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Un nuevo movimiento de la mujer se está creando a la luz de los ataques que surgen de la renovada
crisis del capitalismo. La respuesta de masas a las amenazas contra los derechos al aborto
demuestra que las mujeres se movilizan para dar la lucha. Pero la demostración del 9 de abril a
Washington también mostró que la organización feminista NOW y otros dirigentes
del establishment se dedican a maniobras legalistas y a apoyar los políticos capitalistas. (Un
volante de la LRP está dispuesto para los lectores interesados.) Estos reformistas burgueses,
mantienen un interés conferido en perpetuar la mentira de que el sistema capitalista todavía es
capaz de ofrecerles progreso sustancial a las mujeres.
Mantenemos aquí que la familia proletaria es una necesidad del sistema capitalista y es la causa
fundamental de la opresión de la mujer en el presente. Al desarrollar este análisis, comenzamos
con la obra que generalmente se considera representativa de la visión marxista clásica sobre la
opresión de la mujer, El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado de Engels.
Escrita sobre un siglo atrás, Engels mantiene en ella que los orígenes de la esclavización de la
mujer se remontan al surgimiento de la propiedad privada y la sociedad de clases y señala que la
erradicación de estas instituciones es necesaria para su liberación.
A pesar de todas sus perspicacias, la obra de Engels falla al depender de data antropológica
defectuosa y prejuicios anti-homosexuales. Más significativo para este artículo, El Origen falló
en no utilizar elementos claves del análisis del capitalismo de Marx y Engels con relación a la
familia. La fortaleza de la obra consiste en su perspectiva general de la sociedad de clases. Pero
su discusión de la familia proletaria bajo el capitalismo es limitada, como veremos.
Engels recalcó que el surgimiento del capitalismo industrial significa progreso para la mujer
debido a que las introdujo a la fuerza laboral social. Junto a la socialización de las tareas
domésticas, esto era para él la precondición para su liberación. Bajo el capitalismo, sin embargo,
la mujer continúa oprimida debido a que ha mantenido atada a la carga del trabajo doméstico
familiar aun cuando se le abrió camino a la producción social.
No fue hasta el surgimiento de la moderna industria de gran escala que se le incluyó
a ella otra vez en la vía de la producción social – y entonces solo a la esposa
proletaria. Pero se abrió la vía de tal manera que, si lleva acabo sus deberes al
servicio privado de la familia, se mantiene excluida de la producción pública e
incapaz de ganar dinero; si quiere tomar parte de la producción privada y ganar
dinero independientemente, ella entonces no es capaz de llevar acabo sus deberes a
la familia. (Engels, Origen de la Familia, capitulo 2)
Para ilustrar, distinguió la familia proletaria de la burguesa en términos de las relaciones hombre-
mujer:
Es cierto que la familia proletaria no se basa en la propiedad. Pero dar a entender que la familia
solo será relevante como vehículo para la transmisión de la propiedad heredada pasa por alto el
rol económico específico de la familia obrera bajo el capitalismo y muchos de los elementos de
la opresión de la mujer que por lo tanto se engendran.
Como con cualquier mercancía, el valor de la fuerza de trabajo se basa en el valor de los medios
de subsistencia necesarios para el mantenimiento del trabajador y su reproducción. Este costo
debe ser cubierto por el sueldo del trabajador. Por lo tanto, el sueldo no es un pago individual; es
también para mantener a todos los miembros de la familia que no trabajan. Pero mientras el sueldo
refleja el valor de la fuerza de trabajo, este valor no es solamente lo estrictamente necesario para
la sobrevivencia física. Como señalaba Marx:
El “elemento histórico y moral” es el producto tanto de la lucha de clases como de las necesidades
de la burguesía para la producción social de trabajadores de ciertos niveles culturales, destrezas y
capacidades. Este elemento puede ser fundamental en la determinación del valor de la fuerza de
trabajo.
El Sueldo de la Familia
Una manera en la cual lo hace es que el sueldo puede variar con la cantidad de miembros de la
familia que se espera que trabajen por sueldos durante un periodo dado. En el presente, el “sueldo
de la familia” significa una organización particular de familia nuclear con un asalariado
masculino, cuidado por su esposa que también cuida a sus hijos y el hogar. Pero no fue así
siempre.
A la súper-explotación de la familia estuvieron opuestos tanto las mujeres como los hombres.
