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Importancia y modalidades de
implementación a nivel internacional
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El Impuesto Inmobiliario. Aspectos conceptuales y prácticos comparados
I. Definición ......................................................................................................................................... 3
II. El impuesto inmobiliario en el mundo. Su importancia cuantitativa .............................................. 5
III. Modalidades de implementación comparadas .............................................................................. 9
a. Potestad tributaria .................................................................................................................. 9
b. Hecho imponible y contribuyentes ....................................................................................... 11
c. Tratamiento diferencial inmuebles rurales y urbanos .......................................................... 11
d. Base imponible ...................................................................................................................... 12
e. Estructura de alícuotas y progresividad ................................................................................ 15
IV. Un elemento fundamental en la incidencia impositiva y la equidad: las valuaciones fiscales .... 16
Bibliografía ........................................................................................................................................ 19
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I. Definición
En la literatura de las finanzas públicas, una de las formas menos distorsivas del
impuesto inmobiliario es aquel definido sobre una base imponible constituida únicamente
sobre el valor de la tierra libre de mejoras. Esta modalidad de imposición conjuga
objetivos de eficiencia y equidad, mediante la promoción del uso eficiente de dicho factor
productivo y la captación de parte de su renta. Los efectos económicos, por tratarse
básicamente de gravamen sobre un factor fijo, se caracterizan por no generar distorsiones
ni desincentivos a la inversión, razón que implica que la carga tributaria recae
enteramente en el propietario de la tierra, con escasas posibilidades de traslación hacia
otros agentes económicos, independientemente de la responsabilidad sobre su
explotación. Jarach (1978) recuerda que si el impuesto grava la renta neta de la tierra
libre de mejoras es aplicable la teoría de Ricardo, o sea, la incidencia sobre el propietario
intramarginal. Análogamente, Piffano (2012) analiza los efectos de un impuesto a la tierra
libre de mejoras concluyendo que el gravamen captura una parte de la renta social
generada con el uso de la tierra y la renta privada neta de impuesto que habrá de apropiar
el propietario, quedando inalterada la renta social bruta obtenible antes y después del
impuesto y sin generar distorsiones en la demanda derivada de tierra.
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atractivos a los hacedores de política tributaria por constituir instrumentos fiscales para la
consecución de una gama objetivos de gran alcance, desde recaudatorios, distributivos y
de eficiencia en el uso de los recursos, hasta aquellos vinculados con la descentralización
y la correspondencia fiscal. A largo plazo, también se le atribuyen al Impuesto
Inmobiliario algunas bondades para resolver, al menos parcialmente, problemas de
desarrollo como la excesiva concentración de la tierra. La visibilidad del patrimonio
inmobiliario privado, su carácter de inmóvil y la necesidad de declaración del mismo ante
las autoridades públicas como forma de resguardo del derecho de propiedad, lo tornan un
tributo de fácil determinación y escasa posibilidad de evasión o elusión. Adicionalmente,
el acerbo inmobiliario ha sido concentrador de una gran proporción de la riqueza de los
individuos, que, aunque relativamente menor en los tiempos modernos debido la
existencia de nuevas posibilidades de atesoramiento de riqueza, ha brindado una amplia
base imponible para impactar tributariamente.
En particular, la característica de los inmuebles como manifestaciones de la
capacidad contributiva, aunque es una relación que puede presentar desajustes, lo torna
un tributo capaz de ser utilizado con fines de redistribución de la renta, impactando de
forma progresiva en las propiedades de mayor valor. En América Latina este tipo de
impuestos directos cobra relevancia a la hora de evaluar la necesidad de implementar
políticas tributarias que coadyuven al objetivo de reducir la desigualdad de rentas pero
que han sido relegados en pro de perseguir otros propósitos (recaudatorios, entre otros).
