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Es para amar que tenemos vida.

Es para amar que tenemos vida, los corazones laten los segundos del alba palpitando,
incesante, los goterones del día. Más allá del cénit y un poco más acá de la cordura vi florecer
un pensamiento a plena oscuridad y lluvia; y la vida, amor, corre desnuda por los rincones de
la tarde, desvistiendo los paisajes para así dejarlos expuestos a mis letras. Entonces soy, lo que
tú eres, un instrumento de frágiles tonos, una armadura de aguas dormidas y una ligera
diadema perdida. Princesa mía, bienamada, veo titilar tus ojos bordeando la mañana y en los
campos o en los mares canta, canta mi letra enardecida llevando tu nombre de estandarte. Y
en el fondo había luz, una luz perdida en el silencio de las fresas e iluminaba con cautela los
sentimientos peregrinos, sí, vivo de luz, de sueños y olivos y muero como mueren las horas del
día. Voy quedando atrás, mi velocidad de pluma al viento se hace lenta en tu cabellera, van
quedando sílabas en el camino, veo letras polvorientas, pero es para amar que conservo mis
días, la flor, la copa y el sabor escarlata; es para amar que conservo planetas bajo mis puños de
acero y tengo un beso, sí, un beso que va y que viene pensando en tu rostro y reclama a gritos
tu boca. Blanca, princesa, ternura de invierno, ha llegado a ti el silencio de los corales y me vas
ocultando lentamente la llama del romance ¡Que hace tu voz que no me canta! ¿Dónde
quedaron tus manos soñolientas? Si pretendes ser olvido yo seré como la tierra, si pretendes
que te olvide ¿Se volverá el amor quimera? Y si es para amar que hoy vivo y tu amor no me
conversa ¿Se volverá el amor un niño y jugará con las campanas o simplemente el delirio
entrará por mi ventana?
No me ames porque te lo han pedido. Ámame sino porque necesitas de mí una mirada,
porque sientes embriagarte de mí en los crepúsculos y vuelas y vuelas con tonadas, ámame
porque el mundo así lo ha escrito, entre nubes fugaces y destellos del alba, porque sientes que
mis besos son como el agua y el vino y beberás de mí la esencia del alma. Construiré entonces
un par de sueños en tus manos y sembraré mi amor bajo tu almohada. Seremos tan nuestros
cuando caiga la noche que la oscuridad no logrará opacar nuestra llama, dormiremos nuestros
cuerpos bajo un manto de amapolas, quizá soñemos con la flor del vientre naciendo como
estrellas y oiremos un canto hermoso, será la voz de la esperanza.
Amor mío, blanca aventura, serás la luz de un navío a plena penumbra y frío, donde
quiera que estés, lo que sea que hagas, seguirás y seguirás siendo la flor de mi alma, la punta
del iceberg, la esencia rojiza, la sensualísima hoja en blanco que me cobija con su manto
peregrino, como claridad del mediodía, en la cúpula del romance, me permitirás correr como
un alce por pampas de amor y fantasía.
Es para amar que hoy vivo, princesa mía.
Para amar.

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