Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Villafañe
PRIMERA EDICIÓN
1ª edición, 2018
©Raúl Padrón
rauljpadron@gmail.com
ISBN: 978-958-48-3664-9
Una oferta entrañable
5
Malos amores
6
Raúl Padrón Villafañe
7
Malos amores
8
Raúl Padrón Villafañe
9
Malos amores
10
Juego
11
Malos amores
12
¿Cuánto vive una paloma?
13
Malos amores
14
Raúl Padrón Villafañe
15
Malos amores
16
Mala suerte
17
Malos amores
18
Perfecta
19
Malos amores
20
Viejo zurdo
21
Malos amores
22
Raúl Padrón Villafañe
23
Malos amores
24
Raúl Padrón Villafañe
25
Malos amores
26
Raúl Padrón Villafañe
27
Malos amores
28
Raúl Padrón Villafañe
29
Malos amores
30
Raúl Padrón Villafañe
31
Malos amores
32
Raúl Padrón Villafañe
33
Malos amores
34
Raúl Padrón Villafañe
si eras mi amigo.
Le conté que habíamos crecido juntos,
que llevaba tiempo sin verte, que me
sorprendía encontrarte tan delgado y que no
tenía ni idea de que pintaras.
—Es una pena —me dijo—, se esfuerza
mucho.
No dijimos más, nos tomamos las coca-
colas en silencio. Me agradeció antes de
marcharse y me quedé solo en el parque con
las tres botellas.
Me dije que tenía que visitarte cuando
volviera al pueblo y, de nuevo, lo dije en
serio. Eras mi hermano, viejo Zurdo, pero
sabes cómo son las cosas, me fui enredando y
olvidando y cuando regresé esa semana
santa, hace tantos años, ya no recordaba mi
promesa.
No volví a verte después de que te
regresaron del San Pablo. O sí, miento. El día
en que te velaron me acerqué a tu ataúd para
verte una última vez. Pero no eras tú, viejo
Zurdo, no eras tú. Te habían reemplazado, lo
juro, por una estatua de cera.
Lola me pidió que ayudara a cargar tu
ataúd y acepté porque sentí que por lo menos
eso te debía. Después del entierro, Martin y
Lucho se ofrecieron a contarme cómo había
ocurrido, de qué manera, a qué hora y con
35
Malos amores
36
Rey de Tréboles
37
Malos amores
38
Teología
39
Malos amores
40
Raúl Padrón Villafañe
41
Mimo
42
Amor pasajero
43
Malos amores
44
Raúl Padrón Villafañe
45
Aún así
46
Golpe de suerte
47
Malos amores
48
El sueño de su vida
49
Malos amores
50
Raúl Padrón Villafañe
rectángulos oscuros.
Atravesó unas nubes delgadas que se
extendían hasta el horizonte como un desierto
de algodón de azúcar, y cuando las dejó
atrás, notó que el cielo se iba haciendo negro
y la tierra circular. La nave ascendía
velozmente, pero se detuvo al salir del
planeta y empezó a girar sobre sí misma.
Por la ventanilla, Felipe veía por turnos
el sol, la luna, estrellas cuyo nombre no se
había aprendido y la tierra, verde y azul. No
flotaba como los astronautas de la televisión,
pero eso era normal porque su papá —y esto
también lo había compartido con la
profesora— había inventado la forma de
hacer gravitividad artificial, o sea que las
cosas se quedaran quietas en el espacio, en
vez de andar flotando en desorden.
Afuera del cohete —que estaba hecho
de plástico y no se había alejado de la tierra
más de dos metros— estaban los papás de
Felipe viendo el montaje que habían
preparado para él.
Era el fruto de meses de trabajo y
había requerido de todos sus ahorros. Se
abrazaban y —aunque la forma en que ella
enterraba su cara en el pecho de él pudiera
hacer pensar otra cosa— estaban felices. Se
51
Malos amores
52
José y el mimo
53
José y la gente
54
José y las puertas
55
Doce días de navidad
56
Raúl Padrón Villafañe
57
Malos amores
cuidármela”, me dijo.
—Qué duro —dijo el detective, pero se
notaba que su lástima no era sincera.
—Quince minutos después me fui y no
he vuelto a ver a ninguno de los dos.
—Explíqueme, entonces, una cosa…—
dijo y puso sobre la mesa otra foto de
Rodrigo.
