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CAPITULO IV
Vocación sucesoral
No solo se requiere ser sujeto de derechos en el momento de la muerte del causante sino que
se exige además tener vocación para participar en la sucesión del causante.
Se entiende por vocación hereditaria el hecho concreto de que alguien sea llamado a recoger
bienes de una determinada sucesión, ya sea como heredero, ya como legatario.
La vocación hereditaria tiene dos fundamentos únicos en nuestro Código Civil, los cuales
son la ley y el testamento. En primer término, el Código faculta a las personas para hacer
testamento, esto es, para distribuir sus bienes por causa de muerte. La finalidad esencial del
testamento es otorgar vocación hereditaria a aquellas personas que son llamadas por el
testador a recoger sus bienes. En segundo término, a falta de testamento la ley crea vocación
hereditaria a favor de ciertas personas, mediante los denominados órdenes hereditarios, que
establecen quiénes son los herederos del causante, en tratándose de sucesión intestada. En
caso de no dejar herederos recoge la herencia el Estado a través del Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar.
El último nexo con la vocación hereditaria es la delación de la cual dice el artículo 1013 del
Código Civil: “La delación de una asignación es el actual llamamiento de la ley a aceptar o
repudiarla”, y este llamamiento se hace a quienes estén provistos de vocación hereditaria.
La dignidad sucesoral es aquella calidad jurídica valorativa que califica a un asignatario que
ha sido llamado a recibir una herencia dejada por el causante por su normal comportamiento
para con el causante por haberle sido fiel en sus sentimientos como respetarlo, no injuriarlo,
no calumniarlo, no haber falsificado ningún documento en los bienes pertenecientes al
causante. Conductas que también debido observar el asignatario con los padres del causante
y con sus hermanos, así como con su cónyuge o compañero permanente.
La dignidad significa se es apto para recibir una herencia. De ahí que existan unas causales
de indignidad que una vez demostradas por un heredero en contra del otro, lo imposibilitan
para recibir su cuota hereditaria.
4.2. Indignidad
La indignidad está definida como “aquella sanción civil de pérdida total o parcial del derecho
sucesoral, impuesta por la ley. Debe ser declarada judicialmente contra aquel asignatario que
ha cometido ciertos actos u omisiones en contra del causante, que eliminan o disminuyen su
mérito para recoger o retener la asignación que le ha sido deferida con respecto a cierto
causante (Pedro Lafont Pianetta. Derecho de Sucesiones teórico práctico).
En cuanto a las causales de indignidad, comenzamos por mencionar aquellas que son
comunes a la sucesión testada y a la intestada; estas causales están soportadas en los artículos
1025, 1026, 1027, 172, 338 del Código Civil.
La primera causal de indignidad está consagrada en el numeral 1° del artículo 1025 del
Código Civil, el cual expresa: “Son indignos de suceder al difunto como heredero o legatario:
El que ha cometido el crimen de homicidio en la persona del difunto o ha intervenido en este
crimen por obra o consejo, o lo dejó perecer pudiendo salvarlo”. Se refiere al homicidio
cometido por acción u omisión.
Está contemplada en el numeral 2° del artículo 1025 del Código Civil y expresa: “El que
cometió atentado grave contra la vida, el honor o los bienes de la persona de cuya sucesión
se trata, o de su cónyuge o de cualquiera de sus ascendientes matrimonial o extramatrimonial,
con tal que dicho atentado se pruebe por sentencia ejecutoriada”.
Con relación a esta causal podemos decir que no se trata de aquella falta de socorro que
ocasiona el fallecimiento de la persona de cuya sucesión se trata. Es preciso que el causante
hubiere requerido de socorro o auxilio porque carecía de los medios necesarios de
subsistencia.
La persona que se hace indigna debe ser un consanguíneo dentro del sexto grado inclusive,
que no prestó el socorro debido. Este puede ser en línea recta o colateral (hermanos, sobrinos,
primos, tíos). La ley prescribió el grado sexto de consanguinidad entre parientes, como
máximo, para que se configure esta causal.
