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Doctorado en Desarrollo Humano

Tendencias de Transculturalidad e
Interculturalidad en nuestro contexto
social y alternativas para una mayor
potencialidad en la contribución del
Desarrollo Humano.
ENSAYO

Elaborado por: Luis Alberto Flores García


I2 Interculturalidad y Transculturalidad DDH5F – Dr. Luis Fernando Grajales Penagos

05/05/2019
Luis Alberto Flores García

“… Imagina que no hay países, no es difícil de lograr, ninguna razón para matar
o morir, y también sin religiones. Imagina a toda la gente, viviendo la vida en
paz...…” (John Lennon)

Introducción

La transformación que ha tenido la humanidad y su mundo a través de su historia


es verdaderamente sorprendente, y particularmente durante el último siglo, de tal
forma que no acabamos de comprender los fenómenos sociales que se derivan
de esta transformación, cuando ya han aparecido nuevos y cada vez más
complejos e impredecibles fenómenos sociales.

Diversos autores han coincidido en que el ser humano es un constructo social


(Gergen, 1935; Pearce, 2010, citados por Agudelo & Estrada, 2012), y algunos
han traspolado esta definición a la cultura, así que ésta última se ha
conceptualizado como el resultado de su interacción con otras culturas.

Hoy, como nunca antes, confluyen diversos factores que han transformado
nuestras formas de vivir, de operar, de producir, de comunicarnos, redefiniendo el
sentido del espacio-tiempo en que se dan las interacciones humanas,
envolviéndonos como en una especie de “ola evolutiva”, que inevitablemente nos
arrastra.

En el intento de evaluar posibles alternativas que promuevan y potencialicen el


Desarrollo Humano, es importante y necesario comprender la dinámica de las
interacciones humanas en el mundo presente, ubicándolas dentro de un modelo
de madurez de las interacciones culturales: Interculturalidad y Transculturalidad.

En el presente ensayo, reflexionaré sobre las tendencias inter y transculturales en


el contexto de México y Latinoamérica, como punto de partida para proponer
alternativas multidisciplinares que conduzcan al logro de un Desarrollo Humano
integral, inclusivo y sostenible.

Desarrollo

Desde el Australopithecus hasta el Homo Sapiens, la especie humana se ha


constituido en grupos sociales, que le garantizan la satisfacción de sus
necesidades más básicas de supervivencia, le brindan seguridad y le dan sentido
de pertenencia. Según el construccionismo social, el ser humano se construye a
sí mismo a través de su interacción con otros seres humanos (Agudelo & Estrada,
2012). Tanto los individuos como los grupos sociales hacen consciente su propia
identidad sólo a través de sus interacciones con otros individuos o culturas.

La historia nos muestra que diversas culturas se han constituido y evolucionado a


través del tiempo, interactuando, algunas cooperando y transformándose, otras
conquistándose y destruyéndose, y otras simplemente desapareciendo… Es decir,
la existencia individual y socio-cultural es dinámica. En este dinamismo, los
elementos de identidad se van enriqueciendo, o simplemente van cambiando. El

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ritmo del cambio no es lineal, de tal forma que podemos notar que en el pasado
todos los cambios se sucedían a un ritmo muy lento, pero este ritmo ha ido
acelerándose (Noah Harari, 2016), y sin temor a equivocarme, puedo decir que la
curva ha sido exponencial. Son muchos los factores que han influido en la
evolución de las interacciones humanas:

• En primer lugar, la tecnología ha tenido tal desarrollo, que se ha convertido en


un elemento esencial en nuestras formas de vivir, de convivir, de comunicarnos,
de producir, de aprender, etc.
• En segundo lugar, la globalización, impulsada por un mundo tecnológico más y
mejor comunicado, y por un capitalismo aligerado (Albarracín, 2015), dispuesto
a seguir creando nuevas necesidades donde no las había, ahora en mercados
globales alrededor del mundo, para embutir e inundar al mundo con sus
satisfactores, han permitido el intercambio no sólo económico, pero también
social, cultural, ideológico, académico, político, etc., entre las diversas culturas
y grupos sociales alrededor del mundo.
• En tercer lugar, el empuje que la Declaración Universal de los Derechos
Humanos ha tenido un impacto profundo en el reconocimiento de que todos los
seres humanos somos iguales (Lisón, 1982), lo cual deriva en la
homogeneización de todos los individuos del planeta.

