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®Jason Brennan
®De la traducción, Fundación para el Progreso
®2014 Taylor and Francis
All Rights Reserved.
Authorized translation from English language edition published by Routledge,
an imprint of Taylor & Francis Group LLC
ISBN 978-956-9225-12-3
Nº de propiedad intelectual: A-277755
Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por las
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parcialmente el contenido de este libro por cualquier procedimiento electrónica
o mecánico, incluso fotocopia, grabación magnética, óptica o informática o
cualquier sistema de almacenamiento de información o de recuperación sin
permiso escrito por los propietarios del copyright.
CONTENIDOS
Agradecimientos | P. 8
Advertencia del traductor | P. 9
Prólogo de Ignacio Briones | P. 10
UNO.
Bien en el fondo, toda persona es
socialista… pero está equivocada
P. 20
DOS.
El Club del Ratón Mickey como defensa
del capitalismo: una parodia
P. 44
TRES.
Naturaleza humana y justicia
P. 72
CUATRO.
El por qué la utopía es el capitalismo
P. 100
Bibliografía | P. 134
AGRADECIMIENTOS
—
Jason Brennan
ADVERTENCIA DEL TRADUCTOR
—
Fernando Claro V.
PRÓLOGO
Capitalismo, ¿por qué no? de Jason Brennan
1 E
n lo que sigue, me referiré indistintamente al capitalismo como capitalismo
de libre mercado o, simplemente, como libre mercado.
socialismo ideal y virtuoso pero inexistente, con el capitalismo real,
pero distorsionado a su peor expresión?
Estas son algunas de las pertinentes preguntas que intenta res-
ponder Brennan. Y lo hace a través de un texto tan ágil y breve como
el de Cohen y que reproduce su misma estructura y ejemplos. Por
lo mismo, es un libro de trazos gruesos que se esfuerza en mostrar
las contradicciones de los argumentos de Cohen y enunciar lo que
serían las virtudes generales del capitalismo, pero que deliberada-
mente no tiene la pretensión de ir al detalle de los fundamentos
conceptuales más profundos.
La respuesta a las interrogantes planteadas es de la máxima
importancia. Particularmente por su implicancia en el plano político.
Y es que la idea de inferioridad moral del capitalismo que reclama
—
17
Ignacio Briones
Decano Escuela de Gobierno
Universidad Adolfo Ibáñez
PhD Sciences Po
Abril 2017
Pocos son proclives a encontrar fallas en el capitalismo como motor
de producción. Las críticas comúnmente provienen de condenas
morales o culturales de ciertas características del sistema capitalista
o de vicisitudes de corto plazo (crisis y depresiones) que se intercalan
dentro de las mejoras que el capitalismo acarrea en el largo plazo.
—
Frase de la Enciclopedia Británica sobre
el término «Capitalismo».1
1 http://www.nycga.net/resources/documents/principles-of-solidarity/
Unidos, Dinamarca, Suiza, Australia, Japón, Singapur, Hong Kong
y Corea del Sur– se hicieron ricos. Consideremos: Estados Unidos
fijó la línea de la pobreza bajo 11.500 dólares para un estadounidense.
Una persona que vive de este precario ingreso en Estados Unidos, un
pobre de ese país, está entre el 14% más rico del mundo si lo ajusta-
mos por el costo de vida, ganando seis veces más que el ingreso de
una persona promedio del mundo.2 Por el contrario, los países que
probaron el socialismo –la Unión Soviética, China, Cuba, Vietnam,
Camboya y Corea del Norte– se convirtieron en infiernos terrenales.
Diferentes gobiernos socialistas asesinaron a más de 100 millones (y
quizás muchos más) de sus mismos compatriotas, convirtiendo al
socialismo en un arma tan letal como la Peste Negra del siglo XIV.3
En los países socialistas nadie se ha hecho rico, con excepción de los
CAPITALISMO, ¿POR QUÉ NO?
2 S
egún lo obtenido en la página www.ginvingwhatwecan.org y Milanovic, B.
2007. Worlds Apart: Measuring International and Global Inequality. Prince-
ton: Princeton University Press.
3 Schmidtz, D., & Brennan, J., 2010. A Brief History of Liberty. Oxford: Wi-
ley-Blackwell, p. 190.
hacemos que todo funcione. El socialismo nos pide que trabajemos
duro y esforzadamente por el resto y no por nosotros. A esto último,
los humanos nos oponemos y, por ello, el socialismo entrega malos
resultados. Por lo tanto, muchos piensan que lo anterior demuestra
que no somos lo suficientemente altruistas para el socialismo.
En el siglo XX aprendimos que el poder que ejercían los go-
biernos socialistas atrajo a sociópatas y tiranos. Sin embargo, esto
habría ocurrido por culpa de nosotros, porque somos moralmente
corruptos. Así, el socialismo nos exige proveer de entre nosotros, los
humanos, al famoso rey-filósofo benevolente, pero lo primero que
le entregamos es a Stalin, Mao o Pol-Pot. De este modo, parece que
el problema está en nosotros.
La economía de libre mercado es quizás el mejor sistema al que
mith, A. 1981, (1776). An Inquiry into the Nature & Causes of the Wealth of
4 S
Nations. Indianapolis: Liberty Fund, pp. 26-27.
paraíso».5 Incluso, dice, «los más pobres viven mejor que los más ricos
en el pasado».6 Más adelante en su obra, Mandeville se imagina que
las abejas se vuelven virtuosas, generosas y motivadas a lograr su paz
espiritual. Pero entonces, en un mundo sin codicia, la economía se
viene abajo. Finalmente, llega a la misma idea de Ayn Rand, Goddess
of the Market,7 quien defiende el capitalismo argumentando que el
egoísmo, es una virtud y el altruismo, un mal.8
El socialismo parece responder a las más altas exigencias de nobleza
y moralidad. Quizás la mejor evidencia de esto es que los socialistas
casi siempre defienden sus puntos de vista desde la moral, mientras
que los capitalistas defienden sus ideas en términos económicos.9
El problema con el socialismo parece ser entonces que exige
mucho de nosotros –nos pide amar a nuestros vecinos tanto como
CAPITALISMO, ¿POR QUÉ NO?
24
andeville, B., 1988, (1714). The Fable of the Bees; Or, Private Vices, Public Be-
5 M
nefits... Indianapolis: Liberty Fund, p. 24.
andeville, B., 1988, (1714): The Fable of the Bees; Or, Private Vices, Public Be-
6 M
nefits... Indianapolis: Liberty Fund, p. 26.
urns, J., 2011. Goddess of the Market: Ayn Rand and the American Right. New
7 B
York: Oxford University Press.
8 I ncluso considerando la esotérica concepción que tiene Rand del significado
de «egoísmo» y la bizarra idea respecto a qué significa «altruismo».
9 A
unque esto no ha sido siempre así. Los socialistas solían defender la idea
de que el socialismo sería más eficiente que el capitalismo y que, además,
haría rica a toda la población. Solo cuando quedó claro de que esto no era
así fue cuando empezaron a cambiar la defensa del socialismo en base a
argumentos morales.
10 Citado en Pinker, S., 2003. The Blank Slate: The Modern Denial of Human
Nature. New York: Penguin, p. 27.
