Vous êtes sur la page 1sur 12

Sergio Andrés Agudelo Vargas 2621624873

María Alejandra González Vargas 21152000


Ana María Murillo Morales 2621613488

Historia del siglo XX


Biografía académica
(Eric John Ernest Hobsbawm; Alejandría, 1917 - Londres, 2012) Historiador británico, uno
de los más prestigiosos en el ámbito de la historiografía contemporánea de orientación
marxista, autor de diversas obras sobre la revolución industrial, los movimientos sociales
preindustriales, la historia europea contemporánea y la metodología de la historia. Miembro
de una familia judía de origen polaco, nació en Egipto, aunque con nacionalidad británica, y
pasó su infancia y adolescencia en Viena y Berlín. En 1929 falleció su padre, y poco después
su madre; tanto él como su hermana fueron adoptados por sus tíos, que emigraron a Londres
en 1933, coincidiendo con el ascenso del nazismo.

Con sólo catorce años se afilió al Partido Comunista en Berlín, para después incorporarse, en
1936, al Partido Comunista Británico (en el que permanecería durante seis décadas, hasta su
disolución en 1991). Gracias a su sólida formación consiguió una beca para ingresar en el
King's College de la Universidad de Cambridge, donde se doctoró en historia con una tesis
sobre la Sociedad Fabiana, germen del Partido Laborista británico.

A partir de 1947 ejerció la docencia como profesor de historia en la Universidad de Londres.


Durante muchos años no consiguió superar la marginación profesional que padeció a raíz de
su adhesión al marxismo. De hecho, no fue hasta la década de 1960 cuando comenzaron a
publicarse sus trabajos historiográficos, y empezó entonces a ser reconocido a nivel
internacional.

Eric Hobsbawm se especializó en el estudio de la historia contemporánea, sin excluir de su


campo la historia más reciente, que caracterizó en El siglo breve (1996), título que alude al
siglo XX y que el historiador circunscribió al período comprendido entre 1914 (inicio de la
Primera Guerra Mundial) y 1991 (desaparición de la URSS). Entre sus libros destacan La era
de la revolución (1962), La era del capitalismo (1975), La era del imperio (1987), Historia
del siglo XX (1994), Sobre la historia (1998) y Guerra y paz en el siglo XXI (2007).

La aplicación de su visión marxista contribuyó a la construcción de la disciplina de la historia


social, que aspiraba a enterrar la tradición historiográfica victoriana, orientada a los grandes
personajes. De forma paralela, centró sus estudios en el desarrollo de las tradiciones, la crítica
hacia las invenciones de las élites y los contextos de la construcción de los modernos estados-
nación, señalando asiduamente las conexiones entre el devenir político y sus causas
económicas. El materialismo histórico de Hobsbawm alcanzó una influencia muy notable en
los ámbitos académicos de todo el mundo occidental durante el siglo XX, y en especial en
los centros británicos. Personaje abiertamente polémico, fue blanco de numerosas críticas
por sus convicciones marxistas, a las que nunca renunció, aunque sí hizo una profunda
autocrítica.

Contexto: Panorama del siglo XX

El siglo XX, fue un periodo que marco la vida de toda la humanidad, fue un periodo que
estuvo lleno de acontecimientos inciertos y muchos miedos; Eric Hobsbawm en su libro
Historia del siglo XX, lo estructura según el como un tríptico, que inicia desde 1914, hasta
el fin de la segunda guerra mundial, seguido de la transformación de la sociedad que
cambiaría por completo, siguiendo una edad de oro, y en la última parte nos habla de un siglo
de descomposición, de incertidumbre, de crisis y de catástrofes. Pues se pensaba que al dar
fin a 1980 y dándose paso a 1990, ya era el fin y culminación de la sociedad, era una
incertidumbre, un futuro incierto y desconocido para el mundo.

