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La razón está mezclada con las emociones, área de la salud

Christian Andrés Acosta

Existe un problema que todas las personas perciben a la hora de visitar cualquier
profesional de la salud, en especial un médico. Dicha problemática radica en la poca
humanidad que representan, es decir, muchas veces ni siquiera se toman la molestia de
mirar al paciente, solo están sumergidos en el computador y lo único que interesa es
cumplir con una empresa o con un jefe. En este orden de ideas, es importante reconocer
que, aunque el profesional de la salud tenga cantidad de conocimientos y por más letrado
que sea, siempre “La razón está mezclada con la emoción”, por lo tanto, se hace necesaria
la humanización de los profesionales de salud.

Para efectos de este documento se hablará de la relación médico – paciente; luego se


reflexionará sobre las implicaciones que tienen las emociones en la salud; y se finalizará
con la importancia que tiene que un profesional de salud trabaje primero la parte
emocional de sus pacientes, esto con el objetivo de defender la tesis “la razón está
mezclada con las emociones en el campo de la salud”, desde un punto de vista de la
humanización en salud.

Relación médico – paciente

Cuando una persona que sufre algún padecimiento en su salud acude al servicio de salud,
por lo general, se queja de que los profesionales de salud: médicos, enfermeros,
fonoaudiólogos, etc., no tienen la humanidad necesaria para generar empatía y así poder
llegar a un diagnóstico acertado. Por otra parte, desde el punto de vista de algunos
profesionales en esta área refieren que todo se reduce al cumplimiento de una jornada
laboral, órdenes impartidas por los gerentes de las IPS`s o simplemente por un trabajo
remunerado, y esto hace que se pierda la humanidad hacia la atención de un paciente.

Sin ir más lejos, el mismo gobierno colombiano, con la implementación de la ley 100 en
el sistema de salud, insertó un cambio en la conceptualización y nominalización del
paciente, para pasar a ser llamado cliente, un consumidor más de los servicios de salud,
un usuario, y no como un humano frágil y necesitado de compasión y auxilio humanitario,
como hace tiempo atrás cuando era primero el principio de beneficencia sobre el justicia
y autonomía, según refiere Cely (1999). Todo lo anterior, se podría decir que es la fuente
de la deshumanización del sistema de salud.
Es aquí, entonces, cuando inicia este flagelo deshumanizador de los profesionales de la
salud. Ya la relación médico – paciente se transformó en una relación tendero-
consumidor. El paciente se siente como un objeto, reducido a un número, a un caso
clínico, a un órgano enfermo, mientras que los profesionales van haciendo un cambio de
pensamiento y se sumergen cada día más en la problemática mencionada, y se convierten
en autómatas salubristas, personas llenas de conocimiento, actualizadas y con una
capacidad elevada de razonamiento, que ante los ojos de sus gerentes son los mejores
profesionales que hayan podido tener en sus respectivas empresas. No obstante, ante la
vista de los pacientes, de aquellas personas necesitadas de humanidad, son los peores
profesionales con los que se han encontrado, debido a que solo miran sus billeteras para
poderlos atender.

Se debe tener en cuenta que, no basta solo con saber y conocer cada una de las patologías,
debe ir más allá, entrar en el corazón de sus pacientes, sumergirse en la situación
emocional de cada uno y, de esta forma, podrá ser más útil en la vida de la otra persona,
ser asertivo en sus diagnósticos e intervenciones. Cuando una persona entra en las
emociones de otra, se confía, abre e corazón y el pensamiento para que se penetre en lo
más profundo de del ser, y esto hace que haya un cambio de vida, que las
especializaciones y técnicas se preocupen más por mejorar la calidad de vida que velar
por la duración de la misma.

Ahora bien, hablar de humanidad en el hombre guía el camino para hablar de respeto,
comprensión, compasión y misericordia. Bruco (2003), refiere que:

En el mundo de la salud se habla más humanamente del hombre cuando los


servicios prestados, en todos los niveles, revelan a los individuos golpeados por la
enfermedad física o mental la palabra fundamental pronunciada por Cristo: “Tú eres
una persona”. Decir esta palabra que “humaniza”, que da “significado” a un ser
fácilmente condenado a la insignificancia, nos compromete no solo a nivel del
discurso, sino también y ante todo a nivel de las actitudes de fondo: la comprensión
y solidaridad. (p. 101)

Es importante, entonces, que la relación médico – paciente sea de persona a persona, lo


que implica que cada persona tenga un nombre, por lo tanto, referirse al paciente con
nombre propio, hace que se sienta igual al otro y no un ser insignificante, sea cual sea las
condiciones de salud en las que se encuentre. Sin embargo, queda el cuestionamiento,
¿qué tienen que ver las emociones con la salud?

