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CARLOS FLORES JUBERÍAS

(Universidad de Valencia)

La obra de Juan Ferrando Badía


y su significación en el desarrollo
del Derecho Constitucional
y de la Ciencia Política en España *

A Don Juan, naturalmente.


En pago tardío de una deuda antigua.

Decía Jardiel Poncela, con su finísima ironía, que «los muertos, por mal que
lo hayan hecho, siempre salen en hombros». 1
En el caso de Juan Ferrando Badía (Foios, 1926-Valencia, 2007) no cabe
duda de que la segunda parte del aserto se cumplió con creces. Si no en el sentido
literal, sí desde luego en el más corriente, en el que la expresión taurina de «salir a
hombros» equivale a ser objeto de homenajes y alabanzas en grado superlativo. Y
es que, en los días inmediatamente posteriores a su fallecimiento, la figura de
Ferrando fue glosada –y nos limitaremos únicamente a lo escrito y publicado–
como la de un «hombre de gran temperamento, trabajador incansable, protector y
formador de sus numerosos discípulos, leal con sus amigos y un magnífico
adversario»; 2 «un hombre de bien» que supo «equilibrar la defensa de los ideales
políticos con la defensa de los derechos de los ciudadanos»; 3 o un hombre
«vehemente y potente en todo», que supo defender a Valencia y a lo valenciano
«con ciencia, con saber, con sabiduría y con corazón, con el que nadie pudo nunca

* El autor desea hacer patente su agradecimiento a los Profs. Enrique Álvarez Conde, José
Asensi Sabater, Manuel Martínez Sospedra y Remedio Sánchez Férriz por sus estimulantes
críticas y sus valiosas aportaciones a las primeras versiones de este trabajo. Lo afirmado en él es,
no obstante, de la exclusiva responsabilidad del autor.
1 Enrique Jardiel Poncela: Máximas mínimas, Luís Miracle Editor, Barcelona, 1937. p. 17.
2 José Asensi Sabater: «Juan Ferrando Badía», en Información del 10 de diciembre de 2007.
3 Francisco Real Cuenca: «Juan Ferrando Badía: el justo equilibrio entre la política y la
justicia», en Las Provincias del 4 de diciembre de 2007.

Cuadernos Constitucionales de la Cátedra Fadrique Furió Ceriol nº 58/59, pp. 15-51


16 Carlos Flores Juberías

y que pasará a la historia del constitucionalismo español y del valencianismo


cultural y político como un preclaro ejemplo de patriota». 4
Pero, a pesar de lo extendida que se halla entre nosotros esa costumbre
piadosa –¿o pudorosa?– en virtud de la cual tendemos a olvidarnos de los defectos
y las carencias del finado para exagerar sus virtudes y sus cualidades, sería errado
suponer que toda esa retahíla de loas, emitidas ciertamente en plena conmoción
por la muerte del maestro, el amigo o el colega, fueron simplemente fruto de la
gratitud, la amistad o la cortesía académica.
Es por ello que el confesado propósito del presente trabajo es exponer
hasta qué punto Juan Ferrando Badía dejó en efecto tras de sí un legado académico
sustancioso, útil y digno de estudio, que justifica plenamente los juicios de valor
antecitados; un legado que generó un significativo impacto entre los académicos –y
una parte de la clase política– de su tiempo y que todavía podría rendir valiosos
frutos a las generaciones actuales y futuras de politólogos y constitucionalistas, a
nada que se llevase a cabo una mínima sistematización del mismo que permitiera,
acotándolo, su más fácil comprensión. Y es que –si podemos anticipar ya algunas
de las tesis que más adelante mantendremos–, la amplitud y la diversidad fueron
los rasgos más característicos de la obra de quien, ya mucho antes de su muerte,
fuera definido por Cuenca Toribio –en la que quizás sea la mejor caracterización,
por breve, por completa, por atinada y también por valiente, que cupiera hacer de
Juan Ferrando Badía– 5 como un «inquieto constitucionalista y politólogo así como
hombre volcado en la acción pública en una ejemplar tarea ciudadana».

1. LAS COORDENADAS QUE ACOTAN LA TRAYECTORIA


ACADÉMICA DE JUAN FERRANDO BADÍA

La carrera docente e investigadora de Ferrando Badía arrancó en 1954, no


bien terminados sus estudios de licenciatura en la Universidad de Valencia, con su
contratación como ayudante de clases prácticas del entonces titular de la Cátedra
de Derecho Político, Francisco Murillo Ferrol. En 1960 Ferrando pasaría a enseñar
en la Escuela Social de Valencia, pero solo dos años más tarde –ausente ya
Murillo– se inclinó por iniciar su periplo madrileño pasando a desempeñarse como
ayudante en la Cátedra ocupada por Luís Sánchez Agesta en la Facultad de
Derecho de la Complutense.
Durante los años sesenta, Ferrando diversificaría sus tareas, impartiendo
clases en el CEU madrileño (1963-1969), y enseñando «Derecho Político» en la
Academia San Raimundo de Peñafort (1964-1970), «Estructuras políticas y sociales

4 Baltasar Bueno: «Juan Ferrando Badía: vehemencia y potencia», Valencia hui del 3 de
diciembre de 2007.
5 José Manuel Cuenca Toribio: «La historiografía sobre la edad contemporánea», en José
Andrés Gallego (Coord.): Historia de la historiografía española, Ediciones Encuentro, Madrid, 1999,
p. 251.
La obra de Juan Ferrando Badía y su significación en el desarrollo... 17

del mundo actual» y «Teoría de la Opinión Pública» en la Escuela Oficial de


Periodismo (1966-1969), «Teoría de la Política» –ya como profesor adjunto– en la
Facultad de Ciencias Políticas (1967-1969), y «Derecho Político» –ya como
Encargado de Cátedra– en la Facultad de Derecho de la Complutense (1968-
1971), al tiempo que organizaba seminarios sobre temas de sociología política
(1964-1967) en el prestigioso Instituto de Estudios Políticos –antecedente del
actual Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.
Sería desde allí desde donde en mayo de 1971 daría Ferrando el salto a la
condición de catedrático, al obtener por oposición la cátedra de Derecho Político
de la Universidad Salamanca, en la que se mantendría hasta su traslado por
concurso a Valladolid en 1973. En la capital castellano-leonesa Ferrando
permanecería apenas tres años, marchando en octubre de 1976 a Alicante, donde
por aquel entonces existía un Colegio Universitario adscrito a la Universidad de
Valencia del que había sido nombrado director.
Los tres años que Ferrando estuvo al frente del Colegio Universitario de
Alicante coincidieron con el periodo más complejo de la transición a la democracia
en España, que Ferrando afrontó intentando tranquilizar y normalizar la vida
académica de la institución, pero también haciendo patente su compromiso con
los profesores expedientados durante la época de Arias Navarro. En el campo más
estrictamente académico, Ferrando se posicionó en favor de la ampliación de la
oferta académica existente en Alicante, tropezando en ello con la oposición de las
autoridades académicas de Valencia, que a la postre sería la causa de su renuncia al
cargo, en 1978.
Ese mismo año, Ferrando se haría con la Cátedra de Teoría del Estado en la
Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Valencia –
compaginando el cargo con el de Jefe del Gabinete Técnico Asesor del Ministro de
Administración Territorial–, pero de nuevo apenas se desempeñaría en ella
durante un par de cursos, pasando en diciembre de 1980 a ostentar con similar
brevedad la Cátedra de Derecho Político de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Alcalá de Henares, compaginada a su vez con el cargo de
Vicerrector de Extensión Universitaria (1981-1982).
En realidad no sería hasta 1982, cuando a raíz del fallecimiento de Diego
Sevilla Andrés (1911-1982) Ferrando logra su ansiada Cátedra de Derecho Político
en la Facultad de Derecho de la Universidad de Valencia, logro con el que el de
Foios sentaría definitivamente la cabeza, poniendo fin a la casi vertiginosa sucesión
de destinos que hasta ese momento habían marcado su trayectoria académica.
Sería en ese puesto donde Ferrando permanecería hasta su jubilación en 1991, e
incluso durante otros seis años más después de ella merced a la concatenación de
dos periodos consecutivos como catedrático emérito. Con todo, la carrera de
Ferrando aun daría un último giro para prolongarse unos años más a raíz de su
contratación como Catedrático Emérito por la entonces recientemente creada
Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (1999-2005), de la mano de su discípulo el
catedrático de Derecho Constitucional Enrique Álvarez Conde.
18 Carlos Flores Juberías

En paralelo a toda esta sucesión de destinos académicos, y como no podía


ser de otro modo, Ferrando acumuló también una rica y variada experiencia
investigadora en el extranjero. La primera beca importante de la que disfrutó fue la
concedida por el CSIC en 1956 para la realización de una amplia estancia de
estudios en Roma, que se saldaría con el fruto de su primer libro, La Constitución
española de 1812 en los comienzos del Risorgimento. A ésta seguirían otras varias
becas y sus correspondientes estancias, como la concedida por la Dirección
General de Relaciones Culturales para viajar nuevamente a Roma (1957-1958), la
del British Council para realizar un estudio sobre los partidos políticos británicos en
la London School of Economics (1960-1961), la que le permitió conocer el CEU de
Nancy (1961-1962) o –en fin– la concedida por la Fundación Juan March para
realizar un estudio sobre la influencia del progreso técnico en el comportamiento
político en España (1962-1963). Ya en la plenitud de su carrera, Ferrando trocaría
las largas estancias investigadoras por visitas de estudio más breves o periplos
como conferenciante. De este modo, en el verano de 1975 visitaría las
Universidades de Yale, Chicago, Berkeley y Harvard, e impartiría sendos ciclos de
conferencias en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional
Autónoma de México y en la Universidad San Marcos de Lima, a las que retornaría
en febrero de 1980 y en abril de 1982; en noviembre de 1979 visitaría Nápoles,
Bari, Roma y Venecia invitado por el Consiglio Nazionale delle Ricerche; en mayo de
1980 Bolonia, invitado por la Scuola di Scienza Amministrativa; y entre julio y
octubre de 1981 la Biblioteca del Congreso de Washington becado por el Comité
Conjunto Hispano-Norteamericano para Asuntos Educativos y Culturales.
Ferrando impartiría también conferencias en las Universidades de Sao Paulo (1983
y 1993), Minas Gerais (1983), Turín (1983), Guadalajara (1984), Lima (1986),
Externado de Colombia (1987 y 1988), y Santiago de Chile y Valparaíso (1994),
entre otras muchas otras.
Universitario integral y vocacional, Ferrando se ufanó de manera reiterada
de haber desempeñado toda su trayectoria académica de manera ininterrumpida y
siempre en régimen de dedicación exclusiva; esto es, sin haber tratado de
compatibilizarla con otros menesteres profesionales o políticos. En efecto, fue solo
cuando aquélla concluyó, a comienzos de los noventa, que aceptaría Ferrando su
nombramiento para otros cargos institucionales, que por cierto se sucederían a lo
largo de la década y media siguiente casi con la misma rapidez con la que en
décadas anteriores se habían sucedido sus empleos académicos. 6
Así, entre mayo de 1986 y septiembre de 1998 Ferrando formó parte de la
Sindicatura de Greuges –la institución equivalente al Defensor del Pueblo– de la
Comunidad Valenciana con sede en Alicante, ostentando la condición de Adjunto
Primero, pero desempeñando el cargo de Síndic en funciones durante una buena

6 En 1987 Ferrando había sido designado por las Cortes Valencianas miembro de la Junta
Electoral de la Comunidad Valenciana, pero como es sabido se trata de un cargo compatible con
la condición de catedrático, y para el que de hecho habilita esa condición. Su nombramiento
sería prorrogado en otras dos ocasiones.
La obra de Juan Ferrando Badía y su significación en el desarrollo... 19

parte de ese periodo. En marzo de 2002 fue nombrado vocal del Consell Jurídic
Consultiu de la Comunidad Valenciana –el órgano consultivo supremo del Gobierno
valenciano, de la administración autonómica y de las administraciones locales en
materia jurídica–, si bien únicamente permanecería cuatro meses en la institución.
Y en julio de ese mismo año sería propuesto por el Partido Popular para formar
parte de nuevo del Consell Valencià de Cultura, máximo órgano consultivo de las
instituciones autonómicas valencianas en materia cultural, del que ya había
formado parte entre diciembre de 1985 y noviembre de 1995. 7
Ferrando se reintegraría en esta institución –después de la preceptiva
votación en las Cortes Valencianas–, al hilo de una renovación parcial del órgano
en la que también entraría el prolífico y polémico escritor Fernando Vizcaíno
Casas. Este dato, unido la declarada disposición de Ferrando a volver a plantear en
el seno del Consell el «problema de la lengua», –supuestamente resuelto tras la
constitución de la Acadèmia Valenciana de la Llengua en virtud precisamente de un
dictamen del propio Consell Valencià de Cultura– haría que se disparasen algunas
alarmas. 8 En realidad la incorporación al CVC de Ferrando –y otros destacados
personajes de la vida cultural valenciana–, lejos de tener como objeto una
radicalización de esta institución, se hallaba encaminada a una más plena
identificación con las instituciones autonómicas de los sectores valencianistas que
aun desconfiaban de ellas, para lo que la figura de Ferrando –indiscutiblemente
valencianista, pero al mismo tiempo netamente partidario de la participación
institucional– resultaba clave. 9

7 Durante su primer desempeño como miembro del CVC Ferrando había formado parte
de la Comisión de Gobierno de la institución. De sus muchos cometidos durante este periodo
destacaría el haber presidido la Comisión de Homenaje a José María Maravall Casesnoves y el
haber formado parte como secretario de la Comisión Conmemorativa del 750 Aniversario de la
entrada de Jaime I en Valencia –y, en consecuencia, haber sido responsable de la edición de los
volúmenes de estudios publicado por la institución en ambas ocasiones–, así como la autoría del
Dictamen aprobado por el Consell a solicitud de las Cortes Valencianas en relación con el uso
del título de Príncipe de Gerona. En él, y tras un exhaustivo estudio de la institución del
Principado de Gerona, concluyó Ferrando que «siendo el título de Príncipe de Gerona,
patrimonio común de todos los ex-miembros de la Antigua Corona de Aragón, se habrá de
contar [en cualquier acto que la ciudad de Gerona quiera realizar al respecto] no solo con la
participación del pueblo catalán, sino también con el de las Comunidades Autónomas de Aragón
Valencia e Islas Baleares». El documento puede consultarse on-line en la página web del CVC en
www.cvc.gva.es/archivos/17.pdf.
8
«Ferrando Badía, elegido por el PP, dice que llevará al Consell de Cultura el ‘problema
de la lengua’», Levante EMV de julio de 2002.
9
En cualquiera de los casos los síntomas de la enfermedad que andando el tiempo
acabaría primero con sus facultades intelectuales y después con su vida, harían completamente
estéril esta su segunda etapa en el Consell Valencià de Cultura, hasta el punto de que en los cinco
años de mandato que pudo consumir hasta el día de su fallecimiento, el de Foios no llegaría a
asistir a ninguna de sus reuniones plenarias, ni tampoco a las de las Comisiones Jurídica y
Reglamentaria y de Promoción Cultural de las que formaba parte.
20 Carlos Flores Juberías

