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Conscientes de la importancia de trabajar las emociones en el aula, surge este pequeño gran

proyecto. Mediante un trabajo previo de investigación y aprendizaje por parte de las maestras,
decididas a aplicarlo en el aula.

Este ha sido un proyecto constante a lo largo del curso, trabajado cada día en clase. Con él
hemos pretendido trabajar la conciencia y la regulación emocional y también la autoestima de
nuestros alumnos y alumnas. Y no sólo eso, sino que hemos servido de guía a los padres y las
madres, aconsejándoles sobre cómo gestionar las emociones de sus hijos e hijas en casa en
situaciones habituales; las rabietas surgen con más fuerza si cabe entre los 2-3 años y muchos
padres y madres se sienten desbordados en ocasiones, pidiendo consejo.

“Pequeñas grandes emociones” es un proyecto global que une familia y escuela y que pretende
mejorar el desarrollo emocional de nuestros alumnos y alumnas. El mundo emocional y de
relación en el que los niños se estrenan, y se entrenan para ser personas.

Al entrar en el aula de 2-3 años se respira un ambiente especial, diferente…Se descubren niños
y niñas que se inician en eso de “hablar de sus sentimientos y de ponerles nombre”: “estoy
triste”, “estoy enfadado porque…me has hecho daño y estoy enfadado contigo”, “ahora estoy
tranquilo seño” “estoy contento”, que se disculpan diciendo “lo siento”, “te he hecho daño, no
lo volveré a hacer” y que aprenden, poco a poco, a controlar sus impulsos emocionales
aplicando las técnicas aprendidas, piden el bote de la calma, se ubican en un rincón tranquilos
hasta que se calman, piden un abrazo… A los pocos meses de trabajar con ellos, percibimos
que algo estaba cambiando.

Las maestras hemos sido guías y acompañantes en este proceso de crecimiento personal y
emocional. Ayudándoles a reconocer y poner nombre a sus emociones, invitándoles a
expresarlas y sirviendo de ejemplo manifestando también las nuestras. Todo a través de un
ambiente de confianza donde escuchar y priorizar las necesidades emocionales de los niños/as.
Queríamos un aula sana, donde poder estar y querer estar, donde cada uno tuviera su lugar. Se
pudiera trabajar, jugar, reñir. Y se oyeran palabras, gritos y risas. Donde hubiera afectos y
manías. Actividad y escucha. Ratos libres y ratitos de hacer caso. Calma y corazón. Tiempo para
mirarnos a los ojos y expresar lo que nos estaba pasando.

Objetivos trabajados:
- Desarrollar a través de los distintos tipos de juegos, los aspectos cognitivos, sensorio-
motrices, lingüísticos y afectivos.
- Interaccionar con los adultos e iguales: el contacto corporal, las emociones positivas y
negativas, la voz, los gestos, la imitación.
- Adquirir conocimientos, hábitos y actitudes que favorezcan el crecimiento y desarrollo
personal: compartir, escuchar, ayudar, esperar, atender…
- Establecer relaciones sociales y afectivas.
- Aprender a relacionarse con las personas que les rodean aceptando las diferentes emociones
y sentimientos con los que son obsequiados, expresando los propios y desarrollando actitudes
de interés y ayuda.
- Descubrir el lenguaje oral como medio de comunicación y expresión.
- Potenciar el uso del vocabulario emocional: contento, triste y enfadado, principalmente.
- Escuchar y comprender textos sencillos como canciones, cuentos, …
- Descubrir el lenguaje plástico como medio de comunicación y representación de emociones.
- Descubrir las posibilidades del cuerpo para expresar y comunicar sentimientos y emociones.
- Identificar las tres emociones básicas: alegría, tristeza y enfado.
- Expresar con gestos distintas emociones.
- Conocer y aprender el cuento y la canción de “El conejito Colorín”.
- Trabajar cada emoción de forma concreta.
- Trabajar habilidades sociales.
- Tener una actitud de empatía con los demás.
- Experimentar sensaciones con el propio cuerpo.

El proyecto se ha realizado en el aula de 2-3 años y han participado 18 alumnos, aunque se


puede realizar también en otros niveles siempre y cuando se adapten a las características de los
niños y las niñas.

