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Sintesis de la Riquezas de

las Naciones
No existe ningún otro libro que haya
influenciado más en la política, en el
pensamiento económico y en el bienestar
de la población en todo el mundo que
la Riqueza de las Naciones.
Es considerado como el primer estudio
de gran formalidad dentro de la economía
moderna y aunque fue publicado en el
año 1776 proyecta principios que a través
del tiempo siguen manteniendo su
validez, sin embargo, muchos de esos
principios se han ignorado
completamente.
Este libro describe cómo la división de trabajo y la expansión del
comercio proporcionan mucha más producción, bienestar social
y riqueza, lo cual es indiscutible, ya que en la actualidad ni el
político que tenga más popularidad, discute los beneficios que
genera la división de trabajo, que ayuden a las personas a que se
especialicen en las diversas actividades que puedan hacer con mayor
eficiencia.
Siguiendo con el argumento de Adam Smith, la producción mayor
disminuye el precio de los productos dentro del mercado. Mientras
que esto suceda, la expansión del comercio aumenta la demanda, lo
que conlleva finalmente al incremento en la producción de forma
satisfactoria, permitiendo que aumenten los contratos de nuevos
trabajadores, los salarios y a su vez el mejoramiento de la calidad de
vida de un país.
Otro factor importante que desarrolla esencialmente la productividad
de la mano de obra, es la inversión del capital fijo en maquinarias e
infraestructura. Se trata de una inversión que al comenzar se hace
para beneficiar a los accionistas, sin embargo, a largo plazo también
le proporciona beneficios al trabajador, al aumentar
la productividad.
Por otro lado, si se logra generar el ahorro nacional, se tiene la
garantía de los recursos para que el capital aumente y de esa manera
se forme un círculo justo que le dé mayor rapidez al crecimiento
económico.
En relación a la actuación del gobierno, Adam Smith piensa y
manifiesta que solamente debería de ocuparse de la defensa
nacional e impartir justicia, formalizar organismos que beneficien a
la comunidad e infraestructura, mientras que esto no le de ningún
tipo de rentabilidad a los inversionistas privados.
Resalta, que los gobiernos que suelen gastar mucho más de sus
ingresos, solo producen deudas que afectarían a las futuras
generaciones e indicó con una amplia visión que, las grandes deudas
solo oprimen y seguramente arruinarán a las naciones más grandes
de toda Europa.
Las imprecisiones de este libro, son propias de la época del autor y
contiene argumentos que hoy en día parecen simples, pero nadie
puede contradecir que el ahorro, la inversión y la expansión del
comercio, además de las sanas finanzas públicas, pueden llegar
a beneficiar la riqueza de las naciones.

Ideas principales de la Riqueza de las Naciones


En este libro se plantea como idea principal la división de
trabajo, todo empleado que tenga un buen incentivo y una favorable
recompensa de sus esfuerzos, genera el aumento de la producción.
Del mismo modo, el precio se debe evaluar según las demandas que
existan en el mercado y a su economía. El estado tiene la
responsabilidad de proteger la división de trabajo e invertir para que
se logre la ejecución de un trabajo que sea productivo y eficiente.
Del mismo modo, el estado tiene el deber de encargarse de sostener
por medio de las exportaciones, sin utilizar las deudas públicas
como medio de financiación y al mismo tiempo, los trabajadores
deben aportar a la nación los pagos de sus impuestos, dependiendo
de los ingresos que tenga, ya que un país no se puede sostener solo.