Comprometido con la defensa de las señas de identidad de su tierra,


Ferrando apostó de manera intensa por la consolidación de la Real Academia de
Cultura Valenciana, de la que fue nombrado miembro de número en 1982,
tomando posesión el 12 de junio de 1984; al tiempo que colaboró con la sociedad
cultural Lo Rat Penat, que lo nombró Prohom el 18 de mayo de 1994; y fue también
miembro de la Real Academia Valenciana de Jurisprudencia y Legislación, en la que
tomo posesión el 12 de diciembre de 1989.
Movido por similar afán, Ferrando colaboró durante al menos dos décadas –
desde mediados de los setenta hasta mediados de los noventa– con el diario
valenciano Las Provincias, publicando periódicamente artículos de opinión, las más
de las veces en torno a temas valencianos. Años antes, y de la mano de Rafael
Calvo Serer, se había implicado de manera protagónica en la aventura del diario
Madrid, uno de los más críticos con el franquismo en los últimos tiempos del
régimen. Entre 1966 y 1970, Ferrando ocuparía con frecuencia su «Tercera
Página» escribiendo polémicos editoriales en defensa de la paulatina liberalización
del régimen, para posteriormente, entre 1991 y 1993, comandar el intento de
reflotar su cabecera merced a la edición de una revista de idéntico nombre, que a
la postre acabaría fracasando. Con menor asiduidad, Ferrando prestaría su
colaboración también a otros muchos medios, como los semanarios Cambio 16,
Cuadernos para el Diálogo, Sábado Gráfico y Triunfo, o los diarios Ya, El País, El Norte
de Castilla, Levante o La Verdad de Murcia.
En premio a toda su trayectoria académica, Juan Ferrando Badía sería
investido Doctor Honoris Causa por las Universidades Benito Juárez de Oaxaca
(México) y San Marcos de Lima (Perú), respectivamente en marzo de 1984 y en
agosto de 1986. En 1989 obtuvo la Medalla del Mérito Cultural Valenciano
otorgada por la Real Academia de Cultura Valenciana, y el 9 de octubre de 1997 le
fue concedida, a propuesta del pleno del Consell Valencià de Cultura, la Distinción al
Mérito Cultural de la Generalitat Valenciana. Tres años antes esa misma institución
le había propuesto por unanimidad para la concesión del Premi de les Lletres
Valencianes, galardón que sin embargo no le llegó a ser otorgado.

2. LOS RASGOS QUE DEFINEN LA TRAYECTORIA


INVESTIGADORA DE JUAN FERRANDO BADÍA

En paralelo a su carrera docente, también la trayectoria investigadora de


Juan Ferrando Badía se prolongó durante prácticamente cuatro décadas, desde sus
primeras aportaciones a mediados de los cincuenta, hasta sus últimos trabajos de
finales de los noventa, cuajando en una obra científica que –en palabras de Asensi–
«figura por derecho propio entre las más ricas de su generación» en la medida en
que constituye «un legado interesante y completo, que el paso del tiempo no sólo
no ha deslucido sino que lo ha revalorizado y hecho fértil, y cuyo eje central se
La obra de Juan Ferrando Badía y su significación en el desarrollo... 21

puede situar en el esfuerzo por insertar la tradición constitucional española en las


corrientes del constitucionalismo contemporáneo». 10
Ello no obstante, un simple repaso a la cronología de sus artículos y de sus
monografías permitirá constatar que el grueso de la misma –y también la de más
calado– se concentró en las décadas de los setenta y los ochenta, que
consecuentemente podrían ser consideradas como la época de plenitud,
fecundidad y proyección de su trayectoria investigadora. La coincidencia en el
tiempo entre esta fase de madurez de su pensamiento y de incremento de su
productividad científica con los últimos compases del régimen de Franco, la
transición a la democracia y la puesta en marcha del sistema autonómico español
generaría la doble consecuencia de arrastrar hacia esos temas de tan rabiosa
actualidad una trayectoria investigadora que había arrancado a muy considerable
distancia de ellos, y de convertir a Ferrando en uno de los autores de referencia –
y también en uno de los polemistas más activos y más discutidos– de nuestra
transición a la democracia.
Es muy probable que a un universitario integral como fue Ferrando Badía le
incomodara la mera idea de llevar a cabo un análisis de su trayectoria investigadora
centrado en su producción científica, que dejara de lado a la vez su faceta como
docente y su compromiso social y político. Para Ferrando Badía su actividad
investigadora, su genuina vocación docente y su permanente implicación en los
problemas de su tiempo fueron siempre vistas como las tres caras de un mismo
prisma, lo que explica que entre unas y otras actividades apenas hubiese escisión y
que todas se alimentasen mutuamente. De esta manera no era infrecuente que en
sus clases quedaran planteados los problemas que en aquellos momentos le
inquietaban como investigador o como ciudadano, ni que después sus manuales o
sus artículos periodísticos reflejaran los intercambios de opinión surgidos en el
aula –en la que siempre entraba con la expectativa de suscitar el diálogo con sus
alumnos pese a lo poco habituados a ello que en aquella época se hallaban– o los
problemas planteados por los estudiantes.
Aun así, y centrándonos en la parte escrita de la producción científica de
Ferrando, cabe sostener que en ésta llaman la atención varios rasgos.
El primero –y también el más característico– de ellos sería, sin duda alguna,
la amplia diversidad de los temas de los que se ocupó. Lejos de quedarse
encasillado, como es habitual, en una –o en unas pocas– líneas de investigación, a
lo largo de sus cuatro décadas como investigador Ferrando repartió su atención
sobre una panoplia de temas de amplitud más que llamativa, que en consecuencia
hace difícil la tarea de llevar a cabo una sistematización de su obra. Con todo, y si
ese menester fuera inaplazable, podríamos hablar de no menos de cinco ámbitos
temáticos, siempre sin dejar de advertir que cada uno de ellos constituyó, por su

10 José Asensi Sabater: «Juan Ferrando Badía», cit.


22 Carlos Flores Juberías

misma amplitud, un mundo en si mismo, y de que todos se hallaron en cierta


manera trabados entre sí, y se alimentaron mutuamente. 11 A saber:

• La Historia política de España, el ámbito más tempranamente aparecido y


más rápidamente postergado de entre los de su interés, en el que cabría
encuadrar tanto su primera monografía –salida de su tesis doctoral– en
torno a la influencia de la Constitución doceañista sobre el Risorgimento
italiano, aparecida en 1956, como su «historia político-parlamentaria» de la I
República, datada en 1973, 12 y en el que tampoco desentonaría situar su
análisis «político-jurídico» del Régimen de Franco, de 1984. 13

• El estudio de los modelos de organización territorial del Estado, con


especial –pero no exclusiva– atención hacia los casos de Italia y España. Se
trata de otro de los ámbitos temáticos que más tempranamente surgirían en
la obra de Ferrando, quien –a falta de más sugerentes objetos de estudio en
su propio país– empezó a interesarse ya en los años sesenta por el análisis
del entonces incipiente modelo regional italiano, 14 para sin solución de

11 Nótese que esta clasificación difiere en varios aspectos –aunque comparta otros– de la
que en su día propusieron Tomás Villarroya, Álvarez Conde y Sánchez Férriz en su informe al
Vicerrector de Investigación de la Universidad de Valencia sobre la tarea investigadora del Prof.
Ferrando (vid. «Valoración razonada de la labor investigadora del Prof. D. Juan Ferrando Badía»,
original mecanografiado, Valencia, 1991, 11 pp.), elaborado en el marco del proceso de su
nombramiento como profesor emérito.
En éste se propone una clasificación de la obra de Ferrando en seis grandes bloques
temáticos, identificados respectivamente como «Estudios sobre Historia del Constitucionalismo
español», estudios «En el ámbito de la Ciencia Política», «Teoría del Estado», «Teoría de la
Constitución», «Estudios de Derecho Comparado» y «Estudios sobre la Transición política y la
Constitución española». Respecto del primer bloque temático –y como se verá a continuación–
hemos preferido la etiqueta de «Historia política de España» en atención al enfoque casi más
politológico que jurídico que Ferrando dio a la mayoría de sus trabajos en este campo. Por lo
que respecto a las aportaciones de Ferrando en el campo de la Teoría del Estado, hemos optado
por atender al hecho de que la mayor parte de las mismas giraran en torno a los problemas de la
vertebración territorial del poder para introducir un bloque temático dedicado expresamente a
esa cuestión. Y en cuanto a los trabajos sobre la transición española a la democracia, hemos
estimado que su correcta ubicación debía ser en el marco de la preocupación de Ferrando por
la disyuntiva democracia vs autocracia, incardinable a su vez en una preocupación más amplia por
las transformaciones de la democracia moderna.
Con todo, quede constancia de esta otra clasificación, igualmente util, de la obra de
Ferrando.
12 Vid., respectivamente, Juan Ferrando Badía: La Constitución española de 1812 en los
comienzos del Risorgimento, CSIC, Roma/Madrid, 1959, y la Historia político-parlamentaria de la
República de 1873, Cuadernos para el Diálogo, Madrid, 1973 (2ª edición, 1973).
13 Juan Ferrando Badía: El régimen de Franco: un enfoque político-jurídico, Tecnos, Madrid,
1984.
14 Vid. Juan Ferrando Badía: Las autonomías regionales en la Constitución italiana del 27 de
diciembre de 1947, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1962 y Formas de Estado desde la
perspectiva del Estado regional, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1965.
La obra de Juan Ferrando Badía y su significación en el desarrollo... 23

continuidad trasladar su preocupación por el asunto al plano de la teoría del


Estado y del Derecho comparado al gestar El Estado unitario, el federal y el
Estado regional, 15 y culminar su recorrido por él con el magno estudio sobre
el Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana en cuatro volúmenes
que coordinara a comienzos de los noventa para el Consell Valencià de
Cultura. 16

• El análisis de las transformaciones de la democracia contemporánea y de


su consolidación como una alternativa dogmáticamente sólida y
prácticamente eficaz frente a los autoritarismos de uno y otro signo.
Ámbito éste en el que Ferrando se adentró desde una perspectiva
eminentemente teórica con volúmenes como La democracia en
transformación y –muy especialmente–, Democracia frente a autocracia, 17 pero
que también abordó desde una perspectiva más –digamos– práctica,
gestando con la vista puesta en el momento político español obras tan
oportunas como su Teoría de la instauración monárquica en España 18 o tan
documentadas como su estudio de la transición a la democracia en España
lujosamente editado por Rialp bajo el título Del autoritarismo a la democracia.
19
Amén, naturalmente, de sus innumerables aportaciones como columnista
en varios acreditados diarios de Madrid y Valencia, a través de cuyas páginas
contribuyó de manera estimable a avivar –pero también a cimentar
jurídicamente– algunas de las polémicas más encendidas del momento.

• Lo que, a falta de otra expresión más precisa, podríamos englobar –como


ya hiciera el propio Ferrando– bajo el encabezado genérico de «Estudios de
Ciencia Política». Me refiero a la pléyade de trabajos que Juan Ferrando
dedicó a la reflexión sobre algunas –bastantes, en realidad– de las grandes
cuestiones de las que se ocupa la Ciencia Política, convirtiéndose en no
pocos casos en el pionero de su estudio en España y en el puente para la
difusión en nuestro país de los autores más punteros de la politología
francesa, italiana y anglosajona. Se encuadrarían aquí sus numerosos trabajos
sobre el poder político y su legitimidad, sobre la conceptualización de la

15 Vid. Juan Ferrando Badía: El Estado unitario, el federal y el Estado regional, Tecnos, Madrid,
1978 (2ª edición, revisada y ampliada, como El Estado unitario, el federal y el Estado autonómico,
Tecnos, Madrid, 1986).
16 Juan Ferrando Badía (coord.): Estudio sobre el Estatuto Valenciano (4 vols.), Generalitat
Valenciana, Consell Valencià de Cultura, Valencia, 1993, 1996.
17 Juan Ferrando Badía: La democracia en transformación, Tecnos, Madrid, 1973 y Democracia
frente a autocracia: hacia una democracia económica, social y política, Tecnos, Madrid, 1980 (2ª
edición, revisada y ampliada, como Democracia frente a autocracia. Los tres grandes sistemas
políticos: el democrático, el social-marxista, y el autoritario, Tecnos, Madrid, 1989).
18 Juan Ferrando Badía: Teoría de la instauración monárquica en España, Instituto de Estudios
Políticos, Madrid, 1975.
19 Juan Ferrando Badía: Del autoritarismo a la democracia, Rialp, Madrid, 1987.
24 Carlos Flores Juberías

democracia y la evaluación de sus transformaciones más recientes, sobre los


conceptos de sistema y régimen político, o en torno a los actores del
proceso político –con especial predilección por las elites, las clases sociales,
la oposición y los grupos de presión–, temas que abordaría de manera
preferente en sus periódicas contribuciones en la Revista de Estudios Políticos,
y que con el tiempo acabarían siendo agrupados en la que probablemente
sea la más representativa de sus obras: sus Estudios de Ciencia Política. 20

• Y, por último, la Teoría de la Constitución: la más tardía de sus


inclinaciones académicas y probablemente la que menos trabajó, pero en
relación a la cual dejó no obstante una obra con ese mismo título publicada
en 1992, en cierto modo continuadora de su Estructura interna de la
Constitución, 21 y en la que se puede también incardinar su propia
contribución al colectivo Regímenes políticos actuales. 22

Como podrá observarse –y este es el segundo rasgo que merece ser


subrayado– la producción académica de Ferrando Badía no solo se saltó de
manera recurrente los límites –cuáles sean éstos es, evidentemente, otro asunto–
que separan al Derecho Constitucional de la Ciencia Política, interesándose por las
cuestiones y ensayando la metodología más características de ambas disciplinas
académicas, sino que incluso se adentró sin prejuicios en campos
considerablemente más distantes de aquel en el que había iniciado su formación,
como los de la Historia o la Sociología. Si lo primero podría excusarse en el hecho
de que la diferenciación formal entre ambas disciplinas académicas sorprendió a
Ferrando bien pasado el ecuador de su carrera académica, y con pocas ganas de
renegar de la mitad de su obra o de cercenar su futuro como investigador
limitándose a solo una parte de sus muchas inquietudes, para hallar una explicación
convincente de lo segundo habría que traer nuevamente a colación la amplitud de
sus intereses como ciudadano, como docente y como investigador, y la paralela
vastedad de su saber enciclopédico, sustentado –cómo no– en una vastísima
biblioteca, siempre en continuo crecimiento. Cosa que –dicho sea sin el menor
desdoro– sorprende mucho más desde la perspectiva actual de lo que lo haría en

