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DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

EN HONRA
DE SU PURÍSIMA LECHE

ACTO DE CONTRICIÓN
¡Dulcísimo Jesús! esperanza, refugio y salud de mi alma, a mí me pesa
entrañablemente de todo mi corazón haberte ofendido; y quisiera que el dolor
que han tenido todos los verdaderamente arrepentidos, se juntara en mi alma
para dolerme de mis pecados, y que las entrañas y huesos se deshicieran de
pena y sentimiento. Recibe, amoroso Dueño mío, este mi deseo, por la preciosa
Carne que tomaste de la siempre Virgen María, y por sus sacratísimos Pechos
que te alimentaron y nutrieron; por los que te suplico que antes que mi alma
se aparte de mi cuerpo, consiga de tu misericordia infinita una verdadera
contrición, y tal dolor de mis pecados, que el corazón se me parta. Amén.

ORACION
Dios te salve siempre Virgen María, Azucena candidísima, Rosa fragrante y
hermosísima, llena de gracia, clara Luz que destierra nuestras tinieblas,
inmaculada Madre de Dios. Dios te salve Paraíso de la Santísima Trinidad,
escogida singularmente para que de tus purísimas entrañas naciera Jesucristo
Rey de los Cielos, y fuera con tu Leche purísima nutrido y alimentado. Ruégote,
¡oh Virgen admirable y fecundísima! Con la mayor devoción que puedo,
apacientes mi alma con tu Leche santísima, y me limpies y purifiques de los
resabios de la culpa de Adán, de tal manera, que pueda merecer el título de hijo
tuyo y hermano de Leche de Jesús tu Santísimo Hijo; por quien te pido
esfuerces mi flaqueza y enfervorices mi tibieza, para que adelante mi corazón
sea lleno de los celestiales bienes que comunican esas amabilísimas fuentes de
tus castísimos Pechos, más dulces que la pura miel, y más sabrosas que el
milagroso Maná. ¡O María Madre piadosísima! ayúdame; y cuando salga de
este destierro sienta mi alma el consuelo de tu amparo y socorro, para que
consiga el verte en la Gloria, y alabarte eternamente. Amén.

CONSIDERACIÓN
Considera los gozos y júbilos que tendría María Santísima Señora nuestra
cuando ministraba su Leche suavísima a su dulce Niño Jesús su Santísimo Hijo
y nuestro hermano. ¡Como le daría su corazón destilado por sus sagrados
Pechos! ¡Qué afectos tan tiernos serían los suyos, tan ardientes y encendidos!
¡Oh Leche de María Purísima, tan cándida y encendida por el amor! ¡Oh
manantiales de dulzura, suavidad y pureza! Llégate alma, llégate a Jesús, y
pídele una gota de este Néctar regaladísimo: pídele a su Madre Sacratísima se
digne rociarte con su divina Leche para que así quedes más fecunda en las
virtudes, que los campos para los frutos con el que beben de la Aurora. ¡Oh
María Santísima! no me niegues, Señora, mi petición, mira mi necesidad: dame
a gustar tu virginal Leche para que engendre en mi alma su pureza, amor,
humildad y mansedumbre: dame que, gustando esa suavidad, guste también el
manjar de la sagrada Pasión y Muerte de tu Hijo Benditísimo; porque sin duda
la recibiré en esa suave y amorosa bebida de tu Leche santísima; pues así como
tú Madre piadosa, la tenías tan entrañada en tu corazón compasivo, no puedes
dejar de comunicárnosla en ese Licor soberano. Considera también, que, si
anhelas a ser hija de Leche de María Santísima, como lo eres de sus dolores y
lágrimas, debes, ¡oh alma! proceder como hija de tal Madre, sentir, amar y
acompañar a su Hijo Sacratísimo, imitándole en su vida santísima. Esto es con
lo que mejor la puedes obligar para que te admita por su hija adoptiva.

Se rezan dos Salves de los sacratísimos Pechos de María Santísima y


luego la siguiente:
ORACIÓN
¡Oh Virgen Sacratísima! Dignísima Madre de Dios y Madre amantísima de
los pecadores que se acogen a tu amparo: con todo el afecto de mi alma, y gran
confianza en tu maternal amor, vengo a ti, refugio, aliento y consuelo de los
desvalidos, para que como Madre piadosa repares mi flaqueza, y me sustentes
con la Lecha de tus melifluos Pechos. No desprecies, Madre mía, mi petición:
acuérdate, Señora benignísima, que tu Santísimo Hijo nos dio su preciosísima
Sangre y Agua que guardaba en su sagrado encendido Corazón, formado en tu
Vientre virginal por obra del Espíritu Santo. Las misericordias de Jesús te
pongo delante para mover tu piadosísimo corazón a que no permitas que yo,
las malogre; lo que espero conseguir si me dispones con ese deliciosísimo licor
de tu santísima Leche. Rocía, Madre mía Purísima, a todas las almas con ella;
y haz que cada gota sea una centella de fuego que las abrase en el amor de
Jesús, y las encienda en tu verdadera devoción por la que todos logremos la
felicidad de alabarte eternamente en la Gloria. Amén.
GOZOS
A vos, a quien por Señora
el cielo y la tierra aclama,
Virgen de la Leche os llama
el que os busca Protectora.

En este monte encumbrada,


Casa de Dios os contemplo,
que fabricó vivo Templo
el que os hizo Inmaculada:
sobre todo, sublimada,
sois de todos valedora.

Cristóbal en su capilla
en vuestro obsequio se emplea,
donde cual flor gigantea,
sois del cielo maravilla:
vuestra grandeza se humilla
al que os busca intercesora.

Eva con fatal desgracia


nos dio de culpa alimento,
y vos con mejor sustento
nos dais la leche de gracia:
el que gusta su eficacia,
Madre os confiesa y adora.

Vuestra leche con desvelo


dais a Jesús en bebida,
que en su sangre convertida
nos fué rescate y consuelo:
por eso os publica el celo
del mundo Co-Redentora.

Sois tierra de promisión,


para el cristiano Israel,
que en vos halla leche y miel
de eterna consolación:
del infernal Faraón
libre, os canta vencedora.

El que del vicio se aleja,


para reparar su daño,
si acude a vuestro rebaño,
halla remedio a su queja:
pues de la perdida oveja
sois amorosa Pastora.

Sois del cielo medicina


que cura todos los males,
sois vida de los mortales,
y protección sois divina:
sois Estrella matutina,
del Sol de justicia Aurora.

Árbol de vida eminente


sois con divina virtud,
que en sus hojas la salud
traéis de toda la gente:
cuya sombra protegente
cuanto recrea, enamora.

Sois la Torre poderosa


en Torres-torres fundada,
de mil escudos armada,
con que amparáis portentosa:
con protección milagrosa
sois de todos defensora.

A este vuestro santuario


acuden con diligencia,
buscando en vuestra clemencia
el auxilio necesario:
pues sois celestial erario,
que milagros atesora.

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