Vous êtes sur la page 1sur 10

Documentos Historia Social de la Ciencia y de la Técnica

INTRODUCCIÓN

(I) Maestra: -¿A qué temperatura hierve el agua?


Alumno: -A noventa grados, señorita.
Maestra: -¡Eso es una barbaridad!
Otro Alumno: -¡Lo que hierve a noventa grados es el ángulo recto...! Anónimo

(II) ¿Cómo es que, siendo tan inteligentes los niños, son tan estúpidos la mayor parte
de los hombres? Debe ser fruto de la educación. Alejandro Dumas

(III) Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no
estoy seguro. Albert Einstein

(IV) Todos los educadores son absolutamente dogmáticos y autoritarios. No puede


existir la educación libre, porque si dejáis a un niño libre no le educaréis.
Gilbert Keith Chesterton

(V) We don´t need no thought control


No dark sarcasm in the classroom
Teachers leave the kids alone Roger Waters, The wall, 1979

(VI) El secreto de la educación es enseñar a la gente de tal manera que no se den cuenta de
que están aprendiendo hasta que es demasiado tarde. Harold Edgerton

(VII) Siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que enseñes.


José Ortega y Gasset

(VIII) Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo.


Benjamin Franklin

(IX) La Ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La


incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de
otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de
inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de
otro ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propia razón!: he aquí el lema de la
Ilustración. (...) Los tutores, que tan bondadosamente se han arrogado este oficio,
cuidan muy bien de que la gran mayoría de los hombres (y no digamos que todo el
sexo bello) considere el paso de la emancipación, además de muy difícil, en extremo
peligroso.(...) el público, que aquellos personajes uncieron con este yugo, les unce a
ellos mismos cuando son incitados al efecto por algunos de los tutores incapaces por
completo de toda ilustración; que así resulta de perjudicial inculcar prejuicios,
porque acaban vengándose en aquellos que fueron sus sembradores o sus
cultivadores. Por esta sola razón el público sólo poco a poco llega a ilustrarse.
Mediante un revolución acaso se logre derrocar el despotismo personal y acabar con
la opresión económica o política, pero nunca se consigue la verdadera reforma de la
manera de pensar; sino qué, nuevos prejuicios, en lugar de los antiguos servirán de
1
riendas para conducir al gran tropel. Para esta Ilustración no se requiere más que una
cosa, libertad; y la más inocente entre todas las que llevan ese nombre, a saber:
libertad de hacer uso público de su razón íntegramente (...) Entiendo por uso público
aquel que, se retrase en calidad de maestro, se puede hacer de la propia razón ante el
gran público del mundo de lectores. Por uso privado entiendo el que ese mismo
personaje puede hacer en su calidad de funcionario.
Immanuel Kant, Filosofía de la Historia, 1784

IX’) Pues existe realmente un prejuicio de la Ilustración, que es el que soporta y


determina su esencia: este prejuicio básico de la Ilustración es el prejuicio
contra todo prejuicio y con ello la desvirtuación de la tradición. Un análisis de la
historia del concepto muestra que sólo en la Ilustración adquiere el concepto del
prejuicio el matiz negativo que ahora tiene. En si mismo «prejuicio» quiere
decir un juicio que se forma antes de la convalidación definitiva de todos los
momentos que son objetivamente determinantes. (...) «Prejuicio» no significa pues
en modo alguno juicio falso, sino que está en su concepto el que pueda ser
valorado positivamente o negativamente (...)
Hans-Georg Gadamer, Verdad y método, 1960

(X) No existe ningún análisis científico directo de la vida cultural o (...) de los
fenómenos sociales que pudiera ser independiente de los puntos de vista especiales y
‘unilaterales’, gracias a los cuales esas manifestaciones se dejan (implícita o
explícitamente, consciente o inconscientemente) seleccionar como objetos de
investigación, analizar y organizar en vista de la exposición.
Max Weber, Essais sur la Théorie de la Science, 1904-17

(XI) La mayoría de las ideas fundamentales de la ciencia son esencialmente sencillas


y, por regla general pueden ser expresadas en un lenguaje comprensible para todos.
Albert Einstein

(Para carácter social del científico)


