Vous êtes sur la page 1sur 8

Tema: el Dios pródigo

Propósito: enseñar al respecto de dos actitudes comunes en los líderes que


impiden que el Evangelio dé fruto en sus vidas y a través de ellos, y cómo Dios
provee la libertad.
Introducción:

Como hija de pastores he visto y vivido el liderazgo en la iglesia, y se pueden ver


diferentes tipos de líderes, tal vez tú encajes en alguno de los que voy a mencionar,
o tal vez no. Están los líderes que comienzan con gran fervor y pasión pero que al
pasar del tiempo y sobrevenir las diferentes pruebas, fracasan, pero no lo vuelven
a intentar, caen en pecado y no se vuelven a restaurar, y si se levantan no lo hacen
de la misma manera. También hay de aquellos que viviendo con pecados ocultos
siguen liderando como si nada y cuando se descubre su maldad se apartan
completamente del liderazgo y hasta dejan de congregarse. Por otra parte tenemos
a los que siempre hacen las cosas bien (visitan, van a todas las reuniones, entregan
los reportes) pero que terminan sirviendo en pos del reconocimiento y la posición, y
pueden llegar a ofenderse mucho si no reciben estas cosas a cambio. De la misma
manera, no falta el líder que recibe una palabra de “conquistador de multitudes” y
sale a abrir iglesia sin respetar procesos, y de paso a conquistar a los miembro de
la congregación de la que salió. Hay líderes que se llenan de orgullo por estar a
cargo de otros y convierten el liderazgo en un ídolo, pensando que están cerca de
Dios por la posición que ocupan, pero que en realidad han quitado a Dios del centro
de sus vidas y se convirtieron en sus propios dioses…

Alguien se sintió identificado con alguna de las cosas que acabe de mencionar? Ahh
verdad que eso solo pasa en Popayán, por acá eso no se ve.

Estos son apenas unos pocos ejemplos de actitudes que son comunes en el
liderazgo de la iglesia, y déjenme decirles, que ninguno de nosotros está exento de
caer en alguna de ellas, si es que ya no estamos manifestándolas. Jesús fue muy
enfático en la clase de liderazgo que deseaba para sus discípulos, uno diferente a
la manera habitual en la que el mundo lidera

Mateo 20:25-28 “Pero Jesús los llamó y les dijo: —Ustedes saben que a los que
gobiernan entre las naciones les gusta mostrar su poder. A sus principales
dirigentes les gusta ejercer su autoridad sobre la gente. 26 Pero entre ustedes no
debe ser así. Más bien, el que quiera ser más importante entre ustedes debe
hacerse su siervo. 27 El que quiera ser el número uno entre ustedes debe ser su
esclavo; 28 así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvieran, sino a servir a
los demás y a dar su vida en rescate por muchos.”
Pero a pesar de lo claro que fue Jesús con respecto a este tema, constantemente
nos vemos envueltos en la manera de liderar del mundo, por eso debemos ser muy
humildes, examinarnos con cuidado y rogar a Dios que nos ayude a alinearnos a
Su voluntad.
Hoy quiero enseñarles sobre dos actitudes en el liderazgo, que no nos permiten
desarrollar el Evangelio en medio de nuestro servicio a las personas y por ende, nos
impiden ver un verdadero fruto. Examinaremos dos actitudes se tal vez se han
llegado a asumir como "normales" y "tolerables" pero que, si vemos bien, en el fondo
son totalmente contrarias al Evangelio de Jesucristo. Seguramente has estado,
estás o estarás reflejando estas actitudes incorrectas así que debemos aprender a
identificarlas, a derribarlas y a reemplazarlas por las que se ajustan a la voluntad de
Dios.
En este lugar hay dos clases de personas:

1. Las personas que, están en un mal momento de su vida y confían tanto en su


maldad que se sienten lejos de Dios, y viven una espiritualidad seca y distante, pero
aún así siguen pretendiendo liderar a otros (o incluso algunos que están aquí como
último recurso antes de abandonar el llamado), y

2. Las personas que confían tanto en su buen desempeño que por sus méritos se
sienten cerca de Dios y con la autoridad para liderar a otros.
¡Ambas están perdidas!

Pero hay una esperanza para ti hoy, hay Alguien que puede abrir nuestros ojos y
que nos puede liberar así que vamos a descubrir cómo estamos y cómo podemos
cambiar.
Al principio del capítulo 15 de Lucas vemos dos grupos alrededor de Jesús. Por una
parte están los pecadores, los marginados sociales y la gente inmoral. Y también
estaba el grupo de los líderes religiosos, es decir, los fariseos y los maestros de la
ley. Estos últimos ven a Jesús conviviendo con los pecadores y murmuran “¡Pero
qué está haciendo! recibiendo, conviviendo, incluso comiendo con los pecadores”
(vs. 1-2).
Jesús reacciona ante esta situación contando tres parábolas:
1. La de la oveja perdida
2. La de la moneda perdida
3. La del hijo pródigo
La palabra pródigo originalmente significa IMPRUDENTE, EXTRAVAGANTE.
Cuando hablamos de la parábola del hijo pródigo inmediatamente pensamos en el
hermano menor, el que fue imprudente o el que se fue.

