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¿Padece usted de

dequefobia?

En los últimos años, el escenario - de por sí - atiborrado y complejo de


las neurosis domésticas dio la bienvenida a una, de forma extraña y
contenido intelectual, que amenaza con convertirse pronto en la
pandemia del nuevo milenio. Se trata de la dequefobia, entidad que
navega en las aguas turbias de las fobias1, especialmente de las
generadas y promovidas en la escuela.

La dequefobia, nace allí, al amparo de concepciones pedagógicas de


sospechoso rigor dictatorial. Allí, en la escuela convencional aparecieron
para quedarse y convencernos de que la inteligencia es una virtud
dudosa y frecuentemente castigada, la fronemofobia (miedo a pensar), la
centofobia ( miedo a las ideas nuevas), la allodoxafobia ( miedo a las
opiniones), la cainofobia ( miedo a fallar), la laliofobia ( miedo a
hablar), la ataxofobia ( miedo al desorden), la tan de moda,
siniestrofobia ( miedo a la izquierda), la atelofobia ( miedo a la
imperfección), la atazagorafobia ( miedo al olvido) y en virtud de todas
ellas, la verbofobia ( miedo a las palabras ), la bibliofobia ( miedo a los
libros), la epistemofobia (miedo al conocimiento), la sofofobia (miedo a
aprender),la bufonofobia ( miedo a los sapos) y, finalmente, la
vergonzante didascaleinofobia ( fobia a la escuela).

Como forma particular de onomatofobia (miedo a escuchar ciertas


palabras), la dequefobia consiste en un terror irracional, infundado y
desproporcionado a la preposición DE, cuando ésta aparece antes de la
conjunción relativa o complementaria QUE. Se tiene la sospecha de que
este temor tiene su origen en prácticas de ultracorrección, surgidas
cuando la academia enfiló su artillería contra el dequeísmo: fea y
cacofónica costumbre de adornar verbos objetivos con la, en este caso,
imprudente e innecesaria, preposición DE. (Pienso de que, dijo de que,
siente de que, escribió de que…)

1
temores irracionales, miedos intensos, persistentes y desmedidos que llegan a ser incapacitantes y
de alto riesgo. Con frecuencia, quienes las padecen son conscientes de que el terror sentido carece
de fundamento, sin que ello lo elimine o aminore.

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Jairo Aníbal Moreno
Aunque tengo la convicción teórica de que 2 las palabras se validan en el
uso, de que es la dinámica de las interacciones sociales la que señala las
perfecciones de una lengua, también tengo la certeza de que para el
académico, para el estudioso, para el maestro, para el profesional de la
palabra, es una acción obligada conocer la lengua y ésta no solamente es
un “cementerio de palabras”, es también y en principio, un código
reglado, que si bien es construido en el juego social cotidiano, tiene
condiciones de uso en ocasiones desconocidas por el dequefóbico.

Por ejemplo, en las expresiones: “Se acordó de destituir a la secretaria”


y “Se acordó destituir a la secretaria”, la presencia de la preposición A,
señala un rumbo semántico distinto. En este caso es fácil aceptar que no
es lo mismo acordarse de (evocar un hecho) que acordarse algo (llegar a
un acuerdo). De la misma manera, es bien diferente decir “Otra vez
Uribe aspira a la presidencia”, asunto que me ha recrudecido el
insomnio y producido recientemente algunas fobias, que “Otra vez
Uribe aspira la presidencia”, tema éste algo insólito si se piensa en la
enorme cantidad de consejeros, conserjes, secretarios privados y
voluntarios que aspiradora en mano, realizarían con gusto esta labor.

Así mismo, para todos, menos quizás para los dequefóbicos, los
enunciados: “Todos se sorprendieron con el chisme de que se comió un
elefante” y “Todos se sorprendieron con el chisme que se comió un
elefante”, son estructuras con contenido diferentes. Si bien, el hecho de
que alguien se hubiera comido un elefante, sorprende y causaría la
envidia de más de un carnívoro, el suceso de que un elefante se hubiera
comido un chisme, desafía aún más nuestra lógica e imaginación.
Escribir DE QUE, resulta en este caso, no sólo válido, sino
imprescindible.

Por el mismo camino argumental, abrigo la esperanza de que


encontremos que “Me derrotó con el argumento de que es débil…”, es
conceptualmente diferente a “Me derrotó con el argumento que es
débil”.En verdad, muy pocos académicos serían derrotados con
argumentos débiles, mientras que el argumento de que alguien es débil,
puede ser en algunas circunstancias, un argumento fuerte, consistente y
efectivo. De igual forma, si decimos que “La noticia de que escribe bien,
es falsa”, estamos afirmando que es falsa la noticia de que alguien
escribe bien, mientras que cuando suprimimos la preposición para
anunciar:” La noticia que escribe bien, es falsa, queremos subrayar el
hecho de que la noticia en cuestión, es falsa aunque esté bien escrita.
2
y aquí espero se me disculpe y exculpe no el uso de la preposición DE, sino otra fea, narcisa y
frecuentemente penalizada manía de utilizar la primera persona en documentos académicos.