(XII) La historia enseña que por lo común una teoría es aceptada no porque esté libre
de contradicciones, ni en virtud de su claridad, sino porque uno espera participar en
su elaboración y verificación. Es el deseo de nuestra propia actividad, la esperanza de
ver resultados de nuestro esfuerzo lo que nos guía por el camino de la ciencia. Y ese
deseo es más fuerte que todo juicio racional acerca de las ventajas de tal o cual idea
teórica.
Werner Heisenberg, La tradición en la ciencia, 1973

------------------------------------------------------------------
UNIDAD I

(Origen de la idea de dios)


(XIII) Homero y Hesíodo han atribuido a los dioses todas las cosas que son objeto de
vergüenza y de censura entre los hombres: hurtos, adulterios y engaños recíprocos.
Los etíopes representan a sus dioses chatos y negros, y los tracios dicen que tienen
los ojos azules y los cabellos rojos.
Pero si los bueyes, los caballos y los leones tuviesen manos y con ellas pudiesen
dibujar y realizar obras como los hombres, los caballos dibujarían figuras de dioses

2
semejantes a los caballos, y los bueyes a los bueyes, y formarían sus cuerpos a
imitación del propio.
Jenófanes, Fragmentos, s. VI a.C.

(Cómo se sostiene el mundo)


(XIII’) Un conocido científico (algunos dicen que fue Bertrand Russell) daba una vez
una conferencia sobre astronomía. En ella describía cómo la Tierra giraba alrededor
del Sol y cómo éste, a su vez, giraba alrededor del centro de una vasta colección de
estrellas conocida como nuestra galaxia. Al final de la charla, una simpática señora ya
de edad se levantó y le dijo desde el fondo de la sala: «Lo que nos ha contado usted
no son más que tonterías. El mundo es en realidad una plataforma plana sustentada
por el caparazón de una tortuga gigante». El científico sonrió ampliamente antes de
replicarle, « ¿y en qué se apoya la tortuga?». «Usted es muy inteligente, joven, muy
inteligente -dijo la señora-. ¡Pero hay infinitas tortugas una debajo de otra!».
Stephen Hawking, Historia del tiempo, 1988.

(Acerca de por qué el hombre es un animal político)


(XIV) Es evidente que la ciudad-estado es una cosa natural y que el hombre es por
naturaleza un animal político o social; y un hombre que por naturaleza y no
meramente por el azar, apolítico o insociable, o bien es inferior en la escala de la
humanidad, o bien está por encima de ella [...] y la razón por la cual el hombre es un
animal político en mayor grado que cualquier abeja o cualquier animal gregario es
algo evidente. La naturaleza, efecto, según decimos, no hace nada sin un fin
determinado, y el hombre es el único entre los animales que posee el don del
lenguaje. La simple voz, es verdad, puede indicar pena y placer y, por tanto, la
poseen también los demás animales [...], pero el lenguaje tiene el fin de indicar lo
provechoso y lo nocivo y, por consiguiente, también lo justo y lo injusto, ya que es
particular propiedad del hombre, que lo distingue de los demás animales, al ser el
único que tiene la percepción del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto y de las
demás cualidades morales, y es la comunidad y participación en estas cosas lo que
hace una familia y una ciudad-estado.
Aristóteles, Política, s. IV a.C.

(Formas de gobierno)
(XV) Una vez precisadas estas cuestiones, hay que considerar a continuación cuántas
y cuáles son las formas de gobierno, y en primer lugar las rectas, ya que después de
definir éstas, resultarán claras también sus desviaciones. Puesto que régimen y
gobierno significan lo mismo y gobierno es el elemento soberano de las ciudades,
necesariamente será soberano o un individuo, o la minoría, o la mayoría; cuando el
uno o la minoría o la mayoría gobiernan en vista del interés común, esos regímenes
serán necesariamente rectos, y aquellos en que se gobierne atendiendo al interés
particular del uno, de los pocos o de la masa serán desviaciones; porque, o no se debe
llamar ciudadanos a los miembros de una ciudad, o deben participar de sus ventajas.

