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Juliana Isaza
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Primera edición
Bogotá, 2011
Impreso en Colombia / Printed in Colombia
ISBN Xxxxxxxxxxxx
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida total o parcialmente, ni registrada en, o
reproducida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma o por ningún medio, sea mecánico,
foto-químico, electrónico, magnético, electro-óptico, por fotocopia o por cualquier otro medio, sin el permiso por
escrito de los editores.
Tabla de contenido
Presentación 5
Introducción 7
La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia 9
en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz en Colombia
1. Niveles de afectación de los delitos de lesa humanidad 10
2. Investigación preliminar e investigación judicial 13
2.1. Conceptos fundamentales sobre la sociedad y la cultura 13
2.2. Caracterización de la víctima 18
2.3. El daño y el trauma social en contextos de crímenes masivos 20
2.4. Daño cultural en crímenes de lesa humanidad 21
2.5. El trauma como producto del daño 27
3. Arqueología forense 46
3.1. Los patrones de enterramiento 47
4. Antropología Forense 57
4.1. Los patrones de lesión 59
Conclusiones 66
Bibliografía 69
La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia
en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz en Colombia
Presentación
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los símbolos que determina la forma de vida compartida que es aprendida y
transmitida por los adultos a las nuevas generaciones a través de pautas de
socialización. Lo fenoménico de la cultura se expresa a través del lenguaje, se
crean figuras, símbolos, señales, imágenes e ideas que tienen valor para la cul-
tura que los produce. El conocimiento de estos conceptos, valores y símbolos
es esencial para el operador judicial en la medida que le ayudará a entender el
daño sociocultural que pudo haber tenido una sociedad como consecuencia
de los hechos violentos causados por un Grupo Armado Organizado al Mar-
gen de la Ley -GAOML- y el impacto que ocasionó en la memoria colectiva
de esa sociedad.
A continuación se establecen las características de la víctima colectiva como
sujeto social. Ellas orientarán al funcionario judicial para poder establecer si
los crímenes que perpetraron los integrantes de ese GAOML pueden caracte-
rizarse como sistemáticos y generalizados en contra de una población defini-
da, con la finalidad de darle el carácter de delito de lesa humanidad. Además,
ese operador judicial podrá identificar, caracterizar y evaluar el daño cultu-
ral como una especie de daño colectivo, representado por traumas masivos,
entendido como el impacto que a largo plazo deja un suceso repentino con
efectos destructivos incapacitantes de orden mental y emocional en los indi-
viduos y en la propia sociedad que implica la imposibilidad de reproducción y
recreación y que la puede llevar hasta su desaparición.
Seguidamente las antropólogas Monsalve Vargas e Isaza Peláez, establecen
un esquema de investigación en Antropología para la construcción de verdad
en la ley de Justicia y paz; la ruta de investigación preliminar en antropología
Forense y la ruta de investigación preliminar de cementerios que servirán in-
dudablemente a los operadores judiciales para la construcción de verdad cien-
tífica, memoria e historia en el ámbito de la Ley de Justicia y paz.
Estoy convencida de que si acogemos éstas propuestas para investigar el
hecho social violento utilizando los conceptos de la Antropología Forense y
la Arqueología Forense, no solo aportaremos a la construcción de la verdad
científica y no meramente jurídica, sino que también, tendremos suficientes
herramientas para establecer el daño cultural colectivo en el incidente de re-
paración, aportando la prueba pertinente para demostrar: el hecho generador
del daño social, el daño sociocultural y la relación de causalidad entre ellos.
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La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia
en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz en Colombia
Introducción
En primer lugar, queremos dar los agradecimientos a las personas que hi-
cieron posible la realización y publicación de este trabajo. Al Director del
Proyecto ProFis, señor Andreas Forer, a Jorge Parra, quien coordinó el trabajo
interdisciplinario “Verdad, memoria e Historia en el marco de la ley 975 de
2005 de Justicia y Paz” y a la Doctora Claudia López Díaz, Coordinadora del
área Jurídica, por darnos la oportunidad de abrir espacios que permitieron
una disertación científica y académica más amplia e integral, por darnos la
oportunidad de conformar un grupo de expertos, nutrido por la experiencia y
el intercambio de saberes y continuos aprendizajes.
Este escrito es el producto de una intensa temporada de recolección de
datos, recopilación bibliográfica, articulación de hipótesis y corroboración de
estas mediante el ejercicio analítico y de discusión, argumentación y contraar-
gumentación, para finalmente arribar a la configuración de un texto que va
más allá de su forma escrita que pretende ser pragmático, teniendo como
objetivo principal mostrar que los aportes de la antropología en sus ramas:
social, biológica y arqueológica puede ofrecer al operador jurídico-legal una
herramienta para el abordaje de problemáticas sociales concretas.
En un primer momento, el texto presenta una propuesta para considerar el
daño cultural a partir de la noción del daño colectivo y hacerlo más aprehensible
para la jurisprudencia en casos que directamente deben considerar no solo
el orden social sino también en el aspecto cultural: los códigos, símbolos y
elementos que son inherentes a ella. Se busca, siguiendo esta línea de ideas,
demostrar cómo la antropología permite trascender el nivel de la casuística,
esto es, del individuo, para abordar entonces el efecto del delito en un nivel
social y cultural, teniendo en cuenta el carácter general y sistemático de los
crímenes de lesa humanidad perpetrados por Grupos Armados Organizados
al Margen de la Ley.
7
Por otro lado, se pretende mostrar con un mayor grado de amplitud los
aportes que puede hacer la Antropología Forense más allá de la denominada
Cuarteta básica de identificación. Es necesario comprender que el fenómeno de la
desaparición forzada de personas en Colombia trasciende el mero problema
de la restitución de la identidad individual y debe comprometer a las ciencias
y disciplinas científicas a abordar dicho fenómeno como un todo, teniendo
en cuenta la gran multiplicidad de víctimas directas e indirectas-. Es por esta
razón que se incluye una conceptualización de la investigación preliminar, la
arqueología forense y la antropología forense como fases del mismo proceso
de investigación antropológica forense, buscando la construcción del perfil
biológico y posteriormente indagando por la interpretación de los posibles
patrones en aras de argumentar sistematicidad y generalidad como elementos
fundamentales de los crímenes de lesa humanidad.
De acuerdo con lo anterior, la Antropología –y específicamente la Antropo-
logía Forense- pueden aportar a la construcción de más verdad no sólo desde
los métodos y técnicas propios de la disciplina sino también desde el potencial
que tiene para conocer la realidad e interpretarla, proporcionando herramien-
tas a fiscales y magistrados con el fin de comprender el daño social y cultural
en el proceso de tipificación de los delitos en cuestión. Tal es el caso de la
desaparición forzada de personas, el cual se ha usado a manera de ejemplo
para ilustrar cómo la labor de la Antropología Forense se compromete con
un fenómeno que ha producido una gran magnitud de víctimas en Colombia
y en cuyo proceso el antropólogo tiene la capacidad de participar y de aportar
desde su comienzo hasta el fin.
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La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia
en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz en Colombia
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1. Niveles de afectación
de los delitos de lesa humanidad
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en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz en Colombia
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rios, logrando así ampliar la naturaleza y los objetivos de la investigación, como
por ejemplo, trascender la judicialización de los autores para proponer una “ex-
ploración detallada del sistema mismo” (ibíd.) y poder develar algunos elementos
operantes al interior y detrás de la estructura criminal y del sistema como tal.
Entrando en materia, se parte de la existencia de dos elementos que son
necesarios a la hora de hablar de crímenes de lesa humanidad: la generalidad y
la sistematicidad (Forer, López Díaz, 2011, p.18). Para efectos de la compren-
sión del hilo conductor que guiará este escrito, se requiere conceptualizar bre-
vemente estos términos y posteriormente plantear de manera concreta cómo
se puede ver evidenciada su aplicación en el contexto específico colombiano
a través de las ciencias y disciplinas mencionadas a lo largo del presente texto.