En nuestro sentir nos parece que el legislador cometió un error al no incluir en el numeral 3°
del artículo 1025 del Código Civil como persona indigna de suceder al causante, al cónyuge
supérstite, por cuanto aunque no es su pariente, por mandato legal del artículo 176 del Código
Civil los cónyuges están obligados a guardarse fe, a socorrerse y ayudarse mutuamente en
todas las circunstancias de la vida. Además, la Ley 29 de 1982 estableció que a partir del
segundo orden hereditario los cónyuges son herederos, es decir, se heredan el uno al otro de
acuerdo con las circunstancias; por lo tanto, debió incluirse al cónyuge entre quienes pueden
ser tachados de indignos.
La falta de socorro debe ser probada ante el juez por quien la alega, y debe ser de tal magnitud
que demerite a la persona poder suceder al causante.
Prevista en el numeral 4° del artículo 1025 del Código Civil, que expresa: “El que por fuerza
o dolo obtuvo alguna disposición testamentaria del difunto o le impidió testar”.
La fuerza, siempre que esta causal sea demostrada en un juicio, anula inclusive el testamento.
El dolo anula la asignación que se obtenga por este medio, pero es claro manifestar que no
habrá indignidad cuando aquellos vicios no fueron eficaces para generar el otorgamiento del
respectivo testamento.
Los terceros afectados en la conducta del indigno solamente podrán exigir indemnización de
perjuicios al victimario.
Requisito de esta causal es que debe tratarse de un testamento cerrado con plena eficacia, que
se encuentre en poder material de la persona.
No se incurre en esta causal cuando se trata de un testamento público, ya que de este pueden
tomarse las copias pertinentes de la notaría en la cual se corrió la escritura.
Las conductas típicas son la detención o la ocultación del testamento. La primera indica
retención pública. Se considera ocultamiento la falsificación total o parcial de un testamento
con la cual se pretende ocultar la ejecución de la voluntad del difunto.
Creemos que esta causal, tratándose de un testamento cerrado, solamente podría imputarse
al notario, al cónsul o a uno de sus amanuenses o empleados, por cuanto el Decreto 960,
artículo 59, de junio 20 del año 1970, otorgó la guarda o custodia de los testamentos a los
notarios o cónsules que hayan autorizado el testamento.
El que abandonó sin justa causa a la persona de cuya sucesión se trata, esta obligado por ley
a suministrarle alimentos. Para los efectos de este artículo, entiéndase por abandono: la falta
absoluta o temporal a las personas que requieran de cuidado personal en su crianza o que,
conforme a la ley, demandan la obligación de proporcionar a su favor habitación, sustento o
asistencia médica.
Quien abandonó sin justa causa y no prestó las atenciones necesarias al causante, teniendo
las condiciones para hacerlo, si este en vida se hubiese encontrado en situación de
discapacidad.
Omisión de denuncia
Es indigno de suceder quien siendo mayor de edad no hubiere denunciado a la justicia, dentro
del mes siguiente al día en que tuvo conocimiento del delito, el homicidio de su causante, a
menos que se hubiere iniciado antes la investigación.
Esta indignidad no podrá alegarse cuando el heredero o legatario sea cónyuge, ascendiente o
descendiente de la persona por cuya obra o consejo se ejecutó el homicidio, o haya entre ellos
vínculos de consanguinidad hasta el cuarto grado, o de afinidad o de parentesco civil hasta el
segundo grado inclusive.
Esta causa está contemplada en el artículo 1027 del Código Civil, en concordancia con la
Ley 1306 del 5 de junio de 2009, que expresa: “Es indigno de suceder al impúber y al
discapacitado el ascendiente o descendiente que siendo llamado a suceder ab intestato no
pidió que se le nombrara un guardador, tutor o curador, y permaneció en esta omisión un año
entero, a menos que parezca haberle sido imposible hacerlo por sí o por procurador.
“Si fueren muchos los llamados a la sucesión, la diligencia de uno de ellos aprovechará a los
demás.
El artículo 338 del Código Civil, en concordancia con el artículo 335 de la misma obra en
cita, establece: “A ninguno de los que hayan tenido parte en el fraude de falso parto o de
suplantación aprovechará de manera alguna el descubrimiento del fraude, ni aun para ejercer
sobre el hijo los derechos de patria potestad, o para exigirle alimentos o para sucederle en sus
bienes por causa de muerte.
