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“Las corrientes de la ciudad: Una historia del agua en la Bogotá del siglo XX”,
Stefania Gallini.
Conforme a esto, podemos decir que, a diario, cuando nos movemos entre las calles
de las ciudades, nos surgen intrincados cuestionamientos sobre el pasado de estas
aceras y esquinas, de sus parques y monumentos, así como, sobre el papel de los
árboles, los animales y el agua dentro del imaginario colectivo de los ciudadanos que
atravesaron y habitaron, en otros tiempos, estos particulares parajes. De este modo,
constantemente, preguntas sobre cómo esta entretejido el espacio urbano dentro de
un entorno natural o cómo los elementos naturales han sido parte de los límites y
posibilidades del cosmos urbano, son preocupaciones e inquietudes de quienes se
ponen los lentes del análisis histórico.
Continuando con la reflexión, debemos resalta que hemos abordado dos textos para
profundizar nuestras experiencias; uno fue el artículo de Frank Molano “La historia
ambiental urbana: contexto de surgimiento y contribuciones históricas para el análisis
de la ciudad”, y otro fue un artículo de Stefania Gallini “Las corrientes de la ciudad:
Una historia del agua en la Bogotá del siglo XX”. Dos textos que permiten al lector
complejizar su comprensión sobre procesos históricos que se inscriben dentro de las
líneas analíticas de lo que han llamado Historia ambiental urbana, lo cual es abordado
por el texto de Molano.
De esta forma, podemos comenzar señalando que el artículo de Frank Molano nos
permitirá entrever tanto el contexto histórico en que se desarrolló esta línea
investigativa, como los distintos enfoques analíticos que se han profundizado en esta
perspectiva histórica. Molano plantea que, según su perspectiva, la construcción de
este campo investigativo estuvo inscrita dentro de un contexto marcado por la
expansión del capitalismo global, teniendo como momento clave, la caída del
socialismo soviético, ocurrido a principios de 1990. Así pues, para Molano, desde
1960, existió un cambio en la sensibilidad histórica sobre los problemas ambientales
que venía produciendo la expansión capitalista; cambio que transformó también la
manera en que se entendían las ciudades. Algunos consideran que, como plantea
Sara Alvarado, este cambio fue en realidad el giro ambiental de las ciencias sociales,
en donde se le abrió las puertas a nuevas ramas interpretativas como la ecología
política, la antropología ambiental y la historia ambiental.
De esta manera, con este cambio de perspectiva, temas como los efectos negativos
de la industrialización y el consumo masivo, la conservación y recuperación ambiental
de las ciudades, así como, el metabolismo social entre ciudad-ambiente, fueron
fundamentales para comprender la construcción histórica del ambiente urbano; por tal
motivo, desde la década de 1990, varios historiadores comienza a reconocer algunos
de sus trabajos dentro de una nueva línea investigativa: la Historia ambiental urbana.
Molano comenta que, debido a las consecuencias de la globalización capitalista, los
historiadores empezaron a hurgar en el pasado las relaciones históricas entre la
ciudad y la naturaleza con el fin de identificar conflictos e impactos sociales y
ambientales que dieran luces a complejos elementos de las relaciones entre ciudad-
ambiente. Así pues, para quienes estén interesados en revisar su artículo, según él,
son cuatro los enfoques sobre los que se asienta la historia ambiental; el estudio del
metabolismo socioeconómico y urbano, las redes de infraestructura, las trayectorias
dependientes y la justicia ambiental.
Molano, además, concluye afirmando que la intención del texto fue establecer las
condiciones bajo las cuales se conformó la historia ambiental urbana, resaltando que
la difusión de estas perspectivas teóricas alimentan el entendimiento histórico de las
dinámicas sociales y ambientales que se producen en torno a la ciudad. Sin embargo,
deja claro que este no fue un esfuerzo único y particular desde la historiografía; sino
que, estos impulsos teóricos de algunos historiadores hicieron parte de una corriente
de tendencias ideológicas, políticas, económicas y culturales que estaban en contra de
los efectos y transformaciones de la globalización del capitalismo. Por último, señala
que, aunque las relaciones de poder impuestas por el neoliberalismo influyen
drásticamente en las dinámicas y transformaciones sociales y ambientales de las
ciudades, los historiadores ambientales urbanos han aportado posicionamientos ético-
políticos interesantes para enfrentarse ante discursos como el de que el mercado es lo
que asegura el bienestar de la población o que en la explotación de los recursos
naturales se encuentre el camino hacia la civilización y el progreso; discursos
comúnmente generalizados y legitimados por los Estados y las grandes corporaciones
antes pobladores y movimientos sociales.