“La memoria histórica ya no estaba viva. La destrucción del pasado, de los mecanismos
sociales que vinculan la experiencia contemporánea del individuo con la de generaciones
anteriores, es uno de los fenómenos más característicos y extraños de las postrimerías del
siglo XX”. (Hobsbawm, 1994, pág. 13) No sólo sirven como punto de referencia de nuestra
vida privada los acontecimientos que se vivieron en el pasado y los traumas que aún se
quedaron en nuestra mente, pues nos estamos refiriendo a un mundo que se desintegro a
finales de los ochenta y que en 1917 se estaba dando inicio a la revolución rusa, fue un mundo
que nos marcó a todos y le dio forma a nuestra experiencia vital, tanto privada como pública,
tanto así que nos acostumbramos a concebir una economía industrial moderna, opuesto a otro
tipo dos de economías (Capitalismo, Socialismo) y economías organizadas (URSS).

En el libro se comienza narrando la primera guerra mundial en 1914, una guerra que marcó
el fin de la civilización occidental del siglo XIX. “Esa civilización era capitalista desde el
punto de vista económico, liberal en su estructura jurídica y constitucional, burguesa por la
imagen de su clase hegemónica característica y brillante por los adelantos alcanzados en el
ámbito de la ciencia, el conocimiento y la educación, así como del progreso material y
moral.” (Hobsbawm, 1994, pág. 16)

Desde el comienzo de la primera guerra mundial hasta la culminación de la segunda guerra


fueron consideradas una época de catástrofes para esta sociedad del siglo XX, que sufrió una
serie de desastres seguidos, uno tras otro. Y no solo fueron las guerras, pues seguido venían
dos oleadas de rebelión y revolución generalizadas, que situaron en el poder a un sistema que
reclamaba ser la alternativa, predestinada históricamente, a la sociedad burguesa y capitalista.
En efecto, se desencadenó una crisis económica mundial de una profundidad sin precedentes
que sacudió incluso los conocimientos de las más sólidas economías capitalistas y que
pareció que podría poner fin a la economía mundial global, cuya creación había sido un logro
del capitalismo liberal del siglo XIX.

Como sabemos, un periodo de guerras, de revoluciones y de cambios con toda certeza traería
una serie de impactos extraordinarios en la transformación económica, social y cultural que
se produjo en este siglo. “Las revoluciones sociales, la guerra fría, la naturaleza, los límites
y los defectos fatales del «socialismo realmente existente», así como su derrumbe, son
analizados de forma pormenorizada. Sin embargo, es importante recordar que la
repercusión más importante y duradera de los regímenes inspirados por la revolución de
octubre fue la de haber acelerado poderosamente la modernización de países agrarios
atrasados.” (Hobsbawm, 1994, pág. 19)
En el libro se mencionan una serie de características, quizás las más destacada por Hobsbawm
de este período final del siglo XX, una es mirar la incapacidad de las instituciones públicas
y del comportamiento colectivo de los seres humanos, otra el comportamiento individual del
ser humano que ha tenido menos dificultades para adaptarse al mundo de la televisión por
satélite, el correo electrónico y los trayectos transoceánicos; Y otra es la transformación de
la desintegración de las antiguas pautas por las que se regían las relaciones sociales entre los
seres humanos y, con ella, la ruptura de los vínculos entre las generaciones, es decir, entre
pasado y presente. La nueva sociedad, o las nuevas generaciones quizás no han destruido
completamente toda la herencia del pasado, sino que la ha adaptado de forma selectiva.

“Esta es la situación a la que debe adaptarse una parte de la humanidad en este fin de siglo
y en el nuevo milenio. Sin embargo, es posible que para entonces se aprecie con mayor
claridad hacia dónde se dirige la humanidad. Podemos volver la mirada atrás para
contemplar el camino que nos ha conducido hasta aquí, y eso es lo que yo he intentado hacer
en este libro.” (Hobsbawm, 1994, pág. 26)
Tesis: La hipótesis central que propone el autor Eric Hobsbawm respecto al siglo XX es que
este siglo se trata de un siglo corto, que abarcaría desde 1914, inicio de la primera guerra
mundial, hasta 1991, año del derrumbe y desmembración de la Unión Soviética. El siglo XX
comenzaría entonces de una manera tardía y culminaría anticipadamente, configurando así
un siglo corto. Considera el tiempo histórico, diferente al tiempo cronológico. Es decir, lo
que constituye un siglo histórico tiene más que ver con el significado del mismo, con su
interpretación global, que con las fechas calendario. (Hobsbawm, 1994, pág. 15)

