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Trabajo Práctico Filosofía de la Historia Año 2019

Las cuatro claves de la Historia: sujeto, verdad, libertad, tiempo.

Consigna: elaborar argumentos y ejemplos (para las tesis) y contra-argumentos y


contraejemplos (para las antítesis) que concluyan en una proposición que sintetice-
personalmente- tanto lo argumentativo como el ejemplo que ilustra dicha conclusión.

Clave del sujeto:

Tesis: el sujeto de la historia se identifica con el vencido, con la clase subalterna, con el sujeto
sin voz. La formulación más sorprendente de la nueva filosofía de la historia de Walter Benjamin
se encuentra sin duda en sus tesis “Sobre el concepto de la Historia”, redactadas en 1940, poco
antes de su suicidio en Port Bou, último recurso para escapar de la Gestapo. El sujeto de la
historia que se visibiliza cuando escribimos la historia “a contrapelo”, es el que aparece desde el
lugar y la voz de los vencidos, contra la tradición conformista del historicismo alemán cuyos
partidarios entran siempre “en empatía con el vencedor” (Tesis VII, Walter Benjamin). El sujeto
de la historia es el otro.

Antítesis: el sujeto de la historia se identifica con los grandes héroes nacionales, son los
vencedores. Historia de la mismidad. El historicismo se identifica enfáticamente con las clases
dominantes. La historia se concibe como una sucesión gloriosa de hechos políticos y militares.
La historia participa -como esos personajes que elevan la corona de laurel encima de la cabeza
del vencedor- en “el cortejo triunfal en el que los dueños de hoy andan sobre los cuerpos de los
vencidos” (Tesis VII de Walter Benjamin). La clase dirigente, “no ha acabado de triunfar” (Tesis
VII) sobre los oprimidos (desde el imperio romano hasta el tertium imperium hitleriano).

Clave de la verdad:

Tesis: para Giambattista Vico “una verdad que no se puede poner de modo alguno en duda es
que este mundo civil ha sido hecho ciertamente por los hombres, por lo cual se puede y se debe
hallar sus principios en las modificaciones de nuestra propia mente”. En este aserto se anuncia
una epistemología que contiene un criterio de verdad opuesto al de la ciencia cartesiana y válido
para la comprensión de la única porción de realidad de la cual se puede obtener un conocimiento
verdadero: el mundo civil. Por ello, cada nivel sapiencial exige ingenio, facultad inventiva de
conocer lo nuevo, de buscar y reconstruir la verdad. La capacidad sintética y constructiva de la
mente se despliega en dos órdenes: precientífico y científico. En el primero, imaginativo y
espontáneo, la capacidad de buscar y reconstruir la verdad que existe en la forma singular es
aprehendida por los sentidos; o sea, conoce lo verdadero (verum) espontáneamente,
preponderan la memoria y la fantasía. En el segundo, racional y reflexivo, es la capacidad de
buscar y reconstruir la verdad que existe en forma general aprehendida por la razón; o sea,
conoce lo verdadero (verum) críticamente.
Antítesis: “no hay hechos sino interpretaciones” (Nietzsche en 1886) Esta afirmación muestra
la posibilidad de justificar el subjetivismo a ultranza. De esta manera, a partir de ella se puede
explicar cómo cualquier enunciado de un determinado intérprete tiene validez. El relativismo
moral es la idea de que las opiniones morales o éticas, que varían de persona a persona, son
igualmente válidas y ninguna opinión acerca de “lo bueno y lo malo” es realmente mejor que
otra. No existe ningún estándar definitivo del bien y del mal, así que cualquier juicio acerca del
bien y del mal es un producto de las preferencias y entorno de la persona. No existe un estándar
supremo de moralidad, de acuerdo con el relativismo moral, y ninguna opinión o posición puede
ser considerada “correcta o incorrecta”, “mejor o peor”.