Desarrollo tecnológico, interconexión, globalización, homogeneización,


capitalismo ligero, etc., son elementos que componen el andamiaje sobre el que
se construyen las nuevas relaciones entre las sociedades modernas alrededor del
mundo, y todo esto, a un ritmo que como comenté arriba, es exponencial.

Los resultados tienen una amplia gama de valoración, yendo de lo catastrófico a


lo extraordinario. Ciertamente, el reconocimiento de la dignidad, la libertad y la
igualdad de todos los seres humanos es un avance importante que suma en el
bienestar general. No obstante, se han perdido de vista algunos efectos
secundarios, entre los que puedo mencionar los siguientes:

• El ritmo acelerado de los cambios nos sumerge en un mundo impulsado por las
modas, donde no hay tiempo para desarrollar y mucho menos arraigar
costumbres (Albarracín, 2015), las cuales conforman uno de los rasgos
característicos de la identidad socio-cultural.
• La falta de identidad socio-cultural del individuo, deriva en problemas de
personalidad y vacíos existenciales, en los cuales se suele perder el sentido de
vida.
• La naturaleza gregaria y necesidad de sentido de pertenencia del ser humano
resurge y reclama el rescate de las identidades locales e individuales, y este
reclamo es en muchas ocasiones violento y agresivo, como en el caso de los
fundamentalismos religiosos.

Así, unas fuerzas empujando hacia la des-individualización y homogeneización del


ser humano, y otras, reclamando desde su naturaleza antropológica, el respeto de
sus identidades socio-culturales y sus individualidades, derivando en un “choque”
de trenes que se manifiesta en un mundo donde los individuos han perdido
dirección y propósito en sus vidas, donde los vacíos existenciales provocan

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aumento en los índices de frustración, neurosis, depresión, ansiedad, y


lamentablemente de suicidios.

En el contexto de las sociedades latinoamericanas y en particular de México, el


encuentro de dos culturas (por llamarlo así, ya que en realidad fue el choque de
varias culturas: las propias de la zona y la cultura que venía del viejo continente)
derivado del descubrimiento y posterior conquista de los pueblos originarios por
parte de los europeos, fue muy hostil, de tal forma que gran parte de los activos
culturales tangibles fueron destruidos para dar paso a la imposición de nuevas
creencias, nuevas costumbres, y una nueva religión. Sin embargo, esa brutal
conquista no fue suficiente para borrar toda la riqueza de nuestras culturas
ancestrales.

El resultado fue en principio una mezcla racial que dio origen a nuevas
“clasificaciones y castas”, como criollos, mestizos, castizos, mulatos, indígenas,
entre otros, así como la evangelización de los pueblos, principalmente de aquellos
que se encontraban en o cerca de lo centros neurálgicos de las ciudades, sin
embargo, aquellos pueblos que se encontraban más alejados, lograron conservar
la pureza de sus razas, sus lenguas, sus costumbres y sus creencias (Taylor,
2009).

A 500 años de la conquista, el escenario multicultural de América Latina y


particularmente de México, es especialmente complejo, ya que por un lado, no
acabamos de integrar la diversidad de etnias locales dentro de un plan integral de
desarrollo humano, cuando ya tenemos que gestionar nuestra integración en el
concierto mundial de la globalización.

Uno de los principales problemas es que hoy por hoy, nuestra identidad nacional
se encuentra en plena reconstrucción. Por un lado, el implacable reclamo natural
de las identidades de origen ha dado paso a movimientos como la mexicanidad
(Arredondo Ramírez, 2005), cuyo propósito es el rescate de las tradiciones
prehispánicas, ricas en símbolos y filosofías espirituales. Por otro lado, el
momento histórico por el que atraviesa nuestro país, que supone un
replanteamiento de nuestra identidad nacional, y una redefinición de nuestro papel
y posicionamiento dentro del concierto mundial.

En este escenario, plantear alternativas para potencializar el desarrollo humano,


es metafóricamente equivalente a pretender cambiar la llanta de un automóvil en
pleno movimiento, que además no tiene tiempo ni posibilidades de detenerse.

La complejidad de este menester requiere estrategias de alto nivel, en las cuales,


el Estado debe no sólo involucrarse, sino comprometerse. Se requiere:

• Mayor compromiso de alto nivel de los tres niveles de gobierno.


