16:1–5 Derbe y Listra 16:6–10 1. El llamado macedónico 16:11–40 2. Filipos
16:11–12a a. La llegada 16:12b–15 b. La adoración 16:16–18 c. El exorcismo 16:19–21 d. El arresto 16:22–24 e. Los azotes 16:25–30 f. El terremoto 16:31–34 g. La salvación 16:35–40 h. La partida 2. Derbe y Listra 16:1–5 En esta sección, Lucas presenta a Timoteo, quien viene a ser uno de los colaboradores con Pablo, y nos relata de la entrega de los acuerdos apostólicos a las iglesias. Omite los detalles pertinentes al viaje de Pablo y a la recepción que tiene en Derbe y Listra; en cambio, registra el dato sobre el desarrollo y fortalecimiento de las iglesias. 1. Pablo vino a Derbe y a Listra, donde vivía un cierto discípulo llamado Timoteo. Su madre era una judía creyente y su padre griego. 2. Gozaba de gran respeto entre los hermanos de Listra y de Iconio. El enfoque de Lucas está en Pablo, a quien presenta como el encargado de la obra. Aun cuando Silas es el compañero de viaje de Pablo, Lucas no lo menciona sino hasta que registra el hecho que los dos misioneros son aprehendidos en Filipos (v. 19). Brevemente informa que Pablo llega a Derbe (Hch 14:6, 20), y más tarde a Listra (Hch 14:6, 8), una ciudad al noroeste de Derbe. Listra es el lugar de nacimiento de Timoteo (Hch 20:4), cuya madre era judía y cuyo padre era griego. Lucas hace notar que Timoteo era un discípulo; es decir, un cristiano, y que su madre era creyente. De otra fuente sabemos que su madre, Eunice, y su abuela, Loida, mostraron una fe sincera y enseñaron a Timoteo, desde la infancia, las Sagradas Escrituras (2 Ti 1:5; 3:15). Posiblemente, Eunice y Loida llegaron a ser cristianas cuando Pablo y Bernabé predicaron el evangelio en Listra durante su primer viaje misionero. A su vez, ellas instruyeron a Timoteo, quien, no obstante su juventud, fue de gran respeto entre los creyentes tanto en Listra como en Iconio. Pareciera que Pablo ya sabía algo de la familia de Timoteo, porque menciona a su madre y a su abuela por sus respectivos nombres. Pablo adoptó a Timoteo como su hijo espiritual. Timoteo estaba completamente al tanto de las persecuciones que Pablo había sufrido en Antioquía de Pisidia, en Iconio y en Listra (2 Ti 3:10, 11). Es posible que haya visto cómo apedreaban a Pablo en Listra. De haber sido así, este suceso tendría que haber dejado una profunda huella en la memoria de Timoteo. ¿Qué edad tenía Timoteo cuando Pablo se encontró con él en Listra? En sus epístolas pastorales, Pablo aconseja a Timoteo de no sentirse ofendido cuando la gente lo mire como a un jovenzuelo (1 Ti 4:12). Pablo escribió su primera epístola a Timoteo después de su liberación de la cárcel romana, probablemente en el año 64 d.C. Esto es catorce años después de que éste empezó como compañero de Pablo en Listra. Si por aquel tiempo Timoteo tenía veinte años, todavía se le miraría como muy joven cuando servía a la iglesia en Efeso y recibió la carta de Pablo. Lucas escribe que la madre de Timoteo era una judía que se había casado con un griego. No da más información acerca del padre griego, pero se supone que era un hombre educado que ocupaba una posición destacada en Listra. No era un convertido al judaísmo porque no había permitido que su hijo se sometiera al rito de la circuncisión. Tampoco era cristiano. Los matrimonios mixtos eran considerados ilegales por los judíos. En el mismo sentido, Pablo enseñaba a los cristianos no unirse en yugo con los incrédulos sino que se casaran en Cristo (2 Co 6:14). La madre de Timoteo se había casado con un griego aun cuando ella conocía las Escrituras. Como una hija de Abraham, ella no había respetado la ley, dado que no se había preocupado de circuncidar a su hijo. Aunque los hermanos de Listra y de Iconio hablaban bien de Timoteo, los judíos se sentían ofendidos porque no se había circuncidado. Lo consideraban fuera del pacto que Dios había hecho con Abraham y sus descendientes. 