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La palabra enseñar es sinónimo de mostrar. Para los docentes y en el contexto escolar el concepto de
enseñanza excede ampliamente las tareas de exhibir o exponer, este significado vincula la acción de mostrar,
de hacer visible, con la transmisión y con la comunicación de ideas, valores e información.
En 1630 Comenius planteaba, en su obra Escuela de la infancia, que los niños debían aprender por la
experiencia y a partir de imágenes. En su libro contenía de modo organizado imágenes de objetos
acompañadas por sus nombres y descripciones. La concepción comeniana del aprendizaje, su creencia de
que nada entra en el intelecto sin haber pasado antes a través de los sentidos y la idea de que el aprendizaje
depende de una adecuada base de experiencias.
Pero mirar y aprender, mostrar y enseñar son relaciones antiguas, al observar atentamente a un padre o a
una madre con un niño pequeño para reconocer una especie de pedagogía espontánea de la imagen. Los
adultos señalan, indican, instan enfáticamente a mirar: “¡Mirá un perro!”, “¡Mirá la foto, esta es la tía!”.
Desde muy temprana edad nos enseñan que mirar es un modo de descubrir el mundo. En la actualidad, la
experiencia humana es cada vez más visual y está cada vez más visualizada. Imágenes del Universo, imágenes
del interior de nuestro cuerpo, cámaras de seguridad que nos filman en supermercados, bancos o estaciones.
Carteles publicitarios, televisión, computadoras y teléfonos celulares son parte ineludible de nuestra vida
cotidiana y la de nuestros alumnos.
Sin embargo, mirar y ver más no solo significa entender más. La distancia entre la riqueza visual
contemporánea y la capacidad para analizar lo que se observa es todavía un desafío para la escuela.
Las imágenes en particular, las denominadas fijas entran en el salón de clases casi sin permiso. Sus
portadores son los libros de texto, las enciclopedias y los diccionarios, además de las revistas. En estos
materiales podemos encontrar representaciones pertenecientes a épocas, soportes y géneros diversos:
dibujos, esquemas, mapas, retratos pictóricos, paisajes, fotografías periodísticas o familiares, etc.
Estas imágenes, que contienen múltiples sentidos y significados, constituyen una vía privilegiada para
acceder a diferentes modos de decir, de pensar y de hacer. Son enormes las posibilidades que se despliegan
si consideramos que las imágenes son dispositivos didácticos, es decir, si las concebimos como contenidos y
a la vez como herramientas para enseñar más y mejor. Todo lo que sabemos acerca de la imagen, junto con
las numerosas experiencias visuales de nuestros alumnos, puede ser aprovechado, ampliado y sistematizado
en pos del aprendizaje.
SE PUEDE AFIRMAR QUE LAS IMÁGENES, mantienen en relación con lo que representan cierto tipo de
iconicidad, es decir de semejanza con la apariencia de su referente.
En nuestra cultura visual, algunas imágenes muestran una notable iconicidad, un perfeccionamiento de su
función mimética cada vez mayor. se producen representaciones que son fidelísimas copias de las
apariencias ópticas del mundo visible; así, por ejemplo, la realidad virtual producida por computadoras, de
carácter hiperrealista. Pero también nos encontramos con otra tradición: la de la imagen como símbolo
intelectual, cuya iconicidad es muy baja o nula. Muchas disciplinas (como la arquitectura, la geología, la
meteorología o la medicina) suelen recurrir a cierto tipo de imágenes –gráficos, esquemas o diagramas– que
no muestran las apariencias visibles, sino relaciones entre los elementos que representan o puntos de vista
conceptuales sobre ellos, y resultan difíciles o imposibles de descifrar para los no expertos. En la escuela se
emplean imágenes que difieren en cuanto a su iconicidad, desde fotografías e ilustraciones figurativas hasta
planos y climogramas.
¿Qué relación existe entre una imagen y el contexto en el que fue creada?
Si observamos fotografías de familias o parejas tomadas a fines del siglo XIX, nos llaman la atención las
posturas rígidas y las caras serias de los retratados, resultan curiosos los decorados y las escenas armadas
para la toma. En imágenes como el hombre que aparece sentado mientras que la mujer se ubica de pie o
bien, cuando hay niños, sentada sosteniéndolos. Esto se debe a que las primeras fotografías retoman la
tradición pictórica al recrear estéticamente el ambiente de los retratos pintados; exhiben en forma simbólica
el lugar privilegiado del varón en la familia. En aquella época, los retratos fotográficos se realizaban en un
estudio. Los modelos debían colocarse cerca de un vidrio por el que entraba la luz natural, el fotógrafo solo
podía trabajar en horas cercanas al mediodía y la sensibilidad de las placas requería prolongados tiempos de
exposición. Estas fotografías dan cuenta de prácticas culturales, de lo que se entendía por retrato fotográfico
familiar en esa época, pero, además, brindan información acerca de las herramientas y los recursos técnicos
disponibles para realizarlas. Tanto el contenido de la imagen como sus características materiales son el
resultado de su época histórica, de los medios disponibles y de las convenciones culturales vigentes.
En el transcurso de la historia, se han producido numerosas imágenes que registran o representan la vida
cotidiana o los hechos sobresalientes de una sociedad. Este registro gráfico de primera mano resulta, con el
paso del tiempo, un valioso testimonio del pasado tanto por su contenido como por el modo en que se lo ha
representado.
OTRA CLASIFICACION IMPORTANTE PARA LA ENSEÑANZA: se agrupan tiendo en cuenta el tipo de juicio que
generan o su valor de verdad. Se distingue las imágenes de arte y las de información, ambos tipos de imagen
comunican y contienen conocimiento, pero se diferencian por el valor de verdad que tiene cada tipo.
LAS IMÁGENES DE INFORMACION: muestran representaciones en las que se supone que el realizador
comunica un conocimiento verdadero.