De los gobiernos unipersonales, solemos llamar monarquía a la que mira al interés


común; al gobierno de unos pocos, pero más de uno, aristocracia, sea porque
gobiernan los mejores, o porque se propone lo mejor para la ciudad y para los que

3
pertenecen a ella; y cuando es la masa la que gobierna en vista del interés común, el
régimen recibe el nombre común a todas las formas de gobierno: república; y con
razón, pues un individuo o unos pocos pueden distinguirse por su excelencia; pero
un número mayor es difícil que descuelle en todas las cualidades; en cambio, puede
poseer extremadamente la virtud guerrera, porque ésta se da en la masa. Por ello, en
esta clase de régimen el poder supremo reside en el elemento defensor, y participan
de él los que poseen las armas. Las desviaciones de los regímenes mencionados son:
la tiranía de la monarquía, la oligarquía de la aristocracia, la democracia de la
república. La tiranía es, efectivamente, una monarquía orientada hacia el interés del
monarca, la oligarquía busca el de los ricos, y la democracia el interés de los pobres;
pero ninguna de ellas busca el provecho de la comunidad.
Aristóteles, Política, s. IV a.C.

(Para antecedente del yo de la modernidad)


(XVI) ¿Quién duda que vive, recuerda, entiende, quiere, piensa, conoce y juzga?;
puesto que, si duda vive; si duda, recuerda su duda; si duda, entiende que duda; si
duda, quiere estar cierto; si duda, piensa; si duda, sabe que no sabe; si duda, juzga
que no conviene asentir temerariamente. Y aunque dude de todas las demás cosas,
de éstas jamás debe dudar; porque, si no existiesen, sería imposible la duda.
Agustín de Hipona, Tratado de la Santísima Trinidad¸ s. V d.C.

------------------------------------------------------------------
UNIDAD II
(Para explicación en la ciencia moderna)
(XVII) Si Sarsi desea que yo crea, como dice Suidas, que los babilonios cocían huevos
haciéndolos girar velozmente en hondas, lo creeré; pero he de decir que la causa de
este efecto es muy diferente a la que se atribuye y para encontrarla razonaré de la
siguiente manera: si no logramos un efecto que otros obtuvieron antes, es necesario
que falte una causa, y si nos falta sólo una, ella será la verdadera causa. Ahora bien, a
nosotros no nos faltan huevos, tampoco hondas, ni hombres fuertes que las hagan
girar, y, no obstante, los huevos no se cuecen, y peor aún, si estaban calientes,
entonces se enfrían más rápido. Dado que nada de esto falta, salvo que seamos
babilonios, se infiere que ser babilonio es la causa para que se endurezcan los huevos,
y no la fricción con el aire.
Galileo Galilei, Il Saggiatore¸ 1623

(Para la introducción del newtonianismo en Francia)


(XVIII) Un francés que llega a Londres encuentra las cosas muy cambiadas en
filosofía, como en todo lo demás. Ha dejado el mundo lleno; se lo encuentra vacío. En
París, se ve un universo compuesto de torbellinos de materia sutil; en Londres, no se
ve nada de eso. Entre nosotros, es la presión de la Luna la que causa el flujo del mar;
entre los ingleses, es el mar el que gravita hacia la Luna […]. Notaréis además que el
Sol, que en Francia no interviene para nada en este asunto, contribuye aquí por lo
menos en una cuarta parte. Entre vosotros, cartesianos, todo sucede a través de una
presión de la que nada se comprende; para monsieur Newton, es por una atracción
cuya causa no se conoce mejor. En París, os figuráis la Tierra hecha como un melón;
en Londres, está aplastada por los dos lados.
Voltaire, Cartas filosóficas, 1734

4
(Para internalismo)
(XIX) La historia del pensamiento científico, tal como yo la entiendo y me esfuerzo
por practicarla, tiende a captar el camino seguido por este pensamiento en el
movimiento mismo de su actividad creadora. Con este fin, es necesario colocar de
nuevo las obras estudiadas en su medio intelectual, espiritual, interpretarlas en
función de las costumbres mentales, de las preferencias y aversiones de sus autores.
Hay que resistir a la tentación (...) de hacer más accesible el pensamiento con
frecuencia oscuro, torpe e incluso confuso de los antiguos, traduciéndolo a un
lenguaje moderno que lo clarifica, pero al mismo tiempo, lo deforma (...) También es
completamente esencial integrar en la historia de un pensamiento científico la forma
en que él mismo se situaba y comprendía con relación a lo que le precedía y
acompañaba. No podríamos subestimar el interés de las polémicas de un Guldin o de
un Tacquet contra Cavalieri o Torricelli; sería peligroso no estudiar de cerca la
manera en la que un Wallis, un Newton o un Leibniz consideraban la historia de sus
propios descubrimientos, u olvidar las discusiones filosóficas que estos
descubrimientos provocaron. (...) Por último, hay que estudiar los errores y los
fracasos con tanto cuidado como los triunfos.
Alexander Koyré A, Orientación y proyectos de investigación, 1951