3. Pablo quiso que Timoteo lo acompañara, pero antes lo circuncidó, porque los judíos en estos lugares sabían que su padre era griego. Cada vez que Lucas presenta a alguien que es importante en cuanto a la difusión del evangelio, provee detallada información. (Sin embargo, no deja de sorprender que nunca haya mencionado a Tito, quien, según los escritos de Pablo, probó ser un obrero diligente y capaz en Corinto y más tarde en Creta.) Lucas es claro en señalar que Pablo tenía un interés especial en el joven Timoteo y quería llevarlo consigo. Es posible que mientras estuvo en Listra, Pablo haya tomado la decisión de extender su trabajo misionero más allá de Iconio, para lo cual haya estimado que los servicios de Timoteo le eran muy necesarios. Pablo le recuerda a Timoteo que él había recibido el don de profecía cuando los ancianos, incluyendo al propio Pablo, impusieron sus manos sobre él y lo ordenaron para el servicio misionero. Los ancianos en Listra y en Iconio apartaron a Timoteo para que predicara y enseñara el evangelio. Pero Timoteo, que era considerado un judío en razón de que su madre y su abuela lo eran, no era bienvenido a los judíos de esta región. Ellos sabían que su padre era griego y también que Timoteo no había sido circuncidado. Si sus dos padres hubieran sido gentiles, no habría habido dificultades, pero como hijo de una judía, Timoteo estaba obligado a someterse a la circuncisión. Sin la marca del pacto, no podría llegar a ser un misionero efectivo a los judíos. Para evitar cualquiera oposición de los judíos, Pablo entonces circuncidó a Timoteo. ¡Qué equivocación de Pablo, el apóstol de la libertad en Cristo! Consideremos por un momento el problema que Pablo tenía que enfrentar: los decretos apostólicos no exigían circuncidarse (15:20, 29); Tito queda sin circuncidarse (Gá 2:3); y Pablo mismo exhorta a los gálatas (entre los cuales estaban los de Listra) a no dejarse circuncidar (Gá 5:2–3, 6; 6:15; 1 Co 7:19). Consideremos estos casos uno por uno. Primero, el Concilio de Jerusalén no exigía que los gentiles que se convertían se circuncidaran (15:19). Esto eximía a los gentiles cristianos de las exigencias de la ley de Moisés, aunque no necesariamente a los judíos cristianos. Segundo, Pablo llevó a Jerusalén a Tito, como una prueba ante el Concilio. Este exime a Tito de circuncidarse por ser un cristiano gentil. La presencia de Tito en el Concilio probó una cosa: que los gentiles obtenían la salvación sin hacerse judíos primero. Tercero, Pablo dice a los gálatas (incluyendo a los creyentes en Listra) que ellos son libres en Cristo y no son esclavos a la ley de la circuncisión. Dios acepta a un creyente no sobre la base de la circuncisión sino por su fe expresada a través del amor (Gá 5:6, 13–14). Pablo enseña a los gálatas el mismo mensaje: los gentiles están libres del yugo de la ley (15:10; Gá 5:1). En el caso de Timoteo, ―ser un buen cristiano no significa necesariamente ser un mal judío‖. Pablo mismo quería ser todo a todos, con tal de ganar tanto a judíos como a gentiles para Cristo (1 Co 9:19–23). Esperaba que Timoteo, su colega misionero, pudiera hacer lo mismo. Por lo tanto, Pablo lo circuncidó para quitar cualquier impedimento para llevar adelante la causa de Cristo. 4. Al viajar de ciudad en ciudad, daban a conocer las decisiones tomadas por los apóstoles y ancianos de Jerusalén, las que los creyentes debían cumplir. Lucas hace una afirmación general cuando dice que Pablo y sus compañeros viajaban de ciudad en ciudad y daban a conocer los decretos apostólicos. Pareciera que los judaizantes que habían visitado la iglesia de Antioquía y habían logrado disuadir a Pedro y a Bernabé a que no comieran con los cristianos gentiles (Gá 2:12–13) también siguieron a Pablo a las iglesias del sur de Galacia. En estas ciudades, ellos insistieron que los cristianos gentiles tenían que obedecer la ley de Moisés y ser circuncidados (Gál. 5:2–3; 6:12). Para ser preciso, el Concilio de Jerusalén había redactado una carta principalmente para el beneficio de los creyentes en Antioquía. Pero Pablo y Silas usaron esa carta para poner al tanto a los cristianos de las iglesias del sur de Galacia de la acción tomada por el concilio. Cuando los judaizantes visitaron las iglesias y trataron de desviar a los creyentes, Pablo tuvo que escribir su Epístola a los gálatas. Nos atreveríamos a afirmar que Pablo escribió esta carta a las iglesias de Galacia durante su segundo viaje misionero, posiblemente desde Corinto, para tratar de evitar la amenaza que se cernía sobre el bienestar de los cristianos gálatas. Los misioneros entregan la carta e instruyen a los creyentes a obedecer los decretos apostólicos. En otras palabras, dicen a los creyentes que deben poner en práctica cuanto han prescrito a los cristianos gentiles los apóstoles y ancianos. 