20 Juan Ferrando Badía: Estudios de Ciencia Política, Tecnos, Madrid, 1976 (2ª edición
corregida y completada, 1982; reimpresión, 1985; 3ª edición, 1988; 4ª edición, 1992). Pero
también La democracia en transformación, Tecnos, Madrid, 1973 y, muy especialmente, Democracia
frente a autocracia: hacia una democracia económica, social y política, Tecnos, Madrid, 1980 (2ª
edición, revisada y ampliada, como Democracia frente a autocracia. Los tres grandes sistemas
políticos: el democrático, el social-marxista, y el autoritario, Tecnos, Madrid, 1989).
21 Juan Ferrando Badía: Teoría de la constitución, Tirant lo Blanch, Valencia, 1992; y Estructura
interna de la Constitución, Tirant lo Blanch, Valencia, 1988 (2ª edición, revisada y ampliada, como
Estructura interna de la Constitución. Su dinámica política y factores, Tirant lo Blanch, Valencia,
1990).
22 Juan Ferrando Badía (Coord.): Regímenes políticos actuales, Tecnos, Madrid, 1985 (2ª ed.,
1987; 3ª ed., 1995 y 2001).
La obra de Juan Ferrando Badía y su significación en el desarrollo... 25

su momento. No en vano, Ferrando Badía perteneció a una generación en la que


se estimulaba y reconocía el valor de una formación académica amplia,
multidisciplinar y crítica, y en la que se valoraban las trayectorias investigadoras de
amplios horizontes y probada versatilidad, y no a las más generaciones modernas,
abocadas a una hiperespecialización a menudo castrante desarrollada bajo la atenta
vigilancia de comités de expertos y agencias evaluadoras a menudo más
interesadas en comprobar el impecable encaje de la trayectoria investigadora de
un académico con los infranqueables márgenes del área de conocimiento a la que
se halla adscrito, que en verificar la calidad de sus investigaciones, la solidez de sus
argumentos y la utilidad de sus conclusiones. La identificación de Ferrando –o, más
que su simple identificación, su ardorosa militancia– con la premisa de que solo un
análisis jurídico de la política, y un análisis politológico del Derecho está en
condiciones de brindar una visión completa de nuestra realidad jurídico-
constitucional 23 quizás no tropiece hoy con demasiadas críticas, pero desde luego
son contados los investigadores que realmente hayan tenido la osadía de asentar y
hacer avanzar su carrera académica sobre la misma.
Un tercer rasgo de la producción científica de Ferrando Badía sería el de su
permanente disposición a adecuar sus prioridades como investigador a las
necesidades más acuciantes del tiempo en el que vivió y de la sociedad con la que
polemizó. Sin dejar nunca de lado del tratamiento de los problemas más
–digamos– intemporales del Derecho y de la Ciencia Política, de cuyo estudio fue a
menudo pionero en nuestro país, lo cierto es que las principales preocupaciones
de Ferrando Badía como académico estuvieron estrechísimamente conectadas con
el pulso del tiempo en el que le tocó en suerte vivir. Sin ánimo de exhaustividad,
convendrá recordar que sus estudios en torno a la disyuntiva democracia-
autocracia y en torno a los modos de transición desde ésta hacia aquélla, se
produjeron en el momento mismo en el que España encaraba con incertidumbre
ese preciso camino; su análisis de la monarquía y sus potencialidades como factor
de democratización coincidieron con la instauración de ésta y el debate acerca de
su encaje con la democracia que se vislumbraba en el horizonte de nuestro país; y
su preocupación por el modelo autonómico español y la vertebración de las
instituciones autonómicas valencianas, se materializó al mismo tiempo que éstas
empezaban a definirse y aquél a precisar de una teorización.
Más aun, con no poca frecuencia Ferrando se anticipó a los acontecimientos
a la hora de encaminar en una determinada dirección su trayectoria como
investigador: así, si sus análisis de las formas de organización territorial del Estado
23 O, para quien prefiera las palabras de José Asensi Sabater («Juan Ferrando Badía», cit.),
Ferrando «siempre defendió la tesis de que el estudio de las cuestiones constitucionales no
debía de circunscribirse a sus aspectos formales, sino que debía estar fecundado por las
referencias a la realidad social y política, es decir, a los aspectos «materiales» de la Constitución.
De ahí que se fijara a sí mismo la tarea de poner al alcance del público español los avances en la
metodología constitucional, tanto la procedente de Italia y Alemania, por entonces los focos más
importantes, como la de Norteamérica, de la mano de los santones a quienes conoció en sus
largas estancias en UC Berkeley y otras universidades».
26 Carlos Flores Juberías

–iniciado con sus trabajos sobre el sistema regional italiano, y trasladado más tarde
a otros modelos de organización territorial en Europa, como por ejemplo el
federalismo yugoslavo– pudieran haber parecido en la España de los sesenta un
divertimento académico carente de utilidad alguna, no será menester insistir en
cuán útiles se tornaron cuando una década más tarde nuestros legisladores
empezaron a buscar allende nuestras fronteras modelos de organización territorial
susceptibles de importarse a nuestro país. De hecho, incluso cabría argumentar
que ni siquiera en las ocasiones en que Ferrando se quiso ocupar de eso que antes
hemos llamado «los problemas más intemporales del Derecho y de la Ciencia
Política» quedaron sus trabajos reducidos a un mero ejercicio de erudición o de
reflexión academicista, ajeno por entero a las circunstancias de su tiempo: a nadie
se le escapará la intencionalidad –y la utilidad– de reflexionar en pleno auge del
franquismo en torno a las potencialidades de los grupos de presión, a las clases
sociales y su función vertebradora de intereses, o a las teorías en torno a la
legitimación del poder político.
Por último, quizás no sea del todo ocioso señalar –aunque lo que sigue
constituiría más un rasgo de su persona que de su obra propiamente dicha– que al
legado doctrinal de Ferrando Badía le fue en buena medida ajena la distinción entre
manualística e investigación; esto es: entre la producción académica destinada a
servir de apoyo a la docencia, y la encaminada al avance del conocimiento
científico; o –si se prefiere– entre la que de ordinario se vehicula a través de los
gruesos manuales sobre los que se acaban encorvando los estudiantes
universitarios, y la difundida a través de artículos y monografías pensados para ser
leídos únicamente en los círculos más selectos de la comunidad científica. Por
descontado, Ferrando hizo ambas cosas, publicando a la vez en las revistas más
destacadas de su tiempo –lo hizo nada menos que en 24 ocasiones, según mis
cuentas, en la Revista de Estudios Políticos– y dando a la imprenta manuales –
primero en la madrileña Editorial Tecnos, 24 y a partir de los noventa en la

24 En total serían cinco (Estudios de Ciencia Política, El Estado unitario, el federal y el Estado
regional, y el Estado autonómico, Democracia frente a autocracia…, El régimen de Franco y el
colectivo Regímenes políticos actuales) los manuales que a lo lago de los ochenta (o desde
mediados de los setenta hasta comienzos de los noventa, para ser más exactos) publicaría
Ferrando en la bautizada como «Biblioteca Universitaria» de la editorial Tecnos. Para
entendernos, en la popularísima –«mítica», se diría ahora– colección de tapas color caqui y
páginas de color hueso que a lo largo de esa década prácticamente monopolizó las estanterías
de las salas de lectura de las Facultades de Derecho tras haber logrado incorporar a su elenco
de autores a los más destacados académicos del momento en casi todas las áreas de
conocimiento. De este modo, las obras de Ferrando tuvieron la oportunidad de codearse con
las de Pablo Lucas Verdú y Manuel Jiménez de Parga en los campos del Derecho y de la Ciencia
Política; Mariano Baena del Alcázar en la Ciencia de la Administración; Ballesteros y Pérez Luño
en Filosofía del Derecho, Efrén Borrajo, Montoya Melgar y Ojeda Avilés en Derecho del Trabajo
y de la Seguridad Social; Manuel Broseta en Derecho Mercantil; Carrillo Salcedo, Díez de
Velasco, González Campos, Pérez Vera y Pastor Ridruejo en Derecho Internacional; Cerezo Mir
y Gerardo Landrove, en Derecho Penal; Diez-Picazo en Derecho Civil; Entrena Cuesta en
La obra de Juan Ferrando Badía y su significación en el desarrollo... 27

valenciana Tirant lo Blanch– que en ocasiones conocieron terceras y hasta cuartas


ediciones, las más de las veces corregidas y aumentadas. Pero entre unos y otros
trabajos el lenguaje de Ferrando no cambió un ápice, sin duda por la convicción de
que el estudiante universitario debía de familiarizarse desde el momento mismo en
que cruzara los umbrales de su Facultad con todos y cada uno de los complejos
debates doctrinales que en aquel momento tuviese planteada la Ciencia Política o
el Derecho Público, y de que para ese menester no era una buena estrategia que a
la hora de redactar sus manuales el profesor universitario renunciara, en aras de la
legibilidad, al rigor, a la erudición, o a la vocación polemizadora. La mejor prueba
de ello sin duda radica en el hecho de que en un buen número de ocasiones, los
manuales (o «libro-manuales», como él los llamó) 25 en los que Ferrando apoyara
su labor docente tuvieran su origen en –o fueran recopilaciones de– trabajos
previamente publicados en revistas de carácter científico, cuyo contenido pasaba
de este modo, sin más aditamento que su actualización y su sistematización, del
investigador al estudiante. A quien –como el que suscribe– 26 le cayó encima a la
tierna edad de dieciocho años la tarea de sumergirse en sus voluminosísimos
Estudios de Ciencia Política, para a continuación lidiar con los borradores –entonces
en forma de «apuntes»– de lo que después serían El Estado unitario, el federal y el
regional, y Democracia frente a autocracia, probablemente no se le haya olvidado del
todo la desesperación que suscitaban textos cuyo nivel de complejidad superaba
con creces lo que cabía esperar que un estudiante de primer curso pudiera
entender y asimilar, pero tampoco la fascinación de entrar en contacto directo
con las grandes cuestiones que la política contemporánea plantea y a las que el
Derecho intenta, infructuosamente las más de las veces, dar respuesta; ni –por
supuesto– el agudo contraste entre los sencillos esquemas de los libros de texto
habitualmente utilizados en la enseñanza universitaria con el derroche de citas,
tesis, argumentos y contraargumentos, casos y ejemplos expuestos –a veces
desordenadamente: la sistematicidad no era una de sus cualidades– por Ferrando
Badía, evidencia palpable de que en el mundo de la Política y del Derecho todo es
argumentable.

Derecho Administrativo; Prieto-Castro en Derecho Procesal y –en fin– el llorado Francisco


Tomás y Valiente en Historia del Derecho.
25 Véase la opinión de Ferrando en torno a la función del manual en la enseñanza
universitaria en Juan Ferrando Badía: «Presentación», en Estudios de Ciencia Política, cit. p. 14.
Cito, aquí y en adelante, por la segunda edición.
26 Véase, en un tono más personal que el utilizado en estas líneas, Carlos Flores Juberías:
«Juan Ferrando Badía», ABC (Comunidad Valenciana), de 20 de diciembre de 2007.
28 Carlos Flores Juberías

3. LAS APORTACIONES DE JUAN FERRANDO BADÍA


AL DESARROLLO DEL DERECHO CONSTITUCIONAL
Y DE LA CIENCIA POLÍTICA EN ESPAÑA

Dando por buena la división de la obra de Ferrando en los cinco ámbitos


temáticos –recuérdese: amplios, interconectados, y mutuamente influenciados–
que más arriba se han propuesto, quizás fuera también útil que el análisis sintético
de sus aportaciones al desarrollo del Derecho Constitucional y de la Ciencia
Política en España intentara ajustarse en la medida de lo posible a los mismos, en
lugar de quedarse encorsetado por un simple criterio cronológico.

3.1 Tres calas en la historia política de España

En sus primeros años como investigador Ferrando dedicó una considerable


atención a los problemas de nuestra historia política y constitucional, atención que
andando el tiempo se diluiría, pero sin que nunca llegara a desaparecer por entero.
En este plano, y como ya se ha adelantado, sus aportaciones más salientes se
concretarían sucesivamente en el seguimiento de la proyección exterior de la
Constitución gaditana, en el estudio de la I República española, y en el análisis
desde un enfoque jurídico-político del Régimen de Franco.
Sobre esta parte de la producción académica de Ferrando, atrevidamente
situada en el comprometido terreno en el que interseccionan la Historia y la
Política, los juicios más severos deberían ser los procedentes de allende esa
frontera; esto es: de la rama del saber de la que más lejano se hallaba, por razón
de su formación, nuestro autor. Partiendo se esta premisa probablemente
resultará especialmente valiosa la opinión de Cuenca Toribio, quien después de
incluir a Ferrando en la restringida nómina de quienes hicieron aportaciones
estimables al contemporaneísmo español pese a proceder de zonas académicas a
lo sumo aledañas a la Historia contemporánea –por cierto, junto a coterráneos
suyos como Diego Sevilla Andrés, Joaquín Tomás Villarroya, Francisco Tomás y
Valiente y Mariano Peset– pasaría a destacar que

«Si La Constitución española de 1812 en los comienzos del Risorgimento es una monografía
novedosa, que abre sugerentes perspectivas para el estudio comparado de la madre de
nuestras constituciones, Historia político-parlamentaria de la República de 1873, tan
imantadora siempre para los estudiosos levantinos y suresteños –¿existe una
regionalización sentimental de ciertos capítulos de la historia nacional?– constituye una
síntesis de alta divulgación, acaso demasiado escorada hacia el costado político.» 27

27 José Manuel Cuenca Toribio: «La historiografía sobre la edad contemporánea», cit., p.
251.
La obra de Juan Ferrando Badía y su significación en el desarrollo... 29

De la primera de estas obras habría que empezar recordando que fue a la


vez el precipitado de su tesis doctoral y la primera de sus monografías, y que en su
gestación pesarían por igual –como reconocería en propio Ferrando en sus
agradecimientos introductorios– el magisterio de Murillo Ferrol a través de su
«constante y eficaz dirección»– y la generosidad del CSIC, que le había permitido
disfrutar de una beca en el Instituto Jurídico Español de Roma. En las páginas de su
primer libro, Ferrando expondrá con meticulosidad la significativa influencia que la
Constitución gaditana de 1812 tuvo sobre Italia en los primeros compases del
Risorgimento, analizando concienzudamente la revolución napolitana de 1820 y la
subsiguiente adopción de la Constitución de Cádiz como ley fundamental del
Reino de las Dos Sicilias, el desarrollo normativo de la constitución gaditana en
Nápoles y las propuestas para su reforma, y las repercusiones del movimiento
napolitano sobre el resto de Italia –con especial énfasis en la adopción del texto
gaditano también en Cerdeña–, para abordar en última instancia el estudio de la
reacción suscitada en Europa ante las revoluciones italianas de 1820-21, y cerrar la
obra con otra minuciosa recreación del Congreso de Laybach y el triunfo en Italia
de la Santa Alianza, y una valoración global del papel de España en las revoluciones
transalpinas de la tercera década del XIX. 28 Todo ello al objeto de dotar de
sustento adicional a la tesis ya clásica de Mirkine-Guetzevich en el sentido de que
lejos de ser únicamente el primer hito en la historia del liberalismo español, la
Constitución de 1812 fue además el punto de partida del liberalismo de toda
Europa y se convirtió en el estandarte de todas las revoluciones, arrumbando con
su proyección internacional a los prototipos directamente emanados de la Francia
revolucionaria. 29
En cuanto a su Historia político-parlamentaria de la I República, puntualmente
aparecida en el año del centenario de su instauración, y significativamente cobijada
tras el mítico sello editorial de Cuadernos para el Diálogo, quizás lo primero que
cabría decir es que lejos de tratarse de un ejercicio de oportunismo académico al
socaire de un aniversario previsiblemente controvertido en un momento político
enormemente complejo, fue igualmente el precipitado de un trabajo previo largo y
metódico, buena parte del cual había ido viendo la luz en los años precedentes,
principalmente desde las páginas de la Revista de Estudios Políticos. 30