Pero. el dominio de la lucha -por dirigentes aristocráticos laborales- convenció a muchos hombres
sindicalistas que sus empleos estaban amenazados por el empleo de mujeres, fallaron en no
percatarse que el proceso del capitalismo al emplear mujeres en trabajos peor renumerados era en
realidad un ataque contra toda la clase. Se veía el empleo de las mujeres como el problema, y el
establecimiento del sueldo de la familia tradicional como la solución. Las luchas alcanzaron
grandes adelantos para la clase trabajadora como las normas al trabajo infantil y otras leyes
laborales protectoras que beneficiaban a la mujer.
Por lo tanto, el logro del sueldo de la familia fue un alcance temporero para secciones de la clase.
Pero también favorecía las necesidades del capitalismo. El capitalismo se mantiene así mismo al
reforzar divisiones y atrasos dentro del proletariado. Los trabajadores son frecuentemente
obligados a aceptar lo que quiere el patrono debido a que “Estoy obligado a alimentar a mi
familia”. El rol de familia de la mujer – sobre todo el conservadurismo inherente de trabajar en
aislamiento en vez de colectivamente – también debilita la habilidad del proletariado en su
totalidad a combatir en la lucha de clases.
El hecho de que la familia no tiene propiedad es la mayor razón por la cual es necesaria. Al
trabajador se le enseña a identificarse con por lo menos un elemento de la conciencia burguesa,
el sexismo. No posee propiedad productiva, pero puede imaginarse que controla los fondos de la
familia y, a la vez, es amo de la casa, aunque en la realidad es todavía solamente un esclavo
asalariado.
La familia como unidad económica no solo satisface la necesidad fundamental de los capitalistas
de la reproducción de la fuerza de trabajo, la división del trabajo basada en la familia también le
permite al capitalismo a mantener bajo el sueldo social: los servicios públicos como las guarderías
infantiles, la educación y la salud. Al grado que los trabajadores acepten el mito de la familia
como un refugio privado de los empleos y las relaciones con los patronos, no importan que tan
mal estén las cosas en la realidad, se restringen de presentarle demandas para satisfacer
necesidades sociales al estado. Cualesquiera necesidades que no son satisfechas en el hogar se
convierten en fracasos de la familia individual, especialmente de la esposa, en vez de los patronos.
¿Explotación Domestica?
Lo que la ama de casa de la clase trabajadora si produce son valores de uso en el hogar. Pero la
separación de un rol directo en la producción de valores en la sociedad donde el valor es el fin de
todo y lo más importante, asegura la subordinación de la mujer.
Engels denominaba la posición de la ama de casa proletaria como “una esclavitud domestica
abierta o oculta”. Como una esclava, la trabajadora doméstica se ata a un hogar y familia
particular; no le es permitido moverse libremente entre “empleadores”; como esclavas con
grilletes en la era capitalista, la subordinan a las relaciones entre la fuerza de trabajo y el capital.
Pero diferente a una esclava, ningún gobernante capitalista particular le provee directamente para
su bienestar o aparece como su amo. Por el contrario, ella depende del intercambio del trabajo
asalariado/capital para recibir su parte del sueldo de familia, un pago indirecto de la clase
capitalista para el mantenimiento y producción de la fuerza de trabajo.
Los sueldos más bajos de la mujer, combinado con el hecho de que los sueldos se basan en
necesidades promedio y no individuales para el mantenimiento y la reproducción, significa que
las familias de una sola cabecilla dirigidas por mujeres están desproporcionadamente condenadas
a la pobreza. La trabajadora soltera con varios hijos en el hogar obtiene el mismo sueldo que su
hermana casada – un sueldo basado en las supuestas necesidades mínimas de esta última. Y su
sueldo es menos por bastante que el del hermano soltero o divorciado sin hijos.
Hoy en los EE.UU., uno de cada tres matrimonios termina en divorcio, y después del divorcio el
estándar de vida de la mujer se reduce por un promedio de 74% mientras que el del hombre
aumenta por un 49%. Por lo tanto, el divorcio es el mejor gran pronosticador de la pobreza de la
mujer y sus hijos. La persistencia de horrores como la violencia domestica contra la mujer y el
hecho de que las mujeres maltratadas permanecen con sus esposos no se explica por la noción de
Engels de que el chovinismo masculino es un vestigio de la sociedad preindustrial; realmente es
el resultado de las condiciones materiales del capitalismo.