Según Gómez Benítez (citado por Liñán, 2008, p. 7), la generalidad debe ser
entendida como la “exigencia de multiplicidad de víctimas” y la sistematicidad
“responde al criterio cualitativo del ataque”, siendo interpretada esta última
por la jurisprudencia de los tribunales penales internacionales ad-hoc como la
“naturaleza organizada de los actos de violencia y la imposibilidad de que es-
tos sucedan de forma espontánea” (Liñán, op. cit., p. 8). Es comprensible que
los conceptos definidos y estandarizados no son de gran utilidad si no se gene-
ran herramientas o mecanismos que los demuestren, ejemplifiquen, ilustren,
o en este caso, refuercen su existencia en los hechos analizados. Es por esta
razón que la propuesta aquí generada pretende, entre otros fines, partir de la
teoría y los lineamientos conceptuales interdisciplinares buscando desembo-
car en la caracterización del fenómeno y su posibilidad de visualizarlo a partir
de hechos concretos, demostrables y explícitos en el accionar de los GAOML,
ligándolos a un análisis que contemple dos herramientas metodológicas esen-
ciales: los patrones en el accionar del GAOML y los perfiles demográficos de
las víctimas (Forer, López Díaz, op. cit., 37 y ss.).
A partir de un mapeo de la clase de crímenes ocurridos, su fecha y el lugar
de las víctimas con respecto a estos, podemos argumentar las bases que con-
llevan a la formulación de las hipótesis para medir las escalas de las violaciones
a los derechos humanos y a la identificación de los patrones. Estos patrones
ayudarán a comprobar si los crímenes han sido parte de un proceso planifica-
do y organizado, según las recomendaciones de Reed (2008a). Es fundamental
tener en cuenta también que la sistematicidad es determinada por una política
o plan preconcebido o establecido, calidad que se reconoce como una condi-
ción fáctica (Liñán, op. cit., 8).
Con respecto a la generalidad, el perfil demográfico aportará la información
necesaria para cumplir con los requisitos que exige la producción de un núme-
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La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia
en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz en Colombia
Uno de los primeros problemas que se presentan, tanto para versados como
para neófitos en ciencias sociales, es cómo entender y presentar las relaciones
conceptuales de los fenómenos y procesos sociales que tienen que ver con
los hechos violentos. Es por ello, que en una primera parte de este escrito
precisamos los niveles sociales como lugar de conocimiento básico y, cómo
la Antropología, desde sus diferentes subcampos, contribuye al proceso de
conocimiento y reconocimiento de la realidad conflictiva, para luego con este
andamiaje teórico caracterizar a las víctimas, el daño sociocultural y la conse-
cuente reparación. Por último, trataremos los diferentes tipos de delitos y los
efectos sociales y culturales.
Lo colectivo hace referencia a una agrupación de individuos. Pero, aunque
existe como definición, no es específico para referirse a la agrupación de indi-
13
viduos humanos aunque su naturaleza suponga lo social. En este escrito recu-
rrimos a los conceptos de sociedad, cultura y subcultura (Bate, 1998), y a los
derivados de estos, como conceptos más precisos y con mayor potencial y ca-
pacidad heurística para caracterizar a las víctimas de crímenes de lesa humani-
dad, el daño y su consecuente reparación. La sociedad concreta1 es la compleja
articulación del sistema de relaciones sociales y las formas culturales que estas
generan. Este sistema de relaciones sociales, necesario no solo para la pro-
ducción económica de las condiciones materiales de vida, sino además para la
reproducción biológica de la especie, se corresponde con el conjunto de ideas
y valores que se expresan en un tiempo y un espacio específico. Este sistema
de valores conforma las actitudes, esto es la disposición a la acción, motiva las
conductas sociales y condiciona la toma de posición y el quehacer de los suje-
tos sociales frente a la realidad que los cobija. De manera consecuente, en este
escrito, los valores son representaciones en las cuales se asocian las nociones y
conocimientos del mundo con las vivencias diarias y su forma de afectar a los
sujetos. La manera y sentido de la afectación de cualquier acontecimiento so-
cial será diferencial en los sujetos y dependerá de la posición relativa de estos
con respecto al lugar que ocupan en el sistema social.
Otra dimensión de la sociedad es la cultura. Por cultura se entenderá el
conjunto singular de las formas fenoménicas que presenta toda sociedad. Lo
singular de la cultura se refiere a lo que caracteriza distintivamente a un grupo
social, ya sea por los objetos que produce, por las actividades que realiza, por
el tipo de relaciones que establece entre sus miembros, por las prácticas, códi-
gos, normas y reglas, por los rituales y manera de simbolizar el mundo, entre
otros. Los factores que determinan la singularidad de la cultura son el medio
geográfico y ecosistémico, las características históricas locales, regionales, na-
cionales e incluso internacionales de su configuración. Todo ello preelabora
la forma de vida compartida que es aprendida y transmitida por los adultos
a las nuevas generaciones a través de pautas de socialización que funcionan
a manera de derrotero de acción y simbolización frente al mundo; lo que se
trasmite es el patrimonio o legado, es la cultura misma.
Lo fenoménico de la cultura está previsto en la manifestación aparente y
perceptible a través de la lengua que lo expresa y de la actividad práctica que
lo crea. El lenguaje y la lengua son el sustrato a través del cual se vehicula el
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La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia
en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz en Colombia
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reconstitución de lo real que es aquello con lo que está confrontado el suje-
to y al cual le atribuye una significación cultural, por medio de los procesos
sociales e históricos vividos por el grupo o los grupos en cuestión. Como
parte del efecto del acontecimiento violento se hace necesario preguntarse
¿cómo los sujetos sociales han reconstituido su realidad?, y así tener elemen-
tos concretos de la afectación y las consecuencias de esta en cuanto al hecho
o acontecimiento violento. En el proceso cultural de significación, el símbolo
es el principio rector de la imaginación simbólica, que como representación,
muestra el sentido concreto o la forma de figurarse concretamente un sentido
totalmente abstracto —por ejemplo un valor— y situarlo socioculturalmente
en un espacio y un tiempo concretos; esta imaginación simbólica se define y
concreta a través de los vínculos de identidad, de clases, castas, lenguas y gru-
pos profesionales entre otros.
El imaginario simbólico tiene gran valor en este escrito porque su enten-
dimiento y aplicación nos permite comprender de manera más íntima la co-
tidianidad del grupo y precisar el grado de identidad y cohesión o desinte-
gración social entre los diferentes grupos que comparten una cultura, a los
que denominaremos de aquí en adelante subculturas. La desintegración social,
especialmente posterior al acontecimiento o hecho social violento, tiene como
consecuencia la confrontación constante de los grupos y, por tanto, la pérdida
del equilibrio psicosocial entre las culturas y las subculturas. Este equilibrio
psicosocial puede ser restablecido por el papel equilibrante que juega la ima-
gen simbólica. Así que, a través del imaginario simbólico, los grupos sociales
actualizan la cultura de acuerdo a las necesidades de mantenimiento del orden,
equilibrio o desequilibrio, cohesión y desintegración social propios (Monsalve,
2006). Aquí se hace importante anotar que lo cultural no solo es característico
de los grupos humanos étnicos, afrodescendientes e indígenas, sino de todos
los grupos humanos.
Lo cultural no es un aderezo en este escrito, ya el concepto ha sido utilizado
en tres sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Esta
información la tomaremos cuando tratemos el daño, pero también es claro
resaltar el valor de su uso en el análisis de genocidio y en delitos específicos de
lesa humanidad. De hecho cuando en el Estatuto de Roma en el artículo 7 lite-
ral 1h expresamente dice: “persecución de un grupo o colectividad con identidad propia
fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género” se
está remitiendo al concepto de cultura en cuanto a los grupos o colectividades
con identidad propia. Los niveles de la identidad pueden ser más amplios y
englobantes, como los nacionales; o de menor nivel de comprensión, como el
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víctimas producto de diferentes actos para que se trascienda en la explicación
del significado etiológico de dichos actos. Una dimensión del análisis en esta
línea de ideas para determinar que el acto o los actos no son producto del azar
o de la contingencia, es la caracterización de las víctimas y el significado que
tienen estas al interior de la sociedad o el papel preponderante que ocupan
en el orden sociocultural, o quizás su participación en la reproducción de la
cultura, para develar otra dimensión de la unidad del hecho que no es explícita.