Las ventajas del gravamen, que han dado origen a la amplia difusión de la
tributación inmobiliaria, deben evaluarse paralelamente a otros factores que le imprimen
algunas dificultades para su aplicación y administración. La literatura menciona algunas
características que, básicamente, pueden tornar al impuesto inmobiliario en un tributo
indirecto y regresivo, al menos en algunos sectores poblacionales. Estos problemas han
conducido a posiciones contrapuestas en la literatura en cuanto a si se trata de un
impuesto directo o indirecto. Los teóricos que optan por clasificarlo como un impuesto
directo, sustentan esta posición en que se trata de una manifestación directa de la riqueza
del contribuyente; alternativamente, lo consideran indirecto quienes afirman que su
objetivo, diseño y operación parecen no estar concebidos con el fin de captar plusvalías
(CEPAL, Estudios sobre la Pobreza Urbana). Cetrángolo y Gómez Sabaini (2007) aún
cuando indican que la imposición sobre los patrimonios puede influir positivamente en la
estructura de distribución de rentas mediante un sistema de impuestos progresivos,
relativizan la clasificación de los mismos dentro del grupo de tributos directos. Los
autores indican que dicha definición resulta ser muy poco precisa y que ha caído en
desuso debido a la diferente traslación de la carga de estos tributos bajo cada
circunstancia particular. Una razón fundamental que influye en la consideración de su
regresividad es la disociación que puede existir entre el valor de los inmuebles y la renta
efectiva del contribuyente, sobre todo en aquellos contribuyentes con vivienda propia y
bajos niveles de renta. Adicionalmente, y dado que es un impuesto altamente sensible
para la población, sobretodo en América Latina, las actualizaciones de valores así como
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la introducción de reformas en la estructura tributaria tendientes a hacerlo un tributo
progresivo sufren fuertes restricciones políticas para lograr su aprobación e
implementación. Cetrángolo y Gómez Sabaini (2007) puntualizan que el enfoque que
debe tener la acción tributaria a los fines redistributivos es materia de permanente
controversia. En este mismo sentido, Bird y Salk (2002) afirma que hay tantas respuestas
respecto a la incidencia y a los efectos redistributivos de los tributos patrimoniales como
visiones acerca del mismo. Por ejemplo, puntualiza que para quienes el tributo real sobre
las propiedades residenciales es considerado básicamente un impuesto a los servicios de
la vivienda (alquiler), el mismo es esencialmente regresivo, ya que la participación de
estos servicios en el total del gasto de consumo es superior en los estratos de población
de menor renta disponible. Sin embargo, cuando es visto fundamentalmente como un
impuesto sobre el capital se tiende a concluir que su efecto es progresivo dado que las
rentas de capital tienen una mayor participación en los ingresos de los grupos
poblacionales más ricos.
Según el Lincoln Institute of Land Policy (2010) la imposición sobre inmuebles es casi
tan antigua como la civilización misma y ya estaba presente en Egipto, Babilonia y
China, así como en otras culturas del mundo antiguo con el fin de financiar las arcas
públicas -construcción de palacios, templos y armamento. En la Edad Media el
régimen feudal justifica el impuesto sobre la tierra en la concepción de que el
propietario debe pagar a la sociedad un tributo por el uso de un recurso que antes era
común a todos. Esta forma de tributación del Medioevo subsiste en Europa durante las
siguientes monarquías y con la Revolución Francesa sufre un cambio radical, los
principios revolucionarios de igualdad y equidad conducen a establecer una
contribución territorial universal y proporcional a todas las tierras. Esta definición
tributaria se extiende a toda Europa y a las colonias de ultramar y constituye las bases
de las modalidades impositivas patrimoniales adoptadas en América Latina. En la
etapa colonial, nuestro país, así como el resto de las colonias españolas, se
caracteriza por una fiscalidad importada debido a que los impuestos fueron
establecidos por España siguiendo su propia fiscalidad.