2
Jairo Aníbal Moreno
Ahora bien, si en este punto aún tiene duda de si es usted una persona
dequefóbica, o si sabiéndolo ya, quiere conocer de qué grado o de qué
tipo (perverso, moderado o ingenuo), es el mal que lo aquebranta, le
recomiendo que conteste con serenidad y buena fe, el test que aparece
enseguida. Cerciórese primero de que no sufre de testofobia y de que la
catagelofobia o temor al ridículo y signo inexorable de la escuela
flagelante occidental, todavía no lo con-vence.

Marque con una x, los enunciados que considere inadecuados o


incorrectos.

1. Nos descrestó con la noticia de que la compró en Miami.


2. Estoy seguro de que es de esa manera.
3. Sus amigos se enteraron de que sabía poquito.
4. No lo pudo persuadir que la tierra es cuadrada.
5. No se entero de que la vida es movimiento.
6. Caímos en la cuenta de que la vida debemos estudiar.
7. Nadie los persuadió que eran felices.
8. Ya no duda de que tengo la razón.
9. Pienso de que existo.

Si marcó como incorrectos todos los enunciados (menos el 4 y el 7) y


pertenece a la comunidad académica encargada del debate lingüístico, no
hay duda de que usted es un dequefóbico perverso y radical.
Seguramente está convencido de que NUNCA puede precederse la
palabra QUE, con la preposición DE. Tal vez tenga un conocimiento
apenas intuitivo de la lengua. Si usted es, o será, maestro podría ser
infundadamente descalificador. Podría ser arrogante, ultracorrector,
pensador axiomático, conmovedoramente convergente. Podría sentirse,
con frecuencia y sin razón, un gramatólogo infalible. Tal vez le moleste
la canción de Pablo Milanés: “De qué callada manera, no por hilefóbico
(miedo al materialismo), ni quizás por bolsefóbico (miedo a los
bolcheviques)3,sino simplemente por dequefóbico. Es probable que
presente episodios de ansiedad generalizada, es factible que tenga
dificultades para mantener la concentración, acceder al punto de vista
del otro, eliminar la irritabilidad y la tensión muscular.

Aunque los especialistas recomiendan para estos casos intervenciones


profesionales sistemáticas: terapia de exposición, desensibilización
sistemática, terapia cognitiva e inclusive tratamiento con métodos de
choque, en ocasiones es suficiente con que el dequefóbico cierre los

3
Que también podría ser

3
Jairo Aníbal Moreno
ojos durante media hora; piense que la vida, la ciencia y el lenguaje no
son siempre como parecen, sino como son; se convenza de que la
gramática no es como nos la enseñaron “las maestras bondadosas y
miopes” 4, deponga la arrogancia de gramatólogo y se disponga a gozar
con las sorpresas que no dejará de proporcionarle la lengua aquella que
lo hizo hombre.

Por su parte, si encontró menos de cuatro enunciados5 incorrectos, es un


dequefóbico moderado, ocasional. Ánimo, siga estudiando. La lengua
castellana será para usted un objetivo conquistado. Será maestro, no se
afane. Su dequefobia es ingenua y no le impedirá colmar con su
sabiduría a los muchos discípulos que esperanzados lo reclaman.

Finalmente, si decidió que todos los enunciados (con excepción del 4, el


7 y el 9) son correctos, felicitaciones. Sobran razones para inferir que
además de información lingüística, posee un pensamiento flexible,
crítico y creador. Usted podría tener Hipengiofobia (miedo a la
responsabilidad) o cinofobia (miedo a los perros) o tal vez miedo a los
payasos (coulrofobia), al polvo (coniofobia), o a las mujeres hermosas
(caliginefobia), o a la soltería (anuptafobia) o de pronto a las brujas
(vicafobia) o simplemente a los suegros (socerafobia), o a ser tocado (
hafefobia), o a las cosas grandes ( megalofobia), pero por ahora está
libre de la temida dequefobia.

JAIRO ANÍBAL MORENO CASTRO


Licenciado en Lingüística y Literatura. UD.
MG. lingüística española. Esp. Psicolinguística U. Habana.
Psicólogo.U.N

4
De Benedetti, en: Hombre que mira a su hijo.
5
Espero que no sufra de tetrafobia o fobia al número cuatro.

4
Jairo Aníbal Moreno

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