Existe la posibilidad de que la razón por la cual se selecciona a una o varias
víctimas no sean explícitamente identificables y de manera falsa se determine
que los crímenes acaecidos sobre ellas y, por tanto, los actos violentos, sean
fortuitos. Un ejemplo de lo anterior son los crímenes cometidos en el marco
de la limpieza social en el que la comisión de asesinatos dispersos en términos
de espacio y tiempo parecen ser actos de violencia espontánea, pero que al ser
analizados en términos no solo cuantitativos de las víctimas, esto es el número
de ellas, sino además en términos cualitativos, perfil social de la víctima, se
pierde su carácter espontáneo o al azar y emerge el carácter relacional y co-
lectivo, es decir, los actos cometidos se interpretan como parte de un ataque.
La víctima tiene múltiples dimensiones: niveles de agrupación, órdenes de
cohesión, entre otros, que de manera muy íntima las agrupa. Entender estos
niveles nos permite extraer el porqué este tipo de personas son el sujeto recep-
tor del ataque; qué papel ocupan en las circunstancias que lo rodean, léase el
ataque; entender el patrón de la victimización; y, de manera indirecta, extraer
parte de los principios rectores de la política del grupo criminal.
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La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia
en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz en Colombia
Posición de clase
Posición en la división social del trabajo
Posición en la división doméstica del trabajo
Origen histórico - geográfico (barrios, naciones o etnias)
Posición en el sistema de parentesco
Determinación por género
Sexo
Orientación sexual
Filiación poblacional —raza—:
negroide
mongoloide
caucasoide
mestizo
Grupo étnico: Se refiere a la pertenencia a una comunidad indígena,
afrodescendiente o algún otro grupo.
Filiación política: Tiene que ver con la simpatía o pertenencia a al-
gún partido político de manera explícita:
liberal
conservador
partido independiente
movimiento de izquierda
etc.
Religión
católica
cristiana
judía
protestante
etc.
Rol social: Tiene que ver con el papel que cumple el individuo en
términos jerárquicos en una comunidad o grupo social específico.
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presidente de la junta de acción comunal
miembro de junta de acción comunal
líder comunitario
sindicalista
líder étnico —palabrero, chamán, yerbatero, curandero, miembro
de cabildo indígena, partera, plañidera, comadrona, etc.—.
Sector económico de acuerdo a la rama de producción, distri-
bución o consumo (agricultura, comercio, sector de la salud —bie-
nes y servicios—, etc.).
Oficio
agricultor
jornalero
vendedor informal
dueño de negocio
comerciante
meretriz
desempleado
habitante de la calle
etc.
Estrato socioeconómico
Particularidades: Esta categoría se refiere a las características parti-
culares de cada víctima, por ejemplo si padecía enfermedades menta-
les, si tenía antecedentes judiciales, etc.
Número de víctimas
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La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia
en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz en Colombia
el valor que tiene en este informe de la CPI, sino por lo referente al daño y
los perjuicios producidos como consecuencia del curso “normal” de los actos
violentos y por tanto del ataque.
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Para interpretar el daño se requiere acercar, conceptual y metodológica-
mente, a la antropología, las ciencias sociales y al derecho para poder conocer
de manera más clara y precisa el contexto social en el que se han cometido las
violaciones e identificar la escala de estas y sus efectos. En este acercamiento,
el conocimiento del contexto sociocultural y antropológico extiende puen-
tes entre el grupo victimizado y los sujetos activos de la jurisprudencia tales
como: (Ibíd., p.76):
… dado que la vinculación entre los vivos y los muertos —sostenida por
tantas culturas, inclusive la maya—, no me parece haber sido suficientemente
desarrollada en el dominio de la ciencia del derecho. Permítome, así, centrar
mis reflexiones en cuatro aspectos interrelacionados de la cuestión, desde la
perspectiva de los derechos humanos, a saber: a) el respeto a los muertos en las
personas de los vivos; b) la unidad del género humano en los vínculos entre los
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La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia
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vivos y los muertos; c) los lazos de solidaridad entre los muertos y los vivos; y
d) la prevalencia del derecho a la verdad, en respeto a los muertos y a los vivos.
Por último, el caso Mayagna (Sumo) Awas Tingni versus el Estado de Nicaragua
en el cual la Corte incorporó como documento la etnografía del grupo Awas
Tingni. Un Estudio Etnográfico de la Comunidad y su Territorio, elaborado por el
antropólogo Macdonald en el año de 1996, en el conjunto de materiales de
prueba. De igual manera en el escrito del Voto Razonado Conjunto de los
Jueces se otorga un gran valor a la cultura y al territorio cultural:
Es colectivo y difuso.
Implica conflicto cultural y lesión a la cultura afectada por los delitos.
Posible alteración de la cultura a través del cambio por acontecimientos
violentos.
Este tipo de daño genera sufrimiento pero el bien colectivo que se afecta
es la reproducción de la cultura en todas sus dimensiones: creencias,
cosmovisión, etc., y la lesión de esta es el sufrimiento como perjuicio. el
trauma cultural.
La magnitud del daño se traduce en lo que denominaremos más adelante
trauma cultural.
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establecimiento de un nuevo orden social (Klein, 2008), esto es, el daño y
el trauma colectivo como medio para el cambio. En ambas consideraciones,
está implícito que cuando aparecen en el devenir social como producto de
crímenes masivos conllevan cambios que por la importancia y el impacto que
generan en el grupo requieren una evaluación cuidadosa.
La violencia generada en este tipo de daño, se moviliza en el tejido social
a través del sufrimiento como sustrato inmediato. El sufrimiento no es una
categoría de análisis lejana a la jurisprudencia, ya la Corte Interamericana de
Derechos Humanos la admite como parte del daño moral generado por la vio-
lación padecida, ver el caso Neira Alegría y otros en la sentencia de reparaciones
de 19 de septiembre de 2008 donde el “sufrimiento moral” tiene gran valor o
en el caso del Penal Miguel Castro Castro versus Perú en la Sentencia de Repara-
ción de 2 de agosto del 2008, donde se admite incluso el sufrimiento causado
a la sociedad, que en este caso es la peruana. En este orden de ideas se define
el sufrimiento como lo plantea Das (2008), “el ensamble de problemas huma-
nos que tienen sus orígenes y sus consecuencias en las heridas devastadoras
que las fuerzas sociales infligen a la experiencia humana” (Ibíd., p. 453), estas
experiencias humanas de dolor y padecimiento administrado racionalmente,
como el sufrimiento social de orden genético en masacres, asesinatos selecti-
vos, violencia sexual, desapariciones, tortura; son creadas y distribuidas por el
orden social y dispuestas para el uso político (Ortega, 2008a) en la recodifica-
ción de las relaciones de poder y readecuación o ajuste de las fuerzas políticas;
como es claro en la justificación para la conformación del paramilitarismo en
Colombia o la implementación de dictaduras como la chilena y la argentina
en los años 70.
El daño lesiona transitoria o permanentemente, igual sucede con el trauma,
incluso para algunos autores (Robenn, 2005) se ha establecido que la perma-
nencia de un trauma cultural producto de crímenes masivos y de lesa humani-
dad alcanzan a cubrir varias décadas y transferirse a distintas generaciones, lo
cual implica el que trasciende a la memoria y de manera específica la trasciende
de forma traumática. Estas características de transitoriedad o permanencia
son necesarias para caracterizar el perjuicio causado y saber cómo compensar-
lo. Además, debe probarse la existencia de la intensidad del daño que en este
caso se denomina inmaterial y de los elementos de esa intensidad se despren-
den precisamente del tipo de traumas ocasionados.
De otro lado, en el contexto de la Comisión de Crímenes de Lesa Humani-
dad en cuanto al carácter general del ataque, el elemento cuantitativo se con-
templa no solo por el método empleado, sino además por el resultado lesivo de
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La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia
en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz en Colombia
Con igual claridad le adjudica el deber de investigar “los daños que individual
o colectivamente haya causado de manera directa (el imputado o acusado) a
las víctimas…
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se caracteriza por la ausencia de reglas abstractas de valoración probatoria y
exige una decisión sustentada en los elementos de convicción y la consecuente
motivación sobre su mérito probatorio, conforme a las leyes de la ciencia, los
principios de la lógica y las reglas de la experiencia.
