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Patrón (costura)

Un patrón, en el ámbito del corte y confección, es


una plantilla realizada en papel para ser copiada
en el tejido y fabricar una prenda de vestir,
cortando, armando y cosiendo las distintas
piezas.

Se llama «patronaje» a la actividad de diseñar y


adaptar patrones. «patronista» es el profesional
que se dedica al patronaje.

En la industria de la moda también recibe el


nombre de patrón la prenda original que realiza el
diseñador de modas, a partir de la cual se copia
el resto (cambiando tallas, materiales o detalles).

Patrones domésticos

Los patrones domésticos suelen ser de papel de seda, papel manila (un poco más grueso) o
papel kraft (bastante más grueso) incluyen instrucciones de uso, sugerencias sobre la tela más
apropiada y las posibles adaptaciones. Están disponibles en una amplia variedad de estilos,
modelos, tallas, precios...

Patrón casero en papel con marcas para recortar en diferentes tallas.

Patrones industriales

El diseño industrial de patrones comienza con un «borrador» (ya existente) que representa
aproximadamente la idea del diseñador. El patrón se realiza en papel manila y se revisa. Se
aplica a un tejido de prueba y se confecciona la prenda. Esta prenda se probará en una modelo
o un maniquí para que la apruebe el diseñador.
A continuación se confecciona una pequeña tirada de esa prenda en el tejido definitivo y se
presenta a los clientes potenciales, en general mayoristas. Cuando se evalúa positivamente el
potencial de ventas de la prenda o pieza, se realiza el escalado, normalmente a través de
programas CAD. La exactitud de las tallas, los contornos y las líneas de las costuras se
examinan cuidadosamente; se corrigen los posibles errores y se procede a su producción
industrial.

El corte de las distintas piezas que componen una prenda también se realiza con ayuda de
una computadora. Después de la fabricación del modelo, si tiene éxito en el mercado, se
guarda el patrón como posible «borrador» de futuros modelos. Hoy en día existen diferentes
herramientas con las que poder crear patrones.

Diseño de un patrón industrial, utilizando CAD.

VALOR A LOS TEJIDOS


Guatemala, mejor conocida como “corazón del Mundo Maya,” es un país lleno de riqueza cultural.
Visitada por miles de extranjeros para conocer su cultura, su arte y su gente. Nos sentimos orgullosos
de decir que somos guatemaltecos. Siempre publicamos las mejores fotos de los hermosos paisajes y,
de vez en cuando, de una mujer indígena caminando por Antigua Guatemala con su hermoso traje.
Nos sentimos más chapines por lucir un pedacito de textil indígena en una bolsa, en un cincho o un par
de zapatos, sin importarnos su significado y mucho menos las personas que lo elaboran. Cada tejido
tiene una historia detrás de su elaboración, más que moda o colores, representa dedicación,
emociones, familia, valores y cosmovisión maya. Es un arte que ha trascendido las generaciones con
una mujer trabajadora detrás de cada telar. El darle valor a los tejidos indígenas, es darle valor a las
personas que lo elaboran.

El tejido indígena es un arte que elaboran básicamente las mujeres, es un telar muy complejo porque
tiene muchos detalles, es un trabajo único por reflejar todo el conocimiento y cosmovisión de quien lo
elabora. Un tejido tiene en sus diseños un sinfín de formas y todo eso es obtenido de la naturaleza, del
universo y del mismo pensamiento de la mujer, que lo hace mucho más creativo. Es por eso que cada
tejido se convierte en una pieza de arte. Durante décadas la elaboración de tejidos ha sido una fuente
de ingresos para muchas mujeres indígenas del país, sin embargo su ardua labor no es remunerada
justamente; hay prendas que toman hasta un mes su elaboración y las ganancias son mínimas.
De acuerdo a lo anterior, Celia Ajú, investigadora del Instituto de Investigación y Proyección sobre
Diversidad Sociocultural e Interculturalidad (ILI) de la Universidad Rafael Landívar, nos explica que
cada pieza es elaborada con dedicación y valor, es por ello que se vuelve muy particular. Ella indica
que “es una gran violación a toda esa cosmovisión cuando se usa para fines económicos, para
producirlos en serie, copiarlos y sacarlos en serie, se está violando ese derecho.” Celia explica que el
gran problema es el aprovechamiento de intermediarios, que son personas que reciben las telas y
pagan costos bajos por estas, pero las venden al extranjero a precios elevados.

“Lo más triste del caso es que quienes se van beneficiando son estas personas que digamos ya tienen
recursos y las personas de primera mano que son las mujeres que lo elaboran han dado su tiempo, su
conocimiento, su cosmovisión, todo y no reciben ese beneficio por su arte,” Celia Ajú.

Además, Ajpub’ Pablo García Ixmatá, investigador académico de la URL, indica que no solo la paga es
el problema, sino también el uso que le están dando a los tejidos. Actualmente están comprando
huipiles viejos para folklorizar, los usan como moda en diferentes artículos como zapatos, bolsas o
cinchos. Modifican los trajes de comunidades haciendo vestidos totalmente fuera del contexto
maya, y no ven el sentimiento de la mujer maya que está plasmado, lo cual lo considera una ofensa.
Por otro lado, Celia expresa que si los artículos y trajes se utilizan con respeto, hacen valer sus
derechos de autoría y se les da la paga justa sería diferente, porque para las comunidades indígenas
incluso los zapatos tienen vida.

