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El hombre y el Estado como complemento

Jessica Alejandra lozano Ramírez


Laura Sofia callejas carretero

Universidad militar Nueva Granada


Facultad de derecho
Derecho
Cajicá
2019
El hombre y el Estado como complemento

En el ámbito de la política, se conoce con el nombre de Leviatán a la obra más

reconocida del filósofo ingles Thomas Hobbes. Durante la primera parte de esta obra,

Hobbes se encarga de exponer su visión del hombre como ser social, así también como

individuo de deseos, regido por la pasión y por el deseo de poder, situación que lleva a

que los hombres convivan en un latente estado de guerra.

Hobbes plantea que `el hombre es un lobo para el hombre` por lo que necesita de un

poder o fuerza mayor para controlarlo (el Estado); que ejerce control sobre cada uno de

los hombres para poder controlar sus impulsos y debilidades, con los que se encuentra

en constante lucha debió a sus partes sensoriales y racionales comprendidas en el ser

humano. Sabemos muy bien que el ser humano está comprendido en alma-cuerpo y que

en él existen tres partes importantes que lo gobiernan la racional, lo emocional y la

sensorial. Pero debido a que el hombre es un ser primitivo, deja que sus partes

sensoriales y emocionales lo gobiernen, por lo que lo convierte en un peligro para si

mismo y la sociedad, haciendo así que este espacio tenga la obligación de controlarlo

mediante la imposición de reglas.

Se podría decir que en cierto modo que La Republica planteada por platón con respecto

a la división tripartida es similar o base de la idea que nos habla Hobbes. La república

de platón habla constantemente de la división tripartita del alma, lo racional (razón), lo

emocional (sentimientos) y lo sensorial (las pasiones); con lo cual nos ayuda a

establecer en cierto modo un sistema político donde los racionales se encargan del

gobierno (de una sociedad ideal) y la partes emocionales y sensoriales nos hablan de la

otra parte del vulgo que hace referencia a la mayoría de la población.


Aristóteles por otra parte nos habla del sistema político puro, más específicamente la

Aristocracia donde la función principal del Estado es proteger el bien común o interés

general. Reforzando así el pensamiento de Hobbes donde la sociedad debe alcanzar esa

plenitud de tranquilidad que le ofrece esa mano de poder máxima en donde pueda

alcanzarse esa sociedad ideal absoluto para la buena convivencia y complementariedad

del ser humano para apaciguar dichos instintos dando este tipo poder la forma de

restringir, mandar, castigar o permitir de acuerdo con las acciones que están ligadas

tanto a lo pasional como a la razón, generándose así nuevo conocimiento por medio de

la experiencia en donde entran estas dos partes que comprenden al ser humano como ser

primitivo.

Por su parte, el discurso mental se da cuando un hombre piensa en cualquier objeto, su

pensamiento inmediatamente posterior no se presentará de manera casual. Dado que un

pasamiento cualquiera no sucede a cualquier otro pensamiento de modo indiferente, del

mismo modo que no tendremos imágenes representadas en nuestra memoria, a no ser

que antes hayamos tenido sensaciones, en conjunto o en partes, así tampoco tenemos

transición de una imagen a otra sin antes, esta no haya estado en nuestras sensaciones.

La serie de pensamientos regulados es de dos clases. Una cuando tratamos de inquirir

las causas o medios que producen un efecto imaginado: este género es común a los

hombres y a los animales. Otra cuando, imaginando una cosa cualquiera, tratamos de

determinar los efectos posibles que se pueden producir con ella; es decir, imaginar lo

que podemos hacer con una cosa cuando la tenemos. Por esta razón no solo importa

tomar en cuenta los aspectos que engloba el objeto a estudiar, por dentro de ella podrían

producirse, necesidades fisiológicas, que podrían complementarla, es allí donde podría

surgir sucesos en lo pasado o presente.


El presente sólo tiene la realidad en la Naturaleza; las cosas pasadas tienen una realidad

en la memoria solamente; pero las cosas por venir no tienen realidad alguna. El futuro

no es sino una ficción de la mente, que aplica las consecuencias de las acciones pasadas

a las acciones presentes; quien tiene mayor experiencia hace esto con mayor certeza;

pero no con certeza suficiente. Y aunque se llama prudencia, cuando el acontecimiento

responde a lo que esperamos, no es, por naturaleza, sino presunción, tal igual que un

profeta, siendo este más perspicaz, para lo cual involucra observar la mayor cantidad de

signos.

Un signo, es el acontecimiento antecedente del consiguiente; y, por el contrario, el

consiguiente del antecedente, cuando antes han sido observadas las mismas

consecuencias. Cuanto más frecuentemente han sido observadas, tanto menos incierto es

el signo y, por ejemplo, quien tiene más experiencia en cualquiera clase de negocios,

dispone de más signos para prever el tiempo a futuro. Como consecuencia es el más

prudente, y mucho más prudente que quien es nuevo en aquel género de negocios y no

tiene, como compensación, cualquiera ventaja de talento natural con respecto a los

negocios. Muchos hombres van adquiriéndolas mediante instrucción y disciplina, y

todas derivan de la invención de las palabras y del lenguaje. Porque aparte de las

sensaciones y de los pensamientos, la mente del hombre no conoce otro movimiento, si

bien con ayuda del lenguaje y del método, las mismas facultades pueden ser elevadas a

tal altura que distingan al hombre de todas las demás criaturas vivas.