La Suprahistoria y el Superetapismo
Engels consideraba la división de la vida social en esferas públicas y privadas, claves para la
devaluación de la mujer. Pero la distinción nítida que Engels describe se convirtió decisivamente
cierta solo bajo el capitalismo, cuando la producción sale del hogar – consiste de una indicación
de que la enajenación mayor existe bajo el capitalismo comparado con las sociedades de clase
previas. La atribución de condiciones capitalistas de parte de Engels a la historia precapitalista es
un ejemplo del error del suprahistoricismo. El peligro del suprahistoricismo en general consiste
en que pasa por alto las maneras particulares con las cuales el capitalismo oprime a la mujer.
Las críticas del Origen de la Familia de Engels cubren toda la gama de lo superficial a lo serio.
Uno de las escritoras académicas más interesantes que provocan la reflexión es la “feminista
marxista” Martha Giménez, que critica la obra completa de Engels como distorsionada por su
enfoque suprahistorico. Ella afirma:
Giménez está en lo correcto al decir que Engels, al sacar una amplia perspectiva general de la
familia y la opresión de la mujer, fracasó en su intento de examinar como estos fenómenos varían
entre las diferentes sociedades de clase. Desafortunadamente, su alternativa es un enfoque estático
y pragmático.
Es cierto que el capitalismo, como cualquier otro modo de producción, debe ser analizado en su
totalidad; un orden cronológico de desarrollo puede ser una terrible guía para entender cómo
funciona el sistema. Esa fue la visión de Marx, pero también señalo que ciertas “categorías”
continúan a través de diferentes etapas históricas mientras cambian cualitativamente. El desarrollo
de estas categorías demuestra el estado de la economía política capitalista de sus tiempos.
Es imposible entender la dirección de la lucha de clases bajo el capitalismo sin reconocer que la
sociedad de clases en su totalidad surge de la escasez material, que requiere de la estratificación
y opresión de los grupos sociales. Existe una relación de desarrollo entre cualitativamente
diferentes clases producentes históricas. La esclavitud, el feudalismo, y el capitalismo son etapas
sucesivas en las cuales estamentos de productores son crecientemente enajenados de los medios
de producción. Afirmarlo no es ser suprahistorico en el sentido de mirar por encima de la historia;
es por el contrario ver el movimiento del fenómeno mediante la historia.
El Cambio de Época
El teórico Chris Harman del SWP británico, presenta la cuestión del capitalismo eliminando a la
familia. Dice, “No puede existir el fin de la opresión de la mujer sin un fin a la reproducción
privatizada, Pero eso a la vez, no es posible sin la completa revolucionalizacion de las relaciones
sociales. Esto es solo posible durante dos circunstancias” Una es el socialismo, naturalmente; y
la otra:
Harman no admite que la “socialización completa del cuido de los hijos va a requerir un nivel de
inversiones que el sistema capitalista se resiste llevar acabo, aun durante periodos de expansión”,
mucho menos durante la profundización de las crisis. Sin embargo, asumiendo el racionalismo
del contable, el calcula que ya que la madre promedio tiene dos hijos y la guardería promedio
tiene un adulto con seis niños, seria más económico para el sistema explotar a las mujeres que
mantenerlas en el aislamiento doméstico.
Por lo tanto, Harman argumenta que la socialización del cuido de los hijos es tanto racional como
teóricamente posible bajo el capitalismo (aunque no sea practico en el presente) Lo que pasa por
alto es que tal gran paso hacia la socialización de la fuerza laboral al liberar a la mujer de las
exigencias familiares es imposible debido a las necesidades reales de la economía capitalista
durante esta época. El sistema está comprometido con su autopreservacion al combatir contra sus
impulsos socializantes inherentes, y no llevándolos a cabo.
El argumento de Harman que una (improbable) expansión del capitalismo liberara a la mujer del
trabajo doméstico ignora otro rasgo de la época del decaimiento: el capitalismo es capaz de
expandir para ciertos estamentos poblacionales en los países imperialistas solo a expensas de otros
sectores, mediante una profundización de la explotación en el “Tercer Mundo” y, indudablemente,
mediante derrotas mayores de la clase trabajadora en el país imperialista. Esto ocurrió durante la
Segunda Guerra Mundial para sentar las bases del boom económico posguerra. Pero aun así la
mayoría de las mujeres (especialmente a nivel mundial) nunca alcanzaron empleos asalariados
sino llevaron a cabo trabajo no-renumerado en sus hogares. Continuaron viviendo en países
neocoloniales; su meta básica era evitar el hambre y alcanzar la subsistencia.
