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Jesús está perdido

Lucas 2: 41-52
Introducción
¿has perdido alguna ves las llaves de la casa? ¿Has perdido un billete de alto valor? ¿Cómo
te has sentido mientras las buscas?
Imagínate un día después de largo trabajar, llegas con hambre y sueño y descubres que no
tienes las llaves de tu casa. Revisas por todos los lados y no las encuentras. Entonces
decides ir a comer y revisas tu cartera y te ves que no hay nada, pero lo extraño era que
tenías un billete de 100 dólares. Así que posiblemente lo perdiste ¿cómo te sentirías?
Malhumorado, estresado, preocupado porque sientes hambre, cansancio y por el momento
ninguna de las dos las puedes saciar. Esto sucede muchas veces en nuestro día a día.
“Experiencia de Colportaje”
Sin embargo, en la vida espiritual, muchas veces perdemos algo muy importante, perdemos
a Jesús. Y lo peor es que no nos damos cuenta, no lo sentimos. Pasamos el día sin Dios y no
nos damos cuenta. ¿Quizá se preguntará como es que se pierde de vista a Jesús? ¿es posible
eso? ¿Cómo es eso? Para entenderlo, debemos mirar lo que le paso a maría y a José.
El relato de Lucas 2 empieza hablando en el verso 41 de la fiesta de la pascua, la cual
asistían todos los años. Esta fiesta era un recordativo de la liberación en Egipto, y muchos
ritos que se desarrollaban allí eran para señalar o ser un tipo del mesías. Según la tradición
judía, la edad de doce años señalaba la transición de la niñez a la adolescencia, y cuando
cumplían esta edad, se les daba el privilegio de participar en las ceremonias y ritos
sagrados, como también ser instruidos en asuntos de religión. Por tanto, Jesús al cumplir los
doce años fue a la fiesta de la pascua con sus padres.
El verso 43 nos señala que Jesús, al acabarse la fiesta se quedó. No es que Jesús fuera el
niño Rebelde y se quedó porque quiso, sino que de acuerdo el deseado de toda la gente
“Jesús al ver todos esos sacrificios le parecía que todos esos actos parecían ligados a su
propia vida… silencioso y absorto parecía estar estudiando un gran problema y el misterio
de su misión se estaba revelando al Salvador. Así que ha arrobado en la contemplación de
estas escenas no permaneció al lado de sus padres, sino que buscó la soledad. Cuando
terminaron los servicios pascuales, él se demoró en los atrios, y por tanto fue dejado atrás.
Así que inició la angustia de José y maría para buscar a su hijo, el hijo de Dios, lo mas
valioso que puede haber en el universo; el objeto de mayor cuidado por los ángeles del
cielo había sido descuidado por sus padres. Al salir de Jerusalén, habían perdido de vista a
Jesús y no sabía que había quedado atrás. Al terminar los eventos pascuales, las personas
retornaban en caravanas y el placer de andar con los amigos y conocidos absorbió su
atención y no notaron la ausencia de Jesús, suponiendo que estaba en medio de la caravana.
DTG 60.
¿Qué le pasó a maría y José? ¡¡Perdieron de vista a Jesús y lo peor es que no lo notaron!!
Supusieron que el estaba entre la multitud. Hoy no pasa mucho esto. Pasamos entretenidos
en tantas cosas, las amistades, el trabajo, reuniones, el cel. Y no percibimos que Jesús no
esta con nosotros. Recibimos muchos likes en facebook e instragram, pero ningún like de
jesus porque lo que hacemos no le agrada a el y lo peor es que de acuerdo al deseado de
todas las gentes “Cuando nos dejamos absorber por las cosas mundanales de tal manera que
no nos acordamos de Aquel en quien se concentra nuestra esperanza de vida eterna, nos
separamos de Jesús y de los ángeles celestiales. Estos seres santos no pueden permanecer
donde no se desea la presencia del Salvador ni se nota su ausencia”
Por otro lado, al revelarse a Jesús su misión en el templo, rehuyó el contacto con la
multitud. Así que deseaba volver de Jerusalén con aquellos que conocían el secreto de su
vida. De hecho, Dios tenía propuesto de que las personas después de la participación en
estas celebraciones fuesen inducidos a estudiar y mediar con oración sobre la misión de
Cristo. Y que sus mentes fuesen dirigidas hacia su salvador personal. Pero esto se perdió de
vista, las personas al terminal el servicio pascual y salir de Jerusalén, “la excitación del
viaje y el trato social, absorbían su atención y se olvidaban del servicio que habían
presenciado”. ¿Algún parecido a lo que ocurre al terminar nuestros cultos?
“Jesús esperaba dirigir la atención de José y maría a las profecías referentes a un salvador
que había de sufrir mientras volviese con ellos. ¡Imagina lo que se perdieron! En el calvario
trató de aliviar la pena de su madre. En estos momentos también pensaba en ella. María
había de presenciar su última agonía, y Jesús deseaba que ella comprendiese su misión, a
fin de que fuese fortalecida para soportar la prueba cuando la espada atravesara su alma.
Así como Jesús había estado separado de ella y ella le había buscado con pesar tres días,
cuando fuese ofrecido por los pecados del mundo, lo volvería a perder tres días. Y cuando
saliese de la tumba, su pesar se volvería a tornar en gozo. ¡Pero cuánto mejor habría
soportado la angustia de su muerte si hubiese comprendido las Escrituras hacia las cuales
trataba ahora de dirigir sus pensamientos! Si José y María hubiesen fortalecido su ánimo en
Dios por la meditación y la oración, podrían haberse dado cuenta del carácter sagrado de su
cometido, y no habrían perdido de vista a Jesús. Por la negligencia de un día, perdieron de
vista al Salvador; pero el hallarle les costó tres días de ansiosa búsqueda. Por la
conversación ociosa, la maledicencia o el descuido de la oración, podemos en un día perder
la presencia del Salvador, y pueden requerirse muchos días de pesarosa búsqueda para
hallarle, y recobrar la paz que habíamos perdido. En nuestro trato mutuo, debemos tener
cuidado de no olvidar a Jesús, ni pasar por alto el hecho de que no está con nosotros.
Cuando nos dejamos absorber por las cosas mundanales de tal manera que no nos
acordamos de Aquel en quien se concentra nuestra esperanza de vida eterna, nos separamos
de Jesús y de los ángeles celestiales. Estos seres santos no pueden permanecer donde no se
desea la presencia del Salvador ni se nota su ausencia. Esta es la razón por la
cual existe con tanta frecuencia el desaliento entre los que profesan seguir a Cristo.
Muchos asisten a los servicios religiosos, y se sienten refrigerados y consolados por la
Palabra de Dios; pero por descuidar la meditación, la vigilancia y la oración, pierden la
bendición, y se hallan más indigentes que antes de recibirla. Con frecuencia les parece que
Dios los ha tratado duramente. No ven que ellos tienen la culpa. Al separarse de Jesús, se
han privado de la luz de su presencia.
Cuantas bendiciones nos hemos privado por perder a Jesús, cuantos dolores de cabeza
pudiéramos haber evitado, y cuantas cosas Dios nos habrá querido decir, pero por perder de
vista a Jesús no las escuchamos. Por un día que no leamos su palabra o no oremos,
perderemos de vista a Jesús. Procuremos no perder de vista a Jesús y mantengámonos
aferrados de su palabra.

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