Clave de la libertad:

Tesis: la libertad pertenece al reino de lo concreto. En el camino hacia la libertad al pueblo judío
le son entregadas las Tablas de la Ley que son recibidas con la frase “Haremos y escucharemos”
que Emmanuel Levinas toma como punto de partida de la acción ante el sufrimiento humano y
la injusticia. La relación íntima y necesaria de la libertad con la justicia coloca a la Ética en primer
lugar: somos responsables por el Otro. La libertad es acción responsable por el Otro. El otro es
el prójimo y el extraño enseña la sabiduría del Talmud. La responsabilidad para con el otro no
puede haber comenzado en mi decisión. La responsabilidad ilimitada es 'anterior-a-todo-
recuerdo'. Mi libertad es finita, es limitada “porque es una relación con otro”. Hay diálogo de
libertades.

Antítesis: la libertad se identifica con la necesidad. Spinoza señala que “(…) esa famosa libertad
humana, que todos se jactan de tener, y que tan solo consiste en que los hombres son
conscientes de sus apetitos e ignorantes de las causas por las que son determinados. Así, el niño
cree apetecer libremente la leche, el chico irritado quiere la venganza, y el tímido la fuga. Por su
parte, el borracho cree decidir por libre decisión de su alma lo que después, ya sobrio, quisiera
haber callado. Igualmente, el delirante, el charlatán (…) creen obrar por libre decreto de su alma
y no que son llevados por el impulso (…) Y aun cuando la experiencia enseñe, más que
sobradamente, que los hombres nada pueden menos que dominar sus apetitos, y que muchas
veces, mientras sufren la pugna de afectos contrarios, ven lo mejor y siguen lo peor, creen sin
embargo, que son libres por la sencilla razón de que desean levemente algunas cosas y que ese
deseo puede ser fácilmente reprimido por el recuerdo de otra cosa que nos viene
frecuentemente a la memoria” (Carta a G. H. Schuller, 1674)

Clave del tiempo:

Tesis: en la filosofía de la historia se entrelazan Arjeología (primeros principios) y Esjatología


(últimos fines). La historicidad alberga una concepción kairológica del tiempo, “kairos” hace
referencia al instante oportuno. Es el tiempo cualitativo y heterogéneo. Es el instante pleno de
la revolución. Para la filosofía de la historia de Walter Benjamin: puerta estrecha por donde llega
el Mesías, la Liberación. Es el tiempo del otro, de la otra Argentina, de la historia no oficial que
exige la apertura a una comprensión del tiempo de la historicidad, no del historicismo ni del
historicidio.
Antítesis: el tiempo cronológico es homogéneo, es lineal. En la mitología griega Cronos es hijo
de Urano y Gea. En la mitología romana es Saturno. Cronos devora a sus hijos. Es el tiempo
irreversible. Es el tiempo que concibe Heidegger cuando formula su “dasein”: ser-para-la muerte
se concibe desde esta dimensión meramente cronológica del tiempo, el humano es ser-para-la
muerte. La historia se cierra, no hay lugar para lo nuevo ni para una fecunda historicidad. Es
tiempo medido desde la Mismidad, que expulsa al otro. No hay esperanza ni posibilidad de
reparar las injusticias.

Desarrollo

Clave del sujeto


Tesis: el sujeto de la historia es el otro, el vencido. Tenemos que entender la historia entonces
como promesa de un futuro mejor, más justo. Ese futuro será construido por los vencidos, los
cuales aun siendo las víctimas de los vencedores, no guardarán rencor hacia ellos, ni se aferrarán
a la venganza, cosa que piensan los vencedores. Sino más bien, se les dará la condena justa,
pagando el precio de sus actos, de manera que el orden divino quede restaurado, en el cual cada
acto tiene su correspondiente consecuencia. Será por lo tanto, un tiempo en el que no habrá ni
vencedores ni vencidos. El otro de la historia, el siempre rezagado es que hace la verdadera
historia, y puede, a lo largo del tiempo, identificarse con diferentes identidades: sexualidades
disidentes, negros, judíos, indios, pobres, mujeres, etc.

