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humanidad; y, por tanto, nunca preguntes por quién doblan las campanas, porque están
doblando por ti” John Donne.
PUNTO DE VISTA
Cuando la gente sale a la calle en Santa Marta a exigir no más muertes a líderes sociales, no
más violencia, no más fracking, no más puertos privados depredadores en Taganga, no más
mentiras ni dobles discursos, uno pensaría que aún no hemos podido salir de la
confrontación permanente, del conflicto armado, de la exclusión, del despojo, de la
persecución política, a pesar de que se haya suscrito un histórico Acuerdo de Paz que
permitió que quienes antes se apuntaban por el ojo de la mira de los fusiles, ahora se
pudieran mirar a los ojos, en la institucionalidad democrática.
Salir a defender la Paz, a pedir garantías para la libertad política, para reivindicar derechos,
y exigir su cumplimiento, con mucho compromiso, sin violencia, sin odio, y sin miedo;
movilizarse para preguntar ¿Quiénes son los que matan a nuestra gente?, o a pedir
respuestas al Estado, se convierte más que en una opción, en una responsabilidad
ciudadana.
Genera impotencia e indignación hacer esta reflexión ¿se puede hablar de Paz, si desde que
se suscribió el Acuerdo de Paz, han asesinado a más de 830 líderes sociales y actores
políticos?; es más, que más de 230 de nuestros muertos hayan caído después del cambio de
gobierno; o que desde que se convocó, hasta que el pasado 26 de julio, se realizó, la
movilización, en rechazo a la violencia, ante el hecho de la muerte de María del Pilar
Hurtado, frente a su pequeño hijo, hayan matado a 12 líderes a lo largo y ancho del país y
siguen contándose los cuerpos. Es más, ¿no debería el gobierno nacional, los actores claves
y la sociedad en su conjunto, orientar sus preocupaciones a la construcción colectiva de la
Paz y la reconciliación, en vez de vestirnos cada día de negro, frente a la violencia contra
quienes defienden sus derechos, protestan, participan, inciden, ejercen la oposición o
piensan diferente?
Dicen que quien no conoce la historia, está condenado a repetirla, sin embargo, en
Colombia parece que se estuvieran repitiendo los errores de la guerra sucia, del exterminio
de la UP, de A luchar, de muchos reinsertados del M-19, de la CRS, del EPL, del embrujo
autoritario, entre otros, y ahora a los de las Farc. ¿La estela de venganza y de sangre,
llegará hasta el infinito contra quienes la apuestan a la Paz?