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-Definición del propósito: Establece la finalidad del escrito, así más precisa será la redacción.
-Redacción del borrador: cuando las ideas aparecen se recomienda escribirla tal como llegan
a la mente.
-Corrección del borrador: Se procede a pulir y corregir las ideas. Se verifica la coherencia.
2.- Describe por lo menos tres pautas para corregir el borrador que consideres de particular
beneficio.
Se debe verificar si hay coherencia en las ideas. Si se han elegido las palabras que exponen
más claramente el mensaje. Y es necesario revisar la ortografía, signos de puntuación y
acentuación.
II Lee con detenimiento este párrafo de un ensayo de Jorge Mañach. Inspírate en las
ideas que este autor comparte. Luego redacta un texto discursivo en torno a las
mismas:
Observaciones:
La inspiración es un estímulo, una lucidez que llega de una forma muy repentina, es algo que
se siente y ayuda sin duda alguna a la creatividad, con ella se puede llegar a solucionar
problemas, pueden surgir ideas para emprender nuevos proyectos, incluso favorece en su
totalidad a cualquier artista para la creación de las obras de arte. Sin ella el arte carecería de
emoción.
Es un escrito en prosa con unas características que resultan particulares en grado sumo. Es la
consecuencia lógica de un experimento mental, por cuanto el autor explora y extrae
conclusiones sobre las más diversas ideas.
2.- Describe el papel de las funciones denotativa y connotativa del lenguaje en el ámbito del
ensayo.
1. Generalmente breve, sin que hayan reglas que regulen su extensión. Cada ensayista define
sus propios límites.
2. Abarca una gran variedad de temas, desde lo científico hasta lo literario pasando por lo
filosófico, lo económico o lo social.
5. Tono diverso: profundo a veces, entretenido o superficial otras; satírico si se quiere y puede;
siempre polémico o casi…
6. Estilo cuidado; se requiere escribir bien. De ahí que T. W adornó en su obra “El ensayo
como forma” lo equipare con el arte.
7. Prioriza la amenidad sobre el rigor científico, si bien en algunos casos su objeto es,
precisamente, la divulgación científica.
IV.- Lee detenidamente el siguiente ensayo. Responde las interrogantes que aparecen al
pie del mismo:
Jorge Mañach
Evidentemente, escribir es sólo cuestión de tener algo que decir y de decirlo lo mejor
posible. Por lo tanto, de substancia y de forma.
Prescindamos por el momento de lo que resulta anterior aún a eso, que es la preparación
general, el fondo de cultura y de adiestramiento específico indispensable para tener algún
depósito contra el cual girar. Sobre eso vendremos luego, aunque sea previo. Asumamos
que ese fondo existe en mayor o menor medida, y que nuestro escritor en ciernes experimenta
unas ganas irresistibles de expresarse literariamente. Lo primero, repito, en ese trámite, es lo
que se quiere decir: la substancia.
Otro modo de substancia es la emoción que se experimenta ante las cosas o por la
ausencia y nostalgia de ellas. Es la materia del poeta; del escritor de sensibilidad o el escritor
de fantasía. El primero es el que se conmueve con presencias; el segundo, el que se
emociona con ausencias. Aquél podrá informar primero de las cosas que le impresionan,
como en el caso del cronista o del narrador, pero lo más importante de su materia será
siempre la herida que ellas hacen en su sensibilidad, y su acierto expresivo consiste en
respirar por esa herida. El segundo se crea un mundo a su gusto o su angustia. Tendrá que
ser un mundo interesante, un mundo en que el aleteo de su fantasía sea bastante vigoroso
para despertar la fantasía que los demás hombres llevan dormida.
Y finalmente, está el escritor cuya materia es el pensamiento. Se parece mucho al escritor
emotivo; sólo que en él la sensibilidad es de la inteligencia y de la conciencia, y consiste en la
aptitud para reaccionar con ideas ante las cosas del mundo, o ante las ideas mismas de él y
de los demás.
Una vez en posesión de esa materia efusiva, el problema del escritor es precisamente la
efusión; cómo expresarla, cómo sacársela de dentro y darle un cauce comunicativo. Y aquí
me parece que no hay más que dos vías posibles: la de la inspiración y la del método.
Vaya usted a saber de qué depende eso. A lo mejor, de una buena digestión, de una víspera
de sueño reparador. O tal vez de un culto destilamiento que lentamente se le ha ido
produciendo entre los cuarzos del espíritu.
Permítaseme tomar el ejemplo que me es más cercano en este momento. Mientras esto
escribo, ando un poquillo afortunado. Mal que bien, esto va saliendo con cierto orden, sin que
yo hiciera demasiado plan previo de expresión. Sencillamente, antes de ponerme a escribir,
puse en una cuartilla, a la carrera, diez o doce renglones de tipo telegráfico, con las ideas y las
fórmulas verbales que de entrada se me ocurrieron acerca del tema. Como no tenían orden
espontáneo alguno, se lo he ido dando al escribir. Pero mucho más a menudo ocurre que uno
no está tan “de vena”; y entonces sí hace falta un esquema previo de lo que se va a decir, un
“esqueleto” en que los conceptos se jerarquizan y articulan lógicamente. He aquí, pues una
primera recomendación para el novicio que quiera irse habituando a la expresión ordenada,
sobre todo en el campo de las ideas. Solamente cuando uno ya se ha disciplinando un poco
en eso, puede confiarse con alguna soltura “a lo que salga”.
Pero nunca hay que confiarse demasiado. “Lo que sale” es, frecuentemente, lo que cuesta
menos trabajo. Aquello de la línea de menor resistencia también opera en esto de
escribir. Cierto abandono ha sido característico del escritor hecho. Como el elegante de raza,
éste lleva sus prendas con naturalidad y soltura, hasta con cierta displicencia. El “empaque”
es una calamidad, en el escribir como en todo; la retórica no es otra cosa que el estilo de
“empaque” o empaquetado. Pero no hay que exagerar la cosa. No hay que olvidar, sobre
todo, que para poder llegar a esa soltura y abandono, es necesario haberse formado antes,
por la disciplina, por la vigilancia severa de la propia expresión, una especie de instinto de lo
que está bien. Nada hay más peligroso para el novicio que querer escribir “fácilmente” antes
de tiempo. De ahí proceden a menudo la vulgaridad, la superficialidad, el simplismo, el
contentarse con lo que buenamente “sale”. Decía un buen pintor español Casado del Alisal,
que “el poco más o menos nunca ha hecho buenos artistas”.
Ejercicios
Mostrar que la inspiración fluye, pero previamente hay que formarse en la disciplina.
3.- ¿De qué manera hace convivir la denotación y la connotación para lograr sus
fines? Ilustra con ejemplos.
Él utiliza significados manifiestos y otros significados que no son asociados, o no son muy
directos. Da un ejemplo claro de gente culta que no saben escribir, tienen una cultura pasiva.
4.- Interpreta en tu propio estilo por lo menos tres de sus recomendaciones; escribe un
párrafo breve de cada una.
Un novicio que quiera confiarse un poco en “la soltura” debe primero ser disciplinado. Por esa
“soltura” no es algo que lleve a cabo de una forma simple y sin sentido.
Lo que surge es lo que cuesta menos trabajo, nunca confiándose demasiado. Es bueno para
un escritor experimentado tener cierta dejadez, pero nunca demasiada.
La superficialidad, el simplismo, nunca ha hecho buenos artistas. Por eso primeramente hay
que estar formado en disciplina