“En la escuela, como en la vida, hay días nublados, en los que se tuerce el corazón a
golpe de desastres, de inseguridades o de errores solemnes. Y días claritos, en los
que se te espabila el alma sin poder evitarlo.” MªCarmen Díez Navarro.

Justo esto nos pasó con el proyecto, nos llenó de motivación y de ilusión, coloreando nuestros
días grises.

“Pequeñas grandes emociones” es un proyecto anual, que se ha trabajado diariamente en el


aula. Ha sido un proyecto muy intenso y enriquecedor para los alumnos, para las maestras y
para las familias.

El periodo de adaptación es un buen momento para iniciar el trabajo de las emociones. Es un


momento muy complicado para los niños y las niñas, en el que surgen muchos conflictos a nivel
emocional.
Desde el primer día de clase, las maestras utilizamos un vocabulario especial, descubrimos la
importancia de pararse a mirar y contemplar lo que hacían los niños, lo que nos decían, los
observábamos mientras jugaban y se relacionaban con sus iguales y de esta manera poder
entender sus acciones, su manera de ser… Nos mostrábamos calmadas ante el torbellino de
emociones que había en el aula…padres preocupados, niños llorando, otros se mostraban
tímidos detrás de sus padres, algunos contentos jugando con los nuevos juguetes…
Empezamos a tomar fotografías de los niños en esos momentos y colgándolas en el panel de
las emociones. Poco a poco hablábamos y razonábamos con ellos, mostrándoles las fotos de
cuando estaban tristes llorando y de cuando estaban calmados, contentos…y vimos que iban
aprendiendo a reconocer como se sentían, al principio no lo verbalizaban pero nos
comprendían. Pasaban las semanas e iban cogiendo confianza y mostrándose más relajados, ya
empezaban a decirnos “seño estoy triste porque quiero estar con mi mamá…” “ahora ya estoy
más tranquilo”...Y fuimos viendo como poco a poco nuestros alumnos se iban alfabetizando en
emociones.

TRADUCCIÓN: ¿CÓMO ESTAS? CONTENTO,TRISTE, ENFADADO.

Todos los días en la asamblea el encargado preguntaba a cada niño y niña ¿cómo estás? Y
colocaba una carita triste, enfadada o contenta según le decía encima de su fotografía. Además
se le preguntaba al encargado cuando salía su foto ¿Cómo estás? y ¿Por qué estás
contento/triste/enfadado? Al principio las maestras nos encargábamos de orientarles para
ayudarles a ponerle nombre al sentimiento según lo que había dicho el niño o la niña, pero
poco a poco conforme iba pasando el curso han sido capaces de expresarse por sí solos.
El aula de 2-3 años se llamaba la clase de “Los conejitos” y aprovechamos esto para crear un
cuento donde el personaje principal fuera un conejito y que además hablara de emociones. Lo
acompañamos de unas ilustraciones sencillas que les ayudaran a comprender cada emoción Así
surgió “El conejito Colorín”.

Un cuento que nos habla de un conejito muy especial al que cada día le surge una emoción.
Cada día leíamos la introducción del cuento y el texto del día de la semana que era. El cuento
también fue un recurso muy motivador y nos ayudó a que los niños y las niñas aprendieran
mucho más rápido a poner nombre a sus emociones.
Un día en clase apareció por sorpresa dentro de una caja “Colorín”, era un conejito de peluche
que iría de casa en casa y con el que compartiríamos sonrisas, miedos, que nos acompañaría en
momentos tristes… Una mascota común a la que cuidar y con la que compartir muchas
aventuras.

Además escribimos una canción sobre el cuento. Una canción que también creamos las
maestras, con la colaboración del maestro de música de la escuela.

El conejo Colorín
Lunes muy contento está
el colegio va a empezar
de la mano de papá
y un beso de la mamá.

Triste el martes se sintió


nuestro amigo Colorín
junto a él no se sentó
su amiguita no lo vió.

Miércoles el corazón
con las manos se tocó,
un ruidito escuchó
y por eso se asustó.

Jueves que enfadado está


Colorín con su mamá.
Hoy quesito le tocó,
nada, nada le gustó.

A la alfombra a gusto va,


Colorín tranquilo está.
Viernes un cuento leyó,
mucho, mucho le gustó.