28 Ferrando retomaría con intermitencia el tema de la peripecia internacional de la


Constitución gaditana, publicando años más tarde «La Constitución española de 1812 y el
Congreso de Verona», en Studi in Onore di Paolo Biscaretti di Ruffia, t. 1, Giuffrè, Milán, 1987, pp.
359-299 (publicado igualmente en Gades nº 16 [1987], pp. 57-90) y «Proyección exterior de la
Constitución de 1812», Ayer nº 1 (1991), pp. 207-248 (publicado igualmente en Miguel Artola
Gallego [Coord.]: Las Cortes de Cadiz, Marcial Pons, Madrid, 2003, pp. 207-248).
29 Juan Ferrando Badía: La Constitución española de 1812…, cit., p. 11.
30 Véanse, por orden cronológico, Juan Ferrando Badía: «Dos ideas-fuerza, orden y
libertad: una hora de España (1868-1874)», Revista de Estudios Políticos nº 153-154 (1967), pp. 85-
129; «La República de 1873, ocasión revolucionaria: un enfoque parlamentario», Revista de
Estudios Políticos nº 156 (1967), pp. 119-144; «La masa federal: románticos, regionalistas y
proletarios (1868-1873)», Revista de Estudios Políticos nº 159-160 (1968), pp. 209-236; «La
30 Carlos Flores Juberías

La pura verdad es que el análisis que Ferrando lleva cabo de nuestra


primera, frustrada y frustrante experiencia republicana es bastante más amplio de
lo que su título parece prometer, ya que antes de llevar a cabo su anunciado
seguimiento de la andadura parlamentaria de la I República, Ferrando se recrea en
el análisis de los principios que inspiraron la Gloriosa y el Sexenio, y en la
exposición del pensamiento federalista de Pi y Margall y –más en general– del clima
político-ideológico que precedió a la experiencia republicana, para a continuación
abordar el modo en el que la República se suicidó entre la presión del ejército y
los excesos de los cantonalistas.
En congruencia con su interés por los modelos de organización territorial
del Estado, Ferrando se recreará de manera especial tanto en la construcción
doctrinal del federalismo pimargalliano como en su imperfecta plasmación en el
proyecto constitucional de 1873 y en su caricatura cantonalista, concluyendo que
si la única oportunidad política para la implantación del federalismo en España
había sido la República de 1873, su caída «hizo desaparecer para siempre toda
posibilidad de éxito del federalismo», por más que su proyección sobre la vida
española haya seguido siendo decisiva desde el momento en que «todo intento
descentralizador o debilitador del poder se amparará –en la España
contemporánea– en las ideas federales, más o menos sustantivamente seguidas»,
siendo ésta «la verdadera trascendencia del movimiento federalista español». 31
Por último, acerca de El régimen de Franco: un enfoque político-jurídico habría
que empezar diciendo –nuevamente– que tampoco esta obra es, más que en muy
escasa medida, lo que su título parece prometer. Y ello por fortuna para el lector
y el estudioso, toda vez que en lugar del espeso –y, algunos pensarán:
perfectamente prescindible– análisis jurídico del entramado institucional franquista
que uno podría esperar –que desde luego se ofrece, aunque sea en apenas medio
centenar de páginas–, Ferrando brinda en su obra un análisis dinámico de la
evolución del régimen autoritario español, en el que se exponen con especial
detalle las causas de su descomposición y las vías por las que ésta se manifestó.
Esta última cuestión –sin duda, la más interesante de cuantas se plantean en
la obra– copa el tercero de sus bloques temáticos, al que han precedido otros dos
dedicados respectivamente al análisis teórico del sistema autoritario y del liderazgo
carismático en el que se basa, y a la evolución y estructura del régimen franquista.

generación de 1868 y el pensamiento federal de Pi y Margall», Atlántida. Revista del pensamiento


actual nº 36 (1968), pp. 622-641 y «Ocaso de la República española de 1873: la quiebra federal»,
Revista de Estudios Políticos nº 183-184 (1972), pp. 49-66, «Ocaso de la República española de
1873: la revolución», Revista de Ciencias Sociales nº 19 (1972), pp. 597-614, y «Pi y Margall en el
poder», Revista del Instituto de Estudios Sociales nº 5 (1972), pp. 51-79, que constituyen los
capítulos introductorio, I, II, III, V, VIII y IX de la obra.
Después de aparecida la monografía de referencia, Ferrando aun se ocuparía del tema en
una ocasión más, con su contribución en torno a «La Primera República», en el volumen
dedicado a La era isabelina y el sexenio democrático: (1834-1874) dentro de la Historia de España
de Espasa Calpe (Madrid, 1981, pp. 701-769).
31 Juan Ferrando Badía: Historia político-parlamentaria…, cit., pp. 400-401.
La obra de Juan Ferrando Badía y su significación en el desarrollo... 31

A este respecto, Ferrando sostiene básicamente que el régimen franquista


naufragó como consecuencia de la apertura en su línea de flotación de tres
grandes vías de agua, a las que el de Foios se refiere como «las tres posibles vías
democratizadoras del régimen». Una sería el fenómeno del asociacionismo
político, primero reprimido, más tarde tolerado, y finalmente desbordado; otra
sería la descentralización regional, tozudamente negada por el régimen, y que a la
postre jugaría un papel tan decisivo en su deslegitimación; y la tercera sería la
instauración de una monarquía que a la postre se convertiría en «motor del
cambio político».

3.2 El Estado unitario, el federal y el Estado regional

Como ya se ha anticipado, el estudio de los modelos de organización


territorial del Estado preocupó a Ferrando desde bien temprano. Esa
preocupación, combinada con su interés por Italia y por el constitucionalismo
italiano –patente ya en su tesis doctoral, y fertilizada en los años siguientes merced
a sus reiteradas visitas a, y a sus abundantes contactos en las principales
instituciones académicas transalpinas– cuajó en una serie de monografías 32 que se
inauguró en 1962 con Las autonomías regionales en la Constitución italiana del 27 de
diciembre de 1947, prosiguió en 1965 con Formas de Estado desde la perspectiva del
Estado regional, y culminó en 1978 con El Estado unitario, el federal y el Estado
regional. A partir de esa fecha esa preocupación, combinada esta vez con su
inquietud como ciudadano y su interés como intelectual respecto del proceso de
radical replanteamiento de nuestro propio sistema de organización territorial que
se estaba verificando entonces, se materializaría en una nueva edición de esta
última obra, fechada en 1986 y titulada en esta ocasión El Estado unitario, el federal y
el Estado autonómico, en el que en análisis del sistema regional italiano cede su
protagonismo al del sistema autonómico español, para culminar en 1993-1996 con
la dirección científica de un exhaustivo Estudio sobre el Estatuto Valenciano, que
desde su aparición hasta la reciente reforma estatutaria de 2006 mantuvo con
templanza su estatus de comentario canónico del Estatuto Valenciano. 33

32 Y –cómo no– también en una serie de artículos doctrinales, algunos de los cuales
acabarían sirviendo de andamiaje para las páginas de El Estado unitario, el federal y el Estado
regional. Entre ellos, cabría citar al menos «El Estado regional como realidad jurídica
independiente», Revista de Estudios Políticos nº 129-130 (1963), pp. 75-120; «El Estado unitario»,
Revista de Estudios Políticos nº 195-196 (1974), pp. 9-48; «La Europa de las regiones», Revista de
Estudios Sociales nº 12-13 (1975), pp. 23-45; «El federalismo», Revista de Estudios Políticos nº 206-
207 (1976), pp. 23-76; «Aproximaciones al concepto de región», Revista Española de la Opinión
Pública nº 47 (1977). pp. 7-55 o «El regionalismo en Europa», Revista de Estudios Políticos nº 216
(1977), pp. 9-56.
33 Así como –también en este caso– en una nueva serie de artículos doctrinales –y en un
sinfín de polémicas públicas originadas o secundadas desde las páginas de la prensa nacional y
valenciana– entre los que meritan destacarse «Del Estado unitario al Estado autonómico: su
32 Carlos Flores Juberías

Dejando momentáneamente de lado esta última empresa y centrándonos en


la dilatada serie de trabajos que Ferrando dedicó a lo que, con empeño digno de
encomio, gustaba de llamar «las formas jurídicas de Estado», 34 resulta patente que
en este plano su aportación más acabada fue precisamente la última de las
monografías antedichas: El Estado unitario, el federal y el Estado autonómico.
Aparecido en 1986, constituyó –según confesión del propio Ferrando– una
«reelaboración», de las tres anteriores, motivada a la vez por su condición de
obras agotadas y por lo tanto inaccesibles para un público lector cada vez más
interesado por todo lo referente a los modelos de organización territorial del
Estado; por la necesidad de ir complementando sus iniciales reflexiones sobre el
modelo regional italiano con las más actuales y más polémicas en torno al modelo
autonómico español; 35 y por la apreciación –seguramente discutible– de que la
proliferación de estudios sobre el Estado autonómico español que se había
producido en los años precedentes había ignorado en buena medida las
aportaciones de la doctrina francesa e italiana y había dado la espalda al
precedente del Stato Regionale italiano en cuya fundamentación normativa y praxis
política Ferrando creía fervientemente se podían encontrar claves valiosas para la
construcción e interpretación de nuestro propio modelo autonómico –razón ésta

proceso», Revista del Departamento de Derecho Político de la UNED nº 5 (197-1980), pp. 7-19; «Las
comunidades preautonómicas», Revista de Estudios Regionales nº 2 (1980), pp. 203-239; «Teoría y
realidad del Estado autonómico», Revista de Política Comparada nº 3 (1980/81), pp. 37-97; «La
potestad legislativa de las Comunidades Autónomas», Estudios Regionales nº 7 (1981), pp. 133-
178; «Los partidos políticos y el estado autonómico», Revista Valenciana d’Estudis Autonòmics nº
15 (1996), pp. 47-58. «Nación, nacionalidad y autodeterminación en la Constitución Española del
20 de diciembre de 1978» en Estudios de Derecho público en homenaje a Juan José Ruiz-Rico,
Tecnos, Madrid, 1997, pp. 1.191-1.229; «En torno al Estudio sobre el Estatuto Valenciano»,
Revista Valenciana d'Estudis Autonòmics nº 20 (1997), pp. 311-318 y «Corrientes doctrinales de
descentralización política en la España de los siglos XIX y XX», Corts. Anuario de Derecho
Parlamentario nº 3 (1997), pp. 17-40.

34 «En la clasificación de las formas de Estado caben dos puntos de vista posibles: político,
uno, y jurídico, el otro. Si aplicamos el criterio político, desembocaremos en la tipología
de Estado liberal, socialista, autoritario etc., que, como se expuso, no eran propiamente
formas de Estado, sino sistemas políticos; si, por el contrario, el criterio seguido en la
clasificación de las formas de Estado es el jurídico, se está apuntando a la ‘estructura
interna del poder estatal’. Según que ese Poder ‘tenga un titular único o tenga múltiples
centros de poder’ desembocaremos en las formas jurídicas de Estado. »

(Juan Ferrando Badía: El Estado unitario, el federal y el Estado autonómico, cit., p. 41.
Puntualización innecesaria para cualquiera que esté familiarizado con la obra de Ferrando: las
cursivas son suyas).
35 De hecho, sería precisamente ese planteamiento el que motivaría el cambio en la
apostilla final de su título entre la primera y la segunda edición, congruente con la sustitución del
capítulo dedicado en la primera edición a la exposición del ordenamiento regional italiano, por el
consagrado en la segunda al Estado autonómico español que –mandaba la actualidad– remata
con una amplia reflexión en torno a las leyes marco y las leyes de armonización. Vid. Juan
Ferrando Badía: El Estado unitario, el federal y el Estado autonómico, cit., pp. 233-390.
La obra de Juan Ferrando Badía y su significación en el desarrollo... 33

que a su vez había sido la justificación última de la primera andadura del libro, allá
por el año clave de 1978 cuando «en España se vislumbraba para un futuro
inmediato o un Estado regional, regionalizado o regionalizable, o un Estado
federalizante» y era menester que «los estudiosos de nuestra futura constitución y
los políticos tuvieran el camino desbrozado de obstáculos técnicos, por cierto muy
complejos». 36
De hecho, y si hubiéramos de trazar en pocas palabras el hilo argumental de
la obra –en realidad: de toda esta específica línea investigadora de Ferrando–
cabría resumirlo en la doble afirmación de que el Estado regional posee una
naturaleza jurídica independiente y diferenciada de las del Estado unitario y del
federal –por más que, desde luego, no falten entre ellos elementos comunes– de
modo que procede arrumbar la distinción clásica entre Estados unitarios y
federales para dejar paso a un tertium genus, «una forma intermedia entre las dos
citadas formas jurídicas de Estado», caracterizada por «un sistema vertebrado de
pluralidad de centros de decisión político-legislativa, jurídicamente
normativizados»; 37 y la de que el Estado autonómico español constituye un caso
de Estado regional en la línea en la que en su día lo fue el Estado integral ensayado
por la Constitución republicana de 1931, y el Stato regionale puesto en marcha a
partir de lo dispuesto en la Constitución italiana de 1947 –casos ambos cuya
experiencia histórica y desarrollo normativo debería ser muy tenido en cuenta por
nuestros legisladores estatales y autonómicos.
Siendo como era Ferrando valenciano no solo de nacimiento, sino también
de vocación, no sorprenderá que su interés por los modelos de organización
territorial del Estado se materializara también en estudios centrados
específicamente en el caso valenciano –máxime cuando los años de la construcción
del Estado autonómico fueron en su tierra también los años de la llamada Batalla
de Valencia, en la que Ferrando se implicó de manera determinante en defensa de
las señas de identidad y de la personalidad diferenciada de Valencia en el futuro
Estado autonómico. Dejando aparte 38 estas últimas tomas de postura, de cariz
más político y lenguaje más accesible –aunque no por ello exentas del rigor
académico de quien se tenía por universitario las veinticuatro horas del día– 39