Argumentos

La guerra mundial era vista como el fin del mundo, la aniquilación de la sociedad y no eran
sólo ellos quienes así lo veían, no era solo este siglo quien lo determino así, si no los
posteriores a él, Quizás no fin de la humanidad, pero la serie de conflictos, de guerras de
revoluciones hizo ver que todo se estaba destruyendo.

El siglo XX no puede solo verse y concebirse disociado a la guerras y conflictos, aunque


siempre estuvieron presente, aun en los momentos en los que no se escuchaba el sonido de
las armas y las explosiones de las bombas, se pensaba solo en guerra; pero este siglo, también
determino una serie de avances tecnológicos y culturales para el mundo. Quizás por el miedo
o la competencia, pero se pudo demostrar que, a pesar de eso, la humanidad podía vivir y
seguir avanzando.

Las guerras, y las batallas como lo señala el autor provocaron también avances en el área de
los lectores y de la profesión geografía pues se permitió que a través de las guerras todo el
mundo estuviera en conexión con la geografía universal. “En cuanto al escenario de las
batallas, los nombres de las islas melanésicas y de los emplazamientos del norte de África,
Birmania y Filipinas comenzaron a ser para los lectores de periódicos y los radioyentes no
hay que olvidar que fue por excelencia la guerra de los boletines de noticias radiofónicas
tan familiares como los nombres de las batallas del Ártico y el Cáucaso, de Normandía,
Stalingrado y Kursk. La segunda guerra mundial fue una lección de geografía universal”.
(Hobsbawm, 1994, pág. 32)

Las guerras, y todo tipo de conflicto relacionados en sí, marco los horrores para toda la
humanidad, porque ya no se tenía en cuenta el derecho a la vida, todos estaban condición de
morir por las balas, y las experiencias de cada una contribuyó a brutalizar aun este tipo de
conflictos. La justificación del lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki
en 1945 como lo dice el autor no fue que era indispensable para conseguir la victoria, para
entonces absolutamente segura, sino que era un medio de salvar vidas de soldados
estadounidenses, pero no tuvieron en cuenta que había otras personas que también iban a
morir.
Algo que, si queda en este periodo de guerra, es que ambos bandos enfrentados confiaban en
la tecnología, y los avances; había quienes se destacaban en el campo de la química utilizando
el gas tóxico en el campo de batalla, otros quienes se destacaron en la fabricación de los
tanques de guerra, otros en la fabricación de los aeroplanos, las fabricaciones de bombas.
Cosas como estas eran y se hacían para aterrorizar a sus enemigos marcando el miedo y el
temor de la desaparición de la sociedad, pero también permitió que las sociedades avanzaran
tecnológicamente.

A diferencia de lo ocurrido en la primera guerra mundial, la segunda guerra fue una


intransigencia, para ambos bandos esta era una guerra de religión o, en términos modernos,
de ideologías. Era también una lucha por la supervivencia para la mayor parte de los países
involucrados, era imponer el poder ideológico de las fuerzas ganadoras. La segunda guerra
mundial significó el paso de la guerra masiva a la guerra total a diferencia de lo ocurrido en
la primera guerra mundial las bajas civiles fueron tan importantes como las militares y las
peores matanzas se produjeron en zonas, o en lugares, en que no había nadie que pudiera
Registrarlas o que se preocupara de hacerlo.

Como lo señala Eric Hobsbawm la guerra moderna involucra a todos los ciudadanos, la
mayor parte de los cuales además son movilizados; que utiliza un armamento que exige una
modificación del conjunto de la economía para producirlo y que se utiliza en cantidades
ingentes; que causa un elevadísimo nivel de destrucción y que domina y transforma por
completo la vida de los países participantes, porque no solo se juega la economía, si no
también el pensamiento y la cultura.