Bajo la superficie, Harman niega la naturaleza de la época del decaimiento del capitalismo: que
tiende a socializar las relaciones de producción, pero es también obligado a poner en operación
contratendencias. En la realidad seria irracional para el capitalismo suprimir una división dentro
de la clase trabajadora que le ha servido muy bien y que ha hecho tanto para exacerbarla. La
noción de Harman abre la puerta a la vía reformista para la liberación de la mujer.
La teórica marxista Lise Vogel hace otro intento de retar la función de la familia como la fuente
de la opresión de la mujer bajo el capitalismo. Las familias, escribe ella,
no son ... los únicos lugares donde los trabajadores se auto renuevan diariamente.
Por ejemplo, muchos trabajadores en Sud África viven en barracas cerca de sus
lugares de empleo, y son permitidos a visitar a sus familias en áreas circundantes
únicamente una vez al año. Además, los hijos no necesariamente constituyen la única
contribución de la familia al reabastecimiento de la fuerza laboral de la sociedad.
Otros miembros de la familia pueden entrar a la fuerza laboral en diferentes épocas,
durante cosechas, por ejemplo, o durante crisis económicas. Finalmente, las familias
no son las únicas fuentes de tal reabastecimiento; existen otras posibilidades ...
incluyendo las migraciones y la esclavitud de poblaciones foráneas. Estas
observaciones demuestran que la identificación de la familia como el único terreno
para el mantenimiento de la fuerza laboral exagera su función al nivel de la
producción inmediata. (Lise Vogel, Marxism and the Opression of Women, 1983,
pag. 141)
El argumento de Vogel, sin embargo, no refuta la centralidad de la familia en la reproducción
diaria como la generacional; solo demuestra que las funciones tradicionales de la familia son
capaces de ser reemplazadas o alteradas algunas veces. De hecho, Sud África es la excepción que
comprueba la regla. Aunque no esté totalmente ausente en la situación sudafricana que Vogel
describe, la familia proletaria mantiene una existencia poca fundada. El jornal del trabajador no
es lo suficiente para mantener a su esposa e hijos; se ven obligados a duras penas ganarse la vida
trabajando la tierra. Pero cuando el trabajador es despedido, temporera o permanentemente, este
es arrojado denuevo a la unidad familiar. Aun aquí la unidad familiar no ha desaparecido.
Las otras excepciones que Vogel bosqueja son precisamente eso – excepciones; no minimizan
más la función central de la familia en el mantenimiento de la fuerza de trabajo.
Como alternativa a la división del trabajo llevada a cabo a través de la familia, Vogel mantiene
que es específicamente generacional, y no diario, el reemplazo de la fuerza de trabajo por lo cual
la mujer es indispensable y lo cual determina su opresión. “Es aprovisionamiento de parte de los
hombres de los medios de subsistencia a las mujeres durante el periodo de edad fértil, y no la
división sexual del trabajo por sí misma, lo que forma las bases materiales de la subordinación de
la mujer en la sociedad de clases”. Aun donde, como en Sud África, el estado ha asumido la
función de la mujer en la regeneración diaria del trabajador, ningún estado capitalista le quita a la
mujer la carga de cría y sustento de la próxima generación.
Harman y Vogel, desde direcciones diferentes, le fallan al análisis marxista de la función central
de la familia como unidad económica de la sociedad en la época de decaimiento. Engels por lo
menos tenía una excusa: vivió en el siglo anterior.
La Crisis Intensifica los Ataques
Al dirigirse el capitalismo hacia mayores y alarmantes cesantías y crisis sociales más amplias, el
panorama de posibilidades para las mujeres será más sombrío de lo que se ha descrito hasta ahora.
En el presente ya no se puede decir que el sueldo familiar exista, ni siquiera para la clase media:
contraste el 60% de las esposas en la fuerza laboral en el 1985 con el 25% en el 1950. Por igual,
mientras el capitalismo es capaz de reclamar convenientemente que está retornando a la mujer al
hogar, estamentos enteros de mujeres trabajadoras realmente sufren de cesantías disfrazadas: la
escasez de un sueldo familiar real significa que ellas todavía necesitan trabajar y por lo tanto
permanecen como parte del ejército de reserva laboral.