36 Juan Ferrando Badía: El Estado unitario, el federal y el Estado autonómico, cit., pp. 13-14.
37 Juan Ferrando Badía: El Estado unitario, el federal y el Estado autonómico, cit., p. 20.
38 … Aunque solo sea porque de ellas ya se va a ocupar Vicente Simó Santonja en las
páginas que siguen a esta contribución, y porque de su recopilación y sistematización se ha
cuidado también Antonio Sánchez-Gijón al editar en el volumen La Valencia del profesor Juan
Ferrando Badía (RACV, Valencia, 2008), sus artículos y discursos sobre la historia, la cultura, la
lengua y la política valencianas.
39
Véase a este respecto las rotundísimas afirmaciones de Baltasar Bueno («Juan Ferrando
Badía: vehemencia y potencia», cit.), para quien el de Foios «dio al movimiento valencianista el
sello universitario, científico, que necesitaba», en la medida en que fue durante esos años el
único catedrático «quien en medio del miedo y silencio universitario todos los días alzaba la voz
valiente y cantaba las verdades del barquero».
34 Carlos Flores Juberías

cabría argumentar que la dedicación de Ferrando a los temas valencianos se


deslindó en dos grandes bloques.
De un lado quedarían –vuelve (o no se había llegado a marchar) el Ferrando
historiador– sus estudios sobre los orígenes, elementos, naturaleza y organización
del Regnum Valentiae, avanzados en su contribución –con este mismo título– al
volumen de estudios en torno al 750 aniversario de la conquista de Valencia
promovidos desde la Generalitat Valenciana en 1989, rematados con su monografía
en torno a El histórico reino de Valencia y su organización foral publicada por el
Consell Valencià de Cultura en 1995, 40 y sustentados en uno y otro caso en un
conocimiento auténticamente enciclopédico de la historia valenciana. 41 Y, de otro,
el ya mencionado Estudio sobre el Estatuto Valenciano, la magna obra en cuatro
volúmenes 42 en la que Ferrando acertó a reunir a los mas destacados
constitucionalistas valencianos, 43 dando lugar a una obra que solo alcanzó a tener
su réplica una década y media después, con los comentarios al nuevo Estatuto
valenciano coordinados esta vez –aunque con la criticable ausencia de esos mismos
constitucionalistas valencianos– por Baño León. Dualidad ésta que sin duda
constituye una muestra –otra más– de la característica versatilidad del Ferrando
investigador.

3.3 La disyuntiva «Democracia frente a Autocracia»

La preocupación de Ferrando por las transformaciones de la democracia


liberal comenzó a tomar forma a finales de los sesenta, concretándose en una

40 Véase, respectivamente, «Origens, elements, naturalea i organisacio del Regnum


Valentiae», en VV.AA.: En torno al 750 aniversario: antecedentes y consecuencias de la conquista de
Valencia (Vol. 1), Generalitat Valenciana, Valencia, 1989, pp. 395-476; y El histórico reino de
Valencia y su organización foral, Consell Valencià de Cultura, Valencia, 1995 (2ª ed. 1998). 163 pp.
41 En palabras, nuevamente, de Baltasar Bueno («Juan Ferrando Badía: vehemencia y
potencia», cit.): «de historia del Reino de Valencia sabía [Ferrando] de sobra: se lo leyó todo, lo
ortodoxo, lo herético y lo manipulado, y sabía llegar al hueso de la cuestión, demostrando las
miles de falacias que el catalanismo inventó».
42 Coordinados por el propio Ferrando Badía en el caso del Vol. I (El proceso autonómico
valenciano, Consell Valencià de Cultura, Valencia, 1993), por José Asensi Sabater en el caso del
Vol. II (Instituciones autonómicas de la Comunidad Valenciana, Consell Valencià de Cultura,
Valencia, 1996), por Enrique Álvarez Conde en el caso del Vol. III (Las competencias de la
Generalitat y sus recursos, Consell Valencià de Cultura, Valencia, 1996) y por Remedio Sánchez
Férriz en el caso del Vol. IV (Los derechos constitucionales de los valencianos y el sistema de
relaciones de la Comunidad Valenciana, Consell Valencià de Cultura, Valencia, 1993).
43 Amén de los coordinadores antes referidos, participarían en la obra los Profs. Alcaraz
Ramos y Chofre Sirvent (Universidad de Alicante); Crespo Hellín, Flores Giménez, Jimena
Quesada, Garrido Mayol, Navarro Ruiz, Ridaura Martínez, Julia Sevilla Merino, Soriano
Hernández, Viciano Pastor y Visiedo Mazón (Universidad de Valencia); Rallo Lombarte
(Universitat Jaume I) y Fco. Javier Gutiérrez Miguelez. Ferrando se ocuparía personalmente del
estudio de «El Consejo Valenciano de Cultura» (Vol. II, pp. 219-262).
La obra de Juan Ferrando Badía y su significación en el desarrollo... 35

breve serie de trabajos que vieron la luz repartidos, una vez más, entre la Revista
de Estudios Políticos y Atlántida. 44 Pero sería a comienzos de los setenta, ya en su
etapa vallisoletana, y cuando las perspectivas de una auténtica transformación en
sentido democrático del sistema político español comenzaron a adquirir
plausibilidad, cuando Ferrando optó por intensificar su interés por esta cuestión, y
dar el salto cualitativo que siempre supone la elaboración de una monografía.
La democracia en transformación –calificada en su día por Fernández Segado 45
como «un ensayo sociopolítico con carácter de divulgación científico-ideológica»
más que de una investigación stricto sensu– plantea la conveniencia de llevar a cabo
un análisis del sistema democrático-liberal desde un ángulo dinámico, a fin de
poder dar razón de su gradual transformación en una democracia social y
económica. Ferrando dividirá su obra en tres partes, analizando en la primera de
ellas la transformación histórica del sistema democrático-liberal, abordando en la
segunda el análisis de los factores que determinan el funcionamiento del sistema
político demo-liberal y las fuerzas políticas que los ponen en movimiento, y
trazando en la tercera «una teoría de la oposición en el sistema democrático-
liberal». A este respecto, no estará de más señalar que ya en aquellos cruciales
momentos Ferrando defendería la tesis de que

«Todo régimen que desee pervivir ha de prestar atención a todos aquellos sectores
reales que representen intereses legítimos y opiniones discrepantes, pues en caso
contrario se condenaría a su propia extinción. La institucionalización de la oposición
abriría un cauce de integración en el régimen a todas aquellas fuerzas reales, tanto
sociales como políticas, estableciendo así las bases que harían posible su continuación.»

Tesis que asimismo complementaría con una crítica al tecnocratismo –tan


en boga en aquel momento, incluso entre los sectores más aperturistas del
régimen– sostenida en la idea de que «la democracia no puede estar subsumida ni
en la tecnocracia ni en la burocracia», de modo que el método de gobierno
tecnocrático podrá a lo sumo «complementar al democrático, pero no
suplantarlo».
Desarrollando lo dicho en La democracia en transformación, y abundando en
una de las tesis planteadas en la parte primera del libro –la de que el siglo XX
había visto el desarrollo de tres grandes categorías de sistemas políticos: el
democrático-liberal, el marxista y el autoritario, concretado cada uno de ellos en
una amplia gama de regímenes políticos– siete años más tarde Ferrando daría a la
imprenta otra de sus obras clave: Democracia frente a autocracia, subtitulada en esa
su primera edición con la apostilla de «Hacia una democracia económica, social y

44 Vid. Juan Ferrando Badía: «De la democracia política a la democracia social y


económica», Revista de Estudios Políticos nº 168 (1969), pp. 73-120; «En torno a una teoría de la
oposición en el sistema democrático-liberal», Revista de Estudios Políticos nº 173 (1970), pp. 19-68
y «La democracia en transformación», Atlántida. Revista del pensamiento actual nº 43 (1970).
45 Francisco Fernández Segado: «La democracia en transformación, de Juan Ferrando
Badía», Revista de Estudios Políticos nº 194 (1974), pp. 233-236.
36 Carlos Flores Juberías

política», y en su segunda y definitiva versión, de 1989, con el añadido de «Los tres


grandes sistemas políticos: el democrático, el social-marxista, y el autoritario». 46
La principal tesis de esta nueva obra de Ferrando, que con toda nitidez
queda planteada ya en su mismo título, es la de que todos los sistemas políticos
contemporáneos son susceptibles de encuadrarse –sean cuales sean sus
particularidades– bien en la categoría de las democracias, bien en la de las
autocracias, y que en el caso de estas últimas la historia ha acabado decantando a
su vez dos categorías igualmente diferenciables: la integrada por los regímenes
socialistas de inspiración marxista, y la de los regímenes autocráticos
«propiamente dichos», también llamados «autoritarios». O, si se prefiere en sus
propias palabras, que

«A lo largo del siglo XX han estado vigentes en Europa tres categorías de sistemas
políticos: el democrático liberal, el socialista y el sistema autoritario. Cada uno de ellos
cristalizó en una pluralidad de regímenes políticos que, no obstante sus divergencias,
guardaban una íntima analogía en cuanto a sus principios inspiradores y a su fundamental
estructura política». 47

La base sustentadora de esta tipología radicaría en el modo en el que en


cada uno de estos sistemas de concibe el fundamento y la finalidad del poder
político, toda vez que

«Las democracias liberales consideran al Poder político como limitado por su propio rol:
garantizar las libertades de los ciudadanos; por el contrario, el sistema autocrático (en sus
versiones socialista y autoritaria) desconoce –aunque por diversas razones– las
limitaciones al poder de los gobernantes. Sus límites derivan del propio fin del poder
[…] Todo está subordinado a este fin». 48

Todo ello, como es natural, sin perjuicio de que entre los unos y los otros
las influencias hayan sido frecuentes e intensas, ya que –como apunta el autor en
las primeras páginas de la obra–

«No cabe duda de que la existencia del bloque socialista y las experiencias pasadas y
presentes de los diferentes regímenes autoritarios han sido factores esenciales de la

46 Una vez más, Ferrando dejaría también tras de sí una pléyade de estudios sobre el tema
de menor entidad y mayor especificidad, algunos anteriores a Democracia frente a autocracia –
como «El sistema autocrático», Sistema: Revista de Ciencias Sociales nº 10 (1970), pp. 77-98– y
otros, en cambio, posteriores –como «La estructura política del sistema socialista-marxista», en
Manuel Aragón Reyes (Coord.): Homenaje a Carlos Ruiz del Castillo, IEAL, Madrid, 1985, pp. 193-
232; «Los tres grandes sistemas políticos», en Estudios históricos: Homenaje a los profesores José Mª
Jover Zamora y Vicente Palacio Attard, Vol. 1, Universidad Complutense, Madrid, 1990, pp. 281-310;
y «En torno a la Democracia», Revista Valenciana d'Estudis Autonòmics nº 19 (1997), pp. 311-328.
47
Juan Ferrando Badía Democracia frente a autocracia. Los tres grandes sistemas políticos…,
cit., p. 50.
48
Juan Ferrando Badía Democracia frente a autocracia. Los tres grandes sistemas políticos…,
cit., p. 50.
La obra de Juan Ferrando Badía y su significación en el desarrollo... 37

transformación de la llamada democracia liberal o clásica y de su conversión en


democracia pluralista, social y económica. De no haber sido así, la democracia se habría en
trance gravísimo de perecer». 49

Con este objeto, y tras dedicar una primera parte a la reedición de sus tesis
en torno a la tipología de los sistemas políticos, Ferrando consagra la parte
segunda de la obra a revisar, actualizar y completar sus consideraciones de 1973
en torno a la evolución histórica y a las dinámicas del sistema democrático-liberal y
pluralista; dedicando la tercera al análisis de «Los regímenes no democráticos»,
para subrayar en este plano la distinción antes referida entre sistemas social-
marxistas y autocráticos, y terminar bajando de la teoría a la práctica con unas
breves consideraciones en torno al régimen de Franco que –una vez más–
permitirán engarzar esta obra con las restantes del autor.
Y es que las reflexiones de Ferrando en torno a la disyuntiva Democracia
vs. Autocracia, lejos de quedar circunscritas al plano de la pura teorización, fueron
reiteradamente testadas por nuestro autor en la amplia serie de reflexiones que
consagró al estudio de nuestra propia peripecia en el tránsito de la autocracia a la
democracia, de entre las que caben destacar, amén de un modesto número de
artículos científicos, sus monografías El régimen de Franco: un enfoque político-jurídico,
Teoría de la instauración monárquica en España, y Del autoritarismo a la democracia. 50
Si de la primera de ella se han dicho ya suficientes cosas como para facilitar
su encuadre en la obra global de Ferrando, de la Teoría de la instauración
monárquica en España cabe decir –en primer lugar– que se trató de una obra
oportunísima, llamada a poner luz a los que sin duda eran –en el momento de su
aparición– los más importantes interrogantes a los que se enfrentaba la clase
política española –de uno y otro signo– y hasta buena parte de los ciudadanos:
¿cuáles eran exactamente los poderes que Franco iba a legar a su sucesor? ¿Con
qué autonomía iba a poder éste ejercerlos en el marco diseñado por las Leyes
Fundamentales? ¿Cómo iban a vertebrarse las relaciones del nuevo monarca con
las viejas instituciones del franquismo? Y, sobre todo: ¿de qué manera podría la
Corona y su titular complementar la legitimidad que les brindaba el régimen, con la

49
Juan Ferrando Badía Democracia frente a autocracia. Los tres grandes sistemas políticos…,
cit., p. 14.
50 De la concreta cuestión de la Monarquía en la transición –o quizás fuera mejor decir de
la transición en la Monarquía– se ocuparía Ferrando Badía en otras dos ocasiones posteriores. A
saber: «De la Monarquía del 18 de julio a la monarquía del Proyecto Constitucional de 1978», en
Jorge Carpizo (dir.): Las experiencias del proceso político-constitucional en México y España,
Universidad Nacional Autónoma de México, México DF, 1979. pp. 15-97 y «La Monarquía
parlamentaria actual española», Revista de Estudios Políticos (nueva época) nº 13 (1980), pp. 7-44.
Otras aportaciones menores de Ferrando Badía al estudio de la transición serían sus
trabajos «La transición política», en Política y sociedad: estudios en homenaje a Francisco Murillo
Ferrol, Vol. 2, Centro de Estudios Constitucionales-CIS, Madrid, 1987, pp. 857-886 (publicado
como «La transición política española», en el Libro homenaje al Profesor Héctor Fix Zamudio,
UNAM, México, 1989) y «La evolución institucional del régimen de Franco; la transición
política», en Historia general de España y América. T. XIX-2, Rialp, Madrid, 1987.
38 Carlos Flores Juberías

imprescindible e impostergable legitimidad popular necesaria para su


consolidación? Pregunta esta última a la que Ferrando respondería con su tesis de
la «confluencia de legitimidades», abogando por la polarización en la persona de
Don Juan Carlos, junto con la legitimidad histórico-nacional que el régimen le había
proporcionado, de la legitimidad dinástica que solo la renuncia del Conde de
Barcelona a sus derechos podía asegurarle, y de la imprescindible legitimidad
democrática, para lo cual era menester «que el sucesor de Franco facilitase la
adopción de un programa político netamente democrático y social que le
permitiese atraerse a aquellos que, por análogas razones, aceptaron la Monarquía
personificada en el Conde de Barcelona». 51
En última instancia, Del autoritarismo a la democracia constituye un análisis ya
más reposada y con mucha mayor perspectiva de un proceso del que –como ya se
ha reiterado– Ferrando estaba en condiciones de analizar a un tiempo desde la
atalaya de su formación académica, y desde la perspectiva más cercana de quien
había sido –y seguía siendo– a la vez actor y observador. Que la obra apareciese
lujosamente editada y profusamente ilustrada en el sello editorial de Rialp 52
constituyó, por lo demás, la prueba más evidente de que el magisterio de Ferrando
estaba ya en condiciones de escapar de los marcos –se quiera o no, estrechos– de
la docencia universitaria y la investigación científica para materializarse en una obra
accesible a cualquier lector de a pie.