Análisis de Adam Smit sobre la Riqueza de las Naciones


Adam Smith en esta obra abarca un amplio tema económico con la
finalidad de que una nación sea estable y próspera. Estos factores
suelen ser conocidos, a pesar de ser ignorados por los mercados que
cada día son más corporativos.
El célebre destaca una producción y trabajo que dependiendo de
cómo sea tratado, la oferta podría proporcionar más riqueza por el
aumento del comercio.
Entonces, según lo que determina Adam Smith, si existe una
inversión en la producción, los precios bajan, lo que significa que,
al aumentar la producción, la demanda lo hará permitiendo
inversiones en la producción y la contratación de muchos más
trabajadores, culminando con un buen ingreso en la nación.
Al final este auto lo que quiso decir con todo esto, es que la riqueza
de las naciones intenta plantear un sistema económico estable,
que le proporcione beneficios a todos y no solo a algunos, aspecto
que lamentablemente la mayoría de las naciones manejan. Todo por
medio de favorables salarios, impuestos conscientes, inversiones en
las herramientas de trabajo y en la protección en los mercados del
estado.
El libro “Ética protestante y el espíritu
del capitalismo”
(1904-1905) es junto con sus conferencias
“El político y el científico” la obra más
conocida de Max Weber.
A pesar de los años transcurridos desde su
publicación las ideas expresadas por Weber
sobre el espíritu capitalista y su origen en el
protestantismo son aún hoy objeto de
controversia.
Weber constata que la religión protestante
es la predominante entre las clases
capitalistas alemanas. Siendo la diferencia
entre capitalistas protestantes y capitalistas católicos, Weber llega a
la conclusión de que la ideología protestante promueve de un modo u
otro la construcción del capitalismo.
¿Pero qué es el espíritu del capitalismo? cabe preguntarse. La ética
del capitalismo plantea que el fin supremo de nuestra vida es la
adquisición de riquezas por ellas mismas, la búsqueda del
enriquecimiento no es visto como un medio para un fin; el empresario
capitalista no busca enriquecerse para retirarse sino que busca el
enriquecimiento por sí mismo. El goce, el descanso o el retiro no son
los objetivos de la mentalidad capitalista aunque sí puede ser el fin de
los miembros de las economías capitalistas poco integrados
en el sistema.
Esta “ética” estriba en la persecución continua de más y más
dinero, procurando evitar cualquier goce inmoderado, carece de toda
mira utilitaria, tan puramente ideado como fin en sí, que se manifiesta
siempre como algo de absoluta trascendencia e inclusive irracional
ante la “dicha” o el rendimiento del hombre en particular. El beneficio
no es un medio del cual deba valerse el hombre para satisfacer
materialmente aquello que le es de suma necesidad, sino aquello que
él debe conseguir, pues esta es la meta de su vida.”
(del capítulo “El espíritu del capitalismo”)
El capitalismo actúa como un orden extraordinario en el que el
individuo queda atrapado, el empresario que no se amolde a la ética
capitalista está abocado a desaparecer.
Sin embargo no hay que confundir, la simple avaricia con
el capitalismo pues, frente al deseo inmoderado de conseguir dinero
de cualquier modo el capitalismo admite que no todo vale. El fin es la
acumulación de beneficios por ellos mismos pero esta acumulación
de beneficios debe realizarse de manera respetuosa con las normas
del juego económico. La estafa, la malversación, el desfalco no son
comportamientos aceptables dentro de la economía capitalista, de
hecho la persecución de la corrupción económica en las sociedades
capitalistas es un hito casi sin precedentes en la historia de la
humanidad. A diferencia de la simple ansia de dinero el capitalismo
acepta unas reglas precisas y más o menos inquebrantables para el
juego económico.
Al final, como era de esperar, las riquezas acumuladas pervirtieron el
espíritu puritano y lo fueron debilitando no obstante, como dice
Weber “el capitalismo victorioso no necesita ya de este apoyo
religioso, puesto que descansa en fundamentos mecánicos”. En otras
palabras, una vez que se asentó el capitalismo tomó vida propia
creando necesidades y construyendo los medios para su perpetuación
sin necesidad de que la ideología puritana lo siguiese sustentando.
Curso de filosofía positiva
Publicado en seis volúmenes en
París entre 1830 y 1842, el Curso de
filosofía positiva es la obra principal
del filósofo francés Augusto Comte,
iniciador y principal representante
del positivismo. El propósito
del Curso, que se compone de 57
lecciones, es exponer y examinar de
forma sistemática todo el saber
científico desde el punto de vista de la filosofía positiva.
Dentro de las dos primeras lecciones, y como paso previo, Comte
enuncia su célebre "ley de los tres estados", según la cual el desarrollo
del pensamiento humano se realiza pasando por tres etapas sucesivas.
El primero es el estado "teológico" (o ficticio), en que el espíritu
investiga la naturaleza primera de las cosas, las esencias y las causas
finales, y se representa los fenómenos como producidos por la acción
directa y continua de agentes sobrenaturales, como dioses o seres
mitológicos.
El segundo estado, llamado estado "metafísico" (o abstracto), no es
más que una modificación del precedente, en cuanto que sustituye los
agentes sobrenaturales de las cosas por fuerzas abstractas, por
"abstracciones personificadas" concebidas como capaces de generar
por sí solas los fenómenos (por ejemplo, la noción de fuerza en física).
En este estado, "explicar" los fenómenos significa asignar a cada uno
la entidad correspondiente.
El tercero y último es el estado "positivo", en que el espíritu humano
renuncia a investigar el origen y el fin de las cosas, así como al estudio
de las causas, y, combinando experiencias y razonamientos, se limita
a fijar las leyes efectivas de los fenómenos, esto es, sus relaciones
invariables de sucesión y similitud; explicar los fenómenos significa
sólo establecer un vínculo entre los diversos fenómenos particulares
y algunos hechos generales. El progreso de la ciencia intenta ir
disminuyendo, cada vez más, el número de tales hechos generales.
El carácter fundamental de la filosofía positiva consiste, pues, en
considerar que los fenómenos están regidos por leyes invariables
naturales; se prescinde de la cuestión de la causas juzgándola un
problema inexistente. Para Comte, la finalidad de la ciencia es la
previsión: "savoir pour prévoir" (saber para prever). En todas las
ramas de lo que se puede saber, afirma Comte, la filosofía positiva ha
podido derribar la mentalidad teológica y metafísica. Sólo la
sociología (la "física social"), ciencia que todavía ha de constituirse,
no ha llegado todavía al estado positivo, y éste es el gran cometido de
la filosofía positiva. Una vez construida, la sociología cerrará todo el
sistema de las ciencias.
Por esta razón, la exposición de las líneas fundamentales de esta
futura sociología debe ir precedida de la exposición de las ciencias
desde el punto de vista positivo, es decir, desde el doble punto de vista
de los métodos y de sus principales resultados. A esta exposición
dedica Comte la mayor parte de las restantes lecciones del Curso de
filosofía positiva. Las ciencias se clasifican en un orden natural de
generalidad y sencillez decreciente, que históricamente corresponde
también a las diversas épocas en que alcanzan su completo desarrollo:
matemáticas, astronomía, física, química, biología y finalmente
sociología, coronación de todo el sistema.
En la sociología Comte compendia, en efecto, la filosofía de la
historia, de la cultura, la gnoseología y hasta la religión. Todo el saber
está privado de sentido si no es referido al hombre: pero, como para
Marx, para Comte el hombre no es el individuo aislado (objeto de la
psicología), sino el hombre en cuanto sociedad ("espíritu objetivo",
como hubiera dicho Hegel). Pese a la tradicional contraposición que
se ha establecido entre el positivismo y el idealismo, hay que señalar
que el objetivismo que hay en la base de la filosofía de Comte no es
el realismo dogmático prekantiano, sino un objetivismo que, al menos
en este aspecto, desarrolla de manera original las conquistas de Hegel
y de su escuela.
La sociología de Augusto Comte es todavía incierta en el Curso de
filosofía positiva, y se limita a la dinámica social. Comte proyecta una
historia de la sociedad humana desde el punto de vista de la ley de los
tres estados: la historia de la sociedad humana es la liberación
progresiva del mito de la trascendencia y de la organización jurídico-
estatal fundada en el dominio, para llegar a un culto de la humanidad
en que los hombres se gobernarán sobre la base de la igualdad.
La política del Curso es todavía preferentemente intelectualista; en
sus obras posteriores, Sistema de política positiva y Catecismo
positivista, acabarán prevaleciendo los elementos sentimentales, y la
visión crítica del problema de una sociología filosófica se oscurecerá
en una dogmática utopista. Es por ello que el Curso de filosofía
positiva constituye no sólo la principal obra de Comte, sino también
el texto más sólido y más profundo del positivismo filosófico.
Sintesisde la explosiva trilogía de Marx.
1. La economía no debe divorciarse de la
moral pública y la política. No se puede
entender la economía en términos de
producción y olvidarse de la explotación
de los trabajadores, de la brutal
concentración de la riqueza o de unos
derechos de propiedad que son injustos.