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En nuestros días continúa siendo un tributo que juega un rol fiscal muy
importante en muchas naciones, tanto para las finanzas federales como locales. Casi
todos los países de Europa y América poseen diferentes modalidades de impuestos
inmobiliarios. En casi la totalidad de países latinoamericanos existen impuestos
recurrentes sobre bienes inmuebles, para el año 2007, la única excepción era El
Salvador2. En la OECD existen datos de impuesto recurrentes a la propiedad inmueble
para 32 países y, según datos del Lincoln Institute of Land Policy (2010), un total de 30
países alrededor del mundo gravan la tierra libre de mejoras.
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Este país posee sólo impuesto a la transferencia de bienes raíces.
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Gráfico 1.Impuestos recurrentes comparados. 2011/2013.-
1,8
1,5
1,1
0,9 1,0
0,60
0,35 0,45 0,3
0,32 0,31 0,3
0,20
Argentina
Europa oriental
Reino Unido
Europa Nórdicos
América Norte sin
Europa occidental
Resto de Pcias
América Central y
América Latina -
Asia
América del Sur
OECD - Total
Pcia de BA
Oceanía
México
México
Total
2011 2013
Aún cuando en América Latina la representación de la imposición
patrimonial en las finanzas nacionales y locales es menor que en Europa y el resto de
países desarrollados, naciones como Chile, Brasil y Argentina superan ampliamente las
cifras promedio de la región.
1,00
0,80
0,67
0,64 0,62
0,60 0,60
0,53
0,48
0,40 0,40
0,34 0,35
0,20
0,00
1995 1998 2001 2004 2007 2010 2011 2012 2013
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En América Latina el promedio de este tipo de imposición se ubica en el
0,3% del PBI, cifra que es duplicada en Chile y superada en Brasil con casi el 0,4% del
PBI. Aún cuando el nivel promedio de este indicador en OECD duplica al de los países
latinoamericanos, varios países europeos (España, Portugal, Italia, Suiza, entre otros)
poseen presiones tributarias inmobiliarias similares a las vigentes en América Latina.
3,3
3,1
3,0
2,5
2,3
2,1 2,2
1,7
1,4 1,4
1,3
1,1
0,9
0,8
0,60 0,6
0,6 0,6
0,5 0,5
0,4 0,35 0,32 0,4 0,4
0,31 0,3
0,2 0,2 0,2 0,2
0,1 0,1
Escandinavos (Promedio 2011)
Switzerland
Canada
Czech Republic
France
United Kingdom
Amer.Lat - Total (Promedio 2011)
Luxembourg
Hungary
Argentina
Australia (2010)
Colombia (2009)
Slovak Republic
Pcia de Buenos Aires (2011)
Mexico (2010)
Chile
Korea
Belgium
Denmark
Iceland
New Zealand
Brazil (2009)
Germany
Japan
Austria
Spain
Israel
United States
OECD - Total (Promedio 2011)
Resto de Pcias (2011)
Italy
2011 2013
Las diferencias en los niveles de recaudación como porcentaje del PBI que,
en promedio, pueden apreciarse en los países de América Latina respecto a países de la
OECD son explicadas por Darío González (2009) mediante dos factores principales, los
problemas fiscales y las limitaciones administrativas para implementar sistemas tributarios
ortodoxos3, ésta últimas basadas en incapacidad de control, erosión de bases tributarias,
elevada aplicación de exenciones y tratamientos preferenciales. Estas cuestiones son las
3
Sistema tributario ortodoxo está básicamente constituido por impuestos directos (a la renta y al patrimonio) e
impuestos indirectos (al consumo).
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que marcan la diferencia con países como USA o Canadá con sistemas más maduros y
transparentes, con variada información disponible y de dominio público.
a. Potestad tributaria
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diferenciaciones de presión tributaria entre regiones puedan influir en las decisiones de
localización de familias y empresas se estima que este efecto no es de magnitud
considerable. Otra razón por la que los impuestos patrimoniales son apropiados como
fuente de ingresos tributarios locales es la vinculación que puede existir entre los servicios
y bienes públicos financiados con esta fuente y los beneficios generados, que suelen
capitalizarse en el valor de las propiedades.