En esta historia se nos habla de un hijo menor que ha malgasto todo y después
cuando regresa de su perdición se encuentra con un padre amoroso, pero esta
historia no se trata solamente de un hijo, se trata de dos hijos.

Para eso debemos contrastarlos y compararlos, porque si no lo hacemos nos


vamos a perder del mensaje radical que Jesús nos quería dejar.

Al interior tenemos tres figuras, tenemos un padre con dos hijos, un hermano mayor
y un hermano menor.
1. Actitud: hermano menor

El hermano menor obviamente no ama a su padre. Solo quiere su dinero y como él


quiere el dinero y no al padre, pide su parte de la herencia, la reúne y se va a vivir
perdidamente en un país extraño.

Pero llega un momento en el que lo malgasta todo, le da hambre, reacciona al ver


su condición y elabora un plan para regresar donde su padre, para regresar al hogar.

El Hogar no es simplemente un lugar, es más bien una relación. Tu Hogar es donde


te aceptan.

Para regresar a su hogar el hijo menor piensa en ser un jornalero porque sabía que
tenía que restituir el agravio que causó, tenía que pagar por su cuenta por el daño
hecho y ganarse por sus méritos una posición, así no fuera la de hijo.

El padre, cuando lo ve venir a la distancia, sale a su encuentro. Sintió compasión


por él, corre hacia él, y el hijo intenta contarle su plan de restitución pero el padre
no quiere eso. Manda a que le pongan vestido, sandalias, anillo, y que maten el
becerro más gordo. En otras palabras le dice no quiero que te ganes tu lugar, te
lo voy a dar yo. Y hace una fiesta para conmemorar el día en que su hijo regresó.

Aquí está la primera actitud, algunos líderes son como el hermano menor,
quieren las cosas que Dios da, pero no quieren a Dios. Quieren independencia,
desarrollar el liderazgo a su modo, hacerse un nombre y una reputación, porque
creen que eso les dará felicidad, estabilidad.

Estos líderes disfrutan de tiempos de bendición ministerial, familiar, personal,


profesional, debido a que han desarrollado los dones y las virtudes que Dios por
gracia les ha dado. Pero ningún ministerio se sostiene para siempre solamente con
habilidad, virtud o carisma, al igual que la herencia del hijo menor, estas cosas
terminan por agotarse y entonces viene el fracaso.
Líderes que están secos espiritualmente, carnales, con pecados ocultos, y que se
sienten apartados de Dios. Líderes que aparentan servir a Dios cuando en el fondo
están sirviendo a sus ídolos, los cuales los están desangrando. Líderes que en
teoría saben que tienen un Padre, un Hogar, una Herencia, una Familia, pero que
en la práctica viven vidas solitarias, aisladas, miserables, llenas de apariencias que
en lugar de ayudar, lo empeoran todo. Jeremías habló de esta clase de personas
cuando dijo:
11¿Hay alguna nación que haya cambiado de dioses, a pesar de que no son dioses?
¡Pues mi pueblo ha cambiado al que es su gloria, por lo que no sirve para nada! 12
¡Espántense, cielos, ante esto! ¡Tiemblen y queden horrorizados! —afirma el Señor
—. 13 » Dos son los pecados que ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí,
fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, cisternas rotas que no
retienen agua. (Jeremías 2:11-13 NVI)
Cuando estamos en esta condición, al sentir la culpabilidad, como el hijo menor,
vivimos queriendo ganarnos el perdón y la misericordia de Dios. Por eso hay líderes
que viven menospreciándose, inspirando pesar, trabajando demasiado pero no
tanto por amor a Dios sino porque deben pagar una penitencia, deben ganarse su
lugar, deben servir para sentir que valen. Es más, si dejan de servir, seguramente,
al no tener detrás de que esconder su pecado, su sequedad espiritual, optarán por
irse de la iglesia y en el peor de los casos abandonarse por completo al mundo. Si
estás en esta condición sabes de qué estoy hablando.

¿Tienes cisternas rotas que no retienen agua? ¿Estás viviendo un liderazgo seco
espiritualmente? ¿Estás sirviendo para ganarte tu lugar en la mesa? Es tiempo de
considerar tu situación, de volver en sí y de regresar al Padre sin ninguna otra
pretensión que caer a Sus brazos y rendirnos a su misericordia y a Su gracia.