Pero la producción de la guerra se requería también organización, la violencia de la guerra


también debía ser planeada aun cuando su objeto fuera la destrucción de vidas humanas, se
tenía que hacer de la manera más eficiente, como ocurría en los campos de exterminio
alemanes. En términos generales, la guerra total era la empresa de mayor envergadura que
había conocido el hombre hasta el momento, y debía ser organizada y gestionada con todo
cuidado. (Hobsbawm, 1994, pág. 53)

Las guerras y la revoluciones como ya se mencionó anteriormente hizo que progresara el


desarrollo tecnológico, el enfrentamiento de tecnologías para conseguir las armas más
efectivas y otros servicios esenciales determinaron grandes avances, los enormes
desembolsos necesarios para producir la energía nuclear han resultado mucho más fáciles de
aplicar en tiempo de paz cabe pensar que la guerra, ha sido el factor fundamental para acelerar
el progreso técnico. Las guerras, especialmente la segunda guerra mundial, como lo señala
el autor contribuyeron enormemente a difundir los conocimientos técnicos que tuvieron
importantes repercusiones en la organización industrial y en los métodos de producción en
masa, pero sirvieron más para acelerar el cambio que para conseguir una verdadera
transformación, transformación en todos los campos, sociales, culturales, económicos y
también políticos.

La primera guerra mundial y la revolución rusa, mejor dicho, en ese periodo que propone el
autor de 1914 a 1991 supusieron el desplazamiento forzoso de millones de personas huyendo
como refugiados mediante intercambios de poblaciones forzosos entre estados, estos
intercambios generaron también un modo de difusión de pensamiento distinto al de los
demás, la idea de pensar cómo se estaba viviendo el mundo, y como se debía actuar.

Uno de los aspectos más trágicos de esta catástrofe es que la humanidad ha aprendido a vivir
en un mundo en el que la matanza, la tortura y el exilio masivo han adquirido la condición
de experiencias cotidianas que ya no sorprenden a nadie. Esas guerras tuvieron sus propias
características y su perfil histórico.

“El pasado era irrecuperable, el futuro había sido postergado y el presente era una realidad
amarga, excepto por un lapso de unos pocos años a mediados de la década de 1920. En
cambio, la segunda guerra mundial aportó soluciones, válidas al menos para algunos
decenios. Los tremendos problemas sociales y económicos del capitalismo en la era de las
catástrofes parecieron desaparecer. La economía del mundo occidental inició su edad de
oro, la democracia política occidental, sustentada en un extraordinario progreso de la vida
material, era estable y la guerra se desplazó hacia el tercer mundo. En el otro bando, incluso
la revolución pareció encontrar su camino.” (Hobsbawm, 1994, pág. 60).

Algo que hay que tener muy en claro y es que las revoluciones fueron consecuencias de las
guerras mundiales, especialmente la de 1917, donde origino la revolución soviética; y que
muchos de los partidos socialistas como los menciona el autor se apoyaron en las clases
trabajadoras.

Desde la ideología marxista se pensaba que la revolución rusa, podría generar otro tipo de
revoluciones proletarias en varios países del mundo que ya estaban industrializados. Debido
a las guerras, Rusia no estaba preparado para otro tipo de conflictos, algo que nos muestra el
autor, es que la población empezó a mostrar los cambios de pensamiento, los núcleos urbanos
querían conseguir pan, se empieza a pedir mayores salarios y un trabajo de horario reducido
como la población agrícola empezó a exigir tierras.

“Esta revolución presido y dio lugar a como se esperaba, de que en otros países que ya
estaba industrializados se dieran movimientos obreros. “Si el marxismo ofrecía la garantía
de la ciencia y de la inevitabilidad histórica, la revolución de octubre consistía la prueba de
que el gran cambio de las clases obreras había comenzado” (Hobsbawm, 1994, pág. 79).
Desde la caída de Habsburgo en octubre, se empezaron a establecer una serie de estados
nacionales con diferentes visiones, y características culturales que tenían la esperanza de que
los aliados victoriosos los prefieran por ser menos agresivos que los bolcheviques.