Para pensar el lugar que ocupan los hechos violentos, qué significan en la
sociedad, y el conjunto de circunstancias genéticas que los rodean, partimos
del axioma de que cada hecho es comprensible y explicable solo en su contex-
to, porque este se convierte en la estructura significativa para cada uno de ellos
o para el conjunto de hechos violentos. Además, porque este tipo de eventos
sociales no ocurren al azar sino que revelan la naturaleza compleja del contex-
to de la violencia y de las lógicas de la guerra. A esta complejidad responde la
investigación de carácter multidisciplinaria de genocidios, crímenes de guerra
y de lesa humanidad cometidos a gran escala, tal como lo señala la Oficina
del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
(Reed, 2008b). La investigación debe recurrir a explicar el contexto socio-his-
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La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia
en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz en Colombia
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En términos médicos y psiquiátricos el trauma es el impacto que a largo
plazo deja un suceso repentino con efectos destructivos incapacitantes en al-
gún aspecto importante. Individualmente el impacto destructivo se manifiesta
en la personalidad y como efecto aparece algún tipo de incapacidad mental o
emocional. En el ámbito social el trauma presenta sus efectos destructivos en el
cuerpo social, en el sistema de relaciones sociales, lo cual significa que la capaci-
dad creativa del grupo para su reproducción presenta una patología específica;
una patología que implica una insuficiencia en la posibilidad de reproducción y
recreación de la colectividad, esto es alteración en su supervivencia. El trauma
en sí, por su carácter repentino y completo produce un shock doloroso al tejido
social y a la cultura, así como en el ámbito médico a causa de un evento dañoso
se produce un shock orgánico. Todo lo anterior se refiere en última instancia a
una catástrofe que ha producido daño en la sociedad.
De manera más específica Sztompka en el 2000 definió el trauma como
un proceso dinámico con un inicio, un desarrollo y una resolución. Además,
estableció la secuencia traumática y de forma precisa definió cada una de las
fases de dicho problema social. En términos generales, todo proceso traumá-
tico está constituido por varias fases primordiales que van desde el contexto
estructural, la situación o acontecimiento traumático y modos específicos de
interpretar y narrar este tipo de acontecimientos, los síntomas, las adaptacio-
nes postraumáticas emanadas del contexto específico y por último la supera-
ción del trauma.
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La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia
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En síntesis, el contexto necesario para el surgimiento de un trauma cultural se
estructura desde un estado de desorientación cultural, aunado a la preocupación
social, y expresado en la intensificación emocional y el activismo intelectual.
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La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia
en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz en Colombia
Sánchez G., G. (2008:16) afirma que “parte de la eficacia del discurso y de las
prácticas del terror precisamente es empujar a la víctima al campo del opresor, llevar a la
víctima a interiorizar en su comportamiento la ideología, los valores y las prácticas del ver-
dugo”, por tanto, como efecto del terror se quiebran los referentes culturales
se desdibujan las fronteras entre el bien y el mal, se trasfiere el mensaje de la
violencia listo para su reproducción. Un buen ejemplo de ello se encuentra en
el escrito de acusación a Ramón Isaza, donde se legitima el asesinato en los
acontecimientos de limpieza social por parte de los mismos familiares de la
víctima y el consentimiento de estos hechos por parte de un sector social. De
una manera implícita hay un acto de apología y propaganda que se ha llevado a
cabo por los victimarios para que estas prácticas de terror se legitimen y acep-
ten. Así de esta manera, las nuevas formas de violencia, que no son propias
del grupo, trascienden a la mentalidad colectiva de dicho grupo y por tanto se
reproducen en la vida cotidianidad, junto a lo anterior se trasforman los valo-
res y las prácticas del grupo. Un ejemplo de ello sucede en zonas de conflicto
prolongado, donde los acontecimientos violentos logran cambios en la cultura
y más específicamente en sus formas de violencia.
31
II. Hay otros acontecimientos intensos, rápidos, repentinos y radicales que
impactan el tejido social de manera inmediata y de ello depende la duración
del daño y del trauma colectivo. A este tipo de impactos se les denomina
acontecimientos de shock y conmoción, porque producen traumas colecti-
vos radicales. Para ser traumáticos este tipo de acontecimientos conjuga al
menos cuatro características (Sztompka, 2000): 1. Cualidad temporal: rápi-
do y repentino. 2. Substancia y alcance: radical, profundo, amplio, alcance
al núcleo cultural. 3. Orígenes: Impuesto y exógeno. 4. Encuadre mental:
percibido como inesperado, imprevisto, generador de shock, repulsivo. A
este tipo de cambios sociales que generan traumas culturales correspon-
den: el desplazamiento forzado, limpieza étnica, genocidio, asesinato en
masa, asesinato de líderes políticos, en síntesis, corresponden a los críme-
nes de lesa humanidad, entre otros.
El suceso o acontecimiento traumático tiene dos componentes universales:
la respuesta a los acontecimientos y la definición de los síntomas expresados
(Hudnall, et ál. 2004) por la cultura; esta última dimensión requiere de la inter-
pretación cultural del hecho, acontecimiento o ataque como traumatizante. La
cultura posee un pool de significados predeterminados que la gente selecciona
y los aplica a los eventos potencialmente traumatizantes.
32
La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia
en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz en Colombia
4 El término cosa en este escrito se define en contraposición a sujeto o persona objeto de las relacio-
nes sociales, un ejemplo de ello es el esclavo, quien en el régimen esclavista era una cosa. Diccionario
de la Real Academia Española, impreso en 1999.
33
En el orden individual, hay una recurrencia al padecimiento de pesadillas,
repeticiones mentales del hecho traumático y reacciones de angustia automá-
tica que presentan periodos de latencia y olvido de la experiencia como parte
del proceso traumático (Eyerman, 2004); además se presenta un sufrimien-
to cultural de perturbación familiar y social, dolor crónico de la existencia,
manifiesto en comportamientos destructivos, dolor existencial suspendido y
depresión suicida.
En el acontecimiento violento que adquiere carácter de acontecimiento
traumático el efecto devastador tiene un espectro de acción masivo, por ello
se define como algo más que la suma total del sufrimiento individual y tras-
ciende las personas, la infraestructura y el paisaje: aunque afecta a las perso-
nas individualmente la acción contundente que desestructura está dirigida a
afectar los criterios sociales, se introduce un mundo al revés, donde todo es
inconmensurable e inequiparable al mundo familiar cotidiano (Robben, 2005);
como señala Jelín (2002), la fuerza del acontecimiento colapsa la comprensión
y la capacidad de explicar lo ocurrido, porque no se puede comprender la pér-
dida ni hacer frente a ella; así por tanto, esta incomprensión y desorientación,
asegura Robben, es la que lleva al individuo a sentirse impotente, aterrorizado
y no enfrentar la pérdida y el acontecimiento violento. En las Audiencias de
Reparación Integral de Mampujan, un hombre anciano de la región se para
frente al público asistente y dice “ni siquiera nosotros sabemos lo que hemos perdido”.
Cuando hay perturbación los símbolos y las palabras comienzan a significar
algo distinto, los valores pierden su vigencia, se rompe la confianza, la fe y
todo tipo de creencias orientativas y al no aceptar la pérdida y no llevar a cabo
el trabajo de duelo, el grupo puede permanecer en un duelo crónico.
Así el trauma masivo deja grupos, culturas y sociedades sin defensa. Dejar
de ser lo que se es significa perder la identidad y esta se quiebra y rompe para
instaurar otra identidad, se detona el trauma colectivo para quebrar las anti-
guas pautas y modelos de comportamiento del grupo y a manera de tabula rasa
(Klein, 2008) escribir otro tipo de pautas valores y modelos de comportamien-
to. Por ello, no es gratuito que este tipo de traumas se implementen en zonas
que se supone intervenidas por razones de contrainsurgencia, ya que la guerra
es uno de los acontecimientos sociales más complejos y prolíficos en cuanto a
traumas sociales. Pero no solo existen razones políticas, también y fundamen-
talmente existen razones económicas, donde se devela la intención de romper
la identidad y desestructurar la comunidad, para hacerla dócil e implementar
medidas económicas que bajo otras circunstancias la comunidad no aceptaría.