ENTONCES: SOCIALISMO, ¿POR QUÉ NO?
oole, S., 2009. «Et cetera: Why Not Socialism?», The Guardian, Disponible
11 P
en https://www.theguardian.com/books/2009/oct/31/nonfiction-book-roun-
dup-steven-poole
«dice cosas que necesitan ser dichas».12 Alexander Barker dice que
nosotros, los lectores, «somos desafiados y al final persuadidos de
que nuestros reparos al socialismo son más bien prácticos en vez
de morales. Entonces deberíamos responder a la pregunta de cómo
llevar nuestras vidas acorde a estos fabulosos ideales en un mundo
como el nuestro, tan lejano del ideal».13 Andrew Stone se refiere al
libro como una «estimulante, poderosa y argumentada defensa del
mundo mejor por el que debemos luchar».14
El libro de Cohen consta de un simple pero muy poderoso experi-
mento teórico que busca probar la inherente superioridad moral del
socialismo por sobre el capitalismo, incluso si fuese el caso de que
el capitalismo «funcione mejor». Cohen busca probar que nuestras
preocupaciones y reparos al capitalismo son correctas. Para él, decir
CAPITALISMO, ¿POR QUÉ NO?
ood, E.M., 2009. Happy Campers. London Review of Books, Volumen 32,
12 W
p. 27.
arker, A., 2009. «On a Socialist Camping Trip». The Oxonian Review, disponi-
13 B
ble en http://www.oxonianreview.org/wp/you-and-i-and-a-whole-bunch-of-
other-people-go-on-a-camping-trip/
tone, A., 2009. «Why Not Socialism?» Socialist Review, disponible en http://
14 S
socialistreview.org.uk/341/why-not-socialism
defensa en alguna compleja dialéctica o en discursos pretensiosos y
posmodernos. En su lugar solo propone imaginar un paseo de camping.
Una vez que reflexionas acerca de cómo sería ese paseo de camping
ideal, es sorprendente cómo uno, como lector, independientemente
de considerarse un libertario, un capitalista, un liberal de izquierda,
un moderado, un conservador o cualquier otra cosa, probablemente
se dará cuenta de que en el fondo el socialismo es la mejor opción.
En esta sección voy a resumir y fortalecer el argumento que
Cohen da en su libro Socialismo, ¿por qué no? Intentaré rebatir toda
su argumentación, pero no sin antes fortalecerlo lo más posible.
Cohen primero nos hace imaginar un paseo de camping entre
amigos. Obviamente, todos quieren que el grupo entero lo pase bien.
Cuando llegan al lugar del camping, los integrantes ya no reclaman
15 Cohen, G.A., 2009. Why not socialism? Princeton University Press, p. 10.
16 Cohen, G.A., 2009. Why not socialism? Princeton University Press, p. 7.
17 Cohen, G.A., 2009. Why not socialism? Princeton University Press, p. 9.
18 E
n realidad hay un cierta confusión de Cohen acá. Para él, los miembros del
camping quieren ser, individualmente, más ricos que el resto en términos
relativos y no absolutos. Quizás exista gente así, pero la mayoría de la gente
trata de estar mejor ellos mismos y punto. No se preocupa de estar mejor
que los González.
la gente sea más rica por el simple hecho de tener mejores talentos
naturales o por haber nacido en una familia con padres millonarios.
Después de todo, ninguno de ellos hizo algo para merecer tamaña
fortuna al nacer. Este principio permite grandes desigualdades, si y
solo si son fruto de elecciones libres. Este principio explica por qué
Morgan no debería tener más pescados: él solo tuvo la suerte de que
su abuelo le haya dejado una laguna llena de peces.
Segundo, los integrantes del camping se atienen al principio
socialista de comunidad. Se preocupan unos de otros y, a su vez, de
que efectivamente la gente se preocupe por el otro. Cohen argumenta
que, como resultado, nadie aceptará las desigualdades que el principio
anterior –el de igualdad de oportunidades socialista– permitiría. Así
entonces, mientras la igualdad de oportunidades socialista permitiría
19 Cohen, G.A., 2009. Why not socialism? Princeton University Press, p. 36.
20 Cohen, G.A., 2009. Why not socialism? Princeton University Press, p. 38.
Es posible no aceptar los principios de justicia elegidos por Cohen.
Sin embargo, Cohen diría que estos no son muy importantes para
su argumento. Para él, lo crucial es que estés de acuerdo con que el
paseo de camping es mejor bajo las reglas socialistas e igualitaristas
que con las reglas del capitalismo desigual.
El camping socialista es solo un camping entre amigos, no es
una sociedad real –es más bien algo parecido a una micro-sociedad
pasajera–. Incluso así, Cohen se cuestiona, ¿no sería obviamente
mejor una vida donde se pudiesen organizar sociedades a gran
escala tal cual se hace con el paseo de camping?
Dejemos de lado por ahora la pregunta de si es posible o no.
Hay muchas cosas que no podemos hacer o es posible que no
seamos capaces de hacer y que, sin embargo, sabemos que sería
CAPITALISMO, ¿POR QUÉ NO?
ohen, G.A., 2008. Rescuing justice and equality. Cambridge MA: Harvard
21 C
University Press, p. 13.
intrínsecamente menos deseables.22 El hecho de que las uvas sean
inalcanzables no las hace menos deseables o deliciosas. ¡Siguen sien-
do las mejores uvas! Solo implica que las mejores uvas que puedes
alcanzar no son las mejores uvas que existen.
En nombre de Cohen, defenderé este punto pidiendo prestado (y
modificando) un ejemplo similar del filósofo David Estlund.23 Supon-
gamos que nos vamos de picnic. A la distancia vemos un cerro que
es perfecto para ir. Desde acá podemos decir que no existe otro lugar
mejor; es mucho mejor que donde estamos. Sin embargo, es difícil,
imposible, o simplemente muy difícil llegar allá. Supongamos, por
ejemplo, que para llegar a él debemos cruzar un largo desfiladero, un
lugar lleno de zarzamoras y un pantano lleno de cocodrilos. Suponga-
mos, además, que existe una neblina mágica que rodea el cerro. Esta
CAPITALISMO, ¿POR QUÉ NO?
28 L
os dueños de cualquier tienda eligen los precios que quieren para sus pro-
ductos, pero no pueden elegir el precio al cual efectivamente se venderán
esos productos. Si fijan el precio muy alto, la gente no los comprará, y si
los fijan a un precio extremadamente bajo, van a desaparecer rápidamente
para luego ser vendidos en un mercado secundario.
Así, por ejemplo, si más industrias empiezan a comprar aluminio,
los vendedores de aluminio van a intentar subir sus precios. Cuando
la Coca-Cola nota que el precio del aluminio está subiendo buscará
una manera de usar menos aluminio en su producción. De hecho,
las latas de bebida usan mucho menos aluminio que hace cuarenta
años, pero tienen un diseño mucho mejor que les permite apilarse
a gran altura a pesar de tener ahora mucho menos metal. Esto no
es porque los ejecutivos de la empresa Coca-Cola sean ecologistas,
sino porque ellos sabían que iban a obtener más utilidades si logra-
ban reducir sus costos. Otra situación: hay un corte de electricidad
y corres para abastecerte de hielo y mantener tu cerveza fría. Sin
embargo, al llegar al almacén, te das cuenta de que el hielo es ahora
escaso y lo están vendiendo a un precio mucho mayor.29
n lenguaje económico: en este caso han existido dos shocks, uno de oferta
29 E
y otro de demanda. Hay uno de oferta porque al acabarse la electricidad no
se podrá hacer ni mantener más hielo; otro de demanda, porque el mismo
corte hace que los refrigeradores no funcionen y las personas ahora necesi-
ten hielos para enfriar o mantener frías sus cervezas y carnes.
Pocas personas, con excepción de los economistas académicos,
entienden qué son los precios, cómo transmiten y transportan in-
formación y cómo ellos mismos coordinan a millones de personas
para que trabajen conjuntamente. Sin embargo, la real magia de los
precios es que nos ayudan a trabajar conjuntamente sin que tenga-
mos idea de lo que significan. Es decir, la gente no necesita entender
cómo funciona el mercado para hacer al mismo mercado funcionar.