En los países desarrollados, la estructura social, las tradiciones ideológicas y las funciones
políticas de las fuerzas armadas se inclinaban hacia la derecha con los militares con intereses
políticos. “los revolucionarios sociales del siglo XX como lo señala Hobsbawm descubrieron
tardíamente la senda de la revolución a través de la guerra de guerrillas. Tal vez eso se debe
a que históricamente esa forma de actividad esencialmente rural se asociaba con movimientos
de ideologías arcaicas que los observadores urbanos confundían fácilmente con el
conservadurismo o incluso con la reacción y la contrarrevolución.”

Los bolcheviques, que durante la guerra civil habían intervenido tanto en operaciones de
guerra regulares como irregulares, utilizaban el término «partisano», que durante la segunda
guerra mundial se impuso entre los movimientos de resistencia de inspiración soviética.

“Tal era el estado de ánimo de los hombres y mujeres que salieron de la ilegalidad, de la
guerra y de la resistencia, de las cárceles, de los campos de concentración o del exilio, para
asumir la responsabilidad del futuro de sus países, la mayor parte de los cuales no eran más
que un montón de ruinas. Tal vez algunos de ellos observaron que, una vez más, el
capitalismo había resultado más fácil de derribar donde era débil, o apenas existía, que en
sus centros neurálgicos.” (Hobsbawm, 1994, pág. 89) En suma, como lo concluye el autor
la historia del siglo XX no puede comprenderse sin la revolución rusa y sus repercusiones
directas e indirectas.

Desde un principio se vio como desde la primera guerra mundial se devasto muchas zonas
del viejo mundo, tanto eran las crisis para la población que sobrevivió que hombres y mujeres
empezaron a participar de muchas transacciones, prestamos comercial de una forma
impersonal, que no se comprendía. La historia de la economía mundial desde la Revolución,
la historia de la economía mundial se había caracterizado por un progreso técnico acelerado,
por el crecimiento económico continuo, aunque desigual, y por una creciente que suponía
una división del trabajo, cada vez más compleja para la sociabilidad proletariado, y la
creación de una red cada vez más densa de corrientes e intercambios que ligaban a cada una
de las partes de la economía mundial con el sistema global.

Con La Gran Depresión 1929-1933, casi todos los hombres y mujeres predominaron las
experiencias económicas de carácter cataclísmico, que culminaron en que el crecimiento
económico no se interrumpió durante esos decenios. Simplemente se desaceleró, y esto
cambio la vida de las personas.
En una segunda parte del siglo xx encontramos la crisis del liberalismo en donde la libertad,
la igualdad y fraternidad no pasaban por un buen momento, fue de gran impacto para los
movimientos nacionalista y totalitarios es decir el nazismo y el fascismo, que en sus bases
fueron concebidos por la revolución rusa es decir estos movimientos no hubiesen existido sin
el leninismo. El nazismo y el fascismo fueron principalmente los que acrecentaron un
fenómeno que, en el siglo XX, tuvo gran impacto y como principal afectado fue el pueblo
judío sería el más afectado incluso nacería el fenómeno del antisemitismo, pues este se
expandió por todo el mundo y se crearon movimientos antisemitas como la Guardia de Hierro
rumana y al de los Flecha Cruz de Hungría.

“Probablemente, el fascismo no habría alcanzado un puesto relevante en la historia


universal de no haberse producido la Gran Depresión. Italia no era por sí sola un punto de
partida lo bastante sólido como para conmocionar al mundo. En los años veinte, ningún otro
movimiento europeo de contrarrevolución derechista radical parecía tener un gran futuro,
por la misma razón que había hecho fracasar los intentos de revolución social comunista:
la oleada revolucionaria posterior 1917 se había agotado y la economía parecía haber
iniciado una fase de recuperación.” (Housbawn, 1994, p. 136)

