultivarían de otra manera o menos sin la magia? Con este método de investigación no
podemos saberlo. Sólo podemos saberlo utilizando la situación experimental que nos
proporciona la historia o utilizando el método comparativo. Ciertamente, para la utilización del
método comparativo se requiere la idea de «sistema» o «estructura». Uno no compara una
ballena y un ratón como cosas reales y concretas. Uno compara sus sistemas anatómicos y
fisiológicos. Del mismo modo, uno no puede comparar instituciones reales en diferentes
sociedades —únicamente características o aspectos o cualidades de ellas—, es decir,
abstracciones. Por ejemplo, yo he comparado la magia zande con la magia trobiand, pero sólo
en relación con la naturaleza del encantamiento en conexión con las leyes de la herencia. La
debilidad del planteamiento de Malinowski se hace patente cuando trata de decir algo general
sobre las sociedades humanas y no sobre una sociedad en particular.

En un libro posterior, Crime and Custom in Savage Society (1926), Malinowski dice: «Lo único
que nos queda es abogar por la rápida y completa desaparición en los informes de trabajo de
campo de estas briznas de información sobre costumbres, creencias y normas de conducta que
flotan en el aire o que más bien llevan una existencia insulsa en el papel, con la tercera
dimensión, la de la vida, totalmente ausente. Si así fuera, los razonamientos teóricos de la
antropología podrían desprenderse de las interminables letanías de informes ensartados que
hacen a los antropólogos sentirse estúpidos y a los salvajes parecer ridículos» (pág. 126).

Fundamentado en este tipo de información, se ha erigido un enorme edificio de teoría


antropológica. Como la información carecía en gran parte de sentido, las construcciones basadas
en ella también. Malinowski pensó que su labor tenía que consistir en sacar a la antropología de
este callejón sin salida. Este libro trata del salvaje místico de Lévy-Bruhl, de las ideas de Rivers y
de la escuela francesa sobre la solidaridad clánica, y de las reconstrucciones hipotéticas de Rivers
y otros. La ley primitiva ha merecido la atención de Bachofen, Post, Kohler y otros en el siglo
pasado, pero todos ellos se atenían a enunciados inadecuados; en un tema complejo como la
ley, las observaciones de aficionado eran en conjunto inútiles. Estaban también ligadas a la
doctrina de Morgan y otros: promiscuidad primitiva, matrimonio grupal, comunismo primitivo,
etc. «En suma», escribe Malinowski, «subyacente a todas estas ideas estaba el supuesto de que
en las sociedades primitivas el individuo está completamente dominado por el grupo —la horda,
el clan o la tribu—, que obedece los mandatos de su comunidad, sus tradiciones, su opinión
pública, sus decretos, con obediencia servil, fascinada y pasiva» (pág. 3). A Malinowski le resulta
fácil mostrar que todo esto es absurdo y le debemos mucho por haber actuado como disolvente
crítico de la teoría aceptada, aun cuando su contribución fuera más negativa que positiva. Pero
fue falto de escrúpulos en el uso que hizo de los autores teóricos como hombres de paja y poco
constructivo teóricamente: no nos ofrece ninguna verdadera teoría de la ley y ni siquiera una
definición elemental de ella o una clasificación de sus tipos.

Los planteamientos más maduros de Malinowski están contenidos en su libro póstumo, pero
casi totalmente revisado, A Scientific Theory of Culture and Other Essays (1944). Es un buen
ejemplo del marasmo de verborrea y trivialidad a que puede llevar el intento de aparentar ser
un científico natural. Malinowski fue en todo caso un pensador fútil.

Lo que Malinowski denomina teoría no es en absoluto una teoría, sino una guía para la
recolección y la ordenación de datos, un vade mecum para el investigador de campo, un prolijo

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Notas y dudas. No supera nunca el nivel descriptivo y operativo del análisis; y es en su mayor
parte una elaboración verbosa de lo obvio y la elevación de lugares comunes a conceptos
científicos. Parece que el propio Malinowski así lo percibió. Él dice (pág. 175) de su libro, o mejor,
de la teoría funcional que contiene, que «está dirigida principalmente a equipar al investigador
de campo con una perspectiva clara y con todas las instrucciones necesarias respecto a qué
observar y qué registrar». También dice: «Este tipo de análisis funcional se expone fácilmente a
la acusación de tautología y trivialidad, así como a la crítica de que implica un círculo lógico,
porque, obviamente, si definimos la función como la satisfacción de una necesidad, es fácil
sospechar que la necesidad que se ha de satisfacer ha sido introducida con el fin de satisfacer la
necesidad de satisfacer una función. Así pues, por ejemplo, los clanes son obviamente un tipo
adicional de diferenciación interna. ¿Podemos hablar de la necesidad legítima de semejante
diferenciación, especialmente cuando la necesidad no siempre está presente, puesto que no
todas las comunidades tienen clanes, y aun así funcionan muy bien sin ellos?» El libro es un
ejercicio de pragmatismo y, por tanto, Malinowski yerra cuando analiza algo que no le gusta, la
guerra. Él estima que la guerra no satisface una necesidad en la Europa moderna. Entonces, ¿por
qué la tenemos?