34
La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia
en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz en Colombia
35
Siguiendo esta línea del trauma social y sus efectos, la desaparición forzada
en Argentina tuvo tal impacto en la sociedad que el duelo crónico persiste
incluso hoy en el recuerdo de confrontación continua y compulsiva (Robben,
2005) y es tal el impacto que Kordon y colaboradores (2010) señalan que se
ha reactivado el trauma social y las “heridas” siguen abiertas.
En el 2004 Alexander precisó en mayor medida los alcances de los aconte-
cimientos traumáticos y lo delimitó en la cultura, afirmó que el trauma cultural
ocurre cuando los miembros de un grupo cultural sienten haber sido objeto
de un evento horrendo que tiene la propiedad de dejar una marca indeleble en
su consciencia grupal y marcar para siempre su memoria. El trauma cultural
se reconoce porque cambia la identidad del grupo de manera fundamental.
La violencia masiva en guerras étnicas, limpieza social, destierros masivos,
desarticulan los sistemas culturales y reducen sus costumbres al sinsentido,
los rituales los vuelven inútiles y las memorias colectivas vagas, las relaciones
vecinales de confianza se transforman en paranoias, el apoyo y cuidado en
agresión (Young, 1998). Los elementos culturales vulnerables al ataque van
desde el cuerpo, la religión, la historia, el lenguaje, la economía, el ambiente,
eliminación de autoridades tradicionales o de figuras detentadoras de poder
tradicional, elevación de poder a autoridades no tradicionales, etc. (Young,
1998; Stamm, et. ál. 2004).
En síntesis, el síntoma traumático de la evocación compulsiva de la expe-
riencia violenta no solo es una forma de hacer frente a la inconmensurabilidad
del acontecimiento violento y al trauma, sino que es un llamado de atención
para llenar las lagunas de desinformación y olvido propios del trauma (Robben,
2005). La verdad y la información que se generan en la confesión del victima-
rio, en la investigación social (histórica, política, psicológica, antropológica y
sociológica) y en la investigación judicial ayudan a explicar y a dar sentido al
sufrimiento de las víctimas, la cultura y la sociedad, es por ello que las víctimas
siempre están preguntando ¿qué pasó?, ¿por qué pasó?, preguntan también,
¿cómo identificar en los huesos a una persona? Así deducen el significado del
sufrimiento propio, significado y explicación, que ya no emana del sistema cul-
tural conocido. Es por ello que impulsar la participación activa de la víctima,
como parte de la política de verdad potenciando las narraciones de víctimas y
victimarios aunado a los trabajos de los investigadores ayuda a descubrir el pa-
sado traumático. En este orden de ideas la verdad ayuda a la gente a reconstruir
el sentido y dar un lugar a las experiencias vividas y crear sensación de dominio,
los orienta hacia el futuro y les permite funcionar mejor en sociedad.
36
La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia
en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz en Colombia
37
utilizada para cumplir funciones de rehabilitación cultural. Así que a través de
la cultura misma se pueden reparar también los daños.
Hasta este nivel, la Antropología social tiene el potencial de aportar mayor
verdad a partir de la recolección de datos e interpretación de la información,
orientada a la Ley 975 del 2005 de Justicia y Paz. Por tanto, cabe recordar que
en el ítem uno: “Niveles de afectación de los delitos de lesa humanidad” se
nombraron dos dimensiones o esferas sociales que se veían afectadas por la
comisión del hecho social violento: las víctimas directas y las víctimas indirec-
tas. La inclusión de los sujetos sociales en ambas categorías dependerá de la
tipificación del delito. Así, con fines de ilustrar lo anterior, en casos masivos de
violencia sexual se reconocen como víctimas directas los hombres o mujeres
que fueron blanco de tal ataque, los cuales a su vez, representan la esfera de
individuos vivos, sobrevivientes al hecho social violento.
Otro ejemplo que manifiesta la complejidad en la categorización de las víc-
timas como directas o indirectas tiene que ver con la desaparición forzada,
puesto que el abordaje de los desaparecidos como vivos o muertos puede ser
un factor que incida en la revictimización de los familiares. Este fenómeno se
explica, retomando a Monsalve (2009:2):
De otro lado, pero relacionado con la desaparición forzada cabe anotar que
una de las fases de la investigación social utilizada en los casos de desaparición
forzada es la investigación preliminar, la cual, aunque tiene un carácter prejudi-
cial aporta elementos y datos importantes a la investigación judicial posterior.
38
La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia
en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz en Colombia
39
prendidos a partir de la génesis y de la transformación o evolución del grupo
armado y esto, articulado a la comprensión del espacio en términos de terri-
torio. Los elementos que se toman para visualizar esta problemática son la
geo-economía y la geo-política del grupo armado.
Por otro lado, se entiende que el postulado es la representación del Grupo
Armado Organizado al Margen de la Ley y a su vez de la escuela de formación
del grupo. Esto es evidenciable mediante el análisis de los patrones, tanto de
lesión como de enterramiento de los cuerpos. En este punto, es importante
poner de manifiesto la ruptura con la fase de investigación preliminar y con-
siderar la participación de la Arqueología y de la Antropología forense. Su
articulación permitirá entonces, proveer un marco epidemiológico de análisis
de la violencia considerando fundamentalmente una base demográfica y esta,
de la mano de la evidencia de una práctica sistemática a partir de la caracteriza-
ción de los patrones. Esto es lo que abrirá las puertas a la conceptualización de
la sistematicidad —a partir de los patrones de lesión y de enterramiento— y
de la generalidad —considerando la base demográfica en términos cuantitati-
vos: cantidad de individuos y en términos cualitativos: categorías y caracterís-
ticas de los mismos—.
Finalmente, el análisis desde la Antropología de la muerte permite articu-
lar, vincular y asociar la posible intención sistemática y dirigida del Grupo
Armado Organizado al Margen de la Ley con el estudio cultura, histórico y
social producido en la fase de investigación preliminar, pues se hace preciso
comprender que dicha intención va dirigida a la transformación cultural de
las víctimas, sintetizado en el daño cultural y apuntando a proveer algunas
consideraciones a tener en cuenta para el concepto de reparación, obviamente
vinculado y necesariamente procedente del concepto de daño previamente
conceptualizado.
40
Contexto
GAOML
(Grupos Armados Organizados
Investigación preliminar al Margen de la Ley )
Víctimas
Individual Nivel psíquico
Caracterización
2005 de Justicia y Paz
Antes
Historiadores
Durante + Ideología Territorio Tiempo
Antropólogos
Después sociales ●Geoeconomía Génesis
Ling:uística Evolución
(análisis ●Geopolítica
del discurso) Transformación
Efectos Escuela
Fenomenología
de la Manifiesto en Caracterización Patrones
transformación del daño Intención
cultural
Crímenes de sistema Lesión Enterramiento
Tipos: Precedentes:
Generalidad Sistematicidad
●Desaparición forzada: ●Vietnam/Guatemala Arqueología Forence +
Antropología Forense
●Abuso sexual ●Kosovo
en conflicto
Base Demográfica Marco Epidermiológico
Figura 1. Esquema de investigación en Antropología para la construcción de verdad en la Ley 975 del
41
en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz en Colombia
La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia
La investigación preliminar ha sido definida como una etapa de la investi-
gación antropológica forense en la cual “se recolecta información existente
sobre el caso, es decir, toda la información referente a la víctima, a sus carac-
terísticas físicas, así como a los hechos que condujeron a su desaparición y
muerte, como también a la búsqueda de los sitios donde pudiera hallarse dicha
persona” (Equipo Peruano de Antropología Forense, citado por el Centro
Andino de Investigaciones Antropológico Forenses —CENIA—, 2005). Los
objetivos de la investigación preliminar en general son: generar información
sobre los desaparecidos —quiénes y cuántos son— y sobre las circunstancias
del hecho en el que desaparecieron. El producto final de dicha fase es un ins-
trumento de registro denominado ficha antemortem, el cual da cuenta del perfil
biológico de la víctima, así como del perfil socioeconómico y finalmente de las
circunstancias alrededor del hecho de la desaparición a través del testimonio.
