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Sobre el prejuicio antí-metafísico inherente en el pensamiento incrédulo y en la apologética

evidencialista:

Para el incrédulo lo único que existe es lo material, y por tanto él es autónomo racionalmente en la
naturaleza. Para él es indispensable comenzar con la epistemología porque él comienza consigo
mismo como la autoridad última de todas las cosas que va a determinar la verdad a través del mundo
material.

Sin embargo, si nosotros presionamos para su justificación epistemológica, nos encontraremos dos
cosas: La primera es que en última instancia él hace imposible al conocimiento, porque presupone
la posibilidad y la confianza en sus facultades de conocimiento, es decir, autonomía racional,
mientras que esta última es el resultado de un mundo material, al azar, ilógico e irracional, y por
tanto, no puede justificar su conocimiento, ya que bajo ninguna circunstancia la materia ciega puede
producir facultades como las nuestras, y mucho menos se podría confiar en ellas sin ser arbitrarios.
Aquí nos encontramos que el incrédulo posee una fe ciega en el azar para la posibilidad de la
racionalidad y el conocimiento. Esa es la razón por la que yo he dicho anteriormente que nadie
puede hacer uso de su razón si primero no presupone fe, fe en el azar ciego impersonal como
justificación de su racionalidad, o fe en el Dios personal; y en segundo lugar, él tiene una metafísica
presupuesta, esto es, una teoría de la realidad, en la cual el mundo es únicamente material, por
tanto el mundo material impersonal es la base de sus facultades para conocer. De esa manera
siempre arrancará con la epistemología. Él irá de la epistemología como punto de partida hacía la
realidad (metafísica), sin embargo, debe notarse que su teoría de la realidad hace imposible la
justificación de su teoría del conocimiento, por tanto su epistemología es arbitraria, puesto que su
teoría de la realidad es imposible.

Contrario es el cristiano, quién cree que el mundo no solo es material, por tanto, el cristiano
encuentra el sustento de la posibilidad y confiabilidad de su conocimiento (epistemología) en Dios,
quién es su creador. De esa manera, él justifica su epistemología únicamente en Dios (y no en la
materia inerte), quien hace posible su conocimiento, es decir, su teoría de la realidad (metafísica)
hace posible su epistemología. Por ello, él comienza con una declaración metafísica, puesto que, si
no empieza con la existencia de Dios, no puede justificar su epistemología. Aunque, en realidad, él
comienza con la metafísica y epistemología como dependientes entre sí.

Así que, resumiendo, tenemos lo siguiente:

Por un lado, el cristiano puede justificar su teoría del conocimiento porque su teoría de la realidad
la hace posible. Por tanto, metafísica y epistemología van de la mano, dependientes entre sí. Por
eso, él no tiene problema de presuponer su teoría de la realidad, y no se avergüenza de esto, porque,
valga la redundancia, sin ella no puede justificar su teoría del conocimiento.

Por el otro lado, tenemos al incrédulo que, aunque pretende arrancar su visión del mundo desde
una teoría del conocimiento, su teoría de la realidad la hace imposible, por tanto él es
esquizofrénico. Esa es la razón por la que él comienza desde la epistemología, con autonomía
racional, y rechaza empezar con metafísica, puesto que esta misma hace imposible sus pretensiones
autónomas. Su teoría de la realidad y su teoría del conocimiento se excluyen entre sí. Aquí tenemos
contradicciones internas en su sistema de pensamiento, por eso está destinado al fracaso. Sin
embargo, como la teoría de la realidad y del conocimiento van de la mano, cualquier teoría
epistemológica que él tenga, ya presupone una teoría de la realidad, y de hecho, nos está diciendo
mucho sobre su visión de la realidad al comenzar de esta manera.

¿Qué tiene que ver aquí el evidencialismo? Sencillo: el evidencialista compra el discurso y la visión
del mundo del incrédulo, y pretende arrancar desde una epistemología, desde autonomía racional,
que está separada de una teoría de la realidad, y que dicho sea de paso, es injustificada. Con esto él
sugiere que solo la materia está en el inicio, y de cierta manera se prostituye metiendo en la misma
cama una visión pagana del mundo con la visión cristiana. Por eso a él le parece absurdo cuando los
presuposicionalista empezamos con la metafísica y lo epistemológico como dependientes entre sí.

Él nunca le mostrará al incrédulo que su teoría de la realidad hace imposible su teoría del
conocimiento, solamente compra la cosmovisión del incrédulo y arranca desde ella sin cuestionarla
desde su mismo núcleo e inicio. Le parece absurdo presuponer a Dios para justificar nuestra
epistemología, pero no le parece absurdo presuponer una autonomía racional arbitraria e
injustificada, ni una teoría de la realidad que excluye a Dios. Por eso, él ha comprado el discurso de
la serpiente: “y seréis como Dios”.

Igualmente, debemos afirmar que cualquier teoría del conocimiento, esto es, cómo conocemos,
debe presuponer una teoría de la realidad, esto es, qué se puede conocer. Van de la mano, no
puedes determinar cómo vas a conocer sino puedes determinar qué vas a conocer. En el libro
Prepárate para la buena batalla, el autor haciendo citas de Bahnsen y Van Til, lo coloca de esta
manera:

“Nuestra teoría del conocimiento es lo que es debido a que nuestra teoría del ser es lo que es . . . No
podemos preguntar como sabemos sin preguntar al mismo tiempo que sabemos.”21 ¿Cómo puede
estar la epistemología divorciada de la metafísica, en los estudios de metafísica “en cuestiones tales
o temas como la naturaleza de la existencia, el tipo de cosas que existen, las clases de cosas
existentes, los límites de la posibilidad, los esquemas finales de las cosas, la realidad contra la
apariencia y el marco conceptual integral utilizado para que el mundo tenga sentido como un
todo”22? Estos asuntos impactan necesariamente a la epistemología. “Es notorio que tan
íntimamente están interrelacionadas la teoría del ser de alguien y su teoría del método.”23
“Nosotros no podríamos pensar o darle sentido a nada sin alguna visión coherente de la naturaleza
general y la estructura de la realidad”24 Porque “las convicciones de alguien acerca de la metafísica
(la naturaleza de la realidad) influenciarán su posición en la epistemología (el método correcto para
conocer las cosas), incluso su epistemología influenciará sus creencias metafísicas. La metafísica y
epistemología de una persona estarán coordinadas entre sí, constituyendo una visión específica del
mundo y la vida en contraste con otras visiones del mundo y la vida (cada una con sus propias
visiones interdependientes de la realidad y el método del conocimiento).”25

Por tanto, la pretensión evidencialista de separar completamente la epistemología de la metafísica,


y su frecuente objeción hacía el presuposicionalismo de confundir estos dos términos, es una
pretensión absurda, y una objeción pobre.

Por último, solamente hemos presentado este argumento, pero podríamos hablar de la uniformidad
de la naturaleza, el problema del uno y los muchos, el problema de los métodos y del alcance del
conocimiento del incrédulo, y demostrar con cada uno de ellos que la teoría de la realidad y la teoría
del conocimiento son dependientes entre sí para hacer cualquier declaración inteligible.
21 Cornelius Van Til, La Defensa de la Fe (Philadelphia: Presbyterian and Reformed, 1955), 126.

22 Bahnsen, Siempre Preparados, 181.

23 Van Til, Teología Sistemática, 18. Citado de Bahnsen, La Apologética de VanTil, 63.

24 Bahnsen, Siempre Preparados, 179.

25 Bahnsen, La Apologética de Van Til, 63.

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