5. Así, las iglesias fueron fortalecidas en la fe y crecían día a día en número. Aquí tenemos un típico informe del progreso que Lucas a menudo ofrece en la conclusión de un segmento de su narración (Hch 2:47; 6:7; 9:31; 12:24). Durante su estada en el sur de Galacia, los misioneros continúan instruyendo y dando ánimo a los creyentes. Como resultado de ello, éstos se fortalecen en las doctrinas de la iglesia. La palabra fe se refiere a una fe objetiva, es decir, a una enseñanza doctrinal, no a una fe subjetiva de un creyente en particular. El griego indica que tanto el fortalecimiento en la fe como el crecimiento numérico de los creyentes experimentaba un progreso constante. No se mencionan cifras, pero el resultado del trabajo entre los gentiles es fenomenal. La iglesia entre los gentiles crece rápidamente. Los Manuscritos occidentales tienen una versión ampliada; los agregados aparecen en letra bastardilla: ―Y mientras iban a través de las ciudades predicaban [y les entregaban] con toda osadía, al Señor Jesucristo, dando a conocer al mismo tiempo también los mandamientos de los apóstoles …‖ B. Macedonia 16:6–17:15 1. El llamado macedónico 16:6–10 Pablo, Silas y Timoteo trabajan en las iglesias del sur de Galacia y deciden luego predicar en otras regiones del centro-sur de Asia Menor. Planean viajar en dirección occidental y, según la forma en que les guíe el Espíritu Santo, extender la iglesia de Cristo en un mundo predominantemente gentil. La estrategia misionera de Pablo es predicar en las ciudades importantes, preferiblemente en los centros comerciales y administrativos, desde donde la Palabra de Dios pudiera radiarse en todas direcciones. Por el texto sabemos que Pablo había planeado ir hacia el oeste, a la provincia de Asia (la parte occidental de Turquía). Suponemos que él quería visitar Efeso, ciudad localizada al sur del río Cäyster, cerca del mar Egeo. Pero Lucas dice que el Espíritu Santo no les permitió entrar en esa provincia. Algunos años más tarde, durante su tercer viaje misionero, Pablo habría de ministrar a la gente de la provincia de Asia y particularmente a los que vivían en Efeso (19:1–12). 6. Fueron a través de la región de Frigia y Galacia, habiendo sido impedidos por el Espíritu Santo de hablar la palabra en la provincia de Asia. 7. Y cuando llegaron a Misia, trataron de entrar en Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se los permitió. 8. Y pasando cerca de Misia, descendieron a Troas. Veamos los siguientes puntos: a. Frigia y Galacia. En lugar de ir directo hacia el oeste, Pablo, Silas y Timoteo, obedientes a la dirección del Espíritu, viajan por la región conocida como Frigia y Galacia. Los eruditos postulan dos explicaciones para la frase Frigia y Galacia. Los que respaldan la teoría de la llamada Galacia del Norte, afirman que Frigia era un distrito distinto en el cual se encontraban las ciudades de Antioquía de Pisidia e Iconio. Viajando hacia el norte, los misioneros entrarían en la provincia romana de Galacia, también conocida como la Antigua Galacia. Presumiblemente visitaron las ciudades de Pesino, Ancira (la moderna Ankara), y Tavio, en el camino a Troas (v. 8) donde establecieron iglesias. Sin embargo, el Nuevo Testamento no menciona ninguna iglesia en esta parte de Galacia. Herman N. Ridderbos escribe, ―No puede ser descartada la posibilidad de que la hipótesis de la Galacia del Norte tuviera algo que ver con congregaciones ficticias‖. Los que comparten la teoría de Galacia del Sur dicen que el griego usa las palabras Frigia y Galacia como adjetivos que describen el sustantivo