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LESION

1. DEFINICION
a) ARTICULO 1447. La acción rescisoria por lesión solo puede ejercitarse
cuando la desproporción entre las prestaciones al momento de celebrarse el
contrato es mayor de las dos quintas partes y siempre que tal desproporción
resulte del aprovechamiento por uno de los contratantes de la necesidad
apremiante del otro. Procede también en los contratos aleatorios, cuando se
produzca la desproporción por causas extrañas al riesgo propio de ellos.

Se trata de una institución que tiende a proteger al débil, al necesitado, a la


persona que se encuentra en una situación de inferioridad económica, psíquica
o psicológica, frente a aquel que explotando esa necesidad y aprovechando su
situación de superioridad consigue en un contrato ventajas inicuas. El
elemento más notable es el "daño" o lesión que sufre quien recibe menos de
lo que le corresponde, o paga mucho más de lo que debería abonar. En todas
las épocas es dable advertir que las clases dominantes han ido concentrando
el poder político y el poder económico en manos de unos pocos y suelen
aprovechar su posición ventajosa para explotar la debilidad o inferioridad de
otros.

El artículo 1447 del Código Civil peruano habla de "contratos", en general,


sin especificar cuáles de ellos pueden ser afectados por el vicio de lesión, y
cuáles no; queda, pues, a la doctrina y a la jurisprudencia la tarea de determinar
el ámbito de aplicación de la figura. Existe coincidencia en que la lesión puede
afectar todos los actos bilaterales onerosos, es decir que el campo más propicio
para su aplicación son las convenciones y contratos. Tampoco hay
vacilaciones cuando el contrato tiene carácter conmutativo, y la acción puede
estar destinada a proteger a cualquiera de las dos partes que han intervenido
en el acto, siempre que se encuentre en uno de los estados de inferioridad que
hemos reseñado más arriba, y que haya mediado aprovechamiento de la otra
parte. Así, por ejemplo, en el caso de una compraventa, puede suceder que el
lesionado sea el vendedor que, impulsado por necesidades económicas
acuciantes, enajena a precio vil un valioso objeto; pero también puede ocurrir
que el lesionado sea el adquirente, que en razón de su inexperiencia o ligereza,
paga un precio exorbitante por un bien de escaso valor. Y, en materia de
cláusula penal, vemos que la lesión puede presentarse no solamente porque su
monto sea excesivo, sino también porque sea tan exiguo, que constituya una
verdadera burla, y permita al deudor obtener grandes beneficios del
incumplimiento, por lo irrisorio de la pena.

b) PRESUNCION DE APROVECHAMIENTO POR EL LESIONANTE


En el caso del artículo 1447, si la desproporción fuera igualo superior a las
dos terceras partes, se presume el aprovechamiento por el lesionan te de la
necesidad apremiante del lesionado.

b.1) Simple lesión. - En el caso de que la desproporción sea de los dos quintos,
pero no llegue a los dos tercios, no se aplicará la presunción de
aprovechamiento, y -como hemos dicho- estará a cargo de la víctima el
probarlo. La desaparición en el Código vigente del párrafo que contenía el
artículo 1473 del Primer Proyecto se justifica por la existencia de normas
procesales que establecen cuál de las partes carga con la prueba, como bien lo
explica De la Puente y Lavalle.

b.2) Lesión agravada. - La presunción de aprovechamiento funciona cuando


la desproporción es superior a las dos terceras partes del valor. De la Puente y
Lavalle, quien afirma categóricamente que "la presunción dispuesta por el
artículo 1448 debe ser entendida como comprensiva tanto del
aprovechamiento del lesionante como de la necesidad apremiante del
lesionado", y brinda luego una serie de razones que justifican su postura.
Diferencia la norma peruana del antecedente argentino, en especial porque en
el Derecho peruano, si se trata de simple lesión, la víctima debe acreditar la
existencia de todos los elementos (objetivos y subjetivos), pero que cuando
hay "una desproporción mayor que el triple entre el valor de las prestaciones",
debe presumirse la existencia de los dos elementos subjetivos, o sea, tanto el
aprovechamiento, como la necesidad apremiante, admitiendo, por supuesto,
que si el demandado quiere resistir a la acción podrá acreditar que la presunta
víctima "no se encuentra en necesidad apremiante o bien que él no se ha
aprovechado de esta situación, o ambos extremos".

c) APRECIACION DE MAYOR VALOR

ARTICULO 1449 La desproporción entre las prestaciones se apreciará según


el valor que tengan al tiempo de celebrarse el contrato.