3.4 Los Estudios de Ciencia Política

La afirmación –aventurada ya unas líneas más arriba– de que los Estudios de


Ciencia Política fueron la obra más representativa –la «obra cumbre» diríamos, si
tocara ponerse épicos– de la trayectoria intelectual de Ferrando se sustenta en
tres constataciones y una apreciación. La primera constatación es que fue el más
reeditado de sus libros, con nada menos que cuatro ediciones fechadas
respectivamente en 1976, 1982, 1988 y 1992; la segunda, es que fue, con
diferencia, la más voluminosa de todas –lo que tratándose de un autor tan,
digamos, feraz como Ferrando no deja de ser digno de subrayarse–, toda vez que
de las 696 páginas de su primera edición, los Estudios crecieron paulatinamente
hasta alcanzar en su última cita con la imprenta la nada desdeñable cifra de 856
páginas; mientras que la tercera constatación, estrechamente emparentada con las
dos anteriores, es la de que de todas sus obras, ésta fue la que de manera más
extensa y recurrente cinceló Ferrando, merced a su empeño de seguir puliendo
sus argumentos y añadiendo nuevas reflexiones en cada nueva edición,

51 Juan Ferrando Badía: Teoría de la instauración monárquica…, cit., p. 37.


52 Cabe destacarse que la obra sería también publicada, de manera casi simultáneamente,
en Costa Rica. Véase Juan Ferrando Badía: Del régimen autoritario de Franco a la democracia: la
transición política, CAPEL, San José de Costa Rica, 1988. 241 pp.
La obra de Juan Ferrando Badía y su significación en el desarrollo... 39

Pero, sobre todo, la afirmación antedicha se sustenta en la apreciación de


que fue en sus páginas donde Ferrando acertó a reunir sus trabajos académicos
más destacados a fin de dar respuesta a sus inquietudes intelectuales más
profundas, todo ello en un momento en el que su pensamiento había alcanzado
además la madurez suficiente como para hacerlo con ciertas garantías de salir
airoso del empeño.
Como el propio Ferrando confesaría, los Estudios de Ciencia Política no
fueron «una obra escrita de un tirón» sino, muy al contrario, «una obra de
sedimentación, que se ha fraguado poco a poco». 53 En efecto, un rastreo entre los
contenidos de la obra –que, dividida en tres grandes bloques temáticos, aborda
sucesivamente el estudio del «Concepto, enfoque y métodos de la Ciencia
Política», los «Supuestos de lo político», y por último los «Elementos de lo
político»– y su correspondiente cotejo con los temas abordados por Ferrando en
sus trabajos de la década precedente a su primera edición, permite detectar que su
interés por los enfoques y los métodos en el estudio de las Ciencias políticas
(Parte Primera, Cap. I) o por los conceptos de sistema y régimen políticos (Parte
Primera, Cap. II) ya se habían concretado en una serie de trabajos aparecidos a
finales de los sesenta y principios de los setenta en las páginas de la Revista de
Estudios Políticos, la Revista Española de la Opinión Pública y Atlántida. Revista del
pensamiento actual; 54 que su interés por los grupos sociales, las castas, los
estamentos, las clases sociales y las elites –en terminología ferrandiana: «Los
supuestos sociales de lo político»–, que básicamente integran la Parte Segunda del
libro, habían sido objeto de análisis previos en una pléyade de trabajos repartidos
entre las páginas de las tres revistas antedichas; 55 o que –en fin– su interés por el
poder político, sus formas históricas, el problema de su legitimidad y el contenido
de la política –elementos que integran sucesivamente los tres Capítulos de la Parte
Tercera– habían también sido objeto de una temprana reflexión en las páginas de
la Revista de Estudios Políticos, a la que habían seguido otras cuatro más reciente

53 Juan Ferrando Badía: «Presentación», en Estudios de Ciencia Política, cit. pp. 14-15.
54 Juan Ferrando Badía: «Enfoques en el estudio de las ciencias políticas», Revista de Estudios
Políticos nº 187 (1973), pp. 9-64; «Métodos en el estudio de la Ciencia Política», Revista Española
de la Opinión Pública nº 31 (1973). pp. 7-25; «Teorías contemporáneas en torno a la Ciencia
política: teorías negativas», Revista de Estudios Políticos nº 193 (1974), pp. 25-62; «Teorías
contemporáneas en torno a la Ciencia política: teorías positivas», Revista Española de la Opinión
Pública nº 44 (1976) y «En torno a los conceptos de sistema y régimen», Atlántida. Revista del
pensamiento actual nº 39 (1969).
55 Juan Ferrando Badía: «Los grupos de presión», Revista de Estudios Políticos nº 146 (1966),
pp. 101-138; «Estudio de las élites», Atlántida. Revista del pensamiento actual nº 50 (1971), p. 24-
29; «Casta, estamento y clase social», Revista de Estudios Políticos nº 198 (1974), pp. 23-66; «En
torno a los grupos sociales, su jerarquía y la noción de estructura social», Revista de Estudios
Políticos nº 199 (1975), pp. 7-64; «La nación», Revista de Estudios Políticos nº 202 (1975), pp. 5-58.
y «Las élites», Revista Española de la Opinión Pública nº 43 (1976).
40 Carlos Flores Juberías

repartidas entre esas mismas páginas y –nuevamente–, las de Atlántida y la Revista


Española de la Opinión Pública. 56
Sin embargo, y pese a las apariencias, no estamos ante una mera
recopilación de trabajos dispersos y diversos, reunidos en un solo tomo
únicamente por el prurito del autor de apuntarse así un nuevo título en la lista de
sus obras. En palabras del propio Ferrando, «no estamos en presencia de doce
estudios yuxtapuestos cuyo único punto de unión sea su referencia última a lo
político» sino de un elenco de trabajos escritos ya «siguiendo un plan previamente
trazado […] que pretende brindar una visión sistemática de fenómeno político
insertándolo en su contexto social que le es propio», en la medida en que «solo
así cobrará aquel pleno sentido».
Con esta afirmación, Ferrando nos aproxima ya a lo que –nuevamente en
sus propias palabras– constituye «el punto de engarce o, si se quiere, el gozne
sobre el que giran los diversos temas trazados en este libro». Que, en congruencia
con la afirmación referida en las primeras líneas de este epígrafe, sería asimismo el
eje sobre el que giraría el grueso de la aportación académica de Ferrando
globalmente considerada. A saber: la tesis de que

«El enfoque estrictamente formal, constitucionalista, de lo político resulta insuficiente,


pues la realidad política y sus interdependencias de otros supuestos y estructuras
desborda el campo estrictamente jurídico, el prescrito por la Constitución […] El
fenómeno político no es un elemento aislado, cual mónada leibniziana, sino que forma,
junto con los otros elementos apuntados, los económico-sociales, un todo más o menos
estructurado y coherente, pero siempre en situación de dinámica interdependencia,
reaccionándose o modificándose globalmente, como si fueran un organismo vivo». 57

Consecuentemente, y una vez sistematizados los distintos métodos en boga


–entonces– en el estudio de la Ciencia Política y clarificadas también sus propias
opciones metodológicas con una apuesta inequívoca por una consideración
dinámica de lo político –«es decir, la consideración de la vida política como un
proceso continuo de acciones y reacciones, provinentes de los titulares del poder
y de los detentadores del mismo, que condicionándose entre sí, dan como
resultado un régimen político específico y concreto»– 58 Ferrando aborda de
manera sucesiva el análisis de los «Supuestos de lo político», comenzando por los
físicos –la geografía y la demografía–, siguiendo por los económico-sociales –la
estructura económica, las instituciones y la cultura– y los estrictamente sociales –
grupos, castas, estamentos, clases, elites–, para terminar con los de índole

56 Juan Ferrando Badía: «Las formas históricas de Poder político y sus legitimidades»,
Revista de Estudios Políticos nº 138 (1964), pp. 85-122; «Análisis estructuro-funcional de lo
político», Atlántida. Revista del pensamiento actual nº 32 (1968); «Poder y legitimidad», Revista de
Estudios Políticos nº 180 (1971), pp. 5-28; «El poder político», Revista Española de la Opinión Pública
nº 27 (1972) y «Las dos caras del dios Jano, potestas y auctoritas», Revista Española de la Opinión
Pública nº 42 (1975).
57 Juan Ferrando Badía: Estudios de Ciencia Política, cit. p. 13.
58 Juan Ferrando Badía: Estudios de Ciencia Política, cit. p. 61.
La obra de Juan Ferrando Badía y su significación en el desarrollo... 41

territorial, como serían la nación, entendida como marco fundamental de la


política, y la región, subrayando la necesidad de su revalorización. Todo ello con la
idea clave, que traspasa toda la obra, de que las instituciones políticas reales –«el
régimen político», en expresión no propia, pero sí muy característica de
Ferrando–

«se hallan en estrecho maridaje con los supuestos físicos, económicos, las estructuras
sociales (grupos sociales, clases, grupos territoriales) y con los otros elementos
superestructurales: creencias religiosas y morales, tradiciones culturales, sistemas de
valores; en síntesis, cultura.»

Y que, en consecuencia, «tienen que ser reflejo y, por tanto, ajustarse, si


quieren ser legítimas desde un punto de vista sociológico, al sistema de valores
compartido en la sociedad». 59 Probablemente nunca con mayor nitidez que en
esta afirmación quede al trasluz la triple formación –sociológica, politológica y
jurídica– del maestro de Foios.
Cerraría la obra, a modo de cabal conclusión de todo lo dicho en el medio
millar de páginas precedentes, una amplia reflexión sobre la naturaleza del poder
político. Construida en parte sobre trabajos previos, datados en la segunda mitad
de los sesenta y la primera de los setenta –nótese, lo reiteraremos una vez más,
cómo el Ferrando político nunca anda demasiado lejos del Ferrando politólogo–
este último bloque de sus Estudios de Ciencia Política entraña una bien documentada
reflexión sobre –ahora sí– el tema más nuclear de la Ciencia Política, que no es
otro que el del poder político: su necesidad, su origen, sus implicaciones, su
naturaleza bifronte, sus formas históricas, sus justificaciones, sus modos de
legitimación y su inamovible identificación con el Estado. Todo ello, a su vez, para
desembocar en una brevísima reflexión sobre el valor y la función de la
Constitución –el Ferrando constitucionalista nunca anda lejos del Ferrando
politólogo– «en cuanto que medio para la institucionalización, objetivación o
socialización del Poder y su conversión de Poder anónimo y de poder
individualizado, en Poder estatal o Estado», que a su vez constituirá el anticipo de
otras incursiones más detenidas en el tema. 60

3.5 En torno a la estructura interna de la Constitución

La prueba más palpable de la afirmación precedente –la de que «el Ferrando


constitucionalista nunca anda lejos del Ferrando politólogo»– la brindaría la
aparición en 1988 –el mismo año en que salía la tercera edición de la más

59 Juan Ferrando Badía: Estudios de Ciencia Política, cit. p. 13.


60 Juan Ferrando Badía: Estudios de Ciencia Política, cit. p. 487. Nótese que ya la cuarta
edición de sus Estudios de Ciencia Política llevaría en su título la apostilla «y de Teoría
Constitucional».
42 Carlos Flores Juberías

politológica de sus obras, sus Estudios de Ciencia Política– de la más jurídica de sus
monografías: su Estructura interna de la Constitución.
Confesadamente emparentada con las reflexiones en torno al valor y la
función de la Constitución con las que acababa de cerrar el último bloque temático
de sus Estudios, 61 la Estructura interna de la Constitución es una obra formal y
sustancialmente atípica dentro de la trayectoria investigadora de Ferrando. Por lo
que hace a lo primero, debido a su igualmente confesada condición de libro
«escrito de un tirón» y «con finalidad fundamentalmente docente», pensado más
para el aula que para la academia, y en buena medida distante de sus inquietudes
investigadoras más habituales. Y por lo que hace a lo segundo, por su temática,
eminentemente constitucionalista.
Y es que si es cierto que para Ferrando el Derecho constitucional se halló
siempre cercano a sus intereses como investigador, no lo es menos que su interés
por la Constitución como objeto de estudio se había hallado íntimamente ligado a
su condición de elemento de lo político: de resultado de sus dinámicas, de marco
para su desenvolvimiento, de espejo de sus tensiones. Es por ello que el interés de
Ferrando por la Constitución se había concretado hasta ese momento más en el
análisis de sus circunstancias –de su origen, de sus repercusiones– y de su
conceptualización, que en el estudio de su contenido; más en su dimensión política
que en su naturaleza jurídica; o –si se puede hacer un juego de palabras–, más en
su fachada externa que en su estructura interna –y de ahí la calificación de su
Estructura interna de la Constitución como una obra atípica.
La obra analiza con desigual interés las dos componentes tradicionales de las
constituciones contemporáneas, dedicando a la llamada «parte dogmática» de la
Constitución apenas una cincuentena de páginas, y explayándose con mucha mayor
meticulosidad en la «parte orgánica», abordando con especial énfasis un tema tan
auténticamente novedoso en la trayectoria investigadora de Ferrando como el de
los procedimientos para la elección de los gobernantes. Y todo ello con la
intención de responder, más allá de toda elucubración puramente teórica a

«las cuestiones que el poder político plantea en su inserción en la sociedad. A saber:


¿quién gobierna en una colectividad y a través de qué instituciones?; ¿Cómo se estructuran
las diversas instituciones gubernamentales?; ¿Cómo se eligen a los gobernantes? o ¿Cuáles
son los procedimientos de elección de los gobernantes? y, por último, ¿Para qué son los
gobernantes? o, lo que es lo mismo, el rol de los gobernantes en los diversos sistemas
políticos y sus correspondientes limitaciones.»