región: ―la región frigiana y gálata‖. Los adjetivos se refieren a una región en la mitad del sur de la provincia romana de Galacia, habitada por frigios. La evidencia en favor de la teoría de Gálata del Sur es decisiva. Primero, Frigia era una región habitada por miles de judíos, quienes introdujeron la enseñanza del Antiguo Testamento entre los gentiles. Este conocimiento y la enseñanza de las Escrituras contribuyó a la difusión del evangelio. Segundo, Lucas menciona a Frigia como una de las naciones representadas en Pentecostés (2:10). Galacia era habitada por gente que, en el siglo III a.C. había emigrado desde la Galia en Europa hasta Bitinia, en el Asia Menor. Los romanos hicieron del área en la cual los gálatas vivieron una provincia que se extendió desde Bitinia y el Ponto en el norte hasta Frigia y Licaonia en el sur. Galacia del Sur, entonces, era un área multirracial, y la estrategia misionera de Pablo era predicar el evangelio principalmente en tales áreas. Por esta razón muchos eruditos son reacios a sugerir que Pablo trajo el evangelio exclusivamente a los gentiles en la parte norte de Galacia. b. Misia y Bitinia. El Espíritu Santo guía a los misioneros en sus viajes. No conocemos con exactitud la forma en que él comunicaba su voluntad a los viajeros; quizás Silas, quien era profeta (15:32) recibía las órdenes del Espíritu. Aunque Lucas usa la frase Espíritu de Jesús como un sinónimo para Espíritu Santo, la frase misma es ―indicativa de que el Cristo resucitado seguía trabajando mediante el Espíritu. El Espíritu es el representante de Jesús‖. Viajando en dirección noroccidental, los misioneros llegan a la frontera de Misia, una región en la esquina noroccidental de Asia Menor. De allí tratan de ir hacia el norte, a Bitinia (c.f. 1 P. 1:1), pero el Espíritu, quien ya les había prohibido entrar en la provincia de Asia, les impide ir a Bitinia. (Es interesante anotar aquí que, con el tiempo, Bitinia llegó a ser un fuerte enclave de la iglesia cristiana y la sede de importantes reuniones de concilios de la iglesia [p.ej., el Primer Concilio de Nicea, año 325 d.C.; el Cuarto Concilio General de Calcedonia, año 451 d.C.].) Pablo y sus compañeros deben viajar al puerto de Troas sobre el mar Egeo. c. Troas. La ciudad de Troas, situada a unos dieciocho kilómetros al sur de la antigua Troya, estaba en la parte occidental de Misia. Colonia romana, servía como la puerta de entrada de Europa a Asia Menor y como el punto de partida para Macedonia. Lucas dice que los misioneros descendieron a Troas; es decir, dejaron las alturas de Misia y descendieron hasta el nivel del mar. Rodearon Misia, en el sentido de que no se quedaron allí a proclamar la Palabra. El Espíritu les dijo que viajaran hacia el oeste a Troas, en lugar de ir al este, hacia Bitinia. Años más tarde, Pablo visitó con frecuencia Troas, donde predicó el evangelio (20:5–6; 2 Co. 2:12; 2 Ti. 4:13). 9. Una noche, Pablo tuvo una visión de un hombre macedonio que estaba de pie y le rogaba, “Ven a Macedonia y ayúdanos”. 10. Después que Pablo hubo tenido la visión, inmediatamente nos preparamos para partir hacia Macedonia, creyendo que Dios nos había llamado a predicar el evangelio a ellos. a. ―Pablo tuvo una visión de un hombre macedonio‖. La orden de descender a Troas viene del Espíritu de Jesús, quien, al bloquearles su intención de ir a las provincias de Asia y Bitinia, los dirige a desarrollar la iglesia en otra parte. El está en total control de todo y en Troas le informa a Pablo cuál debe ser el próximo paso. Jesús da a Pablo instrucciones que son suficientes para la necesidad de ese momento. Durante la noche, Pablo tiene una visión, una experiencia común en Pedro, Pablo, y otros. En esta visión, ni Jesús le habla ni envía a un ángel. En cambio, Pablo ve a un hombre que le dice, ―Ven a Macedonia y ayúdanos‖. Suponemos que Pablo pudo identificar la nacionalidad del hombre por su modo de hablar y su vestimenta. En el siglo I Macedonia se extendía de este a oeste desde el mar Egeo hasta el mar Adriático. Al norte estaban Ilírico y Tracia y al sur, Acaya (Grecia). Gobernada