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TEOLOGIA

TRABAJO PRACTICO N°2


ANA LAURA SANTILLAN

1.- Leer la introducción y el capítulo nº 1 de la Encíclica del Papa Francisco "Evangelli Gaudium".
2.- Señala los motivos que pone el Papa por las cuales evangelizar y seguir a Jesús provocan la alegría y
gozo.
En este mundo donde la depresión, el desgano, la queja constante, el relativismo de la felicidad y el gozo,
el Papa Francisco recuerda con fuerzas que de la única fuente de donde emana verdadera alegría y gozo
es Jesucristo. Porque él es la felicidad y el gozo. Su encuentro nos libera de las ataduras del pecado, nos
re-significa la vida, la llena de la alegría de la salvación, que es la esperanza de la vida eterna. Lo más
tremendo del hombre contemporáneo, es haber quedado sin la esperanza de la vida eterna, y
considerarse un simple y vano instante en una cadena de hechos históricos. Que tremendo castigo ha de
ser para la creación perfecta de Dios, pensarse, considerarse como un insignificante instante. El riesgo de
este pensamiento, dice el Papa, es la tristeza individualizada, la búsqueda enfermiza de placeres
superficiales, y la imposibilidad para este hombre, de escuchar la voz de Dios, de no poder gozar de la
alegría de su amor, y en consecuencia la falta de deseo de hacer el bien al otro.
La felicidad que surge del encuentro con Jesucristo, tiene que ver con la devolución de la dignidad a la
persona (dignidad de hijos de Dios), que este encuentro provoca de manera instantánea, dignidad que se
combina con el perdón y la misericordia. El hombre del siglo XXI quedo inmerso en un lodo pegajoso que
lo hunde por el peso de sus pecados, aquellos que ha convertido en “ley” y en “justicia”. El hombre de
este siglo se mancha las manos con la sangre y las lágrimas de inocentes, y busca calmar su conciencia
tapando sus crímenes con leyes, con silencios, con relativismos. Pero el lodo no deja de ser lodo, y la
conciencia no deja de clamar por la verdad, porque el hombre al ser una creación de Dios tiende
inevitablemente hacia él, tiende al bien por naturaleza, lo que le sucede es que se embarra, se hunde por
el pecado y no puede salir más que con la ayuda de su creador. Al hombre caído lo caracteriza la falta de
perdón y misericordia consigo mismo, es por eso que el encuentro con Jesucristo es renovador, es
liberador, es dignificante. No hay pecado tan grande que no pueda ser lavado por la misericordia divina.
Y no hay felicidad más real que la que promete la verdadera libertad de hijos de Dios. Sin duda el alma
que se encuentra con Jesús canta con María, “mi espíritu se estremece de gozo en Dios mi salvador…En
adelante todas las generaciones me llamarán feliz...” sin lugar a dudas el gozo y la felicidad que surgen
del encuentro con Jesucristo es eterno. Marca el Papa Francisco un detalle importante, que es el hecho
de que los problemas nos llevan muchas veces a elegir la tristeza, pero quien ha encontrado a Jesús, en
medio de la desesperanza encuentra una luz, que es la alegría de sentirse amado por Dios, y la alegría de
la esperanza de merecer una vida donde todo sufrimiento lleguen a su final, la salvación.
El gozo y la alegría de haber encontrado a Jesús, es un encuentro decisivo y definitivo, no pueden ser
contenidos, ocultos, por lo tanto deben ser comunicados. Es aquí donde entra la alegría de la
evangelización. El gozo, la alegría y el amor, solo se multiplica si se ofrece, si se comunica. El plan de
salvación es un camino personal, pero en este camino se encuentra necesariamente el prójimo. Sólo con
el “otro”, es que multiplicamos nuestro gozo. Es por ello que el plan de evangelización es un camino hacia
la felicidad y es necesario para la salvación. El encuentro con Jesús, irradia en la persona una luz que no
puede ser más que compartida, y eso es la evangelización, podemos entender en este punto el magnífico
encuentro que tuvo San Pablo con Jesús, que no podía dejar de evangelizar porque sentía que moría. El
cristiano que se niega a la tarea de la evangelización es un cristiano que no ha encontrado
verdaderamente a Jesús. El Papa Francisco en su encíclica nos abre el abanico de posibilidades de la tarea