Cabe anotar que este producto, la ficha antemortem, tiene como único objetivo
servir de instrumento básico en el proceso de identificación forense —perfil
biológico, esto es: edad, sexo, estatura, filiación poblacional, traumas antemor-
tem y lesiones de origen patológico—, y establecimiento de las circunstancias
alrededor de la muerte: identificación de presuntos autores genéricos, hora
y posibles sitios de inhumación del cuerpo, entre otros. Se recomienda ver a
continuación la figura 2 y remitirse al texto de CENIA (2005)
42
INVESTIGACIÓN ANTROPOLÓGICA FORENSE
INVESTIGACIÓN PRELIMINAR
METODOLOGÍA
TRABAJO DE CAMPO
Víctima Caso
Etnografía
Expedientes judiciales
Entrevistas en profundidad Testimonios de familiares Necropsias
Historias de vida Ropa Proyectiles
Testimonios directos e Actas de inspección
Recursos visuales Diarios Armas
indirectos. de cadáver
Mapas Fotos Huellas
Libros Historia médica Sitios de entierro
Notas periodísticas Documentos de
43
Documentos investigativos identidad
DATOS RECOLECTADOS
44
VÍCTIMA POSIBLE SITIO DE ENTIERRO
Presenciaron
Rumores
DESCRIPCIÓN los hechos
CONSTRUYE INFORMACIÓN
PARA
45
A continuación y tal como se anota en la figura 1, abordaremos el nivel de
los patrones de enterramiento y patrones de lesión analizados tanto en la Ar-
queología forense como en la Antropología forense para fundamentar siste-
maticidad en el crimen de sistema y la intención, para, de manera consecuente
caracterizar el daño manifiesto en el hueso.
3. Arqueología forense
46
La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia
en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz en Colombia
47
Como aducen Scott y Connor (2006) las técnicas arqueológicas y los con-
ceptos tales como patrones y contextos son integrales a la reconstrucción del
comportamiento humano y tienen el potencial de ayudar en la investigación
forense de la escena. Es precisamente esta reconstrucción del comportamien-
to humano a partir de la evidencia física, desde la investigación arqueológica,
el suelo en común con la investigación criminal que le permite un trabajo aplica-
do a contextos forenses (Morse et ál., 1976; Sigler-Eisenberg, 1985 citados por
Scott, D. y Connor M., 2006:27).
Partiendo del concepto expuesto anteriormente, es lógico comprender
que el comportamiento humano está claramente determinado por patrones
y que la configuración y distribución de los elementos —en este caso restos
óseos— en el espacio —estructura funeraria— no depende del azar ni se
rige por tendencias caprichosas: es voluntaria, organizada y se orienta hacia
un propósito específico. De esta manera, el análisis de esos patrones provee
información sobre la formación del sitio, la cual incluye factores naturales y
culturales (ibíd.).
De acuerdo con lo anterior, se hace relevante tener en cuenta que el con-
texto arqueológico no solo aborda el espacio físico y la distribución de los ele-
mentos inhumados incluyendo su relación con el tiempo, sino también las ca-
racterísticas de conservación de dichos elementos, estudiando los factores que
han incidido en ellas. El estado de conservación hace referencia a las variables
que participan en el proceso de descomposición y afectan la conservación de
los elementos orgánicos —como los restos óseos en este caso— y no orgáni-
cos, y de la conservación de la estructura funeraria como tal. Cabe mencionar
que dichas variables no hacen referencia exclusivamente a aquellas de orden
ambiental —pH del suelo, temperatura, humedad, corrientes de aguas sub-
terráneas, entre otras— sino que también incluyen variables humanas, estas
son conocidas también como “Factores culturales o de comportamiento” (Nawrocki,
1995 citado por Nasti, 2008) que para el tema que nos atañe, la Arqueología
forense por medio de la Biotafonomía tiene en cuenta y estudia el tratamiento
de los cuerpos —ausencia o presencia de autopsias, cremación— o cualquier
manejo de los cuerpos con fines de ocultamiento de la evidencia del hecho
violento, incluyendo su análisis discriminante para diferenciarlo de aquellos
factores tafonómicos del orden ambiental (Nasti, op. cit.). Junto a lo anterior,
la excavación tiene en cuenta varias categorías de datos que permitirán pos-
teriormente tanto la reconstrucción de la posible escena de los hechos —en
el caso de que el lugar de enterramiento coincida con el lugar del crimen—,
la identificación de las víctimas e inclusive la de los víctimarios (Chapa, 1991:
23-26 citado por Rodríguez, op. cit.). Estos tipos de datos son:
48
La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia
en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz en Colombia
a. De carácter topográfico.
b. Concernientes a la construcción de la sepultura así como su empleo y los
factores de deterioro.
c. Clasificación del material y de los elementos asociados.
49
otorgado un lugar especial al estudio regional, es decir, a la comprensión de
un solo sitio o de varios sitios en un espacio más amplio que comprenda una
vereda, un municipio, un departamento o incluso varios —esto se puede ver
reflejado al analizar las zonas de injerencia de un GAOML en el territorio
colombiano, en este caso—. Es por esta razón que se hace fundamental tener
en cuenta las características del espacio comprendido: ríos, vías principales,
características físicas del paisaje en general y todos aquellos factores que en
conjunto tengan el potencial de explicar la lógica de la configuración de los
enterramientos de acuerdo a las zonas de injerencia del grupo, como se ha
mencionado reiteradamente.
Específicamente para contextos de violaciones a los derechos humanos y
de posibles infracciones al Derecho Internacional Humanitario, se reconoce
la existencia de un modus operandi, de formas de enterramiento y de manejo
de los cuerpos de las víctimas de formas específicas y particulares a grupos
armados de acuerdo a mecanismos de control de la población y del territorio.
Esto se evidencia en los informes producidos por fuentes de organizaciones
no gubernamentales y a organismos de veeduría internacional como la Orga-
nización de las Naciones Unidas.
Para efectos de ilustrar lo anterior, es relevante señalar que las actividades
relacionadas con el enterramiento y ocultación de las víctimas han sido reco-
nocidas por las Naciones Unidas en el Informe del Secretario General sobre derechos
humanos y ciencias forenses entregado conforme a la Comisión de Derechos Humanos,
Resolución 1992/94:
Aparte de los motivos políticos y prácticos que impiden unas investigaciones adecua-
das, está el hecho de que los cadáveres se hacen desaparecer de un modo que impide
se les pueda utilizar como prueba. Por ejemplo, es frecuente quemar los cadáveres,
arrojarlos a los ríos o al mar o enterrarlos en fosas someras sin identificación alguna;
a veces se les vuela con explosivos y los restos se cubren con tierra o se dejan a la
intemperie como prueba intimidante de violencia. En otros casos, los asesinos mutilan
deliberadamente el cadáver antes o después de la muerte para frustrar la identifica-
ción o intimidar a terceros.
50
La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia
en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz en Colombia
51
es sabido que existen herramientas de registro que dan cuenta de las variables
de las que se sirve la Arqueología forense, las cuales en un marco interpretati-
vo orientado a la búsqueda y análisis de patrones pueden aportar efectivamen-
te bases para la argumentación del concepto de sistematicidad en la violencia
que ha sufrido el país. Los elementos de carácter judicial con los que se cuenta
para la fase de Arqueología forense en Colombia se pueden encontrar en la
Ficha de registro de las exhumaciones a cargo de la Sub-unidad de apoyo a
la Unidad Nacional de Fiscalía para la Justicia y la Paz para el impulso de la
búsqueda de desaparecidos o de las personas muertas5. Estas fichas contienen
datos sumamente importantes, que pueden ser tomados como variables en
el análisis que se ha venido describiendo en este apartado y que conciernen
a la caracterización de patrones, en este caso, de enterramiento. Las variables
de especial relevancia para este asunto son: georreferenciación, cantidad de
cuerpos por sitio, si es fosa individual o colectiva. Aunado a esto, debe con-
ferírsele una atención trascendente a los datos que remiten a establecer si el
enterramiento es primario o secundario. Para sintetizar, se propone incluir las
siguientes variables:
Número de fosas
Características de la fosa
área
profundidad
cantidad de fosas por área
elementos asociados al contexto o del paisaje.
5 Conformada en el marco de la Ley 975 del 2005 mediante la Resolución 2889 del 2007 de la Fiscalía
General de la Nación.
52
La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia
en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz en Colombia
Elementos asociados
prendas
billetera
joyas
preservativos
escapularios
manillas
esposas
cadenas
vendajes
53
cuerdas
prótesis dentales u ortopédicas
proyectiles
vainillas
fotografías
dinero
venda para los ojos
etc.