LAS PRODUCCUINES ARTISTICAS: no se caracterizan por su verdad o falsedad, sino que producen juicio de
gusto “me gusta, me emociona, me produce rechazo” y se lee como modos de hablar sobre el mundo. XEJ:
el cuadro Noche estrellada, de Vincent van Gogh (Países Bajos, no analizamos su credibilidad ni pretendemos
que el cielo pintado responda a un modelo verdadero; en cambio, si observamos un dibujo del Sistema Solar
en un libro de Ciencias Naturales, lo miramos considerando que se trata de una representación científica del
cielo, y que, por tanto, corresponde a su carácter real.
El contexto en que miramos las imágenes determina en gran medida si se trata de una imagen de arte o de
una imagen de información. Si vamos a un museo de bellas artes, sabemos que encontraremos imágenes de
arte. Si miramos la fotografía que ilustra una noticia policial en el diario, suponemos que se trata de una
imagen de información, aunque este límite no siempre sea tan preciso. En los libros de texto y en las paredes
de la escuela hay tanto imágenes de arte como imágenes de información.
Una misma imagen puede clasificarse atendiendo a más de un criterio; por ejemplo, La columna rota de
Frida Kahlo es una imagen de arte, icónica, bidimensional y fija.
¿Qué consecuencias puede tener la reproducción de imágenes para la difusión del conocimiento?
Las características reproductivas del grabado favorecieron la difusión y la repetición de imágenes. Algunas
de ellas, con el tiempo, llegaron a conformar verdaderos estereotipos visuales. Estas imágenes
estereotipadas transmitieron –a veces durante cientos de años– importantes distorsiones o errores en
textos de carácter científico. Por ejemplo la imagen antigua de un rinoceronte en forma de dragon, con
armaduras, es una creatura inventada que sirvió de modelo durante varios años como imagen de un
rinoceronte en un libro de historia natural o en libros de ciencias naturales.
¿Qué es la pintura? ¿Qué materiales y técnicas se emplean para realizar una pintura?
El término pintura designa, en sentido amplio, una sustancia que se emplea para dar color. Por extensión,
se denominan pinturas las imágenes realizadas con dichas sustancias y cuyo rasgo característico, en términos
plásticos, es el uso del color. Las pinturas son representaciones de contenidos culturales y sociales, y también
manifestaciones de ideas y emociones, pero son, ante todo, cuerpos físicos fabricados con determinadas
técnicas y materiales.
La manipulación de los materiales produce determinados efectos visuales; por ejemplo, la acuarela da la
sensación de frescura y de espontaneidad; el pastel brinda una textura aterciopelada. Mientras que algunos
pintores siguen estrictas pautas técnicas, otros experimentan e incluso se atreven a incorporar accidentes y
resultados no previstos.
La superficie sobre la que se pinta se denomina soporte. La enorme variedad de soportes que existen
demuestra que casi todo puede emplearse para este fin: paredes, madera, tela, papel, vidrio, pergamino,
terciopelo, cerámica, seda, raso, arpillera, plástico y hasta el cuerpo humano.
Desde el antiguo Egipto y hasta el Renacimiento, los soportes más usados fueron las paredes y la madera.
Durante la Antigüedad, los griegos, los etruscos y los romanos realizaron pinturas murales que sobrevivieron
casi intactas hasta nuestros días; en la Edad Media, la Iglesia cristiana empleó, en Europa, los muros de las
iglesias y las tablas de madera como soportes de pinturas con el fin de transmitir su doctrina a los fieles
iletrados; hacia el Renacimiento, las pinturas murales adquirieron mayor complejidad narrativa, como en las
obras de Miguel Ángel pintadas en la Capilla Sixtina. En los libros escolares se suelen reproducir fragmentos
de pinturas del Renacimiento; muchas de ellas son solo detalles de murales de grandes dimensiones.
Con el tiempo, las telas comenzaron a reemplazar a las paredes y a las tablas de madera como soporte de
las pinturas. El soporte puede tener variadas formas: cuadrada, rectangular o circular, por ejemplo. Esta
característica se denomina formato. El formato condiciona y encierra la composición de una pintura.
Las pinturas que se aplican sobre los soportes constan de dos componentes fundamentales: los pigmentos
y los aglutinantes.
Los pigmentos son las sustancias que dan color y provienen de productos naturales –animales, minerales o
vegetales– y artificiales. A los pigmentos se les añaden aglutinantes para que la pintura se adhiera al soporte.
Cada tipo de pinturas y de soportes requiere el uso de herramientas y procedimientos específicos que
conforman, en su conjunto, una técnica. Cada técnica implica ciertas condiciones y resultados que la hacen
más adecuada para determinados temas o expresiones. Las siguientes son algunas de ellas.
■El fresco se pinta directamente sobre un muro que antes ha sido alisado y preparado con el enlucido (una
mezcla de cal, yeso, arena y polvo de mármol). Se trabaja directamente sobre el muro húmedo; no se puede
corregir. Cuando el muro se seca, retiene firmemente las pinturas.
■ La acuarela utiliza pigmentos finos o tintas mezclados con goma arábiga para darle cuerpo, y glicerina o
miel para hacerla más viscosa; para aligerar las mezclas, se emplea agua. Los colores se diluyen en agua y la
mezcla se extiende sobre el papel, que por lo general es blanco. En la aguada los pigmentos se mezclan con
agua, pero, además, se agrega pigmento blanco, que le da a la pintura un efecto opaco.
■ En la técnica del óleo, los pigmentos se mezclan con aceites u óleos de linaza, semilla de lino o nogal, o de
animales. La mezcla se aplica sobre tablas de madera, papel, metal o telas. Una de sus características es el
secado lento, lo que permite retocar la obra y modificarla durante varios días.
■ El acrílico es una clase de pintura de secado rápido, en la que los pigmentos están contenidos en una
emulsión de un polímero acrílico, generalmente cola vinílica. Aunque es soluble en agua, una vez seco, es
resistente a ella. Se caracteriza por la rapidez del secado y comenzó a emplearse en el siglo XX en Alemania
y los Estados Unidos.
■ Se denomina técnica mixta al empleo de más de una técnica en la creación de una pintura.