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b. Hecho imponible y contribuyentes
La delimitación de planta urbana y rural generalmente se refiere a una zona geográfica que corresponde a un
ordenamiento territorial normado por las autoridades administrativas pero a la vez intervienen elementos
adicionales en esta definición que evalúan el destino de la tierra y sus usos. Los predios urbanos
corresponden a las ciudades y centros poblados con usos residenciales, comerciales y de industria y
servicios. Los inmuebles rurales son definidos también por el uso (explotaciones agropecuarias) y otras áreas
como bosques, parques y zonas de desarrollo turístico y recreacional. Un elemento adicional que en algunas
administraciones define la diferenciación de plantas es el tamaño del inmueble y la existencia de calles
circundantes. Algunos países (Argentina y Japón, por ejemplo) también aplican un tratamiento tributario
diferencial sobre zonas de transición entre lo urbano y lo rural, distinguiendo, por ejemplo, plantas subrurales,
suburbanas y zonas de urbanizaciones (barrios cerrados, countries, etc.), y, en algunos casos, con
gravámenes más altos con el objetivo de captar la mayor capacidad de pago de los propietarios (Colombia).
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La distinción entre rural y urbano es utilizada ampliamente, pueden
mencionarse en Latinoamérica los casos de Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Venezuela,
Colombia y Ecuador, al igual que la mayoría de los países de Europa, América del Norte y
Oceanía. Algunos países gravan la tierra según sus diferentes usos, por ejemplo, en
Australia y Colombia.
d. Base imponible
Con el fin de amortiguar los efectos sobre las cargas tributarias que pueden
tener las variaciones coyunturales de los precios del mercado inmobiliario algunos países
determinan sus valuaciones fiscales a partir de prácticas de tasación masiva en las que se
llega a un valor catastral o venal. Este es el caso de la provincia de Buenos Aires y
Nicaragua. En el caso del valor fiscal de los edificios, y con el mismo fin, puede utilizarse
el costo de reposición (Buenos Aires, Chile).
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Otra opción a la hora de definir la base imponible es la “superficie” del
inmueble. Esta variable es utilizada principalmente en países de Europa Central y del Este
y en Africa. Puede mencionarse a Polonia, Rusia, Ucrania, Kenia y Tunez. Un caso en
América Latina es el de Chile que utiliza la superficie y la localización del inmueble.
Gravar sólo la tierra como base imponible implica, tanto en las áreas
rurales como urbanas, incentivar el uso eficiente de estos recursos inmobiliarios y la
productividad. Siguiendo este argumento en algunos países se encuentran exentas las
mejoras, obras e instalaciones complementarias rurales con el fin de no desalentar la
inversión en infraestructura, capital físico y de trabajo en actividades agropecuarias, pero
no es una práctica generalizada. Un caso es el del impuesto inmobiliario rural de la
provincia de Buenos Aires que desgrava mejoras productivas, con el fin de brindar al
propietario el incentivo de desarrollar la tierra a su uso más eficiente. En Paraguay se
grava sólo la tierra en áreas rurales y se incorpora el tributo sobre los edificios sólo en
zonas urbanas. Similarmente, en Australia el impuesto inmobiliario estatal grava
únicamente la tierra y sólo en los tributos municipales existen casos que incluyen las
edificaciones. También se puede mencionar a Ucrania pero la base imponible está
determinada por la superficie del inmueble y no por el valor patrimonial.
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el valor de la tierra utilizada en la producción primaria está exento, y en el ámbito
municipal se grava la tierra y las mejoras. El IBI español grava el valor tanto de la tierra
como de las mejoras. En países de América del Sur, podemos mencionar a Uruguay y
Chile, ambos gravan la tierra y las edificaciones, con la salvedad de que en Chile la base
imponible incluye el valor de la tierra y mejoras por encima de un monto fijo y en Uruguay
se incluyen las mejoras públicas. Otros casos son Argentina, Colombia, Nicaragua y
México.