(Para el carácter del externalismo)


(XX) Los intentos por ubicar a la ciencia en un contexto cultural que podría mejorar
tanto el conocimiento de su desarrollo como de sus efectos han adoptado tres formas
características, de las cuales la más antigua es el estudio de las instituciones
científicas. Bishop Sprat preparó su precursora historia de la Royal Society of London
casi desde antes de que esta organización quedara constituida oficialmente, y a partir
de entonces han sido innumerables las historias, «hechas en casa», de las sociedades
científicas. Estos libros son útiles principalmente como fuente de materiales para el
historiador, y apenas en este siglo los estudiosos del desarrollo científico han
empezado a emplearlos. Al mismo tiempo, han empezado a examinar seriamente los
otros tipos de instituciones, en especial las educativas, que pueden promover o
inhibir el avance de la ciencia. Como en cualquier otra parte de la historia de la
ciencia, la literatura de las instituciones, en su mayoría, trata del siglo XVII. [...]
Los historiadores intelectuales han considerado el efecto de la ciencia sobre varios
aspectos del pensamiento occidental, en especial durante los siglos XVII y XVIII. Con
respecto a la época que se inicia en 1700, sin embargo, estos estudios son
peculiarmente insatisfactorios, pues tienden a demostrar la influencia, y no tan sólo
el prestigio, de la ciencia. El nombre de un Bacon, un Newton o un Darwin es un
símbolo potente: hay muchas razones para invocarlo además de recordar una deuda
efectiva. [...] No cabe duda que los conceptos científicos, particularmente los muy
extensos, sí ayudan a cambiar las ideas extracientíficas. [...]
El interés por las instituciones y el interés por las ideas se entrelazan naturalmente en
un tercer enfoque al desarrollo científico. Se trata del estudio de la ciencia en una
región geográfica tan pequeña, que permite concentrarse en la evolución de una
determinada especialidad técnica, lo suficientemente homogénea como para conocer
con claridad la función social y la ubicación de la ciencia. De todos los tipos de
historia externa, éste es el más moderno y el más revelador, pues requiere
experiencias y habilidad verdaderamente amplias tanto en historia como en
sociología. Thomas Kuhn, La tensión esencial. Estudios selectos sobre la tradición
y el cambio en el ámbito de la ciencia, 1977

5
---------------------------------------------------------------
UNIDAD III

(La narración histórica y el problema de la intencionalidad del recorte histórico)


(XXI) Pero también es preciso recordar que los acontecimientos ocurrieron de la
manera deseada. Y si es necesario adaptar de nuevo nuestros recuerdos o falsificar
los documentos, también es necesario olvidar que se ha hecho esto.
George Orwell, 1984, 1949

(XXII) Yo sé que «el Imperio Romano», «el papado», «el Renacimiento», el


«feudalismo», «el Tercer Estado», «los puritanos», «Oliver Cromwell», «Napoleón»,
«Ben Franklin», «la Revolución francesa», etc. -o al menos entidades a las que estos
términos refieren- preexistieron a cualquier interés por ellos de algún historiador
dado. Pero una cosa es creer que una entidad alguna vez existió, y otra
completamente distinta constituirlo como un posible objeto de un tipo específico de
conocimiento. Esta actividad constitutiva es, creo, una cuestión de imaginación tanto
como de conocimiento.
Hayden White, El texto histórico como artefacto literario, 1974

(XXII’) La recuperación del pasado es indispensable; lo cual no significa que el


pasado deba regir el presente, sino que, al contrario, este hará del pasado el uso
que prefiera.
Tzvetan Todorov, Los abusos de la memoria, 2000

(XXIII) Porque no es la anécdota lo que decide la verdad o la mentira de una ficción.