La elección de una técnica está relacionada no solo con deseos, motivaciones y preferencias personales de
los artistas, sino también con modas, contextos históricos y culturales, e ideologías. La pintura al óleo es un
buen ejemplo del empleo de una técnica para dar cuerpo a un conjunto de ideas.
La pintura histórica
Este género pictórico representa acontecimientos de la historia. Se trata de una temática con una larga
tradición; sin embargo, el interés de los pintores por reconstruir escenas del pasado se intensificó a partir de
la Revolución Francesa.
La Academia Francesa calificaba la pintura histórica como un género noble que estaba por encima de otras
modalidades pictóricas, como las escenas de la vida cotidiana, los retratos o los paisajes. La pintura histórica
de los siglos XVIII y XIX intentaba mostrar el momento más representativo de un acontecimiento xej:la
entrega de las llaves de una ciudad o el instante en el que se realiza un juramento con la convicción de que,
de ese modo, se expresaba el significado pleno del hecho. Durante el siglo XVIII, las pinturas históricas
recreaban numerosos hechos y figuras de la Antigüedad clásica para referirse a sucesos presentes.
En la primera mitad del siglo XIX comenzaron a disminuir las referencias iconográficas a la Antigüedad clásica,
y la visión idealizada del pasado se sustituyó por una mirada mucho más realista, que incorporaba elementos
hasta entonces considerados innobles o vulgares. Así, la pintura histórica comenzó a mostrar con crudeza
los efectos destructivos que tienen las guerras. Los cuerpos muertos que aparecían en los cuadros ya no eran
heroicas figuras desnudas con reminiscencias clásicas, sino cadáveres mutilados: se mostraron graves
heridas y charcos de sangre, como lo hizo Francisco de Goya en Los fusilamientos del 3 de mayo. Con la
aparición de nuevos medios y lenguajes visuales como la fotografía o el cine, a fines del siglo XIX, la pintura
histórica comenzó a buscar nuevas vías de desarrollo y se alejó tanto del idealismo alegórico como del
dramatismo realista.
La pintura mitológica
La pintura mitológica trata acerca del mundo de los dioses paganos y el conjunto de historias narradas por
la mitología clásica; fue muy valorada a partir del Renacimiento. En muchos casos, la representación pictórica
de estos relatos funcionaba como una excusa para pintar desnudos femeninos.
Para transmitir su contenido, este género utiliza como medio la alegoría, palabra que significa literalmente
“hablar de otra cosa”. El recurso de la alegoría consiste en representar figuras, ideas o situaciones por medio
de imágenes simbólicas. Xej: la victoria era representada por una mujer alada; la paz, por una figura que
sostiene una rama de olivo; el amor, por Venus; la guerra, por Marte; la creatividad, por las musas. Los
símbolos empleados son convenciones culturales y familiares para los miembros de una cultura y una época
determinadas.
Los cuadros mitológicos presentan varios niveles de significado; además de los personajes y la historia que
narran, contienen mensajes, ideas y valores que el artista desea expresar.
El retrato
Los retratos representan a individuos específicos, reales y únicos, y transmiten su apariencia física, su
posición social y cultural, así como sus actividades. Muestran personajes, seres humanos que cumplen un
papel en su escenario cultural.
Según Peter Burke el retrato es un género pictórico que se realiza según un sistema de convenciones que
cambian muy lentamente en el tiempo. Las poses y los gestos de los modelos, así como los accesorios y los
objetos presentados junto a ellos, siguen un esquema y están cargados de significados simbólicos. Xej: en
los retratos del Renacimiento italiano, la presencia de perros pequeños cerca de las mujeres o de las parejas
representaba la fidelidad (con lo que se daba a entender que la mujer es fiel al marido como el perro a su
amo). Las inclusiones de columnas clásicas remitían a las glorias de Roma y las sillas con aspecto de trono
intentaban vincular al retratado con la realeza. Los modelos solían ponerse sus mejores galas para posar y
aparecían mostrando la mejor actitud posible, sus posturas más elegantes.
Los retratos revelan no tanto la realidad social, sino las ilusiones sociales, es decir, qué le gustaría parecer a
una persona, cómo ha querido mostrarse y ser vista.
Además de los retratos individuales, existe una tradición de retratos de grupo, como los de los gremios, que
se pintaban en Holanda en los siglos XVI y XVII. Cada miembro del gremio aportaba su contribución para
pagar al artista a cambio de aparecer en el retrato. Solo las personas adineradas tuvieron la posibilidad de
encargar un retrato pintado, hacia el siglo XIX el género se democratizó con la invención de la fotografía. En
su afán igualador, el retrato fotográfico de estudio ofrecía a los nuevos clientes muchas de las convenciones
del retrato pictórico tradicional, como las poses, los paisajes de fondo y la inclusión de objetos. Si bien el
retrato fotográfico se generalizó como medio para mostrar el aspecto físico de una persona, el género del
retrato pictórico siguió desarrollándose y acentuó la búsqueda por captar no solo la semejanza física, sino
también la identidad y el carácter de las personas retratadas.
El desnudo
En Occidente, el desnudo ha sido un género muy popular y un ícono cultural desde los tiempos clásicos hasta
el presente. En la Grecia clásica y en Roma, el cuerpo desnudo representaba la fuerza moral y la virilidad; los
cuerpos masculinos eran los que transmitían cabalmente estas nociones.
Con el advenimiento del cristianismo, la desnudez pasó a asociarse con el pecado. En la Edad Media, se
representaba a Adán y Eva desnudos en secuencias de imágenes que narraban el origen de la especie
humana.
En el Renacimiento, Adán y Eva aparecen tapados con hojas de higuera o de parra para representar la
vergüenza después de haber desobedecido el mandato divino.
En tradiciones pictóricas no europeas como en el arte indio, el persa, el africano o el precolombino–, cuando
el tema de una imagen es el amor sexual, tanto el varón como la mujer se ven desnudos en la escena, en el
arte europeo la desnudez es siempre femenina. En la pintura europea clásica, a partir del Renacimiento, las
mujeres son representadas de un modo totalmente diferente del de los varones, no porque lo femenino sea
diferente de lo masculino, sino porque la mujer es un objeto contemplado mientras que el espectador es
varón.
