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Leer Arlt desde la teoría de la recepción y recopilar sus críticas

Parcial domiciliario

Fiorella Walker

Cátedra: Teoría literaria

Docente: Pablo Solari

Sección: Lengua y Literatura

Institución: Instituto Superior de Profesorado N° 4 “Ángel Cárcano”

05/08/2019

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Introducción:

En el presente trabajo se realizará una síntesis de la teoría de la recepción


tomando los apuntes del autor Hans Robert Jauss (1993) “Estética de la recepción y
producción literaria”, para luego avocarse al análisis de las críticas producidas por
autores reconocidos a partir de la lectura de la obra El juuete rabioso de Roberto Arlt, y
de esta forma poder identificar los puntos donde ponen foco.

La estética de la recepción, en sus principios se basaba en una teoría que tenía de


intermediaria a la comunicación, entre producción y recepción, y que incluía a tres
elementos: el autor, la obra y el lector.

En cuanto al término de estética, entendida desde la percepción, se encuentra


despojada de su significado literario habitual, y en este sentido funciona como un
circuito comunicativo, que incluye el efecto producido por la obra de arte, el modo en
que su público la recibe; y de acuerdo a las posibles respuestas, atribuirle un nuevo
sentido a la obra como resultado de la coincidencia de dos factores: el horizonte de
expectativa, y el horizonte de experiencia.

Hans Robert Jauss (1993) en su teorización sobre sus principales componentes,


y uno de los más relevantes, recae sobre la función activa del lector, dejando en un
segundo lugar el rol del autor. Jauss, nos habla de un cambio de paradigma en la ciencia
literaria a causa de la insuficiencia del método formalista de análisis de la obra, y de una
renuncia a ocuparse de las condiciones sociales o de la negación de los aspectos
extraestéticos. La actual ciencia literaria rechaza la metodología histórica en el sentido
de la recapitulación de datos, los análisis exhaustivos de los textos, las interpretaciones
en sentido unilateral, y propone una ciencia hermenéutica que ayude a una comprensión
profunda de la obra tomando en cuenta el contexto social y las condiciones particulares
de la recepción. Jauss, nos dice:

“La estética de la recepción comparte la noción de obra abierta (“opera,


aperta” según Humberto Eco), el rechazo del logocentrísmo, la
reintroducción del sujeto y la revaloración del texto literario a través de
su función de transformación social” (Jauss, 1993, pp. 3)

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Desarrollo:

Desde ésta teoría, autores como los que se mencionan a continuación con sus
respectivos textos, han puesto en práctica su participación activa como lectores de la
obra perteneciente al escritor Roberto Arlt denominada El juguete rabioso, y dieron sus
respuestas tal como lo requiere la estética de la recepción. Ellos son: Viñas, David
(1964). “El escritor vacilante”, Piglia, Ricardo (1973). “Roberto Artl: una crítica de la
economía literaria”, Pauls, Alan (1986), “Arlt: la máquina literaria” Capdevilla, Analía
(1999). “Arlt: la ciudad expresionista”. Cada uno de los autores mencionados toma un
punto de partida en el cual se posiciona para realizar una crítica, enfatizando según los
aspectos que consideren relevantes.

En el texto de David Viñas, encontramos una disyuntiva entre estar abajo o estar
arriba (escala social) y cómo ascender. Dentro de esta, se encuentra como alternativa,
“ser escritor”. Y de aquí un nuevo dilema en identificarse como un tipo de escritor
determinado; decisión importante para Arlt, ya que pertenecer a una clase u otra puede
significar crucial en su carrera de escritor.

Si bien, en un principios el texto realiza una caracterización de cómo los


personajes de sus obras encarnan maneras de ser en un determinado lugar de la
sociedad, y el lugar donde él se circunscribe como escritor. El posicionamiento de
Viñas, que deja a entrever por indicios que son más profundos que una descripción y
una caracterización, nos hace ver que el foco de este crítico está en la ideología del
autor. Viñas nos dice:

“El espacio literario inicial permanece abierto: arriba se sitúa la mirada de los
humilladores, allí residen los académicos, los que dominan las inflexiones y los
adverbios, la literatura oficial, los propietarios de la castieidad y las buenas
conciencias; frete a ellos, debajo de su mirada, el escritor humillado, el
novelista y dramaturgo porteño al margen del tú, el “vosotros teneis” y el
diccionario pugna por salir de su encogimiento hinchándose con un lenguaje
sendocastizado.” (pág. 71)