por los romanos, la gente de Macedonia hablaba griego, lo que les permitía comunicarse sin problemas con los habitantes de Asia Menor. Para Pablo y sus compañeros, por lo tanto, el paso de un continente (Asia) a otro (Europa) fue relativamente fácil. b. ―Ven a Macedonia y ayúdanos‖. ¿Qué es el significado del pedido del macedonio? La primera parte de su petición (―ven a Macedonia‖) se refiere a cruzar el mar Egeo (v. 11). La segunda parte del ruego es una petición de ayuda. El verbo usado tiene la connotación de venir en ayuda de alguien; por ejemplo, el padre del niño epiléptico suplicó a Jesús, ―Ayúdame en mi falta de fe‖ (Mr. 9:24). El pedido, entonces, es por ayuda espiritual. El macedonio indica que él no está solo; está hablando a nombre de sus compatriotas. Este ruego viene de gente que está lista para recibir el evangelio. c. ―Inmediatamente nos preparamos para salir para Macedonia‖. Pablo cuenta la visión a sus compañeros y juntos siguen la dirección divina de ir a Macedonia. En este versículo es obvia la mano del escritor de Hechos: con el pronombre nosotros se está identificando a sí mismo como un participante de las deliberaciones de los misioneros. No sabemos cómo se conocieron Pablo y Lucas; con modestia Lucas evita proveer información acerca de su fe, habilidades y talentos. De una fuente del siglo II (el Prólogo anti-Marcionita al Evangelio de Lucas) sabemos que Lucas era natural de Antioquía de Siria; de la Escritura sabemos que era médico (Col. 4:14). Quizás se conocieron en Antioquía, aunque Lucas no dice nada al respecto. La frase Dios nos había llamado parece comunicar que Lucas no era un recién convertido que se asoció con Pablo por primera vez en Troas. Pero no nos da más detalles, lo que nos obliga a quedarnos con lo que dice el texto. Comenzando con esta referencia a Troas, Lucas usa el pronombre nosotros en muchos lugares. Aun en aquellos pasajes en los cuales Lucas escribe en tercera persona, él de todas maneras muestra que fue testigo de los acontecimientos que narra (Hch 20:4–5). Consideraciones prácticas en 16:6–10 El llamado de Dios a Isaías en el tiempo cuando murió el rey Uzías, ―¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?‖ (Is 6:8a) es oído hoy por muchos cristianos. Algunos de ellos responden con las mismas palabras con que respondió Isaías: ―Heme aquí, envíame a mí‖ (6:8b). Estos demuestran una voluntad de servir al Señor y trabajar en el avance de su causa. Sin embargo, el peligro es que algunos cristianos empiezan a trabajar sin esperar las órdenes específicas que el Señor tiene para ellos. Creen que Dios tendría que alegrarse por el esfuerzo que hacen. Sin embargo, han fallado en detenerse para orar y preguntarle a Dios dónde y cómo quiere usarlos y qué espera de ellos. Pablo y sus acompañantes esperaron que el Espíritu de Jesús les dijera dónde ministran. Se les prohibió ir tanto al oeste como al norte; tuvieron que ir a Troas. Allí, en una visión Pablo recibió instrucciones de embarcarse para Europa. Al esperar con paciencia la dirección divina, Pablo y sus compañeros fueron receptores de la imprescindible bendición de Dios. Esperar paciente es a menudo el camino más excelente de hacer la voluntad de Dios. 1. ―De Troas‖. Aparentemente, Pablo y sus compañeros no encuentran dificultades en obtener pasajes en una nave para Neápolis (la actual Kavala, o Cavalla). El viento es favorable de modo que al atardecer del primer día de navegación llegan a la isla llamada Samotracia. Al respecto, dice Howard F. Vos, ―La isla no tenía puerto— sólo un fondeadero inseguro en la parte norte—pero los peligros que significaba navegar de noche por lo general obligaba a los marineros a echar anclas donde les fuera posible‖. La isla montañosa se encuentra aproximadamente a la mitad entre Europa y Asia Menor, y tiene una cumbre que se levanta unos 1500 metros sobre el nivel del mar y sirve como hito. Al día siguiente, el barco continúa su viaje hasta arribar a Neápolis, puerto de Macedonia. Vientos favorables redujeron el viaje a dos días; vientos contrarios podrían prolongarlo hasta a cinco días (20:6). Los misioneros salieron de allí hacia Filipos, que quedaba a unos 18 kms. al noroeste de Neápolis. 