El socialismo prescinde de la economía de mercado y, por lo
tanto, de los precios libres. Sin embargo, nadie puede hacer funcio-
nar una economía sin información, de manera que el socialismo
necesita un sustituto para los precios de mercado. De acuerdo al
debate llamado «Problema del Cálculo Socialista», las economías
socialistas de gran escala no funcionan, y ni siquiera funcionarían
CAPITALISMO, ¿POR QUÉ NO?
30 E
l socialismo a pequeña escala en una comunidad de cien personas, por
ejemplo funciona, bajo ciertas condiciones, porque todos interactúan cara
a cara, pero un país de 1,3 miles de millones de personas como China no es
una comunidad.
ohen, G.A., 1983. «The structure of proletarian unfreedom». Philosophy &
31 C
Public Affairs, Volumen 12, N° 1, p. 24.
er por ejemplo Cohen, G.A., 2000. If You’re an Egalitarian, How Come You’re
32 V
So Rich? Cambridge, MA: Harvard University Press, pp. 101–115.
serias dudas sobre la real factibilidad del socialismo,33 sin embargo,
incluso considerando al socialismo como inviable, quizás un «socialis-
mo de mercado» –un híbrido entre capitalismo y socialismo– podría
ser factible. Al menos, Cohen afirma, aún no sabemos si el socialismo
de mercado es efectivamente imposible.
Cohen termina su defensa del socialismo citando el trabajo del
analista político Joseph Carens, quien dice que el socialismo de mer-
cado puede combinar los principios distributivos del socialismo con
el poder de recolección de información que entrega el capitalismo.34
En el esquema presentado por Carens, los medios de producción
no son privados, sino colectivos, pero quienes los manejan, los
gerentes, compiten en el mercado. Las utilidades se reparten entre
todos. Si bien Cohen reconoce que muy pocos economistas han sido
ohen, G.A., 2009. Why not socialism? Princeton University Press, p. 60. Co-
33 C
hen afirma que muy pocos «economistas socialistas [sic] estarían en des-
acuerdo con la idea» de que «sin las señales que nos entregan los mercados
se vuelve más difícil saber qué y cómo producir».
ohen, G.A., 2009. Why not socialism? Princeton University Press, pp. 63-
34 C
65. Carens no fue el primero en proponer un socialismo de mercado para
solucionar el Problema del Cálculo. De hecho, la mayoría de las discusiones
sobre este problema no trataban de defender la planificación central, sino
de preguntarse acerca de la posibilidad de que un socialismo de mercado
solucionaría o no los problemas de la planificación. Carens está intentando
justamente esta pregunta y haciendo un esfuerzo intelectual mayor que el
de sus antecesores.
mercado… es un sistema depredador y nuestro intento de ir más
allá de este sistema ha fallado. No creo que la conclusión correcta
sea rendirnos».35
35 Cohen, G.A., 2009. Why Not Socialism? Princeton University Press, p. 82.
La mayoría de ellos señalan, «claro, seguro, supongo que sería
mejor si todos viviésemos como la gente del camping socialista, pero
la gente real simplemente no es así». La respuesta de Cohen a esto,
les digo en clases, sería que quizás la gente no sería así de «mala»
si el capitalismo no hubiese amplificado sus impulsos egoístas.
Sin embargo, incluso si la gente fuese por naturaleza demasiado
egoísta para la viabilidad del socialismo, todo lo que Cohen quiere
es que los estudiantes estén de acuerdo con que sería mejor si todos
viviéramos como la gente del camping socialista. Argumentar que la
gente simplemente «no es así» es, en palabras de Cohen, una defensa
de facto y no normativa de la desigualdad.36 (Una defensa de facto
describe cómo las cosas son, una defensa normativa describe como
las cosas deberían o no deberían ser.)
ohen, G.A., 2000. If You’re an Egalitarian, How Come You’re So Rich? Cam-
36 C
bridge, MA: Harvard University Press, p. 118.
ohen, G.A., 2000. If You’re an Egalitarian, How Come You’re So Rich? Cam-
37 C
bridge, MA: Harvard University Press, p. 118.
depredadora y desagradable, y la hiciese más agradable, amorosa y
generosa, la usarías. Eso demuestra que estás realmente juzgando
la naturaleza humana».
También señalan algunas veces los alumnos: «pero yo no voy
a estar dispuesto a trabajar así de duro para el resto si es que no
recibo alguna compensación o pago extra». Ante esto, les recuerdo
que Cohen no busca que cierta gente trabaje para mantener a otros
en la ociosidad gracias al esfuerzo de los primeros. A diferencia de lo
que alegan ciertos críticos del marxismo, marxistas como Cohen no
sostienen que los talentosos deban ser esclavos del resto, los ociosos.
En la sociedad ideal que Cohen elabora, todos trabajan igualmente
arduo y todos reciben igual premio o recompensa por ello. Sin
embargo, todavía ciertos estudiantes se resisten y dicen que no se
CAPITALISMO, ¿POR QUÉ NO?
imaginario del Club del Ratón Mickey para argumentar que el capi-
talismo es mejor que el socialismo. No estoy hablando del viejo Club
del Ratón Mickey –el programa en blanco y negro de la década de
los 50– sino del reciente Club del Ratón Mickey,1 dibujos animados
digitales (CGI es su sigla en inglés) del Canal Disney para niños.
Si eres socialista es probable que encuentres algo estúpido o sin
sentido este capítulo. No hay que desesperar: lo discutiremos más
profundamente en los capítulos dos y tres.
1 E
l primero se llamó El Club del Ratón Mickey; el actual El Clubhouse del
Ratón Mickey. Puesto que se le conoce simplemente como el Club, he mante-
nido el nombre (nota del traductor).
Mi objetivo acá no es simplemente exponer, vía una parodia, que
el argumento de Cohen en defensa del socialismo está errado. Aunque
su argumento es falaz, es respetable y está bien desarrollado. Este
último legado de Cohen este último resultado de su vida entera en
defensa del socialismo nos ayudará finalmente a demostrar que la
sociedad intrínsecamente superior, desde un punto de vista moral,
es capitalista. Cohen se hizo famoso en parte por su crítica al filó-
sofo libertario Robert Nozick.2 En el cuarto capítulo voy a explicar
otro legado del trabajo de Cohen, que consiste en demostrar que
Nozick estaba básicamente en lo cierto en cuanto a la naturaleza
de una utopía.
CAPITALISMO, ¿POR QUÉ NO?
3 En el show real de televisión, Mickey suele liderar ciertos proyectos, pero
todos están de acuerdo porque reconocen que tiene un criterio superior para
decidir sobre ciertos problemas que aquejan al Pueblo. Donald tiene un par
de fallas de carácter (para efectos cómicos). Pete juega un rol cuasi-antago-
nista algunas veces, pero cuando no está bajo su rol, sino bajo una variación
de él, es decir como Plundering Pete o Space Pirate Pete, quien no es parte del
Pueblo y se supone que no es Pete realmente. Incluso cuando Pete juega un
rol de villano algo menor, está constantemente aprendiendo y arrepintién-
dose de sus malas prácticas, tanto que al final termina convirtiéndose en
alguien completamente virtuoso. El propósito de estas fallas de carácter es
aprovechar de transmitirle a los niños ciertas lecciones morales. Sin embar-
go, todo esto es incidental respecto a mi argumento: podemos imaginarnos el
Pueblo con un Donald menos cascarrabias y un Pete menos travieso.
manera colectiva, ya que están de acuerdo de manera clara acerca
de quién, cuándo, por qué y bajo qué circunstancias las usan.
