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6.

-La Legítima Defensa

6.1. Agresión ilegítima

6.1.1.- Carácter Ilícito de la Agresión

La agresión debe haber partido de un ser humano. La defensa frente animal,


etc., no está regulada por la defensa necesaria, si no por el estado de
necesidad. Por otra parte, la agresión puede tener lugar en forma activa
(acción) o pasiva (omisión). La jurisprudencia exige que la agresión pueda
tener lugar en forma activa (acción) o pasiva (omisión). La jurisprudencia exige
que a la agresión sea de carácter violento, aunque tiende a mitigar esta
exigencia (Baciagalupo, 2002)

La agresión consiste en un comportamiento humano que pone en peligro o


lesiona un legítimo interés ajeno protegido por el ordenamiento jurídico (bien
jurídico del autor de la legítima defesa o de un tercero). O, lo que viene a ser lo
mismo, todo aquel comportamiento humano que origina un peligro para una
esfera organizativa ajena. Y, en particular, para los intereses legítimos
adscritos a una esfera organizativa ajena en orden a posibilitar su desarrollo.
(Villegas, 2007).
Es decir, debe ser contraria al derecho, además de injusta. Sin embargo, no es
admisible contra actos legítimos.
La agresión ilegítima supone:
• Agresión: conducta ofensiva que lesione o ponga en peligro un interés del
ofendido.
• Reacción: que sea una reacción ante una agresión, no una acción.
• Agresión positiva o negativa: la agresión debe ser positiva (golpes) o negativa
(instalarse en casa ajena). (Peña y Almanza, 2010).
El comportamiento agresivo por más peligroso o lesivo que resulte para los
bienes jurídicos, no fundamenta la legítima defensa si es que no es antijurídico.
Por lo que no procederá actuar en legítima defensa frente a un acto típico
cometido al amparo de una causa de justificación, en tal sentido no habrá
legítima defensa contra legítima defensa (el ladrón que es repelido por el dueño
para evitar que huya con las cosas que sustrae, no puede invocar legítima
defensa cuando a su vez repele a aquél) estado de necesidad justificante, etc.;
pero sí respecto al ejercicio abusivo del derecho a defenderse. (Villegas, 2007)

El comportamiento agresivo por más peligroso o lesivo que resulte para los
bienes jurídicos, no fundamenta la legítima defensa si es que no es antijurídico.
Por lo que no procederá actuar en legítima defensa frente a un acto típico
cometido al amparo de una causa de justificación, en tal sentido no habrá
legítima defensa contra legítima defensa (el ladrón que es repelido por el dueño
para evitar que huya con las cosas que sustrae, no puede invocar legítima
defensa cuando a su vez repele a aquél) estado de necesidad justificante, etc.;
pero sí respecto al ejercicio abusivo del derecho a defenderse. (Villegas, 2007).

En el texto legal, se utiliza el adjetivo “ilegítima” para calificar a la agresión.


Este término debe ser entendido en el sentido de ilícito, injusto, y no sólo en el
sentido de su conformidad a las normas. Como ya hemos tenido la ocasión de
indicarlo, ilícito (antijurídico) significa de manera general contrario al
ordenamiento jurídico y, por lo tanto, no solo a las leyes (Hurtado, 2005).

6.1.2.- La actualidad de la agresión

La actualidad se refiere a que la agresión ha comenzado a producirse. No


puede reaccionar tarde. La inevitabilidad se refiere a que no hay otro recurso
para evitar la agresión. (Peña y Almanza, 2010).
Se considera que una agresión es actual cuando esta se está desarrollando, o
cuando existe por parte del agresor una decisión irrevocable de dar comienzo a
aquélla (inminencia de la agresión), esto se desprende tácitamente del texto
legal cuando autoriza la legítima defensa para impedir o repeler el ataque. La
conducta defensiva realizada una vez consumada la agresión, ya no cabe
concebirla como legítima defensa sino como mera venganza retributiva.
(Villegas, 2007).
No basta que éste se encuentre en los indicios de sus preparativos para
agredir, sino que debe de estar a punto de ejecutar la agresión. La defensa
supone que un bien jurídico esté en peligro, en una situación de peligro
completo; pero no es indispensable que la acción del agresor alcance una
intensidad que permita calificarla de tentativa de un delito. (Hurtado, 2005).
6.1.3.- Realidad de la agresión
Es necesario mencionar que debe tratarse de una agresión que tenga
existencia en el mundo objetivo, porque se dan casos en que el ataque al
Derecho no se presente realmente, pero el sujeto actúa en la creencia errónea
de que si existe dicha agresión, con lo que se podrá hablar de una agresión
aparente, que llevará a la consideración de que en tal caso se produce una
defensa putativa. (Villegas, 2007).