“Si la verdadera madre de ese hijo participa en la actuación tendiente a hacerlo pasar como
hijo de otra, es ahí cuando pierde todos los derechos sobre él y se hace indigna para sucederlo
en sus bienes”.
Esta causal de artículo 1028 del Código Civil expresa: “Son indignos de suceder el tutor o
curador que nombrados por el testador se excusan sin causa legítima.
“El albacea que nombrado por el testador se excusare sin demostrar inconveniente grave, se
hace igualmente indigno de sucederle. No se extenderá esta causa de indignidad a los
asignatarios forzosos en la cuantía que lo son, ni a los que desechada por el juez la excusa
entren a servir el cargo”.
El artículo 1029 del Código Civil establece: “Es indigno de suceder el que a sabiendas de la
incapacidad haya prometido al difunto hacer pasar sus bienes o parte de ellos, bajo cualquier
forma, a una persona incapaz. (Norma que, a mi parecer, no tiene aplicación, en razón a que
los incapaces pueden ser representados por su curador o representante legal según la Ley
1306 de 2009).
“Esta causa de indignidad no podrá alegarse contra ninguna persona de las que por temor
reverencial hubieren podido ser inducidas a hacer la promesa al difunto, a menos que hayan
procedido a la ejecutoria de la promesa”.
Se encuentra prescrita en el artículo 124 del Código Civil y constituye una causal de
indignidad parcial, por cuanto solo acepta la mitad de la cuota hereditaria del indigno. Por
ello manifiesta: “El que no habiendo cumplido la edad de casarse sin el consentimiento de
un ascendiente, estando obligado a obtenerla, podrá ser desheredado no solo por aquel o
aquellos cuyo consentimiento le fue necesario, sino por todos los otros ascendientes. Si
alguno de estos muriere sin hacer testamento, no tendrá el descendiente más que la mitad de
la porción de bienes que le hubiera correspondido en la sucesión del difunto”.
El albacea que haya sido removido por ser responsable por dolo en el ejercicio del
albaceazgo, no solamente se hace indigno de tener en la sucesión parte alguna, sino que
también queda obligado a indemnizar cualquier perjuicio a los interesados, y a restituir todo
lo que haya recibido a título de retribución. (Artículo 1335 del Código Civil).
El indigno adquiere la asignación por el hecho de la posesión legal que tiene sobre la
herencia, pero con el mismo vicio de la indignidad, y en caso de muerte de este a los
herederos se trasmite la herencia o legado de que su autor se hizo indigno, por todo el
tiempo que falte para completar los diez años.
Así lo establece el artículo 1034 del Código Civil cuando expresa: “A los herederos se
trasmite la herencia o legado de que su autor se hizo indigno, pero con el mismo vicio de
indignidad de su autor, por todo el tiempo que falte para completar los diez años”.
La acción de indignidad no pasa contra terceros de buena fe. Así lo establece el artículo
1033 del Código Civil.
El verbo purgar viene del latín purgare, que significa liberar o purificar. En consecuencia,
hace referencia a que el asignatario se libera de la indignidad.
El perdón del causante subsana la indignidad; puede ser tácito o expreso, contenido en el
acto testamentario posterior al hecho causante de la indignidad, y redime a su autor de
la falta y la pena, es decir, lo libera de la falta o la pena cometida porque el causante lo
perdonó.
Fallece Pedro, padre de Juan, quien a la vez ha procreado dos hijas, Luisa y Olga. Juan
fue declarado indigno; las hijas de Juan pueden recoger la herencia de su padre dejada
por su abuelo acudiendo para ello a la acción para hacer valer su derecho de
representación. Es decir, Luisa y Olga representarían a su padre que fue declarado indigno
y recogerían la herencia para ellas, porque no fueron indignas y mal podría la ley
sancionar al inocente. El indigno fue el padre de ellas, y es a él a quien por ley le
corresponde asumir su responsabilidad.
CAPITULO V
Desheredamiento
Para que valga el desheredamiento debe haber hecho testamento el causante. Por lo tanto,
es inexistente el desheredamiento cuando no existe testamento o este fue declarado nulo.
El sujeto pasivo del desheredamiento puede ser tanto el legitimario que sucede
personalmente, como el que lo hace por representación.
Todo desheredamiento debe fundarse en una de las cuatro causales que consagra el
artículo 1266 del Código Civil, las cuales son de interpretación restrictiva.