Hay también espacios y bienes privados. El Ratón Mickey tiene
una casa club que comparte con sus amigos. Minnie tiene una
Bowtique, donde fabrica y vende cintas de tela. La Vaca Clarabella
tiene un mercado y una fábrica de tortas. El Pato Donald y Willie
el Gigante tienen un campo. El profesor Sintornillos ha creado y es
dueño de diferentes inventos, incluyendo una máquina del tiempo
y otra máquina nanotecnológica.
Hay diferencias entre todos los habitantes del Pueblo, pero su
comprensión mutua y buena voluntad aseguran que no existan
objeciones de principios de parte de nadie.
En el Pueblo cada uno hace lo que le corresponde. Todos trabajan
CAPITALISMO, ¿POR QUÉ NO?
4 C
ohen rechaza la idea que nuestros cuerpos nos pertenecen. Ver Cohen, G.A.,
1995. Self-ownership, Freedom, and Equality. New York: Oxford University
Press, y el trabajo de su alumna Fabre, C. 2006. Whose Body is it Anyway?
New York: Oxford University Press.
Y esto significa que la mayoría de la gente se siente atraída por el
ideal capitalista, al menos bajo ciertas restricciones.
Para reforzar este punto, considera lo que ocurriría si es que
los habitantes dejaran de actuar como capitalistas y empezaran a
comportarse como socialistas:
50 partes más frías del país Disney World y envía ahí a quien se
considere como enemigo para que sea sometido a torturas
y trabajo forzado hasta la muerte. Los prisioneros reciben
raciones de comida insuficientes para obtener la energía ne-
cesaria que demandan las cuotas de trabajo exigidas. Además,
la regla del gulag es que, a menor trabajo, menor es la ración
de comida. Así, los cuerpos de los prisioneros se debilitan entre
tanto esfuerzo y hambre, sus dedos se tornan negros debido
al congelamiento y sus huesos se quiebran fácilmente por el
escorbuto. Uno de los prisioneros piensa, durante su segundo
5 V
er carta de Lenin a Gorky en 1919 en https://www.loc.gov/exhibits/archives/
g2aleks.html
día en el gulag, «esto es insoportable, ¿o será algo a lo cual podré
sobrevivir?... ¿Cómo será poder descansar?»6 Muchos prisioneros
deciden cortarse los pies –deciden preferir morir enfermos en
el gulag que trabajar hasta la muerte en el campo o en minas–.
Muchos se convierten en los que los otros prisioneros llaman
«los desahuciados» o «los come-basura» –presos que se vuelven
locos por el hambre y el estrés, que deambulan por la prisión
comiendo mierda, suciedades y desperdicios–. Solo un grupo
logra florecer en el gulag de Tribilin: los urkas, una pandilla
criminal cuyos miembros «se tatúan monos masturbándose y
a quienes sus mujeres los ayudan en sus violaciones a monjas
y políticas» y a quienes el «gulag oficialmente designa» como
«Elementos Socialmente Amigos».7
mis, M., 2002. Koba the Dread: Laughter and the Twenty Million. New York:
6 A
Vintage, p. 79.
mis, M., 2002. Koba the Dread: Laughter and the Twenty Million. New York:
7 A
Vintage, p. 69.
mis, M., 2002. Koba the Dread: Laughter and the Twenty Million. New York:
8 A
Vintage, p. 107.
rápidamente. En la mayoría de los casos, solo un día separa la
captura de la sentencia de algún criminal. En casi la totalidad
de los casos, al ser enfrentados a la evidencia los criminales
confiesan–».9 La Vaca Clarabella ayuda al Ratón Mickey creando
una policía secreta que espía a todos los habitantes del Pueblo.
En poco tiempo, los habitantes empiezan a mentir acerca de
sus vecinos. Señalan, por ejemplo, que algunos son contrarre-
volucionarios que intentan sabotear la Revolución (al acusar
y entregar a algún vecino se logra obtener cierta confianza y
tiempo). El Profesor Sintornillos ayuda a producir propaganda
en serie de manera de mantener a todos los otros habitantes
alineados. Prohíbe además toda la información que venga
desde afuera. Empieza a mentir sobre los avances de la ciencia,
CAPITALISMO, ¿POR QUÉ NO?
9 V
ladimir Lenin citado en Midlarsky, M.I., 2011. Origins of Political Extremism:
Mass Violence in the Twentieth Century and Beyond. New York: Cambridge
University Press, p. 127.
10 P
alabras de Nikita Jruschov, líder de la Unión Soviética, durante su visita a
los Estados Unidos. Ver Schmidtz, D., & Brennan, J., 2010. A Brief History of
es una líder, no un trabajador medio y, sin embargo, no tiene
idea de cuán productivo puede ser el capitalismo–.
11 Cita de A Modest Call to Action del movimiento Occupy Wall Street en
http://occupywallst.org/article/September_Revolution/
Pero el Pueblo del Club del Ratón Mickey prescinde de estas ame-
nazas de violencia que permean a nuestra sociedad. Sus habitantes
hacen lo correcto por la razón correcta. No se necesita la maquinaria
política. Sus habitantes no tienen nuestras imperfecciones morales.
Ellos conocen las exigencias de justicia y moral y están siempre
dispuestos a cumplirlas. Las pocas veces que tienen disputas –muy
poco importantes– basta una breve conversación sobre ética para
hacerles ver la luz. Así, por ejemplo, si el Pato Donald se vuelve ex-
tremadamente competitivo durante una carrera de globos, Mickey
solo necesita recordarle que el punto no es ganar a toda costa, sino
solo pasarlo bien.
El segundo principio que se sigue en el Pueblo es el de respeto
mutuo. Este principio cubre un amplio rango de comportamientos.
awls, J., 1971. A Theory of Justice. Cambridge, MA: Harvard University Press,
13 R
p. 3.
bajo otros motivos (algunos positivos, como aquellos que nacen de
genuinos altruismos; otros negativos, como los deseos de dominar
a otros), pero son los sentimientos de codicia y temor los que en
sociedades socialistas cobran relevancia. Esto se traduce en que sean
canalizados en beneficio de la propia familia y por seguridad de ella.
Incluso cuando uno empieza a preocuparse y a observar alrede-
dor, más allá de uno mismo, las motivaciones en el socialismo son
también avaras y temerosas, ya que los demás son considerados
predominantemente, en el mejor de los casos, como fuentes posi-
bles de enriquecimiento y, en el peor de los casos, como amenazas
o bocas a las cuales alimentar. Estas son maneras horripilantes de
ver al prójimo: sin embargo, nos hemos habituado a ellas después
de más de un siglo de historia de sociedades socialistas.
CAPITALISMO, ¿POR QUÉ NO?
ush, Closer to the Heart del disco A Farewell to Kings. Neil Peart, el compo-
14 R
sitor y baterista del grupo, se autodefine como Bleeding Heart Libertarian.
Ver entrevista en revista Rolling Stone, disponible en http://www.rollingsto-
ne.com/music/news/q-a-neil-peart-on-rushs-new-lp-and-being-a-bleeding-
heart-libertarian-20120612
ideal de la canción es que uno no puede ser amigo de todo el millar
de personas que compone este mundo; que esta idea es, en su me-
jor escenario, imposible e, incluso, incoherente, ya que la amistad
es inherentemente algo exclusivo. Pero esta canción no tiene por
qué ser interpretada de esta manera. Algo como la amistad social
general –comunidad– no es algo que se enfrente al dilema del «todo
o nada». De seguro es más bienvenido que exista «mucho» a que
exista «poco» sentido de comunidad en una sociedad.
Sin embargo, sin importar lo que concluyamos respecto a la
deseabilidad del capitalismo, debemos preocuparnos de la pregunta
acerca de su factibilidad, lo que analizaré ahora.