Hasta este punto, hemos abarcado una de las dos vías para abordar la inves-
tigación: partiendo de la información preliminar sobre el individuo desapare-
cido hasta desembocar en la recuperación del cuerpo o exhumación a través
de la Arqueología forense.
Sin embargo existe otra realidad, en la que se encuentra el cuerpo pero no
se tiene ninguna referencia sobre su identidad ni sobre los familiares. Por tan-
to, la ruta de investigación es inversa: desde el cuerpo sin identificar hasta el
familiar para restablecer su identidad. Estos casos son típicos de contextos en
cementerios legales y clandestinos, así como de sitios aislados. Se propone una
ruta metodológica estándar de investigación en cementerios legales —figura
3—, susceptible de ser modificada de acuerdo a las condiciones concretas del
cementerio y a las formas particulares de cometer los delitos en cada región.
54
A. INVESTIGACIÓN JUDICIAL - PRELIMINAR EN CEMENTERIOS
I. Documentación: Inventario
Recolección información sobre II. Cruce y análisis
historia del caso y los datos físicos III. Diagnóstico
de información
de la víctima, a través de fuentes
orales y escritas.
Identificación
Identificación nula posible
Exhumación
55
56
Orden exhumación
B. EXHUMACIÓN
del fiscal ●Ubicación
●Excavación C
●Registro escrito,
Planificar A
Trabajo fotográfico, fílmico
Dirigir D
de campo ●Recuperación del cuerpo
Ejecutar
y objetos asociados E
●Embalaje N
●Procesos tafonómicos
C. ANÁLISIS ANTROPOLÓGICO A
●Limpieza D
Preparación de restos ●Radiografía
●Restauración
E
C
Análisis ●Humano o no
● # mínimo de individuos
U
4. Antropología Forense
La Antropología forense como especialidad con respecto al estudio de res-
tos óseos humanos en contextos legales tiene la capacidad de arrojar dife-
rentes tipos de datos que, tras su análisis, eventualmente se convertirán en
información valiosa para los casos forenses. En un contexto judicial, los restos
óseos son considerados elementos materia de prueba. En ellos se puede ob-
servar una serie de características que apuntan a dos objetivos fundamentales:
el primero tiene que ver con el restablecimiento de la identidad de la persona
a la que pertenecen, en la cual se incluyen los traumas antemortem y las lesiones
de origen patológico; y un segundo objetivo tiene que ver con la generación de
información sobre los momentos alrededor de la muerte y que se interpretan
a partir del análisis de los traumas perimortem. Esta es la fuente de información
para conocer y evaluar el daño, entendiendo que algunos traumas producen
lesiones en el hueso y estos son los que le interesan particularmente a la An-
tropología forense. También será importante identificar los patrones de lesión
para demostrar el carácter sistemático del ataque.
La Antropología forense debe responder como principio fundamental a los
siguientes cuestionamientos y orden de ideas (Ubelaker y Adams, 1995):
57
Es prudente aclarar que no es el objetivo principal de este texto plasmar los
métodos y técnicas usados por la Antropología forense para el estudio y aná-
lisis de restos óseos. Sin embargo, para referirse a estos, se sugiere consultar
los textos y manuales básicos elaborados para dicho fin, cuyas referencias se
encuentran en la bibliografía del presente documento.
Uno de los debates importante en la literatura arqueológica y forense con
respecto a restos óseos humanos tiene que ver con la caracterización de la
temporalidad de los traumas. La importancia de esta problemática en el con-
texto arqueológico es ciertamente menor que aquella en el contexto forense,
ya que la diferencia entre un trauma perimortem como causa de muerte y uno
postmortem por alteración tafonómica es la diferencia entre una condena y una
absolución. En el campo arqueológico, esta temporalidad contribuye a la in-
terpretación del contexto y a la historia individual de los restos óseos hallados,
sin embargo, no tiene consecuencias judiciales o legales como aquellas men-
cionadas anteriormente para un estudio forense (Isaza, 2008).
Mucho se ha dicho al respecto. Los autores divergen en sus opiniones fren-
te a la posibilidad de caracterización de la temporalidad de un trauma, así
como la probabilidad de hallar marcadores de vitalidad en restos humanos
esqueletizados o en avanzado estado de descomposición. Sin embargo, tan
debatido como ha sido el tema, también existen muchos estudios que se han
enfocado en delimitar el lapso perimortem, diferenciarlo estratégicamente del
postmortem y antemortem. De la misma forma, el estudio de las características de
daño tafonómico al hueso como un marcador de lapso postmortem (ver: Ube-
laker y Adams, 1995) y los estudios experimentales en huesos animales duran-
te el lapso perimortem han permitido caracterizar y reconocer ciertos atributos
generales que en la mayoría de los casos pueden resultar muy útiles a la hora
de analizar los traumas en restos óseos y atribuirles una temporalidad.
Es importante tener en cuenta las siguientes consideraciones al llevar a cabo
este tipo de análisis (Sauer, 1998 citado por Patrick, 2006): las lesiones descri-
tas con detalle; la importancia de identificar cuál instrumento ha sido usado
para infligir las heridas y cómo fue utilizado; y la necesidad de identificar el
daño tafonómico en los restos, con el fin de distinguir entre patologías reales
y las denominadas pseudo-patologías.
El lapso perimortem ha sido definido como aquel alrededor de los momentos
de muerte, es por ende, variable, dinámico y no cuenta con límites estableci-
dos o bien definidos. De hecho, Wheatley (2008) aduce que incluso algunos
antropólogos usan el término perimortem como un intervalo de tiempo ta-
fonómico expresado como una función de las condiciones de los restos, más
que un intervalo de tiempo cronológico expresado en días.
58
La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia
en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz en Colombia
Según Maple (citado por Sauer, 1998) las propiedades del hueso fresco, co-
rrespondientes con el lapso perimortem pueden durar incluso semanas después
de la muerte. Aquí es donde los traumas sin cicatrización por instrumentos o
por arma de fuego tienen lugar, especialmente si uno de ellos está directamen-
te relacionado con la causa de muerte. El lapso postmortem tiene que ver con
aquel transcurrido después del momento de muerte. Este último incluye desde
el momento en que el individuo muere, pasando por el proceso de hallazgo de
los restos, hasta la misma curación por parte de los antropólogos. Así, vemos
que los fenómenos tafonómicos están implicados en este rango de tiempo
postmortem, afectando los huesos en su morfología, en su composición química
y haciendo más difícil las tareas diagnósticas posteriores.
59
esquelético, encontrándose ocasionalmente con tejido blando si este se ha
preservado –casos de momificación–.
Tanto los procesos biológicos que resultan en modificaciones del esqueleto
antes de la muerte (antemortem), como las prácticas culturales que tienen lugar
alrededor de la muerte (perimortem), así como los cambios en los huesos acon-
tecidos después de la muerte del individuo (postmortem), son de plena pertinen-
cia para los estudios osteopatológicos y paleopatológicos. Así, los cambios
observables en los materiales osteológicos resultarían de una desproporción
en el equilibrio normal de la formación del hueso y los desórdenes relacio-
nados con su crecimiento. Encontramos entonces una importante alusión a
la connotación del hueso como un material que provee información sobre la
vida del individuo, haciendo referencia no solo a los procesos biológicos nor-
males sino también a aquellos factores de carácter exógeno y/o endógeno que
han ejercido algún tipo de presión sobre esta. De acuerdo a esto, es relevante
tener presente que las lesiones que estudia la paleopatología en los huesos se
refieren a la respuesta del organismo a la enfermedad o a la herida producida
(Thomas, 1985 citado por Mann y Murphy, 1990).
Con respecto a los obstáculos a los que se enfrenta la paleopatología, diver-
sos autores han puesto de manifiesto sus posturas. Estas tienen que ver con el
hecho de que el hueso es el último tejido que se ve afectado por la enfermedad
o evento traumático, como bien sabemos. De esta manera el método que se
lleva a cabo es retrospectivo, es decir, se observa el aspecto final de una lesión
en el material óseo con el objetivo de llegar a la determinación de su etiología
o factor causante, esto considerando la influencia también de posibles alte-
raciones tafonómicas que dificultan el diagnóstico (Salado, 2008; Campillo,
2001). Este es un asunto problemático si tenemos en cuenta que existe un
número de enfermedades o procesos infecciosos que ocasionan un tipo de
lesiones en el hueso muy similares e incluso imposibles de diferenciar; de la
misma forma, las respuestas del hueso a diversos procesos pueden también
generar conflictos diagnósticos diferenciales.