Vemos así que el Código de 1852, en el artículo 1460 disponía: "Para probar
la lesión se apreciará la cosa por el valor que tenía al tiempo de la venta"; y el
artículo 1439 del Código de 1936, decía: "Para probar la lesión se estimará el
bien por el valor que tuvo al tiempo de la venta; pero incumbe al juez apreciar
todas las circunstancias del contrato". El último párrafo de ese artículo, es
original del Derecho peruano, y corresponde a la fórmula elaborada por
Olaechea. Incluso debemos destacar que en aquellos sistemas en los cuales la
fórmula represiva de la lesión nada dice sobre el momento de apreciar la
desproporción, los tribunales han debido llegar a la conclusión de que ella
debe calcularse al tiempo de celebración del contrato, y no con posterioridad.
En nuestro caso, el legislador además de los antecedentes nacionales que
hemos reseñado, se ha inspirado de manera inmediata en el artículo 1448 del
Código Civil italiano y en el 954 del Código Civil argentino, de los que tomó
el artículo 1472 del primer proyecto la "subsistencia de la desproporción",
tema del que nos ocuparemos en la segunda parte.
La norma vigente brinda un elemento útil para distinguir la lesión de la teoría
de la "imprevisión", también llamada por algunos "lesión sobreviniente". En
efecto, en ambos casos se encuentra el elemento objetivo de la inequivalencia
entre las prestaciones de las partes; pero, mientras en la lesión esa
inequivalencia es el producto del aprovechamiento, y existe desde el momento
en que el acto se celebra, en la "imprevisión", en cambio, la desproporción
recién se presenta con posterioridad, como consecuencia de circunstancias
extrañas a la voluntad de las partes, y que fueron totalmente imprevisibles al
tiempo de celebrar el acto.

d) CONSIGNACION DEL EXCESO

ARTICULO 1450 Fenece el proceso si el demandado, dentro del plazo para


contestar la demanda, consigna la diferencia de valor.

d.1. Acciones que concede el Derecho peruano

El Derecho peruano contempla tanto la acción de rescisión, como la de


modificación que son ambas mencionadas (la primera en el artículo 1447, Y
la segunda en el artículo 1452). Lo que no dice de manera expresa es si la
víctima puede optar por cualquiera de ellas y, como en el artículo 1452, que
estudiaremos luego, se refiere a hipótesis en que no es posible la devolución
de la cosa, por lo que solo queda la acción de reajuste. Hay quienes entienden
que el "reajuste" es subsidiario y solo puede articularse en la hipótesis prevista
por el artículo 1452, opinión que no compartimos.

d.2. Legitimación activa

No existe en el Código peruano la limitación que aparece en el artículo 954


del Código Civil argentino, que solo permite ejercitar la acción por lesión a la
víctima y sus herederos. En consecuencia, nada impide que el lesionado ceda
la acción a un tercero, dentro del marco de las previsiones relativas a la cesión
de derechos (artículos 1206 y siguientes), ni tampoco que un acreedor se
subrogue en ellos, ejercitando las facultades que concede el inciso 4 del
artículo 1219.
d.3. Legitimación pasiva

En primer lugar, se encuentra el directo beneficiario del acto lesivo, o sus


herederos. Pero, ¿qué sucede si ha transmitido los bienes?, ¿podrá la víctima
dirigir su acción contra los terceros? Por tratarse de una acción rescisoria debe
tenerse en cuenta lo previsto por el último párrafo del artículo 1372, cuando
expresa que "en ningún caso se perjudican los derechos de terceros adquiridos
de buena fe". Puede suceder, sin embargo, que cuando la víctima pretende
intentar la acción, el objeto puede haber pasado a un tercer adquirente de mala
fe, caso en el cual la acción rescisoria podría también dirigirse en su contra.
La mala fe consistirá en el conocimiento del vicio que afectaba al acto, y
resultará de probar que sabía de la vileza del precio pagado y conocía también
la situación de inferioridad en que se encontraba la víctima. También deberá
considerarse tercero de "mala fe", al que adquiera el bien conociendo que se
había entablado la acción de rescisión, o de reajuste.
El Derecho peruano prevé tanto la posibilidad de pedir la rescisión, como el
reajuste de las prestaciones y no hay en el texto del Código ninguna limitación
que impida a la víctima optar por cualquier de ellas en el momento de entablar
su demanda. El artículo 1450 contempla el caso en que la víctima ha optado
por la acción de reajuste y brinda al presunto aprovechador la posibilidad de
poner fin al litigio consignando la diferencia reclamada. Pese a la afirmación
de MaxArias Schreiber de que no importa un allanamiento, nosotros
entendemos que sí lo es, con todas las consecuencias procesales que importa
el allanamiento, pero con la ventaja de que efectuado en esta oportunidad no
se generan mayores costas, al no continuarse debatiendo la existencia de las
condiciones lesivas del acto, como sucedería si no consigna y la acción de
reajuste sigue adelante.