15 R
ecordar que está haciendo un paralelo exacto y simétrico con el libro y
argumento de Cohen (nota del traductor).
peto y la generosidad o, para describirlo en términos más generales
y negativos, los incentivos no-socialistas. Empresarios, doctores,
trabajadores, etc., no están constantemente midiendo o analizando
lo que hacen en sus trabajos en función de cuánto poder o control
sobre los demás están obteniendo, a diferencia de los políticos o los
revolucionarios socialistas. (Estas personas, por supuesto, no van
a trabajar gratis, pero el punto es que tienen no solo una, sino una
combinación de motivos para hacerlo. Se preocupan, por ejemplo,
de hacer un aporte al mundo, de vivir una vida que ellos consideren
digna de ser vivida y de dar un buen ejemplo a sus hijos).
Sin embargo, muchos politólogos afirman que una vez que so-
brepasamos los límites de un pueblo pequeño como el de nuestro
análisis, no podemos hacerlo sin una autoridad central que maneje
CAPITALISMO, ¿POR QUÉ NO?
1 Nozick, R., 1974. Anarchy, State, and Utopia. New York: Basic Books, p. 183.
Cohen sostiene que el problema con Rawls (y con la mayoría de
los filósofos políticos que surgieron de su influencia) es que permite
que realidades lamentables de la naturaleza humana restrinjan lo
que se llega a considerar como principios de justicia. Cohen cree que
es esto lo que, en gran parte, hace que filósofos como Rawls y Nozick
defiendan las economías basadas en el libre mercado, en tanto que
él defiende el socialismo. Según Cohen, Rawls, Nozick y la mayoría
de los filósofos políticos bajan el nivel de sus teorías de justicia al
ser acomodadas a las inmorales motivaciones de las personas. Si,
por el contrario, Rawls y los otros se diesen cuenta de que están
equivocados, ellos descubrirían que, para que exista justicia, debe
existir el socialismo y la igualdad.
El ejercicio teórico de Rawls sobre la justicia parte con la idea
2 A
sí es como Cohen―y muchos otros filósofos interpretan a Rawls. Arneson,
en su trabajo del año 2008, Justice Is Not Equality, argumenta que esta in-
terpretación está errada, pero no profundizaré sobre este punto acá porque
quiero demostrar que el argumento de Cohen es errado incluso si es que
asumimos, junto con él, esta interpretación del argumento de Rawls.
con el Principio de Diferencia de Rawls. Sin embargo, Rawls sostiene
que una sociedad justa es aquella donde todos están comprometi-
dos con la justicia. En esta sociedad, según Cohen, los talentosos
deberían decir en vez: «nosotros, los talentosos, dado que estamos
comprometidos con la justicia, vamos a trabajar esforzadamente,
independientemente de si nos pagan más o no. Por lo tanto, no es
necesario que nos paguen más, lo que implica que la desigualdad
es innecesaria o injustificable». En una sociedad justa, las personas
tienen motivaciones moralmente buenas. Y si las personas tienen
motivaciones moralmente buenas estarían dispuestas a trabajar
duro y usar sus talentos en beneficio del bien común sin tener que
ser sobornadas. Cohen cree, por lo tanto, que la teoría de la justicia
de Rawls está muy lejos de poder ser catalogada como una teoría
recibiría además veinte mil dólares, con los que podría salvar a cientos de
personas de morir de hambre y, a pesar de todo, no lo hago». Ver su video en
https://www.youtube.com/watch?v=lC4FnfNKwUo
a él mismo. Ahora, sicólogos y criminólogos quizás sostengan que
es poco realista concebir un mundo sin violadores. Quizás siempre
existirá gente como Alberto, gente que elija violar. Sin embargo, esto
no tiene que ver con que la violación sea o no permitida. El violar
sigue siendo considerado incorrecto.
De igual manera, imagina que un filósofo político dice: «Los
gobiernos deben seguir las reglas de la teoría de la guerra justa, la
cual prohíbe iniciar conflictos bélicos». Ahora, pesimista como soy,
dudo a que llegue el día en que todos sigan esas reglas. Si lo hiciesen,
después de todo, no existirían las guerras. Sin embargo, eso no tiene
relación con el hecho de que deban o no deban seguir esas reglas. La
gente en los gobiernos podría fácilmente actuar de mejor manera,
pero simplemente no quieren hacerlo. La principal razón por la cual
CAPITALISMO, ¿POR QUÉ NO?
los países en el pasado han violado las reglas de una guerra justa
es porque cierta gente –reyes, presidentes, generales, senadores,
soldados y, sí, votantes en democracia–7 han sido insensibles, crue-
les, nacionalistas o culpables de incompetencia y desinformación.
Cohen cree que es aquí donde está la acción importante para la
filosofía política. Él aboga por un socialismo e igualitarismo radical,
mientras que la teoría de la justicia de Rawls permite la existencia del
capitalismo y las desigualdades.8 Cohen cree que la razón por la cual
82
la teoría de Rawls permite la existencia de mercados y desigualdades
es simplemente porque Rawls clandestinamente acepta la malvada
y egoísta naturaleza humana. Sin embargo, Cohen sostiene, una vez
aplan, B., 2007. The Myth of the Rational Voter. Princeton: Princeton Uni-
7 C
versity Press.
8 D
e hecho, Rawls después sostendrá que su teoría solo es compatible con
el capitalismo suavizado, el cual él llama property-owned democracy o un
socialismo de mercado, que él llama liberal socialism. Sin embargo, como ex-
plico más adelante, esta idea nace en parte porque Rawls comete los mismos
errores que Cohen. Incluso se empieza a sentir cada vez más incómodo con
las desigualdades que su sistema genera y justifica, por lo que agrega una
seria de modificaciones para aumentar la igualdad. Sobre este punto ver To-
masi, J., 2012. Free Market Fairness. Princeton: Princeton University Press y
Brennan, J., 2007. «Rawls’ Paradox». Constitutional Political Economy, 18(4),
287-299.
que nos damos cuenta de que esos hechos acerca de la naturaleza
humana no tienen relación con la idea de justicia, nos convertimos
todos en socialistas e igualitarios. Eso es lo que el ejercicio teórico
del camping intenta comprobar.
Algunos defensores del mercado responden que, pese a lo que
diga Cohen, las preocupaciones acerca las motivaciones humanas
sí deben determinar nuestras concepciones de justicia. Por ejemplo,
el filósofo David Schmidtz coincide con Cohen en que el «no estoy
dispuesto a hacer X» no implica «no tengo el deber de hacer X».
Sin embargo, sostiene Schmidtz, si bien yo controlo mis acciones,
no puedo controlar las acciones de otros. Simplemente no puedo
confiar en ellos para vivir en paz. Schmidtz sostiene que la justicia
tiene relación con «lidiar con las ocasiones en las cuales un “no
11 C
omparar con Stemplowska, Z., & Swift, A., 2012. «Ideal and non ideal theory»
en David Estlund (ed.) The Oxford Handbook of Political Philosophy, 373-
389, New York: Oxford University Press, p. 384.
LA FALACIA DE COHEN: COMPARAR IDEAL CON
REAL
14 Buchanan, J. M., 2003. «Politics without romance». Policy, 19(3), 13, p. 15. 89
er, por ejemplo, Rawls, J., 2001. Justice as Fairness: A Restatement. Cam-
15 V
bridge, MA: Harvard University Press, p. 137: «La mayoría del pensamiento
conservador se ha concentrado en cuestionarse las tres preguntas anterio-
res, criticando la ineficiencia de los estados de bienestar y su tendencia a la
corrupción y el despilfarro de recursos».
awls, J., 2001. Justice as Fairness: A Restatement. Cambridge, MA: Harvard
16 R
University Press, pp. 137-138.
awls, J., en Justice as Fairness: A Restatement dice que nos podemos hacer
17 R
cuatro preguntas básicas acerca de un régimen:
A. ¿Son las instituciones del régimen justas y correctas?
B. ¿Pueden ser las instituciones de un régimen diseñadas de tal manera
que se puedan lograr los objetivos declarados del mismo?