Sino que ella sea escrita, no vivida, que esté hecha de palabras y no de experiencias
concretas. Al traducirse en lenguaje, al ser contados, los hechos sufren una profunda
modificación. El hecho real […] es uno, en tanto que los signos que podrían
describirlo son innumerables. Al elegir unos y descartar otros, el novelista privilegia
una y asesina otras mil posibilidades o versiones de aquello que describe: esto,
entonces, muda de naturaleza. Lo que describe se convierte en lo descrito.
Vargas Llosa, M., La verdad de las mentiras, 2002

(Máquina y fuerza productiva)


(XXIV) La introducción de máquinas estuvo muchas veces acompañada de
insurrecciones obreras, de amenazas e, incluso, de su destrucción, so pretexto de que
perjudicaban el trabajo y arrojaban muchos brazos a la desocupación. No negaremos
tal consecuencia; pero, al examinar el punto con toda la atención que se merece,
percibiremos fácilmente que presenta menos inconvenientes que ventajas. Es cierto
que la invención de una máquina que permita obtener, mediante el trabajo de dos
hombres, lo que antes producían seis obreros, condenaría a cuatro trabajadores a la
inactividad; pero éste es un mal pasajero. En primer lugar, porque las máquinas se
construyen lentamente y su uso no se generaliza sino después de dudas y rechazos;
en segundos término, porque la reducción de muchos objetos de consumo
producidos por ellas es ventajosa también para los obreros que son, sin duda,
consumidores. Auguste Blanqui, Précis élémentaire d'Economie Politique. Suivi de
l'Histoiredu Commerce et de l'Industrie, 1857

6
(XXV) Todos los adelantos de la civilización (...) todo aumento de las fuerzas
productivas sociales, si usted quiere de las fuerzas productivas del trabajo mismo, tal como
se derivan de la ciencia, los inventos, la división y combinación del trabajo, los
medios de comunicación mejorados, creación del mercado mundial, maquinaria, etc.
(...) sólo acrecientan el poder que domina al trabajo, aumentan sólo la fuerza
productiva del capital.
Karl Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política, 1857-8

(Crítica al progreso)
(XXV’) Para juzgar el progreso no basta conocer lo que nos da; hay que conocer
también lo que nos quita.
Baudouin de Bodinat

(Vico, Darwin, Marx y la historia de la tecnología)


(XXVI) Una historia crítica de la tecnología demostraría seguramente que ningún
invento del siglo XVIII fue obra personal de un individuo. Hasta hoy, esta historia no
existe. Darwin ha orientado el interés hacia la historia de la tecnología natural, es
decir, hacia la formación de los órganos vegetales y animales como instrumentos de
producción para la vida de los animales y las plantas. ¿Es que la historia de la
creación de los órganos productivos del hombre social, que son la base material de
toda organización específica de la sociedad, no merece el mismo interés? Además,
esta historia sería más fácil de trazar, pues, como dice Vico, la historia humana se
distingue de la historia natural en que la una está hecha por el hombre y la otra no.
La tecnología nos descubre la actitud del hombre ante la naturaleza, el proceso
directo de producción de su vida, y, por tanto, de las condiciones de su vida social y
de las ideas y representaciones espirituales que de ellas se derivan.
Karl Marx, El capital, Vol. 1, 1867

(Para evolucionismo y sociedad)


(XXVII) Nuestras modernas ciencias naturales se han embrollado demasiado con el
dogma spinoziano (el llamado instinto de conservación) y últimamente –y de manera
mucho más burda- con el darwinismo y su teoría increíble y superficial de la lucha
por la vida. La raíz de este fenómeno hay que buscarla en el origen de la mayoría de
los naturalistas: su pertenencia al “pueblo”. Sus antepasados han sido gentes pobres
y limitadas, acuciadas por la necesidad de ganarse la vida. En el darwinismo inglés
se respira la atmósfera sofocante de la superpoblación inglesa, el tufo a vulgaridad y
pobreza, a miseria y estrecheces. Como naturalista, Darwin debería olvidar su
procedencia personal: en la naturaleza no reina un estado de necesidad o de miseria,
sino la abundancia; más aún, un derroche rayano al desatino.
Friedrich Nietzsche, Escritos póstumos para Umwertung, 1882-8

(Para la visión positivista)


(XXVIII) ...tiende poderosamente, por su propia naturaleza, a la consolidación del
orden público, mediante el desarrollo de una sabia resignación... Evidentemente, no
puede darse una verdadera resignación, o sea, una disposición permanente para
soportar -con mucha constancia y sin ninguna esperanza de recibir alguna
compensación- los males inevitables que rigen todos los diversos géneros de
fenómenos naturales gracias a un profundo sentimiento de comprensión de las leyes
inevitables. Es, pues, exclusivamente a la filosofía positiva que se debe una tal