En esta, colgaba semidesnudo de una
viga. Lo reconocí a primera vista, pero no
quise fijarme demasiado en su rostro. En
cambio, me concentré en la única prenda que
vestía: un buzo navideño, rojo y verde al que
alguien había cosido una paloma gris que
cubría el pecho del hombre.
—¿Por qué el occiso tenía un regalo de
navidad para usted?
—¿Para mí? —dije incrédulo.
—Sí, para usted. Una caja envuelta en
papel navideño con una tarjeta .
Me extendió una bolsa transparente
que contenía un rectángulo blanco en el que
estaban anotados, con letra dorada, mi
nombre, mi numero de celular, mi dirección
y dos palabras: Felices fiestas
— El regalo, con su tarjeta, yacía bajo
el ahorcado, como si alguien lo hubiera
puesto allí. ¿Me dice que no sabe nada de
eso?
58
Raúl Padrón Villafañe
59
Malos amores
60
Raúl Padrón Villafañe
61
Malos amores
62
Raúl Padrón Villafañe
63
Malos amores
64
Raúl Padrón Villafañe
65
Malos amores
66
Raúl Padrón Villafañe
67
Malos amores
68
Raúl Padrón Villafañe
69
Malos amores
70
Raúl Padrón Villafañe
71
Notas de amor
72
Raúl Padrón Villafañe
73
Martes en la noche
74
Raúl Padrón Villafañe
75
Toma los Cannoli
76
Raúl Padrón Villafañe
77
Malos amores
78
Raúl Padrón Villafañe
79
Malos amores
80
Raúl Padrón Villafañe
cualquier momento.
La película termina con un esquelético
Marlon Brando —debe haber perdido al menos
cuarenta kilos para el papel— sentado en el
oscuro despacho en que comenzó la película.
Tom Hagen está de pie a su derecha, firme
como un pilar o un soldado.
“Santo será un mal don”, dice el padrino.
Tom, que está acostumbrado a estas
confidencias, contesta: “Queda Fredo…”.
El don ríe dos veces: ja ja. Es como si
ladrara o tosiera.
“… ¿acaso hay otra opción?”, pregunta el
abogado.
“Podría haber otra, hijo”, dice el padrino
y se levanta con esfuerzo, le pone una mano en
el hombro derecho y lo hace arrodillarse.
“Hijo mío”, repite y le impone las manos
sobre la frente.
La imagen se va a negro y los créditos
empiezan a rodar. Es magnífica.
Nos quedamos todavía un rato mirando los
créditos pasar. Luego nos levantamos, Ro va a
la cocina y yo rebobino el casete.
—Me preguntaba, ¿qué piensas hacer
ahora que estás libre?— digo cuando
regresa.
—No sé —dice— quisiera hallar otro
empleo, algo distinto.
81
Malos amores
—¿Distinto?
—Sí, no sé, que me haga sentir
importante, necesaria.
—Aparecerá —digo y ella me da un
beso— y …¿de dónde sacaste ese Padrino?
—De una tienda de video, la encontré
ayer —dice y prosigue con voz soñadora—.
Uno de esos lugares mágicos en que antes
alquilaban películas ¿te acuerdas?
—Claro, pero ¿estaba abierta?
—Más que abierta. Adentro habían al
menos diez personas caminando por los
pasillos, devolviendo cintas, pagando multas,
recomendándose unos a otros películas que
ver. Es una tienda exitosa.
—Tiene que ser un lavadero, una venta
clandestina de drogas. Ya nadie alquila
películas. Seguro que la gente llega buscando
dos o tres gramos de Stallone, una onza de
Schwarzenegger, o, si son de experiencias
fuertes, un cuadradito de Bruce Willis.
Me río.
—No —me dice—. Cállate. No creo. Le
pregunté al dueño y no tenía cara de
mentiroso. Es un sabio, no un criminal. Si
quieres, mañana me acompañas cuando vaya a
devolver la película.
La tienda de videos resalta en medio del
barrio, es verde, tiene tres pisos y en la
82
Raúl Padrón Villafañe
83
Malos amores
84
Sólo un café
85
Malos amores
86
Raúl Padrón Villafañe
87
Periodismo cultural
88
Raúl Padrón Villafañe
89
El día feliz de Tom
90
Raúl Padrón Villafañe
91
Malos amores
92
Raúl Padrón Villafañe
93
Malos amores
94
Raúl Padrón Villafañe
95
Malos amores
96
Raúl Padrón Villafañe
97
Malos amores
98
Postres
99
Malos amores
100
Vocación
101
102
Raúl Padrón Villafañe
103
104