n este apartado se considera la consolidación de la antropología como una disciplina por


derecho propio. Sin embargo, no es, ni de lejos, un edificio monolítico. Como todas las corrientes
de pensamiento, se relaciona directamente con el contexto social en el que se produce. De esta
manera se puede entender la divergencia entre las varias escuelas nacionales de la antropología,
que se fueron consolidando durante los últimos años del siglo XIX y la mitad del siglo XX.

El desarrollo de la sociología y la etnología francesa

Foto atribuida a Edward Curtis, en la que se observa a los cantantes y bailarines de un ritual
potlatch del pueblo kwakiutl.

La antropología francesa tiene una genealogía menos clara que las tradiciones inglesa o
estadounidense. Muchos comentaristas consideran falsamente a Marcel Mauss como el
fundador de la tradición antropológica francesa. Mauss era un miembro del grupo del Annee
Sociologique, la revista dirigida por su tío Émile Durkheim y mientras Mauss estudiaba la
situación de las sociedades modernas, Mauss y sus colaboradores (como Henri Hubert y Robert
Hertz) recurrieron a la etnografía y filología para analizar las sociedades que no estaban tan
diferenciadas como las naciones-estado europeas. En particular, en el Ensayo sobre los dones
se probaría de relevancia permanente en los estudios antropológicos acerca de la redistribución
de los bienes y la reciprocidad.

En el periodo de entreguerras, el interés en Francia por la antropología concurría en


movimientos culturales más amplios como el surrealismo y el primitivismo que recurrían a la
etnografía como fuente de inspiración. Marcel Griaule y Michel Leiris son ejemplos de personas
que mezclaron la antropología y la vanguardia francesa. En este periodo la mayor parte de lo
que se conoce como etnología se restringía a los museos, y la antropología tuvo una estrecha
relación con las investigaciones del folclore.

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Sin embargo, fue sobre todo Claude Lévi-Strauss quien ayudó a institucionalizar esta ciencia en
Francia. Además de la trascendencia del estructuralismo, Lévi-Strauss estableció vínculos con
antropólogos estadounidenses e ingleses. Al mismo tiempo estableció centros y laboratorios por
toda Francia para proveer de un contexto institucional para la antropología mientras entrenaba
a estudiantes influyentes como Maurice Godelier o Françoise Héritier que se volvería muy
influyente en su escuela. Muchas particularidades de la antropología francesa actual son
consecuencia de que se investigue en laboratorios privados más que en universidades.

7. Conclusión
Antropología: el más completo cráneo de homínido primitivo
Según una información proporcionada por Associated Press el 27 de abril, un equipo de
paleontólogos desenterró el cráneo de hombre-mono más completo y mejor conservado . Fue
descubierto en octubre de 1994, en Drimolen, un lugar a 32 km al noroeste de la ciudad
surafricana de Johannesburgo. Es "uno de los descubrimientos más extraordinarios de la
paleontología", según afirmó Lee Berger, director de la sección de paleontología de la
Universidad de Witwatersrand, en Suráfrica.

Se trata de una hembra de Paranthropus robustus con entre 1,5 y 2 millones de años de
antigüedad. Junto al cráneo de la hembra se encontró también la mandíbula de un macho. Los
restos fueron bautizados con los nombres de los amantes de la mitología griega Orfeo y Eurídice.
Su estudio proporcionará a los investigadores una buena oportunidad para comparar las
diferencias entre el macho y la hembra de este homínido.

El Paranthropus robustus vivió hace entre 1,5 y 2 millones de años y era un animal vegetariano
capaz de usar rudimentarias herramientas de hueso. Se extinguió hace aproximadamente un
millón de años, probablemente como consecuencia de la dominación del hombre primitivo. "Se
trata de una criatura que entró en competición directa con nuestros primeros ancestros", afirmó
Andre Keyser, paleontólogo y director del yacimiento en el que fueron encontrados los fósiles.

Hasta hoy, los científicos desconocían con precisión las características de la hembra del
Paranthropus robustus. Ahora ya saben que ésta era más pequeña que el macho, que sus
dientes eran también más pequeños, y que había perdido una protuberancia en la parte superior
del cráneo, una diferencia entre macho y hembra que comparten con el gorila, según afirma
Keyser.

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