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e. Estructura de alícuotas y progresividad
La aplicación de alícuotas progresivas presenta algunas desventajas que pueden lesionar el criterio de
equidad que se pretende resguardar. Por un lado, la distinción de base imponible sobre la propiedad y no
sobre el propietario, implica definir al impuesto como “real” en contraposición a un impuesto del tipo
“personal”. En este sentido un contribuyente propietario de dos inmuebles o más con igual base imponible
total a otro contribuyente con una propiedad única estaría sometido a una menor carga tributaria total, este
resultado lesiona el objetivo de equidad vertical por cuanto ambos propietarios poseen el mismo valor
patrimonial inmobiliario pero recae sobre ellos un tratamiento tributario desigual. Esta característica alienta la
subdivisión de propiedades con el objetivo de eludir el impuesto y conlleva a la administración tributaria a
realizar controles y ajustes para evitar este tipo de comportamientos. Aún cuando en la actualidad los
desarrollos catastrales permiten sortear estas conductas no deja de ser una desventaja desde el punto de
vista económico. Una de las formas utilizadas por algunos países para evitar este problema ha sido la
redefinición del impuesto gravando la riqueza inmobiliaria global de cada contribuyente y aplicando la
progresividad sobre este valor total.
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oscila entre el 0,1% y el 1,6% a elección de las municipalidades y en Uruguay de 0,84% a
1,63% para zonas urbanas y una tasa de 1,25% en áreas rurales.
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A diferencia de la mayoría de los países de la OECD, en América Latina el
valor fiscal representa generalmente una parte del valor de mercado del inmueble. En
Argentina, según la provincia, el valor fiscal puede estar fijado entre el 40% y el 60% del
precio real, así como en Colombia y Chile alrededor del 70%. Dos casos extremos son
Paraguay, en donde los valores fiscales son menores al 10% del valor de mercado y
Uruguay, con valores catastrales al nivel del precio real de mercado. En países como
Canadá, Japón, Alemania, USA y Australia la tasación fiscal está constituida por el valor
de mercado corriente o un promedio de los últimos períodos. En España, el IBI se basa
en un cálculo administrativo con ajustes periódicos al valor de mercado.
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tributarias. Los países asiáticos realizan revalúos con alta frecuencia. En el caso de
China e India es anual y cada 3 o 4 años en Indonesia, Filipinas y Tailandia.
Para América Latina y algunos países africanos los revalúos son menos
frecuentes y con altas restricciones para lograr su aplicación según lo establecido
legalmente. En la provincia de Buenos Aires, la normativa establece una frecuencia de 10
años la cual no ha podido ser cumplimentada por varias décadas hasta 2012. En
Colombia se establece un período de 7 años entre cada valuación y en Chile entre 3 y 5
años. Es práctica frecuentemente utilizada en América Latina, la aplicación de
coeficientes o índices anuales de actualización, como forma de revertir la escasa
aplicación de revalúos así como por los mayores índices de inflación. Colombia ajusta
anualmente sus valuaciones mediante un índice establecido a nivel federal, Chile lo hace
cada 6 meses y Paraguay aplica índices según el costo de vida.
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Bibliografía
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Richard Arnott y Petia Petrova - The property tax as a tax on value: Deadweightloss (2002).
Jaime Parra Perez – Jornadas de tributación agrícola – Congreso de valuación y Catastro (2006).
Oscar Cetrángolo y Juan C. Gomez Sabaini – La tributación directa en América Latina y los
desafíos a la imposición sobre la renta (2007).
Claudia M. De Cesare y José F. Lazo Marín- Impuestos a los Patrimonios en América Latina
(2008).
Darío Gonzalez – La política tributaria heterodoxa en los países de América Latina (2009).
Lincoln Institute of Land Policy – Assessing the theory and practice of land value taxation (2010).
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