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UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR

FACULTAD MULTIDISCIPLINARIA DE OCCDIENTE


ESCUELA DE POS GRADO
MAESTRIA EN ESTUDIOS DE CULTURA CENTROAMERICA OPCION LITERATURA
MAESTRA: Dra. Tania Pleitez Vela Fecha: 28 de junio del 2019
Por: Eduardo Javier Mendoza Zavaleta
Comentario de texto sobre: “El cuerpo en evidencia: De la evidencia del
cuerpo al cuerpo en evidencia de Meri Torras

El texto del cual se ha ce el comentario de texto es el articulo denominado “El


delito del cuerpo: de la evidencia del cuerpo al cuerpo en evidencia” de la autora Meri
Torras publicado en el libro “cuerpo e identidad” por la edicons UAB en la ciudad de
Barcelona España. A propósito del texto he de esbozar las ideas centrales de la autora y en
la última parte hace un acercamiento a lo que considero como acertado para el análisis de
las diferentes formas de ver la realidad del mundo del campo literario en cuanto a la mujer
que hace su incursión.

Desde un inicio Torras (2007) parte de la idea fundamental que el cuerpo no es más
que una construcción de la sociedad en la que vivimos; y que, de acuerdo a determinados
facciones con las cuales cada individuo nace se le son asignados determinados roles y que
para cada uno de esos roles debe de cumplir una función que le ha sido asignada. Si uno
de los individuos no encaje en ellos no pertenece a. Sin duda alguna, pareciera que la
evidencia es así, y que es la sociedad quien dictamina que se puede y que no se puede
esperar de determinados seres que nacen en cada una de las sociedades. Al respecto Torras
(2007) afirma lo siguiente: “la categoría mujer (o mujeres), sobre la que se asientan las
propuestas feministas, no podría ser definida de un modo concluyente y satisfactorio” (p.
11) es decir, si partimos de la idea que la naturaleza nos ha dotado de cada uno de los
atributos que poseemos y que estos a su vez no pueden ser intercambiados, o que cada fallo
no merece pertenecer a ese grupo que previamente se ha definido como tal; Entonces la
categoría de mujer u hombre entra en contradicción por que no necesariamente debería de
corresponder con lo que cada sociedad espera de este estereotipo.
En adelante la autora entrara a desarrollar y a poner en crisis la siguiente afirmación:

No podemos llegar a definir nuestra propia categoría identitarios…, no obstante ser


o estar mujer remitiría, en última instancia, a poseer…un cuerpo sexuado en
femenino: el sexo-género ha sido hasta anteayer un atributo indisociable del cuerpo,
evidente. (Torras., 2017, p. 11)

Por lo tanto, como verdaderos herederos de la tradición de occidente, no podemos


negar que cuando se nos presenta una persona con las facciones de cuerpo es mujjer,
inmediatamente corremos a afirmar que lo que se nos presenta ante nosotros es lo que
llámanos femenino.

Además, se la autora evidencia el hecho que sexo y género no son más que una
construcción que se realiza la cultura en la cual se vive y convive. Dicha cultura asigna al
sexo un origen biológico, algo que es previo a y esencial para construir todo ello desde una
perspectiva eminentemente esencialista; mientras que por otro lado, desde un
construccionismo, el género no es más que algo cultural, y posterior a, haciendo de este una
construcción social.

Desde esta óptica solo existirían el hombre y la mujer, y de este binomio surge el
parámetro para determinar lo normal de lo anormal. Sumando a lo anterior, esto también
prescribe la unión sexual de las categorías con su contrario y complementario (Torras,
2007) cuando alguien que se sale de esta norma acepta una orientación diferente, aun
cuando se acepta su orientación se le juga, se le anlia desde una línea heterosexual, es
asique, como lo plantea Torras (2007) “seria impropio decir que las lesbianas viven, se
asocian, hacen el amor con mujeres porque la mujer no tiene sentido más que en los
sistemas heterosexuales” (p.14)
Judith Butler al respecto no diferencia entre sexo y género. Para esta autora dichas
categorías surgen en el medio de una diferenciación en el plano del discurso del orden
cultural imperante. Es decir, el cuerpo es causa y a la misma vez efecto de procesos de
desarrollo en unas complejas redes conceptuales binarias, esta a su vez están relacionados
íntimamente: ¿cómo se dan? A través de lenguaje y de su textualización. Entonces surge la
pregunta ¿Qué es el cuerpo? No sería más que una pluralidad de significados producto de
una estrategia de representación desde dos dimensiones que se pone en juego: el poder y el
saber.

En un recorrido histórico se ve la concepción que se tiene del cuerpo llegando a una


síntesis: por un lado, se concibe al cuerpo como una máquina que es sofisticada, autómata y
sin alma que cambia y surge por las mismas leyes que le son propias a la misma naturaleza.
Por otro lado, se asume que somos un cuerpo y que no hay diferencia entre cuerpo y yo.
Desde esta unidad, se admite que no puede deshacerse, ni transformarse y que por tanto el
cuerpo nos dice que somos.

Así, surge de nuevo el dualismo de si tenemos un cuerpo o somos un cuerpo. Para el


caso, el cuerpo no debe ser pensado como una materia previa e informe ajena a la cultura y
a sus códigos. Que no existe ni más allá ni más acá del discurso y del poder del discurso y
también del discurso del poder (Torras, 2007). Habría que avanzar y pensar que el cuerpo
es representación del cuerpo y que este existe de manera performativo dentro de los
determinados marcos culturales que lo hacen visible. No convertimos en cuerpo dirá Torras
(2007) negociamos para se identificados como tal y para ser reconocidos.

Al final, Butler plantea que pensemos los géneros y los cuerpos como
materializaciones político-culturales que no tiene una existencia anterior a la cultura y al
lenguaje. Por lo tanto, la capacidad de acción del individuo proviene, de condición textual
y discursiva. Por ello, los cuerpos no siempre se mostraran de forma absoluta porque en el
preciso instante en que lo hiciere dejaría se ser cuerpo, culmina diciendo Torras (200).
Sin duda, que la lucha por que los cuerpos se evidencien es un proceso complejo
que tiene sus propios matices y perspectivas desde los cuales se analizan pero que no se
puede asumir de manera radical y ortodoxos. Los cuerpos tendrán su espacio y a la vez
dificultad para ser encontrados en el discurso hegemónico que ponderará unos y
discriminará a otros. Y esa es la tarea de los nuevos intelectuales, poner en evidencia
aquellos cuerpo que son marginados por una serie de reglas y normas que en muchos casos
ya son retrogradas y discriminatorias.

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