Por otro lado, el autor hace referencia sobre, la invención de la imprenta, aunque

ingeniosa, no tiene gran importancia si se la compara con la invención de las letras. Pero

ignoramos quién fue el primero en hallar el uso de las letras. Fue, ésta, una invención

provechosa para perpetuar la memoria del tiempo pasado, y la conjunción del género
humano, disperso en tantas y tan distintas regiones de la tierra; y tuvo gran dificultad,

como que procede de una cuidadosa observación de los diversos movimientos de la

lengua, del paladar, de los labios y de otros órganos de la palabra; añádase, además, a

ello la necesidad de establecer distinciones de caracteres, para recordarlas.

Pero la más noble y provechosa invención de todas fue la del lenguaje, que se basa en

nombres o apelaciones, y en las conexiones de ellos. Por medio de esos elementos los

hombres registran sus pensamientos, los recuerdan cuando han pasado, y los enuncian

uno a otro para mutua utilidad y donde se desarrollarán juntamente con el lenguaje

propio de cada nación, para distinguir los nombres ya sean d objetos ò animales con los

cuales vivía.

El uso general del lenguaje consiste en trasponer nuestros discursos mentales en

verbales: o la serie de nuestros pensamientos en una serie de palabras, y esto con dos

finalidades: la primera, es el registro de las consecuencias de nuestros pensamientos,

que siendo aptos para sustraerse de nuestra memoria cuando emprendemos una nueva

labor, pueden ser recordados de nuevo por las palabras con que se distinguen. Así, el

primer uso de los nombres es servir como marcas o notas del recuerdo.

Otro uso se advierte cuando varias personas utilizan las mismas palabras para significar

(por su conexión y orden), una a otra, lo que conciben o piensan de cada materia; y

también lo que desean, temen o promueve en ellos otra pasión. Y para este uso se

denominan signos.

Los signos son los usos especiales del lenguaje: Primero, registrar lo que por meditación

hallamos ser la causa de todas las cosas, presentes o pasadas, y lo que a juicio nuestro

las cosas presentes o pasadas puedan producir, o efecto, lo cual, en suma, es el origen de
las artes. En segundo término, mostrar a otros el conocimiento que hemos adquirido, lo

cual significa aconsejar y enseñar uno a otro. En tercer término, dar a conocer a otros

nuestras voluntades y propósitos, para que podamos prestarnos ayuda mutua. En cuarto

lugar, complacernos y deleitarnos nosotros y los demás, jugando con nuestras palabras

inocentemente, para deleite nuestro.

Se oponen cuatro vicios correlativos: Primero, cuando los hombres registran sus

pensamientos equivocadamente, por la inconstancia de significación de sus palabras;

con ellas, registran concepciones que nunca han concebido, y se engañan a sí mismos.

En segundo lugar, cuando usan las palabras metafóricamente, es decir, en otro sentido

distinto de aquel para el que fueron establecidas, con lo cual engañan a otros. En tercer

lugar, cuando por medio de palabras declaran cuál es su voluntad, y no es cierto. En

cuarto término, cuando usan el lenguaje para agraviarse.

La manera como el lenguaje se utiliza para recordar la consecuencia de causas y efectos

consiste en la aplicación de nombres y en la conexión de ellos. Existen también otros

nombres llamados negativos, y son notas para significar que una palabra no es nombre

de la cosa en cuestión; tal ocurre con las palabras nada, nadie, infinito, indecible, tres no

son cuatro, etc., y otras semejantes. No obstante, tales palabras son usuales en el cálculo

o en la corrección del cálculo, y aunque no son nombres de ninguna cosa, nos recuerdan

nuestras pasadas cogitaciones, porque nos hacen rehusar la admisión de nombres que no

se usan correctamente.

Todos los demás nombres no son sino sonidos sin sentido y son de dos clases. Una

cuando son nuevos y su significado no está aún explicado por definición; gran

abundancia de ellos ha sido puesta en circulación por los escolásticos y los filósofos

enrevesados. Otra, cuando se hace un nombre de dos nombres, cuyos significados son
contradictorios e inconsistentes, como, por ejemplo, ocurre con la denominación de

cuerpo incorporal o (lo que equivale a ello) sustancia incorpórea, y otros muchos. En

efecto, en cualquier caso, en que una afirmación es falsa, si los dos nombres de que está

compuesta se reúnen formando uno, no significan nada en absoluto.

Del mismo modo es falso decir que la virtud puede ser insuflada o infusa: las palabras

virtud insuflada, virtud infusa son tan absurdas y desprovistas de significación (palabra

sin sentido y significación). Cuando un hombre, después de oír una frase, tiene los

pensamientos que las palabras de dicha frase y su conexión pretenden significar,

entonces se dice que la entiende: comprensión no es otra cosa sino concepción derivada

del discurso.

Finalmente, Hobbes con estos conceptos nos demuestra la situación ontológica del

hombre, del ser y todo lo que con lleva generar ideas para ser expresadas a través del

lenguaje con un único fin, el fin de mostrarnos que así como las ideas pueden ser

naturalmente buenas también pueden ser de raíz malévola causando así fracaso social;

ya que este tipo de ideas se integran desde el discurso mental expuesto a través del

lenguaje haciendo que se generen escenarios de odio y disputas, y de esta manera

reafirma su teoría de que el hombre es un lobo para el hombre.

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