Con todo, Ferrando se resistiría a dejarse llevar sin más por las corrientes
doctrinales predominantes en aquel –y en éste– momento, y proclamaría con
tozudez «que el contenido de la presente publicación no sigue los módulos
clásicos que solemos encontrar en la mayoría de los autores de orientación
estrictamente jurídico-constitucionalista» sino que, siendo consecuente con su

61 Aquí, y en los párrafos siguientes, Juan Ferrando Badía: «Presentación», en Estructura


interna de la Constitución, cit., p. 9.
La obra de Juan Ferrando Badía y su significación en el desarrollo... 43

tesis de que «lo político, o Régimen político, no es más que el conjunto de


instituciones políticas reales», se inclinaría por exponer «las cuestiones que el
Poder político plantea en su inserción en la sociedad» y «las diversas instituciones
teórico-reales por las que se autogobierna una colectividad y se estructura lo
político».
Aun así, Ferrando no debió sentirse demasiado satisfecho con el resultado
de su trabajo, y después de manifestar en la «Presentación» de la obra que ésta se
encontraba «traspasada de un relativo escepticismo», que consideraba
«cuestionable» tanto su enfoque como su contenido, y que invitaba a sus lectores
–como era costumbre suya, pero quizás con un poco más de insistencia en este
caso– a leerla «con una cierta duda metódica» y a hacerle llegar sus críticas,
optaría por llevar a cabo una seria revisión de la misma de cara a su segunda
edición, que apenas se demoraría dos años.
En efecto, la segunda edición de su Estructura interna de la Constitución,
etiquetada en esta ocasión con la apostilla de Su dinámica política y factores, casi
doblaría a la primera en extensión (530 frente a 297 pp.) merced básicamente a la
adición de una Parte Segunda en la que, volviendo a sus temas de trabajo más
característicos, Ferrando aborda el estudio de «La dinámica política de la
Constitución», analizando sucesivamente los conceptos de sociedad política,
dinámica política, vida política, participación política, y fuerzas políticas y
parapolíticas. dedicando el último de sus capítulos al estudio de los partidos. 62 De
este modo podría decirse que Ferrando volvía a sus orígenes, por más que su
pretensión fuera presentar este nuevo enfoque como un giro novedoso en su
trayectoria que la insertaba «en la corriente dominante en el mundo más avanzado
democráticamente». Y por más que intentara autoengañarse con el argumento de
que sus puntos de vista eran mayoritariamente compartidos «los científicos de la
política y de lo político» y de autoconvencerse de que éstos

«hoy se interesan menos por la estructura teórica del gobierno y más por su
funcionamiento efectivo. Se ocupan menos del poder en sí, que de su uso. A medida que
los científicos de la política tienden a cercarse a las realidades económicas y sociales, se
acercan también a la economía política, a la sociología, la antropología, la geografía, la
estadística y la historia. Estos contactos con las disciplinas próximas no implican peligro
alguno para la integridad de la ciencia del Derecho Constitucional. La completan.
Traducen simplemente el deseo de los especialistas de no encerrarse en el seno de una
disciplina y el sentimiento que tienen de la interdependencia de los fenómenos políticos
que, si bien pueden ser aislados por comodidad de estudio, están vinculados
indisolublemente en la vida real.» 63

62 Tema este sobre el que Ferrando tenía ya en su haber una publicación previa:
«Regulación juridico-constitucional de los partidos de los regímenes de democracia clásica:
especial consideración del caso italiano», Revista de Estudios Políticos nº 208-209 (1976), pp. 35-60.
63 Juan Ferrando Badía: «Presentación», en Estructura interna de la Constitución. Su dinámica
política y factores, cit., p. 14.
44 Carlos Flores Juberías

Visión esta indudablemente bienintencionada pero desafortunadamente


incierta. O, para ser más exactos, mucho más cierta respecto de la generación a la
que Ferrando se hallaba adscrito y cuyos años en activo empezaban a poderse
contar con los dedos de una mano, que respecto de las generaciones posteriores,
para las que esa amplitud de intereses –«confusos y difusos», en expresión habitual
del maestro– constituían vestigios de otra época, y molestos engorros en el
camino hacia una necesaria especialización.

3.6 …Y sus aportaciones al Derecho constitucional comparado

Decir que Ferrando hizo a lo largo de su carrera como investigador valiosas


aportaciones al Derecho constitucional comparado es a estas alturas una obviedad:
como se ha visto, todo su interés por los modelos de organización territorial del
Estado provenía de su conocimiento de, y de su admiración por, el sistema
regional italiano, que contribuyó a difundir en España al tiempo que hacía gala su
profundo conocimiento de otros varios sistemas de organización territorial
europeos; y como también se ha acreditado, buena parte de su teoría de la
constitución descansaba en su amplio conocimiento del Derecho constitucional
francés e italiano, que igualmente contribuyó a popularizar entre nosotros. Quizás
porque una parte nada desdeñable de su carrera investigadora –la mitad, si hemos
de tomar como referente el número de sus años en activo– hubo de transcurrir
en una España que carecía de un régimen constitucional propio; quizás porque su
inquietud como investigador –y la ausencia de cargas familiares– le permitieron
viajar extensamente por Europa, Estados Unidos y América Latina y disfrutar de
amplias estancias investigadoras en algunas de sus más prestigiosas instituciones, lo
cierto es que el Ferrando constitucionalista puso a menudo la vista allende
nuestras fronteras para encontrar en el Derecho constitucional de nuestros
vecinos democráticos un sugestivo campo de inspiración.
Por ello, las aportaciones de Ferrando al estudio del Derecho constitucional
comparado no se agotan ni en lo relativo a esos dos campos científicos, ni en el
marco de los dos países señalados. Atento a todo lo que implicara o sugiriera
nuevos desarrollos del constitucionalismo en Europa Ferrando publicó ya en los
años sesenta dos amplios trabajos –una vez más, en la Revista de Estudios Políticos–
en torno a la nueva Constitución yugoslava de 1963 y a los principios socio-
económicos y socio-políticos que ésta introducía, relevantes en la medida en la
que –recordémoslo– el régimen titista, rotos ya sus vínculos de dependencia con
Moscú, estaba intentando diseñar un camino propio en el que se compatibilizaran
los principios del socialismo con las exigencias de la democracia; y valiosos en la
medida en que Ferrando fue uno de los escasísimos académicos españoles que en
aquella época se tomara la molestia de viajar por la entonces ignota Europa
La obra de Juan Ferrando Badía y su significación en el desarrollo... 45

socialista, con escalas al menos en Checoslovaquia, Hungría y Yugoslavia. 64 Y a


comienzos de los setenta, cambiando de registro y de latitud, un ensayo en torno
a los partidos políticos británicos, que probablemente sería muy del gusto de su
otro maestro Manuel Fraga. 65
En cualquiera de los casos, no cabe duda de que la principal y la más
perdurable contribución de Ferrando a esta rama del Derecho constitucional
vendría de la mano de su participación como autor y coordinador en el colectivo
Regímenes políticos actuales.
Si se nos permite la disgresión previa, llama un tanto la atención que pese a
reunir las condiciones personales idóneas para ello –capacidad de liderazgo,
carácter resolutivo, amplios conocimientos y nutridos contactos– y pese a haberse
hallado durante largos años en las condiciones ideales para hacerlo –al frente de
un Departamento amplio y diverso, y rodeado de un amplio equipo de
colaboradores– en toda su carrera Ferrando únicamente se animara en dos
ocasiones a emprender la tarea –admitámoslo: trabajosa e ingrata– de liderar la
edición de una obra colectiva. Si la segunda de ellas fue con ocasión de los ya
mencionados estudios sobre el Estatuto Valenciano, la primera tuvo como
resultado la feliz aparición en 1985 del colectivo Regímenes políticos actuales,
posteriormente reimpreso o reeditado en 1987, 1995 y 2001, para cuya
elaboración Ferrando sumó nada menos que el concurso de Francisco Fernández
Segado (que se ocupó del régimen político británico), Mateo Pastor López (las
monarquías centroeuropeas y nórdicas), Juan García Cotarelo (Alemania y los
Estados Unidos), Cayetano Núñez Rivero (Francia), Juan Carlos González
(Portugal), Remedio Sánchez (Suiza), Enrique Álvarez Conde (la Unión Soviética), y
Herman Oehling (Rusia, únicamente en la última edición) reservándose para él
mismo la parte introductoria del volumen y –cómo no– el capítulo dedicado a
Italia.
Regímenes políticos actuales es un volumen extraordinariamente valioso por
al menos dos motivos.
El primero aludiría a la calidad intrínseca de sus capítulos, elaborados en
cada uno de los casos por acreditados expertos en el país asignado –y no por
voluntariosos becarios, a menudo incapaces de ir más allá de los lugares comunes
más habituales–, familiarizados con la historia y la doctrina de cada uno de ellos,
razonablemente coordinados, minuciosamente estructurados, y en alguno de los
casos tan ampliamente desarrollados que se hallan en el límite de lo que podría
haber sido una pequeña monografía con personalidad propia. 66

64 Véase Juan Ferrando Badía: «La Constitución yugoslava de 7 de abril de 1963», Revista de
Estudios Políticos nº 131 (1963), pp. 79-126 y «Los principios socio-económicos y socio-políticos
del régimen político yugoslavo», Revista de Estudios Políticos nº 163 (1969), pp. 31-80.
65
Véase Juan Ferrando Badía: «Los partidos en el régimen político británico», Atlántida.
Revista del pensamiento actual nº 46 (1970), p. 387-413.
66 De hecho, al menos uno ha llegado a serlo. Me refiero a la contribución de Remedio
Sánchez Férriz en torno a «El régimen político suizo», que se halla en el núcleo de lo que
46 Carlos Flores Juberías

Y el segundo, a su enfoque. A pesar de la explícita apuesta de Ferrando por


«superar el enfoque jurídico y apostar por un enfoque realista de las instituciones
jurídico-políticas» lo cierto es que Regímenes políticos actuales es el más jurídico de
los manuales de su clase, o –si se prefiere– el que más se aproxima a lo que
debería ser un manual de Derecho constitucional comparado, como opuesto a un
textbook de Comparative Politics, que es lo que por suerte o por desgracia más
abunda entre nosotros. A modo de ejemplo, es harto improbable que el lector
halle entre la manualística española, eminentemente politológica, y mucho más
preocupada por la configuración de los partidos, la sucesión de las elecciones o la
relevancia de los actores sociales, una obra que analice con mayor precisión que
ésta las fuentes del Derecho constitucional británico, la configuración de los
poderes del canciller federal alemán, la significación del Estatuto Albertino en la
historia de Italia o –en fin– el decisivo papel del Tribunal Supremo en los Estados
Unidos.
Así las cosas, no es de extrañar que pese a la inclemencia con la que el
tiempo ha pasado sobre él –a casi diez años vista de su última edición, y quince de
su última actualización, prácticamente no queda un solo capítulo que no precisara
para su pleno aprovechamiento de una seria revisión– Regímenes políticos actuales
siga contándose entre los mejores manuales de su clase y apareciendo como
referencia bibliográfica en no pocas guías docentes, ni que algunos de sus capítulos
sigan siendo citados con reiteración, o sencillamente imitados, incluso en obras
llamadas por una simple cuestión generacional a servirle de relevo. 67

4. MAESTROS, FUENTES Y DISCÍPULOS: LAS RAÍCES


Y LOS FRUTOS DEL LEGADO ACADÉMICO DE JUAN
FERRANDO BADÍA

Como ya se ha señalado, los orígenes de la vocación académica de Ferrando


Badía se encuentran estrechamente ligados a la figura de Francisco Murillo Ferrol
(1918-2004), el sociólogo, politólogo y jurista granadino de quien siempre se
confesó –de palabra y por escrito– discípulo. Murillo ocupó la Cátedra de
Derecho Político de la Universidad de Valencia entre 1952 y 1961, sustituyendo en
la misma a Manuel Fraga –quien a su vez la había ocupado desde 1948 hasta su
traslado a la Complutense– y permaneciendo en ella hasta que en virtud de un
concurso de traslado pasó a la Universidad de Granada. Durante una parte de su
etapa valenciana, entre 1954 y 1956, Murillo estuvo al frente de la Cátedra de

andando el tiempo sería Suiza. Sistema político y constitucional (Con Mª Vicenta García Soriano,
CEPC, Madrid, 2002).
67 Véase, a modo de ejemplo, la exposición de la historia política y de las fuentes del
Derecho constitucional británico que realiza Irene Delgado Sotillos en «El sistema político de
Gran Bretaña», en Irene Delgado, Pilar Chavarri y Pablo Oñate (coords.): Sistemas de
organización política contemporánea, UNED, Madrid, 2002, pp. 49-92 (esp. pp. 49-58).
La obra de Juan Ferrando Badía y su significación en el desarrollo... 47

Sociología de la Universidad de Valencia, dirigiendo también el Colegio Mayor Luís


Vives. Sería precisamente durante este periodo que se trabó la relación discipular
entre Murillo y Ferrando cuyas más tempranas manifestaciones serían la dirección
de su tesis doctoral, «La Constitución española de 1812 en los comienzos del
Risorgimento», leída en la Universidad de Valencia en 1956; y el posterior
direccionamiento de la actividad investigadora de Ferrando hacia el análisis del
modelo regional italiano, facilitado por una estancia investigadora en Roma de la
que Murillo fue fautor, y que dio como primer fruto la aparición de Las autonomías
regionales en la Constitución italiana del 27 de diciembre de 1947, con prólogo del
propio Murillo.
De este modo Ferrando Badía se colocaría en la estela dejada por Murillo
antes incluso de que éste capitanease la afamada «escuela de Granada» de Ciencias
Sociales, a la que con el paso del tiempo se sumarían una larga, variada y brillante
nómina de investigadores, entre los que cabría cuando menos citar a los
politólogos José Cazorla, Carlos Alba, Rafael del Águila, Fernando Vallespín, José
Ramón Montero, Alberto Oliet, Ramón Palmer, Fernando Casas, Jorge Riezu y
José Luis García de la Serrana; al antropólogo Enrique Luque; a los sociólogos José
Jiménez Blanco, Miguel Beltrán, Julio Iglesias de Ussel, Juan del Pino y Ricardo
Montoro; y a los constitucionalistas Manuel Ramírez, José Antonio Portero y Juan
José Ruiz-Rico. 68
De la relevancia del magisterio de Murillo en el encauzamiento de las
inquietudes intelectuales de Ferrando dan testimonio no solo sus dedicatorias –los
Estudios de Ciencia Política están efectivamente dedicados «A Francisco Murillo
Ferrol, maestro y amigo»– y las abundantes citas de sus obras que salpican las del
propio Ferrando, sino sobre todo la elección de sus temas de estudio, que es
donde con más propiedad puede atisbarse esa relación discipular. Y es que aunque
Ferrando no llegara nunca a interesarse por el pensamiento español del Siglo de
Oro, fueron muchos otros los temas abordados por Murillo de los que su
discípulo valenciano quiso ocuparse también, entre ellos los relativos a las clases
sociales, el cambio social, el comportamiento político, la socialización política, la
crisis del Estado o incluso la idea de nación, sobre la que tanto reflexionaría el de
Foios.
Con todo y así, tampoco debería pasarse por alto la influencia que en la
formación de Ferrando ejercieron otros dos maestros del Derecho Político, con
quienes coincidió en sus años madrileños, como serían Manuel Fraga (1922–), y
Luís Sánchez Agesta (1914-1997). Ni tampoco la que cabría esperar de su
frecuente trato con sus compañeros de generación –casi todos más jóvenes que