Sábado y domingo son,


el colegio ya cerró.
Su papà le sorprendió,
con una gran excursión.
En la orillita del mar,
Colorín està genial.
Con su nuevo flotador,
¡Qué sorpresa se llevó!

Realizamos una botella de la calma. Entre todos pusimos los polvos mágicos que nos ayudarían
en los momentos de enfado, para tranquilizarnos y no llegar a molestar a nuestros compañeros.

Otra actividad que realizamos entre todos fue “El libro viajero de las emociones”. Un libro que
cada viernes un niño o niña se llevaba a casa y junto con sus padres y hermanos escogían la
emoción que había sentido el niño ese fin de semana y hacían un trabajo creativo. Cada
emoción correspondía a un color: rojo (enfadado), azul (triste) y amarillo (contento). Así les
ayudaba a identificarla.

TRADUCCIÓN:
EL LIBRO VIAJERO DE LAS EMOCIONES
Utilizamos unas caritas que teníamos de cartón una vez por semana para trabajar las
expresiones faciales-gestos que realizamos cuando sentimos una emoción y que ayudan a los
demás a comprender lo que estamos sintiendo.
Además, realizamos sesiones de relajación en grupo, en la que aprendíamos a dejar nuestro
cuerpo en calma. Esto nos ayudaba a saber cuándo nuestro cuerpo no estaba en calma y era
inundado por una emoción. Aprendimos a controlarlo en situaciones de rabia y enfadado en los
que intentaban calmarse.
También realizábamos la lectura de cuentos sobre emociones. Siempre teniendo en cuenta que
fueran adaptados a su edad y si eran más extensos las maestras los adaptábamos para que
fueran comprensibles y les motivaran. Libros como: “Las emociones de Nacho”, “El monstruo de
colores” en versión pop-up, los libros de la colección de “Crezco feliz” como “Descubro mis
emociones”, “Así me siento en la escuela” y “Las emociones de Max”, “Monstruo triste,
monstruo feliz”… son algunos de los que hemos trabajado.

Las emociones y los sentimientos, deben tratarse en el aula con naturalidad. Para ello
pensamos en crear un ambiente donde se entendiera la expresión de las emociones como algo
positivo, donde los alumnos aprendieran a expresar sus sentimientos. Este proyecto está
pensado para trabajar las emociones desde un punto de vista didáctico y motivador para los
niños.

En los niños de 2-3 años, lo que más les gusta es la repetición de actividades, al tener
conocimiento de ellas, su grado de satisfacción y éxito aumenta. La duración del proyecto a lo
largo del curso, nos ha permitido ser constantes en las actividades realizadas en la asamblea:
los emoticonos, la pregunta de ¿cómo estás?, el cuento del conejito “Colorín” cada día y si
había surgido un conflicto lo hablábamos y lo solucionábamos entre todos y todas. Estas
actividades han permitido conseguir unos niños y niñas seguros y confiados.

Hemos presentado las diferentes actividades de una forma lúdica, motivadora y estimulante al
aprendizaje. Con soporte visual (imágenes del cuento, sus fotografías, los emoticonos, las
caritas de emociones…) y auditivo (la canción y el cuento, la música en las sesiones de
relajación…) para que les llegara la información por distintos sentidos.

Se ha creado un ambiente cálido, acogedor y seguro en el que el niño y la niña se ha sentido


querido y confiado para potenciar al máximo su desarrollo. Siempre teniendo en cuenta sus
demandas y sus sentimientos.

A veces los niños y las niñas reaccionan tarde a un momento vivido complejo. Las rabietas sin
razón aparente, suelen ser expresiones de una situación que no han sabido canalizar y que no
ha sido expresada. Hablar mucho con los niños y las niñas y atender sus demandas
emocionales por pequeñas e insignificantes que parecieran, era un aspecto importante a tener
en cuenta y que priorizábamos.

La atención a la diversidad es de gran importancia, cada niño tiene unas características


personales, unas necesidades y unos ritmos. Las actividades que hemos realizado con nuestros
alumnos, han sido pensadas para que todos y todas pudieran participar y disfrutarlas,
independientemente de sus necesidades. En el aula hay niños con necesidades educativas que
han podido participar perfectamente en todas las actividades propuestas. Este es un requisito
indispensable cuando pensamos las actividades.
La familia es también parte fundamental en el proyecto, por ello ha sido necesaria la
coordinación con ella compartiendo experiencias y aconsejándoles en lo que necesitaran.

