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Bullying, la tiranía de la angustia

El 3 de marzo de 2013, Bailey O’Neill de Filadelfia murió a los doce años de edad. Dos meses
antes, un compañero suyo le dio un golpe en la cabeza que hizo que se cayese y sufriera una
concusión. Empezó a experimentar convulsiones y otros problemas de salud que hasta
entonces no había tenido. Sus médicos lo indujeron a un coma clínico. El deceso se dio un
domingo en la mañana.

O’Neill era víctima de bullying. El incidente que desembocó en su muerte sucedió de este
modo. Un día mientras estaba en el patio de su escuela, dos compañeros suyos lo abordaron.
Uno de ellos quería tener una pelea con él. Fue atacado de sorpresa. El otro compañero lo
empujó hacia el muchacho con actitud belicosa. Fue entonces que recibió un puñete y cayó.
Seguidamente recibió varios golpes hasta que su nariz quedó fracturada. El golpe de la
concusión lo recibió en la parte anterior de la cabeza.

En un reportaje del New York Times, su padre dijo de él: “Era un chico perfectamente sano
hasta antes de todo esto. Era un chico sano, divertido y bobo. No había nada malo con él”.

Después del ataque, O’Neill fue devuelto al salón de clases con una bolsa de hielo sobre el
rostro. El resto del día transcurrió con normalidad. Los atacantes fueron reprendidos y
suspendidos de la escuela durante un corto periodo.

Durante 2015, 5 900 menores de edad perdieron la edad a causa del bullying en Estados
Unidos, el según el Nuevo Heraldo. En América Latina, 7 de cada 10 niños son víctimas de
alguna clase de abuso, según Plan Internacional. En Europa, el bullying creció en un 240 por
ciento en los últimos años, particularmente en España.

Wandaleput

Según muchos especialistas, las parafilias tienen origen en ciertos eventos traumáticos. Freud
decía que las fijaciones nacen en ciertos episodios traumáticos de la infancia temprana. Un
estudio de la Universidad de Duke demostró que los adultos que sufrieron abuso durante su
infancia tienen una mayor tendencia a desarrollar problemas psicológicos y trastornos de
conducta.

Wandalaput es el seudónimo de un hombre francés (de Rochefort) de 50 años que se reconoce


a sí mismo como un ‘esclavo al servicio del vicio’. Se trata de una efímera celebridad de ciertas
áreas periféricas de Internet que ganó fama gracias a sus actos grotescos. Tiene una parafilia
bastante extrema: dice disfrutar sexualmente de toda forma de maltrato o sumisión. Mientras
más doloroso, mejor para él.

Fue abusado sexualmente en el colegio por un compañero suyo a los ocho años de edad.
Descubrió que el dolor le resultaba placentero, a diferencia del resto de los chicos de su edad,
que al tener una caída lloraban.

Víctima de formas extremas de maltrato, Wandalaput es un hombre enfermo que hoy padece
de VIH. Sus experimentos sexuales lo llevaron a contagiarse y a perder parte del pecho por
haber participado en una sesión de tortura con una pareja de casados.
Según la Universidad de Duke, es común que las víctimas de abuso experimenten cierto apego
a los cuadros de padecimiento psicológico. Los efectos son medibles en el largo plazo. Los
problemas de la infancia se quedan con las personas a lo largo de toda su vida.

Bullying

Dan Olweus, un psicólogo, fue quien acuñó el término bullying en los años 70 para referirse a
las acciones de los grupos juveniles para causar malestar o daño en algún individuo. Se creía
que las consecuencias de este fenómeno por lo general no pasaban de ser cuadros depresivos,
bajo rendimiento académico y aislamiento social. Muchos incidentes recientes en distintas
partes del mundo demostraron que la situación es aún más grave.

Los especialistas consideran que hay tres factores que son característicos del problema:
acciones repetitivas, agresión entre pares y desigualdad de poder de las partes en conflicto. El
status social, las debilidades físicas y la pertenencia a minorías étnicas o sociales suelen incidir
en muchos casos.

En la perspectiva psicoanalítica, los conceptos de Freud son utilizados para explicar el


problema. Los niños y adolescentes tienden a mostrarse agresivos con sus pares porque esa es
una forma de someter el mundo externo a su voluntad. La llamada pulsión de muerte nos
empuja a todos a tener en ciertas situaciones actitudes agresivas o violentas.

El trauma de la niñez consiste en que el mundo exterior nos causa desencanto porque no
funciona de acuerdo a nuestras necesidades subjetivas. Esto desencadena cierta furia
narcisista que lleva a las personas a convertirse en tiranos de la angustia que logran
reconocimiento a través de la agresión.

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