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Existe un problema que todas las personas perciben a la hora de visitar cualquier
profesional de la salud, en especial un médico. Dicha problemática radica en la poca
humanidad que representan, es decir, muchas veces ni siquiera se toman la molestia de
mirar al paciente, solo están sumergidos en el computador y lo único que interesa es
cumplir con una empresa o con un jefe. En este orden de ideas, es importante reconocer
que, aunque el profesional de la salud tenga cantidad de conocimientos y por más letrado
que sea, siempre “La razón está mezclada con la emoción”, por lo tanto, se hace necesaria
la humanización de los profesionales de salud.
Cuando una persona que sufre algún padecimiento en su salud acude al servicio de salud,
por lo general, se queja de que los profesionales de salud: médicos, enfermeros,
fonoaudiólogos, etc., no tienen la humanidad necesaria para generar empatía y así poder
llegar a un diagnóstico acertado. Por otra parte, desde el punto de vista de algunos
profesionales en esta área refieren que todo se reduce al cumplimiento de una jornada
laboral, órdenes impartidas por los gerentes de las IPS`s o simplemente por un trabajo
remunerado, y esto hace que se pierda la humanidad hacia la atención de un paciente.
Sin ir más lejos, el mismo gobierno colombiano, con la implementación de la ley 100 en
el sistema de salud, insertó un cambio en la conceptualización y nominalización del
paciente, para pasar a ser llamado cliente, un consumidor más de los servicios de salud,
un usuario, y no como un humano frágil y necesitado de compasión y auxilio humanitario,
como hace tiempo atrás cuando era primero el principio de beneficencia sobre el justicia
y autonomía, según refiere Cely (1999). Todo lo anterior, se podría decir que es la fuente
de la deshumanización del sistema de salud.
Es aquí, entonces, cuando inicia este flagelo deshumanizador de los profesionales de la
salud. Ya la relación médico – paciente se transformó en una relación tendero-
consumidor. El paciente se siente como un objeto, reducido a un número, a un caso
clínico, a un órgano enfermo, mientras que los profesionales van haciendo un cambio de
pensamiento y se sumergen cada día más en la problemática mencionada, y se convierten
en autómatas salubristas, personas llenas de conocimiento, actualizadas y con una
capacidad elevada de razonamiento, que ante los ojos de sus gerentes son los mejores
profesionales que hayan podido tener en sus respectivas empresas. No obstante, ante la
vista de los pacientes, de aquellas personas necesitadas de humanidad, son los peores
profesionales con los que se han encontrado, debido a que solo miran sus billeteras para
poderlos atender.
Se debe tener en cuenta que, no basta solo con saber y conocer cada una de las patologías,
debe ir más allá, entrar en el corazón de sus pacientes, sumergirse en la situación
emocional de cada uno y, de esta forma, podrá ser más útil en la vida de la otra persona,
ser asertivo en sus diagnósticos e intervenciones. Cuando una persona entra en las
emociones de otra, se confía, abre e corazón y el pensamiento para que se penetre en lo
más profundo de del ser, y esto hace que haya un cambio de vida, que las
especializaciones y técnicas se preocupen más por mejorar la calidad de vida que velar
por la duración de la misma.
Ahora bien, hablar de humanidad en el hombre guía el camino para hablar de respeto,
comprensión, compasión y misericordia. Bruco (2003), refiere que:
En muchas ocasiones, cuando la persona enferma, lo primero que se hace es buscar las
causas, por ejemplo, estuvo expuesto a un contagio, al frío, al polvo, etc., y, por lo general,
se acude al médico para que “le cure” dicha enfermedad. Sin embargo, después de pasar
por el profesional de salud y tomar los medicamentos recetados, el paciente continúa
enfermo, a lo que el médico ya no sabe qué hacer frente al problema y opta por enviar
más medicación. Esta situación hace que la persona contamine, con más y más químicos,
su cuerpo sin llegar a una mejoría.