Tomemos un tiempo para orar. Dejemos que el Padre cubra nuestra vergüenza
con su abrazo. Que nos recuerde que somos hijos con su beso y que desbarate con
Su Gracia nuestros planes para ganarnos Su bendición.
Gálatas 4:4-5 "Pero cuando llegó el momento oportuno, Dios nos mandó a su Hijo,
que nació de una mujer y vivió bajo la ley. Así lo hizo Dios para poder comprar
nuestra libertad de la ley y adoptarnos como sus hijos".

2. Actitud: hermano mayor

La historia no termina allí. Mientras en la casa están en fiesta, el otro personaje


aparece en escena. El hijo mayor no sabe que el hijo perdido ha regresado.

Cuando leemos esta porción de la biblia creemos que esta parábola es sentimental,
pero en realidad no es así si vemos el contexto y a quienes iba dirigida. El propósito
no era decir que Dios nos acepta sin importar lo que hagamos. En realidad la
parábola tiene como fin demostrarnos todo lo que hemos escuchado y todo lo que
hemos pensado sobre de cómo acercarnos a Dios está mal.

Así que comienza a surgir la segunda actitud, se levanta un nuevo conflicto en


medio de la fiesta.

El hermano mayor estaba en el campo, y cuando se acerca a la casa se encuentra


con que están de fiesta, así que llama a un sirviente y le pregunta qué sucede, y el
sirviente le contesta: tu hermano volvió. Pero el hermano mayor estaba tan enojado
que se negó a unirse a la fiesta.

El hermano mayor, tampoco ama realmente a su padre, cuando el padre ofrece el


gran banquete por el regreso de su hijo menor, es el más grande día en la vida del
padre y el hermano mayor lo sabe pero no le importa, él no quiere asistir porque no
ama a su padre. Si amara a su padre se alegraría con él, pero no lo hace.

¿Por qué está enojado? Está enojado por la forma en que el padre está usando los
bienes. Recordemos que al inicio de la parábola se nos dice que el padre repartió
los bienes entre ambos hijos. Eso quiere decir que todo lo que el hijo menor no se
llevó ahora legalmente le pertenece al mayor, por lo tanto, los recursos con los
cuales se está realizando la fiesta de bienvenida son del hermano mayor y éste ve
cómo su patrimonio está siendo afectado por culpa de su hermano menor y de la
generosidad de su padre.

En otras palabras, el hermano mayor, al igual que el menor, ama las cosas de su
padre pero no a su padre. Lo que los dos querían era el dinero de su padre pero no
al padre.

Miren como el menor obtuvo el dinero: siendo muy, muy malo. Así intenta tener el
control del dinero, demandándolo, arrebatándolo y desapareciéndose. Esta clase
de idolatría es más fácil de ver, pero no es muy diferente de la de su hermano mayor.
¿Cómo entonces quiso el mayor quedarse con el dinero? Quedándose en la casa,
y siendo muy, muy bueno, siendo muy complaciente, y absolutamente obediente.
En el verso 29 habla “nunca te he desobedecido” (dice a su padre).
Algunos líderes son como el hermano mayor. Han hecho un ídolo del
desempeño. Como tienen buen desempeño se sienten cerca de Dios. Incluso eso
los lleva de manera interna, e incluso a veces con actitudes externas a sentirse
mejores que los otros, o a empezar a exigir privilegios que los otros no tienen.
Efesios 2:8-9 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe.”
Dicen, mira he sido bueno todos estos años, he obedecido, he estado en la iglesia,
he sido líder todo este tiempo y nunca han hecho nada por mí, no me han honrado,
no han matado el mejor becerro; pero como llegó el descarriado, el que hace las
cosas mal para ese si hay fiesta.

No me tienen en cuenta cuando soy el que más rinde, yo si merezco eso.


Menosprecia al hermano menor, no acepta estar en la misma familia con él.

El hermano mayor se molesta por el costo del regreso del hermano menor (a mí
nunca me visitan, no me llaman, etc.).

El hermano mayor puede vivir una vida de obediencia sin presentar ninguna queja,
a menos que vea amenazado lo que considera suyo por derecho. Examina tus
actitudes cuando te han arrebatado algo que considerabas tuyo por derecho: un
privilegio, una función, un ministerio... ¿Te enojas, te desesperas, te entristeces al
extremo, murmuras, te quejas?

Esto muestra que hay dos caminos para estar en el Señor, dos caminos para
intentar controlar tu vida en lugar de que Dios la controle, uno es siendo muy malo,
pecar en lo oculto, fingir que estoy siendo un buen líder y el otro es siendo muy
bueno, nunca desobedecer, ir a la iglesia, orar y tener tu devocional en la mañana.
Esos son dos caminos para tener las cosas del padre.

El mayor dice, debido a mi vida tan buena Dios debe bendecirme, contestar mis
oraciones, llevarme al cielo, multiplicar mi célula, Dios debe respetarme ahora.