A partir de esta descripción de los humilladores y humillados, Arlt se comprende


como escritor de la clase humillada por las academias, el prestigio y el poder, e
interioriza en esta clase social donde hablar del “Barrio” como una particularidad
significativa, no es insignificante, y no consiste solamente en atribuirle cierto afecto al

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lugar donde creció, sino representar al barrio de Boedo, significa instalarse en una
ideología, tener determinadas convicciones, y diferir rotundamente de quienes los
miran desde arriba.:“Boedo, donde el populismo intenta teorizar sus instituciones”
(Viñas, 1964, pp.45)

Este es el desencadenante por el que identificamos la carga ideológica que


conlleva la obra de Roberto Arlt según Viñas, ya que en Boedo se condensa la literatura
social, allí se encontraba el anarquismo de aquella época en escenarios como lo eran los
conventillos, allí las costureras, sirvientas, trabadores del puerto, entre otros,
conformaban la clase social baja de donde provenía el autor argentino, y lo refleja en su
obra.

En relación con el autor que acabamos de desarrollar, y teniendo como punto en


común la división social que posiciona a algunos como dominantes y otros reprimidos,
desarrollaremos el posicionamiento de autor Ricardo Piglia (1973) a través de la
siguiente cita de apertura:

“Escribir deja de ser un lujo, un derroche, para convertirse en una fatalidad, o


mejor, en una necesidad material”. (Piglia, 1973, pp.2)

Este autor enfatiza en la escritura de Arlt en un sentido particular que rompe con
las concepciones tradicionales que relacionan la escritura y la literatura con una clase
social determinada, ligada al trabajo improductivo, y los momentos de ocio; para
concebirla como mercancía utilizada como medio de subsistencia. Esta concepción de
escritura que no se remite a aspectos estéticos, ni al estilo, y mucho menos en analizar
en qué movimientos literarios se circunscriben, es el punto de partida de Piglia para
evidenciar estas particularidades influyentes en la obra de Roberto Arlt.
Las palabras de Arlt, ponen en claro la importancia del interés que debe
despertar la escritura para los lectores y éste remunere a cambio: “Escribir es contraer
cierta deuda, crédito que debe ser reconocido en el mercado. "Ganarse la vida
escribiendo es penoso y rudo" porque hay que lograr que el lector pague con dinero el
interés. (Piglia, 1973, pp.5)
Mediante estas apreciaciones y a partir del desarrollo del texto, vemos como las
producciones literarias conforman un mercado, donde los lectores se convierten en
clientes que consumen, y los autores producen sus obras literarias dependiendo de las

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demandas: “La demanda financia le escritura y la dirige: hace de ese compromiso, un
destino.” (Piglia, 1973, pp.2)
La escritura de Arlt va a demostrar que la lectura, incluso la literatura está
financiada por el consumo y por ende, el dinero, que se encuentra bajo el dominio de
unos pocos que lo poseen y que también determinan su apropiación y circulación. Esta
expresión se sintetiza en la siguiente cita:

Así, en Arlt, el dinero que aparece como garantía, que hace posible la
apropiación y el acceso a la literatura, es a la vez, el resultado que decide y
legitima su valor. De este modo, al nombrar lo que todos ocultan, desmiente las
ilusiones de una ideología que enmascara y sublima en el mito de la riqueza
espiritual la lógica implacable de la producción capitalista. (Piglia, 1973, pp. 3)

El dinero, símbolo de poder que convierte a la literatura en un mercado en el


cual no es posible acceder, tiene como contraste al conformismo como posible
alternativa ubicado en instituciones como una biblioteca, lugar que como dice Arlt no se
encuentra la literatura a disposición, sino que se concentra la carencia de una clase que
no puede comprar libros.