Por su parte, Stefania Gallini propone que una historia ambiental de cualquier ciudad
debe reconocer, en primera instancia, que la mayoría de las experiencias tempranas
de su población están significativamente ligadas a la red de relaciones creada por las
cambiantes conexiones al interior de su estructura ecológica. Partiendo de este hecho,
Gallini realiza una exposición virtual que se concentra en aborda la íntima relación
entre agua y sociedad en un momento en el que Bogotá se convirtió en una ciudad
moderna, en términos de crecimiento poblacional, industrialización, desarrollo de
infraestructura urbana. La diseminación de hábitos culturales burgueses, y la
emergencia de un control bio-político más estricto, especialmente sobre los sectores
marginales, generó múltiples imaginarios y prácticas sobre la relación del ser humano
con el agua.
Según Gallini, a finales del siglo XIX, la elite gobernante, la burguesía comercial y los
higienistas, que incluían ingenieros y médicos políticamente influyentes, visualizaron la
necesidad de modernizar a la estancada Bogotá, fomentando importantes
transformaciones urbanas que llenaran estas expectativas. Ante sus ojos, ser una
ciudad moderna implicaba la ejecución de una serie de medidas para disciplinar tanto
a la sociedad urbana como al medio ambiente urbano. El curso de los ríos debía ser
desviado, la proliferación bacteriana controlada, la higiene personal condicionada, y la
disposición de residuos manejada. Al igual que en el resto del mundo occidental, la
modernización urbana fue percibida como una fuerte manifestación del control humano
sobre la naturaleza a través de la ciencia, la medicina y la tecnología, una
manifestación que incluso se tradujo en el distanciamiento entre los seres humanos y
la naturaleza.
Así pues, para Gallini, abordar relaciones entre los seres humanos y la naturaleza es
particularmente importante para estudiar la modernización urbana de las ciudades y
para entrever distintas perspectivas dentro de la construcción de la Historia ambiental
del uso del agua. Pues, comprender que, mientras atraviesa la ciudad, la función del
río como fuente de agua va siendo sustituida por su rol negativo como obstáculo para
la urbanización, núcleo de contaminación y amenaza de peligrosa de inundaciones, es
ineludible para mejorar nuestra comprensión sobre estos fenómenos históricos.
De esta manera, luego de haber abordado el texto de Gallini, creemos que es posible
referirnos a la experiencia que tuvimos mientras recorríamos diversos sitios donde
entrevimos algunas de las relaciones que mantienen los pobladores con el agua. Así
pues, en el caso de la salida por el Río de Oro, iniciamos en uno de los barrios
ubicados a las salidas de Piedecuesta, La colina, desde donde el agua del rio aún es
clara y se puede considerar que las afectaciones no son muy graves. No obstante,
aunque aún se conserva, el paisaje del rio se va transformado a medida que vamos
caminando; pues, la práctica de distintas actividades humanas ha venido causando
varias transformaciones sobre el entorno natural. Por ejemplo, en un primer momento
y a lo largo del recorrido, nos encontramos con personas que practican, en las laderas
del río, la extracción artesanal de material de arrastre, utilizado como material en los
procesos de construcción para la ciudad. Sin embargo, aunque esta actividad no es un
factor determinante de la contaminación y significa el sustento económico para un gran
número de pobladores del área metropolitana, es necesario reafirmar que dichas
prácticas sí cambian las dinámicas del rio.
Más adelante, mientras nos dirigíamos hacia el municipio de Girón, el paisaje no fue
más alentador. A la vista, encontramos lugares destinados como rellenos sanitarios
improvisados, negocios y empresas industriales que, ubicados al lado de las
quebradas de rio frío y río del Hato, arrojan gran cantidad de elementos a estos
afluentes. De esta manera, poco a poco, entre más se va deslizando el río por la urbe
su olor y color van cambiando para irse tornando en una corriente turbia, de olor fuerte
y con espuma. Al llegar al municipio de Girón, el río atraviesa buena parte del sector
rural y la mayoría del casco urbano y de la zona industrial, viéndose entonces afectado
por condicionantes humanos como la expansión de actividades agrícolas, ganaderas,
e industriales, la deforestación, la contaminación por lixiviados del relleno sanitario, la
intensiva construcción de obras civiles y la proyección urbanística del río dentro del
crecimiento del municipio. Sin embargo, un numeroso grupo de buitres que se rodean
con las diferentes especies de garzas que aún habitan en las cuencas del río, nos deja
una lección sobre la resiliencia del mundo natural ante la imposición de las dinámicas
del mundo urbano; el río vive y se resiste a morir.