Celia indica que además de una paga justa y un uso correcto, deberían tener el derecho intelectual. De
esta forma no solo le darían valor al arte, sino también a la persona que lo elabora. “Se sentirían mucho
más motivadas, con un autoestima mucho más alta y sería una forma también de valorar nuestra
propia cultura”.

La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), explica que “los derechos de propiedad
intelectual se asemejan a cualquier otro derecho de propiedad”: permiten al creador, o al titular de una
patente, marca o derecho de autor, gozar de los beneficios que derivan de su obra o de la inversión
realizada en relación con una creación. Esos derechos están consagrados en el Artículo 27 de la
Declaración Universal de Derechos Humanos, que contempla el derecho a beneficiarse de la
protección de los intereses morales y materiales resultantes de la autoría de las producciones
científicas, literarias o artísticas”.

Vemos que la propiedad intelectual es un derecho, derecho que no se está haciendo valer en el
reconocimiento de autoría de los textiles indígenas.

La ley de Guatemala cuenta con artículos que respaldan ese derecho y que hasta la fecha no se han
cumplido. El antropólogo y arqueólogo Diego Vásquez, explica que hay una omisión por
inconstitucionalidad, lo que quiere decir que en la constitución hay artículos que hablan de proteger
el patrimonio cultural y crear leyes en torno a eso y que le pertenece a los pueblos indígenas, pero no
se ha hecho nada.

A continuación se presenta un fragmento de dicha ley:

LEY PARA LA PROTECCION DEL PATRIMONIO CULTURAL DE LA NACIÓN:

Decreto número 26-97, reformado por el decreto número 81-98. Artículo 3, sección II. “Quedan afectos
a la presente ley los bienes culturales a que hace referencia el presente artículo en su numeral uno
romano, que tengan más de cincuenta años de antigüedad, a partir del momento de su construcción
o creación y que representen un valor histórico o artístico, pudiendo incluirse aquellos que no tengan
ese número de años, pero que sean de interés relevante para el arte, la historia, la ciencia, la
arquitectura, la cultura en general y contribuyan al fortalecimiento de la identidad de los guatemaltecos”.

En el año 2014, se presentó una iniciativa de ley que dispone aprobar la ley de traje indígena, propuesta
por el representante Efraín Asij Chile. Esta tiene como objeto “la declaración del traje indígena en
general, como uno de los bienes culturales de la nación, que forman parte de la identidad y del
patrimonio nacional de la cultura maya guatemalteca”.También cabe mencionar que en 1947, la
UNESCO presentó una propuesta para la protección de la producción textil indígena.

Esto quiere decir que en Guatemala y a nivel internacional existen propuestas fundamentadas
para hacer valer este derecho, sin embargo no se han aplicado.

Por otra parte, Diego explica a grandes rasgos cómo funcionarían estas leyes. Primero, sería una
propiedad colectiva en donde toda la comunidad tendría el derecho sobre los textiles y si alguien
quisiera lucrar con ellos, tendría que pedir una autorización y pagar las regalías ya que de lo contrario
se les impondría una demanda. “Los ingresos tendrían que ser para toda la comunidad y si es
individual, individual, aunque hay una mentalidad comunitaria maya muy arraigada y consiste que el
enriquecimiento de unas cuantas personas, esta visto como una distorsión comunitaria. Entonces una
parte se iría hacia esa persona y otra parte a la comunidad pero es algo que ellos deberían
discutirlo,” indica Vásquez. Por otra parte, ellos decidirían el uso que se les dan a las telas y el Estado
tendría que respaldar, promover y apoyar la elaboración y la protección de trajes indígenas.

Hay que entender que estos derechos son muy importantes no solo por los tejidos indígenas, sino por
las personas que lo elaboran; darle su valor y hacer valer sus derechos como personas. Guatemala es
un país multiétnico y pluricultural y las leyes deben hacerse cumplir por igual, sin favorecer a unos y a
otros no. El hecho de que todas estas propuestas no se han tomado en cuenta habla de la gran
problemática de racismo que hay en el país y que viene desde el tiempo de la conquista, ya que los
trajes indígenas son solo uno de los muchos problemas que estas comunidades enfrentan.

Diego Vásquez, expresa que “hay una lógica subyacente a todo esto y es una lógica profundamente
racista, es ver a los indígenas como objetos, es algo que siempre ha estado y que del siglo XIX para
acá se ha vuelto más fuerte”, “todo esto se ve con los textiles, porque si una cosa produce cosas, esa
otra cosa que lo produjo no es dueña de eso, entonces yo lo puedo usar, si todos ellos son objetos
para mí”.

El derecho intelectual de los trajes indígenas, va más allá de solo pensar en fines económicos;
representan historia, arte, sentimientos, emociones, cosmovisión maya y una mujer trabajadora
detrás de cada telar.

El derecho intelectual de los trajes indígenas, es un derecho que hace valer a las personas y a las
comunidades. Ellos son los que deben decidir su uso y su costo. A pesar de la existencia de propuestas
para proteger la decisión del uso y costo, deben hacerse valer. Eso ayudaría a promover que nuestra
cultura, más allá de una fotografía o una pieza de textil indígena en una bolsa, a enfrentarnos a la lucha
contra el racismo y la desigualdad que prevalece en el país.

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