Astier bebe alquilar los libros para poder leer ("Por algunos centavos de interés
me alquilaba sus libracos Ese préstamo se paga el interés por la literatura:
financiada, alquilada, la lectura nunca es gratuita. Al mismo tiempo, el dinero
no alcanza para tenerlos textos, se costea con él cierto tiempo de lectura. Esta
posesión, provisoria, es un simulacro de la propiedad ("Observando Que le
llevaba un libro me gritaba a modo de advertencia: 'Cuidarlo niño que dinero
cuesta'", (Piglia, 1973, pp. 6)

Para concluir con el posicionamiento de este autor, cabe aclarar que si bien la
crítica radica en la escritura de Roberto Arlt influenciada por la necesidad material y la
rapidez de la demanda, se puede apreciar como el autor a través de Arlt desenmascara
un negocio regido por intereses, consumo y dinero que se encuentra detrás de toda
escritura, evidencia la desigualdad, la exclusión, las calificaciones en este caso
negativas atribuidas a este autor por no pertenecer a clase que conforma la ideología
dominante. Piglia concluye:

“Arlt no era un escritor sino un periodista, en la acepción mas restringida del


término. Hablaba el lunfardo con acento extranjero, ignoraba la ortografía, que

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decir de la sintaxis". La insistencia sobre las faltas de Arlt no son otra cosa que
las marcas de un descredito: manejar mal la ortografía, la sintaxis es de hecho
una señal de clase. Se usan mal los códigos de posesión de una lengua: los
errores son —otra vez— el lapsus, se pierden los títulos de propiedad y se deja
ver una condición social.” (Piglia, 1973, pp. 4)

El autor Alan Pauls, en su texto Arlt La máquina literaria, hace alusión al


funcionamiento de la dicha máquina como al de una máquina convencional que se
constituye mediante diferentes partes que a su vez tienen funciones simultáneas, pero
en el ámbito literario el autor de este capítulo la define de la siguiente manera:

“Pero las máquinas son, además, una materia del lenguaje que produce
metáforas, toda una retórica técnica que infiltra y contamina los
procedimientos narrativos y las apuestas estilísticas” (Pauls 1886, pp.
311)

Esta definición nos hace ver que la literatura se encuentra en funcionamiento, y


que sus producciones no tienen una finalidad práctica, sino que simplemente ser lo que
el lector espera (horizonte de expectativas). El poder de la producción se encuentra en
identificar que “eso” (el nombre propio de la obra) funciona, “eso” trabaja, “eso” sirve
para algo. Es decir, darle un nuevo sentido a la obra.

Luego de esta aclaración, la crítica de Alan Pauls recae sobre la figura del autor
de Roberto Arlt y lo caracteriza como escritor bricoleur, describiéndolo de la siguiente
manera:

El escritor-bricoleur no opera con materias primas, sino con materiales ya


elaborados, con fragmentos de obras, con sobrantes y trozos. Práctica de
segunda mano, su universo instrumental no es abierto, sino cerrado; y la regla
de su juego que carece de un capital originario “propio” es trabajar con lo que
se encuentra”. (Pauls 1886, pp. 313)

La actividad de este tipo de autor, parte de reunir fragmentos ya elaborados de


diferentes obras, no da lugar a las creaciones propias y aún así pueden tener difusión en
diferentes formatos. A esta práctica, la asemejan a la de un niño, y atribuyen rasgos
infantiles a esta metodología de producción.

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Arlt, calificado como autor bienintencionado, tildado de escribir mal, encuentra
una defensa en las palabras de Alan Pauls que ataca el estándar de la lengua y literatura
legítima, describiendo de la siguiente manera la lengua que utiliza Arlt.

“porque la lengua arltiana impugna precisamente la política de una lengua y de


la literatura que ofrece ese par de opciones como el único posible, como el
paradigma natural que preside el reparto de los valores literarios: escribir
bien/escribir mal. La lengua arltiana, lengua de niño o lengua maquínica, es una
amalgama de piezas discordantes, una olla o una probeta en la que se
metamorfosean jergas, idiomas prestados o robados, lenguas extranjeras,
discursos filosóficos y científicos, literaturas altas y bajas, todo un flujo de
elementos heterogéneos y conflictivos que nunca terminan de solidificarse y que
permanecen, siempre, a nuevas irrupciones”. (Pauls 1886, pp. 317)

La autora Analía Capdevilla, guarda relación con el último autor trabajado, Alan Pauls,
ya que también apunta a la figura del autor, pero en este caso, Capdevilla cita al
ensayista Cesar Aira quien considera a Arlt como un escritor expresionista. Esta
afirmación parte de que para este último, la figura de Arlt no se trataba simplemente de
la adhesión a un movimiento importante perteneciente a las vanguardias europeas, sino
que encontraba en ese autor un mundo interior en el que habitaban contingencias y
alteraciones, una visión interior en la que todas las explicaciones atribuidas eran válidas.