Los descendientes pueden ser desheredados por cualquiera de las cuatro causales
consignadas en la ley, a diferencia de los ascendientes quienes solamente pueden serlo
por las tres primeras causales de ley.
5.2.1. Primera causal
Esta causal está prescrita en el numeral 1° del artículo 1266 del Código Civil, que
expresa: “Por haber cometido injuria grave contra el testador en su persona, honor o
bienes, o en la persona, honor o bienes de su cónyuge o cualquiera de sus ascendiente
matrimonial o extramatrimonial”.
Mencionada en el numeral 2° del artículo 1266 del Código Civil, que dice: “No haberle
socorrido en el estado de demencia o destitución, pudiendo”.
Lo anterior significa que la persona legitimaria del causante y a quien por ley le
corresponde ser heredero de él, debió ayudarlo en su crianza y educación si en esos
momentos se trataba de un menor de edad, por cuanto si se trataba de un adulto la ayuda
debió consistir en brindarles alimentos, salud, educación, es decir, socorrerlo
integralmente.
El estado de destitución consiste en que la persona no podía sustentar por sí misma sus
alimentos o lo necesario para su subsistencia, por ser incapaz, por edad avanzada o por
grave enfermedad.
El numeral tercero del artículo 1266 del Código Civil expresa: “Por haberse valido de
fuerza o dolo para impedir testar”. Aquí debe considerarse en forma clara que por impedir
testar debe entenderse la conducta dolosa violenta que obstruye el otorgamiento de un
testamento con las exigencias legales.
El numeral 4° del artículo 1266 del Código Civil manifiesta: “Por haberse casado sin el
consentimiento de un ascendiente o sin el de la justicia en subsidio, estando obligado a
obtenerlo”.
En el numeral 5° del artículo 1266 del Código Civil solamente quedó lo concerniente a
que los ascendientes podrán ser desheredados por cualquiera de las tres primeras causales
de artículo en comento, al igual que los descendientes; en consecuencia, descendientes y
ascendientes están inmersos en las tres primeras causales de desheredamiento. Y la otra
parte, la principal del numeral quinto del artículo mencionado, fue derogada por sentencia
del 27 de mayo del año 2003 de la Corte Constitucional.
El artículo 1267 del Código Civil preceptúa en cuanto al desheredamiento, que no vale
ninguna causal de desheredamiento mencionada en la ley si no se expresa en el
testamento específicamente, y si además no se hubiere probado jurídicamente en vida del
testador, o las personas a quienes interese el desheredamiento no lo probaren después de
su muerte.
CAPITULO VI
Apertura de la sucesión
La apertura de la sucesión por causa de muerte indica que un patrimonio ha quedado sin
sujeto por la muerte de su titular, que en ese momento se extinguen todos los derechos
intransmisibles, y que los derechos transmisibles se unen para formar un todo o conjunto que
da lugar a la herencia. En consecuencia, la expresión apertura de la sucesión señala
únicamente la necesidad de que la herencia se trasmita a otra u otras personas actualmente
vivas.
El artículo 1012 del Código Civil preceptúa: “La sucesión en los bienes de una persona se
abre al momento de su muerte en su último domicilio, salvo los casos expresamente
exceptuados”.
La sucesión se regla por la ley del domicilio en que se abre, salvo las excepciones legales.
Existen casos en que no puede determinarse la hora de fallecimiento de varias personas, sobre
todo cuando están llamadas a sucederse mutuamente. Supongamos dos hermanos casados
que no tienen hijos y sus padres han muerto; cada hermano tiene como herederos a su
cónyuge y al otro hermano, y fallecen en un mismo acontecimiento (naufragio, incendio,
batalla, accidente automovilístico). Si no se determina cuál falleció primero, se procederá
como si dichas personas hubiesen perecido en un mismo momento y ninguna de ellas hubiese
sobrevivido a la otra (Artículo 95 del Código Civil). El artículo 1015 de la misma obra en
cita agrega que si dos o más personas llamadas a suceder una a otra se hallan en el caso del
artículo 95 del C.C, ninguna de ellas sucederá en los bienes de la otra.