Las emociones y la salud

En muchas ocasiones, cuando la persona enferma, lo primero que se hace es buscar las
causas, por ejemplo, estuvo expuesto a un contagio, al frío, al polvo, etc., y, por lo general,
se acude al médico para que “le cure” dicha enfermedad. Sin embargo, después de pasar
por el profesional de salud y tomar los medicamentos recetados, el paciente continúa
enfermo, a lo que el médico ya no sabe qué hacer frente al problema y opta por enviar
más medicación. Esta situación hace que la persona contamine, con más y más químicos,
su cuerpo sin llegar a una mejoría.

Ahora, la enfermedad, desde el punto de vista de la medicina oficial, es vista como una
anomalía de un órgano que no funciona por diferentes causas como: bacterias, virus o
reacciones alérgicas, según refiere Hamer (1992); mientras que, Fernández y Edo (1994)
refieren que:

Las emociones pueden [influenciar la salud] de varias maneras distintas que,


además, inciden en diferentes momentos del proceso de enfermar. De esta manera
se muestra que: a) las emociones negativas constituyen un riesgo para la salud; b)
los estados emocionales crónicos afectan a los hábitos de salud; c) los episodios
emocionales agudos pueden agravar ciertas enfermedades; y d) las emociones
pueden distorsionar la conducta de los enfermos (p. 25).

Es entonces cuando se evidencia que en realidad las emociones tienen mucho que ver con
los quebrantos de salud, claro está, las negativas. En este orden de ideas, la nueva
medicina germánica con el Dr. Hamer Ryke investiga cada tipo de emoción y descubre
que puede generar, en detalle, una patología. Toda su investigación surgió debido a una
patología cancerígena que él mismo padeció después de haber perdido a un hijo y lo
relacionó con la emoción de pérdida de un ser querido. Por lo tanto, tratar a un paciente
desde sus emociones es tratarlo para una mejoría rápida certera. Es por esto que salud y
emoción siempre van a estar mezcladas, la una es consecuente con la otra en forma
bidireccional. En este sentido, el Psicólogo norteamericano Goleman (2002), afirma que,
existe un equilibrio entre la emoción y la razón, en la que una actúa sobre la otra y
viceversa.
Habitualmente existe un equilibrio entre la mente emocional y la mente racional,
un equilibrio en el que la emoción alimenta y da forma a las operaciones de la mente
racional y la mente racional ajusta y a veces censura las entradas procedentes de las
emociones. […] (p. 11)

Con base en lo anterior, se podría decir que el ser humano funciona emocional y
racionalmente, no se puede decir que es solo emocional o solo racional; lo emocional
restaura la razón, a su vez la razón regula las emociones.

Existen investigaciones en esta área que muestran las bondades de tratar primero los
aspectos psicológicos, como las emociones, para llegar al meollo del asunto, por tanto
llegar a su etiología. Tal y como se mencionó, la Nueva Medicina Germánica, se ha
ocupado de intervenir cantidad de patologías generadas por eventos traumáticos,
actuando directamente sobre esa parte emocional.

Este nuevo tipo de medicina busca alejarse de los postulados de la medicina clásica: “[…]
la causa de una enfermedad se encuentra en un plano puramente orgánico o en la célula”
(Hamer, 1992, p. 19). Y según Herrera (2006) es una tesis que hasta la actualidad se
mantiene y ha dado lugar a muchas especialidades médicas en cada una de las patologías
existentes, en las que se buscan etiologías en unidades pequeñas. Lo anterior lleva a
pensar que el estudio del ser humano se ha dado a nivel de órgano, es decir, desde un
punto de vista mecánicomaterialista.