C. ¿Van a respetar las reglas e instituciones los ciudadanos del régimen?
D. ¿Van a ser capaces de cumplir cualquier rol los ciudadanos del régimen?
E. Rawls dice que nos debemos enfocar solo en la pregunta A, dejando de
lado las otras.
no comprarían poder gubernamental para usarlo egoístamente en
beneficio propio, ya que sería algo injusto.
Algunos rawlsianos quizás sostengan que Rawls en realidad
no asegura que el sistema haría que la gente actuara de manera
injusta, sino que permitiría que lo hiciese. Pero esto no salva su
argumento. Las instituciones socialdemócratas que Rawls califica
como justas, de manera similar, permiten abusos injustos que él
desestima cuando «teoriza de forma idealizada». Rawls hace trampa
cuando evalúa diferentes regímenes como candidatos a realizar la
justicia como equidad.
Por lo tanto, como Cohen, Rawls no juega limpio. Cuando defiende
a un grupo de instituciones por sobre otro, comete la Falacia de Cohen.
CAPITALISMO, ¿POR QUÉ NO?
18 Krause, S.R., 2010. «Beyond Capitalism?» Political Theory 38: 884-890, p. 885.
19 E
l socialista utópico, Charles Fourier, predijo que bajo el socialismo trans-
formaríamos el océano en limonada. No era muy inteligente.
en el caso de que él dijese «Cuando hablo de “socialismo”, me estoy
simplemente refiriendo a un sistema con dictadores sangrientos que
hacen pasar hambrunas y masacran a sus pueblos». No podemos
decidir implantar motivaciones demoníacas cuando definimos ca-
pitalismo para luego argumentar que el capitalismo es demoníaco.
Sería un error tanto filosófico como lexicográfico.
Cohen respondería después, sospecho, que podemos imaginar
economías capitalistas libres de depredación, codicia y miedo, pero
que las economías capitalistas reales no son así. Estaría en lo cier-
to. Sin embargo, un defensor del capitalismo podría replicar que
también podríamos imaginarnos economías socialistas libres de
depredación, codicia y miedo, pero las economías socialistas reales
no son así, sino todo lo contrario.
CAPITALISMO, ¿POR QUÉ NO?
Zak dice que, al menos según la evidencia que tenemos, las socie-
dades de mercado inducen a las personas a «jugar» de manera justa.
A los economistas les gusta hacer experimentos (usando grandes
sumas de dinero) donde los participantes tienen la oportunidad de
94 hacer trampa y estafarse los unos a los otros, o de jugar limpiamente.
Joseph Henrich y otros investigadores han probado un gran número
de variables para ver cuáles son los factores que hacen que la gente
estafe o juegue honestamente. Herb Gintis resume extensamente
estos estudios:
20 Zak, P., 2008. Moral Markets. Princeton: Princeton University Press, p. xv.
Junto con mis colegas, estudiando temas de justicia en sociedades
simples –como cazadores recolectores, nómades y sociedades
campesinas de pequeña escala– en África, Latinoamérica y Asia,
hemos encontrado evidencia sustancial que confirma la relación
positiva entre los mercados y la moralidad. Doce antropólogos
y economistas visitaron estas sociedades y participaron del
juego del ultimátum y a otros juegos experimentales relativos
a la confianza y a la provisión de bienes públicos con los locales.
Tal como en las sociedades industriales avanzadas, los miembros
de todas estas sociedades exhibieron un grado considerable de
motivación moral y voluntad para sacrificar ganancias mone-
tarias en pos de equidad y reciprocidad, incluso en situaciones
anónimas sin repetición. Lo más interesante para nuestros
96
ak, P. and Knack, S., 2001. «Trust and Growth», Economic Journal. 111: 295-321.
22 Z
23 A
l-Ubayli et al, «The Causal Effect of Market Priming on Trust: An Experi-
mental Investigation Using Randomized Control». PLoS One, 8(3). Discuto
además otros estudios en Brennan, J.F., & Jaworski, P., 2015. Markets Without
Limits: Moral Virtues and Commercial Interests. New York: Routledge.
er, por ejemplo, Ostrom, E., & Walker, J. (Eds.), 2003. Trust and Reciprocity:
24 V
Interdisciplinary Lessons for Experimental Research. Russell Sage Foun-
dation; De Soto, H., 2000. The Mystery of Capital. New York: Basic Books;
Richerson, P., & Boyd, R., 2007. «The Evolution of Free Enterprise Values»
en Paul Zak (ed.), Moral Markets. Princeton: Princeton University Press;
McCloskey, D. N., 2011. Bourgeois dignity. Chicago: University of Chicago
Press; North, D.C.,1990. Institutions, Institutional Change and Economic
Performance. New York: Cambridge University Press; y Zak, P. and Knack,
S., 2001. «Trust and Growhth», Economic Journal. 111: 295-321.
25 U
n mayor análisis acerca del rol de la confianza se puede ver en Schmidtz,
D., & Brennan, J., 2010. A Brief History of Liberty. Oxford: Wiley-Blackwell.
sificada en el lugar 16 y Estados Unidos está ubicado en el lugar
18. A su vez, Transparencia Internacional, una ONG enfocada en
combatir la corrupción política, publica el Ranking de Percepción
de la Corrupción, que clasifica a diferentes países en función de
cuán corruptos son percibidos. De acuerdo a ellos, estos son los
10 países menos corruptos: Dinamarca, Nueva Zelanda, Singapur,
Finlandia, Suecia, Canadá, Holanda, Australia, Suiza y Noruega.
Se puede notar cierta superposición entre los países más libres
económicamente y los menos corruptos. Esto no es una mera
coincidencia. Como muestra la figura 3.1, existe una correlación
positiva entre el grado de libertades económicas de un país (como
lo mide el Frase Institute) y la percepción de ausencia de corrupción
(medida por Transparencia Internacional).26
100
90
de Transparencia Internacional
80
70
60
50 97
40
30
20
10
98
CUATRO —
Cuando leí por primera vez Socialismo, ¿por qué no? de Cohen me
di cuenta de que su error esencial era el no estar comparando cosas
similares o comparables. Me di cuenta de que Cohen estaba defen-
diendo la inherente superioridad moral del socialismo comparando
una versión totalmente idealizada del mismo con una versión real 103
del capitalismo, cuando en realidad debió haber comparado un
socialismo idealizado con un capitalismo también idealizado.
El argumento de Cohen era, en cierta forma, tramposo, aunque
dudo de que él se hubiese dado cuenta de eso. Probablemente de-
cidió que no era necesario comparar un capitalismo ideal con un
socialismo ideal, porque cree que el término «capitalismo ideal» es un
oxímoron –como algunos podrían creer lo mismo del término «ética
de los negocios»–. Cohen probablemente asumió que gente virtuosa
dejaría simultáneamente de lado el mercado y la propiedad privada.
1 Schmidtz, D., & Brennan, J., 2010. A Brief History of Liberty. Oxford: Wi-
ley-Blackwell.
Muchos filósofos y economistas pro-mercado parecen estar de
acuerdo. Los argumentos para defender el capitalismo, la propiedad
privada y las economías de mercado suelen basarse en que estas
instituciones son una respuesta a las fallas del ser humano y que,
en ausencia de ellas, no las necesitaríamos.