Para que tenga plena aplicación la regla de los conmurientes en nuestro derecho se requiere:
- Establece las normas sucesorales que la rigen desde un punto de vista determinado.
- Nace la herencia y la indivisión hereditaria entre los coasignatarios (Artículo 1374
del Código Civil).
- Comienza la eficacia de las leyes sucesorales y la del testamento para una sucesión
determinada.
- Fija el momento en que por lo general debe existir la capacidad o dignidad sucesoral.
- Es el momento al cual se retrotraen los efectos de la aceptación o repudiación
(Artículo 1296 del Código Civil).
- Precisa lo concerniente a la realización del proceso de sucesión.
- Abre paso al fenómeno de la delación.
El lugar donde se efectuó la apertura de la sucesión indica cuál es el juez que ha de conocer
del proceso de sucesión, conforme al artículo 23, numeral 14, de C.P.C.
La herencia, y en general cada una de las asignaciones, se defieren a los herederos o legatarios
en el momento de fallecer la persona de cuya sucesión se trata si el heredero o legatario no
es llamado condicionalmente; o en el momento de cumplirse la condición si el llamamiento
es condicional.
La facultad de aceptar o repudiar una herencia o legado es un derecho reconocido por las
legislaciones modernas, frente a la concepción romana, en la cual existían herederos
necesarios, esto es, sujetos de la herencia que carecían de la facultad de repudiar.
Este derecho de opción del asignatario radica en cabeza del heredero o de su representante
legal, y consiste en que, una vez ocurrida la delación de la herencia, puede escoger entre una
de estas dos situaciones: aceptar la herencia, o repudiarla.
Lo anterior conforme al artículo 1282 del Código Civil, que habla de la aceptación y repudio
de la herencia. Pero conforme al artículo 1283 del mismo estatuto sólo se puede aceptar la
asignación después de que esta se ha deferido, o se pueda repudiar con posterioridad a la
muerte de la persona de cuya sucesión se trata.
Pero es muy importante tener presente que la opción surge únicamente a partir de la muerte
del causante, no antes, por cuanto mientras él viva los interesados tienen sólo la expectativa
de heredar sus bienes; expectativa que se concreta solamente cuando la persona fallece.
Conforme al inciso 2° del artículo 1282 del Código Civil, sólo las personas que tienen la libre
administración de sus bienes pueden aceptar o repudiar libremente. Quienes no la tengan
podrán ejercer este derecho por conducto de sus representantes legales.
Todo asignatario puede aceptar o repudiar libremente. Se exceptúan las personas que no
tienen la libre administración de sus bienes, las cuales no podrán aceptar o repudiar sino por
medio de sus representantes legales, o con su consentimiento. (Artículo 1282 del C.C.).
Si un asignatario vende, dona o transfiere de cualquier modo a otra persona el objeto que se
le ha deferido, o el derecho de suceder en él, se entiende que por el mismo hecho acepta.
(Artículo 1287 del C.C.).
El artículo 1284 de C.C., nos habla de la improcedencia del repudio o aceptación condicional;
por lo tanto, no se puede aceptar o repudiar condicionalmente ni hasta después de cierto día.
Todo asignatario está obligado, en virtud de demanda de cualquier persona interesada en ello,
a declarar si acepta o repudia, y hará esta declaración dentro de los cuarenta días siguientes
al de la demanda. En caso de ausencia del asignatario o de estar situados los bienes en lugares
distantes, o de otro grave motivo, podrá el juez prorrogar este plazo, pero nunca por más de
un año. Los acreedores podrán hacerse autorizar por el juez para aceptar por el deudor. En
este caso la asignación no se rescindirá sino a favor de los acreedores y hasta la concurrencia
de sus créditos, y subsistirá el sobrante.
La aceptación una vez producida con los requisitos legales no podrá rescindirse o revocarse
sino en el caso de haber sido obtenida por fuerza o dolo, o de lesión grave, en virtud de
disposición testamentaria de que no se tenía noticia al tiempo de aceptarla. Esta regla se
extiende aun a los asignatarios que no tienen la libre administración de sus bienes. La lesión
grave es aquella que disminuye el valor total de la asignación en más de la mitad.
- Es transmisible
- Es puro y simple
- Es indivisible
- Debe manifestarse
- Es irrevocable
- Produce efectos retroactivos