Si bien es cierto, la forma como se mecaniza la evaluación de un sujeto lleva a pensar que
el ser humano es un simple objeto del sistema de salud, la Nueva Medicina Germánica,
dentro de sus postulados insiste en que los organismo: seres humanos, animales y plantas,
constituyen tres niveles: la psique, el cerebro y los órganos quienes van siempre
interrelacionados, donde:

(…) cada proceso psíquico se desarrolla al mismo tiempo en el cerebro central (e


incluso en el cerebro del órgano) y en el órgano que está sujeto a este programa
especial biológico sensato. Nunca sucede uno sin el otro, es decir, jamás existe un
nivel sin el otro. (Hamer,
1992, p. 21)

Queda el sin sabor, entonces, de lo que el profesional de salud debe realizar para conseguir
los resultados esperados, si lo único que interesa es preservar la vida a como dé lugar sin
preocuparse por brindar una mejor calidad de vida a las personas que, en algún momento
de su vida, visitan un hospital o un consultorio para aliviar sus dolencias. Después de ver
la relación que tiene las emociones con la salud, se hace necesario, ahora, la relación
profesional de salud y emociones entorno a sus intervenciones.

El profesional de la salud y las emociones

Los médicos generales, terapeutas, odontólogos, enfermeros, etc., quienes atienden en los
hospitales, tienen la responsabilidad de velar por el bienestar de las personas cuando
acuden a estos sitios por algún padecimiento o patología, bien sea crónica o aguda. Dichos
profesionales son idóneos para estar en un consultorio, ya que pasaron muchos años de
sus vidas estudiando las teorías que pertenecen a cada una de las disciplinas, es decir, a
nivel de razonamiento están muy bien dotados; sin embargo, cuando se enfrentan a alguna
persona con “x” patología, solo se quedan en la razón y no van más allá, olvidando la
parte emocional, porque, como ya se mencionó, debe existir un equilibrio entre la mente
racional y la emocional.

Si el profesional no se pone en los zapatos del paciente jamás va a lograr la empatía


necesaria para intervenirlo. Si se siente que el médico o cualquier otro profesional de
salud está por encima de la persona que llega a consulta, tampoco se lograrán los
objetivos, ni de diagnóstico ni de consulta de control y seguimiento. En este sentido, el
profesional está en el deber, antes de preservar la vida debe velar por la vida en dignidad,
una vida digna.

Todo inicia por la capacidad de escucha, es decir, no hay nada más placentero que la
persona visite una institución de salud y se sienta escuchada por sus profesionales,
muchas veces las enfermedades surgen por la incomprensión de las personas que están
alrededor. Luego está la capacidad entrar en contacto visual con el paciente, García (2015)
refiere que no hay nada más importante que se entre a un consultorio y el profesional a
cargo, salga y lo reciba, lo salude de mano, siempre este contacto visual, ya que eso hace
sentir al otro importante. Por ejemplo, en el tema comunicación asertiva, el contacto
visual es uno de los aspectos más importante en el lenguaje no verbal.

De esta forma, el profesional de la salud interviene partiendo desde las emociones y el


paciente queda satisfecho y posiblemente se va a sanar sin necesidad de medicamentos,
debido a que ese sistema mental que debe estar equilibrado, racional y emocional,
encontrará la balanza que necesita y, por tanto gozará de una vida digna y equilibrada.
Referencias

Brusco, A. (2003). La humanización en el mundo de la salud. En Redrado, J., Gol,


J., Marchesi, P., Brusco, A. y Bolech, P. (Ed.) Humanización en Salud (95-119).
Colombia, Bogotá: San Pablo.

Cely, G. (1999). Del Concepto de Paciente a Concepto de Cliente en la Prestación


de Servicios de Salud: un Escenario Ético Enrarecido. Investigación En
Enfermería: Imagen Y Desarrollo, 1(2), 34-41. Recuperado a partir de
http://revistas.javeriana.edu.co/index.php/imagenydesarrollo/article/view/1189

Fernández, J. y Edo, S. (1994).Emociones y salud. Anuario de Psicología. (61). pp. 25-


32. Recuperado de http://revistes.ub.edu/index.php/Anuario-
psicologia/article/download/9206/11772

García, R. (2015). La importancia del contacto visual. [En línea]


http://rogeliogarcia.mx/la-importancia-del-contacto-visual/

Goleman, D. (2002). La inteligencia emocional. Kairos.

Herrera, A. (2015). Influencia de la vivencia traumática en la Generación de cáncer.


(Disertación). Pontificia universidad católica del ecuador. Recuperado de
http://repositorio.puce.edu.ec/bitstream/handle/22000/10601/DISERTACI%
C3%93N%20ARIANA%20GRACIELA%20HERRERA%20SALAZAR.pdf
?sequence=1

Hamer, R. (1992). El testamento de una nueva medicina. Parte I. Munich.

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