Por ejemplo, David Hume, el filósofo del siglo XVIII –un liberal
clásico y defensor del capitalismo– arguyó que si la gente tuviese
motivaciones virtuosas, no necesitaríamos propiedad privada.2
Así, según él, las preguntas acerca de la justicia en cuestiones de
propiedad aparecen solo cuando hay escasez y sentimientos de
compañerismo limitado:
ume, D., 1975 (1777). An Inquiry Concerning Human Understanding and Con-
2 H
cerning the Principles of Morals, L.A. Selby-Bigge and P.H. Nidditch (eds.).
New York: Oxford University Press, pp. 183-192.
ume, D., 1975 (1777). An Inquiry Concerning Human Understanding and Con-
3 H
cerning the Principles of Morals, L.A. Selby-Bigge and P.H. Nidditch (eds.).
New York: Oxford University Press, pp. 184-185.
Interesante es notar, en todo caso, que Hume no está diciendo que
si tuviésemos tal sentido altruista, seríamos socialistas. El socialismo
es un sistema económico de propiedad colectiva, que se opone a la
opción de propiedad privada. Bajo un sistema como el socialista,
el grupo reivindica los derechos de propiedad en desmedro de los
individuos, mientras que en el capitalismo los individuos reivindican
sus derechos de propiedad en contra de los otros individuos y el gru-
po. Hume, creo, está sosteniendo la radical idea de que si fuésemos
perfectamente altruistas, dejaríamos de lado todas las nociones de
propiedad, independientemente de si estas fuesen privadas o colec-
tivas. Esto quiere decir que si fuésemos perfectamente generosos
y altruistas, no seríamos dueños de nada, lo que es diferente a ser
dueño de bienes como un colectivo.
aus, G., 2012. «Property» in David Estlund (ed.) The Oxford Handbook of
6 G
Political Philosophy, 93-114. New York: Oxford University Press, p. 96.
Así, el derecho de propiedad privada no es, en realidad, un solo
derecho unificado, sino que un paquete de derechos interrelacionados.
Todos juntos, estos derechos le entregan al dueño un amplio control
y discreción sobre un objeto y, al mismo tiempo, impide que el resto
ejerza algún tipo de control sobre ese mismo objeto.
Notemos que cuando decimos que Minnie puede usar la Bowtique
como a ella le plazca, no nos estamos refiriendo a que ella pueda
hacer lo que ella quiera con ésta. Nuestros derechos están siempre
limitados por los derechos de las otras personas. Considera esto:
tengo el derecho a expresarme pero eso no implica que sea libre de
aparecerme en tu pieza a las 2 a.m. para recitar la letra de una canción
de Slayer. De la misma manera, Minnie tiene el derecho a utilizar sus
máquinas de la Bowtique como ella estime conveniente, pero eso
CAPITALISMO, ¿POR QUÉ NO?
Los habitantes del Pueblo del Club son moralmente perfectos a tal
nivel (y su sociedad suficientemente pequeña) que pueden dejar de
lado la necesidad de propiedad privada. Muchas de las justificaciones
instrumentales del mercado y la propiedad privada no aplican para
este tipo de sociedades. Sin embargo, a pesar de que los habitantes
son incluso más virtuosos que los socialistas del camping de Cohen,
eligen tener los medios de producción bajo propiedad privada. Exis-
ten tiendas, fábricas y campos privados. Mientras veía el programa
me di cuenta de que tenía sentido que existiera propiedad privada
y diferentes mercados, incluso si en estricto rigor no se necesitasen.
Los habitantes no necesitan ser capitalistas: en estas condiciones
utópicas, no lo necesitan. Como explicaré más adelante, sería normal
que los habitantes eligieran ser parte de una comunidad socialista.
Pero sí pueden ser capitalistas y existe un valor en serlo. La propiedad
privada hace mejor sus vidas.
La mejor manera de observar que todo esto cobra sentido es
viendo el programa y analizando si es que se tiene alguna queja
ética acerca de sus costumbres capitalistas. Difícilmente estaría
uno tentado a quejarse –tal como mi descripción del programa en
CAPITALISMO, ¿POR QUÉ NO?
vez que tengas que usar algo tendrás que revisar si es que alguna
otra persona lo necesita o lo quiere usar («¿alguien necesita el com-
putador ahora?»). Otra opción sería establecer reglas o convenciones,
para usar ciertas cosas a determinadas horas («oh, qué bien, son las
6 de la tarde, ya puedo usar uno de los computadores del pueblo»).
Hay algo bastante desagradable en estos escenarios, incluso si
amamos a los otros tanto como nos amamos a nosotros mismos.
A nosotros nos agrada tener cierto rango de objetos que podamos
112
y seamos libres de usar como nos plazca, sin tener que preguntar,
pedir permiso o hacerlo en función de un horario fijo. Sin el derecho
a utilizar como nos plazca al menos un cierto rango de objetos, nos
sentiríamos oprimidos.
La gente tiene la necesidad de sentir que este mundo es como
«en casa». La mayoría de nosotros se siente «en casa» en sus casas
porque quizás unilateralmente las ordenamos de manera tal que
reflejan nuestras preferencias. Nuestros hogares son gobernados
por los principios con los que estamos de acuerdo: no tenemos que
deliberar en público o justificar públicamente la manera en que
amoblamos nuestro hogar. En la medida que tenemos propiedad
privada, obtenemos los medios para hacernos de un espacio en el
cual podemos sentirnos como «en casa». Eso no significa que no nos
podamos sentir como «en casa» en algún bien colectivo. Mickey y
Minnie disfrutan de las actividades y propiedades comunitarias
tanto como de las privadas. El punto es que la mayoría de nosotros
necesitamos de ambas –necesitamos tiempo para participar en
nuestras grandes comunidades tanto como necesitamos escaparnos
a nuestros espacios y aventuras privadas–. Sin la propiedad privada,
no podemos aspirar a esto último.
Notemos además que mientras estamos en búsqueda y desa-
rrollando nuestros proyectos, no es que yo tenga necesariamente
que estar tocando guitarra o Miguel Ángel pintando. Es más bien
que existe un valor en el hecho de poder acceder, a lo largo del
chmidtz, D., & Brennan, J., 2010. A Brief History of Liberty. Oxford: Wi-
9 S
ley-Blackwell, p. 133.
que afloran a causa de nuestras fallas morales. En esta ocasión, la
cuestión es nuevamente cognitiva y no moral.
Además de esto, y siguiendo con la metáfora de las luces del
tráfico, consideremos ahora las reglas que existen para los autos
en cruces de cuatro vías:
aqué estas ideas de Schmidtz, D., 2006. The Elements of Justice. New York:
10 S
Cambridge University Press, pp. 31 y 166.
Algunos socialistas (aunque no creo que Cohen) argumentarían
que ellos no tienen ningún problema con que las personas sean due-
ñas de objetos personales no productivos, tales como escobillas de
dientes o la guitarra que alguien tiene para su hobby. Solo tendrían
problemas con que la gente sea dueña de cosas productivas, como
equipamiento para la agricultura o la misma fábrica de cintas de tela.
Sin embargo, existen dos grandes problemas con este razonamiento.
Primero, no existe una clara distinción entre algo productivo y
algo no productivo. La guitarra Music Man JP6 de John Petrucci es
algo productivo que él usa para vivir; mi guitarra Music Man JP6 no
es algo productivo y yo la uso para entretenerme. Eddie Van Halen
usa su amplificador EVH 5150 III para solventar su vida; yo lo uso
para entretenerme. ¿Significa esto, bajo una perspectiva socialista,
éase, por ejemplo, Krugman, P., & Wells, R., 2005, Economics. New York:
12 V
Worth Publishers, capítulos 1,2,4 y a lo largo de todo el texto; Mankiw, N.G.,
2008. Principles of Economics, fifth edition. New York: Southwestern Colle-
ge Publishers, capítulos 1-4 y apartado III; Weil, D., 2009, Economic Growth,
segunda edición. New York: Prentice Hall, capítulos 2, 10-12, 17; Ekelund, R.