“Sin duda, algunas características del fascismo europeo encontraron eco en otras partes.
Habría sido sorprendente que el muftí de Jerusalén y los grupos árabes que se oponían a la
colonización judía en Palestina (y a los británicos que la protegían) no hubiesen visto con
buenos ojos el antisemitismo de Hitler, aunque chocara con la tradicional coexistencia del
islam con los infieles de diversos credos. Algunos hindúes de las castas superiores de la
India eran conscientes, como los cingaleses extremistas modernos en Sri Lanka, de su
superioridad sobre otras razas más oscuras de su propio subcontinente, en su condición de
«arios» originales.” (Housbawn, 1994, p.137)

Sin embargo, la crisis del liberalismo no iba a durar mucho, fue en el periodo entre guerras y
debido a la gran depresión que tuvo su punto más bajo, pero luego de la segunda guerra
mundial volvería a ponerse adelante como sistema político y económico:
“Nadie predijo, ni esperó, que la democracia se revitalizaría después de la guerra y mucho
menos que al principio de los años noventa sería, aunque fuese por poco tiempo, la forma
predominante de gobierno en todo el planeta. Para quienes en este momento analizan lo
ocurrido en el período comprendido entre las dos guerras mundiales, la caída de los sistemas
políticos liberales es una breve interrupción en su conquista secular del
planeta.”(Housbawn, 1994, p.147)

Las guerras mundiales siempre se dividieron en 2 bandos, sin importar quién sería el
vencedor ambos bandos tenían un enemigo en común, este fue el caso de los Estados Unidos
y la Unión Soviética: “Las razones por las que actuaron así hay que buscarlas más allá de
las relaciones internacionales convencionales o de la política de fuerza, y eso es lo que hace
tan significativa la extraña alianza de estados y movimientos que lucharon y triunfaron en
la segunda guerra mundial. El factor que impulsó la unión contra Alemania fue que no se
trataba de una nación-estado descontenta de su situación, sino de un país en el que la
ideología determinaba su política y sus ambiciones.”(Housbawn, 1994, p. 149.

Cabe resaltar que durante el periodo de guerras la sociedad estuvo en un continuo cambio,
ya que la mayoría de los que peleaban eran los hombres, así pues la mayor mortalidad fue de
género masculino lo que dio como resultado más población femenina que gracias a ese
cambio fueron reconocidas como mano de obra, sobre todo en las fábricas textil, este fue un
gran paso a que el papel de la mujer fuese reconocido como participe de una sociedad que
siempre fue machista, debido a esa herencia decimonónica, las guerras mundiales como
efecto secundario ayudo en ese aspecto al género femenino. También fue un periodo donde
se tuve una gran densidad de inmigrantes de 17 naciones alrededor mundo pues el horror de
la guerra, los alimentos en su mayor parte eran escasos o se encontraban en mal estado.

De modo que las artes en el periodo de guerras también es un aspecto el cual necesita un
análisis ya que nos permiten ver la evolución de una sociedad y de hecho así siempre ha sido
en cada renglón de la historia de la humanidad hay una expresión que como seres humanos
somos los únicos que podemos plasmar símbolos e ideas abstractas. Las grandes
manifestaciones culturales en el arte se registran a inicios de la primera guerra mundial el
primero el dadaísmo y que sirvió como base para el surrealismo:

“El dadaísmo surgió en 1916, en el seno de un grupo de exiliados residentes en Zurich (donde
otro grupo de exiliados encabezado por Lenin esperaba la revolución), como una protesta
nihilista angustiosa, pero a la vez irónica, contra la guerra mundial y la sociedad que la
había engendrado, incluido su arte. Puesto que rechazaba cualquier tipo de arte, carecía de
características formales, aunque tomó algunos recursos de las vanguardias cubistas y
futuristas anteriores a 1914, en particular el collage, un procedimiento de reunir pegados
diversos materiales, especialmente fragmentos de fotografías. Todo cuanto podía causar la
perplejidad del aficionado al arte burgués convencional era aceptado como dadá.”
(Housbawn, 1994, p. 183)