68 Sobre la figura de Murillo véase –aunque en efecto la memoria le juegue una mala pasada
en esta concreta cuestión– el trabajo de Miguel Beltrán Villalva: «In memoriam: Francisco Murillo
Ferrol», REIS nº 107 (2006), pp. 7-13. Y también el de Felipe Morente Mejías: «Francisco Murillo
Ferrol o el compromiso académico con las ciencias sociales», Política y Sociedad n º 41/2 (2004),
pp. 145-162.
48 Carlos Flores Juberías

él–, entre los que cabría subrayar por su talla las figuras de Pablo Lucas Verdú,
Manuel Jiménez de Parga, Carlos de Cabo, Manuel Ramírez, o Pedro de Vega. 69
En lo que respecta a la parte de la formación académica de Ferrando que
procedió de sus lecturas, es obligado reconocer la exhuberancia de las fuentes
bibliográficas manejadas de ordinario por nuestro autor, 70 reveladora a la vez de
su celo permanente por estar al tanto de todo cuanto se escribiera en España, el
resto de Europa y los Estados Unidos como –naturalmente– de sus propias
inclinaciones doctrinales. 71 Entre los autores españoles, Ferrando recurrió con
largueza tanto a la obra de maestros de una generación anterior a la suya como
García Pelayo, como a la de coetáneos –tómese este término con cierta
flexibilidad– como Jiménez de Parga, López Pina, Lucas Verdú, Sánchez Agesta,
Tierno Galván o Gumersindo Trujillo. Entre los del resto de Europa, sus
preferencias se decantaron netamente por la doctrina francesa y por la italiana. En
relación con la primera, Ferrando recurrió con frecuencia a clásicos todavía en
plena vigencia como Burdeau, Carré de Malberg, Chevallier, Duguit, Jouvenel,
Gurvitch, Hauriou, Laferrière, Mirkine-Guetzévitch, Prelot o Vedel, sin dejar de
manejar también la obra de coetáneos suyos como pudieran ser Maurice
Duverger, Jacques Ellul, Jean Meynaud, o A. Nicolai. En relación con la doctrina
italiana, Ferrando demostró una envidiable familiaridad con las tendencias más

69 A este respecto, un dato podría resultar revelador de por donde discurrieron los
afectos personales y las gratitudes intelectuales de Ferrando: a lo largo de sus cuatro décadas de
carrera académica, Ferrando participó en apenas siete libros homenaje a otros tantos –en
realidad, a ocho– de sus colegas con motivo de su jubilación o su fallecimiento: los dedicados a
Diego Sevilla Andrés (Universidad de Valencia, Valencia, 1983), Pablo Lucas Verdú (Universidad
Internacional Menéndez y Pelayo, Madrid, 1984), Carlos Ruiz del Castillo (IEAL, Madrid, 1985),
Francisco Murillo Ferrol (Centro de Estudios Constitucionales-CIS, Madrid, 1987), Héctor Fix
Zamudio (UNAM, México, 1989), Paolo Biscaretti di Ruffia (Giuffrè, Milán, 1987), José Mª Jover
Zamora y Vicente Palacio Attard (Universidad Complutense, Madrid, 1990) y Juan José Ruiz-Rico
(Tecnos, Madrid, 1997).
70 Exhuberancia tanto más llamativa cuando –recuérdese, aunque sea ya sabido– la práctica
totalidad de su producción científica se gestó mucho antes de la generalización de los
ordenadores y las bases de datos en soporte electrónico y, naturalmente, mucho antes de que
se hubieran inventado instrumentos de búsqueda como Google o bases de datos como la
Wikipedia. En otras palabras, en la época en la que disponer de una buena bibliografía requería
de interminables horas de trabajo callado en bibliotecas propias o ajenas, y de la paciente
elaboración, la periódica puesta al día, el minucioso mantenimiento y el codicioso atesoramiento
de un sistema de fichas manuscritas o –a lo sumo– mecanografiadas; y en la que –por tanto– un
opositor podía ser juzgado por la abundancia y la calidad de sus fuentes en la absoluta confianza
de que ésta era en verdad reveladora de su solvencia como investigador y no, sencillamente, de
la capacidad de almacenaje de su hard drive.
En ese sentido es oportuno recordar que a lo largo de su carrera investigadora Ferrando
Badía fue siempre reconocido por colegas y discípulos por su laboriosidad en el manejo de las
fuentes bibliográficas con las que trabajaba, y por la envidiable riqueza de las mismas.
71 Véase la revisión de la literatura científica del momento llevada a cabo por Juan Ferrando
Badía en «La Ciencia política en los Estados Unidos, Inglaterra, Francia e Italia», Revista de
Ciencias Sociales nº 21 (1972), pp. 255-277.
La obra de Juan Ferrando Badía y su significación en el desarrollo... 49

actuales del constitucionalismo transalpino de los primeros años de la República,


encarnado por figuras como las de G. Ambrosini, G. Balladore Pallieri, Paolo
Biscaretti di Ruffia, Antonio La Pergola, Costantino Mortati, Santi Romano, o
Pietro Virga, a cuyo conocimiento en España sin duda contribuyó de manera
poderosa.
De entre los autores alemanes, a los que Ferrando accedió merced a
traducciones –a menudo a terceros idiomas, o de procedencia latinoamericana–
destacarían por su recurrencia las referencias a Ralf Dahrendorf, Carl J. Friedrich,
Herman Heller, Georg Jellinek, G. Leibholz, Karl Löwenstein, Karl Mannheim, o
Max Weber. Y por lo que hace a los anglosajones, el magisterio de figuras como
las de Gabriel Almond, Raymond Aron, David W. Easton, S. E. Finer, 72 R. M.
McIver, V. O. Key, Talcott Parsons, o C. W. Mills.
En cuanto a la huella intelectual dejada por Ferrando, es evidente que una
precisa determinación de la amplitud y de la profundidad de ese legado resulta
sumamente difícil de calibrar, toda vez que ni todos los que dieron de su mano sus
primeros pasos en el mundo académico acabaron compartiendo sus posiciones y
declarándose sus discípulos, ni tampoco parece razonable entender que el alcance
de la influencia doctrinal de Ferrando debiera quedar limitado al elenco –por otra
parte, bien amplio– de investigadores con los que a lo largo de su carrera tuvo un
trato personal, excluyendo sin más a los que se limitaron a estudiar su obra y
beneficiarse de su legado.
Con todo, algunos datos son no solo incontrovertibles, sino reveladores.
Durante su periodo como catedrático de Derecho Político en la Universidad de
Valencia Ferrando dirigió un total de cinco tesis doctorales: las de Mateo Pastor
López («La primacía del ejecutivo democrático», Universitat de València, 1983),
Francisco Javier Beltrán Silva («Aspectos básicos del Consejo General del Poder
Judicial», Universidad de Valencia, 1988), Félix Crespo Hellín («Aspectos
constitucionales de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado», Universidad
de Valencia, 1988), Vicente Garrido Mayol («El proceso autonómico valenciano»,
Universitat de València, 1990) y Vicente Oltra Climent («Del estado social de
derecho al estado social liberal [de la social-democracia al social-liberalismo]»,
Universidad de Valencia, 1991). Cifra a la que habría que sumar la de las que dirigió
durante su etapa vallisoletana, entre las que se contaron las de Enrique Álvarez
Conde («La Constitución española de 30 de junio de 1876: un enfoque jurídico»,
Universidad de Valladolid, 1976), y Virgilio Peña y Peña («El fortalecimiento del

72 En esa línea de contribuir a la introducción en España a los más afamados politólogos del
momento, cabe recordar que Ferrando firmaría las traducciones al castellano de las obras de S.
E. Finer: El imperio anónimo, Tecnos, Madrid, 1960 (prologada con un estudio preliminar suyo
intitulado «Los grupos de presión y su institucionalización»), David E. Butler: Estudios del
comportamiento político, Tecnos, Madrid, 1964 y Henri Manzanares: El Parlamento Europeo,
Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1967.
50 Carlos Flores Juberías

poder ejecutivo en las democracias occidentales», Universidad de Valladolid,


1976).
Asimismo, Ferrando Badía presidió –y a nadie que conozca medianamente
bien los entresijos del mundo universitario se le escapará el significado último de
este dato– los tribunales que convirtieron en catedráticos de Universidad a los
Profs. Enrique Álvarez Conde y Remedio Sánchez Férriz, en titulares de
universidad a los Profs. Mateo Pastor López, Isidro Soriano Soriano, Félix Crespo
Hellín, Mª Josefa Ridaura Martínez, Roberto Viciano Pastor, y Vicente Garrido
Mayol. Y estuvo presente –dicen que trayendo consigo el voto decisivo– en los que
hicieron catedrático a Óscar Alzaga, José Ramón Montero, o Manuel Aragón,
además de estarlo –por razón de su nombramiento o como consecuencia del
sorteo– en otros muchos más.
En cuanto a la influencia –sin duda más tenue, pero no por ello
prescindible–, que deriva de la mera utilización de su obra como cimiento para la
construcción de otras posteriores, probablemente valga como botón de muestra
la constatación de que las obras de Ferrando aparecen citadas con mayor o menor
prolijidad en un sinfín de trabajos académicos, entre cuyos autores uno no se
resiste a mencionar –en la confianza de que el lector disculpará que el listado que
sigue no sea ni exhaustivo ni documentado– nombres tan destacados como los de
Óscar Alzaga, Miguel Artola, Emilio Attard, Germán Bidart, Joaquín Blanco Ande,
Allan Brewer Carías, Raymond Carr, Antonio Colomer Viadel, Ricardo Combellas,
José Luís Comellas, Jorge de Esteban y Luís López Guerra, Elías Díaz, Víctor
Fairén, Francisco Fernández Segado, Pedro José Frías, Domingo García Belaunde,
José María Jover, Humberto Nogueira, Vicente Palacio Attard y Antonio Rumeu de
Armas, Stanley G. Payne, Antonio Enrique Pérez Luño, José Antonio Piqueras,
Charles T. Powell, Luís Sánchez Agesta, Jordi Solé Tura, y Joaquín Tomás
Villarroya. Como se verá, un amplísimo elenco de primeros espadas –a los que
habría que añadir, pero ello es más habitual, a la práctica totalidad de sus
discípulos, de los que no pocos siguieron sendas investigadoras cercanas a las del
propio Ferrando– entre los que no solo es posible identificar a politólogos y
constitucionalistas, sino también a sociólogos e historiadores, y en el que llama la
atención junto a la presencia de numerosos autores españoles, la de un
significativo número de latinoamericanos, que acredita el notable predicamento
que Ferrando tuvo en lugares como México, Perú o Venezuela. 73

73 Quizás fuera por ese mismo motivo que –forzoso es reconocerlo– la obra de Ferrando
haya sido tan escasamente traducida. Ninguno de sus libros llegó a ser vertido a otro idioma, y
por lo que hace a sus artículos científicos solo uno lo fue al alemán («Die spanische Verfassung
von 1812 und Europa», Der Staat [1963]) y otro al portugués («Dinámica política e progresso
técnico», Revista Brasileira do Estudos Políticos nº 27 [1969]).
La obra de Juan Ferrando Badía y su significación en el desarrollo... 51

5. CONCLUSIONES

Sintetizar, sistematizar, y analizar en unas pocas páginas la vasta producción


científica de Juan Ferrando Badía no ha sido tarea sencilla, como tampoco lo será
tratar de evaluar en unas pocas palabras cual ha sido la significación de su obra en
el desarrollo del Derecho Constitucional y de la Ciencia Política en España.
La primera valoración que salta a la vista es la de que la obra de Ferrando ha
envejecido –como sucede con toda obra humana– con desigual fortuna. Si sus
aportaciones a la historia política de España siguen siendo a día de hoy casi tan
útiles como lo fueron en el momento en el que se escribieron –y nótese que ese
momento fue cuarenta o cincuenta años atrás– sus teorizaciones sobre los grupos
sociales y de presión o las fuerzas y las dinámicas políticas precisan –pese a ser
más recientes– de una lectura muy crítica para poder contrarrestar los efectos del
paso del tiempo y del dramático cambio en las circunstancias sociales, los patrones
culturales y los sistemas de valores que éste ha producido desde el advenimiento
de la democracia en España. Mientras que sus análisis en torno al sistema
autoritario español o al modelo autocrático de raíz socialista han pasado de ser
rabiosamente actuales, a poseer un interés casi exclusivamente histórico, sus
teorizaciones sobre la política, el poder, el Estado, o la constitución siguen siendo
tan actuales como lo fueron en su momento –o quizás incluso más, si tenemos en
cuenta que en nuestros días nuestros politólogos y constitucionalistas parecen más
preocupados por los pequeños interrogantes cotidianos que nos suscitan los
políticos que por las grandes cuestiones de principio que plantea la política–. En
última instancia, aunque sus planteamientos sobre el modo en que debía articularse
y conceptualizarse nuestro Estado autonómico cayeran mayormente en saco roto,
no deja de llamar poderosamente la atención hasta qué punto el modo en el que la
Comunidad Valenciana se ha vertebrado políticamente –como una autonomía con
personalidad propia y orgullosa de sus señas de identidad, celosa de su
autogobierno pero solidaria con el resto de España, y comprometida con la
recuperación de su Derecho y sus tradiciones–, se compadece con la idea que
Ferrando tenía de lo que debía ser la autonomía valenciana.
Pero por encima de cualquier otra consideración entiendo que lo más
estimable y lo más perdurable del legado académico de Ferrando Badía radicará no
tanto el lo que dejó escrito, como en lo que en otra ocasión 74 he llamado «la
lección que con más intensidad se aplicó a enseñar»:

«[L]a de la sustantividad de la vocación universitaria. Un hombre como él, de trayectoria


dilatada e intenso compromiso cívico, tuvo sin duda muchas oportunidades para saltar
desde la cátedra hasta cualquier puesto relevante en el Gobierno, el Parlamento o la
Administración, y ello tanto a nivel nacional como autonómico o local. Sin embargo, su
compromiso con la institución universitaria no se quebró jamás […] En tiempos como

74 Carlos Flores Juberías: «Juan Ferrando Badía», cit.


52 Carlos Flores Juberías

los que ahora atravesamos, en los que el desánimo y hasta frustración traspasa al mundo
académico de uno a otro extremo, el entusiasmo y la rotundidad con la que Juan
Ferrando afirmó siempre que su primera y principal condición era la de universitario
merecería ser recordada e imitada.»

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