e) REAJUSTE DEL VALOR

ARTICULO 1451 El demandado puede reconvenir el reajuste del valor. En


este caso, la sentencia dispondrá el pago de la diferencia de valor establecido,
más sus intereses legales, dentro del plazo de ocho días, bajo apercibimiento
de declararse rescindido el contrato.
Las acciones concedidas por el Derecho peruano Hemos dicho ya que el
Derecho peruano, al igual que casi todos los sistemas modernos, concede a la
víctima del acto lesivo dos acciones, la de rescisión y la de reajuste. Manuel
De la Puente Lavalle, el principal mentor de la reforma en este tema, expresaba
con acierto:

Frente a ese abanico de posibilidades el pleito puede quedar trabado de


diferentes maneras, según que el actor haya elegido inicialmente la acción de
reajuste, o la de rescisión, y la forma en que reaccione el demandado frente a
la vía que eligió el actor. Si el actor ha solicitado el reajuste, indicando cuál es
la diferencia que ha padecido, el demandado -como lo hemos visto al analizar
el artículo 1450-, puede poner fin al pleito consignando esa suma dentro del
plazo para contestar la demanda. Si así no lo hiciera, el litigio continuará como
acción de reajuste con las mismas características que detallaremos al analizar
el artículo 1452. Debemos pues ocuparnos ahora de los casos en los cuales el
actor eligió la acción de rescisión.

e.1. Acción de rescisión

Distintas hipótesis El artículo 1451 trata solamente de la hipótesis en que el


demandado reconvenga por reajuste, pero es menester previamente ver cuáles
son los posibles cursos en el caso de que el pleito quede trabado como acción
rescisoria. Aquí, si media allanamiento el juez decretará la rescisión sin más
trámite, lo que pondrá fin al litigio con la obligación de que las partes se
restituyan recíprocamente las prestaciones recibidas. La otra alternativa es que
el demandado niegue la existencia de uno o varios de los elementos del acto
lesivo, y la prueba versará sobre esos aspectos. En todos los casos para que
prospere la demanda será menester que se pruebe la desproporción; también
será necesario brindar la prueba de los elementos subjetivos -aprovechamiento
y necesidad apremiante- salvo que opere la presunción establecida en el
artículo 1448.

e.2. Efectos Declarada la rescisión

Esta no tendrá efecto retroactivo ni podrá perjudicar los derechos de terceros


de buena fe, y sus efectos -como lo hemos dicho más arriba se reducirán a que
las partes deban restituirse recíprocamente lo recibido.

f) PETICION DE REAJUSTE

ARTICULO 1452 En los casos en que la acción rescisoria a que se refiere el


artículo 1447 fuere inútil para el lesionado, por no ser posible que el
demandado devuelva la prestación recibida, procederá la acción de reajuste.
En la hipótesis que aquí se plantea el legislador, parece obvio que, si la acción
rescisoria ya no puede ejercitarse "por no ser posible que el demandado
devuelva la prestación recibida", la única vía que subsiste para poner remedio
al acto lesivo es ejercitar la otra acción que el derecho le concede: la de
modificación. Así lo ha entendido también Arias Schreiber y Manuel De la
Puente, cita la opinión de Romero Zavala, quien considera que la solución del
artículo es conveniente "habida cuenta que si el lesionado ya no puede obtener
el bien, no por ello pierde su derecho a la obtención del mayor precio que
debió recibir o de la proporción que aún falta por cumplirse para obtener la
equivalencia de prestaciones".

g) NULIDAD DE LA RENUNCIA A LA ACCION POR LESION

ARTICULO 1453 Es nula la renuncia a la acción por lesión.