En Europa, los pintores y los espectadores propietarios de desnudos eran usualmente varones, y las mujeres
eran tratadas como objetos. El cuerpo femenino era un objeto pasivo de la mirada masculina, un estereotipo
por el cual la mujer aparece sin ropa del lado de la naturaleza mientras que el varón, con su traje a la moda,
está del lado de la cultura.
Con el arte moderno, el desnudo comenzó a perder importancia. La visión realista de las prostitutas
constituyó el tema de las pinturas de los primeros cuadros vanguardistas. En el siglo XX, movimientos como
el cubismo y el surrealismo recrearon el desnudo, y cuestionaron las nociones tradicionales de la simetría y
la proporción, fragmentando y distorsionando el cuerpo humano.
El arte contemporáneo ya no se ocupa del cuerpo impecable, identificado con la belleza, sino que le da al
cuerpo un carácter más físico, como lugar del sufrimiento, del dolor y de la vulnerabilidad. Las ideas
tradicionales acerca del desnudo se continúan hoy a través de otros medios de difusión, como la publicidad
y la televisión.
El paisaje
Surge como género en el siglo XVII, anteriormente ya se pintaban paisajes, estos aparecían como fondo o
escenario para las figuras y con un valor simbólico, por ejemplo, un jardín como representación del Jardín
del Edén o Paraíso. El paisaje comenzó a ser un tema pictórico cuando las personas lo contemplaron desde
la ciudad, cuando el campo dejó de ser únicamente el hábitat que brindaba alimentos a los campesinos. Este
género revela un clima nuevo en la relación del ser humano con su medio, un primer aburguesamiento; el
individualismo y el capitalismo posibilitaron que los artistas se atrevieran a plasmar una mirada profana
sobre las aguas, los montes y los bosques.
El género del paisaje surgió en Bélgica y se extendió a Holanda. Esto se debe a la reforma religiosa impulsada
por Juan Calvino había prohibido a los pintores crear imágenes religiosas, de modo que los artistas debieron
buscar temas seculares para sus obras. Entre los holandeses, que eran grandes navegantes, se popularizaron
los paisajes de mar con embarcaciones, llamados marinas.
Las imágenes de paisajes representan el territorio según diversas escalas y desde varios puntos de vista. A
veces se trata de un escenario natural, no modificado por el ser humano; otras veces, son espacios
intervenidos, como campos, estancias o caminos; en algunos paisajes se muestran costumbres y tradiciones
como la doma y la yerra y otros se conciben como productos visuales para viajeros, similares a postales, que
presentan una imagen idealizada del territorio nacional. En algunas ocasiones las pinturas representan la
tierra en su condición de propiedad, de posesión privada.
Este género ha estetizado el medio natural; mediante el encuadre y la simetría, ha ennoblecido lo que hasta
entonces era considerado vil y lo elevó a la condición de algo digno de ser pintado: pintoresco. Es habitual
decir que un paisaje es pintoresco o que parece pintado; estas adjetivaciones muestran en qué medida
nuestra forma de ver la naturaleza es cultural y está influida por los cuadros de paisajes.
Fines del siglo XVIII, el movimiento romántico –surgido en Europa– otorgó valor a la subjetividad, la
originalidad, la sensibilidad y la expresión de sentimientos. En este contexto, los pintores románticos ingleses
elevaron la posición del paisaje en la jerarquía de los géneros.
La pintura de paisajes pasó de ser un registro documental de la naturaleza a convertirse en la visión personal
del artista. Xej: en las marinas, las figuras pierden definición y aparecen casi desdibujadas; las masas de color
parecen estar en constante movimiento para representar la turbulencia y la furia del mar.
Además de los paisajes marinos, rurales o agrícolas, hacia el siglo XIX, cuando el desarrollo de las ciudades
llegó a ser un símbolo de vitalidad y dinamismo, adquirieron relevancia los paisajes urbanos. Xej: los barrios
de la ciudad de Buenos Aires y las zonas suburbanas que se transformaban por el progreso con la
introducción del asfalto y las nuevas construcciones.
La pintura de género
La expresión pintura de género se refiere a las imágenes que describen escenas de la vida cotidiana. El arte
académico consideraba que este era un género menor, ya que lo asociaba con lo ordinario. Se trata de obras
que representan cosas y experiencias comunes, es decir que son masivas o triviales. Además, la pintura de
género se ocupaba de los campesinos o de los trabajadores manuales, grupos que las elites artísticas
asociaban con la ignorancia y el mal gusto.
Peleas en las tabernas, fiestas familiares, patinadores en el hielo y mujeres ocupadas en sus tareas
domésticas constituyen los temas de la pintura costumbrista europea a partir del siglo XVII; En la Argentina,
Prilidiano Pueyrredón fue un pintor de escenas de costumbres. En sus cuadros, representó a los trabajadores
de las estancias, así como las pulperías, las carretas y las costa, por eje: su obra Un alto en el campo muestra
la extensa llanura, con un amplio cielo y varios personajes que parecen formar una familia subiendo a una
carreta, una joven que toma mate y un paisano con sombrero tirando de un caballo. Boneo pinto escenas
costumbristas con mineros, aborígenes araucanos y costumbres populares, como el candombe de los
morenos fue uno de los primeros en tratar en sus pinturas temas relacionados con la llegada de los
inmigrantes europeos a la Argentina.
Fines del siglo XIX, se redefinió el concepto de lo cotidiano y en las pinturas comenzaron a retratarse nuevos
aspectos y protagonistas de la sociedad urbana; numerosas escenas muestran a la clase obrera y la pobreza
de un modo que conlleva una crítica. La pintura de género comenzó a ser empleada por los pintores para
cuestionar las jerarquías y los valores del academicismo, mediante la investigación de aspectos pictóricos en
temas hasta considerados irrelevantes.
La naturaleza muerta
Las naturalezas muertas representan frutas, objetos, bandejas con pescados y aves, y ramos de flores; a
veces, se incluyen en ellas vajilla reluciente, vasijas de peltre o elementos como pipas, tinteros, libros o telas.