Ahora, la enfermedad, desde el punto de vista de la medicina oficial, es vista como una
anomalía de un órgano que no funciona por diferentes causas como: bacterias, virus o
reacciones alérgicas, según refiere Hamer (1992); mientras que, Fernández y Edo (1994)
refieren que:
Es entonces cuando se evidencia que en realidad las emociones tienen mucho que ver con
los quebrantos de salud, claro está, las negativas. En este orden de ideas, la nueva
medicina germánica con el Dr. Hamer Ryke investiga cada tipo de emoción y descubre
que puede generar, en detalle, una patología. Toda su investigación surgió debido a una
patología cancerígena que él mismo padeció después de haber perdido a un hijo y lo
relacionó con la emoción de pérdida de un ser querido. Por lo tanto, tratar a un paciente
desde sus emociones es tratarlo para una mejoría rápida certera. Es por esto que salud y
emoción siempre van a estar mezcladas, la una es consecuente con la otra en forma
bidireccional. En este sentido, el Psicólogo norteamericano Goleman (2002), afirma que,
existe un equilibrio entre la emoción y la razón, en la que una actúa sobre la otra y
viceversa.
Habitualmente existe un equilibrio entre la mente emocional y la mente racional,
un equilibrio en el que la emoción alimenta y da forma a las operaciones de la mente
racional y la mente racional ajusta y a veces censura las entradas procedentes de las
emociones. […] (p. 11)
Con base en lo anterior, se podría decir que el ser humano funciona emocional y
racionalmente, no se puede decir que es solo emocional o solo racional; lo emocional
restaura la razón, a su vez la razón regula las emociones.
Existen investigaciones en esta área que muestran las bondades de tratar primero los
aspectos psicológicos, como las emociones, para llegar al meollo del asunto, por tanto
llegar a su etiología. Tal y como se mencionó, la Nueva Medicina Germánica, se ha
ocupado de intervenir cantidad de patologías generadas por eventos traumáticos,
actuando directamente sobre esa parte emocional.
Este nuevo tipo de medicina busca alejarse de los postulados de la medicina clásica: “[…]
la causa de una enfermedad se encuentra en un plano puramente orgánico o en la célula”
(Hamer, 1992, p. 19). Y según Herrera (2006) es una tesis que hasta la actualidad se
mantiene y ha dado lugar a muchas especialidades médicas en cada una de las patologías
existentes, en las que se buscan etiologías en unidades pequeñas. Lo anterior lleva a
pensar que el estudio del ser humano se ha dado a nivel de órgano, es decir, desde un
punto de vista mecánicomaterialista.
Si bien es cierto, la forma como se mecaniza la evaluación de un sujeto lleva a pensar que
el ser humano es un simple objeto del sistema de salud, la Nueva Medicina Germánica,
dentro de sus postulados insiste en que los organismo: seres humanos, animales y plantas,
constituyen tres niveles: la psique, el cerebro y los órganos quienes van siempre
interrelacionados, donde:
Queda el sin sabor, entonces, de lo que el profesional de salud debe realizar para conseguir
los resultados esperados, si lo único que interesa es preservar la vida a como dé lugar sin
preocuparse por brindar una mejor calidad de vida a las personas que, en algún momento
de su vida, visitan un hospital o un consultorio para aliviar sus dolencias. Después de ver
la relación que tiene las emociones con la salud, se hace necesario, ahora, la relación
profesional de salud y emociones entorno a sus intervenciones.
Los médicos generales, terapeutas, odontólogos, enfermeros, etc., quienes atienden en los
hospitales, tienen la responsabilidad de velar por el bienestar de las personas cuando
acuden a estos sitios por algún padecimiento o patología, bien sea crónica o aguda. Dichos
profesionales son idóneos para estar en un consultorio, ya que pasaron muchos años de
sus vidas estudiando las teorías que pertenecen a cada una de las disciplinas, es decir, a
nivel de razonamiento están muy bien dotados; sin embargo, cuando se enfrentan a alguna
persona con “x” patología, solo se quedan en la razón y no van más allá, olvidando la
parte emocional, porque, como ya se mencionó, debe existir un equilibrio entre la mente
racional y la emocional.
Todo inicia por la capacidad de escucha, es decir, no hay nada más placentero que la
persona visite una institución de salud y se sienta escuchada por sus profesionales,
muchas veces las enfermedades surgen por la incomprensión de las personas que están
alrededor. Luego está la capacidad entrar en contacto visual con el paciente, García (2015)
refiere que no hay nada más importante que se entre a un consultorio y el profesional a
cargo, salga y lo reciba, lo salude de mano, siempre este contacto visual, ya que eso hace
sentir al otro importante. Por ejemplo, en el tema comunicación asertiva, el contacto
visual es uno de los aspectos más importante en el lenguaje no verbal.