Ni el Código de 1852, ni el de 1936, contienen norma alguna sobre la renuncia


a la acción. Durante el proceso de elaboración del Código actualmente
vigente, Manuel De la Puente y Lavalle que ha sido, sin duda, quien más
influyó en la adopción de una fórmula moderna que conjugue el elemento
objetivo, desproporción, con los elementos subjetivos, insistió en todo
momento en afirmar que si se llegaba a un acuerdo sobre "la necesidad de
legislar la lesión como causal de rescisión de los contratos" debía establecerse
"expresamente que ninguno de los contratantes pierde el derecho de ejercitar
la acción por lesión, aun cuando se hubiera renunciado a ella en el propio
contrato", pero acepta que con posterioridad, desaparecida la situación de
presión que sufre la víctima del acto lesivo por haberse cumplido sustancial
mente las prestaciones a cargo del demandado, podía ser "válida la renuncia a
la acción de lesión destinada a rescindir el contrato". Siguiendo esta línea de
pensamiento, el Primer Proyecto establecía en su artículo 1476: "Es
irrenunciable la acción por lesión, a no ser que la renuncia sea formulada
después de haber sido cumplidas las obligaciones del demandado estipuladas
en el contrato". Posteriormente, al formularse el Segundo Proyecto, se
modificó la norma que quedó con un texto que es sustancialmente similar al
que definitivamente se aprobó, ya que no se hacía mención a la posibilidad de
renuncia cuando habían desaparecido las causales. Decía el artículo 1415 de
ese Proyecto: "Es irrenunciable el derecho al ejercicio de la acción por lesión".
salvedad", y de esta supresión extrae como consecuencia que la renuncia no
es admisible en ninguna hipótesis, aunque el lesionado haya recuperado su
libertad de decisión.

h) CADUCIDAD DE LA PETICION

ARTICULO 1454 La acción por lesión caduca a los seis meses de cumplida
la prestación a cargo del lesionan te, pero en todo caso a los dos años de la
celebración del contrato.

El Primer Proyecto se limitó a fijar en seis meses el plazo extintivo de la


acción, plazo que se contaba a partir del momento en que el demandado había
cumplido la prestación a su cargo y que era un plazo de prescripción. La
elección del momento en que debía comenzar a correr el plazo está inspirada,
sin duda, en el pensamiento de Manuel De la Puente y Lavalle, quien había
expresado: " me parece que el plazo debe empezarse a contar a partir del
momento en que se hayan total o sustancialmente cumplido las prestaciones
estipuladas, que es el momento en que debe suponerse que cesa la situación
de dependencia causada por el estado de necesidad y en que el contratante
lesionado se encuentra en libertad para accionar". Volveremos luego sobre la
opinión de De la Puente, sobre el momento inicial del cómputo del plazo, pero
debemos advertir que el inspirador de estas reformas, en esa primera etapa,
nada decía sobre si el plazo de extinción de la acción debía estar sujeto a
prescripción o a caducidad. En el Segundo Proyecto se introdujo como
novedad que la acción se extinguía por "caducidad” y con esa redacción ha
pasado al Código vigente.

i) IMPROCEDENCIA DE LA ACCION POR LESION

ARTICULO 1455 No procede la acción por lesión:


1. En la transacción.
2. En las ventas hechas por remate público.

i.1. La transacción
"siendo la transacción un contrato, es dable que las condiciones sean
impuestas por una de las partes abusando del estado de necesidad en que se
encuentra la otra", pero incluso vamos más allá, porque la fuerza de "cosa
juzgada" que tienen las transacciones solo puede ser reconocida como tal
cuando el acto no ha padecido vicios en el momento de su formación. Es
menester destacar que el acto transaccional tiene una formación distinta a la
sentencia; en la sentencia se expresa solamente la voluntad del juez y en la
transacción debe concurrir la voluntad de ambas partes y esa decisión "no debe
ser fruto de un aprovechamiento lesivo".

i.2. Subasta judicial

En la larga evolución de la figura, ha existido una época en que llegó a


admitirse la posibilidad de atacar como lesivas las ventas hechas en pública
subasta. En tal sentido encontramos la Ley 2, del Título 1, Libro X, de la
Novísima Recopilación, que después de consagrar la rescisión de las ventas
por lesión de más de la mitad, expresa: "...y esto mismo debe ser guardado en
las rentas y en los cambios y en los otros contratos semejables; y que haya
lugar por esta ley en todos los contratos sobredichos, aunque se haga por
almoneda...". También el artículo 1464 del Código civil peruano de 1852
admitía la posibilidad de atacar las subastas judiciales por lesión, expresando:
"Es nula la venta judicial que se hace por menos de las dos terceras partes del
valor total de la cosa". Pero actualmente en el Derecho comparado predomina
una solución diversa y aunque la mayor parte de las leyes nada dicen de
manera expresa sobre la subasta, la doctrina se inclina de manera casi unánime
a sostener que las subastas judiciales no pueden ser atacadas por lesión e
incluso se ha incorporado esa solución a algún ordenamiento legislativo.
Vemos así que, en la Compilación de Cataluña, el segundo párrafo del artículo
323 expresa: "...No procede esta acción rescisoria en las compraventas o
enajenaciones hechas mediante pública subasta.".

j) LESION EN LA PARTICION

ARTICULO 1456 No puede ejercitar la acción por lesión el copropietario que


haya enajenado bienes por más de la mitad del valor en que le fueron
adjudicados.