Este movimiento tuvo un corto periodo casi que se puede decir que nació y murió con la
primera guerra mundial. El dadaísmo aportaría la manera de ver al mundo de forma simple
oponiéndose a los cánones que el arte venía manejando, pero aparecería un nuevo
movimiento que en sus bases tenía como referente al dadaísmo, pero con un sentido: “Lo
importante era reconocer la capacidad de la imaginación espontánea, sin mediación de
sistemas de control racionales, para producir coherencia a partir de lo incoherente y una
lógica aparentemente necesaria a partir de lo ilógico o de lo imposible.” (Housbawn, 1994,
p.184). El vanguardismo no solo trajo consigo las expresiones anteriormente nombradas,
también dio un gran aporte con el séptimo arte que hasta el día de hoy sigue siendo importante
como una de las figuras más representativas esta Charles Chaplin tanto fue así que cada poeta
moderno había escrito una composición en su honor.

“Desde mediados de los años treinta los intelectuales favorecieron el cine populista francés
de René Clair, Jean Renoir (no en vano era el hijo del pintor), Marcel Carné, el ex surrealista
Prévert, y Auric, antiguo miembro del grupo musical vanguardista «Les Six». Como
afirmaban los críticos no intelectuales, las obras de estos autores no eran tan divertidas,
pero sin duda encerraban mayor valor artístico que la mayoría de las producciones, por lo
general realizadas en Hollywood, que cientos de millones de personas (incluidos los
intelectuales) veían cada semana en las salas cinematográficas, cada vez mayores y más
lujosas.”(Hobsbawn, 1994, p.187).

Sin duda aportaría beneficios a los empresarios relacionados con la cinematografía que hasta
el día de hoy sigue siendo una industria generadora de mucho dinero. Ahora bien el cine no
fue lo único que los vanguardistas destacaban también la música dio un paso importante y
sobre todo el género del jazz: “El «jazz» de la «era del jazz», es decir, una combinación de
espirituales negros, música de baile de ritmo sincopado y una instrumentación poco
convencional según los cánones tradicionales, contó con la aprobación unánime de los
seguidores del vanguardismo, no tanto por méritos propios como porque era otro símbolo
de la modernidad, de la era de la máquina y de la ruptura con el pasado; en suma, un nuevo
manifiesto de la revolución cultural.” (Hobsbawn, 1994, p.187)

“el arte vanguardista de la Europa central no se caracterizaba por su tono esperanzador,


aunque las convicciones ideológicas llevasen a sus representantes revolucionarios a adoptar
una visión optimista del futuro. Sus logros principales, que en su mayoría datan de los años
anteriores a la supremacía de Hitler y de Stalin —«no sé qué decir sobre Hitler», 5 se mofaba
el gran autor satírico austriaco Karl Kraus, a quien la primera guerra mundial no había
dejado precisamente sin palabras” (Hobsbawn, 1994, p.192).

La aparición de la cámara también ayudo bastante a los medios informativos como el


periodismo ya que en una foto se podía plasmar cualquier verdad, la radio se popularizo, y
por supuesto el cine seria el sistema de entretenimiento que abarcaba a casi todas las clases
sociales, de hecho, cada país tendría una tendencia: “En los viejos países occidentales, el
predominio de las capas sociales más cultas y un cierto elitismo se dejaron sentir incluso en
el cine, un medio de comunicación de masas. Eso dio lugar a una edad de oro del cine mudo
alemán en la época de Weimar, del cine sonoro francés en los años treinta y también del cine
italiano en cuanto se levantó el manto del fascismo que había sofocado a sus grandes talentos.
Tal vez fue el cine populista francés de los años treinta el que mejor supo conjugar las
aspiraciones culturales de los intelectuales con el deseo de entretenimiento del público en
general. Fue el único cine intelectual que nunca olvidó la importancia del argumento,
especialmente en las películas de amor o de crímenes, y el único en el que tenía cabida el
sentido del humor.” (Hobsbawn, 1994 p. 196-197)
Los deportes serian otra gran fuente de entretenimiento como el caso del cricket y el futbol,
ambos popularmente aceptados en Gran Bretaña, tal fue la importancia del futbol que muchos
países comenzarían a adoptarlo hasta crear clubes y selecciones, ya a una escala superlativa
se crearía el primer mundial de futbol en el año de 1930 el cual tendría como primer campeón
a Uruguay dicho torneo se fue realizando cada cuatro años y que no se disputaron en la
segunda guerra mundial hasta su reanudación en la postguerra.

