La Educación como base Humanista

Partiendo desde la idea de Pérez Tapias (1996) “La educación es una necesidad
antropológico.” (p.51) hay que entender, por ende, que es fundamental, tanto en nuestro
desarrollo personal como colectivo dentro de una sociedad. Dentro de este proceso educativo,
hay que tener en cuenta diversos agentes que pueden tanto aportar a una educación positiva
–en cuenta a valores- como negativa. Dentro de este grupo de agentes que influyen en la
educación está el educador (personaje relevante dentro del proceso), la familia (ya que es el
primer agente que logra transmitir información) y los cánones impuestos por la sociedad (ya
que estos son los que formarán al individuo en cuanto a cómo debe comportarse). En el
siguiente texto se abordará acerca del rol de la educación en la actualidad y la importancia
del educador como transmisor de ideales humanistas.

El proceso de educación va de la mano con un uno de transmisión cultural, ya que no

basta sólo con la herencia genética para poder sobrevivir dentro de la sociedad en la que un
individuo se encuentra. A partir de esto se debe que plantear una educación humanista en
base a los valores Pérez Tapias (1996) plantea que “El sistema social en el que la educación
se halla inmersa, la tradición cultural desde la que se nutre, los condicionamientos
económicos y políticos que pesan sobre ella hacen que, aun cuando no se quisiera, la
educación responda siempre a ciertos valores.” (pp. 65-66). A partir de esta visión de Pérez
Tapias, se deja en cuenta que la educación debe ir ligada con la transmisión o está restringida
por ciertos valores, los cuales son impartidos tanto por la sociedad en la que el individuo está
insertado, como por el educador. Desde este punto se distingue cuán importante es el rol del
educador dentro del sistema educativo, ya que dependiendo de la postura que este impartidor
de educación tenga se determinará la dirección en que una generación entera irá, pudiendo
tanto ser en una negativa como una positiva (esto determinado por la sociedad en la que se
encuentren). Tal como expone Pérez Tapias (1996) “Si la educación discurre siempre en
medio de una realidad humana ambigua (…) carga con su correspondiente dosis de
ambivalencia. Eso quiere decir que, en su realidad fáctica, puede estar alimentando lo
negativo, o por el contrario, puede estar potenciando lo positivo, promoviendo personas más
humanizadas.” (p.57).