Desde una perspectiva humanista-fenomenológica de enfoque clínico, Carl
Rogers propone que cada persona tiene su campo fenomenológico o manera de ver el mundo, dependiendo la conducta de dicha percepción. La personalidad se deriva del autoconcepto o simbolización de la experiencia de la propia existencia, la cual surge de la integración de la tendencia a la actualización o tendencia a mejorarse a sí mismo con las necesidades de sentir amor por parte del entorno y de autoestima derivada del contraste entre su conducta y la consideración o respuesta que reciba esta por por parte del entorno. Si existen contradicciones, se emplearán medidas defensivas tales con las que ocultar dicha incongruencia.
6. Teoría de la personalidad de Cattell
considera que la personalidad puede entenderse como función de un conjunto de rasgos, los cuales se entienden como la tendencia a reaccionar de determinada manera a la realidad. Estos rasgos pueden dividirse en temperamentales (los elementos que nos indican cómo se actúa), dinámicos (la motivación de la conducta o actitud) o aptitudinales (las habilidades del sujeto para llevar a cabo la conducta).
Teoría psicodinámica de Freud
La teoría propuesta por Freud relacionaba personalidad con el
funcionamiento de la mente, distinguiendo entre el “ello”, el “yo” y el “superyo”. En este sentido, concibe la personalidad como sistemas opuestos que entran en conflicto incesantemente.
El “ello” representa la parte innata de la personalidad, nuestros impulsos,
necesidades y deseos más elementales, operando de acuerdo al placer y cubriendo las necesidades básicas fisiológicas sin pensar en las consecuencias. El ello lo forman los deseos más primarios, pulsiones más primitivas como el hambre, la sed y los impulsos irracionales.
El “yo” evoluciona según se avanza en el desarrollo, tiene como fin cumplir
los deseos del ello y a la vez tiene que conciliarse con las exigencias del superyó, ejecutando un papel regulador entre ambos. Sigue el principio de realidad satisfaciendo los deseos del ello pero de una manera apropiada y representa el agente consciente e intenta ser realista y racional.
Por su parte, el “superyó” representa los pensamientos morales y éticos,
contrarresta al “ello”, y consta de dos subsistemas que son la conciencia moral y el ideal del yo. No está presente desde el inicio de la vida de la persona, sino que surge como consecuencia de la internalización de la figura de padre debido a la resolución del complejo de Edipo.