Lejos de ser un “siglo corto” nos aparece entonces un siglo levemente largo, aunque “bastante
normal”: resultan un poco más de los cien años correspondientes a una centuria. Añadimos
algo más de dos años al inicio y unos nueve meses al final. A la “era del imperio”, analizada
magistralmente por Eric Hobsbawm, le sucedió según ésta nuestra interpretación alternativa,
una “era del imperialismo”. La cual, es nuestro deseo más ferviente, debería resultar
definitivamente superada y enterrada en el transcurso del actual siglo XXI, que recién vamos
estrenando. Mezcla de incertidumbres y esperanzas, la actual coyuntura marcada por el
desenlace de la guerra en Irak, no permite vislumbrar mayor cosa del horizonte, salvo la
seguridad de que éste que empieza parece cualquier cosa menos un siglo “tranquilo”.
Después de la tormenta, se dice, viene la calma. No parece ser éste el caso. Lo que se ve venir
es, más bien, la tempestad. Si no es posible permanecer seco y a buen resguardo, habrá
entonces que “mojarse”; será preciso asumir el compromiso y comprometerse: la época y la
humanidad así lo demandan.

La desintegración de las antiguas pautas por las que se regían las relaciones sociales entre los
seres humanos y, con ella, la ruptura de los vínculos entre las generaciones, es decir, entre
pasado y presente. Esto es sobre todo evidente en los países más desarrollados del capitalismo
occidental, en los que han alcanzado una posición preponderante los valores de un
individualismo asocial absoluto, tanto en la ideología oficial como privada, aunque quienes
los sustentan deploran con frecuencia sus consecuencias sociales.
Conclusiones
La idea de una historia global se ve reflejada claramente en el manejo del tiempo histórico
que presenta Hobsbawm y es con la que relaciona su tesis. Las eras y edades que propone no
son forzadas, sino que se basan en el conocimiento empírico de la realidad. Realidad
interpretada con la sabiduría y la experiencia de uno de los más lúcidos y privilegiados
testigos.

La historia del siglo XX tiene como principal foco dar una vista panorámica a lo sucedido
entre el año 1914 hasta 1991 desde los parámetros económico, políticos, sociales y culturales.
El relato histórico es el gran cuerpo de esta obra la cual nos transmite muchos
acontecimientos y por los cuales el mundo tuvo un gran revolcón en este siglo, ya que no
solo fue un periodo violento sino también, una reconfiguración ideológica, social y cultural.
El surgimiento de nuevos patrones políticos está muy presente en el trabajo realizado por
Eric Hobsbawn y su corriente identificadora es el marxismo, pero no el ortodoxo sino, uno
rejuvenecido como es el de la “nueva izquierda”. El panorama mundial en los inicios del
siglo XX era aún muy decimonónico ya que muchas naciones en su estructura estaban regidas
por un modelo absolutista como el caso del imperio otomano u Austro-húngaro.

A lo largo del recorrido realizado a través de la lectura de la obra de Hobsbawm, se evidenció


una vez más que la historia es un continuum, que las condiciones fundamentales que hicieron
posible los más relevantes hechos del siglo XX se generaron en el siglo XIX, y además,
evidenció que en gran medida estos acontecimientos fueron posibles gracias al papel crucial
que jugaron, por una parte, las diversas oleadas de la revolución científica y tecnológica, y
por otra parte, gracias al papel desarrollado por las diversas oleadas de la revolución
industrial (en especial, en la Inglaterra y en los Estados Unidos a lo largo del siglo XIX).

Bibliografía
Hobsbawm, E. (1994). Historia del siglo XX. Reino Unido, Estado Unidos: Critica Grijalbo
Mondadori Buenos Aires.

Vous aimerez peut-être aussi