Para tener en claro lo que se refiere al expresionismo, incluimos la siguiente cita que lo
explica sintéticamente:

“En el caso del expresionismo, el sujeto ha dejado de ser perspectivo porque


desconfía de las apariencias del objeto. Un impulso esencialista lo lleva a buscar
la forma verdadera. Y la encuentra en la visión interior -espiritual, intelectual-
que ese objeto le provoca; visión que no es más que la proyección de su yo
(absoluto, totalitario) sobre el objeto que se enfrenta. (Capdevilla, 1999,. pp.
2)

En el expresionismo ya no es seguro que cada término (sujeto-objeto; interior-


exterior, etc) se encuentre en el lugar que antes, cuando el mundo era
transparente le correspondía” (Capdevilla, 1999, pp. 2)

En Arlt podemos encontrar esta cuestión como una suerte de realismo visionario,
condicionado y limitado por la lógica que refleja la materialidad del mundo. Desde la

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perspectiva de los expresionistas, la visión que se pueda tener independientemente de lo
formal del mundo la llaman “ojo de espíritu” y se trata de una visión ligada a una
proyección que ya no reproduce lo que se ve a distancia, sino que se rige un nuevo
mundo a partir de lo que obtuvieron en esa visión.

Otra de las cuestiones por la que consideran a Arlt como expresionista radica en la
hipótesis que el autor argentino no solo representa a la modernidad desde la perspectiva
del expresionismo, sino que lo hace a partir de su experiencia.

La expresividad de la modernidad asienta sus bases en las descripciones que intentan


provocar “una reacción insólita” en el sujeto que haría uso de los fundamentos de la
percepción. Para lograr este efecto, Arlt potencializa al máximo el objeto percibido. Por
ejemplo, toma elementos relevantes de la modernidad como es “la calle” y
posteriormente la ciudad. A la primera la concibe como un espacio cercado en la que
circulan multitudes de personas, pero que cada vez se van alejando más unos de otros,
también que conforman masas uniformes en las que no se distinguen entre ellos. Estas
particularidades que se aprecian en la obra de Arlt, sumadas a las descripciones que se
mencionan a continuación, potencializan los elementos descriptos y evidentemente son
intencionadas a causar el efecto antes mencionado.

“Estas imágenes, recurrentes en la obra de Arlt, se asocian para configurar el


motivo de la ciudad como prisión. La sensación de encierro, esa suerte de
claustrofobia urbana que es una de las causas de la angustia, atenta contra la
intimidad (…)” (Capdevilla, 1999, pp. 5)

Para concluir, hemos encontrado similitudes entre los autores David Viñas y Ricardo
Piglia, quienes apuntan a una crítica enfocada en la ideología del autor, lo que repercute en
cuestiones políticas, sociales y culturales que conforman su entorno y, que a diferencia de las
críticas que obtuvo Roberto Arlt, por estas mismas causas, críticas sumamente despectivas que
ponían en duda la riqueza de sus obras, los autores mencionados, le atribuyeron un sentido
diferente y enfatizaron en otros aspectos que no necesariamente desmerecen el trabajo del autor,
sino que evidencian el mercado que es literatura y las dificultades para acceder.

Por otra parte, el foco puesto en la figura del autor por el crítico Alan Pauls,
caracterizándolo como un escritor bricoleur, difiere al autor expresionista como lo cataloga
Alalía Capdevilla. Estas similitudes y diferenciaciones se pueden llevar a cabo, por el nuevo

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sentido que le atribuye cada lector, en este caso crítico, a la obra literaria, tal como lo requiere la
teoría de la recepción.

Bibliografía

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Capdevilla, Analía (1999). “Arlt: la ciudad expresionista”. En Boletín/7 del Centro de
Estudios de Teoría y Crítica Literaria, Rosario, octubre de 1999.
Jauss, Hans R. (1980) “Estética de la recepción y comunicación literaria”
Pauls, Alan “Arlt: la máquina literaria” (1986). En Montaldo, Graciela (dir.). Yrigoyen
entre Borges y Arlt (1916-1930). Buenos Aires: Contrapunto.
Piglia, Ricardo (1973). “Roberto Artl: una crítica de la economía literaria”. En Los
libros, Nro. 29, marzo-abril de 1973.
Viñas, David (1964). “El escritor vacilante”. En Literatura argentina y realidad
política. De Sarmiento a Cortázar. Buenos Aires: Siglo XXI.

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