En nuestro contexto actual, se de manera evidente, la fuerza de los movimientos feministas, los
cuales están instalando y promoviendo un cambio que la humanidad se debe desde los inicios
de sus días. El otro tiene la capacidad de hacer la verdadera historia, ya en su misma condición
de dominado, porque todo aquel que se encuentra en esa posición de, le es inherente la
búsqueda de su libertad; el dominado no puede permanecer toda su vida en esa misma posición,
por lo que siempre estará buscando, si no es de manera explícita, de modo implícito, los medios
de romper sus lazo de dominación.

Antítesis: Efectivamente la historia en la que fuimos educados en la escuela primaria, fue una
historia que estaba hecha por grandes hombres como San Martin o un Bolívar. Y es así porque
fueron ellos los que tuvieron la valentía de alzarse contra sus enemigos, virtud que solo ellos
poseían. Es por ello que resulta comprensible que la historia los tenga como protagonistas.
Basándonos en la teoría evolucionista podríamos decir que los más fuertes son los que hacen la
historia, ya que ellos logran imponerse por sobre los más débiles. La derrota y la muerte de los
más débiles no solo es natural, sino que es necesaria, ya que es lo que dicta el progreso de la
especie. Por lo tanto, todo sometimiento, exclusión, masacre, estará justificada por la fuerza del
más fuerte. Esta es la virtud que tiene aquellos que considera que el mundo está gobernado por
el mercado, ya que lo mismo que la teoría de la selección natural, hay algo más allá de nosotros
(el mercado) que es el que reparte de manera justa lo que conviene a los que les conviene, es
antiracional entonces, tanto la caridad como el proteccionismo ya que impiden que el mercado
actúe libremente.
Síntesis: En los sucesivos derroteros de la historiografía, se dio un cambio de especial
relevancia, en cuanto a la consideración en la identificación del sujeto histórico. Desde Leopol
von Ranke, el cual se interesó por la diplomacia y las guerras, el accionar de los grandes hombres
a los que los ciudadanos debían someterse, puesto que expresaban el orden divino de las cosas.
Es por ello que Ranke fue nombrado, desde el poder oficial, historiógrafo oficial por el rey
Guillermo IV de Prusia, ya que su manera de hacer historia consistía en cubrir de un manto
santificado a los acontecimientos históricos protagonizado por los vencedores. Seguimos en la
misma línea cuando hablamos del positivismo, los cuales intentaron hacer una historia de corte
cientificista, ligándose de manera estrecha con las ciencias naturales. Estos, con un enfoque
“metódico documental” se ocuparon de los hechos importantes, de individuos eminentes y
privilegiaron la historia política, diplomática y militar. Estos fueron los fundamentos de las
grandes historias fácticas, cronológicas y sesgadas por una interminable sucesión de fechas,
figuras heroicas, batallas, etc.

Hasta aquí hemos hablado de lo que se podría considerar el paradigma clásico, y estaría
representado por la antítesis precedente. Esta manera de hacer historia va a ser cuestionada, al
mismo tiempo que se va consolidando el sistema capitalista y las sociedades industriales y
burguesas. Fue puesto en cuestión por aquellos historiadores que incorporaron el estudio de los
pobres, de los movimientos sociales, las condiciones de salubridad, etc. Sin embargo, todavía se
trataba de un cambio de protagonistas: los trabajadores en lugar de las élites dirigentes, los
colectivos en lugar de los individuos notables, los problemas de la industrialización en lugar de
las instituciones políticas. Este vuelco que se venía gestando, terminó de darse completamente,
con los aportes de otras disciplinas, con Durkheim, Max Weber, en el siglo XX, anticipando lo
que vendría con la escuela de Annales. Por lo tanto podríamos decir que las consideraciones
históricas fueron virando, desde la consideración de las grandes figuras eminentes como los
hacedores de la historia, a la consideración de las grandes masas de desplazados que sufrían y
se organizaban contra aquellos avances que los empujaban a su autodefensa.