Este género existía en la Antigüedad clásica, fue retomado como tema por el Renacimiento y se popularizó
en Europa en los siglos XVI y XVII. Se trata de pinturas decorativas que muestran los gustos y los valores de
una sociedad, en especial en relación con los objetos que sus miembros desean poseer.
Las naturalezas muertas también pueden contener mensajes morales. Xej: la inclusión de una calavera entre
objetos bellos es un recordatorio de la fragilidad y la transitoriedad de la vida.
En el siglo XX, el cubismo empleó la naturaleza muerta para analizar y descomponer las formas, mientras
que el dadaísmo y el surrealismo intentaron perturbar la percepción del observador en relación con sus
objetos cotidianos.
¿Qué es la composición?
Reconociendo el género de una pintura, es posible saber a qué tradición temática pertenece, sobre qué trata
o qué tipo de cuestiones representa. Si se establece en qué corriente o movimiento se inscribe una obra, es
posible identificar desde qué supuestos, principios o ideas fue concebida. También toda pintura está
compuesta por elementos que se organizan en el espacio del cuadro con el propósito de producir
sensaciones en quien la observa.
Se denomina composición la combinación o la organización de diversos elementos en un todo. Se trata del
ordenamiento de las figuras, los objetos y los colores con una lógica interna.
Trazar líneas imaginarias es uno de los recursos para comprender la composición de una pintura. Los tipos
más usuales de composición son:
■ simétrica - asimétrica;
■ cerrada - abierta;
■ unificada - no unificada.
Una composición es simétrica cuando predomina el equilibrio de los elementos, y es asimétrica cuando las
formas y los colores están organizados de manera más irregular. Para saber si la composición es simétrica o
asimétrica, se traza una línea vertical o eje que divida la obra en dos partes iguales. La composición es
simétrica si se observa la misma cantidad de elementos en cada una de las mitades de la obra y si ambas
mitades son similares.
Las composiciones cerradas se organizan en relación con una línea central a la que parecen dirigirse todos
los elementos. En las composiciones abiertas los elementos están fuera del centro y expresan tensión,
dinamismo y desorden.
En la composición unificada, varios elementos interactúan para transmitir la sensación de estabilidad; en la
composición no unificada, cada elemento por separado resulta más importante que la totalidad. Xej: ante
Naturaleza muerta con fruta y presas de caza, es posible preguntarse qué llama primero nuestra atención y
si, al observar la obra, miramos primero algún elemento en particular.
Además de trazar líneas o ejes imaginarios, reconocer las formas geométricas que hay en una pintura es un
modo de descubrir cuál es el andamiaje sobre el que se ha construido la imagen. Cuando la pintura se
organiza en líneas rectas horizontales o verticales o a partir de formas geométricas regulares, se acentúa la
impresión de quietud o de reposo. Las líneas sinuosas, las diagonales y las formas irregulares producen
sensaciones de movimiento y vivacidad.
pueden plantear las siguientes preguntas: ¿qué figuras geométricas podrían contenerlos? ¿Parecen estables
o inestables? Y con los edificios, ¿qué figuras geométricas podrían trazarse? ¿Se trata de figuras regulares o
irregulares?. El arte abstracto –sin figuras, argumentos ni narraciones– constituye un excelente material para
centrar nuestra atención en las formas. La composición también se puede analizar en otro tipo de imágenes,
como la fotografía.
El color es inseparable de la luz y, tanto en la pintura como en la fotografía, es uno de los elementos que se
emplean para componer la imagen. La luz permite crear sombras, resaltar determinados colores o
volúmenes; se trata de un recurso expresivo que puede usarse para mostrar dramatismo, serenidad o
movimiento. La iluminación puede modificar el modo en que se muestran las relaciones espaciales de una
imagen, como por ejemplo los tamaños de las figuras y los elementos. En algunos casos, la luz se emplea de
forma conceptual o simbólica asociándola con la verdad y la revelación.
Reconocer el origen de la luz, el modo en que se proyecta sobre las figuras y su dirección puede ser una
herramienta útil para analizar los efectos que la luz produce en una imagen y, por consiguiente, en quien la
observa.
■ Según su procedencia, la iluminación puede ser natural o artificial. Natural es la iluminación producida por
el Sol, y artificial, la producida por focos.
■ Atendiendo a su proyección sobre las figuras, puede ser directa o indirecta. Directa es la luz que se proyecta
directamente sobre la escena e indirecta, la que se proyecta reflejada sobre la escena.
■ Según la dirección, puede ser cenital, frontal o escorzada. Cuando es frontal, la luz llega de frente; cuando
es cenital, proviene de arriba, y es escorzada cuando llega desde abajo o desde los costados, y provoca
contrastes.
¿Qué es la textura?
El término textura deriva del latín y significa “tejido”. La textura de una imagen se refiere a la especie de
sensación táctil que produce visualmente. Las texturas en una pintura, remiten a sensaciones táctiles; por
ejemplo, rugoso, suave, áspero, aterciopelado o resbaladizo.
Todos los materiales tienen textura; en nuestras vidas hemos tocado muchos materiales y esas sensaciones
han quedado guardadas en nuestros cerebros. Por eso, podemos recordar sensaciones táctiles sin necesidad
de tocar, recurriendo solamente al sentido de la vista. En algunas pinturas, las texturas son simuladas; por
ejemplo, la rugosidad, en algunas obras, la textura es real o física, es decir que si pasáramos la mano por
encima, sentiríamos que nuestros dedos se hunden en algunas partes o que hay zonas más ásperas, más
rugosas o más resbaladizas que otras. Este tipo de texturas es frecuente en los collages, en los que se insertan
varios tipos de materiales (papel, cuerdas, esterillas o hierros, por ejemplo). A veces, los pintores incorporan
en sus materiales elementos como arena, polvo de mármol o tiza para texturar sus pinturas y contribuir, así,
a producir variadas sensaciones táctiles en quien las observa.
¿Cómo se selecciona el espacio fotográfico? ¿Qué son los planos y las angulaciones?