2. ―La colonia romana de Filipos‖. Los viajeros van por la carretera Egnacia, construida por los romanos, y que se extendía por casi 530 kms. desde la costa este a la costa oeste de Macedonia. Después de salir de Neápolis, Pablo y sus compañeros suben una amplia meseta excepcionalmente fértil y durante el verano exuberante y verde. En pocas horas, tuvieron Filipos a la vista (literalmente, ―de Felipe‖; Felipe II, el padre de Alejandro el Grande, le había dado ese nuevo nombre a la ciudad). En un tiempo, el área fue conocida por sus minas de oro que producían anualmente más de mil talentos del rico metal. Los romanos conquistaron Filipos en el año 168 a.C. y cosecharon la riqueza de las minas. En el año 42 a.C. Filipos fue el escenario de una batalla decisiva en la cual Marco Antonio y Octavio derrotaron a Bruto y a Casio, los asesinos de Julio César. Octavio, quien más tarde habría de adoptar el nombre Augusto, llegó a ser el primer emperador romano. Filipos se convirtió en una colonia romana. Augusto concedió a Filipos el derecho de la ley italiana, y la administración de la ciudad fue organizada siguiendo el modelo de Roma. Muchos veteranos del ejército romano se establecieron en esta colonia. Como ciudadanos romanos, eran protegidos por la ley romana, no podían ser sometidos a azotes, y tenían el derecho de apelar en caso de ser arrestados (v. 37). En resumen, "los colonos gozaban de los mismos derechos y privilegios como si fuera su tierra parte de Italia". 3. "Ciudad principal". El texto griego es ambiguo en este punto: la palabra principal puede ser usada tanto con el término ciudad (p.ej., "Filipos ... la ciudad más principal de aquel distrito de Macedonia" (letra bastardilla agregada) como con el sustantivo distrito. Los traductores por lo general optan por la primera alternativa debido a que la evidencia proporcionada por los manuscritos es fuerte. Pero la objeción que tiene esta alternativa es que la capital de Macedonia no era Filipos sino Tesalónica. La sugerencia de que Filipos era la primera ciudad visitada por Pablo es definitivamente endeble. Pablo estuvo primero en Neápolis, si asumimos que ésta estaba en el mismo distrito que Filipos. Según el historiador romano Livy, los romanos habían dividido Macedonia en cuatro distritos y Anfípolis era la capital del primero de ellos. Por eso, algunos eruditos prefieren la segunda alternativa: "Filipos, una ciudad en el primer distrito de Macedonia" (GNB). Aunque esta lectura es la preferida, los manuscritos griegos no la respaldan, por lo cual no pasa de ser una conjetura. Una regla básica de interpretación es aceptar una conjetura sólo cuando el texto original es ininteligible. Este no es exactamente el caso en este ejemplo, porque es posible traducir el texto así: "Filipos, una ciudad principal en la región de Macedonia". La expresión principal quizás se refiera a sus facilidades educacionales (una famosa escuela de medicina) y a su floreciente economía (procedente de las minas de oro) más que a su función administrativa. 12b. Allí nos quedamos por varios días. 13. El dia de reposo fuimos al rio fueras de las puertas de la ciudad, donde pensamos encontrar un lugar de oración. Nos sentamos y hablamos con las mujeres que estaban reunidas allí. La construcción gramatical del texto griego sugiere que Pablo y sus compañeros se quedaron en Filipos durante algún tiempo. La traducción por varios días aparentemente quiere decir un período superior a los cuatro o cinco días. En el contexto, Lucas está interesado en relatar la experiencia de los misioneros durante el primer día de reposo que pasaban en Filipos. Dice que después de esta experiencia, Pablo y sus compañeros continúan su permanencia. En Filipos los misioneros encontraron a una población abrumadoramente romana. Pareciera que los judíos residentes allí eran pocos, pues no hay mención respecto de alguna sinagoga local. Según los rabinos, diez judíos varones, cabezas de familias era el mínimo para establecer una sinagoga. El