Clave de la verdad
Tesis: Existe una verdad objetiva, y de ello dieron cuenta tanto los filósofos como los
historiadores, los cuales, a entender que había algo que existía por sí mismo, trataron de
mostrarla, aunque y a pesar de que sus subjetividades no lo permitieran hacerles tan fácil la
tarea. Aun así, la verdad está ahí, independientemente de los sujetos, esperando ser develada.
Así es como desde Platón hasta Kant, pasando por toda la tradición metafísica, se intentó develar
esa verdad objetiva, y buscar los métodos más adecuados para llegar a ella.

La existencia de tal verdad resulta obvia, ya que sin la existencia de la misma sería todo relativo;
habría una anarquía y el mundo carecería de norma por medio de la cual sus miembros puedan
guiarse. Tal vez el mundo a veces pareciera carecer de norma, pero la mayor parte del tiempo,
actúa ordenadamente, por lo tanto podríamos decir que se sustenta en alguna verdad o
conjunto de verdades. La no existencia de una verdad objetiva tendría como consecuencia un
sin sentido de la existencia, y ya que nuestra existencia, la mayoría de las veces tiene algún
sentido, tiene que haber algún criterio de verdad que la haga posible.

En el campo historiográfico esta verdad objetiva se demuestra en que la tarea del historiador es
la recolección de lo que verdaderamente aconteció; la realidad de los hechos está ahí frente a
nosotros, y lo que tienen que hacer es simplemente recolectarla, mostrarla. La verdad, por lo
tanto, está en las cosas, nosotros no intervenimos en ella, solo la mostramos. Y la historia
consiste en un cuerpo de hechos verificados, y está constituida por un núcleo óseo de hechos
históricos existentes objetivamente por sí mismos, con independencia de la interpretación
subjetiva del historiador. Esto es así, ya que si los hechos no fuera lo central en la historia, habría
tantas historias, y sobre hechos tan triviales como insignificantes, que nos encontraríamos en
una absoluta arbitrariedad.

Antítesis: Contra toda esta tradición de filósofos e historiadores que santifican el carácter
objetivo de los hechos, tradición que va desde Ranke, los positivistas y la tradición empirista de
Gran Bretaña con Russell y Locke, los cuales establecían una separación tajante entre objeto y
sujeto, se alza otra. Contra esta tradición que podíamos denominar siguiendo a E. Carr,
concepción del sentido común de la historia, según la cual la historia consiste en un cuerpo de
hechos verificados empíricamente por unos sujetos encargados de mostrarlos y recopilarlos, se
alzan Dilthey y Crose. Este último entendía que toda historia es contemporánea, por lo que la
tarea del historiador no es la de recoger simplemente datos empíricos, sino la de valorar cuál y
por qué merecen ser recopilados y mostrados, tarea que es altamente subjetiva, ya que se la
hace siempre desde las intenciones del historiador en el presente, según las tradiciones a las
que responde como grupo e individual. Así también está Becker, el cual sostenía que los hechos
no existen de manera objetiva, sino que es el historiador el que los crea.

Esta concepción tiene como consecuencia de lo sustancia de la historia ya no sean los hechos,
entendidos como verdades objetivas, sino los historiadores. Dicho de otro modo, en la historia
lo fundamental ya no serían los hechos en estado puro, sino que será la actividad de la
subjetividad del historiador en la reconstrucción y valoración de esos hechos, como
acontecimiento histórico. Los hechos no nos son dados, nosotros los construimos. Entonces
queda descartada toda historia objetiva y estamos en el peligro de caer en un relativismo.