Tomar una fotografía es seleccionar una parte de la realidad –personas, objetos o paisajes– para
representarla. Elegir implica decidir no solo lo que va a entrar en la imagen, sino también lo que quedará
escondido. Por ejemplo, si una persona quiere tomar la fotografía de un paisaje y ve un poste en el lugar,
debe decidir si lo incluirá en la imagen o se desplazará para que el poste quede fuera del cuadro. Se denomina
campo la porción que va a ser representada y fuera de campo, todo el espacio de alrededor. En el caso de la
fotografía, el campo coincide con el cuadro del visor de la cámara. Por eso, esta selección también se
denomina encuadre.
Además de esta operación de recorte o encuadre, es preciso determinar la distancia visual, es decir los planos
y las angulaciones o el punto de vista desde el que se tomará la fotografía. El encuadre, los planos y las
angulaciones constituyen elementos fundamentales en la selección del espacio fotográfico.
Los planos
El concepto de plano se establece tomando como referencia la figura humana; para la toma de objetos,
edificios o paisajes, se aplica el mismo parámetro. Los planos se clasifican en tres grandes grupos.
■ Los planos generales sirven para mostrar una localización determinada y para situar al espectador. Son
fundamentalmente, informativos. Entre ellos, se reconocen tres tipos.
*Gran plano general: predomina el entorno sobre los objetos y los personajes que forman parte del
encuadre.
*Plano general: muestra los objetos o los personajes en el entorno, pero de un modo más limitado en
relación con el gran plano general.
*Plano general corto: toma el entorno de objetos y personajes, pero más cercano o recortado aún que en el
plano general.
■ Los planos intermedios se emplean para relacionar a los personajes unos con otros; se aproximan más a
la visión cotidiana que tenemos de la realidad.
• Plano americano o tres cuartos: el cuerpo aparece cortado a la altura de las rodillas.
• Plano medio: la figura humana se corta a la altura de la cintura. La mayor parte del contorno es eliminada
y el cuerpo se convierte en el centro de atención.
■ Los planos cortos, más artificiales, se emplean con intenciones expresivas más que informativas, cuando
es preciso mostrar aspectos específicos y acotados de la realidad.
• Primer plano: el encuadre incluye la cabeza, el cuello y parte de los hombros del personaje. Permite
aproximarse al personaje y tiene una gran carga de subjetividad.
• Plano detalle: recorta un fragmento que se intenta resaltar.
Las angulaciones
Una escena, un objeto o una persona pueden ser tomados desde diversos ángulos, que son puntos de vista
desde los cuales se encuadra la realidad. Existen tres angulaciones de cámara fundamentales, que, a su vez,
pueden presentar pequeñas variaciones.
■ Ángulo normal o estándar: a la altura de los ojos del observador.
■ Ángulo picado: desde una posición más elevada que el punto de vista normal. El picado más extremo se
denomina cenital. La cámara se coloca por encima de la figura y, así, esta parece más pequeña.
■ Ángulo contrapicado: desde una posición por debajo de los ojos del observador. La imagen se toma desde
el suelo. La cámara se coloca debajo de la figura y, entonces, esta parece más grande.
Descubrir los planos y las angulaciones permite saber más acerca de una imagen. Un ejercicio interesante
puede ser tomar un álbum fotográfico y reconocer en las fotografías familiares las distancias y los puntos de
vista desde los cuales han sido tomadas las imágenes.
¿Qué actividades se pueden realizar en el aula para enseñar a mirar imágenes fijas?
Enseñar a observar, analizar e interpretar imágenes forma parte de un proceso extendido en el tiempo cuyo
fin a largo plazo es educar la mirada.
La práctica de enseñar a mirar imágenes puede definirse como el conjunto de acciones que se desarrollan
con el propósito de favorecer el pasaje de la mirada espontánea, rápida y habitual hacia una mirada
detenida, inquisidora, inquieta y crítica. Se trata de promover en nuestros alumnos y nuestras alumnas la
contravisión; es decir, producir “acciones de ruptura con las rutinas que controlan nuestros programas de
pensamiento visual”.
Tal como se desarrolló ampliamente en los capítulos precedentes, el análisis de una imagen –en este caso,
las imágenes icónicas fijas– implica tratar una gran variedad de aspectos. Ante una imagen, es preciso
considerar las siguientes cuestiones:
■ qué representa la imagen;
■ cómo lo representa;
■ qué significados simbólicos –culturales y sociales– tiene;
■ quién la creó;
■ en qué contexto –histórico y social– lo hizo;
■ qué sentido y efectos genera la imagen en quienes la observan.
Enseñar a mirar una o varias imágenes en particular, en el marco de un proyecto determinado, tiene sus
propios fines, que se desarrollan y se evalúan en el corto plazo; pero estas tareas contribuyen, a la vez, a que
se cumpla el objetivo más general. Se trata de un camino con varios surcos simultáneos. Cada vez que
seleccionamos una imagen y realizamos su análisis y su interpretación, estamos enseñando estrategias y
modos de mirar que podrán transferirse a la observación de otras imágenes.
No existen un único método ni un conjunto de reglas fijas para analizar las imágenes, sino una multiplicidad
de modos y recursos didácticos para tratar cada componente y cada aspecto de las representaciones
visuales.
Las estrategias didácticas y las buenas prácticas pueden ser leídas como pautas o fuentes de inspiración para
crear actividades a medida teniendo en cuenta los contenidos que se enseñan y el grupo de alumnos a los
que se enseña.
La observación de imágenes se planifica como una actividad y, por lo tanto, es preciso asignarle un tiempo y
un espacio específico dentro de las tareas del aula. Las imágenes que se utilizarán serán seleccionadas
teniendo en cuenta el proyecto de enseñanza en el que se inscriben. Además de las representaciones que
proporcionan los libros de texto, es posible ampliar y enriquecer el universo de las imágenes que se
introducen en el aula mediante catálogos, folletos de museos y exhibiciones, revistas, textos no escolares,
producciones originales de artistas, entre otros elementos.