7
disposición y en relación con cualquier sujeto al cual se la aplique y, por
consiguiente, en referencia también a los males políticos.
Auguste Comte, Curso de filosofía positiva, 1830-42

(XXIX) Nuestro método no tiene, pues, nada de revolucionario. En cierto sentido es


hasta esencialmente conservador, pues, considera los hechos sociales como cosas,
cuya naturaleza, por flexible y maleable que sea, no es, sin embargo, modificable a
voluntad.
La sociología así entendida no será ni individualista, ni comunista, ni socialista... Por
principio, ignora estas teorías a las que no podría reconocer valor científico, puesto
que ellas tienden directamente no a expresar los hechos, sino a transformarlos.
Émile Durkheim, Las reglas del método sociológico, 1895

(Conciencia e ideas dominantes)


(XXX) La conciencia, por tanto, es ya de antemano un producto social, y lo seguirá
siendo mientras existan seres humanos. La conciencia es, en principio, naturalmente,
conciencia del mundo inmediato y sensorio que nos rodea y conciencia de los nexos
limitados con otras personas y cosas, fuera del individuo consciente de sí mismo; y
es, al mismo tiempo, conciencia de la naturaleza, que al principio se enfrenta al
hombre como un poder absolutamente extraño, omnipotente e inexpugnable, ante el
que la actitud de los hombres es puramente animal y al que se someten como el
ganado; es, por tanto, una conciencia puramente animal de la naturaleza (religión
natural). Inmediatamente, vemos aquí que esta religión natural o esta determinada
actitud hacia la naturaleza se halla determinada por la forma social…
Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en
otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al
mismo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tiene a su disposición los
medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios
para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, por
término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir
espiritualmente. Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las
relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes
concebidas como ideas; por tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase
la clase dominante, o sea, las ideas de su dominación. Los individuos que forman la
clase dominante tienen también, entre otras cosas, la conciencia de ello y piensan a
tono con ello; por eso, en cuanto dominan como clase y en cuanto determinan todo el
ámbito de una época histórica, se comprende de suyo que lo hagan en toda su
extensión, y, por tanto, entre otras cosas, también como pensadores, como
productores de ideas, que regulan la producción y distribución de las ideas de su
tiempo; y que sus ideas sean; por ello mismo, las ideas dominantes de la época.
Karl Marx, La ideología alemana¸ 1845

(El inconsciente y la tercera ruptura del narcisismo humano)


(XXXI) Así quiso al psicoanálisis aleccionar al Yo. Pero sus dos tesis: la de que la vida
instintiva de la sexualidad no puede ser totalmente domada en nosotros y la de que
los procesos anímicos son inconscientes y que solo mediante una percepción
incompleta y poco fidedigna llegan a ser accesibles al Yo y sometidos por el,
equivales a la afirmación de que el Yo no es dueño y señor en su propia casa. Y
representan el tercer agravio inferido a nuestro amor propio; un agravio psicológico.

8
No es por tanto de extrañar que el Yo no acoja favorablemente las tesis
psicoanalíticas y se niegue tenazmente a darles crédito.
Sigmund Freud, Una dificultad del Psicoanálisis, 1917

(Para ciencias sociales y religiones)


(XXXII) Si yo sugiriera que entre la Tierra y Marte hay una tetera de porcelana que
gira alrededor del Sol en una órbita elíptica, nadie podría refutar mi aseveración,
siempre que me cuidara de añadir que la tetera es demasiado pequeña como para ser
vista aún por los telescopios más potentes. Pero si yo dijera que, puesto que mi
aseveración no puede ser refutada, dudar de ella es de una presuntuosidad
intolerable por parte de la razón humana, se pensaría con toda razón que estoy
diciendo tonterías. Sin embargo, si la existencia de tal tetera se afirmara en libros
antiguos, si se enseñara cada domingo como verdad sagrada, si se instalara en la
mente de los niños en la escuela, la vacilación para creer en su existencia sería un
signo de excentricidad, y quien dudara merecería la atención de un psiquiatra en un
tiempo iluminado, o la del inquisidor en tiempos anteriores.
Bertrand Russell, ¿Habrá un Dios?, 1952