• Una integración plena de los objetivos de Desarrollo Humano dentro del Plan
Nacional de Desarrollo.
• Menor turbulencia política.
• Mayor experiencia en gestión con enfoque humanista.
• Desarrollar un portafolio saludable de proyectos de Desarrollo Humano que
incluya:

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• El reconocimiento, conocimiento, estudio, comprensión y promoción de las


identidades étnicas a lo largo del territorio nacional.
• La inclusión del estudio obligatorio de lenguas indígenas en los diferentes
niveles educativos, como vehículo de inmersión plena en las realidades
étnicas, para comprender profundamente su dominio bio-psico-socio-cultural
y espiritual.
• La promoción de los diferentes grupos étnicos a lo largo de todo el territorio
nacional, y también en el ámbito internacional, para que tanto los nacionales
como el mundo conozcan nuestra riqueza cultural.
• La promoción de los Pueblos Mágicos en el turismo nacional e internacional.
• Una profunda reforma educativa, que integre de manera real a todos los
grupos étnicos en el contexto de la modernidad tecnológica, y que esta
modernidad se convierta en un vehículo que potencialice las identidades
culturales locales.
• La incursión en el contexto global como un solo bloque monolítico
transculturalizado.

Conclusiones

El modelo económico que históricamente ha sido hegemónico en nuestra historia


contemporánea es sin duda el capitalismo. No podemos negar que el capitalismo
ha sido un impulsor determinante en el desarrollo de las sociedades alrededor del
mundo. Aunque con efectos secundarios graves en términos de desigualdad, el
capitalismo es en gran parte, responsable del desarrollo científico y tecnológico,
del crecimiento económico, y aunque no uniforme, del incremento en los niveles
de vida de las sociedades alrededor del mundo (que no necesariamente ha
significado calidad de vida).

El capitalismo pues, nos ha impulsado a la modernidad, y ésta a su vez, ha


transformado las formas del capitalismo, y en este proceso, las sociedades se han
visto envueltas en una especie de ola que inevitablemente las arrastra hacia un
destino difícil de predecir.

El concierto global en el que nos encontramos hoy está caracterizado por:

• La alta conectividad que nos brinda la era de las redes.


• La economía del conocimiento, derivada de la evolución del capitalismo y la
tecnología.
• El acelerado ritmo del cambio, que deriva en que no acabamos de adoptar
nuevas costumbres cuando ya se hicieron obsoletas, lo que provoca que las
nuevas generaciones no desarrollen arraigos culturales y por lo tanto no
desarrollen sentido de pertenencia e identidad cultural, produciendo individuos
con profundos vacíos existenciales, sin propósito y sin sentido de vida.
• El impulso hacia la homogeneización de los seres humanos, a través por un
lado de la globalización, y por otro, la declaración universal de los derechos
humanos, en pro de la dignidad, la libertad y la igualdad, soslayando nuestra
individualidad.

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• El “despertar” de las necesidades gregarias y de sentido de pertenencia del ser


humano, derivando en movimientos de rescate de las identidades perdidas,
pero aún existentes en nuestra memoria genética.

En este escenario, el reto de las disciplinas humanistas debe enfocarse


primeramente en el rescate de las identidades locales como elemento que brinde
soporte a las necesidades de pertenencia y al reconocimiento de las
individualidades, pero también, que pueda garantizar la inserción transcultural en
el concierto global de la modernidad y de la homogeneidad de oportunidades (no
de identidades).

Bibliografía

• Agudelo Bedoya, M. E., & Estrada Arango, P. (2012, noviembre).


[Constructivismo y construccionismo social: Algunos puntos comunes y
algunas divergencias de estas corrientes teóricas]. Recuperado 4 mayo, 2019,
de https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5857466.pdf
• Noah, Harari, Y (2016). Homo Deus: Breve historia del mañana (1ª. Edición).
España: Debate.
• Albarracín Solaz, G. (2015, 20 octubre). La modernidad líquida:
consecuencias de la Aldea Global. Recuperado 8 abril, 2019, de
http://repositori.uji.es/xmlui/handle/10234/136425
• Lisón, C. (1982). La singularidad plural. Antropología cultural y especificidad.
REIS. 7-27.
• Arredondo Ramírez, M. L. (2005). Mexicanidad versus identidad nacional (Ed.
rev.). Morelos, México: Plaza y Valdes.
• Taylor, W. (2009, 16 noviembre). Castas, Raza y Clasificación. Recuperado 4
mayo, 2019, de
https://www.estudioshistoricos.inah.gob.mx/revistaHistorias/wp-
content/uploads/historias_73_37-46.pdf

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