Una vez que se han asignado el tiempo y el lugar, y se han seleccionado una o varias imágenes, es necesario
disminuir la velocidad, es decir, desarrollar a un ritmo más pausado y consciente acciones que se realizan
todos los días de forma rápida y casi inconsciente. Los procesos de análisis e interpretación implican
desmenuzar, desarmar o de construir la imagen para volver a armarla de otro modo. Aunque la imagen no
cambia, en este camino cambiará el modo de verla, entenderla y disfrutarla.
A continuación, se describen algunas estrategias generales para enseñar a mirar las representaciones
visuales en el aula.
Formular preguntas
Las preguntas pueden tener diversos objetivos: guiar la observación de la imagen; entablar una conversación
acerca de ella; reconocer y aprovechar conocimientos previos de los alumnos, o despertar dudas e intereses.
Existen diferentes tipos de preguntas según su propósito y las habilidades que deben ponerse en juego para
responderlas.
■ Preguntas que orientan la observación. Sus respuestas se obtienen solo mirando la imagen. Sirven para
realizar descripciones. Por ejemplo: “¿Qué elementos se ven?”; “¿Hay personas?, ¿de qué sexo?, ¿de qué
edad?”; “¿Cómo están vestidas?”; “¿En qué lugar se encuentran?”.
■ Preguntas orientadas al planteo de hipótesis interpretativas. Se vinculan con las de observación e intentan
atravesar el plano empírico para considerar aspectos interpretativos. Por ejemplo: “¿Por qué piensan que la
mujer está llorando?”; “¿Por qué piensan que la espada está rota?”; “¿Por qué les parece que el autor solo
utilizó tres colores?”.
■ Preguntas que estimulan la invención, la creatividad o la fantasía. En este caso, se pide a los alumnos que
agreguen elementos propios a los datos de la imagen. Por ejemplo: “¿Qué le estará diciendo el hombre a su
amada?”; “¿Qué poema estará recitando la niña?”; “¿Qué título le pondrían a esta imagen?”; “¿Qué música
de fondo podría acompañar a esta imagen?”.
■ Preguntas vinculadas con el gusto, las sensaciones y las emociones personales. Estos interrogantes ponen
en juego opiniones y juicios individuales. Por ejemplo: “¿Qué sienten al ver este dibujo?”; “¿Les gusta este
grabado?, ¿por qué?”; “¿Qué imagen, de todas las observadas, les gustó menos?, ¿por qué?”; “¿Qué palabra
define mejor esta imagen: temor, angustia, soledad?, ¿por qué?”.
■ Preguntas acerca de conocimientos enseñados en la escuela. En este caso, se propone relacionar la
observación de los alumnos con conocimientos que han obtenido en diversas disciplinas. Por ejemplo: “En
el cuadro se ve un globo terráqueo que incluye el continente americano; entonces, ¿después de qué
suceso histórico fue pintada esta obra?”; “¿Qué significa monocromático?”.
■ Preguntas acerca de conocimientos adquiridos en espacios informales. Otros datos que los alumnos
pueden vincular con la observación provienen de fuentes distintas de la escuela. Por ejemplo: “¿Qué lugar
de la ciudad se ve en la imagen?”; “¿A qué están jugando los niños de la fotografía?”.
■ Preguntas retóricas. El propósito de estas preguntas es motivar inquietudes y nuevas miradas más que
pedir una respuesta acabada o precisa. Por ejemplo: “¿Podemos cambiar la sociedad en la que vivimos?”;
“¿Se podrán evitar las guerras?”.
■ Preguntas diferidas. Su respuesta requiere la búsqueda de otras fuentes, como textos u otras imágenes.
Por ejemplo: “¿Hasta qué año se permitieron los baños en el Río de la Plata?”; “¿Quiénes gobernaban el país
cuando el pintor realizó esta obra?”; “¿Cómo se encendían los faroles que se ven en el grabado?”.
Por otra parte, algunas preguntas –principalmente, las ligadas a la descripción– admiten como válida solo
una respuesta. Por ejemplo: “¿Cuántas sillas y cuántas mujeres se ven en el dibujo?”; “¿Qué animal se
ve en la puerta de la casa?”. En cambio, otras –sobre todo, las relacionadas con la interpretación– permiten
múltiples respuestas. Por ejemplo: “¿Qué expresión tienen en sus caras?, ¿estarán felices de estar allí?”.
Aunque, en el marco de la interpretación o la explicación de una imagen, es posible realizar numerosas y
variadas afirmaciones, estas deben estar siempre justificadas o ancladas –en mayor o menor medida– en
aspectos observables.
Representar corporalmente y dramatizar
Cuando la imagen contiene figuras, representar con el cuerpo sus posturas, su ubicación en el espacio, su
actitud o algún fragmento en particular como las manos, los gestos de la cara o las miradas promueve que
se mire con cuidado y se descubran elementos o personajes secundarios que, a simple vista, pasan
desapercibidos. Además, en algunos casos involucrar el cuerpo propicio un mayor compromiso emocional
con la imagen. Por su parte, las dramatizaciones de las imágenes fijas ponen en juego aspectos
interpretativos al dar voz a los personajes y contextualizar lo representado.
No se deben perder nunca de vista la referencia visual y el propósito fundamental para este tipo de
actividades, que consiste en profundizar la observación y la interpretación de la imagen. Tomar fotografías
de las representaciones realizadas por los alumnos y cotejarlas con la imagen original puede ser una instancia
de síntesis y regreso a la imagen que se analiza.
Utilizar visores
Los visores son dispositivos que permiten fragmentar o acotar el espacio que se observa. Pueden realizarse
con marcos de diapositivas vacíos, rollos de cartón de papel higiénico o papel de cocina, o bien troquelando
formas círculos, triángulos o rectángulos– en un cartón plano. El tipo de visor y su forma dependerán de las
dimensiones y del tipo de imagen. También, y teniendo en cuenta la escala de las imágenes de los libros de
texto, esta operación se consigue tapando parte de la imagen con las manos o con un papel. Dividir y
seleccionar el campo visual sirve para analizar cómo ha sido construida la imagen.