(XXXIII) La razón por la que la religión organizada merece hostilidad abierta es que,
a diferencia de la creencia en la tetera de Russell, la religión es poderosa, influyente,
exenta de impuestos y se la inculca sistemáticamente a niños que son demasiado
pequeños como para defenderse. Nadie empuja a los niños a pasar sus años de
formación memorizando libros locos sobre teteras. Las escuelas subvencionadas por
el gobierno no excluyen a los niños cuyos padres prefieren teteras de forma
equivocada. Los creyentes en las teteras no lapidan a los no creyentes en las teteras, a
los apóstatas de las teteras y a los blasfemos de las teteras. Las madres no advierten a
sus hijos en contra de casarse con infieles que creen en tres teteras en lugar de en una
sola. La gente que echa primero la leche no da palos en las rodillas a los que echan
primero el té.
Richard Dawkins, El capellán del diablo, 2003

RECAPITULACIÓN Y DESENLACE
(Para “qué es ciencia”)
(XXXIV) Por lo tanto, la ciencia puede ser considerada como una institución, como
un método, como una tradición acumulativa del conocimiento, como un factor
principal en el mantenimiento y en el desarrollo de la producción y como una de las
influencias más poderosas en la conformación de las opiniones y actitudes respecto al
universo y al hombre. Además, es tema de análisis la interacción ciencia-sociedad. Al
enumerar estos diferentes aspectos de la ciencia, no tenemos la intención de implicar
la existencia de muchas “ciencias” diferentes. En el caso de cualquier concepto tan
amplio en tiempo, conexión y categoría, la multiplicidad de aspectos y referencia
debe constituir la regla. La palabra “ciencia” o “científico” tiene una variedad de
significados diferentes, de acuerdo con el contexto en que se le emplee.
John Bernal, La ciencia en la historia, 1954

(Para el estado actual de las disciplinas y sus objetos de estudio)


(XXXV) Para una respuesta que no se pueda expresar, la pregunta tampoco puede
expresarse.

9
No hay enigma.
Si se puede plantear una cuestión, también se puede responder. [...]
Pues la duda sólo puede existir cuando hay una pregunta; una pregunta, sólo cuando
hay una respuesta, y ésta únicamente cuando se puede decir algo.
Ludwig Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus, 1921

(Para Principio Antrópico)


(XXXVI) Aún más heterodoxa es la «novela regresiva, ramificada» April March, cuya
tercera (y única) parte es de 1936. Nadie, al juzgar esa novela, se niega a descubrir
que es un juego; es lícito recordar que el autor no la consideró nunca otra cosa. «Yo
reivindico para esa obra -le oí decir- los rasgos esenciales de todo juego: la simetría,
las leyes arbitrarias, el tedio.» Hasta el nombre es un débil calembour: no significa
«Marcha de abril» sino literalmente «Abril marzo». Alguien ha percibido en sus
páginas un eco de las doctrinas de Dunne; el prólogo de Quain prefiere evocar aquel
inverso mundo de Bradley, en que la muerte precede al nacimiento y la cicatriz a la
herida y la herida al golpe (Appearance and reality, 1897, página 215). Los mundos que
propone April March no son regresivos, lo es la manera de historiarlos. Regresiva y
ramificada, como ya dije. Trece capítulos integran la obra. El primero refiere el
ambiguo diálogo de unos desconocidos en un andén. El segundo refiere los sucesos
de la víspera del primero. El tercero, también retrógrado, refiere los sucesos de otra
posible víspera del primero; el cuarto, los de otra. Cada una de esas tres vísperas
(que rigurosamente se excluyen) se ramifica en otras tres vísperas, de índole muy
diversa. La obra total consta, pues, de nueve novelas; cada novela, de tres largos
capítulos. (El primero es común a todas ellas, naturalmente.) De esas novelas, una es
de carácter simbólico; otra, sobrenatural; otra, policial; otra, psicológica; otra,
comunista; otra, anticomunista, etcétera.
Borges, J. L., “Examen de la obra de Herbert Quain”, 1944

(XXXVII) Vemos el universo en la forma que es, porque nosotros existimos.


Stephen Hawking, Historia del tiempo, 1988

(XXXVIII)
.Vemos el universo (la realidad actual) tal como es porque su historia explica nuestra
existencia y nuestra manera de conocerlo y observarlo. Versión adaptada I
.Toda reconstrucción del pasado debe poder explicar el presente, esto es: a nosotros
mismos con la capacidad de hacer esa reconstrucción. Versión adaptada II

10

Vous aimerez peut-être aussi