Resssler, R. y Tollison, R., 2006. Microeconomics: Private and Public Choice.
New York: Prentice Hall, capítulos 1-4, 12-13; Alston, R.M., Kearl, J. R., & Vau-
ghan, M.B., 1992. «Is There a Consensus among Economists in the 1990’s?»,
The American Economic Review, 82(2), 203-209; McConnell, C. Brue, S. y Fly-
nn, S., 2010. Economics, 18a edition, New York: McGraw Hill, capítulos 1-4,7,9,11
y a lo largo de todo el libro; Schmidtz, D., & Brennan, J., 2010. A Brief History
of Liberty. Oxford: Wiley-Blackwell, capítulos 2 y 4.
instituciones sin fines de lucro y espacios comunes, tal cual lo
vemos en el Club del Ratón Mickey. Pero este capitalismo se puede
beneficiar de tener instituciones que lucren también. De hecho, para
el caso de grandes utopías con miles de personas, los mercados se
vuelven un imperativo. El Ratón Mickey y el Pato Donald pueden
practicar el socialismo más puro en una escala pequeña pero, a
pesar de que son lo suficientemente buenos como para llevarlo a
una escala mayor, no son lo suficientemente brillantes como para
hacerlo funcionar a gran escala.
Entonces, una de las razones por las cuales es mejor tener mer-
cados en una utopía es asegurar que toda la gente sea próspera y
goce de una amplia libertad positiva. Sin embargo, existe también
otra razón. John Tomasi argumenta que la gente tiene interés en
126 gente sea autora de sus propias vidas, necesitamos entregarle una
amplia esfera de libertad sobre estos asuntos. A lo que se refiere
Tomasi es que si uno puede entender que elegir cuánto y qué leer
es importante, también puede entender la importancia de cuánto
ahorrar, invertir y consumir.
Ahora, existe igual mucha gente de izquierda que quiere limitar
esa libertad económica porque creen que otorgarla hace llegar a
malos resultados en el mundo real. Están preocupados de que los
capitalistas exploten a los trabajadores, de que los ricos corrompan
la democracia, que los de menos recursos no puedan surgir o sean
13 Tomasi, J., 2012. Free Market Fairness. Princeton: Princeton University Press,
p. 77. Énfasis del original.
poco conscientes a la hora de tomar decisiones racionales acerca de
cuánto gastar y ahorrar. En algún grado tienen algo de razón. Sin
embargo, ninguna de estas preocupaciones tiene sentido en una
utopía capitalista. Si estamos bajo las reglas de Cohen, si estamos
conversando acerca de cómo sería una sociedad justa, entonces
estamos hablando sobre un mundo donde la gente es demasiado
buena y justa como para hacer algo malo.
Se podría argumentar más acerca de por qué los habitantes
del pueblo del Club del Ratón Mickey preferirían ser capitalistas
a pesar de ser lo bastante bondadosos como para hacer funcionar
el socialismo. Sin embargo, mi argumento principal en contra del
de Cohen es este, un argumento de su mismo estilo: si tuvieses que
elegir entre vivir en una sociedad más parecida al Club del Ratón
14 Nozick, R., 1974. Anarchy, State, and Utopia. New York: Basic Books, pp. 297-334.
uno… No existe una razón para pensar que existe una comunidad
que servirá como la ideal para toda la gente y, por el contrario, es
mucho más normal pensar que tal comunidad no existe.15
Nozick continua: considera toda la gente que conoces o de las
que algo conoces de ellos. Piensa, por ejemplo, sobre G.A. Cohen,
Jason Brennan, Anne Hathaway, Toby Keith, Oprah Winfrey, Ma-
chiavelo, Steve Jobs, LeBron James, Virginia Wolff, Babe Ruth, Milton
Friedman, el Shamwow Guy, Joseph Smith, Neil Armstrong, Platón,
María Montessori, Louis C.K., Abraham Lincoln, Lady Gaga, Norman
Borlaug, Steve Levitt, Emily Dickinson, Andrea Dworkin, Ralph Waldo
Emerson, Paul McCartney, John Maynard Keynes, Andy Warhol, Ji-
llian Michaels, Deng Xiaoping, Hillary Clinton, Henry David Thoreau,
Jean Jaques Rousseau, Gustave Flaubert, León Tolstoi, Marie Curie,
ozick, R., 1974. Anarchy, State, and Utopia. New York: Basic Books, p. 310.
15 N
Énfasis del original.
ozick, R., 1974. Anarchy, State, and Utopia. New York: Basic Books, p. 310.
16 N
Énfasis del original.
ti quizás sea como un pequeño pueblo de Alaska. O quizás sea una
utopía libre de autos, donde todos se muevan en bicicleta. La mía
tendría tecnología de ciencia ficción. La tuya quizás rehúya de la
tecnología, en pos de una vida simple. La utopía de Cohen, supongo,
es un kibutz, o quizás una universidad donde los comunistas, lle-
vando vidas capitalistas, pasan todo su tiempo conversando acerca
de lo increíble que es la vida en los kibutz (no me estoy burlando de
Cohen, dicho sea de paso).
El Club del Ratón Mickey te permitiría llevar adelante diferentes
comunidades con diferentes reglas y normas. Mientras la gente viva
ahí voluntariamente, sin ser forzada, no habrá problema. Así, por lo
tanto, la utopía del Club del Ratón Mickey permitirá comunidades
agrícolas cristianas, que serán vecinas de comunidades seculares
CAPITALISMO, ¿POR QUÉ NO?
CONCLUSIÓN
17 P
ara profundizar sobre este punto, véase Lomasky, L.E., 2002. «Nozick’s liber-
tarian utopia» en David Schmidtz (ed.), Robert Nozick. New York: Cambridge
University Press.
or ejemplo, Cohen, G.A., 2000. If You’re an Egalitarian, How Come You’re
18 P
So Rich? Cambridge, MA: Harvard University Press, en la página 181, cuenta
que su padre fue despedido de su trabajo para luego decir que el problema
del capitalismo es que requiere que personas mantengan a otras, lo que se
traduce en que unas dependen de otras. No está equivocado –en el capitalis-
mo real hay gente que depende de otra, lo que parece repugnante de cierta
manera–. En el socialismo utópico –el que defiende Cohen–, por el contrario,
no existe esa dependencia, pero tampoco existe en el capitalismo utópico.
El Club del Ratón Mickey, sorprendentemente, nos muestra que
cuando juzgamos sistemas bajo los estándares de la filosofía mar-
xista, el capitalismo se convierte en la manera intrínsecamente más
deseable para vivir. Y, sorprendentemente también, una razón por
la cual el Club Capitalista se convierte en la más deseable manera
de vivir es porque para un porcentaje de nosotros el socialismo es
la manera más deseable para vivir.19 En el mundo real, el capita-
lismo anima a diferentes emprendedores a proveer las diferentes
cosas que la gente quiere a diferentes precios. En el mundo ideal,
el capitalismo lo hace incluso mejor: te da la oportunidad de vivir
en tu propia utopía.
CAPITALISMO, ¿POR QUÉ NO?
132
19 N
ozick argumenta que según la evidencia empírica disponible, entre un 6%
y 9% elegiría el socialismo. Véase Socratic Puzzles (1997). Cambridge, MA:
Harvard University Press. Ahí Nozick dice que nos remitamos a la experien-
cia de Israel, donde los kibutz son prósperos y respetados y donde, además,
se ve el socialismo como la forma de vida superior. Incluso allá, donde exis-
ten pocas razones materialistas o egoístas para elegir el capitalismo, solo
entre el 6% y 9% elige el socialismo.
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