Hacer para comprender
Algunas actividades que consisten en producir un resultado visual tales como copiar o imitar una imagen
mediante el dibujo– requieren una meticulosa observación. Aunque, a partir del desarrollo de la corriente
de la libre expresión, la copia goza de mala fama en el ámbito escolar, su uso resulta sumamente pertinente
en las tareas ligadas a la observación sistemática de las imágenes. No se trata, en este caso, de realizar una
copia perfecta, sino de bocetar o graficar un modelo con el fin de adentrarse en la lógica de una imagen y
mirarla muy atentamente.
Por otra parte, el uso de determinados materiales o técnicas posibilita reconocer, en la práctica, sus efectos
visuales, así como los requerimientos necesarios para lograrlos. Otras tareas, como deformar o intervenir
fotocopias de imágenes, proponen acciones materiales y nuevos modos de aproximarse a las
representaciones construidas por otros. En este sentido, todas las tareas que se realizan en el área de
Educación Plástica pueden aprovecharse para enseñar a mirar imágenes en el aula.
El proceso de creación también puede desarrollarse en relación con la fotografía. Para comprender cómo
fueron armadas y con qué propósitos las fotografías que los chicos observan en libros y otras publicaciones,
resulta sumamente útil proponerles que tomen fotografías desde distintos ángulos y con diferentes planos.
Establecer relaciones con otros lenguajes expresivos y leer textos de expertos
El filósofo francés Régis Debray sostiene que “es imposible comprender la imagen sin mezclar los registros
del alma y del cuerpo”. Como se señaló en varias oportunidades en este libro, todo análisis de imágenes
requiere poner en juego las propias emociones.
Las imágenes tienen la capacidad de despertar sensaciones, evocar recuerdos, climas y estados de ánimo.
Algunas nos producen alegría y fuerza, mientras que otras nos deprimen o nos entristecen. Algunas evocan
buenos recuerdos, otras generan repulsión. Tratar los componentes afectivos y emocionales tanto los de los
creadores como los de los observadores– constituye una parte fundamental en el análisis de una imagen.
Por lo general, resulta muy complejo “traducir” estas impresiones o sensaciones a palabras.
La teoría y la crítica de arte emplean numerosos términos específicos para referirse a estos aspectos. Leer
textos en los que expertos se refieren a estas cuestiones es un modo de comenzar a incorporar nuevos
términos y formar un léxico de la imagen.
Pero, además, la música, los poemas y las películas son lenguajes expresivos que mantienen numerosos
puntos de afinidad con la imagen. Musicalizar una imagen, leer poemas o cuentos y ver películas afines son
formas de desarrollar la sensibilidad y un modo de dialogar con la imagen empleando el lenguaje del arte.
Propiciar registros personales o íntimos
Cada observador con su historia personal, sus motivaciones, sus intereses y sus rasgos identitarios mantiene
una distancia emocional determinada con una imagen. Las imágenes provocan, además, reacciones
vinculadas con el gusto. Ante una imagen especialmente de arte, una de las primeras reacciones del
espectador es considerar si le gusta o le disgusta. Las imágenes nos ofrecen maneras de ver ciertos lugares
y personajes que amplían cualitativamente nuestra visión del mundo. Trabajar en forma sistemática con
ellas incita a los alumnos a expresar sus sentimientos, sus ideas y sus conocimientos. Por esto, conviene
establecer momentos de observación autónoma para propiciar un encuentro subjetivo y personal de los
chicos con la imagen. Con este objetivo, puede ser útil facilitar la creación de notas personales en libretas,
cuadernos, hojas pegadas y plegadas, rollos u otros soportes elaborados específicamente para este fin y
promover la creación de registros íntimos, que no necesariamente deban ser mostrados ni evaluados.
Crear glosarios e iconotecas
Cada vez que se analiza y se interpreta una imagen, se emplea un vocabulario específico. Muchas veces, los
epígrafes introducen nombres de materiales y de técnicas. Los textos acerca de las imágenes emplean
términos históricos, del campo de la estética o de la teoría del arte. Estas “nuevas” palabras enriquecen
nuestra capacidad para discutir, preguntar y dialogar acerca de la imagen. Nos ayudan a reflexionar y a ver
mejor. Elaborar glosarios que incorporen progresivamente los nuevos términos es una manera de construir
esta herramienta de trabajo. La organización de colecciones de imágenes o iconotecas, en soporte de papel
o virtuales, es una buena manera de conformar un archivo para el aula y disponer de imágenes con facilidad.
Revistas, folletos, catálogos, páginas de museos o de artistas en internet son buenos proveedores para
organizar estas colecciones. Los criterios de organización por autor, por época o por técnica, como el sistema
de guardado y catalogación, deben ser conversados y consensuados con los alumnos.
Salir de la escuela para regresar enriquecidos
Salir de la escuela para observar imágenes en otros contextos, como la calle, los museos, los centros
culturales o las salas de exhibición es una instancia sumamente enriquecedora en el proceso de enseñar a
mirar. La observación de imágenes en otros espacios, como los carteles, los murales o los graffiti en la
calle, o las obras de arte digital en un museo de arte contemporáneo, plantean nuevos desafíos para la
comprensión. Las instituciones diseñan actividades específicas para los escolares, estas permiten que los
alumnos conozcan no solo obras originales, sino también diversas propuestas de lectura de imágenes. Estas
visitas o actividades se seleccionan y planifican teniendo en cuenta los requerimientos de cada proyecto de
trabajo. Los modos de ver en los museos o en las salas de exhibición permiten enriquecer y extender el
horizonte de los contenidos culturales que se enseñan en el aula. Salir de la escuela para volver a entrar y
salir nuevamente; se trata de un movimiento espiralado, en la medida en que se nutre la cultura visual
escolar, los alumnos cuentan con más herramientas para construir nuevos significados fuera de la escuela y,
a la vez, con esta mirada enriquecida del mundo, pueden volver a reinterpretar su espacio de aprendizaje
cotidiano. Salir de la escuela y visitar espacios de exhibición de imágenes posibilita que los alumnos y las
alumnas entablen un diálogo entre varios modos de ver. Se trata de un paso más en el largo camino de
enseñar a mirar.