Síntesis: Mientras que la tesis nos proponía una teoría de la historia carente de significado, ya
que a los hechos no se les agregaba nada, eran completos, y servidos tal y como se los
encontraba en la realidad objetiva. Para la antítesis la historia se nos ofrece como una infinidad
de significados posibles, ninguno de los cuales es mejor ni más cierto que los demás, En el fondo
ambas posturas resultan ser lo mismo. Quizá en Nietzsche, el mismo que propone el problema
del relativismo, se encuentre la solución, ya que él, al mismo tiempo que proclamaba que los
hechos no son nada, y su interpretación lo es todo, estableció al mismo tiempo, que el problema
radicaba entonces, en saber hasta dónde contribuye esta interpretación a prolongar la vida.

Clave de la libertad
Tesis: Somos libres en cada decisión que tomamos. Si no lo fuéramos, entonces para qué
esforzarnos en tratar de comprender que sería lo mejor o lo peor, lo bueno y lo malo´. Ya que si
nuestras acciones no fueran realizadas por nuestras intenciones sino que, seguirían las
pretensiones o los designios de la providencia divina, para qué tratar de obrar siempre de la
mejor manera. Si fuera verdad que nuestras acciones ya son conocidas por Dios, y que
carecemos de libre albedrío, por qué elegimos. Esta doctrina contra la que argumentamos,
tendría, si fuera cierta, consecuencias nefastas (Argumento pragmático), ya que uno podría
actuar de la peor manera que sea posible, y sin embargo justificar sus acciones diciendo que él
no es el que realmente determina sus acciones sino, la providencia divina. Por lo tanto, todos
somos libres en nuestras elecciones, y debemos ser juzgados por tales. Uno siempre, incluso en
las peores situaciones, puede elegir: hacer el bien o hacer el mal. Tal vez las condiciones dentro
de las cuales se encuentra la acción, determinen su manera de hacerse, pero al fin y al cabo, uno
es en su completa libertad, el que decide llevarla a cabo.

Antítesis: El azar, en contraposición con lo que se dice comúnmente, y así como lo definió
Aristóteles en su Física, es la obtención de un resultado inesperado al que se pretendía alcanzar
en la realización una acción con una finalidad determinada, y no un acontecimiento producido
por un movimiento accidental y sin encadenamiento de causas. Entonces si algo pudiera
producirse sin causa alguna, parecería que ha salido de la nada; y esto es imposible, por lo tanto
también lo es el azar. Se llega a la conclusión de que lo que se decía que era por azar, no era más
que el producto de la convergencia y confluencia de causas, y lo que provoca esto no es más que
ese orden que procede de un encadenamiento inevitable, un orden que, descendiendo de la
fuente de la providencia, dispone todas las cosas en su propio lugar y tiempo. Y entonces podría
decirse que el azar mismo se mueve siguiendo una ley.
Lo anteriormente dicho deja abierta una cuestión más compleja, porque si el mundo está regido
por la providencia divina, entonces ¿existe alguna libertad de elección para nosotros o bien la
cadena del Destino encierra también los movimientos del espíritu humano? Lo cual parece
bastante conflictivo y contradictorio suponer por una parte que Dios conoce todo de antemano
y, por otra, que existe alguna posibilidad de elección. En efecto, si Dios provee todo y no puede
de ningún modo equivocarse, necesariamente se tiene que producir aquello que la providencia
ha previsto que debe producirse. Luego si conoce de antemano tanto las acciones de los
hombres como sus intenciones y deseos, no existiría posibilidad alguna de libre elección, porque
sería imposible que se produzca algún otro acto o deseo más allá de los de la divina providencia.