Para comprender bien esta norma, su funcionamiento, sus virtudes o defectos


y la necesidad de mantenerla o reformarla, nos parece indispensable ahondar
en los antecedentes y fundamentos de la rescisión en las particiones,
remontándonos al Derecho Romano. La primera observación que debemos
formular es que la denominada "lesión" en las particiones tiene como
fundamento un texto distinto al que consagróla "lesión enorme" o ultra
dimidium. En efecto, se acude aquí también a una Constitución de los
emperadores Diocleciano y Maximiano, que aparece en C. 3.38.3, y expresa:
"Hechas las divisiones sin forma de juicio por fraude o dolo, o malamente, se
les suele auxiliar también a los mayores, porque en los juicios de buena fe se
reformará en mejor también lo que constare que se hizo desigualmente".
Inmediatamente se advierten varias diferencias de importancia. En primer
lugar, no se establece una desproporción objetiva considerable, es decir de
más de la mitad, sino que se habla solo de lo que "se hizo desigualmente"; en
segundo lugar, junto a la posibilidad de conductas contrarias a la buena fe
(dolo o fraude), se agrega que también procede cuando la partición fue hecha
"malamente", es decir que resulta suficiente la existencia de un error. También
aquí los pandectistas afirman que el texto que nos ha llegado en el Corpus luris
no es el original de la Constitución de Diocleciano y Maximiano, sino que ha
sido objeto de interpolaciones, pero para nuestro estudio ello no tiene mayor
importancia, pues toda la evolución posterior de la figura se ha realizado a
partir de ese texto.

g.1. Caso en que no puede ejercerse la acción

Estimamos que para nuestro estudio tiene particular interés lo dispuesto sobre
el tema en los Códigos de 1852 Y 1936.
El primero de ellos, después de consagrar la lesión ultra dimidium en las
ventas (artículo 1459 y ss.), en el Título dedicado a la comunidad y la partición
(artículos 2128 y ss.), declara rescindible las particiones por lesión de más de
un tercio. En ese Código se pone límites a la acción rescisoria por lesión si
hubiese resolución judicial sobre el punto que motiva la lesión (artículo 2164),
o si entre los coherederos ha mediado una transacción (artículo 2166), o si uno
de los herederos le ha vendido su parte a otro. A su vez en el Código de 1936
también se trata de manera separada la lesión en las ventas. Para las cuales se
exige que la diferencia sea de más de la mitad del valor (artículo 1439), y la
lesión en las particiones, donde basta que la diferencia exceda la cuarta parte,
estableciendo de manera expresa que no puede intentar la acción por lesión
"el heredero que hubiese enajenado todo o parte considerable de los inmuebles
que se le adjudicaron" (artículo 792). De estos antecedentes extraemos como
consecuencia que en el derecho peruano anterior al Código de 1984, la acción
rescisoria de las particiones recibía un tratamiento bien diferenciado de la
"lesión enorme", en razón -especialmente- de las diferentes causas que las
fundamentan y, además, que en el caso de las particiones se vedaba la acción
al copartícipe que, luego de recibido su lote, lo enajenaba total o parcialmente,
pues esa actitud contenía una aceptación confirmatoria del acto de partición.

El nuevo Código ha eliminado las disposiciones sobre "lesión en las


particiones", como institución diferenciada, efectuando en cambio en el
artículo 990 una remisión a la aplicación de las normas generales sobre lesión.
Max Arias Schreiber expresa que en el Proyecto se reproducía el artículo 792
del Código de 1936, ubicado dentro de la partición, y como artículo 916 y que
fue la Comisión Revisora la que lo cambió de ubicación y le dio la actual
redacción, y elogia esa decisión por considerar un acierto haber reunido en un
mismo título todas las normas sobre lesión.

CONCLUSION

1. En nuestra legislación como se puede observar hay un encuadre normativo


desligado de otras normativas con respecto a la persona quien va a ser
lesionado por parte de otros en aras de proteger su derecho a la propiedad
o el mayor derecho en este caso el que se haya inscrito primero, este
derecho será declarado lesionado como tal cuando terceros ajenos se
aprovechen de la situación del otro para poder adquirir cierto beneficio.

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