Los materiales que hemos presentado a los alumnos han sido materiales muy significativos ya
que eran elaborados con sus propias fotografías y que los hacían mucho más atractivos e
interesantes. Como recursos personales hemos contado con la maestra y la educadora del aula
que hemos sido las encargadas de instrumentar y dirigir esta gran orquesta por pulir.
Con nuestro trabajo y algunas horas más…y la ayuda de las nuevas tecnologías (cámara
fotográfica, ordenador y fotocopiadora en color) hemos conseguido que la experiencia sea un
éxito.

Para el desarrollo del proyecto ha sido muy importante recurrir a libros de educación emocional
en la infancia, leer artículos publicados en la red, buscar actividades que nos sugirieran ideas
nuevas y que nos ayudaran a completar nuestro conocimiento.
Autoras como Anna Carpena, Elsa Punset, Anna Llenas, Mª Carmen Díez…nos han inspirado en
la creación de las actividades y en la elección de los recursos utilizados.

La parte económica fue a cargo de las familias con su cuota en la clase y de donde se pagaban
los pocos costes del proyecto: material fungible tal como fotocopias en color, plásticos para
plastificar el material y poderlo manipular abiertamente por los niños, la compra de la mascota
y material fungible que permite trabajar a las maestras con creatividad (folios de colores,
pegamento, cartulinas, purpurina…)

Como se puede apreciar no ha sido un proyecto de un gran coste económico y esto permite ser
aplicado con facilidad. Lo que sí ha sido necesario son grandes dosis de imaginación y
creatividad por parte de las maestras pero que a nivel económico no nos ha condicionado.
Este era un requisito indispensable a la hora de realizar el trabajo ya que en la escuela tenemos
familias con verdaderas dificultades económicas.

Las maestras nos hemos dado cuenta de qué a pesar de la corta edad de los alumnos y las
alumnas, han sido capaces de aprender algo tan abstracto como son las emociones o los
sentimientos. Ha sido muy beneficioso para el grupo trabajarlo des del inicio, consiguiendo
reducir al máximo las situaciones conflictivas de mordiscos, arañazos, empujones…típicos de la
edad y sobretodo dentro del período de adaptación. La convivencia en el aula ha sido muy
agradable, las relaciones entre los niños y entre las maestras ha creado un gran vínculo.
Además, el contacto constante con los padres ha conseguido una relación de confianza.

Las familias nos han trasmitido que destacan la manera con la que los niños identifican sus
sentimientos, expresan sus emociones y razonan, cómo niños tan pequeños hablan de sus
sentimientos y se preocupan por los demás. Ver como consuela a su hermano cuando llora o
comentarios como: “mamá estoy enfadado porque…” “¿estás triste mamá?”, hacen visible los
resultados del trabajo realizado a lo largo del proyecto.

A continuación exponemos una opinión personal de una madre que nos llegó al corazón y que
manifiesta realmente la esencia del proyecto.

“La experiencia con Martín en el proyecto de las emociones fue muy positiva.
Un día por la calle nos encontramos con un niño llorando, de unos 4 años, iba con su padre y
Martín me dijo: Mamá, ese niño esta llorando, esta muy triste, podemos hacer algo para que se
sienta mejor? Nos acercamos y le preguntamos al niño por que estaba triste y si podíamos
hacer algo. El papá se quedó sorprendido y le expliqué que Martín estaba trabajando las
emociones y que para Él era importante intentar hacer algo para arreglarlo.
Martín es un niño con mucho carácter, el canalizar toda su energía, el poder ponerles nombre a
lo que sentía, fue de gran ayuda. Cuando era inevitable una rabieta, razonábamos e
intentábamos buscar una solución, y si no la había, simplemente le acompañaba hasta que se
encontrara mejor.
En medio del proyecto fui a una conferencia de Jose María Toro, y decía: “De que sirve que un
niño sepa colocar Neptuno en el universo, si no sabe dónde poner su tristeza o su rabia”. Me
emocioné al saber lo positivo que estaba siendo para él y me sentí agradecida con sus maestras
por proporcionarnos las herramientas para educar en el amor y en el respeto.”

Carolina Tortosa Revert


Mª Carmen Huertas Revert
Vanessa Esparza Soriano

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