2. Los derechos de propiedad son el


resultado de un proceso histórico violento
y abusivo. Además, protegen a sus
titulares para que no tengan que compartir
la plusvalía, esto es, la diferencia entre el
precio al que se vende el producto y lo que pagan al obrero que lo
fabricó.

3. Mientras eso ocurre, los trabajadores viven en la pobreza, reciben


salarios de subsistencia y se enfrentan a un desempleo rampante.
Aquí tenemos una de las fuentes principales de la lucha de
clases entre proletarios y propietarios.

4. Tanto si son conscientes como si no, existe una lucha de clases


entre trabajadores y burguesía. Esa lucha refleja las contradicciones
del capitalismo, que hacen de él algo insostenible y que
convierten la revolución en urgente y necesaria. Las crisis
económicas muestran esas contradicciones y propician la revolución.

5. Si la economía es una ciencia, existen unas leyes universales que


predicen su evolución. El capital recoge esas leyes, y por eso puede
predecir, a grandes rasgos, el futuro del capitalismo, su caída y la
toma del poder del proletariado.
6. Uno de los motivos de la muerte del capitalismo es que este
combina la superproducción de sus fábricas y la existencia de una
población que no tiene recursos para comprar lo que se produce.

7. Las fábricas de la clase capitalista están condenadas a la quiebra


debido a la mecanización masiva. Como el beneficio solo es posible
a partir de los salarios de los trabajadores explotados y las máquinas
no pueden ser explotadas, a las empresas y al sistema únicamente les
espera la bancarrota.

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