¿Sabes qué significa eso? Para el mayor Jesús podría ser su inspiración, su
ejemplo, su ayuda pero no su salvador, ellos son su propio salvador.

Como vemos, ambos están perdidos. Siguieron diferentes caminos, pero ambos
están igualmente perdidos y ambos necesitan ser salvados.

¿Te identificas con el hermano mayor? Tomemos un tiempo para orar. Que el
Señor nos muestre si acaso estamos usando nuestro buen desempeño para
ganarnos las cosas del Padre.
Los líderes son los hermanos mayores de la iglesia
En las primeras dos parábolas de Lucas 15 (la oveja perdida y la moneda perdida),
en ambos casos, hay alguien que va a buscar lo perdido.
Pero en la parábola del Padre y sus dos hijos no.
Dado que por ley el hermano mayor era el que heredaba la mayor cantidad de
dinero, él debía mantener la familia unida. El papel del hermano mayor era ir y
buscar a su hermano menor.
Los líderes son los hermanos mayores de la congregación. ¿Por qué no cuidamos
a nuestros hermanos? ¿Por qué no vamos por la gente? ¿Por qué tanta
indiferencia? ¿Por qué los fracasos en consolidación?… Porque no somos
verdaderos hermanos mayores, estamos tan o más perdidos que aquellos a los que
pretendemos rescatar.

Un hermano mayor fariseo piensa en sí mismo. "No voy a invertir porque después
me va a faltar, esta persona no quiere yo no le voy a botar corriente, este otro ya se
descarrió".

Esas actitudes muestran que eres un hermano mayor fariseo, piensas más en lo
que puede perder que en la otra persona.

Existen dos caminos para ser tu propio salvador y señor, pero ambos caminos
rechazan a Dios.

El problema es que el mayor piensa y reclama, el mayor piensa que esta con Dios
y dice mira me quedé en casa, hago lo que tú me pides, pero en el fondo no hay
diferencia.

Ambos, el menor y el mayor están distanciados de su padre. En ambos casos el


padre sale y le pide a cada uno que entre al banquete.
El hijo "bueno" se pierde, se pierde debido a su bondad, porque en el vs 29 está la
razón para no asistir al banquete de su padre y la razón para no asistir es lo que le
dice al padre: nunca te he desobedecido, estoy enojado porque no haces las cosas
como yo quiero que las hagas, y la razón por la que estoy tan furioso es que yo he
sido tan bueno contigo y tú no haces lo que yo quiero. Así que al final él se pierde
no a pesar de su bondad, sino debido a su bondad.

¿Con qué intención haces las cosas?, ¿Qué hay detrás de tu bondad?, ¿Cuáles son
las razones de tus acciones?
Hay dos hijos, se ven diferentes en el exterior pero en el interior son iguales.
3. El verdadero hermano mayor

¡Ambos están perdidos! Porque si viéramos el mensaje más básico de nuestra fe,
nosotros ni nos acercamos ni nos alejamos de Dios por mérito propio; sino que quien
nos acerca es Jesucristo.

El hermano menor de la parábola tiene un fariseo por hermano mayor, pero la


ventaja es que tú y yo si tenemos un verdadero hermano mayor, Cristo.
Romanos 8:28-29 “Sabemos que Dios obra en toda situación para el bien de los
que lo aman, los que han sido llamados por Dios de acuerdo a su propósito. 29 Dios
los conocía antes de que el mundo fuera creado. Él decidió que fueran como su Hijo
y quería que el Hijo fuera el mayor [a] de muchos hermanos.”

Un hermano mayor que no solo estuvo dispuesto a pagar con dinero sino aun con
su propia vida. Aquel a quien desnudaron para que tú y yo tuviéramos vestido, que
bebió de la copa del juicio en la cruz para que tú y yo bebamos de la copa del gozo
en el banquete de Dios.

Él es quien puede sanar, tanto al hermano menor que cree que su maldad lo aleja,
como al hermano mayor que cree que su bondad lo acerca. A ambos hoy les dice
yo voy a buscarte.

A uno le dice: eres peor de lo que te imaginabas y al otro: eres más amado de lo
que nunca llegaste a imaginar. Yo soy tu salvador, arrepiéntete de tu maldad y
arrepiéntete de tus motivos para hacer lo bueno.

Cuando somos conmovidos y tenemos un verdadero arrepentimiento, y vemos el


costo de nuestro hermano mayor para traernos hasta aquí de la mano, un
arrepentimiento que te humilla y te saca de tu propia justicia y al mismo tiempo te
levanta de la inseguridad y de sentir que no vales nada, cubriéndonos de un buen
comportamiento que trae destrucción.

Solo cuando vemos que es por Cristo que tenemos acceso libre al Padre, somos
libres para amar y servir a otros sin temor al castigo y sin la ambición del salario.

Vous aimerez peut-être aussi