día de reposo, los misioneros salen fuera de la ciudad y se dirigieron al río Gangites, donde pensaban que se reunía gente a orar. "El lugar de adoración de los judíos puede haber sido determinado por la práctica romana de tolerar, aunque a veces excluir de los límites de la colonia, a aquellos que practicaban actividades religiosas poco consistentes con su propio estado‖. (Además, para los efectos de las necesarias abluciones, las sinagogas establecidas en las afueras de la ciudad eran levantadas cerca de donde había agua.) Al lado del río, Pablo y sus amigos se reúnen con algunas mujeres que estaban allí para la oración del sábado. ¿Dónde estaban los hombres para dirigir el servicio? Considérese que por aquel tiempo, año 49 d.C. el emperador Claudio había expulsado a los judíos de Roma debido a que ellos habían sido acusados de crear disturbios religiosos (18:2). Suponemos que la colonia romana de Filipos había seguido el ejemplo de Claudio expulsando también a los judíos. Cuando Pablo y Silas son arrestados en Filipos más adelante, los acusan de ser judíos perturbadores de la paz de la ciudad (v. 20). Esta acusación es similar a la que se levantó contra los judíos en Roma. Las mujeres, pues, dan la bienvenida a los misioneros y se aprestaron a escuchar de ellos una exposición de las Escrituras. Con sus compañeros, Pablo toma asiento y empieza a enseñarles el evangelio. Aunque el grupo es pequeño, la presencia del Señor es poderosa, como lo dice Lucas en el versículo siguiente. 14. Y una mujer llamada Lidia, vendedora de tela de púrpura de la ciudad de Tiatira, nos escuchaba como una adoradora de Dios. El Señor abrió su corazón para que respondiera a las palabras dichas por Pablo. 1. La reacción de Lidia. Una de las mujeres presentes en el lugar de oración es Lidia. Sus raíces están en Tiatira (Ap 1:11; 2:18, 24), ciudad ubicada en el distrito de Lidia, en el lado occidental de Asia Menor. Es posible que el nombre Lidia se origina en la frase descriptiva la dama de Lidia. No hay información que permita conocer su nombre real y nos resistimos a especular si se trataba de Evodia o Síntique, a quienes Pablo exhorta a estar en paz con los demás miembros de la iglesia filipense (Fil 4:2). Lidia había salido de Tiatira, al otro lado del mar Egeo, y se había radicado en Filipos donde se dedicaba a la venta de telas de púrpura. El tinte de púrpura aplicado a lino fino era obtenido de la secreción de unos moluscos que viven en la parte oriental del mar Mediterráneo. ―Dado que se requerían unos 8 mil moluscos para producir un gramo de púrpura, las telas teñidas con este producto eran carísimas’. Las vestimentas de púrpura eran usadas por los emperadores y algunos otros ciudadanos como símbolo de su posición social. En Roma, las estolas de púrpura eran usadas junto con las togas senatoriales. Se puede concluir, entonces, que Lidia pertenecía a la clase de comerciantes ricos y era dueña de una casa grande (vv. 15, 40). En Tiatira, Lidia había llegado a ser una creyente en el Dios de Israel y, como gentil, era una de las personas calificadas como temerosas de Dios (10:2; 13:16, 26, 50). Es decir, los judíos no la habían aceptado plenamente como una conversa. En Filipos, todos los días de reposo ella adoraba fielmente en el lugar de oración. Cuando Pablo enseñó el evangelio de Cristo, ella escuchó con atención a sus palabras. 2. La obra del Señor. El Cristo exaltado prepara a Lidia a través de la enseñanza del Antiguo Testamento dada en la sinagoga. Ahora, él envía a Pablo y a sus compañeros a Filipos para darle la oportunidad a Lidia a escuchar el mensaje de salvación. Lucas atribuye al Señor, no a Pablo, la conversión de Lidia. La salvación, entonces, no es cuestión de trabajo de hombre, sino del Señor. No es la palabra en sí, sino el Señor mismo (Lu 24:45) quien abre los corazones del hombre. El resultado es que Lidia responde al mensaje de Pablo y acepta al Señor como su Salvador. 15. Después que ella y los miembros de su familia fueron bautizados, nos rogó, “Si me consideran fiel en el Señor, vengan a mi casa y hospédense”. Y nos persuadió.