Debido a esto, Ortner y Putschar (1985) han sugerido que dentro de los ob-
jetivos del análisis descriptivo, se deben incluir: la identificación del proceso de
enfermedad y la determinación de las acciones celulares que han producido el
tejido anormal. Existen entonces cuatro fuentes importantes de información
en el análisis paleopatológico: la primera es el estudio general del esqueleto en
sí; el segundo incluye el análisis de las imágenes radiológicas; el tercero, tiene
que ver con el análisis químico del hueso; y, por último, el examen microscó-
pico del hueso. Los autores también proponen tener en cuenta: el uso de una
60
La antropología en la construcción de verdad, memoria e historia
en el marco de la Ley 975 de Justicia y Paz en Colombia
61
tales como: prevalencia de enfermedades, tasas de morbilidad y mortalidad,
aspectos nutricionales y condiciones de higiene; de la misma manera un acer-
camiento al perfil individual (edad, sexo, estatura, etc.). Finalmente el investi-
gador debe proveer un diagnóstico hipotético o presunción patológica, pues
la autora reconoce que en el campo paleopatológico es tarea difícil ofrecer un
diagnóstico de certeza o de la etiología precisa de la lesión.
Tras haber tenido en cuenta grosso modo una metodología que compendia el
método general de aproximación a un estudio de corte paleopatológico, es de
nuestro interés excluir de este documento aquellas lesiones cuya etiología es
de orden patológico y que sin embargo, también son de plena pertinencia de
esta disciplina. Es lógico entonces acotar el tema a aquellas lesiones de origen
traumático, con el fin de llevar a cabo una posterior conexión, en la medida de
lo posible, con lesiones intencionales, no accidentales que afectan y son obser-
vables en el tejido óseo. Así, podemos afirmar que dentro del amplio marco de
intereses de la paleopatología, se encuentra entonces el estudio de los traumas
y sus mecanismos operantes con respecto al hueso.
Los traumas son considerados como la segunda patología más común que
afecta el esqueleto, siendo el cambio degenerativo, la primera (White, 2000).
Este tipo de lesiones pueden manifestarse a nivel óseo a manera de: fracturas,
dislocaciones o heridas y afectan al hueso entonces, dislocándolo, trastornan-
do el suministro y abastecimiento sanguíneo y nervioso (Jurmain et ál., 2001).
Los registros de su existencia pueden datarse tan antiguos como la humanidad
misma, tanto aquellos de origen accidental como aquellos de origen intencio-
nal. En palabras de Ortner y Putschar (1981), ni siquiera el surgimiento ni la
expansión de la civilización ha eliminado la producción de traumas y lo único
que ha cambiado ha sido la introducción de nuevos factores que lo producen;
factores tales como la sustitución del automóvil por el caballo en el trans-
porte, el uso de armas de fuego en reemplazo de las espadas, las flechas y las
lanzas en el caso de contextos bélicos. Este componente cultural es de suma
importancia a la hora de aproximarse a un contexto violento o de conflicto
armado, pues es indispensable tener en cuenta no solo el tipo de herramientas
que son comunes a la población o a los posibles perpetradores, sino también
—y como se mencionó previamente— los referentes simbólicos que se tienen
sobre la muerte, sobre el manejo del cuerpo y sobre los delitos cometidos
como tal. Con esto último se hace especial alusión al conjunto de significados
que puede representar un hecho de desaparición forzada en la población, una
desaparición del cuerpo como evidencia, un desmembramiento o un cadáver
expuesto en público con marcas explícitas de violencia.
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tegran factores físicos y culturales dentro de un contexto ambiental específico
en la interpretación del patrón traumático observado (Judd y Roberts, 1999).
Estas realidades culturales mencionadas anteriormente, de la mano de las
esferas tecnológicas y ambientales afectarán directamente los patrones trau-
máticos que vamos a encontrar en las diversas sociedades; es por esto que los
estudios clínicos contemporáneos pueden ser útiles en la determinación de los
factores etiológicos de dichos traumas (Sahlin, 1990; citado por Judd, 2004).
De nuevo, podemos hacer un llamado a la necesidad de una interdisciplinarie-
dad con miras a una interpretación sensata, lógica y científica del fenómeno
estudiado, haciéndose claro que se debe poder llegar a la construcción de cier-
tos patrones que sean elementales para la determinación de una lesión como
violenta o accidental (Judd y Roberts, 1999).
De acuerdo con Jurmain (1999), a la hora de llevar a cabo un estudio de
traumas óseos con inferencias comportamentales, se debe tener en cuenta la
evaluación completa de los patrones concernientes a los traumatismos, esto
de la mano de otros tipos de lesiones potencialmente informativas, incluyendo
la participación de aquellas craneales. Esto es importante si tenemos en cuenta
que el estudio de restos óseos aislados, por ende sin la posibilidad de corre-
lacionar lesiones en varios huesos o zonas anatómicas y sin información del
contexto, podría ser especulativo y poco objetivo. Es por esta razón que mu-
chos autores reafirman esta posición, manteniendo su escepticismo en cuanto
a la posibilidad de estudiar traumas atribuyéndole un origen violento o acci-
dental. Wiley (1990; citado por Jurmain, 1999) argumenta estas problemáticas,
aduciendo que si bien es difícil la identificación de traumas perimortem en hue-
sos, atribuir estos traumas a agresión interpersonal es aún más complicado, y
que incluso más problemático resultaría evaluar si dicha agresión contribuyó a
la causa de muerte o no, aún si se ha establecido positivamente que se debió a
agresión interpersonal; esta labor, sería entonces, imposible. Sin embargo, este
panorama es un poco más claro para otros autores que consideran que en el
contexto forense, debido a la preservación relativamente mejor de los restos
óseos en comparación con los contextos arqueológicos, sería una tarea más
precisa, más clara y más fiable en sus resultados. Así lo demuestran las inves-
tigaciones de Smith y Jones (1910; citado por Jurmain, 1999), quienes fueron
los primeros osteólogos que infirieron agresión interpersonal como la causa
de fracturas de epífisis del cúbito, denominadas fracturas de defensa o parry
fractures –en la literatura anglosajona– por ejemplo.
Para Johnson (1985; citado por Berryman y Haun, 1996) por ejemplo, los
obstáculos y la controversia interpretativa en lo concerniente al estudio de
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Conclusiones
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dicina Legal y Ciencias Forenses que provee datos que dan cuenta sobre los
traumas perimortem para el caso de individuos no esqueletizados pero de plena
pertinencia en el proceso. Con este ejemplo se pretende también ilustrar la
importancia del enfoque interdisciplinar en este proceso, ya que el trabajo
conjunto entre la Medicina Forense y la Patología Forense conforma un pilar
fundamental para la elaboración interpretativa en el trabajo del antropólogo.
Para el caso de individuos reducidos a restos óseos, el examen visual que
realiza el antropólogo forense cobra un protagonismo esencial en la elabo-
ración de categorías de análisis y posterior construcción de las variables que
argumentarán el concepto de sistematicidad. Las variables que vale la pena
destacar son: huesos presentes y ausentes, presencia o ausencia de lesiones
traumáticas perimortem, tipo de lesión, tipo de arma involucrada en la o las le-
siones, lesiones perimortem por zona anatómica —frecuencia y distribución—.
Es claro que las lesiones individuales son potencialmente informativas para
dar cuenta sobre las circunstancias alrededor de la muerte del individuo en
cuestión; sin embargo aquí cobrará mayor importancia el análisis de lesiones
en a nivel poblacional.
Lesiones óseas:
marcas de corte
orificios por proyectil de arma de fuego
fracturas
quemaduras por fuego
quemaduras por sustancias químicas
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tórax
cintura pélvica
miembros superiores
miembros inferiores
zonas articulares
Número de lesiones:
longitud o diámetro
dirección o trayectoria
profundidad
distribución de las lesiones
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