El sueldo social tendrá que ser reducido mucho más drásticamente debido a que la necesidad de
mayor austeridad del capitalismo va en aumento. Hemos visto recortes al modo general de
asistencia médica, vivienda, educación, y todos los servicios públicos. Si el sistema es capaz de
mantener a las madres pensando que es su responsabilidad la salud médica y el bienestar de los
esposos y sus hijos (mientras que la función de los padres es traer los alimentos a la casa), va a
crear una importante respuesta a la persistente noción de que es la obligación de la sociedad suplir
tales servicios.
En el presente el hogar encabezado por la mujer soltera es el tipo de familia que mayor
crecimiento exhibe, no solo en los EE.UU. sino mundialmente. La cantidad de madres solteras en
los EE.UU. aumento en 100% en el periodo entre el 1960 y el 1985, con una de cada cuatro
madres en la fuerza laboral encabezando su propia familia. El rompimiento de la familia nuclear
bajo el capitalismo ha significado unidades familiares más pequeñas y más responsabilidad sobre
los hombros de las mujeres.
Es también un problema para el capitalismo que la familia nuclear “ideal” existe muy raramente,
habiéndose destruido por las relaciones capitalistas. El estado capitalista ha tratado de intervenir,
apoyando a la familia donde le es posible y también sustituyendo sus previas funciones
patriarcales. (Por ejemplo, el estado ha creado instituciones para combatir la delincuencia juvenil
y gasta enormes cantidades de dinero para prevenir los embarazos juveniles.) En los países
avanzados, la tendencia es que el estado reconstituya a la familia, crea familias de acogida, etc.,
en vez de institucionalizar a los pobres como lo hizo en los tiempos pasados. Y a pesar de las
insuficiencias de la verdadera familia, las contradicciones del capitalismo, no obstante, lo obligan
a elevar de categoría a la “familia” como una herramienta ideológica. (Ver “Porn, Feminism and
the Meese Report,” Proletarian Revolution No. 27.)
Engels subestimó la función del estado en las relaciones de la clase trabajadora y el proceso más
continuo de transformación de la familia obrera.
De igual manera el capitalismo no solo cambió la familia de sociedades clasistas previas sino
constantemente moldea la presente familia para satisfacer sus propias necesidades. No importa
cuales cambios sufra la familia capitalista, retiene la dependencia capitalista de la familia y la
subordinación de la mujer.
El significado de la familia para el control social no se limita a las aplastantes divisiones de género
que sustenta. Divide a la clase trabajadora entre supuestas células independientes. Marx entendió
que la enajenación capitalista significa no solamente la separación del productor de su producto
sino la conversión del trabajo humano en fuerza de trabajo de mercancías – convirtiendo a la gente
en extensiones de las maquinas. La estructura de la familia del capitalismo intensifica la
enajenación. En un sentido, la familia “pequeño-aburguesa” a toda la clase trabajadora: cada
trabajador se ve como el rival de todos los otros y la preservación de los hijos, hogar, etc. es la
meta superior. La familia es el grupo que, cualesquiera que sean sus problemas, uno se identifica
con ella desde el nacimiento. Las ataduras familiares son las ataduras que atan.
El retorno a la familia, material y ideológicamente, acompaña al retroceso de los adelantos de la
mujer que fue parte importante de la contrarrevolución estalinista en la Unión Soviética. La
función atomizante y conservadora de la familia se ha adoptado en los países capitalistas
estatificados (incluidas la Cuba Y China supuestamente revolucionarias) – y, por igual, por la
Alemania nazi en el pasado – con el propósito de contener la lucha de clases.
El desarrollo de las fuerzas productivas en la era progresista del capitalismo ofrece a la humanidad
por vez primera la oportunidad de superar la escasez – y así, trascender su división en clases
enfrentadas. Sin embargo, en el presente, contrario al optimismo de Engels, la raza humana se
encuentra dividida contra si misma a tal grado como jamás se haya visto. León Trotsky observo
en un discurso en el 1925:
A partir de este punto de vista se podrá exclamar que probablemente durante muchas
décadas venideras será posible evaluar a la sociedad humana por su actitud hacia
la mujer ... y esto cierto no solo para evaluar la sociedad sino a las personas
individuales.
Para alcanzar estas metas, es necesario construir un partido revolucionario para combatir al
feminismo burgués y de clase media – y más aún contra el reformismo vestido de marxismo. Los
mejores elementos utilizaran las herramientas del marxismo para desarrollar el programa para la
liberación de la mujer que tan urgentemente es necesario.