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La
belleza se estudia dentro de la disciplina filosófica de la estética, además de otras disciplinas
como la historia, la sociología y la psicología social. Vulgarmente la belleza se define como la
característica de una cosa que a través de una experiencia sensorial (percepción) procura una
sensación de placer o un sentimiento de satisfacción. En este sentido, proviene de
manifestaciones tales como la forma, el aspecto visual, el movimiento y el sonido, aunque
también se la asocia, en menor medida, a los sabores y los olores. En esta línea y haciendo
hincapié en el aspecto visual, Tomás de Aquino define lo bello como aquello que agrada a la
vista (quae visa placet).
La percepción de la «belleza» a menudo implica la interpretación de alguna entidad que está
en equilibrio y armonía con la naturaleza, y puede conducir a sentimientos de atracción y
bienestar emocional. Debido a que constituye una experiencia subjetiva, a menudo se dice
que «la belleza está en el ojo del observador».1 aunque tal relativismo es exagerado y suele
asociarce a cosmovisiones y modas, lo concreto es que existen objetos y seres que dan la
impresión de belleza ya desde su objetividad natural porque se corresponden con los
requisitos naturales del Homo sapiens, por ejemplo: el sabor dulce es preferido
al amargo porque el amargo suele corresponder a tóxicos, lo mismo que la fragancia de
muchas flores se prefiere naturalmente en gente psíquicamente sana al hedor pútrido.
Índice
1Historia de la belleza
2Belleza humana
3Fealdad
4Belleza en el arte
5Véase también
6Referencias
7Enlaces externos
Historia de la belleza[editar]
Belleza humana[editar]
Proporciones ideales del cuerpo humano esquematizadas en el Hombre de Vitruvio, de Leonardo da
Vinci.
La caracterización de una persona como «bella», ya sea de forma individual o por consenso
de la comunidad, a menudo se basa en una combinación de belleza interior, que incluye los
factores psicológicos —tales como congruencia, elegancia, encanto, gracia,
integridad, inteligencia y personalidad —, y belleza exterior, es decir, atractivo físico, que
incluye factores físicos —tales como juventud, medianidad, salud corporal, sensualidad y
simetría—.
Comúnmente se mide la belleza externa con base en la opinión general o el consenso de un
grupo de personas. Un ejemplo de ello son los concursos de belleza, como el de Miss
Universo. La belleza interna, sin embargo, es más difícil de cuantificar. Un importante
indicador de la belleza física es la «medianía». Cuando las imágenes de rostros humanos se
promedian para formar una imagen compuesta, esta se acerca progresivamente cada vez más
a la imagen «ideal» y se percibe como más atractiva. Este fenómeno se notó por primera vez
en 1883, cuando Francis Galton, primo de Charles Darwin, construyó imágenes compuestas
por superposición de fotografías de vegetarianos y delincuentes en búsqueda de una
apariencia característica para cada uno de ellos. Al hacerlo, se percató de que las imágenes
compuestas resultantes eran más atractivas en comparación con cualquiera de las fotografías
individuales.
La investigación moderna sugiere también que las personas cuyos rasgos faciales son
simétricos y poseen la proporción perfecta son más atractivas.
Fealdad[editar]
Artículo principal: Fealdad
La fealdad es una propiedad de una persona o cosa que no es agradable de mirar En muchas
sociedades el juicio de ser considerado "feo" equivale a ser poco estético, repulsivo u
ofensivo. Al igual que su opuesto, la belleza, la fealdad implica un juicio subjetivo y esta por lo
menos en parte, en el "ojo del observador", tampoco se debe olvidar la influencia ejercida por
la cultura del "observador". Así, la percepción de la fealdad puede ser errónea o miope, como
en el cuento de El patito feo de Hans Christian Andersen.
A pesar de que la fealdad es normalmente considerada como una característica visible,
también puede ser un atributo interno. Por ejemplo, una persona se puede considerar atractiva
por fuera pero por dentro irreflexiva y cruel. También es posible estar de "mal humor", que es
un estado interno de desagrado temporal.
La fealdad tiene su origen en la consideración del "ojo observador" y de la autoestima que se
desarrolla en las personas al ver los estereotipos de hombres y mujeres agradables a nuestros
sentidos de percepción.