6.1.4.- Bienes jurídicos defendibles


En cuanto a los bienes jurídicos defendibles es unánime el parecer doctrinal de
aceptar que la legítima defensa opera contra ataques a bienes jurídicos
individuales. (Villegas, 2007).
El bien que el agresor trata de lesionar puede ser cualquier bien jurídico
individual, perteneciente a una persona natural o jurídica, protegido por el
derecho penal o por las demás ramas del orden jurídico. Puede tratarse, por
ejemplo, de los derechos inherentes a la persona protegidos por el derecho
civil. (Hurtado, 2005).

6.2.- Necesidad racional del medio empleado


La determinación de la necesidad es subjetiva, debe apreciarla el agredido, es
decir, si no hay otro medio para evitarla violación del derecho. La
proporcionalidad racional entre agresor y agredido debe ser apreciado para el
hecho concreto. (Peña y Almanza, 2010).
Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla. (…) (A la
agresión ilegítima se entiende). Redacción que -a decir de Hurtado Pozo -
resulta ―defectuosa pues puede hacer pensar que esté sólo relacionado con el
medio empleado, cuando en realidad se refiere a la defensa contra la agresión
ilícita, es decir a toda forma de comportamiento al que incurre quien se
defiende y no solo el objeto, instrumento o arma que puede utilizar para hacerlo
mejor. ―El vocablo ―medio -sostiene correctamente Hurtado Pozo- debe ser
comprendido en su acepción de acción conveniente para conseguir un objetivo
(en este caso, la protección del bien jurídico). Se puede afirmar, pues, que el
medio constituye, según el texto legal, el comportamiento defensivo de quien
actúa en legítima defensa (Villegas, 2007)
El texto Legal (“cuando se emplee un medio adecuado para vencer el peligro)
parece referirse a los instrumentos y modos de actuar a los que recurre el
agente para descartar los riesgos que corre uno de sus bienes jurídicos.
(Baciagalupo, 2002)

6.3.- Falta de Provocación Suficiente


Si bien se reconoce el derecho a la legítima defensa, cuando no se puede
deparar protección al agredido, el derecho no fomenta el innecesario y gratuito
aumento de la conflictividad y, por ende, reconoce el derecho en la medida en
que el agente, no haya caído en esa práctica. La conducta provocadora
excluye la legítima defensa por ser jurídicamente desvalorada como contraria a
principios elementales de coexistencia. No puede equipararse provocación
suficiente con agresión ilegitima, pues si así fuera se terminaría concluyendo
que esta tercera condición impuesta es superflua al resultar innecesario que la
ley dijera dos veces la misma cosa. (Villegas, 2007)

6.4.- Elemento Subjetivo de la Legitima Defensa


Como sostiene Roxin (…) para que el defensor esté justificado ha de actuar
con conocimiento de la situación de legítima defensa; pero en cambio, no es
necesaria una ulterior voluntad de defensa en el sentido de que el sujeto
tenga que estar motivado por su interés en la defensa (y no, por ej., por cólera
o por la intención de dañar al agresor). (Villegas, 2007).

6.5.-Legitima Defensa de Terceros


Por regla la legítima defensa solo se utiliza para defender y proteger bienes
propios. Por excepción, bienes y derechos de tercero. Esto para conservar
el ordenamiento jurídico positivo. (Peña y Almanza, 2010).