de la evangelización, ésta no se agota solo en salir a lugares alejados, desde los lugares donde esté el
cristiano debe irradiar el gozo, la felicidad que le cambió la vida en el encuentro con el hijo de Dios. Es
necesario buscar nuevos caminos, métodos creativos, nuevas formas de llevar el mensaje, y re-conocer
que somos meros instrumentos y que es Dios el que hace lo demás. El Papa ya nos lo advierte en la
Encíclica, “…la obra es ante todo de Él…”.
3.- Según lo que dice el Papa: ¿Qué significa evangelizar? ¿Cuáles son sus características principales? ¿A
quién hay que evangelizar?
Evangelizar es el anuncio de la buena noticia, la eterna. La característica principal es que es para todos,
en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco, sin miedo dice el Papa. La
evangelización además de ser una tarea de todos se realiza en tres ámbitos, en la pastoral ordinaria, para
ENCENDER los corazones de los fieles que frecuentan la comunidad y los que no participan del culto pero
su fe es intensa y sincera. El segundo ámbito es el de las personas bautizadas que no viven las exigencias
del Bautismo; y el tercer ámbito es el de los que no conocen a Jesucristo o lo han rechazado. San Juan
Pablo II respecto del tercer ámbito, nos dice que éste representa la tarea primordial de la Iglesia, y que la
causa misionera debe ser la primera. Termina el Papa Francisco este capítulo diciendo que la orientación
de la evangelización deben ser los pobres, los enfermos, los despreciados y olvidados, aquellos que no
tienen con qué pagar o no tienen nada a cambio. La tarea de la evangelización debe ser una tarea vital
para la Iglesia, debe ser dada sin miedos, debe asumir riesgos pero sobre todo, debe confiar que detrás
de ella está la fuerza del Espíritu que hace lo que los cristianos no pueden hacer con sus propias fuerzas o
entusiasmos.
4.- ¿Por qué el Papa habla de una Iglesia en salida?
Una Iglesia en salida significa que la misión evangelizadora debe afrontar el desafío del nuevo mundo, y
debe ser un compromiso de todos los creyentes. Salir es romper viejas estructuras, discernir los nuevos
caminos que cada comunidad puede tomar en la tarea de la evangelización. Salir es dejar la comodidad
de lo “dado” y pensar nuevas estrategias, confiando en que la Palabra tiene una potencialidad que no se
puede predecir. La Iglesia en salida es “primerear”, que es adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir
al encuentro. Una Iglesia en salida es una Iglesia que expresa las verdades de siempre en un lenguaje que
permita advertir la permanente novedad del evangelio, y pueda llegar a todos sin excluir a nadie, ese
lenguaje debe ser comprendido por todos para que la Palabra comience a hacer su obra. En salida significa
además, ser una Iglesia con las puertas abiertas, es renunciar a las urgencias para acompañar al que se
queda al lado del camino, a espera sin ansiedad ni juicios, a los que se demorar en llegar. Una Iglesia en
salida es una Iglesia de manos y corazón abierto, buscando los medios para llegar a los hijos de Dios donde
se encuentren, asumiendo los riesgos que implica la búsqueda del hermano perdido en la profundidad de
un mundo violento e inquisidor.
5.- ¿Qué debe hacer la Iglesia para evangelizar mejor?
La Iglesia para evangelizar mejor debe, “involucrarse”, tocar la carne sufriente de Cristo, en el pueblo que
se aleja de Dios. Debe “acompañar”, con paciencia perseverar en la evangelización, las respuestas no son
inmediatas, la paciencia es la virtud más amorosa de la evangelización. Debe “fructificar”, estar atenta a
los frutos, busca que la Palabra se encarne para dar frutos de vida nueva, no pierde la paz por la cizaña.
Debe “festejar” cada victoria por más pequeña e inacabada que parezca. Además el Papa propone la
descentralización o no mantener una excesiva centralización, con esto quiere decir que cada comunidad,
debe elegir, debe arriesgar a probar, sin dejar jamás de lado lo fundamental cristiano, nuevos caminos,
métodos, alimentar nuevos carismas que ayuden a llevar el evangelio a lugares, sectores abandonados
por el modo de evangelización convencional o más usado.

Ana Laura

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