Síntesis: Si bien no somos libres, tenemos cierta capacidad de autonomía. En el primer


sentido, no somos libres en cuanto tenemos una serie de limitaciones materiales, estamos
regidos por un orden que nos condiciona y al cual no podemos escapar, esto es: el orden
biológico de la vida y la muerte. Pero sin embargo, nuestra condición de ser humano, se
caracteriza por trascender lo meramente biológico de nuestra animalidad. El ser humano al ser
un proyecto autodeterminado, no está completamente bajo la sumisión de la naturaleza, como
si lo esta los animales. Es así que el ser humano, tiene cierta autonomía en cuando decir ser
quien es. Entonces no hay una definición esencial, objetiva, verdadera y eterna de lo que sea el
ser humano, sino que éste se va haciendo de acuerdo con sus intereses. En este sentido es libre
de ser quien quiera ser. Pero no es completamente libre ya que está atado a su animalidad.

Clave del tiempo


Tesis: La historia tiene en consideración el tiempo, pero este no es que se podría suponer como
lineal, homogéneo y unidireccional. A los comienzos de la historiografía, se consideraba, con los
positivistas, que el tiempo era una línea ascendente, que progresivamente iba hacia adelante.
Sin embargo, los sucesos históricos se encargaron de desechar este modo de ver el tiempo a su
vez que descubrieron su carácter de evidente. Para los historiadores era obvio considerar de esa
manera al tiempo, no había lugar para presuponerlo de otra manera, para ellos eso era un hecho
no un supuesto. Después de las guerras mundiales y los totalitarismos entra en crisis este
supuesto, y se consideran otras concepciones temporales, ya que se había puesto de manifiesto
que la humanidad no seguía un camino ascendente, sino que había caído en el abismo, se había
retrocedido en el tiempo.
Es así que se había llegado a la predisposición a considerar otras formas de considerar el tiempo
histórico, como las kairológicas, o el tiempo mítico. Este tipo de consideración es más acertado
a la realidad, y se llegó a ella por medio de los avatares y las experiencias de los horrores de la
humanidad, develando así, otras formas de mirar el tiempo. Este paradigma nuevo consideraba
un tiempo heterogéneo y cualitativo. Ejemplo de ello era el tiempo mítico, en donde a través de
una serie de ritos, se vive como presente el tiempo sagrado de los orígenes, la actividad creadora
en los comienzos de los tiempos. En contraposición al tiempo profano, el tiempo mítico está
lleno de sentido, y puede ser reversible. Por ejemplo: el creyente que va a misa, tiene la
experiencia de algo que ya ocurrió, como es la resurrección de Cristo, o la transubstanciación.
Es un tiempo dinámico, paradójico y contradictorio.

Antítesis: La historia considera los hechos en el tiempo, este tiempo en el que suceden los
hechos es lineal, homogéneo e irreversible. Como consecuencia de esta consideración, la
historia puede ser considerada como un proceso acumulativo y en cadena. Efectivamente el
tiempo en que vivimos es un tiempo lineal, ya que a cada hecho, a su vez que tiene una
determinada consecuencia, puede ser considerado como el efecto de otro hecho anterior. La
realidad entonces se entiende como una compleja trama de causas y efectos. Resulta obvio que
la consideración de los hechos pasados no puede hacerse sino desde un presente, ya que para
volver al pasado necesitaríamos una máquina del tiempo. Se vive en el presente, el cual ha sido
el efecto de hechos pasados, ya por lo tanto para el estudio de esos hechos pasados, no
podemos hacerlos sino es desde nuestras condiciones contemporáneas.

Síntesis: El ser humano forma parte de dos tiempos, y consecuentemente, de dos realidades,
una profana y otra sagrada. Cada una de estas realidades tiene sus particulares formas de
concebir tanto el tiempo como el espacio. El hombre vive dos tiempos, en donde el tiempo
sagrado es el más importante. Mientras que el tiempo profano es lineal y unidireccional, el
segundo es reversible, recuperable, no es teleológico sino, espiralado. La preponderancia de n
tipo de tiempo sobre otro depende de la cultura a la cual nos estemos refiriendo. Es así que el
tiempo circular está más presente en la cultura oriental, mientras que en la occidental se da una
mayor importancia al tiempo unidireccional.

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