7.-Estado de Necesidad Justificante

7.1.-Requisitos del Estado de Necesidad Justificante

7.1.1- Elemento subjetivo


El tipo permisivo de estado de necesidad justificante requiere el conocimiento
de la situación de necesidad y la finalidad de evitar el mal mayor. Al igual que
en las restantes causas de justificación, el elemento subjetivo puede estar
acompañado de otras intenciones o de otros estados anímicos, sin que ello sea
relevante, siempre y cuando exista la finalidad de evitar el mal mayor. Tampoco
interesa aquí que el mal mayor se haya evitado efectivamente, bastando con
que la conducta típica se muestre ex-ante (desde el punto de vista del
necesitado en el momento de actuar) como adecuada para evitarlo. (Armanza,
1992)

7.1.2.- Mal

Por «mal» debe entenderse la afectación de un bien jurídico, que puede ser del
que realiza la conducta típica como de un tercero o incluso del mismo que sufre
el mal menor. (Armanza, 1992)

El mal puede provenir de cualquier fuente, es decir, humana o natural, entre las
que cuentan las propias necesidades fisiológicas como la sed o el hambre. El
hambre da lugar a un caso particular que se conoce como «hurto famélico». La
miseria es una fuente de necesidad, que está considerada como una de las
pautas generales para atenuar la cuantía de la pena […], en cuyo caso
configurará un estado de necesidad justificante. (Armanza, 1992)

7.1.3.-Inminencia

El mal debe ser inminente […]: inminente es el mal que puede producirse en
cualquier momento, sin que lo sea únicamente el que se habrá de producir
dentro de un segundo. (Armanza, 1992)

7.1.4.-Inevitabilidad

El mal amenazado debe ser inevitable de otro modo menos lesivo, lo que no
está exigido expresamente por la ley, pero se deriva de la naturaleza de una
situación de necesidad, porque, de ser evitable de otro modo menos lesivo, el
mal causado no sería necesario. (Armanza, 1992)

El mal menor se individualiza mediante una cuantificación que responde


fundamentalmente a la jerarquía de los bienes jurídicos en juego y a la cuantía
de la lesión amenazada a cada uno de ellos. La jerarquía de los bienes es
abstracta, nos la proporciona la tabulación de la parte especial, pero la
magnitud de la afectación a cada uno de ellos debemos determinarla en cada
caso atendiendo a las penas conminadas y a la extensión concreta del daño o
peligro. Si bien el mal amenazado siempre debe ser inminente, lo cierto es que
hay grados de proximidad del peligro, que deben tomarse también en cuenta,
como también la consideración de la afectación en relación a las condiciones
personales de los titulares consideradas objetivamente. (Armanza, 1992)

7.1.5.-Ajenidad del autor a la amenaza del mal mayor

La ajenidad del autor a la amenaza del mal mayor implica que el mismo no se
haya introducido por una conducta del autor en forma que, al menos, hiciera
previsible la posibilidad de producción del peligro. Cuando esto haya sucedido,
el autor […] actuará antijurídicamente, sin perjuicio de que pueda hallarse
eventualmente en un estado de necesidad inculpante, en cuyo caso, al igual
que en la provocación suficiente en la legítima defensa, no habrá otra solución
que imputarle el resultado a título culposo. (Armanza, 1992)

7.1.6.-El agente no debe estar obligado a soportar el mal

El agente no puede ampararse en el estado de necesidad justificante cuando


se halla garantizando la conservación del bien jurídico que afecta. [La]
jurisprudencia ha entendido —correctamente— que quien se halla obligado a
sufrir un daño no es “extraño” al mal amenazado. (Armanza, 1992)

Cabe aclarar que no cualquier obligación jurídica puede dar lugar a la exclusión
del tipo permisivo de estado de necesidad, sino sólo la que le hace perder al
sujeto su condición de “ajeno” al mal que le amenaza, lo que configura una
particular relación jurídica que debe emerger de su posición garantizadora del
bien jurídico que lesiona. (Armanza, 1992)

Peña, O y Almanza, F. 2010. “Teoría del Delito: Manuel Práctico para su


Aplicación de la Teoría del Caso”.
Villegas, E. 2007. “ Elementos Configurativos de la Legítima Defensa en el
Derecho Penal Peruano”.
Armaza, J. 1992. “El Estado de Necesidad Justificante”.
Bacigalupo, E. 2002. “Derecho Penal: Parte General”. Ara editores.
Hurtado, J. “Manual de Derecho Penal: Parte General I”. Grijley E.I.R.L.

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